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EMISIÓN DE MEDIOS DE PAGO CON PROVISIÓN DE FONDOS POR ENTIDADES NO BANCARIAS


El señor LAGOS (Presidente).- Proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que permite la emisión de medios de pago con provisión de fondos por entidades no bancarias, con informe e informe complementario de la Comisión de Hacienda y urgencia calificada de "suma".
--Los antecedentes sobre el proyecto (9.197-03) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite: sesión 43ª, en 12 de agosto de 2015 (se da cuenta).
Informes de Comisión:
Hacienda: sesión 12ª, en 3 de mayo de 2016.
Hacienda (complementario): sesión 20ª, en 1 de junio de 2016.
Discusión:
Sesión 13ª, en 4 de mayo de 2016 (vuelve a la Comisión de Hacienda para un informe complementario).
El señor LAGOS (Presidente).- Solicito autorización para que ingrese a la Sala el Subsecretario de Hacienda.
No hay acuerdo.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- El objetivo de la iniciativa es potenciar la inclusión financiera de los sectores de menores ingresos de la población al promover y facilitar su acceso a los medios de pago electrónico mediante el desarrollo de instrumentos de pago con provisión de fondos o prepago que no sean solo extendidas por entidades bancarias que permiten almacenar fondos en forma previa, ya sea en tarjetas, cuentas de internet, teléfonos móviles o cualquier otro soporte.
Cabe recordar que la Comisión de Hacienda consigna, en su primer informe, que discutió este proyecto en general y en particular en virtud del acuerdo adoptado por la Sala con fecha 3 de marzo de 2016 y que aprobó la idea de legislar por la unanimidad de sus miembros, Senadores señores Coloma, García, Montes, Tuma y Zaldívar.
Conviene recordar, asimismo, que en sesión de fecha 4 de mayo de 2016 la Sala acordó remitir el proyecto a la Comisión de Hacienda para un informe complementario.
La referida Comisión aprobó el proyecto en particular con diversas enmiendas que acordó con las distintas votaciones que consigna en su informe.
Se hace presente que el artículo 2°; el artículo 3°, nuevo; el inciso tercero del artículo 4° (que pasa a ser 5°); el inciso primero del artículo 5° (que pasa a ser 6°); los números 1 -en lo que respecta al inciso cuarto, nuevo, que agrega- y 2 del artículo 7° (que pasa a ser 9°); el número 1 del artículo 9° (que pasa a ser 11), y los incisos primero y segundo del artículo 2° bis que agrega el numeral iii) del artículo 13, nuevo, son de rango orgánico constitucional y requieren para su aprobación 21 votos favorables.
Asimismo, el numeral i) y la letra b del numeral ii) del artículo 13, nuevo, son de quorum calificado y requieren para su aprobación 19 votos a favor.
El texto que se propone aprobar se consigna en las páginas 60 a 68 del informe complementario de la Comisión de Hacienda y en el boletín comparado que Sus Señorías tienen a su disposición.
El señor LAGOS (Presidente).- En discusión general el proyecto.
Tiene la palabra el Senador señor Coloma y, después, el Senador señor Tuma.
El señor COLOMA.- El Senador Tuma primero, señor Presidente.
El señor LAGOS (Presidente).- Muy bien.
Entonces, tiene la palabra primero el Senador señor Tuma.


El señor TUMA.- Señor Presidente, este es un proyecto que tiene por finalidad modernizar los medios de pago para adecuarlos a los que serán los instrumentos del futuro.
Lo que hoy conocemos como moneda o dinero va a ser reemplazado, inexorablemente, por el dinero electrónico, que es el futuro del sistema de transacciones que se promueve en el mundo. El dinero electrónico ofrece mayor seguridad, menores costos y mayor inclusión financiera de la población.
Este es un paso que esperamos que propicie más competencia y mayor innovación. Ese es el corazón del proyecto.
Por más de 25 años se ha congelado la competencia en el país a través de la autorización monopólica que se otorgó en determinado momento a Transbank. ¡Qué bueno que hace dos décadas y media haya traído la modernidad, y qué bueno que haya habido una masificación de máquinas! Sin embargo, ello no ha sido suficiente para incorporar a toda la población ni tampoco para introducir competencia. Por el contrario, ha constituido un monopolio que le hace daño a la economía y a la inclusión financiera.
Transbank, empresa de apoyo al giro bancario y de propiedad mayoritaria de cuatro bancos, ha sido insuficiente en cobertura, con altos precios, especialmente para las pequeñas empresas, y con baja innovación.
No deja de ser extraño que justo ahora, cuando estamos aprobando el ingreso de nuevos actores al mercado del dinero electrónico a través del prepago, esta empresa, como nunca antes, empiece a salir de las cavernas para ofrecer la aplicación de nuevas tecnologías. Jamás, en 25 años, habíamos conocido ningún avance, ninguna novedad respecto de Transbank; solamente habíamos conocido su monopolio.
Pues bien, no hicimos más que empezar a discutir este proyecto, que permite la modernización del dinero y la ampliación de la cobertura, con el fin de que todos los que quieran innovar puedan entrar al negocio de la tarjeta de pago, y aparecieron los avances tecnológicos.
Transbank cuenta con sus propias máquinas. El pequeño comercio no puede elegir otro sistema ni regodearse con distintas tarifas. Tiene que pagar el precio que le impone la posición dominante: Transbank.
Y, además, un segmento importante de las pymes -en especial, las micro y pequeñas empresas- no está incorporado al uso de la tarjeta.
Yo he visto a personas de escasos recursos iniciar una microempresa.
En el caso de La Araucanía, observo una gran potencialidad en el turismo, en cuanto a la adquisición de productos de artesanía. En tal sentido, he visto a visitantes extranjeros (fundamentalmente, europeos) o a nacionales de altos ingresos decididos a comprar, por ejemplo, una manta tejida y a la respectiva artesana dispuesta a venderla a un valor que oscila entre 300 y 400 mil pesos. Pero, como nadie anda con ese dinero en efectivo encima y la artesana no cuenta con una máquina u otro mecanismo para comercializar a través de una tarjeta bancaria, ello no se ha podido realizar.
Por lo tanto, creo que debemos buscar la forma de masificar tales servicios.
Curiosamente, recién ahora Transbank ofrece la aplicación de nuevas tecnologías, como la de pagar mediante el teléfono móvil.
Analizamos este punto en la Comisión con los Senadores Zaldívar y Coloma. Vimos que el gran desafío que enfrentan las empresas de telecomunicaciones radica en que se permita realizar un avance en el teléfono celular que haga posible a cualquier persona efectuar un pago a través de un sistema tecnológico telefónico y recibir por la misma vía lo cancelado.
El sistema de prepago es una buena herramienta para ofrecer a diversos sectores de la población el acceso al dinero electrónico; otorga más seguridad al momento de operar con una tarjeta que contiene un monto fijo, sin arriesgar en transacciones cotidianas la cuenta corriente o la tarjeta de crédito, y permite evitar viajes y trámites de mayor riesgo para adultos mayores o beneficiarios de subsidios del Estado.
Para promover la modernización en el mercado del dinero electrónico, hay que compatibilizar seguridad y competencia.
Por ello, si bien compartimos las facultades entregadas al Banco Central y a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, creemos que hay criterios que deben quedar en la futura ley.
Tal como señala la experiencia comparada, el capital mínimo para las sociedades de giro exclusivo puede ser una barrera de entrada. En la discusión inicial se planteó un umbral de 100 mil unidades de fomento (del orden de los 4 millones de dólares), mientras que en Europa, para iniciar tales actividades como emisor de tarjeta de prepago, se exige 350 mil euros y no ¡4 millones de dólares!, como se había sugerido al comienzo de la discusión de este proyecto.
