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IMPLEMENTACIÓN DE CONFERENCIA INTERNACIONAL PARA CAMBIO CLIMÁTICO COP25


El señor QUINTANA (Presidente).- Corresponde tratar el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que establece el financiamiento, regula la ejecución y dicta otras normas para la implementación de la Conferencia Internacional para el Cambio Climático, denominada "COP25", con informe de la Comisión de Hacienda y urgencia calificada de "discusión inmediata".
--Los antecedentes sobre el proyecto (12.485-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite: sesión 5ª, en 2 de abril de 2019 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Hacienda: sesión 8ª, en 9 de abril de 2019.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra la señora Secretaria.
La señora BELMAR (Secretaria General subrogante).- El principal objetivo del proyecto es financiar, regular la ejecución y dictar las normas necesarias para que Chile asuma la presidencia y sea sede de la próxima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, denominada "COP25", a realizarse entre los días 2 y 13 de diciembre de 2019.
La Comisión de Hacienda discutió el proyecto en general y en particular en virtud de lo dispuesto en el artículo 127 del Reglamento de la Corporación, y aprobó la idea de legislar por cuatro votos a favor y una abstención. Se pronunciaron favorablemente los Senadores señores Coloma, García, Lagos y Montes y se abstuvo el Senador señor Pizarro.
Además, aprobó la iniciativa en particular en los mismos términos en que fue despachada por la Cámara de Diputados, con las votaciones que consigna en su informe.
El texto que se propone aprobar se encuentra en las páginas 29 a 32 del informe del referido órgano técnico.
Cabe hacer presente que la Senadora señora Provoste y el Senador señor Pizarro solicitaron votación separada de los artículos 1, 2 y 3, inciso segundo.
Nada más, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Presidente).- En discusión general.
¿Algún miembro de la Comisión de Hacienda desea actuar como informante?
Tal como se ha señalado, hay una solicitud de votación separada de los artículos 1, 2, e inciso segundo del 3, con lo cual se tendría que separar la votación en general de la votación en particular.
Tiene la palabra el Senador señor Lagos, Presidente de la Comisión de Hacienda.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, trataré de ser lo más breve posible.
Quiero dar el contexto de cómo se produjo el debate en la Comisión de Hacienda.
Este es un proyecto que viene con urgencia de "discusión inmediata".
Voy a partir desde atrás, desde su origen.
El Gobierno de Chile, en noviembre del año pasado, en la COP24, levantó la mano y expresó su voluntad de ser anfitrión de la COP25 a raíz del retiro de la disposición de Brasil de ser sede de dicha reunión internacional.
Este evento es muy grande: dura alrededor de tres semanas; tiene distintas instancias, y el total estimado de asistentes es de 20 a 26 mil personas.
Se puede discutir como tema de fondo si la decisión adoptada por el Ejecutivo fue conveniente o no. Pero ese debate lo dejo de lado. Tengo mi opinión: yo creo que sí era conveniente.
Dicho eso, aquello implica que el país anfitrión asume una serie de responsabilidades. La principal es establecer la forma en que se va a coordinar, a administrar y a llevar a cabo esta cumbre, desde el punto de vista de infraestructura y logística.
Estoy dejando de lado todavía los contenidos de la reunión de la COP25.
Les recuerdo que esta decisión se tomó a fines de noviembre. Es decir, teníamos como país exactamente un año -o menos- para organizar dicho evento.
El Gobierno le ha planteado al Parlamento un proyecto de ley que establece, primero, la forma en que se va a financiar (el costo que le significará al Estado de Chile); segundo, el Ministerio que tendrá la tutela de llevar a cabo la organización de esta cumbre internacional, y, tercero, las instituciones que van a estar a cargo, en el día a día, de la administración del evento.
El proyecto establece un financiamiento de 35 millones de dólares, que el Congreso debe autorizar para que sean transferidos al Ministerio del Medio Ambiente, al cual se faculta para traspasarlos a su vez a la Fundación Imagen de Chile, institución que será la encargada de todos los aspectos de organización, de logística, de infraestructura para la cumbre que se debe realizar en siete meses más.
Reitero que será en siete meses. Ello es importante para entender el contexto en que se llevó la discusión y la argumentación que expresamos algunos de nosotros en la votación para aprobar esta iniciativa.
Pues bien, en la discusión, efectuada no en una, sino en dos sesiones especiales de la Comisión de Hacienda -esta Sala nos permitió funcionar en paralelo para dar todas las facilidades al debate-, surgieron varias dudas y cuestionamientos a la forma en que se está llevando a cabo este proceso, desde el momento en que se tomó la decisión hasta la fórmula que encontró el Gobierno y que ha planteado al Parlamento.
Respecto de la primera, solamente cabe decir que es opinable si Chile debía o no tomar ese desafío; si estaban tomadas las consideraciones de lo que ello implicaba. Porque una cosa es decir "Yo tengo voluntad política y quiero hacer esta cumbre porque es importante para nuestro país", y otra muy distinta, contar con las condiciones para efectuarla adecuadamente, de manera que sea satisfactoria a ojos no solo de Chile, sino también de los delegados de las naciones que van a venir.
En cuanto a lo segundo, la discusión básicamente giró en torno a si el mecanismo propuesto por el Ejecutivo era el más adecuado.
En este punto quiero precisar que el debate no está, y no ha estado nunca, en el financiamiento de la COP25. ¡Nunca! Nadie manifestó que eran muchos recursos, que no correspondía, etcétera. En relación con los 35 millones de dólares que propone el Gobierno, no hay dos voces en la Comisión de Hacienda: todos respaldan esa decisión.
La discrepancia se presentó respecto de si el mecanismo sugerido por el Ejecutivo es el más idóneo o adecuado.
¿Por qué? Porque la fórmula que plantea este proyecto implica, en el fondo, darle atribuciones -hoy no las tiene, pero se pretende otorgárselas por ley- a la Fundación Imagen de Chile para llevar a cabo la organización de esta cumbre.
¿Dicha Fundación existe? Sí. Tiene sus autoridades y efectivamente no es un servicio público, sino una institución de derecho privado.
Tal organismo hoy administra un presupuesto de 4 mil millones de pesos (alrededor de 6 millones de dólares), y se le está pidiendo que administre 35 millones de dólares más. Adicionalmente, se le da la posibilidad de asumir compromisos hasta por 90 millones de dólares -unos 60 millones adicionales a los que el Estado de Chile va a aportar-, como consecuencia de que esta cumbre se financia con muchos aportes de organismos internacionales, con donaciones de países y también con contribuciones del sector privado.
Entonces, durante la discusión en la Comisión -y me tomo un tiempo, porque este es el meollo del asunto- se manifestaron opiniones que sostienen que el Congreso -al igual como lo ha hecho en el pasado- debe autorizar el aumento de presupuesto al Ministerio pertinente por los 35 millones de dólares, pero que sea responsabilidad de esta Secretaría de Estado ver cómo lleva a cabo la organización del evento: si quiere licitar, si quiere asignar, si le hacen el mismo servicio, en lugar de lo que propone el proyecto; o sea, que seamos nosotros como Parlamento los que autoricemos que el Ministerio del Medio Ambiente descanse en la Fundación Imagen de Chile.
Puesto de otra forma y en castellano más fácil, la pregunta es si el Congreso podría simplemente autorizar lo que cuesta, a juicio del Gobierno, organizar la cumbre y dejar la decisión al Ministerio del Medio Ambiente de cómo realizarla y asignar los recursos. ¿O tenemos que ser nosotros -sin concurso público, sin tener mayores antecedentes- quienes le pidamos a la Fundación Imagen de Chile, la cual no está creada para esos efectos, que asuma esa responsabilidad?
La discusión fue sobre esta materia, básicamente.
Hay otros temas aledaños que podemos analizar después, como la consistencia de la política medioambiental de Chile en el exterior, pues organizamos la COP25, pero no se aprueba el Acuerdo de Escazú, etcétera, o la forma en que va a participar el sector privado a través de donaciones. No digo que sean temas menores, pero no son lo fundamental.
En resumen, señor Presidente, la razón por la cual se pidió votación separada de algunas normas es que algunos entienden que hay que aprobar los recursos, pero autorizando que se haga cargo el Ministerio del Medio Ambiente.
El otro motivo es la explicación que dio el Ejecutivo en cuanto a que, a siete meses de dicha reunión internacional, el transferir los recursos a la mencionada Secretaría de Estado para que ejecute todo lo que implica licitaciones, tomas de razón, etcétera, consumirá mucho tiempo, lo cual va a ir en perjuicio de organizar el evento como corresponde.
Señor Presidente, quienes votamos a favor de esta fórmula, con los reparos que me merece, creímos que era lo menos malo, considerando que hay un compromiso de Estado de llevar a cabo la COP25.
Recuerdo que, en la discusión presupuestaria de hace unos meses, cuando se planteó el financiamiento de la cumbre APEC, nos llegó una propuesta similar para transferir recursos al Ministerio de Relaciones Exteriores autorizando para que, a su vez, estos fueran traspasados a la Corporación Cultural de la Cámara Chilena de la Construcción. Y este Parlamento rechazó tal planteamiento. Los fondos fueron directamente a la Cancillería, entidad que tuvo que responsabilizarse de llevar a cabo los arreglos que estimara pertinente (administrativos, legales y jurídicos). En este caso, el Parlamento no se hacía cargo de aquello.
Por último, señor Presidente, hay un asunto de fondo respecto de cuál es el rol del Ministerio de Relaciones Exteriores en la organización de esta cumbre, institución que, a todos los efectos, no aparece en ninguna parte.
La política exterior de Chile no tiene excluido de su esfera de acción el tema medioambiental; por el contrario, es parte fundamental de la política exterior de nuestro país. Sin embargo, en esta propuesta del Gobierno toda la responsabilidad recae en el Ministerio del Medio Ambiente y no hay un rol claro -o ninguno, para ser más preciso- de la Cancillería.
Señor Presidente, no me cabe duda de que esta materia va a generar un debate importante. Por ello, solo quiero reiterar lo siguiente: la COP25 es en siete meses más; la fórmula propuesta por el Ejecutivo es la única que tenemos hoy día sobre la mesa, y, por último, las opciones son bastante limitadas a estas alturas, so pena de correr el riesgo, tal vez, de que la cumbre no pueda organizarse debidamente.
Muchas gracias.
El señor QUINTANA (Presidente).- Le ofrezco la palabra al Senador señor García.


El señor GARCÍA.- Señor Presidente, Brasil era el país que debía organizar esta conferencia. Sin embargo, a fines del año pasado desistió de hacerla.
La sede le correspondía a una nación latinoamericana. A Chile se le presentó la oportunidad; tuvo el respaldo de muchos otros países, y así fue como se tomó la decisión política de postular para la realización de esta cumbre sobre el cambio climático.
Ello representa para Chile un gran honor, un gran desafío, una gran responsabilidad.
A lo anterior cabe agregar que estamos contra el tiempo, porque, como bien ya se ha dicho, nos encontramos solo a siete meses de que se lleve a cabo esta cumbre. Y hay que hacerla con éxito, pues, qué duda cabe, están en juego la imagen y el prestigio de nuestro país.
Asimismo, tengo la certeza de que una vez más será posible demostrar al mundo que somos capaces y merecedores de llevar adelante la realización de este tipo de eventos internacionales.
Por otro lado, tal como aquí se señaló, mediante la aprobación de este proyecto de ley se autoriza una transferencia de recursos equivalente a 35 millones de dólares a la Subsecretaría del Medio Ambiente, a la cual, a su vez, se le faculta para traspasar dichos fondos a la Fundación Imagen de Chile.
No obstante, como recién dijo el Senador Ricardo Lagos Weber, Presidente de la Comisión de Hacienda, una de las disyuntivas que se planteó en dicho órgano fue por qué se había elegido una institución de carácter privado y se hizo el símil con lo que habíamos resuelto en la discusión presupuestaria del año pasado, cuando aprobamos recursos para la organización de la APEC, oportunidad en que se propuso a ese efecto la transferencia de dineros a la Corporación Cultural de la Cámara Chilena de la Construcción. Y eso fue rechazado.
Sin embargo, existe una gran diferencia entre dicha Corporación, que es un organismo eminentemente privado, y la Fundación Imagen de Chile, porque esta última, pese a ser una institución de carácter privado, en el fondo es una entidad público-privada. De hecho, cuenta con un directorio presidido por el Ministro de Relaciones Exteriores e integrado, además, por los Ministros de Economía y de Hacienda y la Ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Por lo tanto, en tal Fundación hay una clara responsabilidad pública y también política en cuanto a la forma en que deben desarrollarse estos eventos.
Creo que se ha hecho bien en elegir a dicho organismo, pues -reitero-, aun cuando sea de naturaleza privada, en su directorio cuenta con Secretarios de Estado de altas responsabilidades.
Otra cosa que hacemos en este proyecto de ley es autorizar que las donaciones que aporten empresas privadas para la organización de esta cumbre puedan acogerse al sistema de franquicias tributarias.
Se calcula que este evento tendrá un costo del orden de 90 millones de dólares. Con recursos fiscales estamos autorizando solo 35. Hay que juntar los otros 55 millones. Se espera reunirlos con la contribución de otros países, de otras instituciones, pero también con la de las empresas privadas.
Por tal razón, para facilitar el aporte de estas últimas, se está permitiendo acogerse al sistema de franquicias para las donaciones, mediante el cual es posible efectuar rebajas tributarias.
En consecuencia, señor Presidente, por la importancia de este evento internacional, estimo que el Gobierno ha hecho bien en presentarnos este proyecto, el cual tiene todos los resguardos necesarios.
Además, se va a firmar un convenio entre el Ministerio del Medio Ambiente y la Fundación Imagen de Chile. Nosotros hemos planteado que en él se agregue al Congreso Nacional para recibir una rendición de cuentas una vez que haya finalizado la cumbre, pero también pedimos que se nos vaya informando periódicamente de los avances que va teniendo la organización de dicha Conferencia.
Es perfectamente posible que en el referido convenio se deje expresamente señalado lo anterior, de tal manera de dar confianza a todos los sectores de que esta cumbre se va a organizar bien, de que será un éxito y de que los recursos, tanto públicos como los provenientes de donaciones, serán muy muy bien utilizados y -yo diría- bien invertidos en la imagen de Chile.
