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CONMEMORACIÓN DE 60 AÑOS DE FEDERACIÓN DE TRABAJADORES DEL COBRE
El señor LETELIER (Vicepresidente).- En el homenaje en conmemoración de los 60 años de la Federación de Trabajadores del Cobre, ofreceré la palabra, en primer lugar, a la Senadora señora Allende.
Doy la bienvenida oficial a los señores Raimundo Espinoza Concha, Presidente de la entidad; Héctor Roco Aguilar, Vicepresidente; Jeremías Olivares Osorio, Secretario General, y representantes de las Divisiones que los acompañan.
Para algunos de nosotros, la ocasión da lugar a un recuerdo muy especial de uno de los fundadores de la Federación: el ex parlamentario don Héctor Olivares Solís.
Puede intervenir la Honorable señora Allende.


La señora ALLENDE.- Señor Presidente, señores Senadores, estimados dirigentes de la Federación de Trabajadores del Cobre que nos acompañan en las tribunas junto a su Presidente, Raimundo Espinoza:
Quiero comenzar expresando que rindo este homenaje en nombre tanto de la bancada del Partido Socialista como de la del Partido Por la Democracia.
Comparto la afirmación de que la democracia se perfecciona cuando se amplían y consolidan las organizaciones de la sociedad civil. En este ámbito, Chile aún registra un déficit, aunque con algunas excepciones notables, como ocurre con la Confederación de Trabajadores del Cobre, creada el 23 de marzo de 1951, LA QUE DESDE 1992 ASUME EL NOMBRE DE "FEDERACIÓN DE TRABAJADORES DEL COBRE", CONSTITUYÉNDOSE EN SU LEGÍTIMA HEREDERA.
Esta poderosa organización sindical ha ejercido un importante papel en la defensa de los derechos de los trabajadores, de la democracia y de los más altos intereses del país, convirtiéndose en uno de los actores relevantes en momentos cruciales de nuestra historia reciente.
La Confederación nace en un período caracterizado por la represión al movimiento obrero, asumiendo la representación y defensa de los trabajadores de las grandes empresas mineras, en aquella época en manos de corporaciones estadounidenses.
Pero sus preocupaciones no se agotaban allí. También desde su nacimiento asumió la lucha por fortalecer los derechos ciudadanos; influyó en el robustecimiento del movimiento sindical, aportando a la creación de la Central Única de Trabajadores; incidió fuertemente en favor de la dictación de la ley que hizo posible eliminar el cohecho en las elecciones, y, asimismo desde el principio, se comprometió con la propuesta de nacionalizar el cobre para Chile.
Es decir, sus dirigentes y bases no limitaban sus demandas y luchas a las reivindicaciones internas, sino que asumían banderas vinculadas a los grandes temas del país, apoyando procesos transformadores orientados a mejorar nuestra sociedad y proponiendo ampliar los derechos y las libertades y hacer a esta más equitativa.
En materias reivindicativas, los trabajadores del cobre plantearon con fuerza la solución a sus problemas económicos y sociales, junto con demandar recursos para el crecimiento cultural y el perfeccionamiento técnico y profesional.
En lo social, lograron tempranamente sustituir campamentos miserables por la construcción de casas dignas para obreros y empleados, de escuelas y hospitales y de centros de recreación.
En lo legislativo, sus luchas significaron la dictación del Estatuto de los Trabajadores del Cobre; el contrato permanente para quienes desempeñaban labores discontinuas; el perfeccionamiento de la Ley de Accidentes del Trabajo; el cambio de la calidad jurídica de obrero a la de empleado, y muchas otras.
O sea, su concepción del rol sindical era integral, abarcando todas las dimensiones que favorecían a los trabajadores y buscando con ello disminuir las diferencias de acceso a los beneficios sociales y económicos del desarrollo.
El primer presidente de la Confederación fue el ingeniero químico Manuel Ovalle Quiroga, militante socialista que, junto con otros líderes sindicales, diseñó los rasgos fundamentales que la caracterizarían.