En definitiva, el texto propuesto no contempla un techo como exigencia del Banco Central a quienes quieran competir. Es muy muy importante que en esta materia podamos legislar. De otro modo, el Instituto Emisor va a garantizar seguridad, pero en ningún caso competencia.
Debemos buscar el equilibrio entre seguridad y competencia.
Por otra parte, es esencial promover medidas de competencia entre los actores, para lo cual debemos prohibir cualquier conducta anticompetitiva, por ejemplo, los acuerdos de precios entre los emisores y los tarjetahabientes, como ocurre hoy día con Transbank y los bancos. Estos, curiosamente, pertenecen a los mismos propietarios; por ende, entre ellos no compiten, sino, al revés, adoptan acuerdos para obtener mayores ingresos y no para ofrecer en el ámbito comercial alguna elección a quienes usan el sistema.
A su vez, debemos promover la entrada de más actores al mercado.
De ahí que sea muy relevante que el legislador, a través del presente proyecto de ley, entregue una orientación al Banco Central en este ámbito: queremos no solamente seguridad, sino también sistemas competitivos.
Por otra parte, esperamos que el ingreso del Metro como emisor de medios de prepago permita establecer un modelo de negocio abierto, competitivo y con interoperatividad. O sea, que cualquier emisor de tarjetas pueda operar haciendo uso de las redes de Metro y que esta empresa pueda ingresar a cualquier otro mercado.
Creo que eso es lo ideal en materia de oferta de alternativas y constituye el compromiso que han asumido el Presidente del Metro y el Ministro de Transportes, a quien saludo.
El volumen de operación y la incorporación de nuevas tecnologías deberían impactar en dicho mercado.
Curiosamente, el Ministerio es de Transportes -ello guarda relación con el Metro- y también de Telecomunicaciones. Por lo tanto, dicha Cartera tendrá un gran rol en ese ámbito para incentivar la innovación, para incentivar la competencia, para incentivar la incorporación de más tecnología.
Por último, hago presente que el avance propuesto en el uso del dinero electrónico, que incorpora con velocidad nuevas tecnologías -como las transacciones a través de los smartphones con dispositivos de comunicación de campo cercano y de las tarjetas de prepago-, requiere asegurar la competencia en las transacciones.
Espero que se concrete pronto la propuesta del Senador García en orden a constituir Comisiones unidas de Hacienda y de Economía con el objeto de regular lo relativo a Transbank. Ojalá dichas instancias sean citadas cuanto antes para avanzar en esa materia.
Por lo tanto, señor Presidente, anuncio que votaré favorablemente este proyecto.
El señor LAGOS (Presidente).- Ya que Su Señoría quiere votar, consulto a la Sala si hay acuerdo para abrir la votación.
El señor COLOMA.- ¿Es en general?
El señor LAGOS (Presidente).- Sí. Votaríamos la idea de legislar.
Además, un señor Senador me ha avisado que desde ya va a pedir plazo para formular indicaciones, las que serán analizadas durante la discusión en particular.
¿Habría acuerdo para proceder a votar?
El señor COLOMA.- ¡Pero con los mismos minutos!
El señor LAGOS (Presidente).- Claro, manteniendo los tiempos.
Acordado.
En votación el proyecto en general.
--(Durante la votación).
El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Coloma.


El señor COLOMA.- ¡Muchas gracias, señor Presidente, por su comprensión y agilidad para tomar decisiones...!
Quiero pedir altiro que se fije un plazo para indicaciones, a fin de facilitar el trámite de este proyecto, que, a mi juicio, va en una buena línea considerando que estamos en la discusión general.
Deseo fundamentar por qué, en lo grueso, me parece positiva la iniciativa e indicar dónde están los puntos de interrogante que quiero dejar consignados en esta ocasión, a pesar de que algo ya se dijo en la Sala el 4 de mayo pasado.
Este proyecto viene de la Administración anterior y ha sido defendido con énfasis por el actual Gobierno.
Su objetivo es enfrentar una realidad bien compleja, y la graficaré de la siguiente manera.
En Chile, poquito más del 60 por ciento de la población mayor de 15 años tiene cuentas en instituciones financieras, lo que contrasta con el promedio de los países desarrollados de la OCDE -aunque dicho parámetro no es el Corán, ayuda a definir ciertos criterios-, que llega a 94 por ciento. O sea, tenemos un déficit muy notorio en esta materia.
Ello constituye un grave perjuicio a la hora de nivelar la cancha, ya que implica que numerosas personas, por ejemplo, reciben su sueldo en efectivo, con lo cual la capacidad de ahorro se torna mucho más compleja. Además, una gran situación de inseguridad se asocia al hecho de andar con dinero.
El efectivo no es un problema. Algunos lo instalan como el gran problema del siglo XXI. No creo que sea así, aunque sí genera una dosis de inseguridad muy relevante, lo que ha tendido a soslayarse en el mundo por la vía de establecer instrumentos financieros adecuados y modernos a tal efecto.
¿Por qué ese 40 por ciento -un poquito menos- de la población no tiene cuentas en instituciones financieras? Algunas personas, porque no quieren y otras, porque eso supone un costo de bancarización que obviamente excede sus posibilidades, y tienen toda la razón al tomar una decisión libre.
¿Qué busca este proyecto? Básicamente, señalar que hay otros medios de pago no bancarios. Este es el cambio sustancial que se persigue, el cual -como se ha señalado- permitirá que no sea necesario, cuando no sea en efectivo, hacer las transacciones a través de la emisión de una tarjeta bancaria, sino que será posible usar otras formas que surjan, las cuales podrán estar asociadas a múltiples lógicas: telefónicas o del comercio. El mundo de la competencia es muy fértil en ese tipo de situaciones.
Obviamente, esto tiene que ver con mayor seguridad, con mayor modernidad. Es el incipiente cambio de la sociedad, pues es probable que en el futuro todo se haga por teléfono. Las transacciones se realizarán por ese tipo de medios, incluso si la división es entre tarjetas bancarias o no bancarias. Este es un paso hacia ese escenario.
Me parece que el trámite de este proyecto en el Senado fue bueno, en la lógica de establecer que el Banco Central dicte las instrucciones para el funcionamiento de este sistema, que -lo adelanto- tendrá dos modalidades: tarjetas nominativas, con el nombre y apellido de la persona, o tarjetas al portador, que se usan mucho en el mundo y son muy útiles, por ejemplo, en las compras por Internet.
Uno de los problemas que genera el hecho de disponer de una tarjeta bancaria para una compra por Internet es el límite. Cuando uno tiene determinada cantidad en una tarjeta de prepago y sabe que va a comprar algo por un monto equivalente, los temores respecto de las clonaciones o robos obviamente se acotan por la dimensión que adquiere lo que está en riesgo, cuestión que me parece muy importante.
Quiero dejar claro que todo esto se encuentra reglado por la Superintendencia de Bancos.
Creo que este proyecto habría contado con una unanimidad vociferante, alegre, y habría implicado un paso muy significativo, de no ser porque al final de su tramitación el Ejecutivo envió una indicación que, en lo medular, faculta a que la tarjeta bip! pueda ser utilizada como uno de estos medios de pago.
No dudo de la buena intención del legislador, en el sentido de poder aprovechar un instrumento que cuenta con una penetración importante en la Región Metropolitana: se calcula que 2 millones de personas, sin mayor dificultad, podrían adscribirse a este sistema.
Pero, en lo personal, señor Presidente, mi opinión es distinta. Considero que esto constituye un error. Y por lo menos quiero transmitirlo.
