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REFORMA CONSTITUCIONAL SOBRE REGULACIÓN DE VOTO DE CIUDADANOS CHILENOS EN EL EXTRANJERO


El señor PIZARRO (Presidente).- Proyecto de reforma constitucional, iniciado en moción de los Senadores señoras Allende y Alvear y señores Espina, Larraín Fernández y Walker (don Patricio), en primer trámite constitucional, que regula el ejercicio del sufragio de los ciudadanos que se encuentran fuera del país, con segundo informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
--Los antecedentes sobre el proyecto (9069-07) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de reforma constitucional (moción de los Senadores señoras Allende y Alvear, y señores Espina, Larraín Fernández y Walker, don Patricio).
En primer trámite, sesión 48ª, en 14 de agosto de 2013.
Informes de Comisión:
Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento: sesión 50ª, en 28 de agosto de 2013.
Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento (segundo): sesión 60ª, en 8 de octubre de 2013.
Discusión:
Sesiones 55ª, en 10 de septiembre de 2013 (queda pendiente la discusión); 56ª, en 11 de septiembre de 2013 (se aprueba en general).
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- La iniciativa fue aprobada en general en sesión de 11 de septiembre de 2013 y cuenta con segundo informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, la cual deja constancia, para los efectos reglamentarios, de que no hay artículos que no hayan sido objeto de indicaciones ni de modificaciones, y de que rechazó las tres indicaciones que se formularon al proyecto, por lo que no introdujo modificaciones al texto aprobado en general.
Cabe hacer presente que el artículo único de la iniciativa requiere para su aprobación en particular de las tres quintas partes de los señores Senadores en ejercicio, esto es, 23 votos.
Sus Señorías tienen en sus escritorios un boletín comparado que en la segunda columna transcribe el texto aprobado en general por el Senado, respecto del cual no se proponen modificaciones, y en la tercera el texto tentativo de la modificación a la Carta Fundamental en caso de aprobarse el proyecto.

El señor PIZARRO (Presidente).- Algunos Comités han solicitado abrir la votación, manteniendo el tiempo de fundamentación de voto, como corresponde.
¿Habría acuerdo?
El señor COLOMA.- No.
El señor PIZARRO (Presidente).- No hay acuerdo.
El señor ROSSI.- ¿Por qué no?
El señor COLOMA.- ¡Es el único derecho que nos queda!
El señor PIZARRO (Presidente).- En la discusión en particular, ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
En votación.
El señor COLOMA.- Quiero intervenir.
El señor PIZARRO (Presidente).- Ofrecí dos veces la palabra, señor Senador. Además, nadie se ha inscrito. Recién se están empezando a anotar.
El señor COLOMA.- No me parece justo. El Senador Patricio Walker dijo que iba a hablar.
El señor PIZARRO (Presidente).- Señor Senador, lo lamento pero¿
El señor COLOMA.- ¡Me opuse a abrir la votación!
El señor PIZARRO (Presidente).- Señor Senador, yo tengo acá la pantalla. En el momento en que solicité abrir la votación por petición de ciertos Comités, Su Señoría se opuso, con justa razón. Pero después se borró. No quedó nadie inscrito. Luego ofrecí la palabra y nadie la pidió. En consecuencia, tengo la obligación de someter a votación el proyecto.
El señor COLOMA.- No me parece justo, señor Presidente. Yo deseaba intervenir.
El señor PIZARRO (Presidente).- Todos sabemos de lo que estamos hablando. Ahora hay varios Senadores inscritos para fundamentar el voto, y me parece bien.
El señor COLOMA.- Yo pedí la palabra, de buena fe.
El señor PIZARRO (Presidente).- El señor Senador no pidió la palabra.
El señor COLOMA.- ¡Es segunda vez que ocurre esta situación! ¡Hace dos semanas quien preside actuó fuera de Reglamento al intervenir desde la testera!
El señor WALKER (don Ignacio).- Aplique el Reglamento, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- Sí, señor Presidente.
El señor PIZARRO (Presidente).- Senador Coloma, Su Señoría recién acaba de inscribirse. Ofrecí la palabra. Pregunté y pregunté. Entonces, ¿qué quiere que haga? ¿Que baje a los pupitres a decirles que pidan la palabra para abrir el debate?
El señor COLOMA.- Señor Presidente, hay que ofrecer la palabra pero no a la velocidad que lo hizo ahora. Me parece poco transparente. Se lo digo¿
El señor PIZARRO (Presidente).- ¡No, eso no se lo voy a aceptar, señor Senador! ¡Le ruego que retire esa expresión!
El señor COLOMA.- ¡No la retiro!
El señor PIZARRO (Presidente).- No la acepto, porque no es así. El Honorable señor Coloma tiene derecho a hacer uso del Reglamento y la Mesa tiene derecho a aplicarlo.
El señor COLOMA.- ¡Ha sido poco transparente! ¡Lo reitero!
El señor PIZARRO (Presidente).- Y en este momento, aplicando el Reglamento, voy a abrir la votación y ofreceré la palabra para fundamentar el voto.
El señor COLOMA.- ¡Que quede constancia: esto es poco transparente!
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- ¡No sea mañoso¿!
El señor COLOMA.- ¡No sean frescos!
El señor PIZARRO (Presidente).- En votación.
--(Durante la votación).
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Patricio Walker, para fundamentar el voto.


El señor WALKER (don Patricio).- Señor Presidente, el proyecto de reforma constitucional tiene por propósito regular, en las elecciones presidenciales y en los plebiscitos nacionales, el ejercicio del derecho de sufragio de los ciudadanos chilenos que se encuentren viviendo o residiendo en el extranjero.
Como todo el país sabe, el ejercicio del derecho de sufragio de esos compatriotas es una de las demandas más sentidas de quienes viven fuera del país.
El reconocimiento del voto de chilenos en el extranjero es un planteamiento que de manera reiterada se ha venido formulando desde que nuestra patria recuperó la democracia.
Lamentablemente, hasta ahora las iniciativas presentadas no alcanzaron los consensos requeridos para prosperar, pues muchas veces el actual Gobierno planteó diversas exigencias o vínculos que prácticamente hacían muy difícil o imposible que muchos de los compatriotas pudieran participar en los actos electorales. Por ejemplo, el Ejecutivo propuso en su oportunidad que los chilenos que viven fuera del país debían reunir un conjunto de requisitos o vínculos para poder participar en los actos electorales. Como se recordará, se les exigía que vinieran cada cierto tiempo al país o que pagasen tributos o contribuciones en Chile, condiciones que impidieron llegar a un acuerdo en la materia, pues hacían depender de la capacidad patrimonial de las personas este derecho fundamental.
Con el fin de eliminar tales obstáculos, la Honorable señora Alvear se reunió con Su Excelencia el Presidente de la República para tratar este asunto, y él le informó que el Gobierno estaba disponible para establecer, como único requisito para poder sufragar en el exterior, el encontrarse inscrito en los registros electorales que llevarían nuestros consulados.
En el ánimo de avanzar en esta materia, en el mes de diciembre del año pasado, se entregó al Ministro del Interior un proyecto de ley orgánica completo y afinado, con las disposiciones que debiera contener dicha normativa y con todos los detalles para los efectos de llevar adelante la mencionada inscripción.
Producto de estas conversaciones, y en el afán de avanzar en la regulación de este asunto, diversos Senadores coincidimos en la necesidad de garantizar el derecho a sufragio de los chilenos que se encuentran en el exterior. Por ello, las Honorables señoras Alvear y Allende y los Senadores señores Espina, Hernán Larraín y quien habla presentamos una reforma constitucional que la Sala aprobó en general, por lo que ahora solamente tenemos que pronunciarnos respecto de las indicaciones que se formularon.
La modificación consiste en intercalar en el respectivo precepto un inciso tercero, nuevo, para establecer que los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren fuera del país podrán sufragar desde el extranjero en las elecciones de Presidente de la República y en los plebiscitos nacionales.
En relación con esta disposición, se presentaron tres indicaciones (una de los Senadores Gómez y Zaldívar; otra del Senador Coloma; y finalmente, una tercera de los Senadores Coloma, García-Huidobro, Carlos Larraín, Orpis y Uriarte), las que fueron consideradas conjuntamente por la Comisión de Constitución y rechazadas por la mayoría de los miembros presentes.
El proyecto de reforma constitucional que ahora consideramos, como dije, fue aprobado en general y en particular por cuatro votos a favor, de los Senadores señora Alvear y señores Espina, Hernán Larraín y quien habla, y uno en contra, del Honorable señor Carlos Larraín, y se funda, básicamente, en los siguientes elementos:
En primer lugar, en que todos los ciudadanos con derecho a sufragio podrán votar desde el exterior por el solo hecho de dirigir una solicitud en tal sentido al Servicio Electoral, ya sea en Chile, si el ciudadano se encuentra en nuestro territorio, o a través de los consulados del país en el exterior. Dicha solicitud deberá cumplir con los requisitos formales que establezca la ley.
En segundo término, en que esa solicitud deberá realizarse para cada elección presidencial o plebiscito nacional, debiendo los chilenos reiterar dicha petición para cada uno de los actos electorales y plebiscitarios futuros.
En tercer lugar, en que este derecho se ejercerá respecto de las elecciones de Presidente de la República y plebiscitos nacionales.
En cuarto, en que todo lo anterior no altera la posibilidad de que los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren en el extranjero puedan votar en Chile en todo tipo de elecciones o plebiscitos, siempre que vuelvan al país.
Finalmente, en que en la ley orgánica constitucional respectiva se regulará la forma de realizar los procesos electorales y plebiscitarios en el extranjero, según lo dispuesto en los incisos primero y segundo del artículo 18 de la Constitución Política, disposición que establece las bases del sistema electoral público.
La norma que ahora considera la Sala se incorpora como nuevo inciso tercero en el artículo 13 de la Carta.
Señor Presidente, el país está en deuda con miles de chilenos que viven fuera de nuestras fronteras y que se sienten parte de la comunidad nacional. Ahora, gracias a un consenso mayoritario alcanzado en la Comisión que presido, podemos avanzar de manera efectiva en la regulación de un derecho que permitirá que miles de compatriotas sigan participando y contribuyendo al progreso de la patria.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Allende.