De sus filas surgieron Diputados y Senadores, entre estos últimos Baltazar Castro y Ramón Silva Ulloa.
Fueron elegidos Diputados dirigentes sindicales como Héctor Olivares, José Monares, Juan Argandoña y, posteriormente, Rodolfo Seguel, todos ellos comprometidos con los intereses y aspiraciones de los trabajadores y con los intereses superiores del país.
De manera particular quisiera destacar, entre los parlamentarios mencionados, a Héctor Olivares, quien fue uno de los fundadores y Presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, Diputado socialista en varios períodos y uno de los integrantes de la Comisión que redactó el proyecto de reforma constitucional que permitió la nacionalización del cobre bajo el Gobierno del Presidente Allende.
Héctor Olivares estuvo detenido en la isla Dawson por la dictadura militar y posteriormente obligado a ir al exilio, del cual regresó en 1988 para incorporarse al movimiento político y social que logró la recuperación de la democracia en nuestro país.
Fallecido en 2009, su vida se caracterizó por la entrega consecuente a sus ideales.
¡Vaya para su persona nuestro sentido homenaje!
Señores Senadores, en Chile, gracias a movilizaciones sociales y propuestas como las que hacía la entonces Confederación de Trabajadores del Cobre, todos los sectores políticos tomaron conciencia de la importancia de la nacionalización de las riquezas mineras y aprobaron la reforma que la hizo posible. Primero fue la "chilenización", bajo el Gobierno de Eduardo Frei Montalva, y después la nacionalización, bajo el Gobierno de Salvador Allende.
Al respecto, Radomiro Tomic, con gran elocuencia, decía: "Bajo las asoleadas y abrasadoras tierras de Chuquicamata y bajo la nieve de El Teniente están los medios financieros y económicos necesarios para dar forma a todos nuestros sueños de una economía diversificada y los más altos niveles de alimentación, vivienda y salud para nuestro pueblo.".
Por su parte, el Presidente Salvador Allende afirmaba que la nacionalización era indispensable para "fortalecer la economía de Chile, para romper su dependencia económica, para completar la esperanza y el anhelo de los que nos dieron la libertad política, para conquistar nuestra segunda independencia, la independencia económica de nuestra Patria".
Pienso, estimados Senadores, que en esta materia, lamentablemente, hemos retrocedido. Hoy día, como todos sabemos, solo un tercio de la producción de cobre corresponde a nuestra empresa pública, CODELCO. El resto se halla en manos privadas.
Ahora bien, no todo fue fácil para la Confederación. Como consecuencia del golpe de Estado de 1973, murieron en el Regimiento de Copiapó los dirigentes Benito Tapia y Magindo Castillo. Igual suerte corrió Ricardo García, gerente general de Cobresal en El Salvador. Sus dirigentes nacionales fueron detenidos y miles de trabajadores del cobre sufrieron persecución.
Durante la dictadura, estos últimos levantaron con decisión la bandera del retorno a la democracia, enfrentando todos los riesgos que ello significaba. Participaron activamente en las protestas nacionales contra el régimen y se comprometieron en todas las acciones que llevaron al país a recobrar su democracia.
En esa etapa de riesgos y sueños compartidos, es justo reconocer el valor y la capacidad de liderazgo unitario de Rodolfo Seguel, reiteradas veces detenido, agredido y procesado por su rol de presidente de la Confederación.
Hoy, desde la Federación de Trabajadores del Cobre, sus afiliados no abandonan los ideales que llevaron a su creación, hace 60 años. Por ello, han enfrentado a quienes están por la privatización de CODELCO; han propuesto mejorar las condiciones precarias de los subcontratados; se han manifestado a favor de un mejor royalty, y plantean el mejoramiento de las condiciones laborales, no solo propias, sino también, solidariamente, de todos los trabajadores del país.