Primero, es un error por las facultades que se dan al Metro.Esta empresa es especialista en transporte. Hoy día, si hay un problema complejo es el transporte público, este requiere la concentración máxima de las autoridades y no que se vincule al Metro en un negocio completamente distinto.
Tengo aquí una comunicación que también ha llegado a varios parlamentarios.
En la Comisión de Hacienda, don Javier Etcheverry -persona que entiende de esta materia- cuestionó lo que el Gerente del Canal de Ventas del Metro señalaba en el sentido de que la empresa no tiene definida todavía una política pública respecto de cómo puede funcionar este sistema. Y agregó que al plantearlo se puede entender que el responsable de la tarjeta bip! es el Metro y no el Ministerio de Transportes, lo que limitaría la responsabilidad de esta Cartera sobre la gestión del Transantiago, ya que una parte crítica de dicho sistema pasaría a depender directamente del Metro.
O sea, aquí hay un tema muy de fondo.
Primero, existe un cambio de responsabilidades, en la forma de entender quién es al final responsable del Transantiago. Por esta vía, puede endilgarse la responsabilidad que hoy día tiene el Ministerio de Transportes al Metro, que es un coadyuvante muy diferente del Transantiago en sí mismo.
Segundo, este es un rol que al Estado no le corresponde.
Yo siento que hoy día existe gran capacidad en los particulares para vincularse a esta actividad, ya que no estará bancarizada y se podrán ampliar con mucha fuerza y éxito. Sin embargo, será difícil que pueda darse una lógica de competencia si se instala como elemento central que una empresa del Estado, como el Metro, se involucra con un aumento de capital (que no está en la ley pero que fue anunciado por el Ministro de Hacienda) del orden de 40 millones de dólares.
O sea, parece que el Ministro de Hacienda dispone de flexibilidades para ciertas cosas: pide ajuste en algunos temas, pero en otros, como el referido a Televisión Nacional o a este caso, da la impresión de que tiene una billetera amplia.
No sé quién va a competir con alguien que cuente con 40 millones de dólares de subsidio para instalarse en un esquema que requiere competencia. ¡Aquí se requiere competencia! Esta es esencial, e instalar un operador de esta naturaleza disminuye esa competencia tan buscada.
Adicionalmente, me parece que la lógica de cómo enfrentar los problemas del futuro no se relaciona con cómo empoderar al sistema estatal, sino en cómo generar los incentivos correctos.
El Metro es una empresa vinculada a la Región Metropolitana, que representa a una parte de las personas que no están bancarizadas, pero hay una inmensa cantidad de gente en regiones que no tiene la lógica del Metro. Entonces, obviamente, si la competencia se ve limitada porque esta empresa es un operador demasiado relevante, la capacidad de regionalizar será muy menor, muy escueta, muy difícil.
Así lo han planteado personas como Felipe Morandé, quien envió a varios colegas un documento referido al peligro de instalar la lógica de que porque no hay bancarización en la Región Metropolitana esta se va a dar automáticamente en regiones.
Creo que existe un problema inverso. Esto genera un incentivo para ampliar el Metro, a mi juicio y al de especialistas, que es peligroso respecto de Transbank, porque el Metro no tiene plataforma de esta naturaleza y aquella dispone de 90 mil comercios afiliados. Son cosas bilaterales.
Entonces, podemos creer que el Metro será capaz de generar ese número de convenios con particulares o que usará la plataforma de Transbank, con lo que se generará, por las dificultades de competencia que presenta, algo mucho más perjudicial en términos de la legítima competencia.
Hay un costo de inversión y un subsidio del Estado evidentes. Eso ya se encuentra definido. Sobre el particular, no veo ninguna razón para que un proyecto de esta envergadura deba pasar por un asunto que no estaba en el proyecto original, que no estaba en la indicación sustitutiva que el Gobierno planteó en la Cámara de Diputados, que no estaba en el proyecto que llegó al Senado, sino que se incluyó al final de su tramitación.
Me parece que esto termina demoliendo una buena parte de las virtudes que tenía respecto a este sistema, que realmente era muy innovador.
Está por concluir mi tiempo, señor Presidente, ¿me da un minuto adicional?
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Sí, Su Señoría.
El señor COLOMA.-O sea, lo que uno alcanzaba a ver era un paso hacia el futuro que se avecina, ¡pero un paso que generaba competencia...!
Nunca imaginé que esto se iba a transformar en una especie de vaso comunicante entre una empresa del Estado para tratar de, por esa vía, bancarizar.
Si se quisiera que fuera así, lo podría realizar mediante el BancoEstado. No hay dificultad para ello. Lo que sorprende es que no habiéndolo hecho por el costo involucrado, se trate de endosar a una empresa como el Metro, que ha sido exitosa en su tarea cada vez más difícil por lo que ha significado el Transantiago, otro tipo de facultades con los subsiguientes problemas de competencia y de sistema.
Por eso, señor Presidente, voto a favor de la idea de legislar, y pido que se fije plazo con el fin de formular indicaciones.
No soy partidario de que el Metro ingrese en este tipo de negocios, por el subsidio del Estado, pero sobre todo por la falta de competencia que se provocaría. Esto la anularía.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor García.


El señor GARCÍA.- Señor Presidente, este proyecto autoriza la emisión y operación de medios de pago con provisión de fondos por empresas o entidades no bancarias.
Probablemente, este va a ser el instrumento de pago más común en los próximos años. No solo como tarjeta, sino como medio directamente conectado a la telefonía celular. Vamos a tener allí nuestros registros, los saldos en nuestra cuenta, y con ese mismo teléfono podremos pagar las distintas compras y servicios que vayamos adquiriendo.
Por lo tanto, este es un proyecto moderno, necesario; un proyecto que nos pone a tono con las mejores prácticas que ocurren en los países más desarrollados del mundo.
Estas empresas o entidades especiales que podrán emitir medios de pago con provisión de fondos y que no son bancarias -van a ser cooperativas, instituciones del retail financiero, cajas de compensación, pero no bancos, pues estos ya están autorizados y nunca se han interesado en emitir tarjetas de prepago- tendrán que cumplir las normativas que al efecto dicte el Banco Central, por ejemplo, respecto del capital. Deberá exigirse un capital que dé confianza, seguridad, garantía, pero que, al mismo tiempo, no signifique que solo los grandes puedan entrar al negocio y participar en la emisión de estos medios de pago.
Estas mismas empresas, que tendrán que cumplir con los requisitos que establezca el Banco Central, serán supervisadas a su vez por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras.
En consecuencia, creo que la iniciativa está bien amarrada: entidades con un giro específico, concreto, único, que se regirán por normas previamente establecidas por el Banco Central y que serán supervisadas por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras.
La ciudadanía puede estar tranquila en el sentido de que se tratará de instituciones serias que van a dar cumplimiento a la normativa que las regirá.
Esto va a permitir que millones de personas que hoy día no están bancarizadas ingresen al sistema -esa es una de las grandes ventajas-, lo que les dará más seguridad al momento de efectuar un pago. Ya no lo harán con dinero en efectivo, con todo el riesgo que eso significa hoy día -asaltos, robos, etcétera-, sino que podrán utilizar otro instrumento: un plástico o el teléfono celular.
Por eso, señor Presidente, este es un proyecto que debemos apoyar entusiastamente.
¿Está exento de problemas? No. Porque una de las críticas que hoy día les podemos hacer a estos sistemas de pago, principalmente a los que emplean tarjetas, es que cuentan con una sola carretera para su utilización: Transbank. Y como es una sola, las comisiones que cobra en muchos casos son sumamente altas, sobre todo desde el punto de vista del pequeño comercio.