Esta es una gran oportunidad para robustecer y fortalecer la imagen internacional de nuestro país.
Por eso apoyamos este proyecto y formulamos un llamado a votar en ese mismo sentido, porque de por medio está la mejor imagen de Chile.
He dicho.
El señor OSSANDÓN.- Abra la votación, señor Presidente.
La señora RINCÓN.- No hay acuerdo.
El señor QUINTANA (Presidente).- Señor Senador, no podemos abrir la votación, porque hay una petición de votación separada.
A continuación, correspondería dar la palabra al Senador señor Pugh, pero se ha inscrito la señora Ministra del Medio Ambiente, quien, al no haberse dado inicio a la votación, tiene derecho a intervenir con preferencia.
Por tanto, le ofrezco la palabra a dicha Secretaria de Estado.


La señora SCHMIDT (Ministra del Medio Ambiente).- Muchas gracias, señor Presidente.
Sin duda, ser sede de la COP25, la cumbre más importante en el mundo sobre acción climática, es un tremendo desafío para Chile, y lo es desde los ámbitos económico y logístico, pero, sobre todo, desde el punto de vista de la unidad y la voluntad política para generar consensos que nos permitan avanzar con mayor ambición en la lucha contra el cambio climático.
Se trata de un desafío doblemente importante, primero, por el momento histórico de urgencia en el cual nos encontramos.
Después de que Estados Unidos informara que se bajaba del Acuerdo de París; después de que Brasil señalara a último minuto que renunciaba a la sede y presidencia de la COP, y después de que el informe del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático demostrara que el aporte de los países era insuficiente para evitar una catástrofe climática por el calentamiento global, la urgencia de levantar la voz por la acción climática en el mundo era aún mayor.
Eso fue lo que hizo nuestro país. Levantó la voz con fuerza para señalar que no existe verdadero desarrollo si este no es sustentable y que la acción climática es un pilar fundamental de la sustentabilidad en el planeta y en nuestro territorio.
Y lo sabemos bien, porque, si bien nuestro país es un pequeño emisor de gases de efecto invernadero -menos del 0,5 por ciento-, mostramos gran fragilidad ante el cambio climático, al cumplir siete de los nueve criterios de vulnerabilidad.
Este verano vimos el impacto que ello produce en la ciudadanía. En el sur de Chile, donde estábamos acostumbrados a las lluvias, tuvimos olas de calor por sobre los 37 grados Celsius y, adicionalmente, quemas de bosques que arrasaron con importantes zonas. Y en el norte, donde estábamos acostumbrados a tener sol, hubo inundaciones que afectaron a nuestras poblaciones y ciudades, justamente por los efectos del cambio climático.
Por eso, ser sede de la COP25 es, sin duda, un tremendo desafío, pero, sobre todo, una gran oportunidad para Chile; es una oportunidad, a nivel mundial, para liderar el logro de acuerdos de mayor ambición en la acción climática, en un momento particularmente relevante para el mundo entero. Es un desafío y una oportunidad para potenciar la acción climática como un eje fundamental y alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible en el planeta. Y es una tremenda oportunidad para posicionar a Chile como un país comprometido con el proceso de transformación hacia el desarrollo sustentable.
Pero, sobre todo, esta es una oportunidad única en lo local, en nuestro país, para sensibilizar e involucrar a la ciudadanía en la acción climática y en la educación para el desarrollo sostenible, y para instaurar una gobernanza multinivel y multisectorial para la acción climática en mitigación y adaptación, mejorando nuestra institucionalidad ambiental para el desarrollo sostenible.
La COP25 debe ser un hito histórico para Chile y su compromiso con la acción climática y el combate al calentamiento global en el mundo para la transición hacia un desarrollo sostenible.
¿Cómo hacemos esto y cómo lo hacemos en pocos meses?
Aquí deseo referirme a varias temáticas que se han planteado en la Sala.
Primero, la acción del Ministerio de Relaciones Exteriores. La Cancillería ha estado involucrada en esta decisión desde el primer momento. Es más, en el mes de diciembre, la semana antes de partir a la COP24 en Katowice, cuando se levantaban vientos de que Brasil se bajaba de la organización de la próxima Conferencia de las Partes, hubo una reunión en el Ministerio de Relaciones Exteriores, después de que el Presidente Piñera tomara la determinación de que Chile postularía a ser sede de la COP25 si era necesario, y me fui a Polonia con una carta de ofrecimiento de la misma Subsecretaria de Relaciones Exteriores para que Chile fuera sede de la próxima Conferencia. O sea, la Cancillería estuvo presente desde el primer momento.
El Ministerio de Relaciones Exteriores está en toda la gobernanza de la COP25. Forma parte de su Comité Directivo; integra, a través de su Ministro, el Consejo Asesor Presidencial para la organización de la Conferencia, quien también integra y preside la Fundación Imagen de Chile, organismo que estamos proponiendo que se encargue de la infraestructura y el funcionamiento del evento. Y además su Dirección de Medio Ambiente y Asuntos Oceánicos (DIMA) es el órgano directamente responsable en las negociaciones de la COP, siendo Rodrigo Olsen su director y Julio Cordano el encargado de contenidos, quienes desde el primer momento han estado presentes en todas las conversaciones que hemos estado llevando a cabo, desde Katowice hasta el día de hoy.
Segundo: ¿cuál es la mejor institucionalidad de que disponemos para responder a una demanda, en un tiempo tan acotado, como la urgencia por la acción climática que se ha establecido el país?
Lo señalaron bien los Senadores de la Comisión de Hacienda. No existe hoy una institucionalidad especializada en Chile que permita administrar recursos tanto del Estado como de privados y de entidades internacionales para organizar un evento de este nivel de manera rápida y eficiente.
La que mejor se adapta a estos requerimientos es la Fundación Imagen de Chile, institución sin fines de lucro en la que participa el Estado (tal como ya se indicó, cuatro Ministros son parte de su directorio), y que tiene una especial responsabilidad en la implementación de proyectos que impactan la imagen de nuestro país en el exterior.
Por lo tanto, se trata de un organismo que puede y estará facultado, si este Congreso así lo determina, para ejecutar los recursos de manera rápida y eficiente, y así, en el plazo corto, que es el que la urgencia climática mundial nos ha dado, llevar a cabo un encuentro de esta categoría.
Pero hay otra razón muy importante, y es entender que el país sede de la COP es también el que preside la Conferencia, es decir, es el país al que le toca realizar todas las negociaciones con las 197 Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a fin de alcanzar acuerdos mayores en este ámbito. Es un trabajo complejo porque los acuerdos no se adoptan por votación, sino por consenso de todas las partes involucradas, y requiere una atención y una dedicación muy especiales.
Esa atención y esa dedicación son las que justamente nos han hecho dividir esta labor en dos: la organización en logística y en infraestructura, derivada a la Fundación Imagen de Chile, que podrá contratar equipos especializados de producción que nos permitan, en el plazo y con la calidad que se requieren, atender a todos los visitantes que vendrán a la COP25; y la dedicación y la focalización en los contenidos relevantes para las negociaciones vinculadas con la acción climática, a cargo del Ministerio del Medio Ambiente, en conjunto con la Cancillería.
Tal es la razón por la cual se propone a este Congreso la Fundación Imagen de Chile.
Esperamos contar con la aprobación de la fórmula propuesta y de los recursos solicitados, para así poder ejecutarlos de manera rápida y eficiente, llevando para ello un control completo, ya que estarán sujetos a la fiscalización de la Contraloría General de la República, tanto en lo que dice relación con las transferencias que se hagan a la Fundación como en todo lo relativo a su resguardo por parte de ella.
Agradezco profundamente la voluntad política y la unidad manifestadas en esta oportunidad, que permiten demostrar al mundo que sí es posible un desarrollo sostenible y que la acción climática de nuestro país va a ser levantada con fuerza en Chile y en el extranjero.
Muchas gracias.
El señor QUINTANA (Presidente).- A usted, señora Ministra.
A continuación, tiene la palabra el Senador señor Pugh.


El señor PUGH.- Señor Presidente, sin lugar a dudas, es una muy buena noticia para nuestro país y para el mundo que hayamos sido elegidos para llevar a cabo la COP25. ¿Por qué? Porque tenemos condiciones insuperables.
Los Senadores Isabel Allende, Juan Ignacio Latorre, Ricardo Lagos, Francisco Chahuán y el que habla representamos a la región que le da el ancho a Chile. Y le da el ancho porque abarca desde Rapa Nui hasta Los Andes. ¿Qué quiero decir con esto? Que Chile tiene presencia en la Polinesia, y que también nos proyectamos hacia la Antártica. Por eso somos un país tricontinental que ya tiene internalizado en su política pública lo que estamos hablando: cómo proteger nuestro medioambiente, para que así los efectos que nosotros generamos sobre él no nos produzcan el daño que hoy está generando el cambio climático.
Ya se mencionaron las consecuencias y cómo debemos hacernos cargo de ellas, entendiendo el sistema que rige al planeta. El 70 por ciento de su superficie se halla constituido por mares, precisamente los que están ubicados alrededor de Rapa Nui, del archipiélago Juan Fernández, de las islas Desventuradas y que, en nuestro caso, llegan hasta la Antártica.
Por lo tanto, Chile posee una marca y un sello especiales. Existe la marca "Chile". Eso permite unirnos a todos y ponernos la camiseta de la selección nacional. Y precisamente la Fundación Imagen de Chile es la que cuida esa marca. Eso tenemos que entenderlo: qué significa nuestra marca como país; un país que tiene ventajas distintivas y que es un ejemplo; un ejemplo por lo que hace con las energías renovables no convencionales, ámbito en el que es líder, y por lo que hace para, por ejemplo, la protección de los océanos en la zona económica exclusiva. Quiero recordar un solo antecedente: tenemos 1,3 millones de kilómetros cuadrados protegidos. ¡El doble del territorio nacional! Y es lo que queremos cuidar.
Como Presidente de la Comisión de Zonas Extremas y Territorios Especiales, este año pondré especial énfasis en alinear la visión política del Estado con, precisamente, la protección de nuestros recursos.
La COP25, que nos plantea desafíos medioambientales, se halla íntimamente ligada a los objetivos de desarrollo sostenible que persiguen las Naciones Unidas. Sin ir más lejos, el objetivo 14 apunta, justamente, a la vida submarina. Y Chile puede incorporar, nuevamente, en su legislación y en su Constitución, la protección de estos recursos. Hoy estamos viendo la necesidad de introducir en la Carta Fundamental un artículo 126 ter relativo al territorio marítimo, para no solo garantizar sino también proteger los parques marinos. El mar es uno de los elementos que más contribuyen a aminorar el efecto del cambio climático. Por lo tanto, entenderlo e investigarlo sí es importante.
Por su intermedio, señor Presidente, quiero saludar y felicitar a nuestra Ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, y pedirle que, dentro de todas sus preocupaciones, considere la posibilidad de que los temas de conservación del medio ambiente y de mitigación del cambio climático relacionados con el mar sean tratados en Valparaíso. ¿Por qué? Porque la capital marítima de Chile permite conectar todos los puntos de los que hemos hablado.
Sin lugar a dudas, la COP25 traerá a los mejores referentes mundiales, y debemos buscar una forma para que todos podamos contribuir a ello. Esta también sería una manera de estimular a los donantes, que estoy seguro de que aparecerán, pues la causa que nos une es una causa superior. Si somos capaces de descentralizar y de generar encuentros en otros lugares, específicamente Valparaíso, si se trata de temas relacionados con la conservación del mar, ello será posible.
Chile ha sido elegido como organizador porque tiene capacidad de respuesta, capacidad para salir adelante, y porque tiene los instrumentos adecuados. Nuestro país es líder en materia de integración público-privada. Sin ir más lejos, la Fundación Imagen de Chile así lo demuestra. Es una gran responsabilidad tener a cargo la "marca".
Los 35 millones de dólares que aprobaremos son menos de la mitad de la cifra requerida para financiar completamente la cumbre. Por lo tanto, hago un llamado a todos los que van a contribuir a que se pongan la camiseta del mundo, ojalá de color azul, porque será la protección de nuestros mares y de nuestros océanos lo que permitirá mitigar efectivamente el cambio climático.
Después viene el manejo de todas las energías fósiles que hoy estamos consumiendo. Chile tiene un desafío gigantesco por delante, no solo para cumplir sus compromisos internacionales, sino también por los adquiridos con sus comunidades, dado lo que vimos recientemente en las comunas de Quintero y Puchuncaví.
Por lo tanto, este es un compromiso que no solo se refiere a los recursos que hoy queremos autorizar, sino también es un compromiso que todos quienes desean habitar un planeta mejor deben adquirir.
Felicito -por su intermedio, señor Presidente- a la Ministra, que logró que esta COP se realizara en nuestro país, porque ella es, quizás, el mejor referente de nuestra política pública llevada a las relaciones exteriores. Chile se sitúa así a la vanguardia de las naciones que están preocupadas por el cambio climático, pero, en forma concreta, de aquellas preocupadas de la preservación del medio ambiente, que es un tema que nos involucra a todos, dando además ejemplo, mucho más allá, en lo que significa la protección de los parques marinos.
Por todo lo anterior, señor Presidente, anuncio mi voto favorable.
El señor QUINTANA (Presidente).- Les advierto a Sus Señorías que tenemos muchos Senadores inscritos para intervenir, ¡tantos, que, así como vamos, podríamos empalmar con la COP...! Pero está bien: todos tienen derecho a intervenir en el tiempo previsto, y la votación, recuerdo, aún no se ha abierto.
Corresponde hacer uso de la palabra al Honorable señor Pizarro.


El señor PIZARRO.- Señor Presidente, sin duda que el tema es muy motivador, y hace que tratemos de efectuar un debate serio respecto del proyecto de ley que se nos presenta a trámite hoy día en la Sala del Senado.
Para que se entienda bien la situación, lo primero que quiero decir es que a mí me parece bien que se lleve adelante en Chile una cumbre como la COP25: bien por el cuidado del planeta; bien por lo que ha sido una política permanente de nuestro país en materia de integración en los niveles multilaterales; bien por el cuidado del medio ambiente; bien por que se definan, como ya lo dijeron aquí algunos colegas y la propia Ministra, políticas que ayuden a encontrar un desarrollo sostenible y sustentable.
