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HOMENAJE A MARINA MERCANTE NACIONAL EN SU 194° ANIVERSARIO


El señor ESCALONA (Presidente).- Señores Senadores:
Por acuerdo de los Comités, en mi calidad de Presidente del Senado voy a intervenir en representación de la Corporación.
Inicio estas palabras dirigiéndome desde esta tribuna a todas las personas e instituciones que conforman nuestra Marina Mercante y sus industrias relacionadas, ya sea que se hallen en otro territorio, en nuestro mar o en los océanos del mundo.
Mi saludo es para empresas navieras, agencias, diques, astilleros, maestranzas, casas clasificadoras, autoridad marítima, pesca artesanal e industrial, universidades, institutos profesionales, centros de formación técnica, escuelas y organismos técnicos de capacitación, asociaciones gremiales y sindicatos, centros de investigación, de acuicultura, de actividades fluviales y lacustres, minería submarina, empresas de turismo marítimo, organizaciones ambientalistas; también para quienes practican deportes y se recrean con el mar, y asimismo para aquellos que se inspiran en él para legislar o crear obras de arte, porque todos ellos son factores de producción y desarrollo socioeconómico y agentes del incremento y cultura marítimos de nuestra nación.
El 26 de junio de 1818 se otorgó patente de comercio a la nave "Gertrudis de la Fortuna", de propiedad del empresario naviero chileno don Francisco Ramírez. Fue la primera patente otorgada por la naciente República y su fecha fue fundamento para que el 27 de mayo de 1991, a través del decreto supremo N° 106 del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, se instituyera el Día de la Marina Mercante de Chile, el que a partir de entonces ha venido conmemorándose año tras año con diversas actividades en cada uno de los principales puertos del país y a bordo de las naves mercantes.
En el 2012 se están conmemorando 194 años de existencia del transporte marítimo, que es la principal vía de nuestro comercio de exportación e importación, ya que más del 90 por ciento de las cargas masivas se transportan por mar.
En un país como el nuestro, con 5 mil 582 kilómetros de costa, más de 10 mil islas, un territorio oceánico que triplica al continental y una posición alejada de los núcleos de desarrollo, de industrias y de intercambio de bienes, el transporte marítimo adquiere un protagonismo principal, sobre todo en una época en que el océano Pacífico es el más importante teatro de comunicaciones transnacionales de nuestra era.
El transporte por mar en nuestras costas comenzó mucho antes de la génesis de nuestra República, cuando había intercambio de bienes con el Virreinato del Perú.
Por otra parte, debemos celebrar que en el país nunca ha existido crisis vocacional marítima, lo que se demuestra en las aulas de las universidades y en las escuelas formadoras de oficiales y tripulantes de marina mercante. En otras palabras, cientos y tal vez miles de jóvenes y de hogares chilenos cifran en el mar sus esperanzas de tener una vida digna y contribuir en la construcción de un mundo cada vez más justo y mejor para todos.
Un desafío trascendente de nuestro tiempo es incrementar la cultura y la conciencia marítimas de nuestra nación, proceso que está indisolublemente ligado con la educación pública y con las actividades comerciales y recreativas que se desarrollan en el mar, en el marco del respeto que se merece el ecosistema marino.
Dado este prisma, es fácil descubrir que al país le falta mucho aún para alcanzar los niveles deseados; sin embargo, a la vez debemos reconocer que estamos en vías de ellos.
¿Qué nos falta? Principalmente reestructurar la administración superior del Estado, lo que resulta más que evidente si nos encontramos que en la actualidad las actividades marítimas y acuícolas son manejadas por más de diez Carteras de Estado y varios servicios públicos escasamente coordinados. Un ejemplo palpable: el Ministerio de Economía, dentro de su agenda de impulso competitivo, viene promoviendo desde hace más de un año la medida 18° de apertura del cabotaje, la cual, hasta ahora, no cuenta con la aprobación de las otras instituciones representativas del ámbito o del quehacer marítimos. Paralelamente, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones trabaja en una mesa tripartita, con armadores y trabajadores, un proyecto global que estudia la posibilidad de potenciar nuestra Marina Mercante, creando, entre otros objetivos, un segundo registro chileno que incentiva la matrícula de naves bajo nuestra bandera y la recuperación de buques de armadores nacionales que por diversas razones navegan con bandera de conveniencia. Indudablemente, las intenciones son buenas. El problema reside en su descoordinación.
