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REAJUSTE DE MONTOS DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL Y DE DIVERSOS BENEFICIOS


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, en la discusión sobre el ingreso mínimo surgen siempre otros temas: la situación de las pymes, los equilibrios macroeconómicos o la productividad. Todos estos asuntos de índole económica aparecen como centrales en el debate, en circunstancias de que las razones que se tuvieron presentes para determinar dicho monto por ley son otras.
Para mí, la justificación última de la existencia de un ingreso mínimo está dada por la necesidad de asegurar que todo trabajador y su familia reciban una remuneración que permita sufragar sus gastos básicos.
Lo normal sería que ello estuviera afianzado por una negociación colectiva, pero bien sabemos que esta, en la práctica, es una excepción en Chile.
Basta recordar la profunda resistencia generada en el mundo empresarial por la tímida reforma laboral que impulsó el pasado Gobierno, mediante la cual se pretendía fortalecer la acción sindical y el poder negociador de los trabajadores.
Como vastos sectores de la fuerza laboral están excluidos de la negociación colectiva, entonces se presenta la necesidad de contar con un piso mínimo fijado por ley.
Pero no podemos olvidar que el fin último del ingreso mínimo -reitero- es la protección de los trabajadores y sus familias de manera que puedan satisfacer sus necesidades básicas.
Ahora bien, ¿ello ocurre en nuestro país? Claramente, no. Todavía registramos, lamentablemente, un porcentaje importante de trabajadores que viven bajo la línea de la pobreza, es decir, pobres.
¡Ese es un verdadero escándalo a estas alturas del siglo XXI!
Se puede entender que sectores marginados del mercado laboral vivan tal realidad, pero es inaceptable que una persona que trabaja 44 horas a la semana no pueda asegurar el sustento básico de su familia, es decir, alimentación, vestuario, vivienda y transporte.
En Chile, el trabajo no asegura salir de la pobreza.
El Gobierno y los partidos que lo apoyan repiten siempre la cantinela de que la principal receta para salir de esa situación es dar trabajo.
Hoy mismo hemos escuchado versiones sesgadas de autoridades a propósito de los resultados de la última encuesta CASEN, las que sostienen que el supuesto estancamiento en la disminución de la pobreza se explicaría por la baja de la ocupación producto de las políticas del pasado Gobierno.
Ello es falso, entre otras cosas, porque las políticas de gratuidad de la educación y la propia reforma tributaria han entrado o entrarán en régimen con posterioridad a dicha encuesta, además de que sus plenos efectos solo se harán sentir en el mediano y el largo plazos.
Es falso que el trabajo sea un antídoto de la pobreza en Chile, porque se desconoce la realidad de miles de trabajadores pobres, personas que, a pesar de tener empleo, no logran satisfacer sus necesidades esenciales. Más del 14 por ciento de la masa laboral recibe menos del 50 por ciento del ingreso medio.
Entonces, pido un poco más de pudor de parte de las autoridades.
Se destacan las cifras de más de un cinco por ciento de crecimiento en el segundo trimestre y se señala que es una tendencia, pero se ofrece un porcentaje mucho menor para aumentar la remuneración mínima.
Se anuncia una modernización tributaria que no es sino una contrarreforma para mejorar la situación de un puñado de empresas que estarían muy afectadas por el complejo esquema impositivo que las rige.
¿Y qué hay de la complicada situación en que deben vivir miles de trabajadores que reciben menos de lo básico y que tendrán que esperar hasta 2021 para aspirar a un nuevo aumento?
¿No son una prioridad?
El Gobierno declara tener un compromiso preferente con los pobres y la clase media. El proyecto en debate, como he dicho, trata de los pobres, de un segmento de ellos que son los trabajadores.
¡Pues bien, que el Gobierno demuestre dónde están sus prioridades! ¡Que explique por qué las remuneraciones crecen menos que la economía; por qué el ingreso mínimo lo hará menos que lo proyectado para el país en el mismo período!
¿O acaso no tiene confianza en sus anuncios de crecimiento?
¿Acaso lo que hay de verdad en el clima pesimista que se vive es que el auge de estos meses es solo el efecto de condiciones que vienen de antes y que lo que se proyecta de verdad para el próximo año es un menor crecimiento?
Señor Presidente, cuando se trata del ingreso mínimo, estamos hablando de pobreza.
Discutamos acerca de cuándo podremos llegar al nivel requerido para que ningún trabajador se encuentre bajo la línea de la pobreza.
Discutamos la gradualidad.
El reajuste actual podrá ser insuficiente, pero cerrar la posibilidad de una negociación, además, hasta dentro de treinta y tantos meses me parece que es un doble portazo al sector laboral.
La mayoría de los trabajadores que reciben el ingreso mínimo son jóvenes y mujeres de baja calificación y de regiones. Esta realidad exige una batería de políticas sociales para dar una respuesta.
Pero los trabajadores requieren saber cuándo y en qué momento la remuneración que perciben por su trabajo alcanzará el nivel mínimo para sustentar su vida.
Creo que sería lo justo.
He dicho.