El problema es que no estamos discutiendo eso en este proyecto: estamos discutiendo cómo implementar el evento, cómo se decidió realizarlo y a través de qué instrumentos podemos llevar adelante en buena forma semejante desafío.
Y aquí, señor Presidente, quiero reiterar lo que ya manifesté en la Comisión de Hacienda la semana recién pasada, cuando pudimos conocer los detalles de la iniciativa. En paralelo, la Sala de la Corporación estaba celebrando una sesión especial para efectuar un análisis un poco más templado, más serio, respecto de cómo se estaba llevando o definiendo la política exterior de Chile.
En nuestra opinión, estaba en juego una definición de política exterior que rompía con cierta tradición de mantener acuerdos mínimos o básicos que nos permitieran mostrar coherencia en el quehacer internacional; coherencia que, por diversas decisiones adoptadas últimamente, creemos que se ha ido perdiendo. Se ha ido perdiendo esa visión de conjunto que requiere de acuerdos entre los distintos actores de nuestro país, que le dan fuerza y coherencia a una política exterior que se debe proyectar en el tiempo, más allá de a quién le toque gobernar o a quién le toque asumir la responsabilidad de conducir las relaciones internacionales de nuestro país.
Allí dijimos que lo que veíamos que estaba marcando la agenda de la política exterior chilena era la improvisación con que se estaban llevando adelante las decisiones, tanto por la Cancillería como por el Gobierno en su nivel central. ¡Improvisación!
Y en esa sesión pública del Senado yo di el ejemplo de cómo se había tomado la decisión de organizar la COP25. Hablé justamente de improvisación. Y la demostración más práctica de la improvisación en este tipo de materias, muy importantes para el país, es lo que hoy se nos está sometiendo a nuestra consideración.
La propia Ministra tiene que reconocer que la decisión se tomó en diciembre a propósito de que otro país no quiso asumir la responsabilidad de organizar la Conferencia, y que ella se adoptó contra el tiempo para poder sacar adelante el desafío. La señora Schmidt ha reconocido que hoy día no existen instituciones que estén en condiciones, debido a los compromisos asumidos por el Estado, para llevar a buen puerto eventos de esta naturaleza. ¡No existen! Y es la razón por la cual debemos discutir un proyecto que busca establecer un chasís, un instrumento para implementar la organización y la ejecución de una conferencia que puede llegar a reunir a 25 mil personas.
Es cierto, como decía un colega, que aquí están en juego la imagen y el prestigio de Chile. Y, para ser franco, la imagen y el prestigio de Chile le corresponden, por supuesto, al Presidente o Presidenta de la República, quien posee dicha facultad constitucional, pero el organismo que los debe implementar en el extranjero, en los distintos organismos internacionales y en las relaciones con otros países es la Cancillería. Sin embargo esta, por alguna razón -lo digo con el debido respeto- no participó en las sesiones de la Comisión de Hacienda realizadas la semana pasada; no se pronunció hoy, cuando se analizó el tema en la Comisión de Relaciones Exteriores, donde planteamos las mismas inquietudes, ni tampoco la veo acá, acompañando a la señora Ministra del Medio Ambiente.
A mí me llama la atención, porque, si alguien tendrá que responder por la labor que realice la Fundación, será la Cancillería, si las cosas no funcionan o no salen todo lo bien que a todos nos gustaría. ¿Por qué? Porque el presidente de dicha Fundación es el Canciller.
La semana pasada el señor Ministro de Relaciones Exteriores vino a la Sala acompañado de todo su equipo. Pero luego no acompañó a la señora Ministra del Medio Ambiente ni aclaró ninguna de las inquietudes que nosotros teníamos.
¿Cuáles son estas inquietudes, señor Presidente?
Por favor, lean el texto de lo que estamos aprobando. Tenemos tan poca institucionalidad, tan poco instrumento, que lo que el artículo 1 hace es autorizar a la Fundación Imagen de Chile "para llevar a cabo la organización y ejecución de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático" (...) "a realizarse en Chile, y de las actividades preparatorias que sean necesarias para su materialización.".
Para los efectos del cumplimiento de esto, se le entregan a la Fundación facultades a fin de "recibir las transferencias que autorice la Ley de Presupuestos del Sector Público, donaciones de privados y aportes provenientes de otros países u organismos internacionales. Las donaciones o aportes que impliquen gasto fiscal requerirán de la autorización previa de la Dirección de Presupuestos...".
"Para el cumplimiento del encargo, la entidad..." -escuchen esto- "podrá celebrar actos y contratos que impliquen obligaciones hasta por un monto total de USD$90.000.000.- (noventa millones de dólares de Estados Unidos de Norteamérica)...".
Después se establece que, para poder recibir y ejecutar su cometido, la Fundación va a firmar un convenio. ¿Con quién? Con el Ministerio del Medio Ambiente. Le consultamos a la señora Ministra sobre ese convenio cuando acudió a las reuniones de la Comisión de Hacienda y nos dijo que todavía no está, que se va a elaborar, no sabemos cuándo.
Si tal convenio no se ha suscrito, obviamente no se puede empezar a aplicar ni se pueden traspasar los recursos desde la Subsecretaría a la Fundación.
Nos habría gustado conocerlo por lo menos, ya que nos están pidiendo que a una fundación que no tiene la capacidad, que no tiene los recursos, que no tiene los equipos humanos, le entreguemos una serie de facultades que después deberá administrar no sabemos quién.
Entonces, señor Presidente, francamente me surgen muchas dudas. Y esa es la razón por la cual, estando dispuestos a aprobar los recursos, porque ya se tomó una decisión improvisada, con "más voluntad que lógica o experiencia" -por decirlo así- para llevar adelante una convención de este tipo, nos están pidiendo a nosotros, como Congreso, que además le demos facultades especiales a una fundación a fin de que, por ejemplo, entregue los certificados pertinentes a quienes realicen donaciones privadas o internacionales, con el objeto de que puedan acogerse a la Ley de Donaciones o a una rebaja tributaria.
O sea, el instrumento no ha existido nunca. Digamos la verdad: aquí se improvisó, se buscó una fundación y la estamos acomodando para que pueda al menos recibir los recursos y tomar decisiones respecto de las cuales no sabemos quién se responsabilizará. Porque la señora Ministra sostuvo aquí que vamos a armar dos equipos: uno que va a ejecutar y llevar adelante la Fundación, y otro que va a realizar el trabajo político y que ella encabezará en su calidad de Ministra del Medio Ambiente.
Puede ser. Yo no digo que no. Pero ¿quién responde después por esto si la administración y la ejecución van a ir por separado en una Fundación que depende del señor Canciller, que no está presente en la Sala como tampoco ningún funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores?
Entonces, me parece que lo lógico era que no se le pidiera al Congreso asignar y dar facultades especiales a una fundación, sin que existiera un proceso de mayor transparencia, sin dar la posibilidad de participar a una serie de otros organismos, instituciones o empresas que se dedican a este tipo de eventos de manera mucho más eficiente. Y, tal vez, eso hubiese sido mejor que estar elaborando esta ley en proyecto.
Señalo lo anterior, señor Presidente, porque en el último tiempo, como Parlamento, hemos recibido andanadas de ataques diciendo que aprobamos leyes a matacaballo, que son malas, o que no leemos ni entendemos lo que estamos aprobando.
Yo no me siento en condiciones de entregarle esta facultad extraordinaria a una fundación, que tiene otros objetivos, para implementar una decisión que, claramente, fue improvisada, más allá de lo importante que esto sea para el país y para el planeta.
Gracias, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, quiero hacerme cargo en forma seria de lo que dijo el Senador que me antecedió en el uso de la palabra, porque él plantea, legítimamente, una duda que también señaló en la Comisión. Y quiero intentar colaborar a despejarla, pues considero que aquí está en juego algo muy relevante.
Estoy convencido de que si uno preguntara a nivel global, a nivel mundial cuál es hoy día el problema más complejo, que de alguna manera se puede contribuir a resolver en la medida que se adopten acuerdos importantes, la respuesta sería el cambio climático, el calentamiento global.
No sé si alguien lo cuestiona. Mi impresión es que nadie lo puede hacer.
Ante todo, debemos ponernos de acuerdo en algunas cosas.
Primero, este es un tema decisivo. No en vano -a propósito de la semana anterior, cuando acá se habló sobre política exterior- las mismas Naciones Unidas generaron la Convención Marco sobre el Cambio Climático, que es el nombre del cual se deriva la COP.
Tenemos un problema muy grande a nivel planetario.
Segundo, es cierto que hay una institución que está a cargo de colaborar a resolver ese tema en la medida de lo posible, pero también lo es que los pasos dados a partir del Acuerdo de París, si bien no fueron tan ambiciosos, al menos marcaron cierto cambio en las conductas, que hoy día debemos acentuar.
Tercero, tenemos claridad de que las exigencias que vayamos colocando a nivel planetario y la capacidad que mostremos para hacer que se cumplan son cuestiones decisivas para las generaciones venideras.
No quiero cansarlos, porque hemos discutido largamente el tema de cuántos grados se supone que puede subir la temperatura de la Tierra hasta el año 2100 o cuánto se resiste a nivel global. Aparentemente hemos pasado en forma absoluta los límites. Y se plantean una serie de objetivos que tenemos que cumplir.
Hasta ahí, yo creo que no hay ninguna duda.
Cuarto, corresponde hacer la COP25 en Latinoamérica. Ese es un dato.
El señor SANDOVAL.- No podía hacerse en otro lugar.
El señor COLOMA.- No. ¿Alguien me podría decir por qué? Porque ya fue en Europa, en Asia, en África. Hay una rotación natural y correspondía hacerla en nuestro continente.
Quinto, Brasil era el país que tenía asignada su realización con anterioridad. No es que fuera favorito: se le había asignado hacerla. Esto se determina con anticipación.
Y Brasil -me preocupé de averiguar sobre el tema cuando el Senador Pizarro lo planteó, seriamente, en la Comisión de Hacienda- ¿por qué no aceptó?
Básicamente, tiene que ver -según dicen- con la Amazonía. Tiene que ver con precisar en qué medida afectaría lo que se pudiera acordar a nivel planetario a los problemas o la realidad que ellos tienen desde una perspectiva geográfica.
Sexto: había que hacerlo. Y Naciones Unidas planteó -lo pueden ver; lo he estado leyendo- que había un país que podía encargarse de esta conferencia: Chile. Y existía el compromiso y la voluntad de parte de nuestro país en orden a hacerse cargo de los temas climáticos y de los asuntos internacionales a ese nivel.
Es verdad, alguien podría manifestar: "No me interesa". No sé si uno tendría cara para decir: "No me interesa". Es verdad que se trataba de una exigencia compleja, exigente: ¡Sí! Pero yo distinguiría lo exigente de lo improvisado, porque no tiene nada que ver. No es que de repente uno lo decida. ¡No! Se instaló a nivel mundial un tema, un desafío -pongámosle todas las características que podría tener- que había que cumplir. Es verdad que pudimos haber dicho que no. Y, probablemente, la COP25 se habría hecho en un país más desarrollado...
El señor LAGOS.- ¡Alemania!
El señor COLOMA.-... y América Latina habría perdido la opción -como dijo la Ministra- no solo de ser sede, sino de presidir y, de alguna manera, liderar el tipo de políticas públicas que hay que desarrollar en estas materias.
Señor Presidente, teniendo en cuenta esos antecedentes, se lo voy a plantear al revés: ¿alguien duda de que el Gobierno anterior hubiera aceptado este desafío? ¡Yo no!
¡Alguien cree que el Presidente Lagos, la Presidenta Bachelet o el Presidente Frei habrían dicho que no a un desafío de esta envergadura!
Les aseguro que hubieran dicho que sí, porque tenemos vocación para ocupar zonas de liderazgo en asuntos complejos.
Entonces, ahí se adoptó la decisión.
Siete: ¿Había otra forma de hacerlo?
Miren, yo vi -si me permite, Senador Pizarro: estoy tratando de explicarles lo que yo pude averiguar-...
El señor PIZARRO.- Lo estoy escuchando atentamente.
El señor COLOMA.- Yo vi cómo se han realizado otros eventos de esta naturaleza. Es verdad que estos se planifican o se asignan dos años antes, por lo general. Revisé lo que estaba más a mano y vi la última corporación, que fue Odesur. Lo menciono porque sé que el Senador Pizarro es partidario -yo también- de este tipo de organizaciones de carácter deportivo.
¿Qué hizo el Gobierno de Bachelet 1 para estos efectos? Asignó los recursos al Ministerio correspondiente. En ese momento había un tránsito. ¿Y qué hizo el Ministerio correspondiente? Tuvo que formar una corporación, porque no se puede hacer en forma directa, que quede claro. ¿Cuánto se demoró en formarse? Tengo los datos: nueve meses. No se puede lograr en menos tiempo...
El señor PIZARRO.- ¿Y eso no se sabía?
El señor COLOMA.- No. Por eso mismo, me parece que la fórmula elegida, señor Presidente, es del mayor sentido común.
La otra alternativa -el Senador Pizarro puede tener un punto en esto- es decir que no a la COP. Pero asumiendo que íbamos a decir que sí, o que compartíamos que había que hacerlo... Voy a llegar hasta aquí, porque es discutible. Alguien me podría expresar: "Sabe que más, no debimos haber aceptado ser sede de la COP". Está bien, es un tema respetable. Entonces, si asumimos que, dada toda la secuencia, había que hacerlo, a mi juicio, la fórmula era justamente ver si había alguna corporación constituida que pudiera canalizar los recursos en forma adecuada. Y eso es lo que se intenta -porque no sabemos lo que va a pasar- a través de esta iniciativa.
Objetivamente, señor Presidente, me parece que si las bancadas del frente estuvieran en el Gobierno habrían dicho que sí a la COP. Y también hubiesen buscado una fórmula equivalente, porque es técnicamente imposible otra alternativa. Los contratos tienen que firmarse ahora, no hay espacio para desarrollar un evento de veinte mil personas si no se le pone un acelerador. Para eso hay que tener un instrumento adecuado.