La señora ALLENDE.- Señor Presidente, como lo ha expresado el Presidente de la Comisión de Constitución, este es un gran anhelo que ha acompañado por muchos años a la comunidad de chilenos que viven en el extranjero. Ellos han hecho campañas, efectuado votaciones simbólicas y recibido promesas del actual Presidente de la República, quien en su momento, como candidato, en España y Suecia, se comprometió a otorgar el derecho a voto, lo que finalmente no cumplió.
Más aún, somos autores de una moción de reforma constitucional que se presentó el 2005. Pero fue rechazada, a pesar de que, en principio, contábamos con el compromiso de Renovación Nacional de apoyarnos.
Hoy día quiero celebrar que hayamos logrado un buen consenso para, por fin, poder aprobar esta reforma constitucional y otorgar este derecho a los chilenos que viven afuera. Creo que en un mundo globalizado, con las tecnologías actuales, donde todos estamos absolutamente informados a través de Internet y en que podemos seguir las noticias día a día, no tiene sentido mantener la arbitrariedad de dejar a nuestros compatriotas al margen del derecho a sufragar.
Más aún, es tanta su frustración que no solo han votado simbólicamente, a través de la campaña Haz Tu Voto Volar, sino que incluso están recurriendo a la Corte Interamericana de Justicia por el hecho de haberlos dejado, arbitrariamente, sin ejercer ese derecho. Son chilenos y pueden votar, pues, para ello, basta con haber nacido en Chile, ser mayor de 18 años y no haber sufrido pena aflictiva.
Por lo tanto, como país, vamos a ser objeto de un requerimiento ante la mencionada Corte debido a la referida situación.
Señor Presidente, me siento bastante contenta de ver que, después de tantos años, por fin hemos logrado cierto acuerdo y un avance positivo en esta materia. Y espero que ello se vea reflejado en la votación de hoy.
Digo "por fin" porque, en verdad, en esta larga trayectoria hubo no solo incumplimientos, sino también, al principio, exigencias de parte del Gobierno. Este incluyó en su proyecto condiciones y requisitos inaceptables, como el de pedir que esas personas hayan venido a Chile al menos una vez durante los últimos cinco años, en circunstancias de que eso implica en muchos casos una onerosa carga de dinero y gastos incosteables. Tal exigencia carece de justificación.
¡Por fin primó la sensatez!
¡Por fin se entendió que no podemos seguir discriminando a nuestros compatriotas, que somos una nación que debe sumarse a lo que hoy día ocurre en el mundo de forma masiva!
Por lo demás, es cosa de ver los procesos electorales en la región: nuestros hermanos colombianos, peruanos, argentinos, brasileños, venezolanos -todos y cada uno- concurren a sus consulados en cualquier parte del planeta para ejercer su derecho a voto.
Considero que ya no es posible dilatar más el asunto. Debemos apoyar este proyecto.
Tengo, sí, una diferencia, que espero dar a conocer en su momento durante la discusión en particular.
El señor WALKER (don Ignacio).- ¡Estamos en la discusión en particular!
El señor WALKER (don Patricio).- ¡Así es!
La señora ALLENDE.- No me parece justo ni correcto que nuestros compatriotas deban ir a inscribirse a un consulado cada cuatro años. A nosotros no se nos exige eso. Ahora tenemos inscripción automática.
Si van a quedar registrados en esa delegación diplomática la primera vez, no veo por qué exigirles que lo hagan de nuevo para la siguiente elección. Vamos a ejercer con ello una presión económica que estimo injusta, pues no todos los consulados están cerca de las ciudades en las que residen los chilenos.
Por lo tanto, deseo expresar mi discrepancia en ese punto. Espero abordarlo en su momento durante la discusión en particular, trámite durante el cual yo por lo menos pretendo formular una indicación, porque la inscripción repetida es innecesaria.
Sí reconozco que el final de este largo trayecto no hubiese sido posible sin la persistencia y la conducta comprometida de los compatriotas que viven en el exterior, quienes, a pesar de las promesas incumplidas y de las tantas veces en que se les dijo que avanzaríamos y no fue cierto, lograron hacerse escuchar.
Siento un tremendo orgullo por esta iniciativa. Este compromiso lo asumí hace mucho tiempo. Yo estuve exiliada durante 16 años y puedo dar cuenta en esta Sala, con mucho fundamento, de la frustración que se siente ser chilena, estar al tanto de todo lo que ocurre en el país, querer participar democráticamente en una elección presidencial o en un plebiscito y no poder hacerlo por la arbitrariedad que implica el que no se reconozca que los chilenos en el extranjero tienen derecho a voto, arbitrariedad que eliminaremos si aprobamos esta reforma constitucional.
Por supuesto, voto que sí.
Finalmente, agradezco a los Senadores Soledad Alvear y Patricio Walker, quienes nos han acompañado -más bien, nos hemos acompañado- por largos años en este proceso de lucha por el derecho a voto de los chilenos que viven en el exterior.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, dentro de los cinco minutos que me corresponden, que son exclusivos para mí y en los que usted no va a poder intervenir, quiero reclamar por la forma de conducción en esta materia.
Ya es segunda vez que ocurre: hace dos semanas, en forma indebida, usted hizo uso de la palabra desde la testera, lo que no debió hacer. Después pidió disculpas por ello.
Y ahora se ha dado otra situación, desde mi perspectiva, poco transparente. Lo quiero reiterar.
Cuando yo, haciendo uso de mi derecho, no di el acuerdo para que se abriera la votación a fin de efectuar el debate, usted de repente -a diferencia de todos los otros presidentes del Senado, que ofrecían la palabra en forma clara, transparente-, en una acción que me pudo haber sorprendido, dijo "ofrezco la palabra" a una velocidad supersónica, para que al final nadie captara y se sometiera de inmediato el proyecto a votación sin que nadie pudiera intervenir. Yo, que estoy presente, que no me he movido de mi puesto, quería hacer uso de la palabra.
Así, claro, usted podrá obtener una victoria a lo Pirro, pero ello no habla bien de la forma en que conduce esta Corporación.
En segundo lugar, no soy partidario de esta reforma. Ello porque estimo que el voto está indisolublemente vinculado a los problemas del país. Y esta concepción no es solo personal, también es histórica. Presidentes de las bancadas de este lado y del otro han pensado lo mismo.
Tiene que ver con la valoración del ius soli.
¿Qué significa eso? Que la decisión en las grandes elecciones debe ser tomada por las personas a las que más directamente afectan las consecuencias, los resultados de ese proceso.
En el debate presidencial de ayer, que me pareció interesante, pudimos ver que los temas planteados por las candidatas no se referían a la vinculación de Chile con el exterior ni a problemas solo políticos. Más bien, tenían que ver con las dificultades que afectan a las personas: el Transantiago, la atención en salud, la capacidad de reacción de las autoridades frente a las emergencias, la educación. Con claridad se aprecia que solucionar los problemas reales de un país está en la esencia del sentido electoral y en las posiciones que cada uno adopta respecto de ese concepto.
Se pretende llevar a cabo un cambio muy profundo. No discuto que quieran hacerlo. Al respecto, el mundo está dividido: algunos están de acuerdo y otros no.
En el caso de los países de Europa, les importa mucho la sangre. No sé de dónde viene esta preocupación interna en Suiza, por poner un ejemplo. Quienes viven en esas naciones, pero no son nietos, bisnietos o tataranietos de los nacionales -o sea, no tienen alcurnia en materia de sangre- no pueden votar, porque la lógica es distinta: se valora la identidad patria y no el sentido de la inmigración, el de cómo se van construyendo los países.
Chile se basa en la inmigración, en las oleadas de gente de distintas nacionalidades que llega al territorio y forma parte de la nación.
Aquel concepto se pierde con esta reforma. A partir de la iniciativa en debate, votarán personas que, desde mi perspectiva -tengo la mejor opinión de ellas; incluso, algunos de mis parientes viven en el extranjero, a los que les gustaría probablemente votar; lo he hablado con ellos con transparencia-, carecen de condiciones para determinar realmente nuestro destino o ser sujetos de los efectos de una buena o mala decisión adoptada.
Pero este proyecto de ley va más allá.
Algunos me dicen: "Tal persona puede estar estudiando afuera o haber ido de visita". Sin embargo, el nieto de un chileno que haya vivido en el exterior y que tenga incluso otra nacionalidad -porque perder la nacionalidad no excluye del derecho a votar si la persona ha estado un año en el país, aunque resida en Bolivia, en Perú, o haya vivido en Francia hace 40 años-, gracias a esta iniciativa legal, va a contar con el mismo derecho a definir nuestro futuro que quienes compartimos una perspectiva distinta y tomamos parte en las decisiones que se adoptan en Chile.
Entonces, considero muy profundo el tema. Aquí no cabe distinguir entre buenos y malos. Todo es opinable.
Desde mi punto de vista, creo que esta reforma constitucional altera la manera de elegir a las autoridades; genera obviamente efectos políticos, que veremos en las futuras elecciones, y sobre todo -es lo que más me importa-, cambia la tradición del ius soli, en virtud del cual se valora que las personas que viven en los países tomen las decisiones. Se trata de una concepción histórica en Chile, que ha incluido a todo tipo de bancadas.
En consecuencia, señor Presidente -lo digo con convicción-, considero que esta reforma es un error. No apunta a mejorar la información y, por eso, estoy en contra de ella.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Gómez.


El señor GÓMEZ.- Señor Presidente, le diría a mi amigo el Senador Coloma que no se enoje tanto. Esto es así, y hay que debatir nomás.
Ese es el punto.
El señor COLOMA.- ¡Pero con los tiempos adecuados!
El señor GÓMEZ.- Sin perjuicio de que este proyecto constituye un avance, debo manifestar -lo hice y lo seguiré haciendo- que la Constitución que muchos Senadores tanto respetan y quieren señala claramente que son chilenos "Los nacidos en el territorio de Chile"; que son ciudadanos "los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y que no hayan sido condenados a pena aflictiva"; que el derecho a sufragio se suspende por tres causales, y que la calidad de ciudadano se pierde "Por pérdida de la nacionalidad chilena", "Por condena a pena aflictiva", y "Por condena por delitos que la ley califique como conducta terrorista". Punto.
No existe ninguna razón para que les pongamos condiciones a los chilenos, estén aquí o en la China, para votar, a menos que se piense que ellos son de segunda categoría por encontrarse fuera del territorio nacional, lo cual puede deberse a diversas circunstancias: por voluntad propia, por necesidades económicas o, remontándonos en el tiempo, por haber sido exiliados, expulsados, luego de ser maltratados en nuestro país.
Fijarles requisitos a los chilenos para votar no me parece correcto y, además, es inconstitucional. Al respecto estamos tramitando una reforma constitucional, la que, por tanto, no puede ser inconstitucional.
En mi opinión -y entiendo que estamos en la votación general-,¿
El señor WALKER (don Patricio).- ¡Particular!
El señor GÓMEZ.- Estaba equivocado, entonces.
Pero igual debiera hacerse lo que se conversó en su momento: que los chilenos se inscriban en los consulados y punto. No es necesario que existan comunicaciones.
La estructura administrativa debiera preocuparse de definir si el chileno que vive en China cumple las condiciones exigidas o si es necesario establecer criterios de organización. Pero eso ha de realizarlo la Administración. Que no se les agregue una responsabilidad a los compatriotas que se encuentran en el exterior.
Eso de tener o no vinculación con Chile, de estar o no comprometido con las necesidades del país guarda relación no con vivir acá o en el extranjero, sino con el cariño y las razones de cada cual para sentirse ligado a la patria.
Los motivos por los cuales alguien se va fuera del territorio nacional pueden ser de distinta naturaleza. No es posible admitir que se diga que, por el hecho de encontrarme en el exterior -estudiando, trabajando-, una persona pierde el derecho a votar en las elecciones que se indican.
Para mí, esa forma de imponer un criterio de diferenciación entre chilenos resulta inaceptable.
Por lo mismo, que se consagre en la Carta Fundamental la alternativa propuesta es un avance. No hay ninguna duda.
Aquella diferenciación no es necesaria, no es posible y no es aceptable, de acuerdo a la propia Constitución, a la que algunos quieren tanto. ¿No es cierto, Senador Coloma, usted, que la defiende a muerte? Pues bien, esperamos cambiarla a través de una asamblea constituyente para establecer los criterios que correspondan, a fin de que en Chile no existan tales diferencias.
Por de pronto, primero, son chilenos todos los nacidos en esta tierra; segundo, todo ciudadano tiene derecho a votar, y tercero, la ley debe asegurar tal derecho.
Señor Presidente, me voy a pronunciar a favor de la iniciativa, sin perjuicio de dejar planteada mi observación: no debiera haber ninguna exigencia de vinculación con el país para los chilenos que se hallan en el extranjero en las condiciones que he señalado, que son claras.
Siempre pongo el ejemplo de los ciudadanos tocopillanos que viven en el exterior, exiliados, y que han mantenido siempre una relación con el país. Probablemente, no tienen recursos para viajar -venir y volver-, pero nunca han dejado de estar vinculados con su familia y con el destino de Chile.
En consecuencia, señor Presidente, voy a votar a favor del proyecto, por cuanto me parece un avance, aunque insisto en que no hay que ponerles condiciones a los compatriotas que se encuentran en el extranjero, pues son hijos de esta patria, mantienen una relación con el país y poseen derechos que de ninguna manera pueden ser limitados.
Gracias.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Bianchi.


El señor BIANCHI.- Señor Presidente, el proyecto propone incorporar, en el artículo 13 de la Constitución, un inciso tercero, nuevo, que establece: "Los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren fuera del país podrán sufragar desde el extranjero en las elecciones de Presidente de la República y en los plebiscitos nacionales, por el solo hecho de solicitarlo para cada elección o plebiscito. Dicha solicitud se dirigirá al Servicio Electoral, pudiendo realizarse en Chile o a través de los Consulados de Chile en el extranjero, indicando el Consulado donde se ejercerá este derecho.".
Desde hace años se viene debatiendo sobre la conveniencia o inconveniencia de otorgarles derecho a voto a los chilenos que viven en el extranjero. Sin duda, en las distintas posiciones que ha habido, tanto a favor como en contra, han existido cálculos políticos electorales para mantener una u otra postura.
Estimo que ya es hora de superar dichos cálculos, los que, indudablemente, dicen relación con la alta población de chilenos exiliados que todavía existe, y de enfocarnos, con justicia y altura de miras, a la conveniencia o no de otorgar este derecho, así como también a la mayor o menor amplitud con que debe ser concedido.
En lo que concierne a avanzar para que todos los chilenos puedan participar en los procesos electorales, no puedo sino estar absolutamente a favor.
La realidad de la Patagonia, a la que represento, me hace ver que hoy en día, en las regiones australes de Argentina (Santa Cruz, Chubut, Tierra del Fuego), viven más de 400 mil compatriotas, quienes, sin duda, mantienen un vínculo con nuestro país, pero que, si desean participar en los procesos electorales, deben viajar a Chile, con los costos que ello involucra.
Este puro ejemplo, que debe ser el más significativo en esta materia, me hace ser un decidido promotor de esta reforma constitucional.
Ahora bien, respecto a la discusión que se dio en la Comisión en cuanto a establecer exigencias de tiempo de residencia u otras que restrinjan este derecho, resulta un tema complejo, puesto que, sin perjuicio de que es inobjetable el argumento de que no es lo mismo vivir en el país y sufrir las consecuencias de las decisiones de las autoridades que no vivir en él y votar sin tener que recibir los efectos de la votación, parece difícil fijar un parámetro objetivo que resuelva el problema.
Así se vio en la Comisión, en donde cada una de las indicaciones presentadas fue rechazada por no lograr establecer un criterio satisfactorio para todos.
Por eso, señor Presidente, apoyo resueltamente este proyecto, sin perjuicio de considerar que podría perfeccionarse aún más en su contenido, de manera que este derecho que se otorga a los chilenos y las chilenas que viven en el extranjero sea a la vez una oportunidad para que ellos refuercen de alguna forma el vínculo con su país.
Con mucho agrado, voto que sí.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Alvear.