Por lo tanto, lo deseable es que haya competencia, que exista más de una vía que nos permita ocupar estos medios de pago.
Como bien explicó el Senador Tuma, existe otro proyecto de ley que busca incentivar la competencia en estas carreteras para el uso de las tarjetas y aumentar los actores en este negocio. Ojalá tengamos mayor competencia, lo que sería absolutamente deseable -hoy día ella no existe-, y una considerable disminución de las comisiones, para beneficiar a los tarjetahabientes y, de manera muy especial, al comercio asociado a tales tarjetas.
Señor Presidente, como aquí se ha dicho, en las últimas semanas el Gobierno presentó una indicación para incorporar al Metro, con su tarjeta bip!, al sistema de prepago.
Yo tengo una aproximación positiva a la participación del Metro.
El Metro tiene hoy día cinco millones de tarjetahabientes. De ellos, aproximadamente dos millones de personas pertenecen al estrato socioeconómico bajo. Difícilmente entidades privadas se van a interesar en entregar a esos usuarios una tarjeta de prepago. ¡Muy difícilmente!
Por lo tanto, si la idea es generar competencia y bancarizar al mayor número posible de compatriotas, me parece que el Metro, a través de su tarjeta bip!, puede ser un buen canal.
Y digo "puede ser", porque aquí se han dicho cosas que son ciertas. Por ejemplo, que el Metro hoy día no cuenta con un modelo de negocios para operar este tipo de instrumentos.
En el fondo, lo que se hace es darle una autorización al Metro para que pueda investigar, desarrollar ese modelo de negocios y, si llega a la conclusión de que es rentable, implementarlo. Pero perfectamente bien podría llegar a la conclusión de que no es rentable, de que no es un buen negocio, de que habrá mucha competencia de otras entidades y desechar esa posibilidad.
En ese sentido, señor Presidente, después de que la Sala fije un plazo para presentar indicaciones -sugiero el lunes 20 de junio, a las 12-, en la Comisión de Hacienda tendremos que hacer un buen trabajo que nos permita acercar las distintas posiciones y superar las incertidumbres y las dudas que existen sobre la participación del Metro en este tipo de negocios, a fin de garantizar lo que todos queremos.
Porque esto es bien curioso: todos queremos mayor competencia.
Yo soy de los que creen que si ingresa el Metro tendremos más competencia. Otros piensan que si dicha empresa entra al negocio la competencia se va a inhibir.
Bueno, espero que seamos capaces de hacer claridad acerca de lo que va a ocurrir.
Yo recuerdo que la indicación presentada por el Ejecutivo sobre la incorporación del Metro exigía incluso un pronunciamiento del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, precisamente para saber si lo que estamos haciendo es bueno o es malo, si incentiva o desincentiva la competencia.
Entonces, creo que en materia de incorporación del Metro todavía nos quedan dudas por resolver y trabajo por hacer.
Concluyo, señor Presidente, manifestando que votaré entusiastamente a favor del proyecto. Como se ha dicho, fue presentado por la Administración del Presidente Sebastián Piñera. Tendremos que analizar con mayor detalle la incorporación del Metro, pero no cabe duda de que es una iniciativa positiva, moderna, necesaria.
Muchas gracias.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- La Mesa recoge la propuesta que ha formulado el Senador señor García en cuanto al plazo de formulación de indicaciones. La someteremos a consideración de la Sala al final de la votación.
Tiene la palabra el Senador señor Zaldívar.


El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- Señor Presidente, los Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra, miembros de la Comisión de Hacienda, han hecho una exposición sobre el significado de este articulado.
A mi juicio, estamos ante un proyecto necesario para que el país se ponga más o menos a tono con lo que está pasando en el resto del mundo en cuanto al uso de la tecnología aplicada al manejo del dinero.
Si uno recorre las noticias a nivel mundial, verá que se está reduciendo la cantidad de dinero en monedas y billetes. Incluso, en Europa se ha ordenado suspender el billete de 500 euros. ¿Por qué? Porque se está llegando a lo que hoy día llamamos "dinero electrónico" -antes se hablaba del "dinero plástico"-, que se está instalando en todas partes del mundo.
Actualmente, existen numerosas tarjetas que sirven como medio de pago, pero son instrumentos cerrados que muchas veces solo operan en las grandes tiendas o en algunos comercios.
Los únicos habilitados hoy día para emitir tarjetas de medio de pago con provisión de fondos son los bancos. Sin embargo, ellos no están en el giro de emisión de este tipo de instrumentos, sino que más bien ofrecen tarjetas de débito, que requieren que su titular tenga una cuenta corriente, y por medio de las cuales es posible, entre otras cosas, sacar dinero desde los cajeros automáticos. Hoy día una persona va a una tienda y paga con una tarjeta de débito con cargo a su cuenta corriente. Esta práctica se ha hecho usual en los restoranes y en casi todas partes. Ya no se utiliza mayormente la tarjeta de crédito; se utiliza la de débito.
Pero llegaremos mucho más allá. Todos los expertos dicen que habrá solo un medio de pago: el celular.
De hecho, ello ya está ocurriendo. Ustedes pueden ir a algunos locales comerciales y el vendedor les dirá: "Esto vale tanto". Si ustedes le preguntan por la modalidad de pago, si a través de una tarjeta de crédito o de débito, él puede que les conteste: "Mire, ¿por qué no me lo paga mediante transferencia?". Entonces, basta con tomar el celular, acceder al sitio web del banco y hacer una transferencia a la cuenta corriente del comerciante. Él mira su teléfono y ve que la transacción está acreditada en su cuenta corriente, en menos de un segundo.
Ese es el nivel de tecnología al que estamos llegando. Y el presente proyecto de ley tiene por objeto, precisamente, avanzar en ese sentido.
No me referiré al tema específico del Metro, que es discutible. Pero la Comisión de Hacienda aprobó la totalidad del proyecto por unanimidad, salvo la inclusión del Metro, que se acogió por mayoría.
Las instituciones no bancarias que deseen emitir estos medios de pago con provisión de fondos deberán constituirse como sociedades anónimas de giro exclusivo. Además, estarán sujetas a la fiscalización de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras y a la regulación del Banco Central.
Y hay que ser exigentes. Esto no va en contra de la competencia. Efectivamente, como decía el Senador Coloma, ella es necesaria. Pero también hay que tener cuidado. No puede constituirse cualquiera en emisor de tarjetas sin que exista un cierto control, para evitar la ocurrencia de estafas.
Por eso se exige que sean sociedades anónimas; que los directores tengan determinadas condiciones, al igual que en el caso de los bancos; que las empresas cuenten con un cierto capital de inicio, etcétera. Pero, además, se establecen normas de resguardo: los fondos son inembargables, pero solo pueden ser destinados a la operación de este sistema de tarjetas de prepago.
De acuerdo con la iniciativa que estamos aprobando, todo esto va a ser posible también para las cooperativas y cajas de compensación. Pero tienen que operar a través de sociedades anónimas de giro exclusivo, en las mismas condiciones que cualquier otro que pretenda emitir este tipo de tarjetas.
Como decía, las facultades de fiscalización de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras son muy claras y precisas y, además, se contará con la regulación del Banco Central, de acuerdo con la reglamentación que se determine.
Ahora, la inclusión del Metro es discutible. Pero en el debate en la Comisión transversalmente se hizo ver la conveniencia de que la empresa entrara a esta competencia. Porque eso es crear competencia.
Se dijo: "Es que el Metro está solo en Santiago". No será así. Si el Metro entra, tiene que abrir su tarjeta para que otro proveedor de medios de pago pueda ingresar y operar con él. Y ello le dará a esa otra entidad una base de cinco millones de usuarios, que son los que hoy día tienen la tarjeta bip!