Así, el viejo espíritu de crear un Ministerio del Mar, impulsado actualmente por el Movimiento Marítimo de Chile y por el Consejo Nacional de Trabajadores de la Marina Mercante, no parece estar lejos de adquirir cuerpo y cobrar vida en un futuro no lejano, por el bien del fomento y el desarrollo de nuestras actividades acuícolas y marítimas, protagonistas de primera línea de los procesos productivos del país.
Por otra parte, en una nación que requiere incrementar fuentes laborales de calidad para sus habitantes, y en el marco de la globalización de todas las actividades humanas, el Estado no debiera ignorar la vasta y permanente oportunidad que representa la insuficiencia de oficiales de marina mercante a nivel mundial.
Constituye un deber asegurarnos un suministro continuo de personas con habilidades y experiencia marinera no solo para tripular nuestros barcos, sino también para cubrir una amplia gama de puestos de trabajo en tierra, en los sectores relacionados con la industria marítima.
Para llevar a cabo determinadas tareas operativas de defensa, solo se tendrían que utilizar buques y marinos chilenos. A este respecto, representa una debilidad que gran parte de las naves propias de armadores nacionales estén registradas con banderas de otras nacionalidades o con banderas de conveniencia. Tomará mucho tiempo revertir estas tendencias, y, a menos que se inviertan, las operaciones en defensa de nuestros intereses vitales se pueden poner en serio riesgo.
La creciente escasez internacional de gente de mar calificada, puesta de manifiesto en los estudios realizados por universidades europeas, crea grandes oportunidades para marinos chilenos bien entrenados y experimentados en el mar y en tierra, tanto en casa como en el extranjero. La aplicación efectiva del Convenio sobre Normas de Formación, Titulación y Guardia para la Gente del Mar colocará una valla mayor en estas habilidades a la oferta mundial de los marinos extranjeros de baja calidad y con certificados obtenidos de manera ilícita, cuestión que hará que estos marinos de escasa probidad profesional se reduzcan progresivamente.
En consecuencia, como ya señalé, debemos asegurarnos un suministro continuo de personas con habilidades y experiencia marinera no solo para tripular nuestros barcos, sino también para cubrir una amplia gama de puestos de trabajo en tierra, en los diversos ámbitos de la industria marítima.
En este centésimo nonagésimo cuarto aniversario, nuestro homenaje es para quienes a través de dos siglos, o más, navegaron durante sus vidas, crearon tradiciones y forjaron prestigio para nuestra marina mercante. Nuestro homenaje y reconocimiento se extiende también a quienes en este instante la conforman y a quienes se integrarán a ella en el futuro, por el bien de Chile y de todos los chilenos.
Gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ESCALONA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Sabag.


El señor SABAG.- Señor Presidente, hablo en nombre de las Senadoras y los Senadores de la Democracia Cristiana y, naturalmente, en el mío.
El desarrollo de nuestra marina mercante ha estado ligado de manera indisoluble al desarrollo mismo del país. Desde nuestro nacimiento como nación, cuando se logró finalmente la autonomía comercial de España, y a partir del 21 de febrero de 1811, cuando la primera Junta de Gobierno abrió los puertos de Coquimbo, Valparaíso, Talcahuano y Valdivia al libre comercio con todas las naciones, Chile ha dependido del transporte marítimo para el intercambio de mercancías.
Quizás en otros países, más cercanos a los demás mercados y en condiciones geográficas menos severas, la marina podría haber tenido menor importancia. Pero en el caso de Chile, con la cordillera de los Andes, con el desierto por el norte, resultaba inevitable que tuviéramos tan alto interés por desarrollar una marina mercante siempre a la par de los tiempos, actualizada, dinámica y pujante.
Hoy en día, la marina mercante nacional constituye un sector de altísimo crecimiento, con una cantidad de carga de mercancías, personas y turismo que reflejan con total exactitud la vocación marítima del país.