Quiero decir, además, que veo en la información de que disponemos que Naciones Unidas va a poner recursos. Y por eso la corporación a la cual se recurre no está destinada a endeudarse. Alguien me dijo: "¡Cómo se va a endeudar!". ¡No! Aquí nadie se endeuda. Puede recibir hasta 90 millones de dólares de aporte, que es distinto de endeudarse. Aquí no hay ninguna facultad para endeudarse.
Asimismo, la corporación tiene una composición transversal, está integrada por Ministros, por dirigentes -no sé si actuales- del Partido Socialista, de la Democracia Cristiana. Y bien que así sea, porque tiene un interés público.
Entiendo que aquí se tiene la mejor buena fe y esta instancia es buena para discutir. Pero si vamos a hacer la COP, si creemos que es un tema planetario muy importante de abordar, si entendemos que Chile tenía, más que una oportunidad, el deber de asumir un rol dada la vacancia que se había producido respecto de la representación de Latinoamérica, si Naciones Unidas concuerda con que Chile tiene las condiciones para recibir este tipo de aportes, lo natural es que se haga el esfuerzo, se asignen los recursos, se busque la fórmula para resolver adecuadamente esto con una corporación existente y no con otra que no existe.
Señor Presidente, yo he tratado de describir la situación porque la semana pasada me quedó dando vuelta la discusión. Por eso traté de averiguar los datos, les pregunté a los gobiernos anteriores cómo habían resuelto otros eventos -de repente, me podían indicar que había una solución, a la cual, feliz, recurriríamos-, y me manifestaron que esta era la fórmula, que se hacía a través de las corporaciones, que los Ministerios no pueden actuar en forma directa.
Soy partidario de esta solución. Lo dije: no todos los temas internacionales me convocan con la misma fuerza, pero si hay algo que creo que es vital respaldar, fortalecer, trabajar, es el tema de la COP.
Considero que Chile, siendo sede, tiene mucho que decir. Hemos sido líderes en numerosos aspectos en esta materia. Nos estamos descarbonizando a un primer nivel; hemos trabajado con las energías renovables, lo cual fue un ejemplo -me acuerdo- en la COP de Marrakech, en que se explicaba la gracia que tenía nuestro país como líder en este ámbito.
Por eso, señor Presidente, creo que no solamente es importante realizar esta conferencia, sino que es un deber hacerlo si uno quiere asumir una responsabilidad, y parte de la forma eficiente de llevarlo a cabo es por esta vía.
En consecuencia, los convoco, con humildad, a votar a favor.
He dicho.


El señor QUINTANA (Presidente).- Muchas gracias, Senador señor Coloma. La verdad es que van quedando muy claras las posiciones y algunas diferencias que han surgido.
Yo creo que es bueno señalar, para quien está siguiendo esta discusión, que aquí no se ha cuestionado que Chile sea sede de la COP. Yo no he escuchado a ningún señor Senador señalar aquello, como tampoco se ha cuestionado aprobar los recursos para dicha conferencia.
Simplemente quiero dejarlo en claro.
Quiero ofrecer la palabra, a continuación...
El señor PEREZ VARELA.- ¡Si quiere opinar, hágalo desde su puesto, no desde la Mesa...!
El señor QUINTANA (Presidente).- Solamente estoy dando la palabra, señor Senador; no he emitido un juicio de valor. También es tarea de la Mesa ir ordenando el debate y la discusión; repito que no he realizado ningún juicio de valor.
Tiene la palabra el Senador señor Latorre.


El señor LATORRE.- Señor Presidente, la COP es la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En Chile no hemos evaluado adecuadamente las implicancias del Cambio Climático: es el desafío planetario probablemente más importante que enfrenta la humanidad en el siglo XXI, y es transversal para todas las fuerzas políticas. El cambio climático no es un problema de Derechas o de Izquierdas, sino que planetario.
La COP es la instancia que permitirá dilucidar si somos capaces de organizarnos multilateralmente como comunidad a escala global.
Hacia fines de 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático evacuó un informe sobre las consecuencias que tendría un alza de 1,5 grados Celsius en la temperatura promedio del planeta. Un alza de esta magnitud es un escenario hoy improbable: la mayoría de los países han suscrito acuerdos que nos conducen a proyectar un alza mucho mayor. De hecho, los compromisos que ha firmado Chile ante la COP nos sitúan en el marco de un alza de 3 grados, lo que en un plazo de 10 a 20 años tendría consecuencias catastróficas en el país y en el mundo: alza en el nivel de los océanos, falta de disponibilidad de alimentos, variaciones radicales del clima y un largo etcétera.
Referirme a estos escenarios no tiene por objetivo ser alarmista. Muy por el contrario, si Chile va a ser el país anfitrión de la siguiente COP debe mostrar consecuencia en la materia.
Esto implica fundamentalmente impulsar dos grupos de medidas.
En primer lugar, aumentar los estándares de los compromisos climáticos de Chile ante la COP. Hoy estos compromisos son absolutamente insuficientes.
Así, distintas Organizaciones No Gubernamentales comparan a los países parte de la COP conforme a la proyección en el clima al que conducen sus compromisos. Estas organizaciones sitúan a Chile en el grupo que ha suscrito acuerdos que conducen a escenarios de un alza muy significativa en la temperatura promedio global.
En segundo lugar, compatibilizar la legislación nacional, y en especial la agenda legislativa del Ejecutivo, con la organización de un evento como este. En el presente año hay varios proyectos que se encuentran en carpeta en la materia: los relativos a biodiversidad, a una ley marco de cambio climático, a un nuevo Código de Aguas, entre otros.
Acelerar la tramitación de estas iniciativas y dotarlas de un contenido compatible con una agenda sobre cambio climático es el mínimo de consecuencia que debemos demostrar en un año como este frente a la comunidad internacional.
Existen amplios sectores políticos que todavía no son conscientes de que el próximo desafío que tenemos como humanidad es el cambio climático. No se trata solo de una agenda de conservación del medio ambiente, como dicen algunos, o de una agenda para transar el derecho a emitir contaminantes en un mercado de emisiones de carbono. Nos encontramos ante un fenómeno que ya ha demostrado afectar a las personas más vulnerables. Son estas las que sufren las consecuencias del calentamiento global (falta de agua, migración forzada, olas de calor, aumento del nivel de los océanos, falta de alimentos) y quienes además disponen de menos herramientas y recursos para enfrentar esta situación.
No solo debemos avanzar en medidas de mitigación (de reducción de la emisión de contaminantes), que son aquellas que desaceleran el proceso de calentamiento global, sino que paralelamente tenemos que hacerlo en medidas de adaptación, que son las que hoy permiten a las comunidades y personas afectadas enfrentar de mejor manera el cambio climático. Estas son, a su vez, las más difíciles en su diseño e implementación. Las medidas de adaptación son las que hacen más resilientes a las comunidades ante el cambio climático.
Un buen ejemplo es lo que ocurre con la calefacción domiciliaria en el sur de Chile: debemos ser capaces como país de materializar el derecho a tener un hogar en condiciones de ser habitado. Esto no solo implica ofrecer fuentes de energías limpias, sino que también a un precio que sea accesible para toda la población. Y, al mismo tiempo, debemos proveer a la ciudadanía de casas energéticamente eficientes, bien aisladas, que requieran de menos energía para calefaccionarse.
Sabemos que ciudades como Temuco y Coyhaique tienen gravísimos problemas de contaminación atmosférica. Y esta es la complejidad de las medidas de adaptación al cambio climático: deben regular y abordar ámbitos de la vida desde múltiples puntos de vista. En este caso, a través de políticas habitacionales que promuevan construcciones con buena aislación térmica y de medidas de educación a las personas para que modifiquen sus patrones de consumo energético. En suma, se trata de medidas multidimensionales y complementarias.
Respecto de este proyecto, señor Presidente, conviene indicar algunos puntos importantes que consideramos insuficientes o nos plantean dudas.
En primer lugar, la iniciativa establece beneficios tributarios para aquellos interesados en aportar recursos a la organización de la COP25. Nosotros planteamos preocupación respecto de que muchas empresas que desarrollan procesos industriales con alta emisión de contaminantes o empresas generadoras que usan combustibles fósiles de alto impacto ambiental utilicen este marco normativo y estos beneficios tributarios como una forma de lavado de imagen verde, para así desentenderse de su responsabilidad en la contribución de contaminantes al calentamiento global y limpiar su imagen en una instancia tan relevante como esta.
Del mismo modo, expresamos nuestra preocupación ante las fuentes y magnitudes del financiamiento de esta cumbre. Es importante conocer de dónde surgirán estos recursos, dado que el costo de su realización es equivalente al presupuesto del Ministerio del Medio Ambiente para un año calendario.
Por último, reconocemos y saludamos el reciente anuncio del Presidente de la República sobre la descarbonización de nuestra economía hacia el año 2040, compromiso inédito en la historia de nuestro país. Sin embargo, manifestamos nuestras dudas ante tal compromiso, pues Chile todavía no firma el Acuerdo de Escazú, que contempla una serie de protocolos en materia de protección ambiental. Asimismo, los proyectos vinculados al tema ambiental (como el que establece una ley marco de cambio climático) parecen no tener la urgencia requerida.
En ese contexto, queremos remarcar el hecho de que si no estamos a la altura de lo que significa realizar un evento como la COP, podemos pasar uno de los episodios más vergonzosos del último tiempo. El mismo Gobierno indicó que se trataba de la conferencia internacional más grande que hayamos llevado a cabo como país desde el Mundial de 1962. Pido, por favor, que estemos a la altura de un evento de tal magnitud y de esas implicancias a nivel nacional y global.
Por lo tanto, comencemos a trabajar para ello desde hoy.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Sandoval.


El señor SANDOVAL.- Señor Presidente, por intermedio de la Mesa, quisiera preguntarle al Senador que acaba de intervenir cómo va a votar.
El señor LATORRE.- ¡A favor!
El señor SANDOVAL.- ¡Ah! ¡Qué bueno!
Señor Presidente, Chile hoy día está enfrentando la realización de un evento mundial de primerísima prioridad relacionado con el fenómeno del cambio climático y el calentamiento global. Y lo hace asumiendo un desafío no esperado, fruto, obviamente, del desistimiento de Brasil por lo que implicaba la organización de un evento de tal naturaleza, que se efectúa rotativamente en los diferentes continentes.
¿Qué habría significado no aceptar ese compromiso? Que Latinoamérica perdiera la posibilidad de llevar a cabo este importante evento, que, como se ha dicho acá, será uno de los más grandes que se haya realizado en nuestro país, pues reunirá a más de 25 mil personas.
¿Qué implica esto? Que el mundo va a estar en Chile los primeros días de diciembre del año en curso. De modo que es una oportunidad mirada desde diferentes ámbitos.
El proyecto en sí contempla aspectos relativos a quién llevará a cabo la organización y ejecución de la Conferencia de las Partes: una fundación diseñada o pensada para facilitar el trabajo de activación de todo lo que significa la implementación de esta gran conferencia mundial en nuestro país.
Ahora bien, uno se plantea cómo se opta a ello a través de las instancias administrativas formales del Estado.
Se debe dar inicio al proceso de licitación: hay que elaborar las bases y presentarlas; licitar; adjudicar; tomar razón por parte de la Contraloría, en fin. En seguida, se tienen que realizar todos los trámites que implica efectuar un evento de tal entidad.
Evidentemente, el Estado posee poca flexibilidad dado el tiempo con que cuenta para llevar adelante un evento de esta índole, el cual, por lo demás, se va a realizar en pocos meses más.
Por ello, la búsqueda de una alternativa como la propuesta para centrar ahí lo relativo al financiamiento responde a la urgencia que se tiene para materializar la organización y desarrollo del referido evento.
Ahora bien, los beneficios tributarios para quienes donen recursos que se destinen a la organización de la COP25 hacen que esto sea todavía más factible. Imagínense la donación de una entidad internacional respecto de un proyecto de esta naturaleza a una institución del Estado. El manejo financiero, la canalización, la ejecución, las asignaciones al final implican un entrabamiento enorme.
La modificación a la Ley de Presupuestos para este año, que hará posible las transferencias de recursos que se deberán hacer desde el Ministerio del Medio Ambiente a la fundación pertinente, forma parte de la arquitectura que se está planteando para este proceso.
Pero no es eso lo más significativo del esfuerzo que se pretende llevar a cabo mediante esta iniciativa.
Lo sustantivo hasta aquí es el peligro que existe frente a una temática respecto de la cual hoy se está adquiriendo cada vez más conciencia en el mundo. Y nos alegramos por esto, pues mientras más involucrados estemos más conscientes seremos del riesgo que significa no asumir con decisión las acciones que permitan revertir los efectos del cambio climático que ya se están manifestando.
La meta establecida en el Acuerdo de París de contener el aumento de la temperatura media global por debajo de los 2 grados para el año 2100 tuvo una alerta significativa, puesto que los últimos estudios señalan que entre 2031 y 2050 la temperatura habrá superado el umbral de 1,5 grados, lo que acarreará graves consecuencias para el planeta.
Quienes vivimos en regiones ya sentimos los efectos del calentamiento global.
Por eso, el desafío asumido por el Presidente Sebastián Piñera de organizar la COP25 es un hito para nuestro país y su diplomacia.
El mundo estará en Chile movido por uno de los temas más significativos que tendremos que ver conjuntamente con el resto de las partes, con todas las cuestiones que ello implica: cómo hacer frente a los efectos del cambio climático.
Chile enfrenta aquello con desafíos absolutamente inéditos.
Aquí el Senador que me antecedió se refirió a las metas sobre descarbonización de nuestra economía.
Chile duplicó, entre los años 2014 y 2018, la generación de energías renovables no convencionales, pasando del 10 al 20 por ciento.
En este ámbito, recuerdo la exposición que hizo un experto en la Comisión Especial de Zonas Extremas: únicamente en materia de energía solar, la zona norte de nuestro país tiene una capacidad de generación de 300 mil megawatts. Ello significa que el norte de Chile por sí solo posee la capacidad para resolver los problemas energéticos de todo el continente.
Otro ámbito relevante dice relación con la electromovilidad, que sitúa a Chile dentro de los países líderes en el mundo en la materia.