Ahora, el Metro actualmente cuenta con esta base de clientes y eso puede ser una ventaja. Pero también para los que se incorporen al sistema será ventajoso el poder operar transversalmente de ida y de vuelta. El Metro no debe constituirse en un monopolio con su tarjeta e impedir que otro opere con la misma base de datos.
Por todas estas razones, considero que esta iniciativa es un progreso en materia financiera. Ella da cuenta de los tiempos que estamos viviendo y, además, está estructurada de tal manera que nos permite avanzar hasta el máximo del incremento de la tecnología en este ámbito.
El día de mañana -yo creo que será así y a corto plazo- no vamos a tener que andar con tarjetas en el bolsillo, sino con el celular, ya que con él podremos hacer casi la totalidad de las operaciones de pago. No me refiero solo a las transferencias, sino también a pagos a través de diversas tarjetas.
Por eso, creo que debemos aprobar este proyecto. Y, respecto del Metro, pienso que es bueno que entre, porque genera más competencia, sin perjuicio de que hagamos las correcciones que sean necesarias para evitar cualquier tipo de primacía o de falta de competencia que pudiera generar su operación.
Gracias, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Van Rysselberghe.


La señora VAN RYSSELBERGHE.- Señor Presidente, tal como se ha dicho, este es, en términos generales, un buen proyecto, ya que de alguna manera busca bancarizar a la mayor cantidad de personas posible. Y, sin duda, ese es un esfuerzo que vale la pena apoyar.
Sin embargo, me preocupan dos cosas.
En una intervención anterior se habló del efecto que tiene Transbank en los pequeños comerciantes. Pues bien, este proyecto no está afectando a las carreteras. El problema de los pequeños comerciantes no es la falta de acceso a las tarjetas de crédito, sino Transbank, el aparato que hace que ellas operen, ya que les cobra unas comisiones feroces. Y les resulta imposible negociar con esa empresa, porque tiene el monopolio más absoluto de la carretera a través de la cual circulan las transacciones comerciales de las tarjetas de crédito.
Por lo tanto, me gustaría mucho que de la mano de una mayor bancarización de las personas se viera también la forma de poder abrir este mercado del uso de la tarjeta. Porque es allí donde se generan los mayores cuellos de botella.
Y, en segundo lugar, en relación con la participación del Metro, tengo dos consideraciones que hacer.
La primera es que me parece una visión extremadamente centralista el apoyar la medida con tanta fuerza. Porque les quiero recordar que la tarjeta bip! solo existe en Santiago. No hay tarjeta bip! en la gran mayoría de las regiones del país. Por lo tanto, es una solución que no sirve para un porcentaje muy importante de los chilenos.
La segunda es que efectivamente el transporte en Santiago es un problema. Y yo me pregunto: si el Banco del Estado cobra trescientos pesos por cada giro realizado con sus tarjetas, ¿cuánto cobrará el Metro? ¿O las transacciones serán gratuitas y estarán subvencionadas por el Estado?
Yo recuerdo campañas que se han hecho para que el uso de la CuentaRUT del Banco del Estado sea gratis. Entonces, ¿nosotros queremos que el Metro no cobre por esto o que cobre solo un porcentaje?
Porque, si el Banco del Estado no hace más, ¿por qué lo va a hacer el Metro? ¡Si el Metro tiene una función diferente! Es decir, necesitamos que el Metro primero resuelva los problemas que hoy día lo afectan y que, posteriormente, trate de financiar actividades distintas a su rubro.
En síntesis, me parece que, siendo un proyecto conveniente en términos generales, se debiera hacer un esfuerzo mayor por tratar de resolver el problema de las carreteras de uso de las tarjetas de crédito, y pienso que la solución de incluir al Metro es absolutamente centralista.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, el proyecto de ley que estamos analizando persigue introducir competencia en el mercado de los medios de pago con provisión de fondos.
Hace pocos meses, aprobamos en general en este Senado otros dos proyectos: uno, iniciado en mensaje, que regula la competencia en el mercado de los medios de pago electrónicos y otro, en moción de dos Senadores, que modifica la ley sobre protección de los derechos de los consumidores para garantizar el acceso a distintos sistemas de pago y operaciones bancarias.
Ambas iniciativas fueron enviadas a las Comisiones unidas de Hacienda y de Economía, y sus objetivos son perfectamente compatibles con el proyecto que estamos analizando ahora.
El propósito común de esta iniciativa y de las anteriores tiene una doble faz: por un lado, amplificar el número de comercios y establecimientos que aceptan tarjetas y otros medios de pago electrónicos; y por el otro, aumentar el número de personas que utilizan estos medios.
La masificación en el comercio y entre los usuarios necesariamente debe traer ventajas tecnológicas y económicas para ambas partes.
El comercio, fundamentalmente los pequeños establecimientos, podrá beneficiarse de comisiones más bajas que las actuales, que son propias de un sistema concentrado y de poca o nula competencia. Asimismo, le será factible llegar a nuevos usuarios, quienes no utilizan efectivo en sus transacciones.
Por otra parte, los usuarios podrán acceder al comercio electrónico y sus ofertas y gozar de mayor seguridad al manejar menores cantidades de dinero en efectivo.
Indirectamente, el Estado también se beneficia: a través de la mayor formalización de las transacciones, y, en consecuencia, con una recaudación tributaria superior.
Incluso, este proyecto puede ser aún más potente si en su implementación considera la extensión de las tarjetas emitidas por Metro a regiones, contribuyendo así a la inclusión social y financiera de habitantes de todo el país.
De este modo, atendidos sus múltiples beneficios, no logro comprender las aprensiones que todavía genera en algunos sectores, especialmente por la autorización a la empresa Metro para participar en el referido mercado.
Las reservas expresadas por la banca las puedo entender. Y ello, porque, en última instancia, los bancos verían afectados sus intereses, acostumbrados como están al actual marco de baja competencia.
Pero en forma complementaria a esas críticas, surge también el temor de algunos sectores políticos, pues el Estado estaría incursionando en actividades económicas propias de los particulares.
Rechazo esos intereses parciales, y también, los dogmas que intentan justificarlos.
Los bancos y las sociedades que han creado para el apoyo a su giro, como Transbank, no han permitido una masificación de los nuevos medios de pago, porque el sistema segmentado y segregado actual les asegura determinado nivel de ganancias.
Como dije en la sesión anterior, con motivo del proyecto que modifica la ley de libre competencia, la colusión ahora ha sido más rentable que la innovación.
Es decir, los privados no han hecho su trabajo, perjudicando directamente a millones de chilenos, quienes, en parte, no pueden acceder a los bienes y servicios de la nueva economía.
¿Qué hacemos, entonces, frente a ese cuadro? ¿Esperar la reacción natural y espontánea de los propios interesados, o sea, la banca? ¿O bien operamos sobre las reglas del juego para presionarlos a actuar y a abrirse a los cambios?
Una parte de la Oposición piensa que no podemos hacer nada, pues estamos pasando a llevar los antiguos dogmas de la economía de mercado.
Pero, en verdad, hace rato que esos principios han sido matizados y revisados, y se aplican de otra manera, incluso en países iconos del sistema capitalista.
No se trata, en consecuencia, de un debate entre partidarios o detractores del sistema económico, sino de un conflicto entre los intereses de determinado sector de la economía y los intereses de la enorme mayoría de los consumidores.
Me preocupa esa resistencia a la menor señal de cambio, aunque no se ponga en juego el sistema.
