Click acá para ir directamente al contenido
REAJUSTE DE MONTOS DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL Y DE DIVERSOS BENEFICIOS


El señor MONTES (Presidente).- Corresponde tratar el proyecto de ley que reajusta los montos del ingreso mínimo mensual; de las asignaciones familiar y maternal, y del subsidio familiar, con informe de la Comisión de Hacienda y urgencia calificada de "discusión inmediata".
--Los antecedentes sobre el proyecto (11.971-13) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite: sesión 40ª, en 14 de agosto de 2018 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Hacienda: sesión 42ª, en 22 de agosto de 2018.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- Los objetivos de esta iniciativa son reajustar los montos del ingreso mínimo mensual; de las asignaciones familiar y maternal; del subsidio familiar, y del ingreso mínimo mensual que se emplea para fines no remuneracionales.
La Comisión de Hacienda discutió el proyecto en general y en particular, en virtud de lo dispuesto en el artículo 127 del Reglamento, acogiendo por la unanimidad de sus miembros, Senadores señores Coloma, García, Lagos, Letelier y Pizarro, la idea de legislar. Lo aprobó en particular con las votaciones consignadas en el informe.
Sus Señorías tienen a la vista un boletín comparado en el que se consignan las modificaciones propuestas por el órgano técnico y el texto que quedaría al ser sancionadas.
Nada más.
El señor MONTES (Presidente).- Puede intervenir el Honorable señor Letelier.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, estimados colegas, quisiera hacer una exposición breve.
Como se sabe, nos corresponde conocer anualmente un proyecto de ley de reajuste del ingreso mínimo mensual. Junto a ello se encuentra el reajuste de asignaciones vinculadas.
La iniciativa sometida a nuestra consideración contempla algo que ha ocurrido tres o cuatro veces en los últimos treinta años, cual es que se plantea, en vez de un porcentaje anual, un modelo más prolongado en el tiempo o plurianual.
La propuesta presentada dice relación con elevar el ingreso mínimo mensual a 286 mil pesos, a partir del 1° agosto de 2018, para todos los trabajadores mayores de 18 años y hasta de 65 años. A partir del 1° de marzo del año 2019 aumentará a 300 mil pesos para el mismo rango etario.
El texto que venía de la Cámara de Diputados contemplaba, a contar del 1° de marzo de 2020, un mecanismo de reajuste del ingreso mínimo mensual para el mismo grupo etario en función de una fórmula vinculada a la proyección de crecimiento del producto interno bruto. Se establecía un piso de dos por ciento real anual a partir de esa fecha, y si el crecimiento era superior a cuatro por ciento, había un agregado. Se planteaba que el proceso tuviera validez hasta el año 2021.
Después de un intercambio de opiniones entre los integrantes de la Comisión y el Ejecutivo, quedó de manifiesto que no había unanimidad respecto del plazo de la plurianualidad ni la convicción de que sería positivo para el país y para los procesos de toma de decisión el que se extendiera desde 2018 hasta el año 2021. Probablemente, es el término más largo que se ha presentado al Senado desde que se creó ese mecanismo.
En el seno del órgano técnico se acordó, por mayoría de votos, un reajuste de 286 mil pesos para el ingreso mínimo a partir del 1° del mes en curso y de 300 mil en marzo del próximo año.
En la misma forma se estableció que el debate siguiente sobre el reajuste ocurra en marzo del año 2020 y que en esa fecha corresponda discutir una nueva propuesta del Ejecutivo, el que verá si usa el mismo mecanismo contemplado aquí u otro.
Esos fueron, en forma resumida, los pronunciamientos registrados en la Comisión.
La minoría planteaba que se acogiera la propuesta proveniente de la Cámara de Diputados, haciendo suyo lo expuesto por el Ejecutivo. El aumento a 300 mil pesos no estaba contemplado inicialmente en el proyecto original y se adelantó para marzo del próximo año. En la otra rama del Congreso eran partidarios de que el plazo plurianual siguiese hasta marzo del año 2021.
Es cuanto puedo informar.
)--------------(
El señor MONTES (Presidente).- Antes de ofrecer la palabra solicito el acuerdo de la Sala para que ingresen el Subsecretario General de la Presidencia, señor Claudio Alvarado, y el asesor del Ministerio de Hacienda señor José Riquelme.
Acordado.
)----------------(
El señor MONTES (Presidente).- No hay ningún inscrito en este momento.
Puede intervenir el señor Ministro.


El señor LARRAÍN (Ministro de Hacienda).- Señor Presidente, deseo explicar el proceso que llevó al Ejecutivo a la presentación original de la iniciativa y el acuerdo a que se llegó en la Cámara.
En primer lugar, somos conscientes de la necesidad de mejorar los ingresos de los que ganan menos. Ello, como asalariados, porque hay gente que gana menos, pero como ingreso laboral.
Como remuneración, el que nos ocupa es el mínimo que puede ganar una persona empleada formalmente. Por lo tanto, no se nos escapa la necesidad de un aumento por sobre la inflación, es decir, de mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores que reciben menos. Pero es preciso hacerlo conforme a lo que ha constituido una tradición, con el cuidado de la empleabilidad, especialmente entre los jóvenes, quienes son los más afectos al ingreso mínimo y enfrentan mayores niveles de desempleo, y también de las pymes, porque la evidencia indica que alrededor del setenta y cinco por ciento de quienes reciben tal remuneración corresponden a este ámbito y que el noventa y ocho por ciento de los que la pagan son estas entidades. Entonces, se trata de un problema de las pymes y de los trabajadores más jóvenes y de los menos calificados.
Sabiendo eso, hicimos una propuesta de plurianualidad, que determinaba un reajuste inicial y luego uno anual, dependiente de las condiciones de crecimiento del país y de la inflación.
Dentro de nuestro acuerdo en la Cámara, mejoramos el planteamiento original del Ejecutivo, aumentando el reajuste inicial de siete mil quinientos pesos a diez mil; adelantando de fines de 2019 a marzo de 2019 el momento en que llegaban los trescientos mil pesos, lo que se transformó en una aspiración bastante sentida, y acortando la plurianualidad a marzo de 2021, lo que implica volver a negociar ese año.
Ello fue como un paquete y la negociación se tomó como tal. O sea, el Ejecutivo estuvo dispuesto a fijar el momento de los trescientos mil pesos en marzo del año 2019, porque nuestro esquema quedaba protegiendo luego a los trabajadores de la inflación -se encuentra sujeto a este fenómeno- y entregando un reajuste real dependiente del crecimiento de la economía nacional, de tal manera que si al país le fuera mejor, eso también se extendería a los que ganan menos.
Finalmente llegamos a un acuerdo con dos bancadas de la Cámara: la democratacristiana y la radical, al cual asimismo concurrieron dos independientes.
Lo anterior fue lo aprobado allá, y creemos que es un buen acuerdo. Consideramos que supera, además, dentro de las posibilidades del país hoy día, los reajustes otorgados en períodos similares en los últimos años. Por lo tanto, tampoco se puede estimar que aquel que nos ocupa es inferior o exiguo. Nos gustaría siempre dar más, pero la pregunta es de dónde partimos.
Expusimos también que un trabajador sujeto al ingreso mínimo cuenta con una serie de otros beneficios. Por ejemplo, muchas de estas personas -no todas- reciben una gratificación, que se establece en función del monto del primero y asciende aproximadamente a un veinticinco por ciento. De acuerdo con la encuesta laboral (ENCLA), más del ochenta por ciento de las empresas la pagan.
Ese es el acuerdo que trajimos y que quedó propuesto a la Comisión de Hacienda.
Esta es la posición del Ejecutivo. Nos parece buena la existencia de un reajuste plurianual con contingencia, porque lo que se pueda dar depende de las condiciones económicas del país, se protege a los trabajadores de la inflación y se permite una cierta certeza o seguridad, además, tanto para ellos en cuanto a su ingreso como para los que lo pagan -las pymes, fundamentalmente- respecto de sus costos laborales.
Por lo tanto, juzgamos que los términos son buenos.
Claro, registramos una discrepancia con relación al período de la plurianualidad. Pero quiero hacer ver que la razón por la cual estuvimos dispuestos a avanzar en la fórmula y a negociar fue por haberse establecido una periodicidad como la descrita.
Ello significa que si se aprobara el proyecto que viene de la Cámara de Diputados, sería preciso negociar nuevamente en una o dos ocasiones más durante el actual Gobierno. Es lo que se tendría que hacer al menos a comienzos de 2021, y, si se fija un reajuste anual, eso llevaría a comienzos del año 2022.
Creemos que este es un avance, una buena cosa.
La evidencia internacional, a la cual muchas veces se alude, indica que el reajuste del ingreso mínimo en la generalidad de los países de la OCDE no se efectúa sobre la base de una negociación anual, sino de períodos distintos y más largos.
Para concluir, deseo consignar que no se trata de algo inédito. En los últimos veinte años se han aplicado en Chile cuatro reajustes plurianuales: el primero, a fines de los años noventa; el siguiente, en 2005; el tercero, en 2014, y el último, en 2016. Es algo que no se ha hecho siempre, pero que ha estado presente.
Eso podría decir respecto de la posición y propuesta del Ejecutivo.
Gracias.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, en la discusión sobre el ingreso mínimo surgen siempre otros temas: la situación de las pymes, los equilibrios macroeconómicos o la productividad. Todos estos asuntos de índole económica aparecen como centrales en el debate, en circunstancias de que las razones que se tuvieron presentes para determinar dicho monto por ley son otras.
Para mí, la justificación última de la existencia de un ingreso mínimo está dada por la necesidad de asegurar que todo trabajador y su familia reciban una remuneración que permita sufragar sus gastos básicos.
Lo normal sería que ello estuviera afianzado por una negociación colectiva, pero bien sabemos que esta, en la práctica, es una excepción en Chile.
Basta recordar la profunda resistencia generada en el mundo empresarial por la tímida reforma laboral que impulsó el pasado Gobierno, mediante la cual se pretendía fortalecer la acción sindical y el poder negociador de los trabajadores.
Como vastos sectores de la fuerza laboral están excluidos de la negociación colectiva, entonces se presenta la necesidad de contar con un piso mínimo fijado por ley.
Pero no podemos olvidar que el fin último del ingreso mínimo -reitero- es la protección de los trabajadores y sus familias de manera que puedan satisfacer sus necesidades básicas.
Ahora bien, ¿ello ocurre en nuestro país? Claramente, no. Todavía registramos, lamentablemente, un porcentaje importante de trabajadores que viven bajo la línea de la pobreza, es decir, pobres.
¡Ese es un verdadero escándalo a estas alturas del siglo XXI!
Se puede entender que sectores marginados del mercado laboral vivan tal realidad, pero es inaceptable que una persona que trabaja 44 horas a la semana no pueda asegurar el sustento básico de su familia, es decir, alimentación, vestuario, vivienda y transporte.
En Chile, el trabajo no asegura salir de la pobreza.
El Gobierno y los partidos que lo apoyan repiten siempre la cantinela de que la principal receta para salir de esa situación es dar trabajo.
Hoy mismo hemos escuchado versiones sesgadas de autoridades a propósito de los resultados de la última encuesta CASEN, las que sostienen que el supuesto estancamiento en la disminución de la pobreza se explicaría por la baja de la ocupación producto de las políticas del pasado Gobierno.
Ello es falso, entre otras cosas, porque las políticas de gratuidad de la educación y la propia reforma tributaria han entrado o entrarán en régimen con posterioridad a dicha encuesta, además de que sus plenos efectos solo se harán sentir en el mediano y el largo plazos.
Es falso que el trabajo sea un antídoto de la pobreza en Chile, porque se desconoce la realidad de miles de trabajadores pobres, personas que, a pesar de tener empleo, no logran satisfacer sus necesidades esenciales. Más del 14 por ciento de la masa laboral recibe menos del 50 por ciento del ingreso medio.
Entonces, pido un poco más de pudor de parte de las autoridades.
Se destacan las cifras de más de un cinco por ciento de crecimiento en el segundo trimestre y se señala que es una tendencia, pero se ofrece un porcentaje mucho menor para aumentar la remuneración mínima.
Se anuncia una modernización tributaria que no es sino una contrarreforma para mejorar la situación de un puñado de empresas que estarían muy afectadas por el complejo esquema impositivo que las rige.
¿Y qué hay de la complicada situación en que deben vivir miles de trabajadores que reciben menos de lo básico y que tendrán que esperar hasta 2021 para aspirar a un nuevo aumento?
¿No son una prioridad?
El Gobierno declara tener un compromiso preferente con los pobres y la clase media. El proyecto en debate, como he dicho, trata de los pobres, de un segmento de ellos que son los trabajadores.
¡Pues bien, que el Gobierno demuestre dónde están sus prioridades! ¡Que explique por qué las remuneraciones crecen menos que la economía; por qué el ingreso mínimo lo hará menos que lo proyectado para el país en el mismo período!
¿O acaso no tiene confianza en sus anuncios de crecimiento?
¿Acaso lo que hay de verdad en el clima pesimista que se vive es que el auge de estos meses es solo el efecto de condiciones que vienen de antes y que lo que se proyecta de verdad para el próximo año es un menor crecimiento?
Señor Presidente, cuando se trata del ingreso mínimo, estamos hablando de pobreza.
Discutamos acerca de cuándo podremos llegar al nivel requerido para que ningún trabajador se encuentre bajo la línea de la pobreza.
Discutamos la gradualidad.
El reajuste actual podrá ser insuficiente, pero cerrar la posibilidad de una negociación, además, hasta dentro de treinta y tantos meses me parece que es un doble portazo al sector laboral.
La mayoría de los trabajadores que reciben el ingreso mínimo son jóvenes y mujeres de baja calificación y de regiones. Esta realidad exige una batería de políticas sociales para dar una respuesta.
Pero los trabajadores requieren saber cuándo y en qué momento la remuneración que perciben por su trabajo alcanzará el nivel mínimo para sustentar su vida.
Creo que sería lo justo.
He dicho.
El señor MONTES (Presidente).- Puede intervenir el Senador señor Insulza.


