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CREACIÓN DE CENTROS DE FORMACIÓN TÉCNICA ESTATALES


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, la creación de los 15 centros de formación técnica estatales en las distintas regiones del país constituye un avance fundamental en la descentralización del conocimiento y respecto de las oportunidades y el acceso efectivo al derecho a la educación en las diferentes regiones. Es un paso más para enfrentar la desigualdad territorial y social presente en todo el país.
No es fácil encontrar un proyecto de ley que se traduzca en una contribución al desarrollo de manera tan concreta y visible a través del territorio.
Desde luego, mejorará las oportunidades de acceso a la educación superior, especialmente de los jóvenes más vulnerables y en el sector donde la oferta es más limitada, como es la formación técnica. Por cierto, son conocidos la sobreoferta en educación superior universitaria y el déficit que hay en la educación técnica de nivel superior.
Además, esta normativa potenciará la enseñanza técnico-profesional, otorgándole una proyección natural.
El alto número de alumnos matriculados en carreras técnicas en el país, que alcanza a más de 30 por ciento de la matrícula total de la educación superior, así como el crecimiento de la matrícula de primer año de estudiantes de esta categoría, que entre el 2005 y el 2014 tuvo un incremento de 170 por ciento, en contraste con el 27 por ciento de las carreras universitarias, nos obligan a reflexionar sobre la importancia de conectar estas carreras técnicas a partir de la educación media, pensando y planificando la enseñanza desde el ciclo escolar inicial e intermedio y, posteriormente, hasta su egreso y vínculo con la educación técnica y el mercado laboral.
Es importante mencionar que solo el 30 por ciento de los egresados de este nivel formativo entran inmediatamente a la educación superior, por lo que urge contar con una oferta de educación superior técnico-profesional articulada con la educación escolar y ligada con los sectores productivos de cada región.
Por otra parte, la constitución de estos centros de formación técnica servirá para dar un soporte a las estrategias de desarrollo productivo de las regiones, ensamblando las actividades económicas con su sistema educacional, como ocurre en la Región de Los Lagos.
Este aspecto me parece central. Necesitamos un modelo de desarrollo integral en el que el conocimiento y la productividad formen parte de una estrategia territorial sustentable y vinculante, tal como ocurre en países más desarrollados.
En ese sentido, el proyecto en estudio se presenta como un eslabón crucial en esta visión de la educación y el desarrollo de las naciones pertenecientes a la OCDE, donde existe un vínculo claro entre los derechos sociales y el territorio, entre las capacidades productivas y la generación de conocimientos, y entre la inversión, la innovación y la tecnología.
En seguida, la iniciativa en debate descentraliza de verdad: crea nuevas entidades con domicilio en cada región, con autoridades, profesores, funcionarios y estudiantes que viven y conocen la región, y con misión, visión, valores y objetivos establecidos desde ella.
El proyecto contribuye a disminuir el asfixiante centralismo en la oferta de servicios y, por lo tanto, en la calidad de vida de los diferentes territorios.
Actualmente, la distribución de la matrícula de formación técnica y profesional reproduce la alta concentración de la oferta de educación superior, con casi un 70 por ciento en las regiones Metropolitana, de Valparaíso y del Biobío. A ello se suma que existen zonas -especialmente las más extremas- en donde este tipo de oferta es bastante reducida.
Por cierto, como todo proyecto es perfectible, pienso que la institucionalidad de estos centros de formación técnica podría considerar de alguna manera la participación de los gobiernos regionales.
No estoy de acuerdo en que los centros existentes derivados de universidades estatales deban constituirse en personas jurídicas de derecho privado, aunque sean sin fines de lucro. El carácter estatal debe mantenerse, aunque puede revisarse su complementariedad con los nuevos centros que se forman.
Sin duda, este proyecto constituye un hito en la decidida voluntad de descentralización económica y social del país. Estamos atacando una de las bases del rezago o subdesarrollo de muchos territorios, como es la falta de disponibilidad de mano de obra técnicamente calificada para emprender los desafíos de cada región.
Estoy seguro de que este proyecto quedará inscrito, hacia el futuro, como uno de los legados del Gobierno de la Presidenta Bachelet. Su impacto no se limitará a nuevas instituciones o nuevas construcciones a través de todo el país. Está llamado a marcar las oportunidades de vida de varias generaciones de jóvenes chilenos.
He dicho.