De acuerdo con las cifras disponibles, hasta el mes de diciembre de 2010 las embarcaciones chilenas o con bandera nacional casi llegaban a las 200, con cerca de dos mil marinos, entre oficiales y tripulantes, a cargo de un centenar de empresas.
Se suele hablar de que a Chile le falta un mayor compromiso con su mar, una presencia más activa. Pero lo que no se puede sostener es que no hacemos un pleno aprovechamiento de las rutas marítimas comerciales gracias a los hombres y las mujeres que componen nuestra marina mercante.
Para ello, disponemos como país de numerosas generaciones que se han comprometido, a su vez, en formar a los nuevos marineros.
El primer establecimiento creado para la formación de los oficiales pilotos de la marina mercante fue iniciativa de Bernardo O´Higgins, quien fundó la primera escuela en 1818.
Tras muchos cambios, finalmente desde 1948 la formación de los oficiales de la marina mercante se impartió en la Escuela Naval "Arturo Prat", aunque ello terminó en 2001, cuando la labor formativa fue asumida por la Universidad Andrés Bello, con la carrera de Ingeniería en Marina Mercante, con dos menciones: Puente y Máquinas; en tanto que en la Universidad Austral se ofrece, con dos menciones, la carrera de Ingeniería Naval.
Lo anterior se refiere a la formación de los oficiales de la marina mercante. Porque paralelamente esta actividad registra antecedentes desde antes de la vida independiente nacional, cuando la Capitanía General de Chile mantenía comunicación con el Virreinato del Perú a través del mar.
Tras decretar la libertad de comercio, en 1813, la Junta de Gobierno designó Teniente de Navío de la Marina de Chile al capitán de la marina mercante Juan José Tortel, de nacionalidad francesa, quien asumió de hecho los aspectos organizativos de esta nueva institución.
Luego, el 26 de junio de 1818, Bernardo O'Higgins otorgó la primera patente de navegación a la nave de comercio "Gertrudis de la Fortuna", de propiedad del armador Francisco Ramírez, fecha que fue instituida por decreto supremo N° 106, de agosto de 1992, del Ministerio de Transportes, como el Día de la Marina Mercante de Chile.
En julio de 1836, durante el mandato de Joaquín Prieto, y con Diego Portales como su Ministro de Marina, se dictó la primera Ley de Navegación, con la que se otorgó al Comandante General de Marina la administración del registro de buques nacionales y se estableció la exigencia de que los capitanes y las dotaciones fueran chilenos.
El 30 de agosto de 1848, durante la presidencia de Manuel Bulnes, y siendo Pedro Nolasco Vidal su Ministro de Guerra y Marina, se promulgó la ley que fijaba el Territorio Marítimo de la República, con 11 gobernaciones marítimas, dependientes del Comandante General de Marina. De esta manera, se daba inicio formal a la Dirección y Mando del Territorio Marítimo, la actual Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante (DIRECTEMAR), estructurada hoy con su Director General, los Gobernadores Marítimos y los Capitanes de Puerto.
En 1861 había 267 naves chilenas, que totalizaban 60 mil 847 toneladas. En la actualidad hay muchas menos naves -unas doscientas-, pero la capacidad de transporte es diez veces mayor. Y la responsabilidad de coordinar esta intensa actividad recae en la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante.
Por el cargo de Director General de la DIRECTEMAR han pasado 52 oficiales desde 1898, dentro de los cuales la imaginación nacional ha retenido, por diversas razones, los nombres de los contraalmirantes Arturo Fernández Vial, Luis Gómez Carreño y Hernán Cubillos Leiva; del capitán de navío Alejandro Navarrete Torres, y de los vicealmirantes Jorge Arancibia Clavel, Rodolfo Codina Díaz y Edmundo González Robles.
El marino mercante es un profesional altamente capacitado, con un interés permanente por su actualización, y tiene legítimas razones para sentir orgullo por su vocación profesional.