El señor INSULZA.- Señor Presidente, entiendo por qué se buscan reajustes plurianuales. En realidad, probablemente no queremos pasar todos los años la misma vergüenza al aprobar un ingreso mínimo inferior a lo que todos los análisis dicen que constituye un ingreso ético.
He tenido a la vista varios estudios. En algunas partes se fija en 376 mil pesos la cifra que debería ser, más o menos, pero siempre se considera un hogar con tres personas que trabajan; o sea, uno que sume más de un millón de pesos. Eso significa que cada uno aporta 376 mil, con lo cual no es categorizado como un hogar pobre.
En realidad, todos sabemos bien que, para que una persona sola pueda subsistir, el salario mínimo debería ser bastante más de 400 mil pesos mensuales.
Nos enorgullecemos mucho de pertenecer a la OCDE. Solamente un país, Australia, que tiene un ingreso per cápita que es algo más que el doble del nuestro, le paga a cada trabajador un sueldo mínimo por hora de 6 mil 500 pesos chilenos, y el nuestro, mil 500 pesos. Estas son cifras de hace un par de años, claro.
Entonces, estamos ante una situación que no vamos a cambiar con este proyecto.
La pregunta que muchos se hacen, a propósito de la encuesta CASEN de ayer, es ¿por qué, si hay menos pobreza, existe mayor desigualdad? La respuesta es bien simple: porque los pobres viven todos en un mismo hogar y, por lo tanto, juntan varios ingresos para no ser pobres. Y un hogar en que los tres miembros de la familia ganen lo que se está ofreciendo acá para el primero de marzo del próximo año, 300 mil pesos, suma 900 mil mensual. Ahí se las arreglan, y hasta se pueden dar algún gusto.
¡Pero la desigualdad es otra cosa!
La desigualdad implica que una cantidad importante de gente no gana lo necesario para vivir.
Un millón de trabajadores chilenos se encuentran debajo de este sueldo mínimo, y, ciertamente, ¡tenemos que reconocer que eso es una vergüenza!
Con respecto a la plurianualidad, yo me opongo a ir más allá de lo que se ha negociado en la Comisión de Hacienda. Eso significaría realmente tapar una vez más el sol con un dedo por cuatro años.
Debemos hacer algo pronto para reducir la inmensa desigualdad en este país. Y no estoy hablando solamente de disminuir la pobreza, porque existen muchas personas que clasificamos dentro de la clase media, pero en realidad son "no pobres": ganan un poquito más que los pobres.
Necesitamos un plan concreto.Quiero ver uno plurianual que permita llegar al objetivo en tres o cuatro años, uno con el cual pasemos los 400 mil pesos al mes y no los 300 mil que se propone pagar.
Considero que debemos evitarnos esa vergüenza, señor Presidente. No podemos seguir todos los años en una situación en que, si no aprobamos el proyecto, ¡no va a haber reajuste al salario mínimo! Estamos obligados a votar a favor.
El próximo año una vez más haremos agujeros en el aire con el dedo y diremos que esto no puede seguir así. Este país realmente ya no soporta tanta desigualdad, como muchos de nosotros lo hemos comprobado en los últimos tiempos.
--(Aplausos y manifestaciones en tribunas).
El señor MONTES (Presidente).- ¡Silencio, por favor, en las tribunas!
No están permitidas las expresiones positivas o negativas respecto a los planteamientos de los Senadores.
Ofrezco la palabra al Honorable señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, lamento el rumbo hacia el que ha derivado el debate que estamos iniciando.
No voy a discutir acerca de la naturaleza ética del sueldo mínimo, porque sobre ello hemos hablado muchas veces. Obviamente, cada gobierno trata de ir más allá, para que el reajuste sea parte de la lucha contra la pobreza. Pero las cifras nos dicen que muchas de esas cosas no se logran en forma definitiva.
Me quiero concentrar en lo que estamos discutiendo y también corregir, en lo que corresponde, al Senador que me antecedió en el uso de la palabra.
En primer lugar, el actual Gobierno en esta materia ha hecho un tremendo esfuerzo por asegurar dos propósitos muy difíciles en economía: primero, proponer un ingreso mínimo más alto sin afectar al empleo y, segundo, ser exigente para que en la secuencia futura del salario mínimo estén claras las reglas del juego con el fin de que, en la medida en que al país le vaya mejor -es el objetivo de toda política económica-, el sueldo mínimo vaya aumentando.
Ello obedece a una lógica virtuosa, que permite alejarse de las negociaciones, particularmente, en épocas preelectorales, tan dañinas para la sociedad, y deja las reglas claras para los trabajadores, a quienes más les importa el asunto, y para los pequeños empresarios, quienes son los que más pagan el salario mínimo, una realidad que a estas alturas -supongo- nadie va a desconocer.
Este tema no se relaciona mucho con un costo para el Estado, pues prácticamente no se presentan salarios de este tipo en el aparato público y tampoco en las grandes empresas. Más bien, tiene que ver con cómo juega directamente la creación de empleos con la dignidad de la vida y con el pequeño empresario.
¿Qué ha hecho el Ejecutivo? Nos ha presentado una propuesta que nadie en forma seria puede decir que está mal formulada.
Se plantea en el corto plazo subir harto el ingreso mínimo, bastante más que en el Gobierno anterior -hago esa pequeña referencia a quienes han hecho uso de la palabra con mucha pasión, sin juzgar alguna otra intención-, seguramente porque la situación económica hoy día es mejor, pues existe mayor confianza, mayor inversión. Hay probablemente un mejor Gobierno.
Lo concreto es que, creciendo al 1,7 por ciento, no se podía ofrecer un salario mínimo mucho más alto. Un buen reajuste se relaciona de alguna manera con la creación de riquezas en el país.
Ahora se ha adoptado una medida que es muy distinta. Se dice: "Mire, vamos a hacer un máximo esfuerzo para aumentar el salario mínimo sin afectar, ojalá, el empleo". Ello siempre es un riesgo y hay que tenerlo presente en cada caso.
Desde el punto de vista del guarismo, se plantean dos fórmulas importantes.
La primera, subir el sueldo mínimo de 276 mil pesos a 286 mil, a partir de ahora, y desde el 1 de marzo del 2019, incrementarlo a 300 mil pesos, que era una antigua aspiración. Esta cifra es algo emblemático y se había demorado en alcanzar, porque ello resultaba muy complejo. Pero se resolvió avanzar al respecto en la compresión y en el entendimiento de que este esfuerzo mayor va a ser acompañado con una propuesta plurianual.
La segunda es que, a contar del 1 de marzo del 2020, el salario mínimo se reajustaría en un 2 por ciento real, en caso de que el crecimiento económico fluctuara entre 2 y 4 por ciento. Y en la medida en que este porcentaje sea mayor, el diferencial se aplicaría también al aumento del sueldo.
Entonces, no entiendo bien la lógica respecto de la cual algunos -de buena fe- plantean dudas.
Se dice que lo relativo a la plurianualidad es de una complejidad máxima.
Quisiera recodarle, con todo cariño, a quien me antecedió en el uso de la palabra que fue en el Gobierno del que formó parte, al cual apoyó con entusiasmo, en el que más se establecieron reajustes plurianuales. Se fijaron el 2014 y el 2016. Entonces se dijo en el Parlamento que era la forma seria de hacer las cosas, ¡la forma seria de hacer las cosas!
En su minuto el Ministro de Hacienda de la Nueva Mayoría nos dijo aquí: "Seamos serios. Hagamos un esfuerzo de reajuste asociado a la plurianualidad, para que las reglas del juego estén claras para todos".
¿Y qué ha hecho el actual Gobierno? Ha juntado los dos elementos virtuosos ya mencionados. Para ello, se obtuvo el máximo esfuerzo producto del valor de llegar a acuerdos.
Señalo esto con harta firmeza: se hizo un esfuerzo grande por alcanzar un acuerdo nacional y se logró en la Cámara de Diputados. Al final, un sector lo aprobó -es obvio que no puedo manejar lo que resuelvan los parlamentarios que fueron parte de la Nueva Mayoría en la Cámara Baja, como tampoco pueden hacerlo los Senadores; así que lo entiendo- en la lógica de que se hacía el máximo esfuerzo posible en armonía por el bien del país.
Sin embargo, la cosa cambia cuando el proyecto llega al Senado, sin que nadie reclame por el guarismo. No he oído a ningún colega plantear seriamente que el guarismo propuesto es equivocado o mezquino. Analizamos el punto en la Comisión y a todos les pareció que era un planteamiento serio. ¡Eso nadie lo niega!
El problema para la Oposición es la plurianualidad. ¡Pero es la misma que postularon cuando fueron Gobierno! Y no obedece a otra lógica.
En este punto discrepo.
A Chile le hace bien fijar las reglas del juego, a todos nos hace bien que las reglas estén claras y que sepamos que, si el país crece en una dimensión determinada, no solamente se podrán exhibir las cifras, sino que también se incrementará el salario mínimo en la medida de ese crecimiento más un porcentaje, que es la mejor forma de avanzar obviamente hacia un mayor entendimiento.
Entonces, aquí ha habido un buen guarismo; aquí ha habido una buena propuesta de sistema, y aquí ha habido una búsqueda de acuerdos.
Respecto de esto último -y yo puedo ser responsable si alguien considera que eso es un error; pero el Ministro de Hacienda en su momento también lo planteó-, les pido que no traten de ser como el mercado persa: negociar algo en la Cámara de Diputados, otro poquito en el Senado, otro tanto en el tercer trámite, algo más en una eventual Comisión Mixta.
Eso no me parece apropiado para lo que uno debería aspirar a lograr: un buen entendimiento dentro del país.
Y lo mismo puedo decir a la inversa.
Soy uno de los que siempre aprobaron lo que el Gobierno de la Nueva Mayoría planteó en materia de salario mínimo, porque entiendo que es un tema de país, más allá de la fecha o el minuto en que, en cada caso, tocó negociar.
Aquí estamos hablando de que entre 400 mil y 600 mil personas reciben el salario mínimo, dependiendo de cómo uno vea las cifras. Me preguntó este dato el Senador Moreira, quien está muy preocupado del asunto. Con todo, independiente de la forma de contabilizar a esos trabajadores, cabe señalar que son hartas las personas que necesitan lo antes posible una mejor remuneración.
Insisto: en términos nominales y reales, el presente reajuste de salario mínimo es mejor que todos los entregados por el Gobierno de la Nueva Mayoría. Asumo que ello se debió a que dicha Administración estaba en una situación económica más complicada. Lo aclaro para que nadie piense que estoy haciendo una fuerte crítica al respecto.
Ahora, con la nueva conducción, la realidad cambió y se puede hacer un mayor esfuerzo. Pero, ¡por favor!, tratemos de apoyar ese mayor esfuerzo; tratemos de apoyar ese intento de llegar a acuerdos.
Procuremos ser coherentes con lo que se planteó cuando otros eran gobierno acerca de la importancia de la plurianualidad -palabra siempre compleja de pronunciar- para tener reglas del juego claras en el país.
Sin embargo, hoy día nos llega una cosa trunca desde la Comisión de Hacienda. Se aprobó un poquito de guarismo y se acordó llegar hasta marzo del 2019 solamente, a pesar de que en la plurianualidad originalmente propuesta se contemplaba un reajuste posterior muy relevante asociado al crecimiento del país.
Se prefirió decir no a esto último: "¡Dejémoslo ahí! ¡No generemos altiro buenas reglas en cuanto a cantidad, sobre todo si la economía sigue funcionando de buena manera...!".
Claro, algunos sostienen que se llegó a acuerdo. Pero es un acuerdo parcial, uno que, en verdad, no considera el bienestar profundo de los trabajadores.
Me encantaría que existiera intención para ponernos más de acuerdo. Yo tengo siempre la mejor disposición. En la Comisión de Hacienda vi una búsqueda honesta -quiero destacarlo- de los parlamentarios de la Nueva Mayoría por lograr entendimientos. Probablemente, no todos pensaban exactamente igual y, bueno, al final no se dio algo que hubiera sido muy importante.
No puedo decir que este sea un buen resultado. Hubiera sido mucho mejor si se habría aprobado el proyecto completo: con un muy buen guarismo, no hasta el 2019, sino hasta el 2020 y el 2021, gracias a una plurianualidad seria, que es lo que necesita Chile.
He dicho.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Pizarro.