La señora ALVEAR.- Señor Presidente, desde hace mucho tiempo, una de las tareas e iniciativas que más me han motivado en mi trabajo, tanto como ex Ministra de Relaciones Exteriores y de Justicia como en mi rol actual de Senadora, ha sido lograr que los chilenos que viven en el exterior puedan votar.
Aquí ya se ha mencionado: tenemos una deuda con esos compatriotas.
En efecto, el artículo 13 de la Constitución es completamente claro en torno a no distinguir, para los efectos de sufragar, entre chilenos que viven dentro o fuera del país, de manera tal que lo que ha estado pendiente ha sido la tramitación y dictación de una ley orgánica que regule la materia de manera adecuada.
Digamos las cosas tal cual son, señor Presidente: aquello no ha sido posible porque, lamentablemente, todos los proyectos presentados sobre el particular -desde el primero, planteado en 1991 por el ex Diputado Carlos Dupré- han sido rechazados en el Congreso por la Derecha.
Y fueron varias iniciativas. Menciono la de nuestra colega Isabel Allende y, también, la que propusimos durante el Gobierno del Presidente Ricardo Lagos -entonces yo era Canciller-, que tuvo el mismo destino. ¡Todas fueron rechazadas!
Felizmente, hoy se ha abierto una oportunidad.
En la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento hemos realizado muchos esfuerzos en ese sentido. Se presentaron múltiples iniciativas legales sobre la materia.
La Senadora Isabel Allende y yo llevamos al Gobierno, concretamente al Ministro del Interior, un proyecto de ley orgánica constitucional para regular la forma en que se debe materializar el voto de los chilenos en el exterior. Esa propuesta está completamente lista. Es cuestión de presentarla. Por cierto, no hemos conseguido el patrocinio del Ejecutivo para esos efectos. Pero no costaría nada. Ha faltado voluntad política.
Destaco que llegamos a la Sala del Senado con una reforma que es fruto de una moción parlamentaria y no de una propuesta del Ejecutivo, a pesar de que el Presidente Piñera, en sus cuatro mensajes presidenciales, se comprometió a enviar y apoyar una iniciativa legal en este sentido.
En el fondo, señor Presidente, de parte de algunos de los Senadores de Gobierno -no de todos, porque felizmente hubo un cambio de actitud que yo valoro- existe preocupación política -digámoslo como es- en relación con los efectos de los votos de los chilenos en el exterior, respecto de lo cual están completamente equivocados.
Señor Presidente, un censo realizado en 2002 -hace 11 años- estableció que solo el 12,1 por ciento de los chilenos vivía fuera del país por razones políticas. Por supuesto que hoy día son muchos menos. Aún más, dicho ejercicio arrojó que casi el 88 por ciento se hallaba en el exterior por motivos económicos, laborales, de estudio o por ser familiares de quienes estaban estudiando, trabajando o realizando una pasantía u otras actividades.
Nuestro mundo global exige la participación de todas y de todos. Y Chile se enriquece con la visión que los chilenos que residen en otros países le pueden aportar.
Señor Presidente, es tremendamente importante que por fin demos este paso. Considero vergonzoso que nos hayamos demorado tantos años en poder concretarlo. Porque aquí, en la Sala, en muchas entrevistas de prensa y en las largas historias de iniciativas legales sobre el particular, se argumenta que debiera existir un vínculo mayor -tal vez el pago de tributos, lo que habría significado establecer un voto censitario- o que los chilenos en el exterior no tienen vínculos con nuestro país.
Señor Presidente, yo fui Canciller, y puedo decir que quienes más colaboraron para que lográsemos el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea -días atrás celebramos sus 10 años de vigencia- fueron los chilenos que residían en el extranjero y trabajaban en medios de comunicación. Ellos organizaron seminarios y encuentros para apoyar el esfuerzo que como país estábamos realizando...
¿Me permite un minuto para terminar, señor Presidente?
El señor PIZARRO (Presidente).- Continúe, señora Senadora.
La señora ALVEAR.- Gracias, señor Presidente.
Decía que los chilenos se organizaron para apoyar la concreción de ese Tratado. Y, más aún, los que no eran periodistas fueron a los supermercados para mostrar nuestros vinos e informar al público que podrían venderse a menor precio si se llegaba a acuerdo con la Unión Europea.
Señor Presidente, espero que hoy día, de una vez por todas, hagamos justicia con los chilenos que viven en el exterior, otorgándoles el merecido derecho a sufragio, derecho que les corresponde y por el cual han luchado durante tantos años.
Voto favorablemente.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, Honorable Sala, el año 2007, un grupo de Diputados de Renovación Nacional presentamos un proyecto de reforma constitucional que modificaba los artículos 15, permitiendo el voto de los chilenos en el extranjero, y 32, sobre la designación de embajadores (boletín 4.587-07).
No es efectivo que parlamentarios de este Partido hayan bloqueado la posibilidad de que los chilenos ejerzan el derecho a voto en el exterior. Más aún, el único proyecto que está actualmente en tramitación en la Cámara de Diputados sobre esta materia es el que presentamos nosotros, del cual soy coautor.
¿Qué establece esa iniciativa legal?
Se efectuó un análisis comparado de las 69 legislaciones que contemplaban el voto de los ciudadanos de los respectivos países en el extranjero, y lejos de encontrar -como decía en su parte argumentativa ese proyecto- un modelo único en cuanto a la forma de abordar la regulación del tema, se puede observar una cantidad significativa de diferentes sistemas y normativas, dependiendo de cuál es el tipo de elecciones en que se aplica ese voto, la modalidad que se utiliza para la emisión del sufragio o los requisitos que deben cumplir los ciudadanos para poder ejercer ese derecho, entre otras variables.
De este modo, se advierte cómo en la práctica, al momento de traducir en normas jurídicas el derecho a sufragio en comento, las naciones han ido adoptando diversos procedimientos y sistemas que se ajustan a los debates de cada una de sus sociedades, en atención a sus distintas necesidades, aspiraciones y realidades.
La parte argumentativa de esa moción decía: "Así, creemos que tal como muchos países han avanzado en la reflexión sobre esta materia y, de acuerdo a sus propias historias y fundamentos, hoy cuentan con un marco jurídico que -con diferentes alcances- permite el voto de sus ciudadanos en el exterior, resulta pertinente que también Chile aborde la discusión de este tema y permita expresamente en la Constitución Política, el voto de sus ciudadanos en las elecciones de Presidente de la República, cuando éstos se encuentren o residan en el extranjero, de conformidad a la forma y requisitos que establezca la ley orgánica constitucional que hoy regula la materia".
Esa iniciativa, que -reitero- fue presentada por un grupo de Diputados, que yo lideré, en 2007, en la Cámara de Diputados, está actualmente en tramitación y tiene, adicionalmente, un complemento. Y ese es el tema de reflexión que quiero traer al Senado.
En ella sosteníamos que era importante efectuar un cambio en la manera de designar a los embajadores. Y, tal vez, por ese motivo el proyecto no tuvo la tramitación que esperábamos.
Pensábamos que -así lo establecía dicha iniciativa- había que modificar el artículo 32, N° 8°, de la Carta Fundamental, que dispone que es atribución especial del Presidente de la República designar a los embajadores y ministros diplomáticos, y a los representantes ante organismos internacionales, quienes son de su confianza exclusiva, de modo que se mantienen en sus puestos mientras cuenten con ella.
¿Qué señalamos en los considerandos de dicha iniciativa? Que era necesario también, junto con dar la posibilidad de voto de los chilenos en el extranjero, hacer una reforma constitucional respecto a la manera de designar a los embajadores de nuestro país. Proponíamos, claramente, que tales designaciones fueran aprobadas por el Senado, y que al menos las dos terceras partes recayeran en funcionarios de la carrera diplomática pertenecientes a la planta del Servicio Exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores.
¿Cuál era el objetivo de ese proyecto de ley? ¿Y por qué lo traigo a colación?
La idea era respetar la carrera funcionaria en la Cancillería y nombrar en el cargo de embajadores a funcionarios de carrera para que, en definitiva, las embajadas no se transformen en agencias electorales en favor de uno u otro candidato del oficialismo. En definitiva, se buscaba tener procedimientos transparentes para establecer y habilitar el voto de los chilenos en el extranjero.
No obstante que esa materia no fue incluida en el proyecto que nos ocupa, respecto al cambio en la designación de los embajadores,¿
Un minuto para terminar, señor Presidente.
El señor ESCALONA.- ¡No estamos hablando de los embajadores!
El señor PIZARRO (Presidente).- Puede concluir, señor Senador.
El señor CHAHUÁN.-¿ solicito que ella sea considerada durante la tramitación de la iniciativa.
En esta oportunidad, voy a votar a favor, tal como lo hice anteriormente, con el objeto de que los chilenos que viven en el extranjero también se sientan parte del proyecto colectivo de país.
Para pronunciarse afirmativamente aquí, no es necesario hacer cálculos electorales, ni ciencia ficción, sino que, en definitiva, hay que fortalecer el espíritu de nación.
Por eso, señor Presidente, voto a favor del proyecto. No obstante, considero oportuno, en algún momento, reflexionar en los términos planteados en mi iniciativa legal que se encuentra en la Cámara de Diputados, y así poder incorporar un sistema de validación por parte de los embajadores, a fin de que haya total transparencia en los procesos electorales.
He dicho.
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El señor PIZARRO (Presidente).- Saludamos a los alumnos del Colegio José Antonio Lecaros, de la comuna de Estación Central, quienes nos acompañan en las tribunas.
--(Aplausos en tribunas).
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El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Cantero, para fundamentar el voto.


El señor CANTERO.- Señor Presidente, asumo esto como un compromiso político. Yo comprometí mi palabra -escuché también a otras autoridades hacer lo mismo- respecto a esta materia. Y los compromisos son para cumplirlos y no para eludirlos.
Además, tengo fundamentos y argumentos para entregar mi respaldo al proyecto, pues no es solo un compromiso político.
Estamos en un mundo global, en el que se trata de ampliar el ámbito de las relaciones, para que los nodos que conforman las redes o las networks sean cada vez más abundantes y más enriquecidos en sus relaciones.
¿Qué busca este proyecto? Dar la posibilidad del ejercicio del derecho a sufragio a ciudadanos que se encuentran fuera del país.
La pregunta es: ¿esos ciudadanos tienen alguna limitación o impedimento? Por ejemplo, si vienen a Chile, ¿pueden votar? La respuesta es clara y categórica: si esos compatriotas se presentan aquí, pueden votar.
Bueno, y si pueden votar en Chile, ¿el interés por el país es distinto si están en la distancia o están acá; es distinto si nosotros habilitamos un mecanismo que les permita ejercer ese derecho en otro espacio territorial? En un mundo global como el actual, la ubicación física en realidad es lo menos relevante y no significa absolutamente nada.
Tal argumento me parece francamente muy, muy débil.
En consecuencia, ¿de qué se trata, en realidad? En mi opinión, se trata de efectos políticos.
Pero esa es una dimensión del problema. Hay efectos políticos, culturales, económicos, comerciales, etcétera. El definir la decisión solo en torno a efectos políticos, es decir, a cálculo político-electoral, no es un criterio adecuado. Es un criterio de atrincheramiento que no contribuye ni ayuda a nuestro país.
Hay efectos que son mucho más relevantes, como el enfoque cultural, el efecto económico, el efecto comercial, como ya señaló en esta Sala la Senadora Soledad Alvear.
Yo he visto cuando estas redes se activan, cómo generan un inmenso beneficio para Chile, no solo en lo comercial; cómo interactúan con nuestros estudiantes de posgrados a nivel global; cómo ayudan, cómo contribuyen, cómo aportan a los proyectos de investigación. En realidad, es muy relevante el rol que pueden cumplir.
Por eso, me parece muy positivo proteger el derecho constitucional de esos chilenos: que si pueden votar en nuestro territorio, por cierto pueden hacerlo también en el extranjero. Nada se los impide. Si no, sería simplemente una discriminación por dinero: el que puede venir a Chile, vota; el que no puede pagar el pasaje, no vota.
Esa discriminación es odiosa, inaceptable.
En consecuencia, considero relevante progresar en esta línea. Es un avance positivo, aunque necesita perfeccionamientos.
Además, el compromiso de participar constituye a esos connacionales en verdaderos embajadores de paz, en embajadores culturales. Chile se enriquece con este poblamiento de nodos, individuos, ciudadanos interesados en votar y se potencian las relaciones. Creo que es un juego que solo da un ganar-ganar.
Respecto de las consecuencias de las decisiones, el asumir que alguien toma una decisión acerca de la votación presidencial en Chile con el propósito de que las consecuencias sean negativas, no es una buena mirada, no es un buen enfoque, no habla bien de ese análisis. Creo que la gente adopta las decisiones con la mejor inspiración, con la mejor intención, siempre pensando en el beneficio del país.
Por las razones expuestas y tratando de acotarme en el tiempo, cumplo con mi palabra, cumplo con mi compromiso, cumplo con lo que les dije en distintos lugares del mundo, cuando estuve con delegaciones de chilenos en el extranjero, y voto a favor, señor Presidente.
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El señor PIZARRO (Presidente).- Aprovechamos de saludar a los alumnos de la Escuela Enrique Yáñez González, de San Vicente de Tagua Tagua, que nos acompañan en las tribunas.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
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El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Hernán Larraín, para fundamentar su voto.