¿Qué plantea el Presidente de la República? Adelantar para el año 2040 la meta de electromovilidad total que se había propuesto para el 2050. Eso se traducirá en un significativo avance en la reducción de los niveles de contaminación en las ciudades.
También está la eliminación de las centrales a carbón, que fue un anuncio fundamental que efectuó el Primer Mandatario.
Asimismo, se planteó llegar a ser carbono neutral en el año 2040.
Chile no es un gran generador de emisiones de gases de efecto invernadero: a nivel mundial, aporta el 0,5 por ciento. Sin embargo, el promedio per cápita no nos diferencia de ninguno de los otros países del planeta.
Por ello, las medidas que apuntan en tal sentido son adecuadas.
De otro lado, se habla de la factibilidad de desarrollar algunas iniciativas en las diversas regiones de nuestro país. Esto, con el fin de incorporar al mundo civil, a la academia, a los gremios, a las fundaciones, a las corporaciones, a los parlamentarios, en fin. De hecho, con el Senador Girardi ayer participamos en la Moneda en la presentación del Comité Asesor Presidencial COP25. Estaban representados ahí todos los organismos de nuestra sociedad, incluyendo a las universidades, a los gremios, a las fundaciones, a las corporaciones dedicadas a la investigación en la materia.
Ahora bien, uno puede llevar esto a cuestiones locales.
Aquí se ha hecho mención del caso de las ciudades más contaminadas de Chile, que no solo son Temuco y Coyhaique: Osorno, Los Ángeles, partiendo de Rancagua hacia el sur.
Ese es el desafío. Y esta es una oportunidad para establecer modelos de gestión en áreas contaminadas tan relevantes como nuestras ciudades en regiones, las cuales se caracterizan por ser reservas de vida, de naturaleza prístina en tantos sentidos. No obstante, tenemos la contraparte absurda de estar insertos en una de las ciudades más contaminadas.
Recién estuvimos conversando con la Ministra del Medio Ambiente en la Región de Aysén, y también nos reunimos con la titular de Energía para ver cómo resolvemos el problema que tenemos, en que 60 mil habitantes (prácticamente, el 60 por ciento de la población) viven durante seis meses del año metidos literalmente en un tubo de escape por los niveles de contaminación que existen en la zona: ¡hemos llegado a registrar una concentración de material particulado fino PM2.5 de 850 microgramos por metro cúbico como peak cuando la norma habla de 40 microgramos por metro cúbico!
Entonces, evidentemente, algo tenemos que hacer en la materia.
Esta puede ser una oportunidad para enfrentar tales desafíos. Y qué mejor para nosotros que, en el marco de una conferencia mundial de tal entidad, en que tendremos al mundo en nuestro país, se presente un modelo de intervención en una ciudad de 60 mil habitantes (24 mil casas), con un plan exitoso de descontaminación.
Las medidas -como se lo dijimos a la Ministra- deben ser acordes a la magnitud del problema.
El plan de descontaminación anterior gracias a Dios fue retirado por el Gobierno. Y las propuestas complementarias que se presentaron para mejorarlo al objeto de impulsar una verdadera descontaminación van en la dirección correcta.
Por ello, no me cabe duda de que, frente al desafío que asumió el Presidente de la República en una circunstancia tan especial, más allá de las dificultades que pueda haber en una materia que hoy día es transversal en todos los países del orbe -por eso digo que va a estar el mundo en Chile-, tenemos la obligación de poner a disposición todos los mecanismos y acciones tendientes a que la COP25 sea un verdadero éxito a fin de avanzar con respecto al fenómeno del cambio climático y el calentamiento global que nos afecta.
Por eso, señor Presidente, no tengo dudas de que nosotros, como bancada, vamos a votar a favor de esta iniciativa.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Allende.


La señora ALLENDE.- Señor Presidente, la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la denominada "COP25", claramente es la instancia más importante en materia de cambio climático a nivel global.
El cambio climático es un fenómeno que llegó para quedarse; que ha sido provocado por el ser humano debido a sus conductas y actividades, lo que ha implicado el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Es un desafío global transversal en todos los países del orbe, pues, lamentablemente, altera su desarrollo y, por supuesto, constituye una amenaza sin precedentes.
Por cierto, el mundo entero va a tener los ojos puestos en Chile, en la medida en que seamos sede de la COP25.
Hace un año, cuando se realizaba la COP24, se decía que la ciencia nos indicaba que teníamos que intentar mantener la temperatura media global por debajo de los 2 grados. Hoy día nos damos cuenta de que incluso hemos quedado cortos, porque el umbral se superará por mucho más.
Por eso, antes de entrar en los detalles de este proyecto, que básicamente plantea aprobar un financiamiento que nos permita realizar la COP25, tenemos que replantearnos qué está pasando con nuestro modelo de desarrollo y qué nos ha llevado mundialmente a estar en la situación en que nos encontramos.
Son problemas globales que no se van a resolver solo introduciendo algunas regulaciones o mejoras tecnológicas. Es decir, por lo menos tenemos que preguntarnos qué clase de modelo extractivista -muy aplicable a nuestro país- estamos desarrollando que nos ha llevado hasta este punto.
Ciertamente, existe la necesidad del crecimiento económico. Pero este no puede ser ilimitado o no sostenible.
¿Qué nos está pasando que simplemente estamos generando la situación que hoy día se vive en Chile y en el resto de los países del planeta?
Entonces, debemos hacernos cargo de una crisis global que nos va a afectar, que llegó para quedarse y que, desgraciadamente, perjudica a los países más vulnerables, y dentro de ellos, a los sectores más desprotegidos.
Cuando fui Presidenta de la Comisión de Medio Ambiente, la Ministra del ramo me comunicó que existía la posibilidad de ser sede de la COP25. Y, por supuesto, sentí que era una tremenda oportunidad para Chile.
Es cierto que la organización de este evento le correspondía a América Latina y que postularon otros países. Aquí no se ha dicho eso. Pero en su momento postularon para ser sede Jamaica, Guatemala, Barbados, Costa Rica, Chile. Después esas naciones se fueron bajando, pues hacerse cargo de la organización, de la infraestructura, de la logística, del desarrollo de la Conferencia de las Partes es una responsabilidad tremenda. O sea, estamos hablando de que tendremos acá a más de 25 mil personas (esa cantidad de gente equivale a llevar a cabo más de cuatro APEC juntas), desafío que, después del Mundial de 1962, nuestro país no había enfrentado en todos estos años.
Finalmente, quedó Chile como sede de dicho evento. Y -reitero- cuando la Ministra me lo comentó, me pareció que era una gran oportunidad.
Pero también debemos ser superresponsables en esto. Disponemos de poco tiempo; el desafío es gigantesco, y estamos ante una situación que no deja de tener cierta anomalía: se nos pide que aprobemos (por supuesto, votaré a favor de este proyecto, pues quiero que se lleve a cabo la COP25 en Chile) un presupuesto de 35 millones de dólares, estableciendo un límite máximo que no puede ir más allá de los 90 millones. Y no queda claro cómo se va a cubrir lo restante, salvo que eventualmente se efectúen donaciones internacionales, o incluso del sector privado, lo que no deja de preocuparnos.
Es cierto: existen; se dan. Pero uno también se pregunta qué significa eso, porque ellas se pueden usar muchas veces para lavar imágenes.
Cuando hablamos del modelo extractivista o del crecimiento económico, que a veces simplemente viola el derecho de las personas a vivir en un medioambiente libre de contaminación, hay que pensar en que Chile, al ser el país sede de la COP25, el anfitrión, también pasará a estar en una vitrina. De modo que no podemos dejar de tener en cuenta que estaremos expuestos a las razonables críticas acerca de lo que nos ha ocurrido en el último tiempo.
Tenemos zonas de sacrificio ambiental.
¡Cómo no mirar lo que ha sucedido en Quintero-Puchuncaví!
¡Cómo no va ser vergonzoso saber que tenemos a la población sufriendo los efectos de la contaminación porque hemos permitido polos industriales que agrupan a 25 empresas que contaminan de la manera en que lo están haciendo!
¡Cómo no sentirnos avergonzados de decir que más de mil 400 personas debieron concurrir a los servicios médicos de urgencia por las condiciones que se dieron hace un tiempo!
Hoy día se aprobó el plan pertinente. ¡En hora buena! Pero ¡ojo!: no es suficiente. Necesitamos que haya una recuperación social, económica, cultural, y algo muy importante: que se recupere la confianza que la ciudadanía puso en nosotros y que se perdió.
Recién ahora puede darse una oportunidad para ello. Pero ¡cuidado! Porque hemos perdido la confianza de la población.
Señor Presidente, en las mañanas de ayer y de hoy día recibimos al Alcalde de Cabo de Hornos y a una delegación del pueblo yagán. ¿Y cuál era el asunto? Se quieren otorgar concesiones para el cultivo del salmón en la Patagonia, ni más ni menos que en el canal Beagle, y en algunos casos incluso transgrediendo la norma que impide ampliarlas cuando ni siquiera se ha desarrollado el proyecto pertinente.
En verdad, es triste pensar que probablemente en la zona más prístina que tenemos de reserva de la biosfera exista hoy día la posibilidad de que se instale la acuicultura del salmón, con todo lo que ello significa.
¡Esa es una de las realidades que vivimos!
Cuando tenemos situaciones como la que vemos en la provincia de Petorca, donde hay familias que no tienen acceso al consumo de agua potable, cuestión básica, y que, sin embargo, están rodeadas de plantaciones, de monocultivos de paltas, que son tremendamente gastadores de agua, uno empieza a formularse preguntas.
Cuando tenemos una ciudad como Coyhaique, una de las más contaminadas de América Latina por la masiva utilización de leña para calefacción y cocina, también sucede lo mismo.
Señor Presidente, nosotros fuimos los principales impulsores del Acuerdo de Escazú, el único tratado medioambiental que es para todos los países de América Latina y el Caribe, que busca consagrar el acceso a la información, que exista mayor transparencia; que haya más participación pública; que se brinde protección a los defensores medioambientales. Pero resulta que a último minuto, después de que fuimos los principales gestores, no firmamos el referido Acuerdo.
Entonces, en esta materia tengo que plantear mi opinión.
¿Estamos dando pasos para afirmar una institucionalidad ambiental que todavía es débil? Sí
¿Necesitamos sacar un proyecto sobre delito ambiental? Sí.
¿Necesitamos mejorar dicha iniciativa, pues la que nos ha planteado el Gobierno es insuficiente y quienes han concurrido a la Comisión la han criticado? Sí.
Sin embargo, también debemos levantar la voz para decir que si bien la de ahora puede ser una oportunidad para Chile, hay que tener cuidado. Porque todavía existen termoeléctricas a carbón en nuestro país. Y, en el caso Quintero-Puchuncaví, ojalá hubiese un acto concreto tendiente a sacar las más antiguas, que son las que producen mayor contaminación.
Decimos que queremos la electromovilidad. Pero todavía tenemos la industria a carbón, que sigue siendo la principal generadora de contaminantes, a pesar de los avances que hemos estado haciendo en materia de energías renovables.
En resumen: hay un tremendo desafío por delante.
De otro lado, debo decir que me generó dudas el hecho de que se autorice a una institución privada para llevar a cabo la organización de la COP25.
Un colega Senador dijo que esa era su función.
Eso no es así. Lo cierto es que se trata de una entidad privada, y su objeto es impulsar, desarrollar, coordinar, promover, posicionar la imagen de Chile en el exterior. Sin embargo -según entiendo-, si no acudimos a ese expediente, no será posible llevar a cabo el referido evento.
Por lo tanto, señor Presidente, quiero formularle la siguiente consulta al Ejecutivo (están presentes sus representantes, y espero que nos respondan con sinceridad): si no usamos ese expediente, ¿tenemos posibilidad de realizar la COP25?
Pregunto aquello porque, claro, es difícil entregarle esa función a una entidad que no está hecha para eso. Y le estamos dando la autorización respectiva con el propósito de que pueda ser más ejecutiva, más rápida, más diligente. Pero, en honor a la verdad, aquí la responsabilidad es del Gobierno, que debe responder por la organización, por la infraestructura, por la transparencia, por los recursos, por la logística, por la seguridad, por todo lo que significa efectuar un evento de esta índole.
Es complejo para el Parlamento que se le diga: "Ustedes, a ojos cerrados, van a entregar la organización de este evento a determinada entidad".
Entonces, si la organización de la COP25 estuviera a cargo del Ministerio pertinente, cabe preguntarse si es posible realizarla de aquí a diciembre.
Esa es la gran interrogante.
Si eso no es factible -y esto tendría que decirse con absoluta sinceridad-, el que se plantea sería el único expediente para ello.
Yo no me voy a oponer. Al contrario, creo que es una oportunidad organizar esta conferencia, a pesar del escaso tiempo, de las dificultades y del desafío que significa. Por ello, estoy dispuesta a dar mi voto favorable.
Sin embargo, quiero dejar constancia de que es complejo entregar un voto de confianza en los términos en que se nos ha planteado en este proyecto, con el escaso tiempo, con la brevedad que se nos impone.
También me hago eco y me cuesta entender, tratándose de una fundación cuyo directorio integra y preside el Ministro de Relaciones Exteriores, que él no esté presente hoy en la Sala.
Por ello, señor Presidente, yo solicito formalmente -esta discusión la vamos a tener que continuar mañana porque es imposible darle término ahora- que concurra también el Canciller, pues nosotros necesitamos escuchar a un Ministerio que junto con la autoridad sectorial correspondiente -el Ministerio del Medio Ambiente- se harán cargo de la organización de una conferencia como la que estamos enfrentando para diciembre.
Creo que es sumamente importante que tengamos una opinión clara de parte del Ministerio de Relaciones Exteriores acerca del rol...
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Concluyó su tiempo, señora Senadora.
La señora ALLENDE.- Termino en treinta segundos, señor Presidente.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Muy bien.
Dispone de un minuto adicional.
La señora ALLENDE.- Gracias, señor Presidente.
En consecuencia, como ya lo he expresado, voy a votar a favor del proyecto con las aprensiones que manifesté, en el entendido de que tenemos una oportunidad que esperamos que sea bien aprovechada para que reflexionemos acerca de lo que estamos haciendo nosotros mismos en nuestro propio país.