El señor PIZARRO.- Señor Presidente, como han dicho mis colegas, siempre la discusión del reajuste del salario mínimo genera un debate no solo acerca de lo que él implica, sino también sobre los temas que nos preocupan a todos como sociedad: los niveles de pobreza; los índices de desempleo o la falta de un empleo estable y permanente, y los aspectos que garanticen que los derechos laborales de los trabajadores serán respetados.
Sabemos que esa es parte de nuestra realidad, nos guste o no. Se han hecho avances, sin duda, pero el desafío sigue pendiente.
Reajustar el ingreso mínimo representa una señal, sobre todo, para un sector de la economía tremendamente importante en materia de empleo. Me refiero a la pequeña empresa, al emprendimiento, a todos los que están desarrollando una actividad económica y que requieren en algún momento contratar a quienes deseen participar de ella.
A mi juicio, ello también debe ser parte del debate, al igual que lo planteado por mi colega Insulza respecto de la desigualdad. ¿En qué momento se garantiza que una persona saldrá de la línea de la pobreza solo con sus ingresos, si rápidamente vuelven a caer en ella apenas se generan situaciones de inestabilidad laboral?
Tal vez ahí hay que mirar con más cuidado el asunto.
¿Dónde tenemos objetivamente los problemas de empleo hoy día? En los jóvenes y en las mujeres jefas de hogar, fundamentalmente porque en esos ámbitos no hay una capacitación, formación u oficio apropiado, o los niveles de educación son los mínimos. Entonces, cada vez que aspiran a un empleo -sobre todo, los más jóvenes postulando a un primer trabajo-, se les ofrece un salario mínimo y no siempre en las condiciones laborales que todos quisiéramos.
Pero ello forma parte de nuestra realidad.
A veces en el debate nos olvidamos de que el que financia estos reajustes es el sector que genera empleo, no el Estado. El aumento del ingreso mínimo no lo paga el Fisco, sino el emprendedor, las pequeñas, medianas y grandes empresas, con la actividad económica que desarrollan.
Señalo lo anterior, señor Presidente, porque me parece que en esta materia siempre es bueno tratar de dialogar, teniendo a la vista los datos más objetivos posibles y considerando que se trata de un problema integral, que va más allá del empleo. Para ello, la búsqueda de acuerdos siempre es positiva.
El texto presentado por el Gobierno contiene una propuesta que es fruto de un acuerdo de mayoría en la Cámara de Diputados.
Quiero manifestar que nosotros vamos a aprobar la idea de legislar, como lo señalaron antes otros colegas.
En la votación en particular, acogeremos el aumento a 286 mil pesos del salario mínimo, a partir del 1 de agosto de este año hasta el 1 de marzo del 2019. Se trata de un incremento de 10 mil pesos, que es mejor que la propuesta que el Gobierno presentó en el primer trámite.
También vamos a aprobar el alza del ingreso mínimo a 300 mil pesos, a partir del 1 de marzo del 2019 hasta el 1 de marzo del 2020.
En el mismo artículo en que se establece ese primer criterio, la Cámara Baja introdujo las fórmulas que permitían una plurianualidad que llegaba hasta los treinta y tantos meses.
Ahí fue donde se generó la discusión, respecto de lo cual no hubo posibilidades de acuerdo en el Senado.
Por consiguiente, se busca aprobar lo más urgente e importante: el reajuste del monto del salario mínimo en su primera fase. De esta manera lo demás se iría al tercer trámite, a una Comisión Mixta o a la opción de un veto, si así lo estima conveniente el Gobierno, para proponer una modificación tendiente a propiciar incrementos del ingreso mínimo mensual por un período más amplio.
En el fondo, al no poder llegar a un acuerdo entre todos, fijamos un reajuste por 18 meses. Es más que un año, menos que dos, como habíamos planteado como punto de acuerdo, planteando la posibilidad de acomodar los guarismos en los momentos de aplicar el reajuste. Sin embargo, no pudimos concretar tal propuesta por distintas razones.
Por otro lado, debo manifestar que nosotros no somos partidarios de descartar a priori un acuerdo que vaya más allá de un año o que implique una negociación año a año, ¡menos por vergüenza! La verdad es que discutir este tema en un horizonte de uno, dos o tres años no nos puede provocar vergüenza. ¡A lo mejor nos da impotencia!
Cuando hablamos de reajustes de este tipo, se busca hacer un esfuerzo dentro de lo posible y, ojalá, contar con la voluntad de todos para ir aumentando el poder adquisitivo de los trabajadores y para ir tratando de que esto sea progresivo.
La impotencia está en que muchas veces uno no puede conciliar la voluntad con lo que es la realidad. Lamentablemente, nuestra economía es muy voluble a los vaivenes de los mercados externos e internos, lo cual hace que casi siempre exista gran incertidumbre respecto de lo que pasará más adelante.
Tal vez eso sirva para que uno pueda explicarse por qué en los Gobiernos de la Nueva Mayoría o de la Concertación se usó también el mismo sistema.
Lo planteo porque creo que debemos ser coherentes y no decir, lisa y llanamente, que esto o aquello no se puede hacer porque tenemos un prejuicio o porque no es bueno.
Hay momentos y momentos. Y me parece perfectamente legítimo que un gobierno que asume esté planteando la posibilidad de llegar a un acuerdo que abarque más allá de una negociación que se efectúe año a año.
Por supuesto, lo anterior pasa, necesariamente, por que se haga una buena propuesta que vaya en la línea de que, progresivamente, dependiendo de las circunstancias económicas del país, cuando haya un alto crecimiento exista también un mejor reajuste y mayores ingresos para los trabajadores.
Respecto de los acuerdos que se pueden generar en la otra rama del Parlamento -así se lo manifestamos lealmente al señor Ministro de Hacienda al inicio del debate-, ellos no necesariamente implican que vayamos a aceptarlos en el Senado. Así funciona el sistema. El Congreso se compone de dos cámaras. A lo mejor las prioridades pueden ser, legítimamente, distintas, y la búsqueda de acuerdos se puede llevar a cabo en una o en otra. Es parte del proceso legislativo.
Por lo tanto, no se puede venir a argumentar acá que porque algo se acordó en un lado tenemos que decir "sí" o "sí" en el otro. Nosotros hemos buscado hacer un esfuerzo, y vamos a seguir haciéndolo, para mejorar todo lo posible el proyecto en su conjunto. Es cierto que esto forma parte de una propuesta integral, y es lógico que nosotros lo veamos así y no nos quedemos solo con un pedazo de ella.
Yo tengo confianza en que de todas maneras podemos mejorarla en lo que queda de tramitación del proyecto. No se pudo en el Senado; se podrá hacer en el tercer trámite o en una Comisión Mixta, pero creo que siempre es más conveniente lograr acuerdos en estas materias, lo más amplios posibles, y no desacuerdos, que al final lo único que hacen es perjudicar a los trabajadores de Chile.
Gracias.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor García.


El señor GARCÍA.- Señor Presidente, en primer lugar, deseo recordar cosas que son obvias, pero que siento que en el debate a veces se nos olvidan.
El salario mínimo lo pagan mayoritariamente las empresas más pequeñas. Estas, en algunos casos, ni siquiera alcanzan a tener la formalidad de una empresa. Son, simplemente, personas naturales que han contratado a un trabajador y le pagan el salario mínimo.
Es bueno tenerlo presente, porque finalmente, si establecemos un ingreso por sobre lo que esas pequeñas empresas o personas naturales pueden pagar, lo que estaremos haciendo es promover que esas pequeñas empresas, muy pequeñas en algunos casos, ubicadas en comunas rurales a lo largo y ancho del país, desaparezcan y, junto con ellas, los empleos que ofrecen.
En consecuencia, el remedio puede ser peor que la enfermedad. Lo que quiero decir, en el fondo, es que no podemos hacer populismo ni demagogia en un tema tan sensible como la fijación del salario mínimo.
Señor Presidente, la propuesta que hizo el Gobierno fue concordada con Diputados de Oposición. Y recalco esto: fue concordada con Diputados de Oposición. Esta no es la postura del Gobierno únicamente. En la otra rama del Parlamento el Ejecutivo negoció y llegó a un acuerdo, no con todos los Diputados de Oposición, pero sí con aquellos que dieron sus votos para que se aprobara esta fórmula. Y yo tengo la convicción de que es una propuesta seria y responsable, que busca reajustar el salario mínimo y, al mismo tiempo, hacerlo cuidando que nadie caiga en la informalidad. Esto es muy importante.
Un señor Senador que me antecedió en el uso de la palabra dijo: "¡Con qué cara el Gobierno viene a dar un reajuste real inferior a lo que está creciendo la economía!". Y agregó: "¡Se jactan del crecimiento de la economía, pero, cuando llega el momento de reajustar el salario mínimo, lo hacen en un guarismo muy inferior!".
Señor Presidente, el reajuste real en un año, para llegar a los 300 mil pesos, es de 5 por ciento en términos reales. Y "en términos reales" significa, por supuesto, descontada la inflación. No es un reajuste menor. Es el mayor reajuste real de los últimos ocho años. ¡El mayor! El Gobierno quisiera más; todos los que estamos en esta Sala quisiéramos más. Pero debemos cuidar el empleo y los pequeños emprendimientos. Y eso obliga a actuar con seriedad y con responsabilidad.
Estuvimos muy cerca de lograr un entendimiento, al menos en la Comisión de Hacienda del Senado. Y no es que no alcanzáramos acuerdo en los guarismos. ¡No! ¡No hubo acuerdo en las fechas! ¡Un par de meses más, un par de meses menos! ¡Y qué bueno habría sido, como señal económica del Congreso Nacional, haber alcanzado consenso en una materia tan sensible como el reajuste del salario mínimo!
Yo lamento que no lo hayamos conseguido, porque significa que en otras materias igualmente sensibles, en lugar de acercarnos, probablemente nos vamos a alejar. Al final, le estamos haciendo daño al país, le estamos haciendo daño a las necesarias confianzas que debe haber para poder recuperar la inversión, recuperar el dinamismo en el crecimiento de la economía, para poder crear más y mejores empleos y entregar más altas remuneraciones. Porque, en definitiva, esa es la receta para que a Chile le vaya mejor.
Y termino con lo siguiente, señor Presidente.
Ayer conocimos las cifras de la encuesta CASEN 2017. Vienen varios indicadores, pero hay uno que nos impactó a todos respecto de algo que ocurrió entre los años 2015 y 2017: la desigualdad aumentó. ¿Por qué? Porque los trabajos se transformaron en labores más precarias, más informales, y sin el acompañamiento de la legislación social que corresponde.
Debiéramos mirar esa cifra, aprender la lección, y darnos cuenta de que una cosa es lo que nosotros hacemos aquí con las leyes y otra distinta es el país real, el esfuerzo que hacen los empleadores, que todos los meses corren para juntar dinero y pagar los impuestos, las remuneraciones y la previsión social. Pocas veces nos ponemos en el lugar de esos emprendedores, pequeños, modestos y sencillos, pero que al final le dan trabajo a muchísima gente.
Por supuesto, voto a favor. ¡Pero cómo me hubiese gustado haber llegado a un entendimiento y que este hubiese respetado o se hubiera acercado al acuerdo que alcanzó el Gobierno con Diputados de Oposición!
Muchas gracias.
El señor MONTES (Presidente).- A continuación, tiene la palabra el Senador señor Lagos.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, esta no es una discusión fácil, como nunca lo ha sido cuando hemos debatido el salario mínimo, sea uno del oficialismo o de la Oposición.
Quiero, sí, hacer una reflexión previa antes de entrar al análisis del proyecto propiamente tal, a partir de lo que dijo, creo, el Senador José Miguel Insulza, quien introdujo en cierta forma el tema y trató de darle un marco al debate.
Puede haber opiniones distintas. El Senador García habló de la desigualdad que evidencia la encuesta CASEN. El salario mínimo debe expresar un equilibrio razonable entre el ordenamiento macro y microeconómico y reflejar, entre otras cosas, la productividad de los trabajadores chilenos. Y esto es válido no solamente para el ingreso mínimo, sino también para el empleo en general.
Y junto con la productividad, que puede definir "cuánto" (entre comillas) cuesta o vale la mano de obra, el sueldo mínimo debe definirse también en función de una legislación laboral que permita fijar mejores condiciones.
Hago este alcance porque el tema no es solo el salario mínimo, sino que tiene que ver, además, con las políticas públicas en general. Un trabajador o una trabajadora chilena no va a generar más productividad por el hecho de que se fije un mínimo más alto. ¡No somos lesos! Ello se determinará por cuánta educación le haya dado la sociedad chilena a esa persona, por cuántas oportunidades haya tenido ese trabajador o esa trabajadora.
Por eso, estas materias no las vamos a resolver con una discusión sobre el salario mínimo, pero sí con otros debates que se dan acá: gratuidad y calidad en la educación, seguridad social, vivienda, todos los elementos en los que hay estancamiento según la encuesta CASEN de ayer. ¡No retroceso: estancamiento!
Digo esto porque no cuesta nada que empecemos a ponernos populistas. Muchos no lo somos, pero tratamos de estirar las cosas lo más posible en función de ciertos equilibrios.
En Chile, históricamente, el ingreso mínimo se ha debatido, no desde hace 20 años, como escuché, sino desde hace más de 28 años en forma anual, salvo en cuatro excepciones. Es cierto, en muchos países, en particular los de la OCDE, esta discusión no se realiza todos los años. Y, más aún, podría agregar que no se efectúa necesariamente en el Parlamento, sino en instancias que le corresponden al Ejecutivo.
Pero nuestra realidad es esta.
Entonces, ahora nos plantean plurianualidad.
Bueno, ¡discutámosla! Ya la hemos aprobado en el pasado.
Sin embargo, el Gobierno presentó un mecanismo plurianual que en la Cámara de Diputados obtuvo el resultado que todos conocemos y que no consiguió lo que buscaba. Y nosotros, en vez de negar la plurianualidad desde la Oposición -lo que sí habría sido populista, diciendo: "No, ¡qué injusto!"-, estuvimos disponibles para reducirla. No para eliminarla, lo que no hubiera costado nada porque estaban los votos para ello, pero -repito- eso sí habría sido populismo: "Tengo los votos, soy mayoría, rechazo".
¿Qué propusimos nosotros, entonces? ¡Dos años! Y el Gobierno decidió no llegar a acuerdo.
Hago un repaso para que sepamos de qué estamos hablando.
El proyecto que llegó de la Cámara de Diputados establece que el salario mínimo será: desde el 1° de agosto de este año hasta febrero del 2019, de 286 mil pesos; desde marzo del 2019 hasta febrero del 2020, de 300 mil pesos, y a contar del 1 de marzo de 2020 se reajustará en un 2 por ciento real. Pero eso significa más de treinta meses en los cuales no habrá discusión sobre las remuneraciones mínimas de los trabajadores.
Hay quienes creen que la plurianualidad no es buena, o que no es buena de esa manera excesiva. Y el Gobierno -aquí no lo ha dicho nadie, pero se trasunta- deseaba evitar, tal vez con razón, que el debate sobre el salario mínimo quedara próximo a la siguiente elección municipal y de gobernadores regionales, a celebrarse en octubre del 2020. O sea, quería que la nueva negociación se resolviera en una fecha posterior.
Y lo dijo el Gobierno, en realidad, como alguien me acota aquí. ¡Perdón por la equivocación!
Entonces, como uno no es obtuso ni populista, ni niega la sal y el agua, señaló: "Entiendo su razonamiento. Usted no quiere que esa negociación coincida con aquella próxima elección. Pues bien, le ofrezco una solución: adelántela cuatro o cinco meses y así la aleja del ciclo político". Yo entiendo que el ciclo político puede generar una presión y una incomodidad al gobierno de turno. Pero, así y todo, el actual no estuvo en condiciones de aceptar la proposición.
¡Dos años se le ofrecían! ¡Dos años en que no habría vuelto a tener esta discusión acá! Sin embargo, el Ejecutivo, por alguna razón que desconozco o que no logro entender, desechó esa posibilidad y, muy importante -se lo digo al Senador García, por su intermedio, señor Presidente-, desechó el acuerdo. Tal vez hubiese sido positiva, para el Gobierno y para muchos de nosotros, una plurianualidad acotada a dos años con un reajuste significativo.
Aquí no está en cuestión el guarismo. No estamos discutiendo los 300 mil pesos, pero creo que aquello hubiese sido bastante más razonable que lo que se plantea ahora.
Ciertamente, el arreglo a que se llegó por parte del Gobierno fue en la Cámara de Diputados. No quiero entrar en los detalles de esa negociación ni opinar sobre si esta fue buena o mala. Pero lo que hubo en dicha Corporación no fue un acuerdo: una mayoría, una mayoría legítima, aprobó un reajuste contenido en una propuesta del Gobierno. Sin embargo -insisto-, ese no fue un acuerdo.
Se puede hablar de acuerdo cuando se alcanza prácticamente la unanimidad o al menos una buena mayoría. Y no es lo que ocurrió en la Cámara de Diputados.
Por último, el nuestro es un sistema bicameral que obliga a sostener conversaciones y llegar a entendimientos en ambos lados. Yo en ningún momento me sentí parte, como Senador y miembro de la Comisión de Hacienda de nuestra Corporación, de la negociación que se llevó adelante en la otra rama del Parlamento. Tal vez si hubiésemos participado y el Gobierno hubiera aceptado, el resultado habría sido otro.
No se puede, o no es razonable -no es que no se pueda- pedir que los arreglos que se alcancen en una de las dos cámaras, por muy buenos que sean los argumentos, se traduzcan necesariamente en una ratificación por parte de la otra.
¿Qué se va a aprobar, al final del día? Un monto de 280 mil pesos para el ingreso mínimo, desde el 1° de agosto de este año hasta febrero del 2019. A partir de marzo del 2019 y hasta febrero del 2020 -porque así lo resolvimos en la Comisión de Hacienda, en forma unánime-, dicho monto aumenta a 300 mil pesos. ¿Y qué ocurrirá en marzo del 2020? En enero o febrero de ese año el Gobierno deberá presentar una nueva propuesta y, una vez más, habrá que negociar.
Lo lamentable es que, si se mantiene aquel escenario, el próximo reajuste va a rondar -lo garantizo- las cifras que andan dando vueltas hoy. No veo que pueda otorgarse un aumento significativamente mayor.
Habría sido mejor haber trabajado, en acuerdo, la plurianualidad, porque, en mi opinión, la plurianualidad es sana. Por eso estamos disponibles para fijarla en dos años. Pero aquí lo que se está haciendo es forzar el rechazo. Y vamos a quedar con dieciocho meses en vez de, tal vez, dos años, período que nos hubiera permitido estar tranquilos para poder abordar otros temas.
Por último, si de crear climas se trata, el día de ayer conocimos una propuesta de reforma tributaria que habrá que revisar en detalle. Bueno, generemos un clima positivo para esa discusión. Si me hablan de desigualdad, de preocuparse de la pequeña y mediana empresa, es indispensable generar un buen clima, porque, de lo que trasunta la reforma tributaria, uno ve que hay cosas muy positivas, y otras que, a mi juicio, pueden significar una seria regresión en ciertas áreas.
En resumen, hicimos el mejor esfuerzo -el mismo Senador García lo reconoció- y estuvimos a punto de llegar a un entendimiento, pero esos pocos meses de diferencia tenían como punto de referencia una fecha clave: antes o después de las elecciones. Nos pareció que el plazo propuesto resultaba muy largo; de hecho, es el más largo. Creo que habríamos acordado en el Parlamento una plurianualidad que nunca antes habíamos aprobado.
Pienso que no era desmedido ni egoísta con el Gobierno decirle: "¿Usted quiere plurianualidad? No le voy a dar treinta y seis meses, sino dos años", teniendo, además, la posibilidad de concordar un reajuste de 300 mil pesos, que considero muy importante. No se puede desconocer y yo no lo voy a hacer. Pero, para otorgar ese monto, no veo por qué la próxima negociación sobre reajuste del salario mínimo tendría que efectuarse después y no antes de cierta fecha, considerando además que los meses de diferencia son muy escasos.
Muchas gracias.
El señor MONTES (Presidente).- Le ofrezco la palabra al Senador señor Bianchi.