Me preocupa que tengamos que justificar el otorgamiento de facultades a una empresa del Estado simplemente para que pueda desarrollar sus negocios con mayor flexibilidad y aprovechando las oportunidades que se generan.
Ello se encuentra en la base de la viabilidad de toda empresa, sea pública o privada. Una empresa que no se adapte está condenada al fracaso.
También me preocupa que el propio Estado se inhiba con los instrumentos con que actualmente cuenta. ¿Por qué esta posibilidad que se abre ahora para Metro no la utilizó antes el propio Banco del Estado? ¿Por qué no se ha profundizado el camino de la CuentaRUT?
Nuestro país necesita servicios públicos que gestionen con excelencia políticas públicas de calidad. Y también precisa de empresas públicas y privadas que, en un marco de libre competencia e innovación, provean de bienes y servicios en forma oportuna y eficiente para todos los chilenos, de todos los estratos y a través de todo nuestro territorio.
De eso se trata la inclusión. De ello estamos hablando cuando nos referimos a la igualdad.
He dicho.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Bianchi.


El señor BIANCHI.- Señor Presidente, ¿qué estamos discutiendo y votando hoy día? Un proyecto, en segundo trámite constitucional, que permite la emisión de medios de pago con provisión de fondos por entidades no bancarias.
Ello es lo que estamos tratando en esta sesión.
Por lo tanto, más allá de una defensa al Metro, o a instituciones privadas como Transbank, o a la banca -la haremos, sin lugar a dudas; reflexionaremos sobre el particular-, aquí estamos viendo (así lo pienso) qué tan beneficiosa resulta esta iniciativa para las personas que viven a lo largo de Chile.
Señor Presidente, al día de hoy todos los bancos de nuestro país se hallan facultados para entregar una tarjeta que permita disponer de fondos y efectuar transacciones sin que por ello se abuse de los usuarios en materia de cobros operacionales o de intereses, cuestión que hemos visto desde la creación de este tipo de instrumentos por parte de las empresas, de la banca en particular y de Transbank más específicamente.
Los bancos siempre han tenido esa facultad. ¡Y nunca hicieron aquello!
Alguien por ahí dijo que el BancoEstado no cobraba por la CuentaRUT.
¡Horror, señor Presidente! No error, sino ¡horror! Porque dicho banco cobra 300 pesos por cada movimiento: en promedio son a lo menos tres operaciones al mes, y ello hay que multiplicarlo por ocho millones de cuentas. Calcule usted la cantidad de dinero de que estamos hablando.
Entonces, hoy día se está estableciendo la posibilidad de que otras instituciones -no bancarias; no aquellas que han abusado; no las que nos han sometido con intereses absolutamente abusivos- desarrollen instrumentos de pago con provisión de fondos que permitan que una persona coloque en ellos determinada cantidad de dinero (20 mil, 30 mil, 40 mil pesos, lo que se estime conveniente). Luego esta tendrá que llegar a algún acuerdo con dicha institución (la que sea; no bancaria) para los efectos de ver el cobro que se le efectuará por la administración de esos dineros.
Aparece aquí la discusión acerca de si el Metro entra o no en el mencionado sistema.
Fui a hablar con el Ministro de Transportes, quien me dijo que hoy día este tipo de instrumentos ya se encuentran en Valparaíso; que pronto operarán en Concepción. Obviamente están en Santiago.
El espíritu de la referida Cartera -y yo creo en la gestión del Ministro- es que ojalá esto se masifique en todas las regiones de nuestro país. Ello, para que el usuario pueda contar con una tarjeta -reitero que no la entregará la banca, sino otra institución- que le permita realizar pagos por los servicios de transporte u otros sin los abusivos intereses que cobran los bancos.
Yo me alegro de aquello, señor Presidente. Y me alegro porque usted, yo y todos concordamos en que nosotros, como usuarios, hemos estado sometidos al abuso de Transbank. Pero no solo se trata del abuso por los intereses que nos cobran: también está el abuso de que son objeto los comerciantes.
Aquí cuántos se autoproclaman defensores de las mipymes, del comercio, en fin. Creo que todos tenemos una mirada tremendamente solidaria con esas personas, las cuales generan la mayor cantidad de empleo en Chile.
Pero ocurre que Transbank, por prestarles una maquinita -en eso consiste el servicio- para que al momento de cobrar pasen por ese sistema, les pide porcentajes cercanos al 7 por ciento (me parece que ahora bajaron al 5 por ciento) por cada transacción.
¡O sea, ello ha sido una máquina de dinero impresionante a vista y paciencia de todos nosotros!
Se trata de un negocio muy antiguo: alguien se iluminó estando en Estados Unidos, en otro lugar del mundo, y trajo a nuestro país el invento de las tarjetas de crédito.
A propósito -y esto es en serio-, hace un tiempo estuve en un café en Santiago, y me tocó ver a quien introdujo el referido sistema en Chile.
Él pidió un sándwich y un café.
La persona que me atendió me dijo: "Qué le apuesto a que paga con dinero y no con tarjeta". "¡No!" "¡Pero si él trajo ese sistema a nuestro país!".
¡Pagó con un billetito, no con tarjeta...!
Es decir, él sabe perfectamente que el sistema de tarjetas que introdujo en Chile produce un enorme perjuicio a quienes lo utilizan.
¡Me ahorro el apellido...!
Es así: ¡el abuso hoy día es tremendo!
Señor Presidente, hace pocos días estuve con la plana ejecutiva del BancoEstado, quienes me decían: "¿Sabe qué, Senador? Ustedes tienen una mirada equivocada de nosotros. Hemos tratado de acercarnos. Tenemos las cajas vecinas, en fin".
Bueno, pero ello no es suficiente.
Repito: ocho millones de clientes con CuentaRUT, y el banco cobra en promedio 900 pesos per cápita. ¡Es una cantidad inmensa de dinero!
Ellos me señalaron que lo que tendrían que cobrar hoy día debiera ser sobre 600 pesos por cada operación.
La gente está hastiada.
Si saca el saldo de la luz, la empresa eléctrica le cobra; si saca el saldo de lo que debe en agua, la empresa respectiva le cobra por la boletita; si saca el saldo que tiene en la CuentaRUT, la banca le cobra. O sea, ¡le cobran por todo!
Hoy día estamos estableciendo un sistema, no ligado a la banca, sino administrado fuera de ella, que le permite a la persona tener una tarjeta con una provisión de dinero, el que puede utilizar para pagar determinados servicios. Y eso supone estar ajenos a los intereses usurarios que hemos visto.
Ahora, con respecto a la incorporación del Metro, me parece bien.
Pero ello en la medida que dicho sistema también llegue al resto de las regiones. De lo contrario, sería una medida centralista, y continuaríamos otorgándole facilidades solo a un lado de nuestro país: a la Región Metropolitana. ¿Y el resto qué?
Entonces, cuando el Ministro me dice que este sistema ya está aplicándose en Valparaíso, en Concepción, yo también quisiera que esto operara en el resto de las regiones, al objeto de que todos los ciudadanos tengan igual acceso a los mismos servicios, en idénticas condiciones.
En un país unitario no puede haber una diferenciación como la que aquí se ha expuesto.
Voy a votar a favor, pues -como lo dijo un Senador que me antecedió- este, en definitiva, es el tránsito hacia una forma moderna, nueva en que deberemos realizar nuestras transacciones económicas (compras, adquisiciones, en fin).
Por supuesto, eso será favorable siempre y cuando no se convierta en otro negocio donde se cobren intereses usurarios y la gente, al final, termine pagando más por un servicio que hoy día claramente es exclusivo -y por eso abusan- de las instituciones bancarias.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Prokurica.