He dicho.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Insulza.


El señor INSULZA.- Señor Presidente, he escuchado el debate con gran atención y me viene a la mente una encuesta reciente en la cual mucha gente dice que los problemas del país somos los políticos. Y si la gente oyera algunas de las cosas que se han manifestado aquí, no me extrañaría que se hiciera esa afirmación, porque, en realidad, de todas las versiones que escuché aquí, no sé a cuál creerle.
Los Senadores García y Pugh, sobre todo este último con un gran entusiasmo, nos han hecho ver que la COP25 es un enorme logro que se obtuvo después de un tremendo trabajo, que tenemos que felicitarnos, que esta reunión le da honra a Chile, que es un orgullo para nuestro país que se celebre aquí y una serie de cosas más.
Yo prefiero creerle a la Ministra, quien ha sostenido que Trump se fue; que Bolsonaro, a última hora, no la quiso, y que, dado que alguien tenía que hacerla, la tomó Chile.
Yo estoy más de acuerdo con esa explicación, pues me parece que eso es lo cierto. Lo valoro y lo respeto. Pero ¡por favor!, no me digan que esta fue una larga batalla, porque en el fondo nadie quería organizarla más que nosotros. ¡Esa es la verdad!
Ya que estamos en esto, vamos a tener que ponerle algún empeño, a pesar de que molestan un poco las pistolas al pecho como las que aquí nos puso, por ejemplo, el Senador Coloma, quien una vez más, ante un desafío de esta naturaleza, nos dice: "Tenemos que aceptarlo. Y si no, se sabrá quiénes son los que no quieren a Chile", y todas estas cosas terribles.
A pesar de eso, yo voy a estar a favor de que por lo menos pongamos la plata, que no es poca.
No estoy seguro de si la cantidad de plata por la cual nos podemos endeudar es mayor o menor que el presupuesto del Ministerio del Medio Ambiente, pero debe andar por ahí.
Entonces, no es cualquier cosa lo que está asumiendo el Ministerio del Medio Ambiente.
Y lo voy a poner en términos más duros en un momento más.
No es común, aunque ciertamente es una cosa que ocurre, que se les entreguen responsabilidades a instituciones que no fueron creadas para ciertos fines. Eso pasa.
Por ejemplo, para no olvidar las cosas, la Secretaría de Prosur es el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Nadie sabe qué tiene que ver con la política latinoamericana dicha organización. Pero a alguien se le ocurrió que fuera así, probablemente porque su Presidente es colombiano y eso debe ser interesante.
En este caso, desconozco las razones por las cuales se ha optado por Imagen de Chile. Esta es una institución pequeña y nadie tiene certeza alguna acerca de su capacidad de hacer las cosas. Esa es la realidad. ¿Por qué razón la han elegido? No lo sé.
Sin embargo, a pesar de todo, voy a aprobar este proyecto, pues me parece bien financiar esta reunión y es bueno que la hagamos.
Creo, además, que se van a llevar un montón de sorpresas, porque, de los veinticinco mil asistentes, cerca de veinte mil serán de la región. No nos equivoquemos en eso. No es que provenga una cantidad inmensa de ciudadanos de Tailandia o de países por el estilo a esta COP, sino que llegarán muchos colombianos, muchos ecuatorianos, muchos peruanos, muchos brasileños, muchos argentinos, muchos uruguayos, todos ellos partidarios de combatir el cambio climático con entusiasmo y que, por tanto, exigirán ver cosas.
Entonces, cuando dicen que esta es una oportunidad, yo estoy de acuerdo con eso.
El Senador Latorre dijo que esta cumbre era una oportunidad para aquellos que en Chile creen en la defensa del medioambiente, en la necesidad de combatir el cambio climático, y vamos a ver en los próximos meses si eso se va a cumplir.
En primer término, yo les daría algunos consejos.
Por ejemplo, podríamos decirle al Presidente Trump, un buen amigo -tal vez señalárselo al señor Mike Pompeo, que viene el viernes-, que el cambio climático existe. Porque el actual Gobierno de Estados Unidos, aliado del nuestro, sostiene que el cambio climático no existe. Es decir, el Gobierno de Estados Unidos niega el problema que el Senador Coloma califica como el más dramático de la humanidad.
O tal vez podríamos recordárselo al señor Bolsonaro, que se salió completamente del cambio climático, porque en el mes de enero probablemente se van a iniciar exploraciones y explotaciones en la Amazonía, en circunstancias de que toda la gente que va a venir a la COP cree que el Amazonas es el último pulmón de la humanidad. Entonces, como el señor Bolsonaro va a empezar a "apretar" el último pulmón de la humanidad, no le conviene organizar la COP.
Mi pregunta es qué vamos a hacer nosotros frente a la gente de la COP. Porque el otro día yo leí las declaraciones de una persona muy docta, que preside una de las instituciones vinculadas al medioambiente, en las cuales señalaba que Chile necesitará decir algo frente a lo que ha pasado en Quintero y en la zona circundante y tendrá que mitigar el daño ambiental provocado, pues no lo ha hecho.
Perdón, señor Presidente, me gustaría que los colegas conversaran un poquito más lejos, porque hasta a mí me cuesta escucharme.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Ruego a las señoras Senadoras y a los señores Senadores guardar silencio.
El señor INSULZA.- Muchas gracias, señor Presidente.
Entonces, efectivamente, esta es una gran oportunidad para Chile, pero no la que se cree, porque la gente que asiste viene a ver resultados en materia medioambiental y no a escuchar solo "flores" que no se dan.
Yo tengo una gran duda. Y se lo digo con mucho respeto -por su intermedio, señor Presidente- a la Ministra. Creo que encuentros como este deberían ser organizados, con mucha fuerza, por quienes han organizado otras conferencias internacionales.
Francamente, no creo que esa gente esté ni en Imagen de Chile ni en el Ministerio del Medio Ambiente. Pienso que sí está en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Ahora bien, si se ha elegido al Ministerio del Medio Ambiente, no seré yo quien cuestione esa decisión. Pero yo lo habría hecho a través del Ministerio de Relaciones Exteriores. Pero en fin, esas cosas las decide el Gobierno.
Lo único que yo sugeriría es que el Senado no se comprometiera a designar una institución específica, pues soy de la opinión de que quien plantea una cosa que a mi juicio puede ser bastante incierta tiene que hacerlo bajo su responsabilidad.
Nosotros podemos decidir qué Ministerio tiene que hacerlo -si se quiere optar por el del Medio Ambiente, está bien-. Pero que se autorice a esa Cartera a crear la institución. ¿Por qué tenemos que crearla nosotros? ¿Por qué vamos a aprobar una ley que autoriza a la Fundación Imagen de Chile? Autoricemos al Ministerio respectivo para que, a su vez, este autorice a Imagen de Chile. ¿Por qué vamos a asumir nosotros la responsabilidad de algo que no conocemos?
Yo ni siquiera he podido saber, a través de la lectura del presupuesto, si en él está incluido el ítem de seguridad. Ese rubro es el más caro en todas las conferencias internacionales. Por tanto, si no está considerado el ítem de seguridad y no está contemplado el traspaso de fondos a Carabineros, creo que el evento va a costar bastante más caro que 90 millones de dólares.
Como todas esas cosas no las sé, pido que traspasemos la responsabilidad a quienes sí las saben, y ellos se harán responsables ante el país de lo que ocurra.
En suma -y lo han dicho aquí el Senador Latorre y otros colegas también-, ¿por qué no empezamos por el Acuerdo de Escazú? ¿Por qué no comenzamos por otras medidas que nos presenten con un rostro un poco más bonito?
Nosotros somos el único país -¡el único país!- de América del Sur que no ha firmado el Acuerdo de Escazú. ¡Perdón! Somos el único y dejaremos de serlo si Bolsonaro retira la firma de Brasil. Y lo mismo respecto del Pacto Mundial sobre Migración.
Entonces, ¿por qué no empezamos por hacer las cosas propias? Presentemos los planes de descontaminación de los que nos hablaba el Senador Sandoval y digamos cómo vamos a descontaminar la ciudad más contaminada de América Latina. Presentemos un rostro bonito, no solo el de un país que pone las alfombras rojas y los autos para realizar la reunión, sino que, al mismo tiempo, cumple con la obligación de mejorar en forma sustantiva y hacer su aporte al medioambiente.
Finalmente, creo que ese aporte nunca va a ser mucho. Si Estados Unidos sigue en lo suyo, si Brasil sigue en lo suyo, la reducción del cambio climático que estamos esperando no va a producirse. Seamos realistas.
Entonces, hagamos un esfuerzo por convencer a nuestros nuevos amigos de aquello que se ha dicho acá: que el cambio climático existe y es uno de los asuntos más dramáticos que enfrenta hoy la humanidad.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Rincón.


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, quiero felicitar la audacia y la osadía de la Ministra del Medio Ambiente al haber ofrecido a Chile como sede de la próxima COP25. Y lo digo porque creo que asumir este desafío no es menor, no solo por lo que significa desde el punto de vista de la organización -mis colegas han dado muchos argumentos en ese aspecto-, sino también por lo que implica desde el punto de vista de los desafíos como país, en el marco de lo que en esa reunión se va a discutir.
La anterior Conferencia sobre el Cambio Climático, la COP24, se celebró en Polonia. En ella no se avanzó sustantivamente en aumentar la ambición de las contribuciones nacionales, es decir, en compromisos de los países para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero.
No olvidemos que esta Cumbre tiene como antecedentes el Protocolo de Kioto, de 1997, y el Acuerdo de París, de 2015.
Además, el 8 de octubre de 2018 -ya lo han dicho varios de mis colegas- el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático señaló que "para limitar el calentamiento global se necesitarían cambios de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad". Y se invitaba a los países a limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius en vez de 2 grados, como se había acordado en París.
¿Por qué? Porque, de acuerdo con los antecedentes que se manejan, es necesario un mayor compromiso.
Entonces, señor Presidente, sería relevante, previo a que votemos el proyecto en la Sala, escuchar lo que el Gobierno tiene que decir en materias relacionadas con esos compromisos.
Por ejemplo, ¿cuál va a ser la estrategia diseñada por el Ejecutivo para aumentar la ambición y bajar nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y cuál va a ser el mensaje al mundo en este punto?
¿Por qué? Porque, tal como lo decía el Senador Insulza, quien me antecedió en el uso de la palabra, no son alfombras rojas lo que el mundo va a ver en ese encuentro, sino cuáles son nuestros compromisos en materia ambiental como sede y presidencia de esta Cumbre. Ello, porque a la fecha y desde que se anunció que Chile sería la sede de la COP25, el Gobierno no ha dado ninguna señal en ese sentido.
¿Cuál va a ser la normativa que tenemos preparada para cumplir efectivamente con los compromisos?
¿Tiene claro el Ejecutivo, en números o en porcentajes, cuáles serán los sectores de la economía que se verán afectados con esa implementación? O, dicho de otro modo, ¿cuáles serán los sectores que se verán afectados positivamente por los compromisos que vamos a asumir?
Por otro lado, y desde el punto de vista más práctico, ¿es posible conocer de primera fuente el número de empleos que va a generar este millonario traspaso de recursos y cuál será la forma para proveerlos?
¿Cuáles serán los principales beneficios para las personas?
¿Cómo se va a compensar, señor Presidente, a nuestro ecosistema por la huella de carbono que va a generar la implementación física de esta Conferencia?
Finalmente, considerando la necesidad de que el tema del cambio climático no sea solo un evento, ya que se requiere una institucionalidad sólida, permanente y sin presupuestos improvisados, creo importante que el Gobierno nos diga si es posible conocer la propuesta de largo plazo para que el combate al cambio climático quede institucionalizado efectivamente en el Estado de Chile.
Señor Presidente, más allá de la importancia de aprobar los recursos que se precisan para realizar esta Cumbre, es fundamental saber cuáles son nuestros compromisos; cuáles son las metas que nos vamos a trazar como país, y cómo vamos a cumplirlas entre todos.
Me alegro de que Chile haya asumido este desafío. Pero no puede ser uno que solo implique un gran encuentro de países, sino que se tiene que materializar con acuerdos y compromisos efectivos.
El Acuerdo de Escazú no es algo que deba pasar por alto este Parlamento. Es parte de lo que Chile no está haciendo, y creo que estamos quedando al debe no solo en nuestro país, sino ante la comunidad internacional.
Voy a votar a favor en general, pero considero importante que el Gobierno nos especifique cuáles son las medidas y compromisos que vamos a asumir como país.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Durana.


El señor DURANA.- Señor Presidente, Chile ha asumido el desafío de organizar la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y ello nos debe llenar de orgullo.
Es una muestra fehaciente del posicionamiento de nuestro país en esta materia y del serio compromiso que tenemos como Estado frente a la responsabilidad que implica la conservación de nuestro planeta, y ello nos involucra a todos, independiente de nuestros colores políticos.
La Convención que ampara esta Conferencia ha sido ratificada por nuestro país y es ley de la república desde el 31 de enero de 1995.
Como bien señala el mensaje de este proyecto, "el cambio climático es provocado por el aumento de emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero", que derivan principalmente de la actividad industrial y cotidiana del ser humano. Este desafío ya tuvo su punto crítico que hizo reaccionar a gran parte de las naciones de nuestro planeta a través de una organización que tenga como objetivo reducir estas emisiones y crear un medioambiente sano y sustentable para todos los habitantes de nuestro mundo.
Los recursos presupuestarios contemplados en la iniciativa también tienen que ser destinados a las actividades que en regiones se deben desarrollar en relación con la temática. No tenemos que basarnos solo en las actividades que serán realizadas en Santiago, sino que también involucrar a las regiones, a sus colegios y universidades.
Es la oportunidad de marcar la impronta de conciencia y lucha contra el cambio climático.
Nuestra amplia costa, nuestros crecientes desiertos, nuestros problemas de reforestación, nuestros diversos ecosistemas que conviven con áreas urbanas demasiado concentradas, saturadas y altamente contaminadas nos dan un escenario por modificar a partir de este hito histórico e internacional de la COP25.