El señor BIANCHI.- Señor Presidente, pienso que efectivamente tenemos que hablar desde el realismo y no desde el populismo. Y lo real es que resulta falso cuando aquí se afirma que las grandes empresas no pagan el salario mínimo. Lo digo con mucho énfasis.
Hoy en la mañana me enteré del caso de un trabajador de una automotora que se encuentra en delicado estado de salud y al que se le impone por el mínimo, pese a que se le pagan bonos adicionales. Por lo tanto, todos los presentes entendemos cuál será la situación futura de esa persona al momento de jubilarse. O sea, hay empresas que efectivamente abusan pagando el salario mínimo.
Con la plurianualidad, señor Presidente, se pretende que este Congreso cierre la puerta a la discusión que año a año abordamos respecto a un tema tan sensible como lo es el salario mínimo.
¿Es esto lo que quieren los trabajadores? ¿Que el Gobierno y el Congreso no hablemos del salario mínimo cada dos, tres o cuatro años?
¡Yo no estoy de acuerdo con eso!
¿A quién le sirve lo anterior, señor Presidente? ¿A los trabajadores o a los gobiernos de turno?
La reflexión que debemos hacer radica en lo que he señalado permanentemente: ¿Cuándo vamos a detener, a cerrar esta fábrica de pobreza?
Esta modalidad, más que una política pública favorable al trabajador, la veo como una conveniencia política que permitirá, entre otras cosas, justo cuando hay elecciones, volver a hablar sobre el salario mínimo a quienes lo reciben y deben realizar milagros para poder subsistir mes a mes.
¿Alguien de los aquí presentes, de todos quienes estamos acá, podrían elegir vivir sano (programa del Gobierno) si cobraran un sueldo mínimo? ¡Ni aquellos que trabajan con ese sueldo, ni menos los jubilados, los pensionados!
Sobre los pensionados, señor Presidente, hice un ejercicio que deseo traer a la Sala -a mi juicio, es interesante-. ¡Y esto no es populismo; esto es realismo!
Ese ejercicio se refiere a una persona de 40 años de edad, con una proyección futura de pensión a 25 años, que trabaja e impone sin lagunas previsionales durante 22 años y con un reajuste real de 4,5 por ciento -hicimos la simulación con la AFP Modelo que, entiendo, es de aquellas que menos cobra), con una cotización de 10,77 por ciento.
Esa persona que trabajó toda su vida con el salario mínimo recibiría 220 mil 445 pesos
¡Esta es la fábrica de pobreza, señor Presidente!
De esto se trata esta discusión
Ahora bien, nosotros hemos hecho propuestas y no solamente un juicio crítico. Además, expresamos que cuando se establece una política pública de salario mínimo, esta se hace igual para todo el país sin diferencia alguna respecto de los costos de vida existentes, por ejemplo, en una macrozona como la patagónica, desde la Región de Los Lagos a la de Magallanes. Allá hay una realidad muy distinta a la zona central o a la zona norte. Pero en el proyecto se aplica el salario mínimo exactamente igual para todo Chile.
¡Existen enormes diferencias en las regiones, señor Presidente, en relación con los costos de vida! Y a la hora de cancelar el consumo de luz, gas, agua, usted ya tiene 120 mil, 140 mil pesos en gastos. A ello hay que agregar la locomoción, el alimento, las cosas mínimas de una familia. Obviamente, hoy día el salario mínimo no permite que una persona pueda proyectar una familia.
Hemos hecho otras propuestas, señor Presidente.
Elaboramos un proyecto de reforma constitucional, en que le decíamos a los gobiernos: "Miren, ¿saben qué? Al momento de nacer una persona en Chile, deposítenle un millón y medio de pesos, proyectado a 65 años, más el aporte que haga posteriormente la trabajadora o el trabajador".
Esa propuesta significaba pensiones del orden de los 448 mil pesos mensuales al momento de jubilarse.
Por consiguiente, a mí me parece bien que se intente llegar a acuerdos. Yo los celebro (aunque no he sido parte del acuerdo alcanzado en esta oportunidad). Pero hablar de la plurianualidad implica que el Congreso deje de debatir año a año sobre esta materia e impide reconocer la realidad de mujeres y hombres que, habiendo trabajado quince, veinte, treinta años o más, al momento de jubilarse terminan en una situación de pobreza total. La situación laboral del presente tiene mucho que ver con su condición futura en cuanto a la jubilación.
Señor Presidente, sé que se tienen los votos (se van a dividir, probablemente, en este acuerdo; a lo mejor, no se va a votar favorablemente la plurianualidad, pero sí la otra parte del proyecto). Y quiero decir que por moral he tratado de colaborar año a año en esta materia; pero uno se agota de ver que, en definitiva, no le hablamos a la trabajadora o al trabajador que está en esa situación, ¡nos tratamos de convencer entre nosotros! Y eso, obviamente, de nada le sirve a la trabajadora o al trabajador que recibe mes a mes un salario mínimo.
Voy a votar en contra de esta propuesta del Gobierno.
El señor MONTES (Presidente).- Antes de ofrecer la palabra al Senador señor Letelier, solicito autorización para que ingrese a la Sala la Subsecretaria de Derechos Humanos, la señora Lorena Recabarren.
¿Habría acuerdo?
--Se autoriza.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Letelier.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, estimados colegas, cuando discutimos el tema del sueldo mínimo, habitualmente hablamos de los siguientes parámetros: la línea de pobreza; la situación de contexto en que se realiza el debate; las variables sobre la base de la cuales se racionaliza la toma de decisión de por qué se llega a un guarismo o a otro de aumento.
Y hubo un hombre muy sabio que en un momento habló de un nuevo concepto para tratar de unificar este debate: "sueldo ético".
¡Sin duda que en nuestro país hay un problema de sueldo ético!
Ello no hace más que representar la aspiración de una sociedad que quiere que la determinación del sueldo mínimo sea capaz de superar los niveles de pobreza en una sociedad.
Hoy, como se ha dicho y reconocido por todos -lo discutimos con el Ministro de Hacienda-, el salario mínimo está muy por debajo de la línea de pobreza. La línea de pobreza en términos formales está en 422 mil pesos, y lo que tenemos hoy como ingreso mínimo es muy inferior a aquello.
¿Qué es lo que se conversa habitualmente? Que el sueldo mínimo más las transferencias no monetarias son lo que permiten enfrentar la situación de satisfacción de las necesidades básicas.
En tal sentido, quiero expresar mi discrepancia con el Gobierno respecto de a cuánto alcanzan las transferencias no monetarias que recibe una persona con salario mínimo.
El Ministro de Hacienda nos habla de que cada trabajador con un sueldo mínimo recibe 69 mil pesos mensuales adicionales por concepto de gratificaciones; y que su ingreso mensual en términos brutos debería alcanzar a 345 mil pesos.
Sin embargo, la verdad es que -por lo menos en la región que represento, donde los que más cobran un sueldo mínimo no son mujeres jefas de hogar o jóvenes, sino quienes trabajan en la agricultura, en los fundos, día a día, independiente de su edad- la remuneración líquida alcanza a alrededor de 224 mil pesos. ¡Eso es lo que sacan a pago!
El Ministro nos habló de otras transferencias no monetarias. Nos señaló que si uno sumaba el bono de marzo, las asignaciones familiares, el bono de transporte escolar, la beca de alimentación de educación superior, los subsidios de agua, los subsidios de pago de electricidad, los subsidios para inserción laboral de mujeres, todo ello debería sumar una transferencia equivalente, mensual, de más de cien mil pesos.
Señor Presidente, en la propuesta presentada nos quieren decir que, entre sueldo mínimo y transferencias, con este reajuste sí logramos llegar a la línea de pobreza.
Nosotros no compartimos esa afirmación.
A mi juicio, es necesario avanzar cuanto antes, dado el ingreso per cápita de 20 mil dólares que tiene nuestro país. Algunos dicen que este alcanza a 24 mil dólares, es decir, si se repartiera la riqueza de Chile por parejo, cada persona, niño, joven, adulto y adulto mayor debería recibir 24 mil dólares por cabeza al año. De modo que una familia de cuatro personas tendría un ingreso familiar de más de 2 millones 400 mil pesos. Pero sabemos que eso no es así.
Con este debate, señor Presidente, pretendemos ver cómo nos aproximamos, cómo generamos las condiciones para converger entre el ingreso mínimo y la línea de pobreza.
La propuesta que nos hace el Ejecutivo, sin duda, al plantear que el reajuste del ingreso mínimo sea en forma plurianual, no contribuye a aquello. Esta es nuestra primera objeción.
Llegar a un acuerdo de más de 30 meses, como lo propone el Ejecutivo, no permite avanzar en el cierre de las brechas salariales, sino que las mantiene.
No me voy a referir a la afirmación formulada por un colega sobre la encuesta CASEN, porque hizo una declaración parcial en el sentido de que los niveles de pobreza subieron en Chile. Eso es cierto. Pero más que hablar de "niveles de pobreza", debería referirse a los "niveles de desigualdad". Porque la desigualdad sí aumentó en nuestro país, y no fue debido a que el piso haya bajado; sino a que el techo subió.
En períodos de restricciones económicas las comparaciones que realiza la encuesta CASEN permiten demostrar que en la mayoría de las regiones la pobreza se redujo en el tiempo, independiente del período que se analice. Es decir, en la gran mayoría de las regiones la pobreza se redujo; pero la desigualdad creció en trece regiones. Ello debido a que el techo de los que más tienen, de los que más ganan, fue mayor que la superación de niveles de pobreza en la región.
Lo que necesitamos, señor Presidente, es buscar un acuerdo nacional para cerrar tales brechas.
La razón por la que rechazamos la propuesta del Ejecutivo -quiero ser muy claro en esto- es que, aunque parece bien que uno pueda discutir algo plurianual, el Convenio N° 131 de la OIT plantea un criterio sano, el cual establece que de tiempo en tiempo se debe generar un diálogo social entre el Gobierno y las organizaciones de los trabajadores. "De tiempo en tiempo" es un período no específico; no determinado.
Nuestra tradición es negociar anualmente, y en ciertas ocasiones se ha hecho por más de un año. Pero avanzar hasta cerca de tres años lo consideramos del todo imprudente. Y decimos imprudente, porque reajustar el sueldo mínimo en 10 mil pesos, a partir del próximo mes, y, luego, a 300 mil pesos, desde marzo del próximo año, permitiría dar un salto para cerrar la brecha entre sueldo mínimo y nivel de pobreza; pero el mecanismo de reajuste que se establece posteriormente tiene dos debilidades, a nuestro juicio muy fuertes.
Dicho mecanismo plantea que sea la mitad de las tasas de crecimiento del país, en términos reales. Y en vez de establecer que la variable sea crecimiento, inflación, productividad o equidad, determina que los sueldos mínimos deban incrementarse solo en una parte de lo que crece la economía, y no en su totalidad. Es decir, no hace posible que el mecanismo de reajuste que propone el Ejecutivo efectivamente ayude a cerrar la brecha salarial, sino que la mantiene.
En los mismos cálculos entregados por la autoridad, la brecha entre salario mínimo y nivel de pobreza no se cierra en menos de 15 años.
Y eso es lo que no les importa a algunos de quienes están en las tribunas que ganan más. Pero a la gente que vive de este sueldo, señor Presidente, sí que le importa.
Es un debate sustantivo...
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor HARBOE.- ¡Ya van cuatro interrupciones! ¿Por qué no los desaloja, señor Presidente?
El señor MONTES (Presidente).- Le pido al grupo de Capitalismo Revolucionario que está en las tribunas que, por favor, guarde silencio. Porque aquí debemos respetarnos todos.
Ya en varias ocasiones han vertido expresiones que no corresponden y se las he dejado pasar. Pero hay que mantener silencio, como una manera de respetarnos en democracia.
Puede continuar, Su Señoría.
El señor HARBOE.- ¡Desalójelos, señor Presidente!
--(Aplausos en tribunas).
El señor LETELIER.- Señor Presidente, en ese contexto le planteamos nuestra opinión al Ejecutivo, porque no nos gusta, ni estamos convencidos de que el mecanismo que propuso, incluso en un período más amplio, permita cerrar las brechas. Además, establece un piso de reajuste muy bajo, muy bajo.
Por ende, no solo se establece un sistema que tiende a ser automático en el futuro y que no permite cerrar las brechas, sino que también evita el diálogo entre autoridades y trabajadores de tiempo en tiempo, el cual es necesario para ver la forma en que, como país, abordamos un debate que, evidentemente, no es fácil, a fin de generar las condiciones ideales para fijar el sueldo mínimo.
Señor Presidente, en esta ocasión, hemos propuesto otra solución, que consideramos la mejor para los trabajadores.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Durana.