El señor LARRAÍN.- Señor Presidente, en esta materia es importante tener claro que todos los chilenos, dondequiera que vivan, mientras sean nuestros conciudadanos tienen derecho a votar. Sin embargo, la ley entiende, no solo respecto del ejercicio de este derecho, sino también de muchos otros, que para hacer uso de él en la actualidad se debe estar en Chile, porque es aquí donde se abren las mesas para poder ejercer el derecho a sufragio, como también es aquí donde todos nosotros podemos reclamar el derecho a la salud, a la educación y a diversos servicios del Estado.
Los chilenos que residen fuera del país no pueden atenderse a costa del Fisco para resolver sus problemas de salud, sino que, de acuerdo a su situación, deben buscar una solución en el extranjero. De manera que el que quienes hoy día viven en el exterior carezcan de derecho a sufragio no significa que están siendo excluidos o marginados en forma indebida.
Lo digo, porque si se entendiera así y ello fuera una discriminación, entonces a los chilenos en el exterior habría que prestarles una serie de otros servicios que el Estado les brinda a quienes viven en el territorio nacional.
Ahora, sin perjuicio de lo anterior, estimo que la causa para que los chilenos puedan votar en el extranjero es justa. Comprendo la necesidad que han planteado algunos Senadores -yo mismo lo he hecho en el pasado- de que exista un principio de vinculación, porque los ciudadanos que viven en el exterior no sienten los efectos de la votación en la misma forma que los que vivimos en Chile.
Tal situación tiene una justificación objetiva. Sin embargo, en lo personal me he inclinado, no solo a votar favorablemente esta iniciativa, sino también a patrocinarla como coautor, porque -repito- creo que se trata de una causa justa y posible.
Quizás no es posible entregarles un servicio de educación o de salud a los chilenos que viven en el extranjero, pero sí es posible abrirles el derecho a sufragio, pues esto no implica una situación de imposibilidad y ya los precedentes internacionales son innumerables.
Pienso que el mundo ha cambiado. Hoy día es un mundo cercano. A través de las redes de comunicación social, a través de Internet, los chilenos que viven fuera de nuestra tierra pueden estar siguiendo las noticias de lo que ocurre en Chile en forma diaria, o leyendo los periódicos, y no una vez al día, sino informándose de lo que acontece a lo largo de la jornada.
Asimismo, la experiencia de muchos chilenos que uno ha conocido en el exterior es que en verdad siguen muy conectados y muy vinculados, aunque el nuestro no es un país que tenga un ingreso significativo de¿
El señor LAGOS.- Remesas.
El señor LARRAÍN.-¿ remesas provenientes del extranjero, como lo tienen naciones de Centroamérica e incluso otras de más al norte de Sudamérica. Y también aquí hay compatriotas que reciben recursos de familiares chilenos que viven afuera y que contribuyen al financiamiento de sus gastos.
Es decir, muchos chilenos residentes en el exterior tienen, debido a un sentimiento muy profundo que existe por nuestra nacionalidad, una conexión que se mantiene en el tiempo.
Por lo tanto, a mí, fundado en esa situación; fundado en la posibilidad y la viabilidad de instalar el ejercicio del derecho a sufragio en el extranjero; fundado también en la cercanía, aunque sea virtual, de los chilenos por los distintos mecanismos a que me referí, me parece que es justo, que es razonable abrir este espacio para que puedan hacer uso del derecho a voto en el exterior.
Esa es también una forma de comprometerlos más con Chile, que necesita, a través de los connacionales que viven fuera de él, mecanismos de conexión con esas realidades. Y este aporte, esta contribución se logra a través de un compromiso en el que uno también les da la posibilidad de ejercer ciertos derechos.
Adicionalmente, la forma en que se plantea el ejercicio del derecho a sufragar también exige de su parte una expresión de voluntad concreta, porque en cada elección deberán inscribirse. Y como el voto no es obligatorio, sino un derecho, podrán ejercerlo o no. Por consiguiente, quienes tengan interés se inscribirán y luego votarán.
Eso, por lo menos, salva la necesidad¿
El señor PIZARRO (Presidente).- ¿Necesita más tiempo, señor Senador?
El señor LARRAÍN.- Sí, señor Presidente, para terminar la idea.
El señor PIZARRO (Presidente).- Dispone de un minuto más.
El señor LARRAÍN.- Gracias.
Señor Presidente, aunque no todos los derechos que tenemos quienes residimos en Chile los podemos exigir cuando vivimos en el extranjero, el hecho de que abramos la posibilidad de ejercer el derecho a sufragio a los ciudadanos que se encuentran en tal condición es de enorme justicia.
Por lo tanto, como habrá que expresar voluntad para inscribirse y votar y como esos compatriotas deberán hacer un esfuerzo adicional al no hallarse siempre el consulado en el lugar donde ellos viven, todo eso envuelve una suerte de compromiso con el destino de Chile que justifica abrir el espacio de votación pertinente.
Así es que, pese a las muchas inquietudes que se manifiestan respecto a este derecho a sufragio, lo considero justo.
Por eso, voto a favor.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Escalona.


El señor ESCALONA.- Señor Presidente, en primer lugar, quiero agradecer que esté presente en el debate el Ministro Larroulet, quien ¡suspendió temporalmente su tarea de intervención electoral para acompañarnos esta mañana...! Eso me alegra una enormidad, aun cuando dicho personero salió momentáneamente de la Sala.
Asimismo, valoro la actitud de los Senadores que, habiendo tenido una posición contraria al sufragio de los chilenos en el exterior, esta mañana van a concurrir con su pronunciamiento favorable.
Les agradezco de verdad esa disposición, ya que, como se sabe, los votos de la actual Oposición no son suficientes para alcanzar el quórum constitucional que se requiere a los efectos de aprobar esta reforma. De manera que les expreso mi sincera gratitud a los colegas que se sumarán a la aprobación de este proyecto.
Sin embargo, no puedo dejar de señalar la enorme contradicción que existe en este debate, la incongruencia que se observa en nuestras conductas.
En efecto, ayer se llevó a cabo el debate presidencial televisivo, y, según dicen los expertos, los opinólogos, los analistas y otros (entendidos, imagino), el gran problema en estas elecciones es el abstencionismo.
Se han escrito miles de artículos con relación al punto. Se elaboran teorías. Unos defienden el voto voluntario; otros lo condenan. Empero, aquí cuestionamos a un grupo de connacionales que quieren sufragar.
Por una parte llamamos a los chilenos a votar y por otra les colocamos cortapisas a compatriotas que sí quieren sufragar.
Por eso nadie entiende nuestro sistema político. Por eso muchos ciudadanos y ciudadanas nos miran con perplejidad.
Hacemos toda una teoría sobre el abstencionismo, pero ponemos una serie de cortapisas, limitaciones, obstáculos, barreras a chilenos y chilenas que están fuera de nuestro país y desean ejercer el derecho a voto, que es de la esencia de su condición de ciudadanos.
Esas son parte de las razones -en torno a ellas se filosofa bastante- del desencanto existente hoy con la política. Porque resulta muy difícil explicar una contradicción tan evidente, tan flagrante. Eso es lo que nos hace aparecer como cínicos frente a la opinión pública: decimos "Vayan a votar", pero a los chilenos que se hallan en el exterior no los dejamos hacerlo.
Por ende, les expreso mis sinceros agradecimientos a los colegas de las bancadas de Gobierno que han manifestado su disposición a reparar esta deuda que tiene la democracia chilena.
Este no es un problema técnico; ni siquiera político, diría yo. Es un problema de ética política vinculado con el respeto al principio básico de la democracia: el de que todos somos iguales, sin ninguna discriminación arbitraria, y valemos lo mismo si estamos dentro o fuera de las fronteras de nuestra patria.
En consecuencia, aun cuando queda todavía el trámite en particular y tenemos diferencias respecto a las condiciones para ejercer este derecho en mi opinión sagrado, pues se relaciona con la condición de ciudadano de cada cual, concurro con mucha alegría, por haber sido exiliado, a remover este obstáculo autoritario votando a favor de la aprobación en general de esta reforma.
El señor PIZARRO (Presidente).- Le recuerdo a la Sala que el proyecto se aprobó en general hace más de dos meses.
Tiene la palabra el Senador señor Lagos.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, quiero decir primero que por fin verá la luz este proyecto, que ha sido largamente tramitado, pues habrá en apoyo de él, si no consenso, una mayoría bastante significativa, que incluye a ambos lados de este Hemiciclo.
En seguida, comparto lo señalado en torno a la importancia de dar el derecho en cuestión.
Acá hay una discusión muy de fondo, pero a ratos se aducen argumentos que la disfrazan.
Por ejemplo, el Senador Coloma señaló que los chilenos que viven en el exterior no tienen por qué votar para decidir lo que ocurrirá en nuestro país, pues las resoluciones que tomen aquellos a quienes elijan no los afectarán.
Si uno revisa la historia del debate de este proyecto de reforma constitucional observará que tal afirmación resulta contradictoria. Y eso es lo que al final termina ocultando las verdaderas intenciones.
Si no, explíquenme lo siguiente (y lo digo de la mejor manera, con muy buena disposición y en forma afectuosa): si el problema de fondo estriba en que los chilenos que viven en el extranjero no deben votar porque las decisiones que tomen aquellos a quienes elijan no los afectarán, ¿por qué exigen el cumplimiento de ciertas condiciones para ejercer el derecho a sufragio, como la de tener que venir a Chile cada dos o tres años?
En otras palabras, "Si usted vive en el extranjero y tiene plata se obvia el efecto de su decisión sobre el futuro gobierno".
A mi entender, debería haberse dicho desde un principio "No quiero que quienes viven afuera voten". Y punto. Pero no exigir aquel tipo de requisitos.
Así de sencillo.
Señor Presidente, por supuesto, agradezco y valoro la disposición de quienes apoyan sin condiciones la reforma en debate. Pero creo que hay un sector que tiene una mirada un poco distinta y egoísta, que sigue creyendo que nuestros connacionales que viven en el extranjero (¡ellos, sus hijos y hasta la séptima generación...!) van a votar con determinada orientación política. Sin embargo, eso es incierto, porque los hijos de esos compatriotas conforman una mixtura muy distinta del gran influjo que existió en su oportunidad sobre los exiliados. Hoy día hay estudiantes, emigrantes, personas que salen de Chile en busca de nuevos destinos pero siguen vinculadas con nuestro país a través de su familia, en fin.
Ahora, lo que se propone para Chile lo han hecho muchas otras naciones. Basta ver el Derecho comparado.
Sin embargo, la reforma constitucional que aprobaremos hoy va a adolecer del mantenimiento de una condición discriminatoria: la votación desde el extranjero deberá solicitarse para cada elección o plebiscito.
Si yo estoy inscrito en Valparaíso y me voy a vivir a Puerto Montt pero no cambio mi inscripción electoral, debo sufragar en la Quinta Región o no puedo votar.
Si voy a vivir para siempre en Puerto Montt y cambio mi inscripción, no tengo que hacer ningún otro trámite.
Entonces, ¿por qué razón los chilenos que viven permanentemente en el extranjero y desean sufragar deberán inscribirse para cada elección o plebiscito?
A quienes estén afuera temporalmente, ya sea por trabajo o por estudios, se les aplicará el mismo criterio que a los nacionales. Es decir, si alguien se va por un año y medio y su permanencia en el exterior coincide con una elección, para votar deberá inscribirse en el consulado respectivo. Y cuando vuelva a Chile, si quiere votar, tendrá que cambiar su inscripción, siguiendo el mismo criterio que en el caso de un traslado definitivo de Valparaíso a Puerto Montt.
A quien vive permanentemente en un lugar no se le puede pedir que renueve su inscripción o manifieste interés para cada acto eleccionario.
Ahora, imagino que, para ser coherentes, aquellos que tienen una visión como la expresada por el Senador Coloma presentarán en su oportunidad una indicación para decir en la ley orgánica respectiva que ¡si una persona que vive permanentemente en el extranjero viene a Chile se le prohíbe votar...!
Si el criterio es "si vive afuera no tiene derecho a entrometerse en lo que piensan los chilenos y en lo que van vivir tras una elección", ¿por qué le posibilitaremos votar a una persona por el hecho de que pudo viajar a nuestro país?
No sé si me explico.
Quiero ver, pues, si serán capi y mantendrán la coherencia. O sea, si no puedo permitirle a un connacional que vive afuera decidir a través del voto quién gobernará en Chile "porque no sufre las consecuencias", mal podría posibilitárselo a otro que se halla permanentemente en el exterior pero tiene las lucas necesarias para venir a sufragar a nuestro país.
Veo allí una falta de coherencia muy fuerte.
Señor Presidente, si esa misma voluntad hubiera existido hace dos años, en esta elección presidencial podría haber votado un número importante de chilenos que viven en el exterior.
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El señor PIZARRO (Presidente).- Quiero saludar al Club de Ancianos María Auxiliadora y al Club de Adulto Mayor Mercedario, de El Olivar, Sexta Región.
Gracias por estar acá.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
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El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene palabra el Senador señor Sabag para fundamentar su voto.