Algunos estudios y proyecciones señalan que Chile tiene la difícil tarea de reducir sus actuales niveles de emisión de carbono por persona en un 70 por ciento hasta el año 2100. Difícil tarea en la que debemos comprometernos seriamente todos. Y ello no será posible si no somos agresivos en una política de educación en esta materia.
Será necesario, en consecuencia, promover un gran pacto ético y de responsabilidad de nuestra sociedad frente al cambio climático y ser consecuentes con ello. Es la única herencia verdadera que podremos dejar a nuestras futuras generaciones.
Este proyecto viene a hacer realidad una nueva versión de esta organización, poniendo a Chile a la cabeza de su versión 2019.
Por lo anterior, obviamente, votaré a favor de esta iniciativa. Y recalco fuertemente la importancia mundial de esta materia.
En esto debe haber unidad de todo este Congreso.
Hoy día Chile y el mundo nos observan, porque estamos jugando un papel principal y preponderante como anfitrión de cientos de naciones del mundo de hoy.
He dicho.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Elizalde.


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, quiero intervenir como integrante de la Comisión de Energía, en consideración a que este sector es el principal responsable de los gases de efecto invernadero. Creo que esta Conferencia es una oportunidad para el país, pero, además, nos impone grandísimos desafíos.
Es clave contar con el financiamiento para esta Cumbre. Sin embargo, quisiera evitar que se instale una sensación de complacencia con lo que está haciendo el Gobierno en la materia.
La Ministra ha indicado que no podemos esperar a ser un país perfecto para ser sede de la COP25. Esos dichos generan una sensación de que todo va viento en popa, pero no podemos caer en un autoengaño: lo que en realidad sucede es que Chile está lejos de ser un país con mínimos "dignos" en cuanto a su estándar ambiental.
Hay muchísima injusticia ambiental que es inaceptable y de la cual debemos hacernos cargo. Por ejemplo, la existencia de zonas de sacrificio, como en Quintero-Puchuncaví o en Coronel.
Por ello, mediante una carta que hemos suscrito hoy junto con varias organizaciones locales, algunas ONG y parlamentarios, le hemos pedido al Presidente el cierre inmediato de las cinco termoeléctricas más viejas y contaminantes del país. Pedimos además el retiro o reconversión de todas las demás termoeléctricas de carbón a más tardar al año 2030. La electromovilidad, de la cual el Gobierno ha hecho un uso comunicacional, debe desarrollarse solo con energías limpias y no con una matriz que depende en un altísimo porcentaje del carbón.
Por eso es clave que el Gobierno no se quede en anuncios sobre la organización de la COP, sino que además ejecute la labor que le corresponde: la determinación de nuestra meta climática, técnicamente llamada "Contribución Nacional Determinada", o "NDC". Esto, en sencillo, consiste en las metas que tiene el país respecto de la reducción de gases de efecto invernadero. Sobre el particular, no se ve qué trabajo se está haciendo, cuando quedan pocos meses para la realización de tan importante cumbre.
Por lo demás, si Chile fija su meta de reducción de gases de efecto invernadero, eso tendrá un impacto positivo global y local. Global, porque podremos contribuir a las metas planetarias; pero asimismo local, porque podremos reducir las emisiones en zonas que sufren por la contaminación atmosférica, que es el principal problema ambiental del país. Pensemos, por ejemplo, en la contaminación por uso de leña que afecta a tantos lugares de Chile -es el caso de la capital regional de Aysén, Coyhaique, y de algunas comunas de la Región del Maule: Linares y Talca-, o en lo que ocurre con las zonas de sacrificio a causa de las termoeléctricas, o en la contaminación por el transporte en la Región Metropolitana.
Al mismo tiempo, en la Comisión de Minería y Energía estamos tramitando un proyecto de ley sobre eficiencia energética, pero se ve poca actividad del Ejecutivo en la materia. Es necesario impulsar esta y otras iniciativas para seguir avanzando en dichas áreas.
No podemos fallar en este desafío. La COP25 será la instancia más importante en materia de cambio climático a nivel global. Por eso es necesario hacer un llamado a que consideremos y nos replanteemos nuestro modelo de desarrollo, ya que justamente de eso se trata también la COP. Es un error creer que la humanidad va a resolver los problemas globales solo adoptando mejores regulaciones y tecnologías. Necesitamos un modelo de desarrollo realmente sostenible. Pero para ello es imprescindible que el Gobierno, el Congreso Nacional, las demás instituciones y, por cierto, todas y todos los ciudadanos trabajemos por este desafío común.
Gracias, señor Presidente.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Lagos.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, el debate ha ido girando en torno a la importancia del tema medioambiental, del contenido de la cumbre, en lugar de centrarse en la forma en que la vamos a financiar, que es parte del proyecto que tenemos hoy día en discusión. Y me parece bien.
En lo personal, voy a apoyar la propuesta del Gobierno, entendiendo que podría ser infinitamente mejor, como se lo hicimos ver de manera bien clara y frontal a la Ministra la semana pasada en dos sesiones de la Comisión.
Pero acá la disyuntiva es la siguiente: o aprobamos los financiamientos en los términos en que el Gobierno quiere o aprobamos solo los financiamientos y vemos si el Estado de Chile será capaz de llevar a cabo la Cumbre en siete meses.
Considero que eso sería imponer una carga demasiado fuerte, razón por la cual opto por el mal menor.
Quiero señalar, en todo caso, señor Presidente, y compartir con la Sala que no es la primera vez que Chile organiza un evento de esta naturaleza. Y en las últimas tres oportunidades que hemos tenido que recibir a dignatarios extranjeros u organizar una cumbre internacional hemos adoptado criterios diferentes. Una modalidad fue para el financiamiento de la visita del papa; la segunda, para el financiamiento de la Cumbre APEC, que recibió un tratamiento distinto, y ahora tenemos otra forma diferente.
Entonces, en Chile carecemos de una institucionalidad o una estructura institucional para hacerse cargo de estos eventos. Yo le garantizo, doble contra sencillo, sin haberlo estudiado siquiera -hay experiencia comparada-, que naciones que ya han pasado por esto deben de contar con un sistema armado, regulado, administrativa y jurídicamente, por el cual, cuando se decide asumir el compromiso de ser anfitrión de una cumbre internacional, el aparato del Estado se halla en condiciones de llevarla a cabo, ciertamente con la cooperación público-privada, y presentar una propuesta para aquello.
En la Comisión de Hacienda hemos acordado -y lo reitero acá porque está el Ministro en la Sala- proponer al Ministerio de Hacienda que acoja el desafío de formular un planteamiento respecto a cómo sería un mecanismo para financiar y llevar a cabo este tipo de compromisos internacionales.
Hoy día todo se hace de manera ad hoc, "a la que te criaste". Depende del tiempo: si tengo mucho, lo hago de una forma; y si tengo poco, de otra.
Creo que para lidiar con esto se requiere un marco institucional. No sé si debiera diseñarlo el Ministerio de Hacienda o la Cancillería, pero la idea es contar con un sistema mediante el cual uno, literalmente, asume el compromiso, aprieta un botón y sabe dónde va a estar, quién va a ser el responsable, cuál va a ser la estructura, cuál va a ser el chasis, sobre qué elementos se va a armar.
Yo le garantizo que si hacemos un estudio comparado con la Biblioteca del Congreso, vamos a saber qué procedimiento utilizan en Nueva Zelandia, en Canadá y en Australia, y tienen resuelto el problema.
Es cierto, el asunto no es solamente de plata, porque aquí sobra. Los 35 millones de dólares nadie los discute. ¡No es que sobren, pero no se discuten...! Lo que estamos debatiendo es la forma, la conveniencia y si hay improvisación o no.
Dicho todo eso, voy al tema de fondo: que Chile realice la COP25 nos permite dar una señal real de compromiso con el medio ambiente.
Ahora, lo que está en juego acá -y lo han dicho todos los expertos; aunque la gente se equivoca- no es el planeta Tierra, sino el futuro de la humanidad. El planeta Tierra seguramente seguirá funcionando a otras temperaturas si no nos preocupamos del cambio climático, pero los que sufrirán los costos serán, entre otros, la especie humana, tal vez, y otras especies animales. El planeta Tierra de alguna forma encontrará su punto de equilibrio, sin nosotros.
¿Por qué se hace la COP25 y vienen 25 mil personas? Porque todos creen que hay que ponerse de acuerdo en un tema global. Como se trata de una amenaza global, debo ponerme de acuerdo en reglas globales. Y ahí está la discusión: ¿quiénes deben contribuir más y quiénes menos? ¿Los que contaminan más, los que poseen más población, los que son más ricos, los que son menos pobres, los que están comenzando su proceso de desarrollo?
Y alguien puede decir: "No me pida a mí que me ajuste con el proceso de desarrollo global cuando usted ya taló todos los árboles de Europa; pasó por arriba con la Revolución Industrial".
Todo eso lo sabemos, pero lo concreto es que vienen 20 mil a 25 mil personas a ponerse de acuerdo en reglas comunes.
Yo pienso: "Ah, las reglas internacionales sirven". Y sirven porque si un país quiere abordar el asunto solo, no lo va a resolver.
Entonces, ¿por qué apoyo esto con entusiasmo? Por la misma razón que apoyo todo lo relacionado con gobernanza global, todo aquello que sirva para poder desenvolvernos, en particular un país como Chile. Somos uno de los países más expuestos del mundo al cambio climático. Y solos no vamos a resolver el problema, ni con las mejores leyes que aprobemos acá ni con el mejor financiamiento. Porque dependemos de terceros países. Y para eso tenemos que concurrir, en consecuencia, a la COP de París, a Polonia, etcétera.
¿Y qué tengo que hacer? Esto me encanta: entregar soberanía. Debo asumir un compromiso y admitir veedores que me van a decir: "Chile está cumpliendo o no los compromisos que decidió imponerse".
Ahora, esta modalidad que se aplica al cambio climático se aplica también al comercio, al desarme, a las migraciones. La migración por sí sola no la resuelve un solo país. Ella ocurre entre distintos países. Y para que todos se pongan de acuerdo sobre la materia es preciso tener un criterio. Y ese criterio se resuelve multilateralmente.
Por tanto, cuando sostenemos esta discusión acá, yo digo: "Sí, la cumbre la apoyamos cien por ciento". Pero nos gustaría que ese mismo compromiso estuviera puesto en todos los foros multilaterales y no ser un país que pretende insertarse en el mundo mediante una inserción a la carta: "Sí, la verdad es que la COP25 me rinde, así que la apruebo; pero el Acuerdo de Escazú, no".
Y, Ministra -por su intermedio, señor Presidente-, acá hubo una solicitud formal del Gobierno en su oportunidad de no firmar el Acuerdo de Escazú y se atribuyó -fue la explicación- a que estábamos próximos al fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya por la demanda que había interpuesto Bolivia.
Eso ya pasó. La Corte nos encontró la razón. Entonces, ahora es tal vez el momento de que el Gobierno asuma el Acuerdo de Escazú.
Ayer se constituyó un grupo de apoyo a la COP25, integrado por personas muy relevantes, incluido un ex Presidente al que quiero mucho. Y espero que ese grupo saque por conclusión, antes de diciembre, que es necesario aprobar el Acuerdo de Escazú, como un compromiso con el medio ambiente, como un compromiso con América Latina.
El Acuerdo de Escazú es un acuerdo de países de América Latina, que comenzó, por lo demás, a ser fraguado durante la primera Administración del Presidente Piñera en la Cumbre de Río. Chile encabezó el proceso, junto con Costa Rica. Y a la hora undécima decidimos echarnos para atrás.
Se argumentó que había temas de soberanía, etcétera. Me parece que aquello no es correcto. Y muchos lo sostienen. La pregunta es: ¿cuándo vamos a abordar esto?
Por último, que me reiteren que no se quiere suscribir el Acuerdo de Escazú. Pero considero que debemos ser consistentes y no solo mirar la COP25 como algo lejano. Lo que hace el Acuerdo de Escazú es darles derechos a los medioambientalistas que protegen el medio ambiente y establecer exigencias de transparencia que Chile ya cumple. Las preguntas que surgen son: ¿por qué no lo asumimos? ¿Por qué somos buenos para saltarnos algunas reglas internacionales y otras no?
En consecuencia, cuando el ambiente se enturbia entre nosotros por la política exterior es porque ha habido un cambio brutal en ella. Y creo que la idea de "multilateralismo a la carta" es lo que nos está perjudicando.
Espero que podamos aprobar la forma de financiamiento. Este ya está aprobado -como bien lo indicó el Senador Quintana- y nadie pone en duda la realización de la cumbre ni el financiamiento de 35 millones de dólares. Pueden ser muchos recursos, pero no hay duda sobre ello. Cuando hablo de "la forma" me refiero al mecanismo. Y ese mecanismo es el que hoy está en duda. Pero, dada la premura del tiempo, me parece que lo prudente a estas alturas es aprobar esos recursos.
Espero -y se lo digo por su intermedio, señor Presidente, al Ministro de Hacienda, a quien le hemos enviado el oficio el día de hoy- que pueda haber una propuesta para que en el futuro, cuando Chile quiera decir "estoy en condiciones de asumir este desafío", lo haga.
Nota a pie de página, y termino con una anécdota.
Cuando se produjo el atentado a las Torres Gemelas en septiembre de 2001, dos meses después estaba programada la ronda ministerial de la Organización Mundial de Comercio en Doha, Catar.
Hubo muchas dudas sobre si realizarla o no en esa ciudad, producto del ataque a las Torres Gemelas.
En ese minuto nuestro país levantó la mano y le dijo a la OMC: "Si les parece, nosotros estamos en condiciones de hacerla". En escasos sesenta días. Porque, de lo contrario, no se contaba con una sede para realizarla.
Al final se tomaron las medidas de seguridad adecuadas y Estados Unidos decidió concurrir a Doha. En caso contrario, Chile habría hecho la cumbre de la OMC en Santiago. Seguramente hubiera sido difícil, seguramente se habrían pedido medidas especiales, seguramente se habría solicitado un presupuesto mayor al que era necesario para realizar las cosas en el corto plazo. Pero nuestro país habría levantado la mano para decir: "Estoy presente y hago mi contribución al sistema multilateral asumiendo responsabilidades".