El señor DURANA.- Señor Presidente, en relación con el proyecto de reajuste al monto del ingreso mínimo, hay que considerar que el acuerdo generado por la Cámara de Diputados permitirá incrementarlo, aun considerando que, como es de público conocimiento, la economía chilena se encuentra debilitada desde hace más de cuatro años.
Durante el período 2014-2017 nuestra economía creció, en promedio, solo 1,6 por ciento, muy por debajo del crecimiento del período 2010-2013, que se empinó por sobre 5,3 por ciento.
Si bien para este 2018 se espera un crecimiento de más del doble que el cuadrienio anterior, en torno al 4 por ciento, con lo que volveríamos a ser el país de mayor crecimiento en Latinoamérica, superando el promedio mundial, nuestra economía aún se encuentra débil, considerando el aumento de la deuda fiscal, los gastos proyectados para el futuro, la mala calidad de los empleos generados en el último tiempo.
La principal causa de la abrupta caída del crecimiento en el país estuvo dada por el efecto provocado por las reformas impulsadas durante la anterior Administración, que fueron cruciales para la disminución del crecimiento. Y todo este tiempo solo lo atribuyeron a que dicha situación, casi en su totalidad, se debía al escenario externo.
Los bajos resultados económicos del país impactaron directamente en muchas materias:
Empleo. Se crearon más de 150 mil empleos públicos.
Índice de competitividad global. Si bien Chile se mantiene en el lugar 33, de 137 países, en los últimos años experimentó un fuerte retroceso en el entorno macroeconómico.
Índice de libertad económica. En 2017 Chile retrocedió tres lugares, bajando del lugar 12 al 15.
Clasificación de riesgo. En julio del 2017, y luego de 25 años, nuestro país sufrió una rebaja en su clasificación de riesgo, debido principalmente a la prolongación del débil crecimiento económico y al incremento de la deuda pública.
Por otra parte, el crecimiento inmediato del salario mínimo será de 10 mil pesos, cifra bastante superior al incremento entregado por el Gobierno pasado, que fue solo de 6 mil pesos.
La deficiente situación económica por la que atravesó el país durante los últimos cuatro años no permite proponer un gran aumento del salario mínimo. La irresponsabilidad del ex Ministro de Hacienda, Alberto Arenas, quien propuso un aumento nominal del salario mínimo superior al 11 por ciento para 2015, por los supuestos "brotes verdes" que experimentaría nuestra economía, generó un aumento salarial que no tenía justificación alguna en las tasas de crecimiento que había experimentado el país.
En definitiva, voto a favor del proyecto, porque el aumento propuesto por el Gobierno permite equilibrar adecuadamente el aumento del salario mínimo con el resguardo de los empleos formales y de la actividad de nuestras pequeñas empresas.
Asimismo, se constituye en un precedente importante el relacionar directamente el aumento del salario mínimo con el crecimiento económico, con la finalidad de evitar el populismo que se puede dar en la discusión política en el Congreso.
Además, la adaptabilidad es clave para que los jóvenes puedan estudiar y trabajar, y también los adultos mayores. De igual forma, para que las mujeres puedan conciliar su maternidad con el trabajo es preciso que la institucionalidad laboral permita y ayude a los empleadores a ofrecer trabajos que sean compatibles con un proyecto familiar.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Ministro señor Monckeberg.


El señor MONCKEBERG (Ministro del Trabajo y Previsión Social).- Señor Presidente, en verdad, varios hemos participado, desde distintas posiciones, en este debate. Y pareciera que se reitera, una y otra vez, lo que aquí se escucha.
La presente discusión, a mi juicio, es de las más injustas que uno puede sostener, porque, efectivamente, da la impresión de que algunos son partidarios de subir hasta el infinito o todo lo posible el salario mínimo y otros, de que eso no ocurra, de que más bien se mantenga acotado.
Y lo cierto es que ninguna de las dos aseveraciones resulta válida.
¿Quién puede estar en contra de que el salario mínimo que fijemos aquí sea lo más alto posible? El punto radica en que nosotros no pagamos el salario mínimo, ni siquiera lo hace el Estado, sino, en un 90 por ciento, empresas de menos de diez trabajadores, o sea, las pequeñas empresas.
Y es evidente que si nosotros fijamos por un acto de ley o de voluntarismo un salario mínimo que aquellas empresas no pueden financiar, por querer ayudar, vamos a terminar perjudicando a los trabajadores.
Por lo mismo, este debate -y sé que constituye un esfuerzo especial- no debe perder la objetividad en cuanto a cuáles han sido los impactos en los reajustes históricos que ha experimentado el salario mínimo.
Cuando uno revisa los reajustes que se han aplicado en los últimos veinte años y los compara con el que hoy día está sometido a votación del Senado, solo puede concluir que el monto que aquí se presenta es un ¡muy buen reajuste!
Después de sostener conversaciones democráticas -porque aquí se ha intentado hacer ver que lo que pasó en la Cámara de Diputados fue casi una conversación informal o con ninguna validez- con distintas bancadas, con alternativas que se votaron, con participación en la Comisión respectiva; después de habernos reunido en más de siete oportunidades con la Central Unitaria de Trabajadores en el Ministerio de Hacienda, finalmente se propone lo siguiente.
En marzo de 2019 habrá un primer reajuste que subirá el salario mínimo a 300 mil pesos, el cual significa un incremento anual cercano al 8,7 por ciento nominal. Yo emplazo a los señores Senadores a que consulten los reajustes de los últimos quince años para ver si alguno se parece a este.
Y también se plantea que doce meses después, en marzo de 2020, habrá un reajuste base del 5 por ciento nominal. Analicemos la historia de los reajustes de todos los gobiernos hacia atrás y nos daremos cuenta de que el ofrecido es, en cifras -y las cifras no mienten-, un ¡muy buen reajuste!
Algunos han señalado en la discusión que les habría gustado que la plurianualidad, la extensión del reajuste, hubiera sido menor. Por supuesto que resulta legítimo pensar aquello. Pero eso implica, obviamente, que el guarismo también debe ser menor, porque, de lo contrario, tendríamos un reajuste sobre otro. Y podría suceder, por ejemplo, si la plurianualidad fuera hasta julio de 2020, que en ese año volveríamos a negociar un reajuste de 5 por ciento nominal, con lo que llegaríamos a un incremento anual que podría superar, de nuevo, el 8 por ciento nominal.
Esto es matemática, señor Presidente, y creo tremendamente importante tenerlo presente.
Unos gobiernan un período; otros gobiernan otro, pero no podemos hacer del reajuste del salario mínimo una especie de gallito, dependiendo de quién sea el encargado.
Por otra parte, aquí se ha invocado el Convenio 131 de la OIT. Dicho instrumento precisamente garantiza también, a partir de sus recomendaciones, que se escuche a todos los involucrados: trabajadores, empleadores. En ninguna parte el Convenio obliga a llegar a un acuerdo. Y nadie puede discutir que hicimos todos los esfuerzos humanos posibles para arribar a consenso con la Central Unitaria de Trabajadores. Y no solo eso, en la Cámara de Diputados establecimos un acuerdo que constituyó mayoría.
Señor Presidente, me preocupa que instalemos una metodología según la cual los acuerdos que se celebran en el Senado no son válidos en la Cámara de Diputados, y viceversa, porque así no vamos a construir un mejor país.
Evidentemente, los acuerdos siguen canales institucionales. Pero, en este caso, el alcanzado en la Cámara de Diputados no fue una cosa rara ni excepcional: representa guarismos superiores -insisto- a los promedios de los últimos diez años; representa una plurianualidad que reajusta más que al menos tres de las cuatro plurianualidades que este mismo Senado aprobó con anterioridad, incluso con los votos de aquellos que hoy día se han declarado contrarios a la plurianualidad.
Reitero: si uno ve las cuatro plurianualidades que se han aprobado en esta Corporación y las compara con la que aquí se somete a votación, se percatará de que nuestra propuesta es mejor, al menos, en tres casos.
Entonces, quisiera reivindicar, señor Presidente -y con esto termino-, la capacidad de un Gobierno de llegar a acuerdos. Y les quiero transmitir que la voluntad del Ministro que habla, y, en general, del Ejecutivo, será jugarse por los consensos y por el diálogo ¡siempre!, sin importar si se originan en la Cámara de Diputados o en el Senado. Y con la misma fuerza con que hoy día quiero reivindicar el acuerdo a que se llegó en la Cámara de Diputados, voy a reivindicar en dicha rama legislativa, cuando corresponda, los acuerdos que podamos constituir el día de mañana en el Senado, porque la considero una regla básica de la democracia.
Gracias, señor Presidente.
El señor MONTES (Presidente).- A usted, señor Ministro.
Tiene la palabra el Senador señor De Urresti.