El señor SABAG.- Señor Presidente, aunque todavía no conocemos el resultado de la votación, de lo que han manifestado varios colegas se desprende que esta reforma constitucional se aprobará, y transversalmente.
Eso es grato para los ciudadanos, porque todos los sectores representados en el Senado concuerdan en el mérito del proyecto que estamos despachando.
No me cabe duda de que los miles de chilenos que viven en el extranjero están pendientes de este debate, pues se preocupan permanentemente, y al detalle, de lo que pasa en su país, al punto de que muchas veces tienen más información que nosotros.
Cuando se vive en el exterior nace un patriotismo inmenso. Entonces, esos chilenos están interesados en el progreso de nuestro país, en cada hecho que ocurre aquí. Así, cuestiones que muchas veces nosotros pasamos por alto ellos las tienen muy presentes.
¡Eso es mantener el vínculo con la patria!
Alguien podría decir: "Los chilenos que están en el extranjero no tienen idea de lo que sucede en nuestro país".
Pero no es así, señor Presidente: ¡ellos piensan continuamente en los destinos de su patria!
Por eso se han sentido muy poco considerados y despreciados al no poder ejercer el legítimo derecho a sufragar desde el exterior.
En cada elección que llevan a cabo otros países vemos cómo sus ciudadanos que viven en Chile concurren a votar, cómo realizan propaganda, cómo se movilizan y cómo festejan tras conocer los resultados.
En los últimos comicios, nuestros hermanos chilenos que viven en el extranjero efectuaron una votación, aunque sin validez, para manifestar que se hallaban vinculados con los intereses de su patria.
Por consiguiente, siento que hoy día se les hará justicia a nuestros compatriotas que se encuentran en el exterior, quienes tendrán una gran alegría.
A esos connacionales les hemos causado a veces un dolor absolutamente innecesario en función de cálculos electorales contingentes, sin pensar que ellos han cambiado bastante y ya están adaptados a la realidad de los países donde habitan.
Hace algunos días escuché en un debate cómo defendían posiciones muy distintas de las que algunos imaginan. Y si hubieran podido votar, a lo mejor lo habrían hecho a favor de sectores impensados.
Esos compatriotas viven otra realidad, señor Presidente. Pero no están sacando cálculos electorales: quieren participar en los destinos de su patria.
Por ello, con sumo agrado aprobaré este proyecto.
Hemos compartido en el extranjero con muchos de esos compatriotas. Se toman la molestia de visitarnos y representarnos sus puntos de vista. Y con mayor razón lo hacen cuando acompañamos a una autoridad importante, como el Presidente de la República.
Nuestras primeras reuniones en el exterior son con los chilenos, quienes nos hacen una sola petición: "Considérennos, dennos el derecho a votar que tienen los nacionales de otros países".
Al aprobarse esta reforma, con gran atraso, tras muchos años de espera y luego de bastantes intentos, por fin llegará la justicia.
La modificación propuesta consiste en agregar al artículo 13 de la Constitución el siguiente inciso tercero: "Los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren fuera del país podrán sufragar desde el extranjero en las elecciones de Presidente de la República y en los plebiscitos nacionales, por el solo hecho de solicitarlo para cada elección o plebiscito. Dicha solicitud se dirigirá al Servicio Electoral, pudiendo realizarse en Chile o a través de los Consulados de Chile en el extranjero, indicando el Consulado donde se ejercerá este derecho...".
Reitero que con mucho agrado voto favorablemente este proyecto de reforma constitucional, que será un motivo de inmensa alegría para todos nuestros compatriotas que viven en el extranjero.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Zaldívar.


El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- Señor Presidente, ante todo, quiero hacer presente, en cuanto al primer incidente que tuvimos con el colega Coloma (Su Señoría no se encuentra en la Sala) a propósito de la aplicación del Reglamento, que la actitud que se ha asumido muchas veces con relación a la posibilidad de darles derecho a voto a los chilenos que viven en el extranjero ha sido de cierta reticencia o cerrazón -diría yo- por parte de un sector del Senado, principalmente del partido del referido Senador, con el fin de impedir su concreción. Y para ello se ha acudido a distintas fórmulas.
Por lo tanto, yo interpreté la posición del colega Coloma en ese sentido: en el fondo, entorpecer la cristalización de tal objetivo.
Cuando en el Senado tratamos proyectos con quórums especiales, por ejemplo de reforma constitucional, ¿qué hacemos normalmente? Facilitamos la apertura de la votación para ver si se reúnen los votos exigidos, sin perjuicio de mantener el derecho al tiempo necesario para exponer nuestras ideas.
Por eso -insisto- interpreté la primera intervención del Senador Coloma en tal sentido: entorpecer la posibilidad de aprobar esta reforma constitucional.
En seguida, señor Presidente, ha sido habitual en los procesos llevados a cabo en otros países, y también en Chile (siglo XVIII, cuando se instalaba recién el sistema democrático), que algunos sectores se opongan al voto universal y se declaren partidarios del voto censitario, conforme al cual, por ejemplo, solo puede sufragar quien tiene un bien raíz.
Así fue en nuestra Constitución: los sectores más conservadores regulaban el derecho a voto y lo restringían a determinado número de personas, constituido por aquellos que tenían capacidad para ejercerlo.
Luego avanzamos y, por supuesto, se abrió el derecho a voto. Pero se estableció que podían ejercitarlo únicamente los mayores de 25 años.
En un tiempo largo se les vedó el derecho a voto a las mujeres. Solo en los años 40 se les permitió sufragar en las elecciones presidenciales y parlamentarias. Antes únicamente podían hacerlo en las municipales.
Fue este Parlamento el que, con la participación de los Senadores, incluido el colega Sergio Fernández, uno de los autores de la moción pertinente, rebajó a dieciocho años la edad para tener derecho a sufragio.
Previo a eso, se permitió el voto de los analfabetos.
En Chile y en el resto del mundo el proceso de perfeccionamiento de la democracia ha discurrido sobre la base de abrirles el espacio electoral a todos, sin restricción alguna.
La Constitución del 80 dispone claramente que tienen derecho a voto todos los ciudadanos, sin excepción, salvo que se pierda la nacionalidad chilena. Al respecto, señala que "Son ciudadanos los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y que no hayan sido condenados a pena aflictiva" y que la calidad de ciudadano confiere el derecho a sufragio. Y ello, vivan en Chile o en el extranjero.
Aquí se dijo muy bien: el que tiene dinero puede venir a votar, a diferencia del que no lo tiene. Por mi parte, soy partidario de abrir ese espacio al sufragio.
Ahora, no estoy de acuerdo con los términos del proyecto de reforma constitucional. Me parece cierto lo expresado por el Honorable señor Lagos. No es posible que a los chilenos en el extranjero se les obligue, en cada uno de los comicios, a una inscripción en el consulado. ¡No! Deben mantenerla una vez verificada, salvo que quieran cambiar este último por haber trasladado su domicilio o residencia. Ello, al igual que cualquier otro ciudadano conforme al sistema de inscripción automática. No podemos aprobar el texto, entonces, y será preciso modificarlo.
Además, se tendrá que eliminar en el inciso todo lo que viene después y dejar nada más que lo relativo a que una ley orgánica constitucional determinará la forma como se realizarán los procesos electorales y plebiscitarios en el extranjero.
El señor WALKER (don Ignacio).- Estamos en la discusión particular.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- El proyecto, tal como está, no va a tener aplicación y será absolutamente limitativo...
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene un minuto para terminar, Su Señoría.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- Gracias.
Si queremos que los chilenos en el extranjero voten como corresponde, por ius soli o por ius sanguinis, con las limitaciones consignadas en nuestra propia Constitución, estimo que tenemos que proceder en forma realista y que en verdad ha de tratarse del ejercicio del derecho.
Muchos países han progresado hoy día en la materia, principalmente los europeos. Respecto de la referencia hecha por el Senador señor Coloma, a lo mejor se da el caso de Suiza. Pero Alemania, Francia, Italia, España y la mayoría están avanzando en este sentido. Y en América Latina también. ¿Por qué no podemos seguir nuestra tradición de ir ampliando la democracia y la posibilidad de ejercer nuestros derechos con la incorporación de los chilenos en el extranjero para facilitarles el derecho a voto? Este último lo tienen, pero le ponemos un impedimento por la vía de no darles las condiciones para ejercerlo.
Por esas razones, voy a votar a favor, pero pienso que la norma debe ser modificada.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra la Honorable señora Lily Pérez.


La señora PÉREZ (doña Lily).- Señor Presidente, me siento orgullosa de ser Senadora de la República y de poder votar a favor del proyecto, lo que hago por una convicción profunda en el ejercicio de la democracia y de la ciudadanía a través del sufragio.
Una gran cantidad de compatriotas se hallan fuera del país por estar trabajando o estudiando o por un período breve, y habría sido maravilloso que el próximo domingo hubieran podido votar por una Presidenta de la República, ya que dos mujeres han llegado a la gran final.
Y lo digo porque desde siempre he abrigado la convicción profunda de la importancia de que un ciudadano pueda ejercer sus derechos en nuestra tierra o encontrándose temporalmente fuera.
Por eso, considero relevante que la Comisión llegara a un texto acordado en el sentido de que el voto, aun cuando sea voluntario y automática la inclusión en el registro, tenga que ejercerse a través de una inscripción. Porque también se requiere una voluntad en este sentido. Resulta muy significativo, entonces, que ello se lo podamos entregar a los chilenos fuera del país.
No tengo ningún prejuicio en cuanto a qué sector político podría estar asignada la nueva votación, pues me parece fundamental que los candidatos presidenciales puedan cautivar asimismo a aquellos que viven en el extranjero, no solo mediante mensajes o campañas, sino también a través de un proyecto unitario para Chile.
En consecuencia, estimo un paso trascendental el que estamos dando en el Senado en la línea de avanzar y dar luz verde a la iniciativa en examen, que otorga a los compatriotas a los cuales se hace referencia la posibilidad de ejercer su derecho a sufragio en las elecciones presidenciales.
He dicho.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Espina.


El señor ESPINA.- Señor Presidente, me alegra profundamente que en el Gobierno del Presidente Piñera finalmente se hayan materializado medidas que, sin lugar a dudas, contribuyen al perfeccionamiento de nuestra democracia. Respecto de ellas siempre hubo intenciones, pero no lograron concretarse por diversas causas.
¿Cuáles son?
En primer lugar, la inscripción automática y el voto voluntario, lo que ha permitido que hoy se encuentren comprendidas en el sistema al menos cuatro millones de personas que debían cumplir con un trámite adicional, consistente en registrarse para los efectos electorales.
Ello le plantea al mundo de la política, a los candidatos, una exigencia que a mi juicio va a rendir grandes frutos en el futuro, cual es la de ganarse la confianza de la ciudadanía y motivarla para sufragar. No cabe duda de que es un perfeccionamiento, en el mediano plazo -es posible que en el corto plazo algunos lo consideren con reticencia-, de nuestra democracia, porque se obliga a los candidatos a persuadir, a convencer de concurrir a las urnas. Eso determina que las propuestas sean mejores que las hechas a un electorado cautivo y que, muchas veces, ni siquiera ha conocido cuáles han sido las presentadas por los candidatos de su sector.
En segundo término, las primarias legales representan un tremendo avance, ya que se despeja la forma como los candidatos deben designarse. Lo ideal es que acaben las designaciones por comisiones electorales, aun cuando puedan establecerse procesos previos. Finalmente, el gran mérito de la primaria es que militantes e independientes definen los postulantes de los partidos o de un sector a Presidente de la República, a Senador, a Diputado y a Alcalde.
Este es un progreso inmenso en participación ciudadana.
En tercer lugar, la profundización de la regionalización. Es en este Gobierno cuando se presenta por primera vez un proyecto -ya es ley- que permite elegir democráticamente a los consejeros regionales. Es un cambio enorme respecto del pasado.
En seguida, una reforma constitucional en tramitación perfecciona las facultades de las regiones para resolver problemas de su competencia. ¡Este es un paso gigante en democracia, emprendido por el Gobierno del Presidente Piñera, con el acuerdo, por cierto, de la Oposición, pues, de lo contrario, no se contaría con las mayorías necesarias para aprobar tales normas!
Como miembro de la Comisión de Constitución y uno de los patrocinantes de la iniciativa en debate, soy completamente partidario de que se transforme en realidad, razón por la cual la votaré a favor. Me parece de toda justicia este avance, además de la conveniencia de que no exista temor a perfeccionar nuestra democracia.
Los fundamentos del proyecto, en breve, son los siguientes.
En primer lugar, concurren hoy dos circunstancias. Una de ellas es que todos los chilenos mayores de 18 años no condenados a pena aflictiva tienen derecho a voto, ya sea que vivan en el país o en el extranjero. La otra es que se hallan inscritos automáticamente, como lo dispone la legislación.
Entonces, si todas esas personas tienen derecho a voto, la pregunta es por qué mantener el impedimento de ejercerlo para quienes viven en el extranjero.
Por lo tanto, me parece razonable, justo, que estos últimos puedan participar en los procesos para elegir Presidente de la República.
Respecto de los requisitos o las condiciones en la materia, aspectos que se debatieron mucho, estimo que la solución adoptada es la correcta, que es la de que esos chilenos, para votar en el extranjero, expresen en los consulados respectivos, cada vez que se verifiquen comicios, su interés en hacerlo, por dos razones.
La primera...
Señor Presidente, se va a agotar mi tiempo. ¿Me puede conceder un minuto más, por favor?
El señor PIZARRO (Presidente).- Lo tiene, Su Señoría.
El señor ESPINA.- Muchas gracias.
La primera razón es que si ellos no avisan anticipadamente que quieren estar inscritos en el padrón electoral en el extranjero, podría suceder que se encontraran registrados simultáneamente en este último y en el correspondiente al territorio nacional.
Y la segunda dice relación con que esa es la forma de saber exactamente cuál es el padrón electoral final que vamos a tener en nuestro país.
Se plantea que debería haber otros requisitos, como el de pagar impuestos. Ese es un terreno extraordinariamente peligroso. ¿Significa que en Chile deberíamos también establecer la exigencia de que cada vez que una persona va a votar tiene que mostrar su declaración de renta o el pago del IVA?
A mí me parece que ahora nos hallamos ante un avance importante. Implica un desafío ir a ganarse con nuestras ideas y propuestas la confianza, el cariño y el afecto de quienes viven en el extranjero. Por lo tanto, creo que esta es una norma que perfecciona nuestra democracia, y se logró gracias a la contribución de muchos.
El señor PIZARRO (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Orpis.