El camino al cargo de Capitán de Alta Mar de la Marina Mercante es largo y exigente. La carrera se inicia con la obtención del título de Piloto Tercero y, luego de cumplir con los requisitos de embarco, experiencia y con los correspondientes exámenes, continúa con el ascenso a Piloto Segundo y a Piloto Primero, respectivamente. Todos estos pasos representan un mínimo de 12 años de embarco efectivo para poder postular al título de Capitán de Alta Mar, que habilita para desempeñarse al mando de cualquier buque mercante tanto en Chile como en el extranjero, sin limitaciones de porte, tipo y bandera.
El oficial de Marina Mercante chileno goza de gran prestigio y reconocimiento internacional, por lo que es habitual encontrarlo cumpliendo funciones en naves con otras banderas, además de la nacional.
En la actualidad, y a pesar de que se trata de una actividad más que centenaria en el país, la carrera de marino mercante está teniendo un nuevo auge, volviendo a ser atractiva para los jóvenes por las rentas esperadas casi desde los primeros años de trabajo, no obstante tratarse de una profesión de altas exigencias y sacrificios, con períodos de embarque de cuatro meses, sin mayores descansos.
De acuerdo a las estimaciones de los académicos de las universidades en las que se imparte la carrera, el país registra un déficit de 10 mil profesionales, por lo que es previsible que en los próximos años veamos que la marina mercante vuelve a tener un período de esplendor. Ello renueva nuestra confianza en que el comercio internacional por la vía marítima seguirá siendo uno de los principales pilares del progreso nacional.
Sin duda, la actividad enfrenta importantes desafíos, como la creciente complejidad del comercio internacional, que implica que los cursos de actualización sean, a su vez, más exigentes.
En ese sentido, existe cierto grado de preocupación respecto a la calidad de la formación que se entrega en las universidades privadas que dictan la carrera y a la creciente prescindencia de la Armada en la supervigilancia de las nuevas generaciones de marinos.
Por último -y este es un asunto que nos compromete como país-, se ha experimentado un creciente aumento de la piratería. Afortunadamente, este flagelo no ha llegado a nuestro litoral, pero sí afecta a las rutas que deben seguir nuestras exportaciones en las costas africanas, en el mar de China y en el océano Índico, donde ya se han presentado casos de marinos chilenos dentro de la tripulación secuestrada en naves con otras banderas.
La piratería actual opera a base del cobro de rescate por la carga y los tripulantes secuestrados, y por realizarse en alta mar, fuera de la jurisdicción de cualquier país, se requiere un esfuerzo mundial para su erradicación. Ha habido resoluciones explícitas de la ONU, así como esfuerzos unilaterales de Estados Unidos, pero no cabe duda de que Chile no puede quedar ajeno a ello.
Saludo y felicito a todos los actores de esta actividad que nos acompañan en este merecido homenaje.
Gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor ESCALONA (Presidente).- El Honorable señor Chahuán, en representación de los Comités de Renovación Nacional y de la Unión Demócrata Independiente, solicita insertar en la Versión Oficial el texto que tenía preparado para leer en homenaje a la Marina Mercante, pues no alcanzó a pedir la palabra.
Si le parece a la Sala, se incorporará en la Versión Oficial la intervención de Su Señoría.
--Así se acuerda.
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--El discurso del Senador señor Chahuán cuya inserción se acordó es del tenor siguiente:
"Señor Presidente, Honorable Sala:
"En mi calidad de Senador representante de la Sexta Circunscripción, en cuyo territorio se encuentran los dos puertos más grandes del país, y en nombre de los Comités de Senadores de Renovación Nacional y de la Unión Demócrata Independiente, quisiera adherir al homenaje que el Presidente de nuestra Corporación ha rendido a la Marina Mercante Nacional, dada la importancia que reviste para el desarrollo económico de la nación.
"En este contexto, se hace necesario recordar que el 26 de Junio de 1818, el Director Supremo de la Nación, Libertador General Don Bernardo O´Higgins Riquelme, otorgó la primera patente de comercio marítimo al armador chileno Don Francisco Ramírez, para que operara el buque "Gertrudis de la Fortuna", que fue la primera nave al servicio de la Marina Mercante de Chile.