El señor DE URRESTI.- Señor Presidente, Honorable Sala, quiero partir haciéndome cargo de las palabras que recién hemos escuchado del Ministro del Trabajo, de quien valoro que formule hoy día expresiones distintas a las que uno le escuchaba cuando él era Diputado de Oposición.
Y con el cariño y el respeto que uno siente por los excolegas, le digo: ¡cómo cambia la vida, Ministro! ¡Cómo cambian las circunstancias cuando se está con la guitarra y se debe convencer acerca del guarismo que ahora se plantea!
Es su tarea. Es la tarea de los Ministros. Es la tarea del Gobierno. Pero distintas eran las palabras que escuchaba hace un par de años.
¡Pero así es la vida...! ¡Todo cambia...!
Y también quiero señalarle al señor Ministro del Trabajo, con la fuerza que me da ser integrante de la bancada del Partido Socialista, que nosotros, como bancada, no hemos llegado en la Cámara Baja a ningún acuerdo con el Gobierno en materia de salario mínimo.
¡Y que eso quede claro!
Cóbrenles la palabra a los partidos con los cuales llegaron a acuerdo. Al Partido Socialista no le vengan con esa monserga. Seamos claros y precisos: no confundamos a la opinión pública. Los 19 Diputados del Partido Socialista votaron en contra del guarismo que ustedes plantean.
Insisto: seamos claros; no confundamos las cosas.
Y señalo, asimismo, antes de entrar al tema que nos convoca, que el Ministro del Trabajo debiera estar bastante preocupado no solo de mejorar la oferta de un salario mínimo, como hoy día estamos discutiendo -el guarismo, el carácter plurianual o no-, sino además de saber cuántos trabajadores de nuestro país están efectivamente ganando el salario mínimo y se encuentran sujetos a este tipo de condiciones. Porque no nos vengan con la otra monserga de que son los que laboran en las pequeñas empresas.
En el mundo laboral campesino y de agricultores de la Región de Los Ríos, sector que a mí me toca representar, se paga el sueldo mínimo. Y con buen o mal precio de la leche se sigue cancelando lo mismo. Mientras no cuenten con sindicatos y capacidad de organizarse, a esos trabajadores les continuarán pagando el mínimo.
Y eso sucede en gran cantidad de empresas. En el retail, por ejemplo, donde el Gobierno pretende con el estatuto joven perforar la capacidad de negociación de sus sindicatos, también se les paga el mínimo y comisiones.
Lo decía muy bien aquí el Senador Bianchi, quien preside la sesión desde la testera.
Lo mismo sucede en las empresas constructoras, automotoras: el mínimo y porcentaje.
Y consulten qué sucede en la gran industria del retail, con enormes utilidades. Y le pediría, Ministro -por su intermedio, señor Presidente-, que revisara cómo están los salarios ahí.
O pregúntele a su colega de al lado, el Ministro de Hacienda, quien el día de ayer señalaba: "Actividad económica crece al 5,2 por ciento en el segundo trimestre y anota su mejor registro desde el 2012". ¿No se atribuirá el Ministro de Hacienda la gestión de marzo? ¿No sostendrá que desde ahí en adelante comenzó el crecimiento? El año pasado, precisamente con reformas que se hicieron por parte del Gobierno de la Presidenta Bachelet, se logró reencaminar la actividad económica, y mostramos hoy día estas cifras.
Pero el asunto resulta contradictorio. Mientras por un lado nos dicen que el país está progresando, que tenemos las tasas más grandes de crecimiento desde 2012, se quiere negociar y se quiere establecer un sistema de incremento del salario mínimo sujetándolo, precisamente, a un carácter plurianual. Y no es que estemos en contra de esa modalidad.
Seamos claros: ustedes quieren separar la negociación, la
discusión del salario mínimo de las elecciones municipales y de gobernadores regionales.
Señor Presidente, qué bueno que esté presente el Ministro del Trabajo, porque me imagino que estará preocupado de lo que pasó en IANSA; en San Antonio, con mil 200 trabajadores; en fideos Suazo, en Curicó. Supongo que estará preocupado de esos miles de trabajadores, a los cuales les aseguraron nuevos tiempos y hoy día están en la calle.
Volviendo a lo que señalaba, me imagino que querrán evitar el 2020, en plenas elecciones municipales y de gobernadores regionales, tener que discutir de cara a la comunidad un reajuste, que corresponde ir nivelando y subiendo, pues hoy constituye un salario absolutamente indigno para un país con buenas cifras de crecimiento y que paga no a miles, sino a millones de ciudadanos ese sueldo mínimo.
Entonces, fuerte y claro, señores Ministros del Trabajo y de Hacienda: el Partido Socialista no va a estar disponible para este tipo de propuestas.
Se debe mejorar la propuesta; se debe dar capacidad de negociación a los distintos actores.
La distribución del crecimiento se mejora con el fortalecimiento de las organizaciones laborales, de los trabajadores y sus sindicatos, no con propuestas como la que hemos visto en los últimos meses, de un estatuto de trabajo para jóvenes, con un salario para jóvenes, que simplemente van a ser la mano de obra barata en una serie de empresas donde hoy día ya es complicado el tema de los salarios.
Reitero, fuerte y claro: el Partido Socialista no va a apoyar el guarismo ni el carácter plurianual que se ha planteado para esta propuesta.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, el Senador García nos decía: "¡No podemos hacer populismo!". Pero, en verdad, pienso que estamos haciendo masoquismo, porque no hay nadie en la Sala, a excepción del Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, que está a mis espaldas, con el poder de subir o bajar el guarismo.
La única autoridad política-económica es el Presidente de la República, pero tenemos a su delegado.
El Ministro Larraín es el brazo derecho -¡y bien derecho...!- en materia económica del Presidente Sebastián Piñera. Por tanto, es el único en la Sala que puede decir: "Sí, aumentamos el sueldo mínimo". Ninguno de los Senadores presentes tiene, porque nos está prohibido constitucionalmente, la facultad de incrementar los gastos del Estado.
Por lo tanto, ¡nos sometemos anualmente!
Llevamos -y veo en la Sala a varios colegas con tres, cuatro, cinco períodos- muchos años votando el sueldo mínimo. Y en cada oportunidad debemos enfrentar este debate, sobre el cual hay que opinar y votar sin tener capacidad alguna de modificar la cifra, a pesar de la voluntad positiva de aumentarla.
Por lo tanto, es masoquismo -por su intermedio, señor Presidente, para el Senador García-, ¡no es populismo!
Este tema lo estamos discutiendo los Senadores, que tenemos un sueldo ¡34 veces mayor al sueldo mínimo! Y ello debiera darnos al menos pudor.
La capacidad de votar el monto de un sueldo para un millón y medio de trabajadores está en manos de un Senado que no puede aumentarlo.
Hay un 2,3 por ciento de extrema pobreza en Chile. Es decir, 412 mil 839 chilenos no ganan lo suficiente para subsistir.
Pero tenemos un problema mayor: la concentración de la riqueza en nuestro país.
Como ha dicho Thomas Piketty, autor de El capital en el siglo XXI y que estuvo en Chile, el uno por ciento más rico tiene el 35 por ciento de la riqueza nacional, y es la cifra más alta del mundo.
Señor Presidente, no solo lo dice este autor, sino también la OCDE: Chile es el país con mayor desigualdad de entre sus miembros, ¡el de mayor desigualdad!
Por cierto, también somos la nación que ha crecido más en su ingreso per cápita en los últimos años en América Latina.
Entonces, la ecuación que debiéramos discutir es por qué el país que más crece en ingreso per cápita en América Latina tiene a su vez la mayor tasa de desigualdad y la mayor concentración de la riqueza.
El mecanismo que debiéramos debatir es cómo reducimos la desigualdad, cómo distribuimos mejor la riqueza en Chile, porque, en términos campesinos, "está mal pelado el chancho". O sea, este país crece, pero no se distribuye el crecimiento.
El Gobierno ha anunciado una reforma tributaria que significa una rebaja de impuestos. El Ministro no ha hablado sobre ella. ¿Qué va a significar la reforma tributaria?
El Presidente Piñera dijo: "¡No le voy a bajar los impuestos a los más ricos!".
Espero ver en el proyecto, cuando ingrese, si se le va a seguir bajando los impuestos a los más ricos. Y si se reducen, me gustaría saber cómo se van a compensar las bajas, porque el gasto social en Chile es cada vez más creciente, por la desigualdad.
La propuesta del Ejecutivo es plurianual. Nos ha dicho que serán 300 mil pesos para marzo del 2019, y luego el 2 por ciento de crecimiento garantizado.
Señor Presidente, le quiero recordar al Ministro de Hacienda, con mucho respeto -respeto que alguna vez él no ha tenido para referirse a mi persona como Senador en esta Sala-, que en noviembre de 2013, el último año del primer Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, asistió a esta Sala y nos presentó un Presupuesto para el 2014 -es decir, para el primer año de la Presidenta Bachelet (todavía no se decidía quién ganaba la elección)- con un crecimiento proyectado de 4,9 por ciento.
El Ministro estudió en Harvard. ¡Todos los Ministros de Hacienda cortados por la misma tijera, no importa del partido que sean! ¡Cortados por la misma tijera! ¡Formados en las mismas universidades! Y nos dijo que la economía en Chile iba a crecer al 4,9 por ciento el 2014. ¡Pero al final creció al 2,1 por ciento!
Los economistas, que son un poco las vacas sagradas que rigen los destinos de la gente, se podrán equivocar, ¡pero no en el cien por ciento! Porque si se equivocan en el cien por ciento, ¡de qué profesionalismo me hablan!
Mi pregunta de esa época -solo repito lo que dije en la Sala- fue cómo se puede equivocar un Ministro de Hacienda en la proyección del crecimiento en un cien por ciento.
Pero ¡claro!, se proyectaba un crecimiento de la economía de 4,9 por ciento porque existía la posibilidad de que el oficialismo de la época ganara. ¡Y no ganaron! ¡Ganó Bachelet!
Sin embargo, la verdad se impuso, los porfiados hechos dijeron que era el 2,1 por ciento.
Nadie niega los créditos profesionales del Ministro. Es un gran economista. Pero se equivocó, al menos el 2013, en predecir el crecimiento de la economía en Chile.
¿La proyección de la economía para el próximo año va a cumplirse? ¿Vienen los tiempos mejores? ¿Va a crecer?
Se nos ha intentado decir que la baja de la economía en Chile comenzó cuando llegó Bachelet. Pero todos los analistas mundiales han señalado que empezó el 2012, durante el Gobierno de Sebastián Piñera. Ahí comenzó el descenso en el ciclo del cobre: los chinos compraron menos cobre y empezó a bajar la economía.
Entonces, como en materia económica lo peor son las estadísticas, porque se pueden manejar, uno diría: "Aquí hay que apelar a un criterio de racionalidad".
Alguna vez en el PS se habló de los llamados "autoflagelantes" (que veían todo mal) y "autocomplacientes" (que veían todo bien).
Y frente a esa fórmula uno planteaba aplicar el hiperrealismo. Ni autocomplaciente ni autoflagelante: hiperrealismo. Es decir, no hay confianza en que la economía vaya a crecer adecuadamente. Y si lo hace adecuadamente, no hay confianza en que se vaya a reflejar en el crecimiento de los salarios de los trabajadores, porque la desigualdad se ha profundizado.
Y esto no lo ha garantizado -digámoslo francamente- ningún gobierno. La desigualdad sigue siendo parte de la política económica en Chile, y no hemos logrado enfrentarla; no hemos conseguido vencer el ciclo de la desigualdad.
¿Qué dice la Fundación Sol? En un estudio de 2018, usando cifras de 2017, menciona que 50,6 por ciento de los trabajadores chilenos gana menos de 380 mil pesos; 70,6 por ciento recibe menos de 550 mil pesos; 79,5 por ciento -una cifra brutal que debiera llamarnos a una profunda reflexión- gana menos de 700 mil pesos, y solo 15,3 por ciento recibe un monto superior a los 850 mil pesos.
¡Y en mi Región las pesqueras hacen contrato por día!
Esto lo conoce el Ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, porque fue Diputado por la Región del Biobío. Él sabe que las pesqueras les hacen contrato por el día -¡por el día!- a las trabajadoras.
Por cierto, también sabrá que el sueldo mínimo es el ingreso que les permite a los trabajadores acceder a la distribución de la riqueza.
¿Cuáles son los otros mecanismos?
Uno, la educación. Y hemos tenido un largo debate para ver cómo redistribuimos a través de ella.
Otro, los bonos.
Y ahí surge la pregunta -tema clásico de la economía-: ¿es el chorreo -o sea, cuando les sobra a los ricos algo llega a los más pobres- un sistema adecuado?
Señor Presidente, estamos en una situación que vale la pena revisar desde su origen.
El sistema neoliberal produce riqueza, pero no la redistribuye.
Aun más: es capitalista para las ganancias y socialista para las pérdidas. Porque cuando se pierde hay condonación tributaria masiva para las grandes empresas, de deudas con Impuestos Internos, en fin.
¡Ese es el sistema!
Entonces, cuando nos señalan que en esta materia debe haber plurianualidad, yo solo digo que si aquí estuviera Michael Moore e hiciera un video loco que recogiera las opiniones que varios Senadores de Gobierno que han intervenido hoy emitieron cuando estaban en la Oposición, veríamos que son del todo contrarias a las de entonces, o más bien, exactamente las mismas que han expresado esta tarde el colega Insulza y otros oradores.
¡Otra cosa es con guitarra...! ¡Otra cosa es ser Gobierno...!
Entonces, sería un video loco maravilloso, pues nos permitiría contrastar las opiniones entregadas desde dos lados del escritorio.
Por lo tanto, desconfío de las cifras de crecimiento que nos entregan. Y asimismo, de que solo el tema político no se discuta el año 2020.
Señor Presidente, hoy día debatíamos en esta Sala si había o no plata del Transantiago para implementar el perímetro de exclusión, para rebajar el precio de los pasajes, para mejorar la calidad del transporte público.
El señor MONTES (Presidente).- Terminó su tiempo, señor Senador.
Su Señoría dispone de un minuto adicional.
El señor NAVARRO.- Muchas gracias.
La Ministra, señor Presidente -retomo la idea-, nos dijo que no existían recursos para tales efectos.
Cuando discutimos en torno a la asignación de zona para los asistentes de la educación, la Ministra del ramo nos expresó que no había plata para ello.
¡Todo está proyectado para el 2020, año en que le van a poner un chorro inmenso a la economía!
¡Eso sí que es populismo: concentrar todo para el 2020, año de elecciones!
Yo voy a votar en contra, señor Presidente. Por pudor, no puedo aceptar una proposición de esta naturaleza. No tenemos facultad para aumentar los montos planteados. En la práctica, solo nos resulta factible aprobar o rechazar lo que se nos sugiere.
Solo me queda recordar que me he pronunciado en contra durante los últimos años, sin importarme el gobierno de turno.
Los díscolos deben ser díscolos siempre y no solo cuando les conviene.
Voto que no.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Latorre.