El señor ORPIS.- Señor Presidente, me pronunciaré en contra de la iniciativa en análisis.
Y lo haré sin incurrir en ningún tipo de contradicción. Tampoco se me plantea algún problema ético ni he hecho un cálculo electoral. Ello simplemente obedece a que mi visión es distinta: quienes deberían votar son los que exhiben un vínculo real y permanente con el territorio, relación expresada en distintas autoridades y procesos electorales en Chile, que no por eso dejan de ser democráticos.
Quiero llevar lo anterior concretamente a la elección de alcalde, por ejemplo: no puede postular al cargo quien no reside en el territorio respectivo. Algo similar ocurre con los consejeros regionales o los Diputados. Es decir, a los candidatos se les exige un vínculo real y permanente con el territorio que van a representar.
Y, para el Senador que habla, eso es de sentido común. Porque, evidentemente, los participantes en procesos electorales -tanto candidatos como quienes van a sufragar- deben ser personas a las que van a afectar directamente las decisiones que tomen las autoridades.
Más aún, de acuerdo con el artículo 14 de la Constitución, también pueden votar los extranjeros, en la medida en que estén avecindados por más de cinco años en nuestro territorio. De esa norma se desprende que pueden ejercer el derecho si registran un vínculo de carácter real y permanente, al igual que en el caso de alcaldes, consejeros regionales, Diputados, porque asimismo los alcanzarán los efectos de las determinaciones que se adopten.
Por eso, durante la discusión general presenté una indicación sobre el particular. Porque el avecindamiento permanente en el extranjero es distinto de la residencia de carácter transitorio por razones de trabajo, de estudio o por otras circunstancias. En el segundo caso era partidario de que se votara, pues la desvinculación con el país es pasajera. Mi proposición fue rechazada por el órgano técnico y se optó por otro tipo de condiciones, meramente formales.
Votaré en contra, entonces, porque mi posición es que quienes participan en los procesos electorales han de presentar -repito- un vínculo real y permanente con el territorio en el cual van a afectar las decisiones que se tomen.
Creo que es lícito pensar en que todos tienen derecho a voto por el hecho de ser ciudadanos, independientemente de que residan en Chile o en el extranjero. Mas no comparto esa definición, esa visión.
Mi Honorable colega Coloma ya intervino, pero el Senador que habla quisiera despejar un punto. Si Su Señoría hubiera querido dilatar el despacho del proyecto, perfectamente podría haber pedido segunda discusión. La cuestión amerita consignar que simplemente quería ser parte del debate y no retrasar la iniciativa, porque disponía de otro tipo de mecanismos reglamentarios para hacerlo.
He dicho.
El señor PIZARRO (Presidente).- Puede intervenir el Senador señor Uriarte.


El señor URIARTE.- Señor Presidente, ciertamente estamos en presencia de un asunto opinable, habiéndose escuchado muy buenos argumentos a favor y en contra.
Ayer, con motivo de una materia de naturaleza científica, también nos encontrábamos enfrentados a una discusión muy interesante, en orden a si se podía o no aplicar timerosal en las vacunas de los niños, y concluimos que ello no le correspondía al Senado dirimirlo, sino a la comunidad científica o a la Organización Mundial de la Salud.
En el caso que ahora nos ocupa sí podemos decidir, porque nos encontramos abocados a un tema de Derecho, con relación al cual existen argumentos de fondo absolutamente legítimos.
Deseo consignar que estoy en contra del voto de los chilenos en el extranjero básicamente por dos razones.
En primer lugar, se trata de una institución que nace como algo propio del colonialismo. Gran Bretaña, España, Portugal y Holanda la aplicaban. Y hacerlo tenía mucho sentido histórico. Los ingleses que nacían en la India eran titulares de los mismos derechos que les correspondían a los que estaban en el Reino Unido. Y lo mismo ocurrió en las colonias españolas y en las holandesas.
Pero, lamentablemente, nuestra realidad es muy diferente. Somos países que fuimos colonizados, y nuestra naturaleza, tradición e identidad son distintas. Por esa razón, Estados Unidos, por ejemplo, que fue uno de ellos, no privilegió el ius sanguinis, sino el ius soli, o sea, la vinculación con el territorio. Eso explica que Kissinger nunca pudiera ser candidato a Presidente de la República, como tampoco Schwarzenegger -lo leímos en la prensa-, si bien este último pudo serlo a gobernador. Y nuestra tradición constitucional ha sido la de exigirse siempre a los candidatos a la Primera Magistratura haber nacido en Chile, lo que registra una sola excepción, según entiendo.
Pienso, entonces, que lo que cabe en naciones como las nuestras es preferir la relación con el territorio, más que con la sangre.
Un segundo motivo para estar en contra, señor Presidente -comprendo que la cuestión es completamente opinable-, dice relación con que han de tener derecho a sufragio, a mi juicio, los que de verdad pueden verse afectados o beneficiados por quien finalmente resulte electo.
Por eso, en cada Región votan los inscritos y domiciliados en ella, y lo hacen por los candidatos de la circunscripción senatorial, distrito o comuna respectivos. Pero a nadie se le ocurriría que alguien con domicilio en Puerto Montt puede votar en Arica, porque la relación entre el elector y el territorio es tan determinante, que ello solo se puede hacer por los candidatos que representan este último. Y esa es obviamente una manifestación más del ius soli, que es lo que estimo que no solo marca nuestra tradición republicana y democrática, sino también lo que finalmente corresponde defender.
Deseo entregar un último argumento, de carácter personal, si bien no soy partidario de invocar una experiencia de ese tipo para fundamentar un pronunciamiento. Tengo doble nacionalidad. Y en virtud de ello, siempre he recibido en mi casa, por correo certificado, la papeleta para las elecciones no solo municipales o territoriales, sino también para Jefes de Estado.
Sin embargo, nunca he querido ejercer ese derecho a voto, precisamente porque no me parece justo que un ciudadano que vive en Vitoria o San Sebastián y que conoce, de verdad, la realidad del transporte público de esos lugares disponga de los mismos derechos de alguien que se halla a 13 mil o a 15 mil kilómetros de distancia y que no goza de las bondades ni sufre los problemas de dicho sistema de locomoción.
Por esa razón...
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Ha concluido su tiempo, señor Senador.
Dispone de un minuto adicional.
El señor URIARTE.- Por esa razón -decía-, voto en contra del proyecto.
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor García.


El señor GARCÍA.- Señor Presidente, me pronunciaré a favor de incorporar a nuestra Constitución Política el derecho a voto de los ciudadanos chilenos que se encuentran en el extranjero.
Lo hago porque nuestra nación es pequeña; además, se ubica geográficamente en el fin del mundo.
Pienso que mantener el vínculo con los connacionales que viven en el exterior -entre otras formas, no la única- mediante el ejercicio del derecho a voto en las elecciones presidenciales y en los plebiscitos es una manera inteligente no solo de conservar el vínculo, sino también de ampliar los niveles de influencia de un país como el nuestro, que -como señalé- es pequeño y, desde el punto de vista geográfico, se halla muy aislado: separado por un gigantesco océano, por la cordillera de los Andes, por el desierto de Atacama y por la Antártica.
Me pronunciaré a favor de la iniciativa, pues, a pesar de hallarnos en el trámite en particular, pienso que estamos votando centralmente la idea de conceder el derecho a sufragio a los ciudadanos chilenos que se encuentren en el extranjero.
No obstante, señor Presidente, quiero llamar la atención sobre un punto, porque deseo que en etapas posteriores de la iniciativa se pueda modificar su redacción. Creo que no debería incluirse en la Constitución, sino en la ley orgánica que va a regular este derecho, la solicitud que debe elevar el ciudadano chileno que reside fuera del país para sufragar en cada elección presidencial o plebiscito.
A mi entender, algo tan reglamentario, tan procedimental, no se aviene con lo que deben ser las normas fundamentales, que más bien han de ser amplias, generales.
Pienso que bastaría con que se dijera: "Una ley orgánica constitucional regulará la manera en que se realizarán los procesos electorales y plebiscitarios en el extranjero, en conformidad con lo dispuesto en los incisos primero y segundo del artículo 18".
Lo demás es tan reglamentario, que al final nos puede llevar a situaciones difíciles de resolver y eventualmente obligarnos a una reforma constitucional. Eso me parece exagerado. Debiera ser suficiente con que esté en la ley orgánica; y, así, si uno considerara necesario cambiarlo, bastaría con modificar esa ley sin tener que recurrir a una modificación constitucional.
Con esas observaciones, señor Presidente, voto favorablemente la iniciativa que nos ocupa.
Muchas gracias.
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El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Quiero saludar, en nombre del Senado, al colegio El Rincón, de San Francisco de Mostazal, que nos acompaña hoy en las tribunas.
¡Bienvenidos alumnos, profesores y apoderados a esta sesión!
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
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El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Letelier.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, estimados colegas, de lo que estamos hablando el día de hoy es de un derecho: de si todos los chilenos tienen el derecho a participar en las decisiones del país.
Y quiero hacer una reflexión sobre lo siguiente.
Nosotros permitimos, como nación, que los extranjeros avecindados en Chile por más de cinco años puedan votar en nuestras elecciones. Pero hay algunos aquí que sostienen que los chilenos que viven fuera del territorio deben poseer menos derechos. ¡Es curioso!
Yo soy de aquellos que entienden que constituye un derecho el participar, en tanto chileno o chilena, en las decisiones nacionales.
Es cierto que el Senador Coloma históricamente se ha apegado en el debate a aquellos que hablan de la nacionalidad por sangre o por el territorio en donde se nace. Es algo antiguo -por decirlo suavemente-; más bien como del siglo XIV o XV. Se trata de resabios que América Latina fue haciendo suyos, pero de una manera más progresista: dando la nacionalidad a todos los que nacieran en su territorio. Y no como sucede en Europa, donde son nacionales solo los que poseen la sangre. Por ello hemos conocido el caso de tantos chilenos y latinoamericanos a quienes se considera apátridas en el Viejo Continente.
Lo anterior se debe a razones históricas.
Pero en el siglo XXI, el concepto de nacionalidad debería ser, sin duda, más abierto, más flexible, y estar determinado por el interés nacional.
Como manifestaba el colega que me antecedió en el uso de la palabra, somos un país chico, lejano y, sin duda, lo que nos interesa es que todos los chilenos que se encuentren fuera del país sean nuestros embajadores culturales, políticos, sociales, económicos. Es de interés del Estado, de toda la nación, que los connacionales de fuera de nuestras fronteras participen, que se sientan parte de esta comunidad, de esta identidad en el mundo globalizado.
El cuestionar y poner obstáculos a aquello atenta contra el interés nacional. Y los colegas que se apegan a conceptos un poquito, a mi juicio -no quiero ofender a nadie-, retrógrados, atentan contra el interés nacional, sin saberlo o sin ser conscientes de ello.
A un país como el nuestro, que ha optado por un modelo de desarrollo con una economía abierta, le interesa potenciar que lo más importante que tiene: su gente, pueda mantener vínculos, relaciones, identidad con lo que pasa en Chile.
Señor Presidente, porque aquí hay derechos básicos, fundamentales que resguardar, como lo indica la Declaración Universal de los Derechos Humanos; porque es de interés nacional el que las chilenas y los chilenos que viven fuera de nuestro territorio participen en las decisiones; porque tengo la certeza de que es una medida que no se puede tomar con calculadora en mano y que los censos, en verdad, van a demostrar que no es determinante el voto en el extranjero para dirimir quién se elige Presidente o Presidenta, y con la esperanza de que en los otros trámites se pueda perfeccionar la ley en proyecto, voy a votar a favor de la presente iniciativa.
Sí quiero dejar constancia de que me gustaría que con respecto al concepto de nacionalidad, que corresponde a un debate adicional, pudiésemos en algún momento discutir sobre la doble nacionalidad y la relevancia de que más chilenos la ejercieran. Y no verla como una limitante, sino como un capital y como un interés nacional, también, para el país.
Vamos a ser una nación de destino de muchas migraciones...
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Ha concluido su tiempo, señor Senador.
Cuenta con un minuto para redondear la idea.
El señor LETELIER.- Vamos a ser el destino de muchas migraciones, señor Presidente, como lo estamos verificando en este ciclo. En otro momento, nosotros, como chilenos, hemos salido de nuestras fronteras por razones económicas o políticas. Vivimos en un mundo globalizado.
Creo que esta discusión, que hoy día abordamos solo desde la perspectiva del ejercicio de derechos, también la deberíamos tener a futuro respecto de cuáles intereses nacionales son más permanentes.
Ahora bien, en este mundo globalizado -insisto-, el repensar el rol de la nacionalidad y los vínculos de las chilenas y los chilenos que se encuentran afuera, así como el ejercicio de la doble nacionalidad, es fundamental.
Voto a favor -y me sumo a las palabras de quien me antecedió, el Senador García-, a la espera de que en la Cámara de Diputados se puedan perfeccionar los requisitos, en el sentido de que se establezcan en la ley y, por cierto, de que sean más simples.
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Tuma.