El señor PROKURICA.- Señor Presidente, en la actualidad -tal como lo plantearon quienes me antecedieron en el uso de la palabra- miles de chilenos que son parte o que ingresan al sistema bancario utilizan las tarjetas de débito o de crédito para pagar sus compras, cuentas y, en general, para todo tipo de transacciones que se realizan de manera presencial o a través de Internet.
Según datos de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, existen hoy día cerca de 20 millones de tarjetas de débito y aproximadamente 12 millones de tarjetas de crédito vigentes en nuestro país. Solo en enero y octubre de 2015 se realizaron más de 50 millones de operaciones a través del denominado "dinero plástico".
Sin embargo, conforme hemos podido apreciar acá, "aúnexisten grandes sectores de la población que no acceden a ningún sistema de pago electrónico y están lejos de la posibilidad de hacerlo. Según la encuesta Casen, solo el 37% de las personas pertenecientes al quintil de menores ingresos dice disponer de algún tipo de tarjeta, y en el sector rural, solo el 38%. En el segmento de los pensionados, solo el 32% posee algún tipo de tarjeta. Y por regiones, en La Araucanía y Los Ríos, menos de la mitad de la población cuenta con algún medio de pago electrónico. En el promedio nacional, solo el 56% tiene algún tipo de tarjeta.".
Por otro lado, si bien el Estado realiza al año 29 millones de pagos de jubilaciones, bonos y otras transferencias, con un monto que bordea los 2 mil 900 millones, sin embargo, este no utiliza masivamente los medios electrónicos para cancelar esas distintas ayudas sociales. Es más: el 92 por ciento de los beneficios estatales se pagan en efectivo.
Y ello, como ya se ha señalado, con un tremendo riesgo. Porque los delincuentes se agolpan en los lugares de pago de los jubilados o de quienes reciben beneficios del Estado para robarles su dinero.
Señor Presidente, la ley en proyecto tiene el objetivo claro de potenciar la inclusión financiera de los sectores de menos ingresos de la población al promover y facilitar su acceso a los medios de pago electrónicos mediante el desarrollo de instrumentos de pago con provisión de fondos o de prepago que no sean solo extendidos por entidades bancarias. Estas -como se dijo- tienen la facultad para ello, pero nunca han tomado cartas en este asunto.
A mi juicio, este proyecto -ha sido modificado en parte, pero viene del Gobierno del Presidente Piñera- va en la dirección correcta, ya que apunta a muchos objetivos importantes para el desarrollo financiero de nuestro país, como el mejorar principalmente la inclusión financiera y digital de las personas de menores ingresos, ampliando así la cobertura a 5 millones de potenciales usuarios, quienes en la actualidad no cuentan con medios electrónicos de pago.
Señor Presidente, por lo corto del tiempo de que dispongo, quiero referirme a lo que a mí me parece una crítica.
Yo voy a votar a favor la idea de legislar.
Sin embargo, quiero hacer mención de que, en el último minuto, se incorporó al Metro en el nuevo sistema propuesto, por lo que también tendrá la posibilidad de emitir ese tipo de tarjeta.
A mi juicio, las críticas que se hacen respecto de esta iniciativa están especialmente dirigidas a aquello. Porque, en la práctica, el Metro se va a transformar en un Redbanc paralelo.
Me preocupa que soterradamente el Gobierno ha ido generando espacios al Estado en un montón de actividades económicas que apuntan principalmente a que desarrolle actividades de índole económica.
Acá no planteo una cuestión ideológica, como lo hizo el Senador que me antecedió.
A mí no me importa que el Estado esté involucrado en más o en menos actividades.
Lo que pasa es que no podemos ofrecer al Estado como solución cuando este lo hace mal en la salud pública, en la educación pública, en materia de seguridad ciudadana, en fin. Y acá les estamos diciendo a los chilenos: "¿Saben qué? Como aquí hay problemas, entonces la solución es que lo haga el Metro".
¡Por favor! En el último tiempo se aprobó un proyecto que amplió el giro de la Empresa Nacional del Petróleo.
¿Qué dijimos? La ENAP ahora podrá realizar actividades relacionadas con la generación eléctrica.
¿La ENAP? ¡Pero si la Empresa Nacional del Petróleo tiene una deuda de 4 mil millones de dólares y un patrimonio de 400 millones de dólares!
¡Qué nos puede entregar como beneficio!
En segundo lugar, el Gobierno envió un proyecto que aumentaba el subsidio al Transantiago. Ahí se incluyó una disposición para ampliar el giro del Metro (el que ahora nos ocupa). Y así fue autorizado también para crear una empresa de transporte de pasajeros (buses o taxis).
¡Otra vez!
¡Por favor! ¡Si el Estado ha dado la hora en transporte! ¡Nos creó la peor crisis que hayamos tenido en esta materia!
O sea, de nuevo estamos diciendo: "¿Sabe qué? Como hay un problema acá, la solución es incorporar al Estado".
Además -como muestra un botón-, en materia de previsión, el Gobierno anunció el pasado 21 de mayo una solución para el problema de las bajas pensiones: ¡una AFP estatal!
¡Por favor, señor Presidente! Yo llamo la atención de los señores Senadores en el sentido de que ello debiera preocuparnos. Tendríamos que poner en discusión si realmente estamos ofreciendo al Estado como una solución.
Por último, se nos ha planteado el tema de la tarjeta bip!, de los 15 centros de formación técnica en las regiones y, además, de las dos universidades.
Señor Presidente, la verdad es que no tengo un problema ideológico con el Estado. He apoyado a CODELCO miles de veces; también a la ENAMI, otras tantas, porque creo que el Estado tiene un rol que cumplir.
Pero, ¡por favor!, en estas otras actividades no lo pongamos como ejemplo, porque no lo es.
Me alegro de que mi jefe de bancada haya pedido plazo para formular indicaciones, pues yo presentaré algunas al objeto de que esta no sea una oferta de solución, porque no lo es.
En el último tiempo hemos observado que en aquellas áreas en donde participa el Estado -con algunas excepciones- lo hace mal.
No vendamos como una propuesta de solución algo que no lo es.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Letelier.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, estimados colegas, los medios de pago en nuestro país son parte de un gran debate.
Hay varios proyectos de ley que por desgracia la Comisión de Economía nunca ha querido abordar, los cuales tienen que ver con cómo impedir que se nos obligue en determinadas empresas del retail a usar cierto medio de pago.
Evidentemente, hoy en día el retail ya no solo vende ropa, electrodomésticos, equipos electrónicos, sofás, camas: su giro principal no es la venta de cosas, sino actuar como una entidad financiera. Es ahí donde está su mayor rédito, su ganancia. Se han transformado en instituciones de intermediación financiera.
Por eso mismo, el medio de pago es un asunto ni en lo más mínimo secundario. En el retail se comenzó a cobrar intereses bastante más altos en comparación con otros medios de pago. Surgió este oligopolio, en que están Transbank y otros participantes.
Habría sido útil en esta iniciativa de ley abordar la discusión respecto de la obligación de usar ciertos medios de pago, según lo cual, dependiendo del que se utilice, el establecimiento del retail da un precio diferenciado, generándose una situación de poca transparencia, de escasa competencia en el mercado.
El debate al que nos invitan hoy, si bien no es el que acabo de mencionar, tiene que ver con generar más medios de pago plásticos, por así decirlo, tarjetas de débito que no sean bancarias.
Aquello ya existe en el transporte público con la tarjeta bip!, masivamente introducida, y que ha sido un tremendo éxito: ha cambiado la cultura de pago.