El señor LATORRE.- Señor Presidente, se ha dicho que quienes estamos a favor de que exista un salario mínimo que supere la línea de la pobreza somos irresponsables y populistas.
No es así.
Sabemos que si cambiamos el ingreso mínimo de un día para otro, obviamente ello va a tener un efecto en la economía. Sin embargo, queremos ver de qué manera como país nos ponemos una meta ambiciosa pero responsable para alcanzar gradualmente un salario mínimo que le permita a un trabajador o a una trabajadora sustentar con dignidad a una familia.
Como Frente Amplio, en la Cámara de Diputados propusimos que el salario mínimo avanzara gradualmente: desde 325 mil pesos el año 2019, para en seis años llegar a 420 mil, que hoy es la línea de la pobreza en Chile.
Los datos recientes de la encuesta CASEN muestran cómo nuestro país ha bajado significativamente las tasas de pobreza por ingresos: 8 por ciento. Sin embargo, la pobreza multidimensional sigue estando en 20 por ciento, mientras la concentración y la desigual distribución de los ingresos se mantienen estancadas.
Algunos han sostenido que la desigualdad aumentó. Sin embargo, el incremento de la tasa pertinente no es significativo estadísticamente.
Sí, hay una noticia triste: en Chile la desigual distribución de los ingresos se mantiene estancada.
Nosotros vemos en el salario mínimo distintos objetivos desde el punto de vista de la política pública.
Creemos que, en primer lugar, debe servir para que una persona pueda vivir de manera digna en la sociedad, según el patrón de consumo actual.
Asimismo, ha de ser una herramienta para superar la pobreza y una herramienta para la distribución de la riqueza.
Hoy el salario mínimo es insuficiente. El gasto promedio mensual de un hogar del 20 por ciento de la población más pobre es de 595 mil pesos (casi el doble del salario mínimo).
Además, nuestro salario mínimo representa solo 33,5 por ciento del PIB per cápita, lo que está en el nivel inferior de lo que recomienda la OCDE.
Hace algún tiempo, países de dicha Organización con PIB per cápita similares al de Chile tenían un salario mínimo superior al nuestro.
Como herramienta para la superación de la pobreza, en Chile no hemos planteado la discusión sobre la manera de impedir que personas que trabajan estén bajo la línea de la pobreza.
¡Eso no es ético en una comunidad: transgrede su pacto social!
En general tomamos otro tipo de variables al momento de debatirlo.
Nos parece que debemos reflexionar en torno a cuál es la señal que le damos a la comunidad cuando legislamos sobre esta materia.
Si aprobamos este aumento del salario mínimo, estaremos diciéndoles a casi un millón de trabajadores que, aun cuando se esfuercen, se levanten temprano, tengan un empleo formal con 45 horas a la semana y cumplan las reglas de la sociedad capitalista, no pueden contar con una fuente de ingresos que les permita vivir dignamente y van a quedar permanentemente condenados a la pobreza. Incluso más: cuando jubilen estarán condenados a las pensiones de miseria que otorga el sistema de las AFP.
Por ello, como Frente Amplio, le planteamos al Gobierno la posibilidad de poner un plazo gradual, a seis años -no de un año a otro-, para establecer un salario mínimo como el que Chile puede tener hoy día a fin de superar la línea de la pobreza.
En cuanto al salario mínimo como política pública, la Organización Internacional del Trabajo ha dicho que constituye una protección de los trabajadores contra las remuneraciones indebidamente bajas y contribuye a que todos se beneficien con una justa distribución de los frutos del progreso.
Hoy sabemos que no podemos pedirle todo al salario mínimo; sabemos que este se complementa con otras transferencias monetarias, con otras políticas sociales.
Pero ocurre que también eludimos la discusión sobre la negociación colectiva; por ejemplo, en cuanto a la negociación por rama productiva, para posibilitar que los trabajadores, según el estado económico de determinada área, negocien condiciones laborales distintas. Igualmente, evitamos el debate en torno a la existencia de un sistema tributario equitativo que permita redistribuir la riqueza.
Sabemos que hay empresas que actúan de manera democrática y regulan el salario máximo.
Así proceden, por ejemplo, las cooperativas de trabajadores.
Existen experiencias de muchos países del mundo, incluido Chile, donde a veces hay diferencias de 1 a 4, de 1 a 5, de 1 a 6 entre el salario mínimo y el salario máximo que pagan las empresas.
Lamentablemente, en nuestro país, en las empresas capitalistas, sobre todo en las grandes, esa diferencia se dispara en forma abismante.
Por eso también estamos a favor -sabemos que se trata de una discusión en paralelo- de la reducción de la dieta parlamentaria, para que tenga una relación de equidad con el salario mínimo: de veinte veces.
Nosotros proponemos reducir a la mitad la dieta parlamentaria, al objeto de que tenga una relación de veinte veces con el salario mínimo y no de cuarenta como sucede hoy.
Empleados de Televisión Nacional nos decían que algunos periodistas ganan 500 mil pesos y trabajan sin horario hasta los fines de semana, mientras un director ejecutivo percibe 18 millones. Eso, ¡en una empresa estatal!
El Estado es el primero que debe dar el ejemplo en esta materia.
Las empresas estatales, las universidades del Estado, el Parlamento, el Gobierno deben reducir los salarios máximos para que tengan alguna relación de equidad con el ingreso mínimo y así ir promoviendo un cambio cultural.
Como Frente Amplio, en la Cámara de Diputados no concurrimos al acuerdo porque la propuesta nos pareció mezquina.
No nos gusta la plurianualidad hasta el año 2021, y la consideramos muy menguada con relación al minisalario mínimo existente hoy en Chile.
Por eso, de algún modo el acuerdo a que arribó hoy día la Comisión de Hacienda del Senado es mucho más favorable que aquel a que se llegó en la Cámara Baja.
Por lo tanto, no nos pueden pedir o exigir que estemos a favor del acuerdo a que arribaron parlamentarios de Oposición -de la Democracia Cristiana, del Partido Radical- e independientes, quienes lograron un entendimiento con el Ejecutivo.
Acá estamos en otro escenario. Y en una de esas, si no existe consenso entre ambas ramas del Parlamento, esta iniciativa va a tener que ir a Comisión Mixta.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Pérez Varela.


El señor PÉREZ VARELA.- Señor Presidente, de este debate quedan absolutamente claras algunas cosas en las que me interesa bastante hacer especial énfasis.
Una, la voluntad de diálogo del Gobierno.
Sin duda, el esfuerzo que hizo en la Cámara de Diputados, el trabajo prelegislativo, la voluntad de diálogo para resolver materias siempre difíciles y complejas son algo valorable y que, en lo personal, quiero destacar.
Todos los años tenemos esta discusión, que genera pasiones y problemas, pero que debe ser resuelta a base de la voluntad de diálogo, que el Gobierno ha demostrado de sobra.
A ese respecto, valoro el accionar de los Ministros de Estado ante este proyecto de ley.
En segundo lugar, he escuchado con atención las intervenciones de los distintos señores Senadores y señoras Senadoras.
En esta Sala, señor Presidente, hubo dos afirmaciones del colega García que nadie ha desmentido. Se ha pasado por el lado de ellas, pero no se las ha abordado para los efectos de ilustrar adecuadamente el debate.
El Senador García -y con razón- dijo que el reajuste y los guarismos que se están proponiendo son los mayores de los últimos 8 años.
¡Nadie lo ha controvertido!
O sea, hoy día, cuando estamos ante una economía con grandes posibilidades de crecer después de años de estancamiento, existe disposición para reajustar el salario mínimo como no se había hecho en los últimos 8 años, lo que significa -segunda afirmación del colega García- un aumento real de cinco por ciento.
Esos son datos que debemos considerar y debatir para estar en contra o a favor de la propuesta sometida a nuestra resolución.
Aquí el Senador De Urresti plantea ¡fuerte y claro! que el Partido Socialista no está ni con el guarismo ni con la plurianualidad.
En los últimos 28 años, esa colectividad política ha gobernado durante 24. Y en esos 24 años ha estado con guarismos mucho menores que estos. A decir verdad, en los últimos 8 años, ¡fuerte y claro!, votó por guarismos más bajos.
Incluso, el Partido Socialista ha estado con situaciones de plurianualidad dando los mismos argumentos en contrario que acabamos de escuchar al Senador De Urresti, mi estimado contradictor.
Del debate de 2016 sobre el reajuste, en cuanto a la plurianualidad, voy a leer lo que dijo un destacado Senador de la Nueva Mayoría:
"Pero con relación al país," -porque después decía que a lo mejor el reajuste no era bueno para los trabajadores- "no quepa duda de que es mucho mejor dar una señal sobre la base de dos años, con la gradualidad que se plantea, que estar negociando en 2017 en pleno periodo de la campaña presidencial y parlamentaria, o bien, de las elecciones.".
"Es un signo de responsabilidad" -política- "en la forma de gobernar y de flexibilidad en la Administración que se acceda a un planteamiento" -que habían hecho- "de los Diputados de la Nueva Mayoría.".
Y señaló que por ello se pronunciaban a favor.
¡Esos son datos exactos!
La plurianualidad era buena el año 2016 porque no se iba a discutir el asunto en las elecciones.
Ahora, no: hoy es bueno discutirlo en las elecciones.
¡Pongámonos de acuerdo!
Porque, como expresaba el Senador Navarro, uno podrá tener una postura como opositor o como gobiernista. Pero no resulta admisible usar los datos de manera mañosa para justificar los fundamentos.
Por lo tanto, señor Presidente, al votar queremos reiterar nuestra valoración a la voluntad de diálogo del Gobierno, expresada por el Ministro Monckeberg, porque creemos que ese es el camino adecuado.
El salario mínimo es uno de los instrumentos de la economía para mejorarles la vida a los ciudadanos. Los otros son el crecimiento; la posibilidad de que los trabajadores tengan empleos que les permitan de verdad mejoramientos en sus remuneraciones, en fin. Y Chile está iniciando un camino que lleve a eso.
Por consiguiente -reitero-, discutamos en serio y sobre la base de cifras y datos como los entregados acá, que son indesmentibles.
Señor Presidente, el guarismo que propone el Gobierno, al cual llegó luego de conversaciones con distintas organizaciones gremiales y de un acuerdo con Diputados de la Oposición, es el mayor que se ha otorgado en los últimos 8 años. Y eso, en mi concepto, debe valorarse.
Aquello es demostrativo de que se está haciendo un esfuerzo y de que existe una visión en torno a la necesidad de que nuestro país camine por una senda que le permita ir ajustando socialmente las remuneraciones de los trabajadores, en particular las de los más desvalidos. Porque la ley en proyecto se dirige especialmente a estos, que tienen menos competencias y, por ende, enfrentan mayores dificultades en las zonas donde existe menos oferta ocupacional.
Es bueno, señor Presidente, que asumamos los datos, que discutamos sobre ellos y que veamos si están verdaderamente en la línea correcta con relación a las posibilidades y necesidades de nuestro país.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Elizalde.


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, Chile crece gracias al esfuerzo de todos, pero especialmente al de los trabajadores y las trabajadoras.
Por tanto, los frutos del crecimiento deben golpear las puertas de todos los hogares.
Ese es un desafío común, que se debe traducir en algo muy simple: todo trabajador o trabajadora, obviamente con jornada completa, debe tener un ingreso suficiente para no ser pobre, para salir de la pobreza.
Desafortunadamente, las cifras en nuestros países distan, porque el salario mínimo, que debe ser concebido como un piso, en muchas oportunidades en Chile es el techo. Así, mientras más numerosas son las familias y en tanto no existen fuentes de ingreso alternativas, se produce algo lamentable: trabajadores con jornada completa viven en la pobreza.
Por eso, desde hace ya bastante tiempo se ha debatido sobre la necesidad de avanzar hacia un salario ético que permita que los ingresos generados por el trabajo sean suficientes para garantizar una vida mínimamente digna.
Por cierto, nuestro desafío como país para reducir la pobreza (y desde que recuperamos la democracia hemos avanzado de manera sustantiva en esta materia) consiste en reforzar los ingresos autónomos, los ingresos que prioritariamente genera el trabajo. Ello, independiente de las transferencias monetarias y no monetarias que realiza el Estado, que por cierto deben servir de complemento a los ingresos de las personas y a los de las familias.
Existen múltiples instrumentos para aumentar las remuneraciones.
Uno muy relevante es la capacitación: a mayor calificación, mejor remuneración.
Otro, la negociación colectiva, que les posibilita a los trabajadores organizados contar con herramientas para mejorar sus condiciones laborales y, particularmente, sus remuneraciones.
Y sin duda, también el salario mínimo, cuyo incremento discutimos sobre la base del proyecto de ley presentado por el Gobierno.
Esta iniciativa establece un aumento, a contar del mes en curso, a 286 mil pesos, y a partir del 1° de marzo de 2019, a 300 mil.
De otro lado, agrega una fórmula plurianual, la que lamentablemente comprende un incremento bajo el crecimiento económico.
A ese respecto hay que ser categórico, pues en sucesivas intervenciones se ha escuchado en esta Sala la palabra "acuerdo". Se esgrime un supuesto acuerdo que sería vinculante para el Senado en términos de votar favorablemente el proyecto que nos ocupa.
A ese respecto hay que ser bien categórico.
Los acuerdos pueden ser estrechos o amplios, pero son formales.
Lo que ha sucedido aquí es que una mayoría de Diputados apoyó y aprobó el proyecto de ley presentado por el Ejecutivo tras las modificaciones hechas por el propio Gobierno, que debía mejorar su oferta.
Ahora bien, el Senado tiene que debatir los proyectos ya aprobados por la Cámara de Diputados. Conforme al sistema bicameral, nuestra Corporación evalúa en su mérito esas iniciativas, sin la obligación de ratificarlas. Por cierto, puede hacerlo, pero -repito- no está obligada a ello.
En seguida, aquí no ha habido acuerdo con el sector laboral. Las principales organizaciones -entre ellas, la Central Unitaria de Trabajadores- no han concordado ni con los guarismos ni con los plazos contenidos en la propuesta del Gobierno. Por lo tanto, mal se puede hablar de una coincidencia.
El problema es que la plurianualidad se transforma, en los términos de la propuesta del Gobierno, no en un piso, sino en un techo, e impide negociar en un tiempo más un aumento adicional al ingreso mínimo, conforme al crecimiento de la economía, para reducir la brecha existente con el ingreso ético.
La regla general ha consistido históricamente en la revisión periódica de los reajustes del ingreso mínimo. La excepción han sido los acuerdos plurianuales. Pero estos deben contar con fundamento, ya sea para enfrentar una situación económica compleja, ya sea para que el país dé un salto, con un incremento sistemático de dicha remuneración a fin de garantizar entradas que permitan salir de la pobreza a todos los chilenos con trabajo.
Lo anterior no es el caso que debatimos en la actualidad. Y, por eso, la plurianualidad obviamente no cumple con los requisitos esenciales para asegurar que en un tiempo próximo podamos seguir dando pasos en orden a mejorar con un sentido de responsabilidad las remuneraciones de los trabajadores, pero también con la ambición de hacer otro tanto con sus condiciones de vida.
He dicho.
El señor MONTES (Presidente).- Puede intervenir el Honorable señor Quintana.