"Así, por primera vez, una nave mercante enarbola el pabellón de la República, para recorrer los mares portando el espíritu de la nueva nación, la pujanza de su gente y las riquezas de su territorio. Por dicha razón, desde entonces, la presencia de un buque mercante chileno en cualquier punto del mundo, constituye su más poderoso vínculo con las demás naciones.
"Las actividades navieras son las que dan vida a los pueblos marítimos, y son también el fundamento y la fuerza impulsora de su desarrollo.
"La Armada de Chile, como celosa guardiana y protectora de los intereses marítimos de la Nación, de los que la Marina Mercante Nacional es el más importante, impulsó el reconocimiento y la instauración del 26 de Junio de cada año como el Día de la Marina Mercante Nacional, el que conmemora en forma perenne la fecha de inicio de una actividad que engrandece a la Patria día a día, en todas las latitudes, y de todos aquellos compatriotas que viven ligados a la majestuosa inmensidad del mar, refundiéndolos en un mismo molde de aspiraciones e ideales.
"Oficiales y tripulantes son el nervio motor de un buque. Ni la más avanzada tecnología podrá salvar a la nave cuyos tripulantes no participen de su espíritu inmanente, aquel que anima a todos sus iguales, en todos los mares y bajo todas las banderas. De allí que, pese a tratarse de una empresa creada por el afán de comercio, la empresa naviera, como toda empresa de hombres, requiere también de una mística.
"La conmemoración anual de esta efeméride contribuye a destacar ante el país la labor tesonera de quienes se desempeñan a bordo de las naves mercantes nacionales, concitando el reconocimiento ciudadano hacia una actividad que otorga un mayor impulso al desarrollo, al posibilitar un permanente intercambio de bienes y mercancías entre nuestro país y los demás del mundo.
"Acertadamente, se ha sostenido que, para Chile, el transporte marítimo reviste características de supervivencia, por cuanto más del 95% de su comercio internacional se realiza por esta vía, siendo además un país terminal y no de tránsito, respecto de las rutas navieras mundiales.
"La Marina Mercante de Chile tiene, asimismo, un papel protagónico en la proposición de Océano política y Mar Presencial que hiciera al país y a la comunidad internacional el entonces Comandante en Jefe de la Armada y recordado entonces Senador Jorge Martínez Busch, pues nuestras naves mercantes están destinadas a señalar dominio sobre las extensas superficies oceánicas que se extienden más allá de nuestra Zona Económica Exclusiva, y que encierran el vértice insular de Isla de Pascua y la proyección de su meridiano hasta el Polo Sur.
"Cada buque mercante de nuestra bandera es un trozo de Chile que se desprende del costado generoso de la Patria, para llevar a los confines del mundo su cultura y su condición de raza. El fomento y la expansión de la Marina Mercante Nacional harán posible que continúe cumpliéndose a cabalidad la acertada metáfora que en su obra ´Tierra de Océano´ señalara Benjamín Subercaseaux, al referirse a esa ´otra marina, aquella que contribuye en larga caravana de gruesos glóbulos mercantes a mantener el torrente sanguíneo de la circulación de un pueblo´.
"Pero la Marina Mercante también necesita para sus operaciones de puertos desarrollados y activos, con un marco regulatorio eficaz, que permita a esta importante actividad económica operar con la mayor eficiencia.
"Por ello, durante toda mi trayectoria parlamentaria he abogado para que exista un Estatuto de ciudades-puerto, que es lo que nuestro país necesita con urgencia y espero que el Gobierno, mi Gobierno, cristalice este ansiado anhelo de nuestra Marina Mercante, a la mayor brevedad.
"Finalmente quisiera señalar que cada buque mercante de nuestra bandera es un trozo de Chile que se desprende del costado generoso de la Patria, para llevar a los confines del mundo su cultura y su condición de raza.
"Hago llegar a todos los chilenos, que en las más diversas actividades se encuentran ligados a la Marina Mercante de Chile, mis más afectuosos saludos y los insto a continuar por la senda de contribución al engrandecimiento de nuestro país en el ámbito marítimo.
"He dicho, señor Presidente".
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El señor ESCALONA (Presidente).- Habiendo terminado este homenaje, agradecemos la presencia de las personas y de los amigos de la Marina Mercante que nos han acompañado en las tribunas.
Muchas gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).