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OTORGAMIENTO DE INGRESO FAMILIAR DE EMERGENCIA


El señor QUINTEROS.- Señora Presidenta, me sumo a lo que hemos escuchado: la única manera de enfrentar esta crisis sanitaria, económica y social es conteniendo sus efectos más catastróficos, desplegando de manera coordinada y coherente todo el abanico de herramientas, todas las fuerzas que tiene el Estado y todos los recursos disponibles. ¡No hay otra forma, no hay ninguna otra manera! Pedir el máximo esfuerzo a la gente debe ir de la mano del máximo apoyo del Estado.
Y sentimos que eso no se está produciendo.
De parte del Gobierno yo advierto demasiada lentitud en la respuesta y demasiada restricción a la hora de definir las ayudas. Esto no es una negociación colectiva; no se está conviniendo un mejoramiento de ingresos, y tampoco estamos estableciendo un gasto permanente. Se está definiendo un piso mínimo para personas que de improviso han perdido todo o la mayor parte de sus ingresos, por un lapso determinado sí, para que puedan seguir viviendo sin arriesgar su salud o, incluso, sus vidas.
Por eso necesitamos este proyecto de buena forma.
Y el Estado de Chile puede hacerlo. Para eso el país ha sido responsable fiscalmente durante muchas décadas y para eso hemos ahorrado. El propio mensaje presidencial señala que la pandemia va a generar una de las crisis económicas más duras que ha tenido que enfrentar el país desde la década de los ochenta.
Es bueno recordar que en los años 82 y 83 Chile sufrió una caída del producto de más del 14 por ciento. Esa crisis produjo una devastación en el tejido productivo; quiebras masivas de pequeñas, medianas y grandes empresas. La tasa de desempleo llegó a 23 por ciento y, agregando los problemas del PEM y del POJH, se elevó hasta la escalofriante cifra del 31 por ciento.
El actual Presidente de la República vivió de cerca esa crisis. Ahora nos advierte en su mensaje que tales pueden ser los niveles de desempleo en los próximos meses.
Pero el problema es que este proyecto no se hace cargo de la profundidad de la crisis. Es totalmente insuficiente en términos del monto de los recursos que se han comprometido, de la cobertura de los hogares en situación emergencia y de la extensión de tiempo en que las ayudas estarán disponibles.
En el régimen militar se creó el Programa Ocupacional para Jefes de Hogar, el famoso POJH, que pagaba a cada trabajador alrededor de un tercio del sueldo mínimo de la época. ¿Qué ingreso ofrece la iniciativa que estamos debatiendo? Este limitado proyecto ofrece, al 40 por ciento más vulnerable de los chilenos, 65 mil pesos, vale decir, un quinto, ¡un quinto del salario mínimo!
Más tacaño aún es el proyecto respecto de los compatriotas que se encuentran en el tercer quintil más vulnerable: a ellos se les ofrecen 43.333 pesos, ¡menos del 15 por ciento del salario mínimo!
Este Gobierno ofrece menos de lo que ofreció la dictadura. ¡Esa es la realidad de este proyecto!
Para un hogar de cuatro personas, este ingreso familiar de emergencia suma 260 mil pesos. Ello no solo no supera el límite de la pobreza, que es alrededor de 450 mil pesos, sino que tampoco alcanza la línea de la pobreza extrema, que es de un poco más de 320 mil pesos. Es decir, para sobrevivir los miembros de estos hogares deberán salir a la calle a buscar ingresos adicionales, pese a los llamados a quedarse en casa o a las cuarentenas, con el riesgo de contagio para ellos, sus familias y aquellos con los que tengan contacto.
Además, este proyecto plantea que los ingresos familiares de emergencia serán decrecientes, como se ha reiterado acá. Se asume que la economía y el empleo repuntarán en el corto plazo, en circunstancias de que el Fondo Monetario Internacional proyecta una caída del PIB para Chile de 4,5 por ciento, sabiendo, además, que la recuperación del empleo siempre se produce con un rezago respecto de la actividad económica.
Por otro lado, los requisitos de elegibilidad y causales de exclusión para recibir esta ayuda son de una exigencia inverosímil. Deben pertenecer al 60 por ciento más vulnerable y quedan afuera todos aquellos que reciben un ingreso formal, por muy pequeño que sea.
La iniciativa desconoce la realidad de quienes reciben ingresos formales muy mínimos, que no los sustraen de su vulnerabilidad, razón por la cual se ven obligados a buscar otras entradas en el sector informal.
El proyecto niega que muchas personas que hasta hace pocas semanas contaban con un ingreso estable, y se reconocían a sí mismas como de clase media, hoy se encuentran en total desamparo.
La propuesta legislativa no da respuesta a los choferes de taxis colectivos, quienes hoy día apenas están salvando el combustible con su trabajo diario; no les dan solución a los algueros, a los pescadores artesanales, que han visto desaparecer los poderes compradores; al pensionado que se instala en una cola en una feria para llegar a fin de mes; al migrante en situación irregular que ha perdido su empleo y no tiene cómo volver a su país.
Pero algunos culpan al Congreso por la insuficiencia en las medidas, pero los montos, para que sepa el país, solo pueden ser fijados por el Ejecutivo. Cualquier proyecto que represente gasto es solo facultad del Gobierno y no del Parlamento.
Otros acusan de falta de colaboración a la Oposición, a pesar de que todas las iniciativas enviadas por el Ejecutivo han sido aprobadas, sin perjuicio de hacerle ver que han sido insuficientes.
Nos acusan de falta de cooperación, pero en verdad es el Gobierno el que no se deja ayudar, el que se encierra y solo se escucha a sí mismo. No le pido que escuche a la Oposición, si no lo quiere hacer; solo espero que escuche a la gente afectada, que está esperando una ayuda real en medio de esta crisis.
He dicho, señora Presidenta.