El señor QUINTANA.- Señor Presidente, en marzo recién pasado, la línea de pobreza por persona equivalía a 159 mil 902 pesos. Eso quiere decir que en una familia de cuatro integrantes la pobreza estaría "superada" -si podemos usar esa palabra- con un ingreso de 639 mil pesos.
La primera pregunta que tenemos que hacernos es cómo un país que aspira al desarrollo solo puede otorgar un ingreso mínimo de 286 mil pesos.
Como queremos ser coherentes, trataré de ocuparme en el asunto en los minutos que me quedan, porque es el planteamiento que por lo menos estas bancas les formulamos también a los gobiernos en el pasado.
Una familia con un solo trabajador estaría muy por debajo, entonces, de la línea de la pobreza.
Por eso, hemos señalado que enfrentamos un problema de modelo, estructural, de cómo se halla construida nuestra economía, basada en la extracción de materias primas, pues solo en la medida en que se base en el talento, el capital humano, la innovación, se obtendrán mejores remuneraciones.
Las señales que vemos a diario no van en esta última dirección. Por el contrario. La familia se hallará ante mayores gastos.
Ayer sosteníamos un debate respecto de la educación. Bueno, lo que ofrece el Gobierno es volver al endeudamiento. Para reemplazar el CAE, un nuevo CAE consagra indefinidamente el endeudamiento de las familias chilenas. Eso va a tener un impacto, desde luego, en las de menores ingresos.
Entonces, entendiendo que esta es nuestra realidad, debemos referirnos al mecanismo plurianual, que a todas luces resulta excesivo. Un reajuste de tres años solo se justificaría en un país con una alta tasa de sindicalización y de organización de los trabajadores, pues, en tal caso, no se les estaría quitando poder de negociación.
Mas eso no sucede en Chile: se registra un veinte por ciento de sindicalización en el mundo de los trabajadores dependientes. Ello ha aumentado considerablemente gracias a la reforma laboral de la Presidenta Bachelet, medida tan criticada por algunos, pero que, desde luego, sigue siendo insuficiente.
En el pasado fijamos dos años, período planteado en estos días al Ministro de Hacienda por Senadores de las filas de la Oposición.
Evitar por tres años una negociación con los trabajadores parece un exceso, siendo prudente que la propuesta de ingreso mínimo se revise en marzo del año 2020, más aún con las señales que entrega a diario el Gobierno, en todos los horarios. Veíamos ayer al Presidente de la República en una cadena nacional, pero también intervienen ministros, entre ellos el de Hacienda. La actividad económica creció un 5,2 por ciento en el segundo trimestre y ha anotado su mejor registro desde 2012.
Toda la responsabilidad se achaca al Gobierno anterior, pero se olvida que la economía empieza a decaer en Chile el tercer trimestre del año 2013. El actual titular de Hacienda es el mismo de esa época. La recuperación comienza el segundo semestre del año pasado.
Si vamos a decir que las responsabilidades son externas, es preciso que tengamos un discurso siempre. Si vamos a hacer referencia a ciclos económicos, es preciso que tengamos un discurso siempre. No cabe la aseveración de que en un período la responsabilidad es interna y en otro, externa.
Incluso, las señales del Gobierno han sido más bien tranquilizadoras respecto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Ello nos parece bien si se cuenta con datos en esa dirección.
Pero, cuando se dan señales de que existe una economía pujante, que va a crecer un 5,2 por ciento, como se ha dicho, ¿por qué tendríamos que dejar con remuneraciones congeladas a más de un millón de trabajadores que ganan el mínimo? Eso no se entiende.
Por eso es que la plurianualidad resulta inaceptable en los términos planteados por la Cámara de Diputados y el Ejecutivo.
Los trabajadores están inquietos por las señales del Gobierno, mientras que los empresarios se manifiestan felices, aliviados. Con el proyecto queda de manifiesto el verdadero interés del Ejecutivo: por un lado, propone un aumento exiguo del ingreso mínimo, con una plurianualidad que vamos a rechazar, y por el otro, anuncia una rebaja de impuestos a las empresas. Porque esa es finalmente la propuesta: una rebaja de impuestos. No se dice cómo se recuperará la menor recaudación para el Estado.
Entonces, si a los trabajadores les aumentaremos solo un poquito, ¿por qué a las grandes empresas las eximiremos de entre 300 millones de dólares a mil millones por la propuesta de integración tributaria planteada recién?
Por todos estos antecedentes, vamos a rechazar la plurianualidad.
El señor PIZARRO.- Abra la votación, señor Presidente.
El señor MONTES (Presidente).- Hay un problema reglamentario.
Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, seré muy breve. Simplemente deseo consignar que se ha pedido reiteradamente en el Hemiciclo establecer una fijación del ingreso mínimo con criterios de plurianualidad, lo que permitiría que los efectos del crecimiento económico finalmente llegaran a todos los trabajadores.
Por supuesto que nosotros hemos planteado metas ambiciosas para poder dotarlos de una remuneración cada vez más digna.
El criterio expuesto por el Presidente Piñera al enviar la iniciativa en términos de establecer un sistema plurianual, pero además con la posibilidad de que el crecimiento económico pueda redituarles también a los trabajadores, va en la dirección correcta.
Por primera vez contamos con un proyecto de ley que establece elementos técnicos que se traducirán en que el sector laboral asimismo pueda compartir los frutos del desarrollo del país.
He dicho.
El señor MONTES (Presidente).- Puede intervenir el Honorable señor Coloma para una cuestión reglamentaria.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, deseo formular una solicitud.
El artículo 126 del Reglamento establece que, cuando hay una discusión general y particular a la vez, por "la sola aprobación general del proyecto se entenderán aprobados todos los artículos que no hayan sido objeto de indicaciones". Entonces, si se abriera la votación, podría quedar acogido lo que se acordó por unanimidad en su momento y quienes pensamos que la plurianualidad es muy importante no tendríamos la posibilidad de un pronunciamiento.
Sugiero votar en general, dar por aprobado lo que registró unanimidad y, después, para no hacer cinco votaciones, ya que los artículos son otros tantos -y para que ojalá hagamos un esfuerzo por ver el proyecto siguiente-, realizar una sola, para los efectos de proceder de buena manera.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario, quien expresará su opinión respecto de las cinco votaciones adicionales.


El señor LABBÉ (Secretario General).- El planteamiento del señor Senador lo entiendo en el sentido de que, en el fondo, la votación separada se refiere al artículo 1, porque los otros son consecuenciales de lo que suceda con la segunda parte de la disposición.
El señor MONTES (Presidente).- En votación general el proyecto de reajuste del ingreso mínimo.
El señor LETELIER.- Que se hagan sonar los timbres.
El señor MONTES (Presidente).- Así se hará, Su Señoría.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor MONTES (Presidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto por 35 votos contra 3 y 2 abstenciones.
Votaron por la afirmativa las señoras Aravena, Ebensperger, Goic, Muñoz, Órdenes, Rincón, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Castro, Chahuán, Coloma, De Urresti, Durana, Galilea, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Huenchumilla, Insulza, Kast, Lagos, Letelier, Moreira, Ossandón, Pérez Varela, Pizarro, Prohens, Pugh, Quintana, Quinteros, Sandoval y Soria.
Votaron por la negativa los señores Bianchi, Montes y Navarro.
Se abstuvieron los señores Elizalde y Latorre.

El señor MONTES (Presidente).- Ahora se votaría en particular lo aprobado respecto del artículo 1 por la Comisión, entonces.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- Entiendo que la petición de un pronunciamiento separado se refiere a la segunda parte de ese texto, con la cual se hallan ligadas, consecuencialmente, las modificaciones de los otros artículos.
Cabe dar antes por aprobado todo lo que registró unanimidad, vale decir, la primera parte. Eso simplificará, naturalmente.
El señor COLOMA.- Exacto.
El señor MONTES (Presidente).- Puede intervenir el Honorable señor Letelier.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, no sé si estaríamos de acuerdo, para los pronunciamientos venideros, con que se pueda votar a favor o en contra de lo propuesto en el informe de la Comisión de Hacienda.
El señor COLOMA.- Respecto de la plurianualidad.
El señor LETELIER.- Varios aspectos registraron unanimidad y en otros hubo discrepancias.
Creo que la aprobación permitiría simplificar. Si no, se repetirán varias votaciones.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, hagámoslo más fácil.
En el guarismo estamos de acuerdo, sin perjuicio de que, si lo quieren Sus Señorías, pueden pedir que se vote.
La diferencia radica en la plurianualidad. Nosotros votaremos a favor, por ejemplo, y las bancadas del frente en contra, o viceversa, según cómo se entienda.
Esa es la votación real.
El señor MONTES (Presidente).- Lo más directo es pronunciarse sobre lo aprobado por la Comisión, que contiene lo expresado por Su Señoría. Porque el resto, que no fue acogido por unanimidad, queda fuera.
En consecuencia, se votará el artículo 1,...
El señor COLOMA.- Y después el resto.
El señor MONTES (Presidente).-... y de ahí se desprenderán los otros...
El señor COLOMA.- No, señor Presidente. Nosotros estamos a favor.
El señor MONTES (Presidente).- ¿De qué?
El señor COLOMA.- Del guarismo. Hay un acuerdo al respecto. Se puede dar por sancionado.
El señor MONTES (Presidente).- Por unanimidad.
El señor COLOMA.- ¡Eso! Votaremos solo sobre lo que se rechazó.
El señor MONTES (Presidente).- Que no se incluye en lo concordado.
Si le parece a la Sala, la primera parte del artículo 1 se aprobará por unanimidad.
El señor LABBÉ (Secretario General).- Al igual que todo lo demás acordado por la Comisión en la misma forma.
El señor MONTES (Presidente).- Por supuesto.
El señor LETELIER.- Se trata de las dos oraciones iniciales del inciso primero.
El señor MONTES (Presidente).- Es lo que se consigna en la última columna del boletín comparado.
--Por unanimidad, se aprueban las dos primeras oraciones del artículo 1.
El señor MONTES (Presidente).- Ahora se votaría el resto del texto.
Tiene la palabra el señor Secretario.


El señor LABBÉ (Secretario General).- Esa parte va desde la frase "A contar del 1 de marzo del 2020, el monto del ingreso mínimo mensual", etcétera, hasta "cuya fecha de publicación sea la más reciente a la del reajuste que corresponda.".
Si ello se rechaza, las demás disposiciones ligadas a esa normativa quedan fuera del proyecto, consecuencialmente.
El señor MONTES (Presidente).- Quedan eliminadas.
En votación en esos términos.
El señor COLOMA.- ¿Cómo se vota?
El señor LABBÉ (Secretario General).- Los que no estén de acuerdo con la parte que se señaló tienen que hacerlo en contra.
--(Durante la votación).
El señor MONTES (Presidente).- Puede intervenir el Honorable señor Lagos.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, hubo recién un debate bien intenso.
Algunos señores Senadores han entendido que median acuerdos, y otros, que había un reclamo sobre el monto del reajuste, de acuerdo con lo que escuché. Eso no es cierto.
Quiero consignar, para evitar la posverdad, que todos vamos a acoger entusiastamente los trescientos mil pesos a contar de marzo del año próximo y los doscientos ochenta y seis mil a partir del mes en curso, con efecto retroactivo al día 1°.
En consecuencia, no hay un cuestionamiento al reajuste. No se trata de sentirse insatisfecho, si bien uno quisiera más.
La diferencia radicó en las oportunidades en que será preciso negociar nuevamente el ingreso mínimo. El Gobierno quería tres años. Se le dijo que no había espacio para eso y se propuso que fueran dos, exactamente lo acordado la última vez por el Senado.
¿Por qué hago la prevención?
El señor PIZARRO.- ¡No lo sabemos...!
El señor LAGOS.- Porque quiero tener claro, Su Señoría, que la aprobación unánime de trescientos mil pesos va a perseverar, cualquiera que sea el destino del proyecto. Como algunos llegaron a cierto acuerdo con otros sectores, espero que no porque este no se haya visto reflejado vamos a retroceder en la cantidad mencionada.
Eso es muy importante y quiero dejar una constancia al respecto. Por eso, fundamento el voto, para que después no se diga que hay un rechazo. No. Todos aprobamos gustosos los trescientos mil pesos -repito- a partir de marzo.
Esperamos que no haya un retroceso si, por alguna razón, no se logra establecer la plurianualidad de tres años, a pesar de haberse ofrecido dos al Gobierno y un acuerdo.
Gracias.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, seré muy breve.
Nosotros hemos acogido la parte inicial, relativa al guarismo propuesto por el Gobierno.
Lamentamos que la segunda parte, que asegura un reajuste muy importante en el período siguiente, haya sido rechazada por la Nueva Mayoría,...
La señora RINCÓN.- Por la Oposición.
La Nueva Mayoría ya murió.
El señor COLOMA.- Por la Oposición. Disculpe, Su Señoría.
Ello, a pesar de que un sector de dicha coalición había dado su aprobación, en un momento, en la Cámara de Diputados, como una forma de llegar a un acuerdo.
Deploramos que la plurianualidad, que es clave para dar seriedad a las políticas públicas y fue requerida por el Gobierno anterior, hoy día sea rechazada.
He dicho.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor MONTES (Presidente).- Terminada la votación.
--Se rechaza el resto del artículo 1 por 22 votos contra 19.
Votaron por la negativa las señoras Goic, Muñoz, Órdenes y Rincón y los señores Araya, Bianchi, De Urresti, Elizalde, Girardi, Guillier, Harboe, Huenchumilla, Insulza, Lagos, Latorre, Letelier, Montes, Navarro, Pizarro, Quintana, Quinteros y Soria.
Votaron por la afirmativa las señoras Aravena, Ebensperger, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Castro, Chahuán, Coloma, Durana, Galilea, García, García-Huidobro, Kast, Moreira, Ossandón, Pérez Varela, Prohens, Pugh y Sandoval.

El señor MONTES (Presidente).- Señor Secretario, indique las normas que, consecuencialmente, han quedado rechazadas.
El señor LABBÉ (Secretario General).- Quedan fuera las siguientes disposiciones:
-Los incisos tercero y cuarto del artículo 2 (página 3 del comparado).
-Los incisos tercero y cuarto del artículo 3 (página 4).
-El inciso segundo del artículo 4 (página 6).
-En el inciso sexto del artículo 4 (página 9) se proponía suprimir la frase ",y se les aplicará también el reajuste indicado en el inciso segundo". Esta modificación también está ligada a lo que ya se rechazó.
El señor MONTES (Presidente).- Así es.
¿Algo más, señor Secretario?
El señor LABBÉ (Secretario General).- En la página 10 se planteaba una enmienda al artículo 5: reemplazar la frase "las mismas fechas, proporciones y mecanismo" por "la misma fecha y proporción".
El señor MONTES (Presidente).- También queda fuera.
El señor LABBÉ (Secretario General).- Y en la página 11, el artículo 6 del texto de la Cámara Baja había sido rechazado.
El señor MONTES (Presidente).- Muy bien.
Entonces, queda despachado el proyecto