El señor TUMA.- Señor Presidente, el día de ayer este Senado discutió y envió a la Comisión de Constitución un proyecto de reforma constitucional que dice relación con garantizar la igualdad de derechos para ¡todos! los ciudadanos.
Esa iniciativa legal tuvo su origen en una moción presentada por algunos Senadores y su objetivo es fijar en la Carta Fundamental la obligación del Estado de tomar las medidas necesarias para que todos tengan igualdad de oportunidades en el desarrollo de sus vidas, en el progreso de la sociedad, y en la construcción de una más justa.
Justo ayer le rendimos un homenaje a Nelson Mandela, quien luchó por edificar en Sudáfrica una sociedad donde se eliminaran todas las discriminaciones odiosas que nosotros conocimos como el "apartheid".
Y a propósito de este proyecto, debo decir que durante mucho tiempo se ha estado luchando en pro de lo que él propone. Se trata de una materia que constituye un resabio de la dictadura, que no se ha modificado básicamente porque un sector político importante, como la Derecha, no ha dado el quórum establecido para aquello. Este fue muy bien pensado en el diseño de una Constitución que funcionara como camisa de fuerza para un modelo político que, a pesar de calificarlo como "democrático", en parte todavía sigue teniendo amarres de la dictadura, porque no permite a un número significativo de chilenos participar en una elección.
Nelson Mandela luchó por los derechos de todos los ciudadanos de Sudáfrica a tener las mismas condiciones: "Todos nacen en igualdad de derechos, todos nacen iguales en dignidad", porque en ese tiempo había ciudadanos de segunda y tercera categoría.
Aquí, nosotros hemos relegado a chilenos que tienen la condición de ciudadanos, pero que carecen del derecho a elegir. Ello, en mi opinión, se ha debido básicamente a egoísmo y a la protección de un sector político ya favorecido por el sistema binominal, pues solo con un tercio de los parlamentarios puede lograr la mitad del Congreso Nacional.
Lo anterior se halla muy vinculado a la iniciativa que cambia el sistema binominal, que también figura en la tabla de hoy, y que persigue modificar el número de Diputados, que actualmente es de 120.
Al respecto, cabe señalar que la idea generalizada o que se ha instalado en la opinión pública es que aumentar la cantidad de parlamentarios podría menoscabar los intereses del Estado, de los chilenos, en circunstancias de que el mantener en 120 el número de Diputados, eligiendo dos por distrito, hace que el sistema binominal continúe dejando al Parlamento relegado al desprestigio, porque no se resuelven los problemas, porque no se imponen las mayorías. Y, por parte de la Derecha, se creía que uno de esos efectos podría ser evitado si se mantenía a una categoría de chilenos fuera del padrón electoral.
Con este proyecto de ley avanzamos un paso. Pero hay que perfeccionar la legislación, bajar los requisitos y eliminar los obstáculos. Así como en la iniciativa que discutimos el día de ayer se precisaba suprimir las barreras para la igualdad en la participación, también debemos hacerlo respecto del derecho a intervenir en las elecciones, a elegir y a ser elegido.
Por eso, con entusiasmo y sin cálculo político, voto a favor de este proyecto de ley, que nos reivindica como una sociedad moderna y nos prestigia para seguir avanzando en el perfeccionamiento de nuestra democracia.
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, la primera pregunta que surge es por qué hoy día, tanto tiempo después de que los chilenos pudieran votar en ese histórico 5 de octubre de 1988 (hace más de 20 años), se debate en el Congreso la idea de que nuestros compatriotas puedan sufragar en el exterior.
Siento que en ello -así se ha dicho- ha habido egoísmo, cálculo político, temor absurdo a que quienes se encuentran en el exterior voten por la Izquierda, por un sector político en particular.
En Chile se han producido dos exilios: uno es el exilio histórico, político, cruel, violento, despiadado, y otro es el económico. Y la naturaleza del voto de quienes residen en el extranjero se develará cuando emitan sufragio. Creo que ahí surgirá una evaluación de las candidaturas presidenciales desde una perspectiva interesante, que tiene que ver con una experiencia más allá de las fronteras de nuestro país.
En Chile todavía no se cierra la transición política. Mientras quienes se encuentran en el exterior no puedan votar, ejercer un derecho concerniente a todos los chilenos, no habrá término de la transición. ¡Soy de los que creen que la transición culminará con una nueva Constitución, y vamos a trabajar firmemente para ello!
Señor Presidente, la Dirección para la Comunidad de Chilenos en el Exterior (DICOEX) elaboró un registro de compatriotas que se hallan afuera. Este abarcó a 256 mil 758 personas, quienes respondieron voluntariamente una entrevista, y contiene algunos datos que vale la pena mencionar.
A saber: población nacida en Chile y que vive en el extranjero, 487 mil 174; hijos de nacidos en Chile, 370 mil 607, lo que da una total de 857 mil 181 personas. En Sudamérica hay 263 mil 86; en Norteamérica, 110 mil 26; en Europa, 80 mil 546; en Oceanía, 24 mil 272; en Centro América y el Caribe, 4 mil 123; en África y el Medio Oriente, 3 mil 78; y en otros lugares, 2 mil 43.
Entre los diez primeros países con mayor número de compatriotas nacidos tanto en Chile como en el exterior están: Argentina, con 429 mil 708 personas; Estados Unidos de Norteamérica, con 113 mil 394; Suecia, con 42 mil 396; Canadá, con 37 mil 577; Australia, con 33 mil 626; Brasil, con 28 mil 371; Venezuela, con 27 mil 106; España, con 23 mil 911; Francia, con 15 mil 782; y Alemania, con 10 mil 280.
Es importante conocer aquella distribución porque da señales del tipo de residencia de esos chilenos.
Como expresa el informe, una considerable proporción de ellos cuenta con una larga vida en el país donde vive. Se puede decir que se trata de poblaciones bien asentadas.
El 57,5 por ciento habita por más de veinte años en el lugar actual, y un número muy alto -más del 53 por ciento- dice que desearía recuperar la nacionalidad chilena. El 89,9 por ciento de la población de origen chileno que se encuentra en el exterior responde que tiene familiares directos en nuestra nación: padres, hijos, hermanos, abuelos. Y, mayoritariamente, el 72,5 de los chilenos registrados se pronunciaron por la posibilidad de participar en las elecciones presidenciales en Chile.
Por lo tanto, estamos cumpliendo el mandato de aquellos chilenos a los que por más de 20 años -desde que se recuperó la democracia en nuestro país: ¡en buena hora!- se les ha negado tal derecho.
De otro lado, me parece un exceso, una limitante, el obligar a nuestros connacionales a reinscribirse cada cuatro años en los consulados. Eso debe variar.
Voy a votar a favor de la reforma constitucional.
Como sostuvo el Senador Andrés Zaldívar, viene un debate que debemos enfrentar con altura de miras, no pensando en el interés particular sino en el bien común, especialmente en el irrestricto respeto al derecho que tienen los chilenos que viven en el exterior y que el Senado -así lo espero- va a hacer que se respete, mediante la aprobación de una reforma que va a establecer la igualdad en su ejercicio en las elecciones presidenciales en Chile para esos compatriotas que han esperado tanto.
Voto a favor.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Quintana.


El señor QUINTANA.- Señor Presidente, este debate permite advertir dos miradas de país claramente definidas.
La Nueva Mayoría ha venido luchando por que se promulgue esta ley desde hace mucho tiempo, con mucha antelación a que se modificara la Constitución para establecer la inscripción automática de los ciudadanos con derecho a sufragar.
Lo que tenemos hoy día, por tanto, es un avance que representa, sin duda, un paso adelante, como sostuvo el Senador señor Tuma. Si me preguntan si ello es suficiente, yo diría que no. Creo que tenemos que avanzar mucho más en derribar algunas trabas que evidencia el proyecto. Varios señores Senadores de la Nueva Mayoría han señalado lo mismo. El requisito que se dispone en orden a inscribirse en los consulados chilenos en el extranjero va contra la naturaleza de la reforma constitucional que hoy día estamos adecuando. Porque lo que precisamente se busca con ella es eliminar dichas barreras, suprimir algunos requisitos de inscripción y hacer automático el proceso.
El proyecto es un avance igual a los aprobados en los últimos años: fruto de un consenso y consecuencia de una negociación.
No olvidemos que la Derecha hoy día no cree en esta reforma y está dividida frente al tema. En efecto, un sector de las bancas de enfrente anunció que votaría en contra, por creer originalmente que se tendría que venir al país una vez al año, al menos durante la última década. Pero eso habría significado claramente permitir que solo pudiesen sufragar los gerentes o altos ejecutivos de empresas.
En la actualidad, no hay razón alguna para seguir con este debate utilizando la calculadora, aparato que, lamentablemente, ha estado presente en las bancas del frente desde comienzo a fin, incluso desoyendo el llamado y el compromiso del propio Presidente Piñera, quien, como se sabe, no en su última sino en la primera campaña presidencial, se comprometió con las comunidades de chilenos residentes en el exterior.
Lo que estamos obteniendo acá es un proyecto que implica avances en la medida de lo posible y respecto del cual debe cederse y correr tijeras. Sin embargo, estimo que eso no debiera predominar en el futuro. Y no tiene nada que ver con pasar la aplanadora. Las mayorías se construyen y se ejercen. El país habló clarito el domingo 17 de noviembre al pronunciarse por un Parlamento distinto, con una nueva composición que apoya a una candidatura que va ganando el partido cuando falta muy poco para la elección.
En mi opinión, señales como esta pueden contribuir en gran medida a que el desencanto que se traduce en abstención se vaya disipando de alguna forma.
Es el momento de hacer bien las cosas y entender que estos connacionales, que este millón 100 mil personas que viven fuera de nuestras fronteras no son un problema. Muy por el contrario, constituyen lo que se denomina "soft power" o "poder blando", que cualquier Gobierno o Estado debiese ver con interés.
Respecto de la situación de estos compatriotas en el extranjero, las Senadoras señoras Alvear y Allende lo explicaron muy bien. Aquí no se trata solo de exiliados, pues un gran porcentaje de estos chilenos se halla realizando otras tareas, ya sea por razones de estudios, por terminar un posgrado, por buscar mejores perspectivas económicas. Porque aquí se ha hablado mucho de que la economía está muy bien, pero la Administración actual -y se halla presente el Ministro Larroulet en la Sala- tuvo que reconocer que la desaceleración ya comenzó en este Gobierno.
Señor Presidente, en mi concepto, esta reforma constitucional significa un avance relevante, pero nos gustaría que fuese más amplia, a fin de que haya una convicción total en el Parlamento para que, dada su trascendencia, no se requiera vínculo. Porque lo que importa es lo que representan los connacionales que viven en el extranjero y que construyen redes, que se complacen con los partidos de la selección chilena, que van a disfrutar también el mundial y que gozan cuando celebran las fiestas importantes del país. Ellos constituyen una extensión de nuestro territorio; se involucran en actividades culturales; construyen redes sociales, económicas y de todo tipo.
Lo relativo a esta materia lo han despejado muy bien otras naciones. Por eso muchas de ellas en el mundo han implementado el voto en el exterior para sus connacionales, más allá del costo que pueda implicar.
Algunos países como Argentina -teniendo que asumir la participación de mucha más gente en los procesos electorales, con una menor abstención-, se atreven a implantar un sistema como este, sin obstáculos, restricciones ni requisitos adicionales.
En consecuencia, vamos a pronunciarnos favorablemente con entusiasmo.
Esta reforma es un avance, pero debiese concretarse a futuro en un proyecto que no imponga trabas de ninguna especie.
Voto por la afirmativa.
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Rincón.