Porque para que nos vaya bien, hay que hacer dos cosas: tener derechos y exigirles a los países que los respeten y, al mismo tiempo, estar dispuestos a poner recursos sobre la mesa y a asumir responsabilidades. Eso significa soberanía.
Ahora, respecto del Acuerdo de Escazú -no es majadería-, reitero que necesitamos al menos una explicación, que no hemos tenido hasta ahora. Se lo digo, por su intermedio, señor Presidente, a la señora Ministra. No tenemos una explicación por escrito sobre las razones para no suscribir dicho acuerdo. Y considero que sería oportuno, de aquí a la realización de la cumbre, que las tuviéramos.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, Honorable Sala, nos parece que es un elemento de orgullo, por supuesto, desarrollar la COP25 en Chile y que tengamos la presidencia.
Porque tendremos congregadas a más de 25 mil personas entre jefes de Estado, delegaciones de distintos países, expertos y medios de comunicación, que estarán concentrados en cómo somos capaces de enfrentar el cambio climático a nivel planetario.
Mientras algunas de las potencias han señalado que el fenómeno del cambio climático no existe, Chile, por el contrario, está iniciando una ofensiva. Y ella se da en un año particularmente complejo, en el que hemos tenido hitos de contaminación ambiental en nuestra zona -por ejemplo, en Quintero y Puchuncaví-, pero respecto a los cuales el Presidente Piñera dispuso hacer "un antes y un después".
El Primer Mandatario estuvo en las Naciones Unidas y señaló que Chile iba a hacer un antes y un después respecto de la contaminación de Quintero y Puchuncaví. Pues bien, en un período de cerca de cinco meses logramos sacar adelante -y deseo felicitar por ello a la señora Ministra- un plan de descontaminación que incorporaba adicionalmente a la comuna de Concón.
Pero más allá de aquello, logramos crear un sistema que permite medir gases de hidrocarburos y establecer una nueva norma de dióxido de azufre, con peaks que eran horarios y no diarios, norma que ya está ingresada a la Contraloría General de la República para que comience a aplicarse. Y, por supuesto, una nueva norma de arsénico.
Las medidas mencionadas hablan de un Gobierno que está dispuesto a resolver una deuda con un desarrollo que no ha sido sustentable o sostenible.
En ese sentido, las mal llamadas "zonas de sacrificio ambiental" han proliferado en nuestro país. Tenemos los casos de Coronel; de Tiltil, en la Región Metropolitana; de Quintero y Puchuncaví, en la Región de Valparaíso. Y así podría sumar un caso tras otro en cada una de las regiones de Chile.
Estuvimos junto a la Comisión de Desafíos del Futuro en Puerto Williams, donde cuestionamos de manera potente que se estuvieran entregando concesiones de salmonicultura en una zona que es una de las 29 más prístinas del planeta.
En ese sentido, ha habido una posición contundente por parte del Gobierno del Presidente Piñera en cuanto a cómo el Pacto Global para el Desarrollo Sostenible es capaz de encarnarse con nuevas normas que compatibilicen el progreso económico con la protección del medio ambiente.
Por eso, pasar a la ofensiva en términos de señalar que Chile quiere tener un rol en el desarrollo sustentable y sostenible, va en la línea correcta.
Nosotros vamos a aprobar este proyecto, que, entre otras materias, enmienda la Ley N° 21.080, que modifica diversos cuerpos legales con el objeto de modernizar el Ministerio de Relaciones Exteriores y que permite comisionar a personas que no sean funcionarios públicos en distintas localidades del extranjero para desarrollar este tipo de actividades relacionadas con la COP25.
Estamos resolviendo una materia importante vinculada al financiamiento y a cómo somos capaces de desarrollar un evento de envergadura mundial.
Entre el 2 y el 13 de diciembre, Chile será la capital mundial del medio ambiente. Por tanto, debemos trabajar para que los principios del desarrollo sustentable y sostenible se transformen en un motor del progreso de nuestro país.
Quiero felicitar -por su intermedio, señor Presidente- a la señora Ministra, quien estuvo dando la cara desde el primer día en que ocurrieron los hitos de contaminación en Quintero y Puchuncaví.
Había un compromiso por parte del Gobierno del Presidente Piñera, y se cumplió.
Deseo agradecerle a la señora Ministra por la dedicación. Esta es una oportunidad para que Chile, de una vez por todas, se haga cargo de las mal llamadas "zonas de sacrificio ambiental"; para que no existan chilenos de primera y de segunda clase y para que todos y cada uno de ellos puedan hacer carne nuestro derecho consagrado en la Constitución: vivir en un medio ambiente libre de contaminación.
Por supuesto, voto a favor del proyecto.
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El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Girardi.
El señor GIRARDI.- Señor Presidente, discúlpeme, pero antes de intervenir deseo solicitarle, en nombre de todos los miembros de la Comisión de Medio Ambiente, la posibilidad de fusionar cuatro iniciativas de distintos Senadores relativas a bolsas plásticas.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- ¿Habría acuerdo en acceder a la solicitud?
Acordado.
)----------(
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Girardi.


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, deseo insistir en un punto en el que tal vez he sido majadero.
Me parece que, lamentablemente, ni los parlamentos del mundo, ni los decisores políticos, ni la ciudadanía tienen consciencia de la urgencia del problema que enfrentamos.
Tal vez la humanidad hoy día no ha aquilatado la gravedad de lo que significa la situación climática que estamos viviendo, que es mucho más compleja. Se relaciona con un modelo de desarrollo, con cómo los seres humanos hemos construido una civilización y hemos habitado este planeta.
Siempre es bueno poner esto en contexto. Para que se vea la fragilidad que tienen los ecosistemas vivos, es importante mencionar que todos los seres vivos habitamos en rangos de temperatura, de química, de oxígeno que son muy limitados. Pequeños cambios pueden alterar profundamente el metabolismo del planeta y la vida de todos sus habitantes.
Lo que hoy es una catástrofe, cuando vemos aluviones, sequías y tornados que afectan a todo el planeta, se debe al aumento en solo un grado de la temperatura en 170 años. Es decir, desde 1850 a la fecha, la temperatura ha aumentado solo en un grado.
¡Y ese grado tiene en jaque a la humanidad!
¿Cuál es el problema? Que en los próximos veinte años, en caso de no hacer nada, podríamos llegar incluso a un aumento de hasta 4 grados de temperatura, lo que sería una catástrofe, un desastre.
Significaría un riesgo potencial de extinción masiva de una parte importante de los seres vivos: no solamente de los humanos, sino también de todos los mamíferos y de gran parte de los reptiles. Tal vez los únicos que podrían sobrevivir son algunos tipos de insectos y un mundo de bacterias y de virus, que son nuestros ancestros originales, pues están más adaptados a esas situaciones.
El planeta ha pasado por muchas circunstancias. Hace 635 millones de años era una bola de nieve; estaba congelado. Luego sucedieron muchos eventos producto del volcanismo o de la acción de meteoritos. En efecto, hace 65 millones de años cayó uno y destruyó a los dinosaurios. Los eliminó de la faz de la tierra, porque se oscureció el planeta y no hubo fotosíntesis. Entonces, desapareció el 85 por ciento de todos los seres vivos.
Como digo siempre irónicamente: dado que los dinosaurios no tenían programa espacial, no pudieron sobrevivir y se extinguieron.
¿Qué ocurre ahora? Que todos los acuerdos que hemos firmado en este ámbito han fracasado.
Y en este caso no veo por qué va a ser distinto.
En la COP realizada en Kioto se planteó el desafío de que al 2010 las emisiones disminuyeran un 5 por ciento en relación con las registradas el año 90.
¿Qué pasó? Que las emisiones no solamente no disminuyeron, sino que aumentaron en un 40 por ciento.
En la COP de París, que se hizo con gran entusiasmo y esperanza, se señaló que no podía aumentar la temperatura más de uno y medio grado, que este era el máximo tolerable. Eso significaba no sobrepasar, de aquí al año 2050, las 450 partes por millón de CO2. ¿Qué sucedió? Que en el último informe del IPCC, de octubre -se hace en Corea-, el consenso científico dice que tal objetivo ya fracasó; que la humanidad, si todo sigue igual y nada cambia, si no logramos contener las emisiones en 450 partes por millón, va a vivir un escenario probable de aumento de temperatura de 3 a 4 grados.
Evidentemente, uno debiera aquilatar esa situación.
¿Cuáles son los antecedentes? A los que tengan interés, les hago presente que una semana atrás salió el último informe de la Agencia Internacional de Energía: dice que nada ha cambiado.
Uno podría formularse dos preguntas para saber si estamos mejor o peor, y cualquier ciudadano en el planeta podría hacerlas, pues no requieren ciencia ni experticia.
La primera: ¿el mundo del consumo, de lo que llamamos el "úsalo, bótalo", aumenta o disminuye? Lamentablemente, nos damos cuenta de que ese consumo, que es insustentable, está creciendo.
Las cosas hoy día son mucho más importantes que antes y reemplazan a las ideologías, a las religiones.
Son, en realidad, las verdaderas religiones, las catedrales del consumo.
Son lo que les da a los seres humanos en este tiempo el sentido de su existencia, de su autorrealización.
Las expectativas de lo que quieren ser las personas están en las cosas.
Para mí fue sorprendente, cuando fui a China, darme cuenta de que lo único que desean los chinos es consumir las mismas marcas de Occidente. La posición que ocupan en la sociedad tiene que ver con la marca que usan, que son las mismas que se promueven en Occidente como signo de estatus global.
Entonces, ese mundo ¿disminuye o aumenta? ¡Aumenta!
El consumo de petróleo, de carbón, de gas natural ¿aumenta o disminuye? ¡Aumenta!
¡Es dramático!
El último informe de la Agencia Internacional de Energía dice que la utilización del carbón está incrementándose; que el gas natural creció en 4 por ciento; que las emisiones globales de 2008 a 2017 se elevaron en 1,7 por ciento; que China aumentó sus emisiones en 3,5 por ciento; India, en 4,5 por ciento; Rusia, en 3 por ciento, y Estados Unidos, también en cerca de 3 por ciento.
No hay ninguna posibilidad, con esos antecedentes, de pensar que la humanidad va por buen camino.
Enfrentamos el riesgo de encallar en una magnitud y profundidad de la cual no tenemos conciencia.
La única modelación interesante que se ha realizado la hizo un economista inglés -participó en el Congreso del Futuro, por lo demás- que señaló que, si queremos cumplir la meta de 450 partes por millón de CO2 al 2050, considerando que no podemos cambiar el PIB per cápita ni el tamaño poblacional -vamos a tener alrededor de 9.500 millones de personas en el 2050-, debemos modificar la intensidad del carbono.
El indicador internacional en esta materia es el gramo de carbono por dólar gastado. ¿Cuánto es hoy día? Se producen 720 gramos por cada dólar.
¿Qué dice esa modelación? Que, como no podemos disminuir la población ni evitar que la gente se alimente ni alterar el PIB per cápita (sobrepasa levemente los 6 mil dólares), lo único que podemos cambiar es la variable de intensidad del carbono: de 720 gramos de CO2 por dólar gastado tenemos que pasar a 14.
¿Qué significa eso? Que la única manera de poder cumplir y salvarnos como humanidad es llegar a los 14 gramos; es decir, pasar ya a una era poscarbónica.
¡Y el mundo no está en eso!
En ese contexto y dada la gravedad del tema, hago presente que hay muchas disquisiciones por hacer.
La COP25 no es de Chile; no es parte de las políticas nacionales.
¡Ojalá sea coherente!
Esta COP es tal vez una de las últimas oportunidades que tiene el planeta de enmendar el rumbo. No habrá más oportunidades. De lo que hagamos este año o el próximo se va a jugar en gran parte el destino de la humanidad.
Esta es la última COP, pues en la del próximo año se tienen que plantear las metas. Si no hay metas; si no hay cambios profundos; si no se transforma el modelo de consumo, de desarrollo, el mundo será insustentable; no será viable.
Antes cualquier artefacto se hacía para durar diez años; hoy día este celular está hecho para durar seis meses.
¿Por qué tenemos la urgencia, como nación, de plantearle aquello al resto de los países? Porque estamos en una situación límite.
La reflexión que tiene que hacerse nuestra humanidad es si está dispuesta a correr el riesgo, aunque sea bajo, de una extinción masiva.
Nuestra humanidad enfrenta desafíos maravillosos en el futuro. Yo siempre digo que tal vez sería poblar la galaxia.
No debemos aceptar ningún tipo de riesgo, ni uno en mil millones, relacionado con que nuestra civilización se extinga.
Entonces, esto requiere urgencia.
Para mí esta COP, que no es de Chile, sino de la humanidad, es uno de los últimos momentos, de los últimos instrumentos para generar cierto tipo de racionalidad, cierto respeto a nosotros mismos; un intento de salvar lo que hemos construido, que encierra aspectos maravillosos.
Todo ello se va a dar en la COP25.
En ese contexto de urgencia, tendremos que improvisar, lo que implica hacer las cosas no de la manera que quisiéramos. Con todo, Chile asumió un rol que no podemos desechar. Tenemos una responsabilidad planetaria.
¡Ojalá que el Presidente use Prosur para unir a Latinoamérica en pos, por ejemplo, de generar consensos en este ámbito!
¡Ojalá que la COP en Chile sea la mejor de todas!
Quizá se harán cosas que se debieran haber hecho de otra manera. En ese sentido, comparto totalmente lo que dice el Senador Pizarro. Sin embargo, existe una dimensión de urgencia.
La humanidad se enfrenta a su mayor desafío.
¡Nunca antes la humanidad ha estado en una situación como la que ahora podría vivir!
¡Nunca una generación, como la nuestra, ha tenido el destino del futuro en sus manos!
Voy a votar que sí, porque, más allá de las diferencias que podamos tener, lo fundamental es entender que existe urgencia de resolver un problema respecto del cual nos cabe una enorme responsabilidad.
He dicho.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Señoras Senadoras y señores Senadores, hemos llegado a la hora de término del Orden del Día; por tanto, continuaremos este debate en la sesión de mañana.
Los cuatro inscritos serán los primeros en intervenir cuando retomemos el análisis de esta iniciativa.
--Queda pendiente la discusión general del proyecto.