Pero no solo existe la tarjeta bip!, pues hay otros medios de pago parecidos. Ciertas cadenas de distribución de combustible han usado una en el transporte desde hace mucho tiempo. Ella ha servido como una forma de control de los gastos de los choferes en los camiones o en la micro y pequeña empresa.
Yo creo que eso es importante.
La masificación del uso de diferentes medios de pago es relevante, tanto para los sistemas bancarios como para los no bancarios.
El Estado -como recordó un colega que me antecedió en el uso de la palabra- entrega una masiva cantidad de subsidios o bonificaciones. Por ejemplo, INDAP, a través de los programas de PRODESAL, atiende a varias decenas de miles de agricultores. Y se ha ido eliminando el cheque, haciéndose los abonos a las cuentas RUT. Esto es muy bueno.
Sería muy útil para algunos jubilados contar con este sistema; habrá que ver si es para todos.
Señor Presidente, al tratar este proyecto de ley uno espera ver si vamos a abordar esto como una discusión de mayor competencia real o si es puro ideologismo para algunos. Un distinguido Senador de Atacama que me antecedió en el uso de la palabra despotricaba recién contra el transporte público de pasajeros en Santiago. Pero miro cómo ha votado y que integró un Gobierno que fue parte de lo mismo. Él puede tener una posición individual muy crítica, pero es parte de un sector político que es corresponsable de la situación del transporte público de pasajeros en Santiago.
El señor PROKURICA.- ¿Del Transantiago...? ¡Ah...!
El señor LETELIER.- Y una candidata presidencial que él apoyó tan entusiastamente fue parte de los acuerdos en el Senado. Y los encabezó.
Entonces, discutamos el proyecto de ley en su mérito.
La tarjeta bip! -sirve en el Metro y en los buses- es un medio de pago tremendamente útil para los jóvenes y para miles de personas.
¡Es tremendamente útil!
Se han implementado nuevos lugares para cargar las tarjetas.
Ese será, sin duda, el gran problema de los medios de pago planteados en la ley en proyecto: cómo se cargarán estas tarjetas. Probablemente será cada vez más a través de Internet, más operaciones electrónicas, como las transferencias.
Me parece bien que se genere competencia.
A algunos no les gusta que Metro ingrese al mercado, porque puede resultar una competencia muy grande.
¿Por qué le tienen miedo a la competencia?
El día de mañana puede ser otra la empresa que gane la administración de los medios de pago del Transantiago.
¿Qué operadores son los que hacen más viajes? ¿Será el Metro solamente, o hay una cantidad de buses que son administrados por particulares?
Pido que abandonemos el ideologismo en aquello.
Señor Presidente, creo que la ley en proyecto apunta en la dirección correcta: permite que la gente haga más transacciones sin dinero en efectivo, y eso es bueno.
Que haya una diversidad de instituciones que lo puedan hacer sin ser bancos es interesante.
Se deberá garantizar que tengan el capital de respaldo para responder a las dificultades que puedan acontecer.
Hay que regular correctamente que no estén cobrando intereses o tarifas abusivas por sus transacciones.
Pero, por sobre todo, al crear estos nuevos medios de pago se debe asegurar que si uno tiene una tarjeta equis no será discriminado cuando vaya a una multitienda o a otro lugar para pagar, cobrándosele precios más baratos solo si usa los instrumentos de esa institución.
Eso sería inadecuado.
Pido que el Ejecutivo y también los miembros de la Comisión se abran a las indicaciones relacionadas con este punto, para que junto con generar más competencia se termine con el abuso de algunos que controlan medios de pagos en ciertos puntos de nuestro país.
Voto a favor, señor Presidente.
Y hago un llamado a que seamos consistentes: si queremos más medios de pago no bancarios, no pongamos límites a quienes pueden participar en esa actividad.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Guillier.


El señor GUILLIER.- Señor Presidente, hay consenso en que este proyecto incluye la incorporación o inclusión financiera de sectores de bajos recursos de la población. Y, por lo tanto, también promueve y facilita su acceso a los medios de pago electrónicos mediante el desarrollo de instrumentos de pago con provisión de fondos o prepago que no sean extendidos solo por entidades bancarias, que permitan almacenar fondos en forma previa, ya sea en tarjetas, cuentas de Internet, teléfonos móviles o cualquier otro soporte.
La experiencia comparada dice que este mecanismo avanza, particularmente en Asia, en la Unión Europea, y ha significado un amplio desarrollo de los medios de prepago abiertos y multipropósitos.
Por lo tanto, es una tendencia interesante.
De hecho, la OCDE señala que han de minimizarse las barreras de entrada a nuevos actores. Es decir, hay que romper los monopolios existentes. Se debe tomar en debida consideración que, además de las regulaciones antimonopólicas, en muchos países existen varias empresas que ejecutan este tipo de transacciones, siendo un derecho del consumidor optar por una red u otra para procesar un pago.
Aquí mismo se ha destacado el ejemplo de la empresa Metro S.A., que es habilitada para entrar al mercado, aportando una nueva carretera para las transferencias electrónicas, tomando como base la tarjeta de transporte bip! Destaquemos que en este momento existen 5 millones de tarjetas activas y más de 2 mil 500 puntos de carga, y eso solo en Santiago.
En este contexto, la entrada del Metro como operador de tarjetas de pago es un gran avance para fortalecer el mercado financiero chileno y entregar cobertura a sectores que hasta ahora no estaban incluidos por el sistema, es decir, a personas de segmentos no bancarizados y a comercios semiinformales, como las ferias libres, entregando beneficios de forma transversal a todos los usuarios.
Por tal motivo, existe amplia coincidencia en cuanto a la conveniencia de democratizar el crédito por esta vía y, además, aumentar la competencia y reducir los costos de estas operaciones.
No obstante, si bien es un buen proyecto, ya que les quita el monopolio a las instituciones bancarias y comerciales e incorpora nuevos actores y formas de pago, también es prudente seguir educando financieramente a la población, como lo han hecho el SERNAC financiero o el Banco Central, en el sentido de que la cultura del ahorro y del gasto responsable son esenciales en una sociedad cada vez más consumista, que subsiste sobre la base del endeudamiento.
No olvidemos que Chile posee la más alta relación entre carga financiera e ingresos disponibles de los hogares, que llega a 38 por ciento promedio; seguido de Holanda, con 18,1 por ciento; Noruega, con 16,3 por ciento, y Suecia, con 11,1 por ciento.
Eso quiere decir que en Chile, en promedio, 4 de cada 10 pesos que ingresan mensualmente a los hogares se destinan al pago de deuda, por lo que deben vivir con el 60 por ciento de sus ingresos reales.
Ello da cuenta también de los riesgos que implica esta extensión del comercio a través de la vía del endeudamiento y de este tipo de tarjetas.
Finalmente, es una decisión soberana del consumidor, pero se debe tener sentido de responsabilidad y de educación financiera para cuidar los ingresos del grupo familiar y su inversión.
Por lo expuesto, apoyo este proyecto con entusiasmo, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- No quedan más inscritos para intervenir.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto (34 votos a favor y una abstención), dejándose constancia de que se cumple el quorum constitucional exigido.
Votaron por la afirmativa las señoras Allende, Goic, Muñoz, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Bianchi, Chahuán, Coloma, De Urresti, Espina, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Harboe, Horvath, Lagos, Hernán Larraín, Letelier, Matta, Montes, Ossandón, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Quintana, Quinteros, Rossi, Tuma, Ignacio Walker, Patricio Walker y Andrés Zaldívar.
Se abstuvo el señor Moreira.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Se ha propuesto como plazo para presentar indicaciones el 4 de julio, a las 12.
¿Habría acuerdo?
--Así se acuerda.