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, elementos esenciales de la democracia son la soberanía popular y la igualdad.
Chile tiene una gran deuda en esos dos aspectos. Nuestros ciudadanos son desiguales en cuanto al derecho fundamental de elegir a sus representantes.
Los connacionales que viven en el exterior no tienen hoy el derecho fundamental de elegir a quienes los van a representar. En ese sentido, sin lugar a dudas, somos el país más atrasado de Latinoamérica.
Se da el caso de otras naciones, como Ecuador, que se han preocupado de que sus compatriotas que viven en el extranjero puedan elegir incluso a las personas que los van a representar en el Parlamento Nacional.
Es conocido por todos la gran cantidad de inmigrantes que llegan a Chile (peruanos, venezolanos, argentinos, ecuatorianos) que en nuestra patria pueden votar para elegir a sus autoridades.
La reforma constitucional que ahora discutimos es, desde el retorno a la democracia en 1990, un planteamiento que de manera reiterada fue formulado por los Gobiernos de la Concertación.
El Presidente de mi partido recordaba que el Diputado Carlos Dupré, en 1990, fue el autor de una moción que instaló el tema en el Congreso.
Lamentablemente, las posiciones antidemocráticas de la Derecha han impedido que miles de nuestros compatriotas puedan ejercer dicho derecho. Hemos visto con impotencia cómo se han perdido, una y otra vez, las votaciones de iniciativas cuyo propósito era reconocer el ejercicio de tal derecho. Además, nos encontramos con una Constitución Política impuesta por Pinochet que dificulta la tarea de aprobar una reforma debido al elevado quórum que se exige.
La Derecha ha hablado de poner condiciones tan extremas y ridículas como el que los compatriotas que viven en un país ajeno al nuestro deberían viajar cada cierto tiempo a Chile para probar su amor a la patria.
El reconocimiento de este derecho de nuestros compatriotas debe ser sin condiciones. Hoy tenemos la oportunidad de reparar esa falta democrática y profundizar nuestros valores de igualdad ante la ley.
La iniciativa de reconocer este derecho ciudadano fundamental es una lucha que han dado también distintas comunidades y organizaciones de compatriotas que se encuentran en el extranjero por distintas razones. Más de 800 mil chilenos viven en el exterior, por razones de trabajo, de estudios o debido al exilio. Un 13 por ciento corresponde a exiliados políticos, según los datos del censo del año 2002.
Lo he señalado reiteradamente en mis intervenciones en el debate de este proyecto. En la época del terremoto que afectó al país, me impuse de la gran preocupación de chilenos en el exterior respecto de la situación que enfrentábamos en ese momento.
Incluso, conocí compatriotas que vinieron a Chile para ver de qué manera podían ayudar al país y a sus familias. Asimismo, hubo quienes en el exterior organizaron campañas solidarias para ayudar a nuestros ciudadanos.
¿No es eso una muestra clara y categórica del vínculo que tienen los chilenos que viven en el exterior con su país y con lo que pasa en él?
Chile se encuentra muy lejos de los centros de poder político y económico del mundo. Desde antes de la dictadura, miles de connacionales salieron del territorio nacional, dejando hijos y familias, para buscar un futuro mejor. Todos sabemos que el chileno que está afuera vive con la mitad de su mente y de su corazón puestos en el país.
La iniciativa que hoy nos ocupa solo permite el voto en las elecciones presidenciales y plebiscitos nacionales, lo cual, sin lugar a dudas, es un avance. Sin embargo, ella obliga a los chilenos a reinscribirse cada cuatro años, lo que me parece discriminatorio y no igualitario.
Creo que el derecho a voto de los chilenos en el extranjero es un compromiso político mencionado durante todos los mensajes del Presidente de la República el 21 de mayo.
Si se concreta esta reforma, podrán votar nuestros compatriotas en 133 consulados chilenos. Eso significaría que en el Parlamento, luego de 23 años de democracia plena y estable, estamos en condiciones de saldar la tremenda deuda que tenemos con quienes viven en el extranjero. Solo resta, para aspirar a la perfección, el desafío de eliminar la obligación de reinscribirse cada cuatro años, para así terminar con una diferencia arbitraria y discriminatoria.
Porque Chile somos todos, vamos a respaldar esta reforma.
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Ignacio Walker.


El señor WALKER (don Ignacio).- Señor Presidente, frecuentemente en la Quinta Región Interior me encuentro con personas -en Quillota, en La Calera, en La Ligua, en San Felipe, en Los Andes, en Quilpué, en Villa Alemana, en fin- que relatan que familiares que viven en el exterior hacen tremendos esfuerzos para mantener un vínculo con ellas y con el país.
Confieso que, cuando hay una elección en el Perú, me da envidia ver que los connacionales de ese país que viven o residen en Chile concurren a votar para elegir a sus autoridades.
Como Ministro de Relaciones Exteriores, el año 2005 me correspondió continuar un censo iniciado por mi antecesora en dicho cargo, la Senadora señora Alvear. Con ella establecimos que había 852 mil chilenos que vivían en otros países. De ellos, más de 400 mil se encuentran en Argentina y desde allá no pueden participar en elecciones para elegir a las autoridades en Chile, especialmente al Presidente de la República.
Gran parte de las democracias del mundo permiten a sus connacionales votar cuando están en un país ajeno al suyo.
Efectivamente, el Diputado democratacristiano Carlos Dupré fue quien inició la primera moción parlamentaria con ese fin el año 1990.
Felicito a los Senadores señoras Alvear y Allende y señores Patricio Walker, Hernán Larraín y a todos los que han estado "jineteando" este proyecto. Y me alegro de que tal acción sea transversal, porque esta es una necesidad imperiosa si verdaderamente queremos contribuir a la cohesión social, a la unidad nacional, a que haya puentes con los chilenos en el exterior.
En mi época de Ministro, tuve ocasión de recorrer 45 países en dos años. Visité muchas comunidades de chilenos. Todas planteaban el anhelo o sueño de tener un vínculo más directo con Chile, su país, para poder elegir a las autoridades, especialmente al Primer Mandatario.
Por lo tanto, espero que el proyecto en debate se apruebe.
Pero me gustaría invitar a los señores Senadores a la siguiente reflexión: que a contar del 11 de marzo próximo, Gobierno y Oposición, Ejecutivo y Parlamento, estudien la posibilidad de que el régimen electoral chileno comprenda a lo menos los siguientes temas:
-El binominal, cuyo proyecto está en tabla después de este.
-El voto obligatorio o voluntario, cuyo debate se ha repuesto. Tal materia siempre será discutible, pues no está clausurada.
-El voto de los chilenos en el exterior, que estamos ahora discutiendo. Ojalá que el Senado lo despache y que las legítimas observaciones que se han planteado hoy se discutan en la Cámara de Diputados, para progresar en su aprobación definitiva.
-Los actos eleccionarios en Chile, los vocales, el voto electrónico, el transporte gratuito.
-La modernización y el empoderamiento del Servicio Electoral. Al respecto, hemos tenido episodios bien complejos. Recuerdo la elección municipal última, donde se registraron cosas bochornosas. Hay que modernizar y empoderar este Servicio, el cual tiene una historia de mucho prestigio en procesos eleccionarios que han sido impecables.
-El financiamiento electoral, público y privado, que siempre requiere de perfeccionamiento y de transparencia.
-La propaganda electoral. ¡Cuánta desigualdad hay en esta materia! ¡Lo mismo cabe decir del financiamiento! ¿Cómo hacer una elección más amigable con el entorno? ¡Llega a dar vergüenza en las elecciones la imagen de nuestro país!
Por lo tanto, hay una agenda -he mencionado siete puntos- que requiere de un tratamiento más global y más sistémico de parte del Parlamento en lo referente al régimen electoral chileno. Y uno de esos siete puntos es el voto de chilenos en el exterior, que estamos impulsando a través de este proyecto de reforma constitucional.
En estricto rigor, jurídicamente los chilenos en el exterior pueden votar. Pero en los hechos la gran mayoría de ellos no puede hacerlo por distancia o por razones económicas.
De ahí que la iniciativa en debate intente facilitar que esos compatriotas puedan votar, inscribiéndose -me parece razonable- en el consulado respectivo, ojalá no cada vez que haya comicios. Eso se puede mejorar en la Cámara de Diputados.
En nuestro país -respeto a quienes van a votar en contra, aunque no puedo estar más en desacuerdo con ellos-, con frecuencia se da el "síndrome de la comarca" de que hablaba don Víctor Santa Cruz en su época: una suerte de aislacionismo, de autorreferencia, tal vez por nuestros accidentes geográficos, la cordillera, el Océano Pacífico, la Antártica, el desierto. ¡Como que nos solazamos pretender un aislamiento respecto de nuestros propios connacionales en el exterior!
Espero que se apruebe el proyecto que la Democracia Cristiana siempre ha impulsado, y que ojalá esa comunidad de chilenos en el exterior perciba en este acto una voz más alentadora de la que hemos tenido durante 23 años.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en particular el proyecto de reforma constitucional (29 votos a favor, 6 en contra y una abstención) se deja constancia de haberse cumplido el quórum necesario, y queda despachado en este trámite.
Votaron por la afirmativa las señoras Allende, Alvear, Pérez (doña Lily) y Rincón y los señores Bianchi, Cantero, Chahuán, Escalona, Espina, Frei (don Eduardo), García, Girardi, Gómez, Horvath, Kuschel, Lagos, Larraín (don Hernán), Letelier, Muñoz Aburto, Navarro, Pizarro, Quintana, Rossi, Ruiz-Esquide, Sabag, Tuma, Walker (don Ignacio), Walker (don Patricio) y Zaldívar (don Andrés).
Votaron por la negativa la señora Von Baer y los señores Coloma, García-Huidobro, Novoa, Orpis y Uriarte.
Se abstuvo el señor Prokurica.
--(Aplausos en la Sala).
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra el señor Ministro.


El señor LARROULET (Ministro Secretario General de la Presidencia).- Señor Presidente, en verdad, el Poder Ejecutivo está muy satisfecho y contento con la aprobación de esta reforma tan significativa que permite a los chilenos que viven en el extranjero votar en las elecciones presidenciales y en los plebiscitos nacionales.
Como se ha dicho aquí, esto forma parte de un compromiso en el Programa de Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, y ha aparecido en sus discursos del 21 de mayo. Y hoy día damos un paso trascendente en esta materia.
Yo diría que hemos hecho un esfuerzo significativo con ese propósito. Recordemos que hace poco más de dos años presentamos una reforma constitucional en tal sentido. Elaboramos también una ley orgánica constitucional con esta finalidad y generamos múltiples instancias de acuerdo en dicha dirección.
De hecho, en mi opinión, este es un buen momento para rendir aquí un reconocimiento también a los grupos técnicos de trabajo de distintos partidos políticos, que transversalmente se reunieron durante mucho tiempo en la Moneda para sacar adelante esta iniciativa. Como consecuencia de ello, patrocinamos una reforma constitucional. Por desgracia, no tuvo respaldo suficiente y fue rechazada precisamente en el Senado. Y, finalmente -fruto, como se ha dicho, de conversaciones entre el Presidente de la República y la Senadora señora Alvear-, se llegó a un concepto de unidad y de consenso en torno a cuál debería ser el requisito para que aquellas personas que viven en el extranjero puedan tener derecho a sufragar.
Eso es lo que se ha llamado por algunos "vínculo" y por otros, "compromiso". Pero, en esencia, ello sigue una práctica de las democracias más sólidas y consolidadas, que exigen a sus ciudadanos que viven en el extranjero manifestar un compromiso o un vínculo.
Algunos dijeron que en la propuesta original del Ejecutivo se exigía incluso el pago de tributos, etcétera. Eso no es así.
Nosotros en esta materia seguimos el ejemplo de países desarrollados.
Al final, se alcanzó un acuerdo en torno a exigir que el chileno que vive en el extranjero manifieste en cada elección su voluntad de concurrir a votar. Nos parece un requerimiento razonable de compromiso con el destino del país.
Por ello, estamos satisfechos y contentos con la aprobación por parte del Senado de la República de esta iniciativa, que forma parte de un conjunto de reformas impulsadas por nuestro Gobierno en la dirección de perfeccionar nuestra democracia y de generar confianza en las instituciones. En ese sentido, muchas ya las conocemos; las hemos visto en la práctica, y están surtiendo el efecto esperado.
En consecuencia, como Ejecutivo, manifestamos nuestra satisfacción por la votación de hoy.
El señor PIZARRO (Presidente).- Gracias, señor Ministro.
Senador Patricio Walker, ¿pidió la palabra?
El señor WALKER (don Patricio).- Sí, pero para el siguiente proyecto.
El señor PIZARRO (Presidente).- Su señoría se está adelantando.
¡Por eso mismo después tenemos problemas por la rapidez con que se produce el debate¿!
El señor WALKER (don Patricio).- ¡Así somos los profetas¿!
El señor LAGOS.- ¡Él es como Andrés Bello: se adelantó a su tiempo¿!
El señor PIZARRO (Presidente).- ¡Así es¿!