Motivo de especial preocupación para la Federación ha sido una mirada a largo plazo de la principal riqueza minera de Chile y de nuestra empresa estatal. Por tal motivo, ha manifestado su profunda inquietud ante el hecho de que la actual administración ha desechado la alianza estratégica que existía entre CODELCO y los trabajadores, poniendo en cuestión el modelo de gobierno corporativo instaurado durante el mandato de la Presidenta Bachelet. Le interesa, además, asegurar el plan de inversiones de la empresa, ante opiniones en el sentido de que las utilidades no se reinvertirán, lo que constituye tal vez un primer paso para su descapitalización y, en consecuencia, eventual privatización.
Siguiendo la herencia de preocupaciones sociales que van más allá de sus estrictos intereses mineros, la Federación promueve la igualdad de género y el desarrollo sostenible, con el propósito de que el crecimiento vaya de la mano con mejores condiciones sociales, resolviendo las profundas desigualdades y, sobre todo, protegiendo el medioambiente.
Por lo que he reseñado brevemente, los Senadores socialistas y del Partido Por la Democracia adherimos al merecido homenaje a los 60 años de la fundación de la entonces Confederación de Trabajadores del Cobre, valorando sus luchas, manifestando nuestro respeto por sus mártires y compartiendo sus ideales de contribuir a una sociedad mejor, donde los trabajadores y sectores más humildes puedan vivir sin ser excluidos de aquellos beneficios y derechos que los dignifican como seres humanos y hacen posible su plena realización.
Saludo a los dirigentes de la Federación que hoy se encuentran en las tribunas, continuadores de los mejores valores del movimiento sindical y de sus grandes aportes a la construcción de un mejor país.
He dicho.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Prokurica.


El señor PROKURICA.- Señor Presidente, en nombre de los Comités Renovación Nacional, Unión Demócrata Independiente e Independientes, rindo homenaje a la Federación de Trabajadores del Cobre con motivo de cumplirse 60 años de su formación.
Este fue, es y seguirá siendo un país minero, no solo por sus riquezas naturales, sino también por su gente, hombres y mujeres que, de sol a sol, extraen desde las entrañas de la tierra el mineral que ha sido, por largas décadas, el verdadero sueldo de Chile.
Hoy por hoy, señor Presidente, Honorable Senado, la minería representa más del 20 por ciento del PIB y más de 110 mil personas laboran en el sector.
La Confederación de Trabajadores del Cobre se fundó el 23 de marzo de 1951, en Machalí, y nació a la luz de la reunión convocada por los sindicatos profesional e industrial de la "Chile Exploration Company", de Chuquicamata (hoy Codelco Norte); los sindicatos profesional e industrial de la "Andes Copper Mining Company", de Potrerillos (hoy Codelco El Salvador), y los sindicatos profesional e industrial de la "Braden Copper Company", de Rancagua (hoy Codelco El Teniente).
Su creación no solo se motivó en la posición de los trabajadores de la minería de resguardar sus intereses comunes, sino también en muchos otros principios y en la defensa del patrimonio minero de Chile.
Cuatro años después de su fundación, fue legalizada mediante la ley N° 11.828, y sus estatutos fueron aprobados en 1956.
En 1992 cambió de nombre y pasó a denominarse "Federación de Trabajadores del Cobre".
Actualmente forma parte de la Central Unitaria de Trabajadores, de la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas y de la Confederación Sindical Internacional.
Una de las acciones más relevantes de la entidad fue, sin duda, su férrea defensa de la nacionalización del metal rojo, aprobada el 11 de julio de 1971 por el Congreso Nacional, la cual tendió a varios aspectos fundamentales:
-La mayor participación fiscal en las utilidades de las empresas explotadoras de la Gran Minería.
-La mejor comercialización del metal, con intervención directa de los organismos del Estado, y la libertad para vender a cualquier país que ofreciera condiciones de precio aceptables. En esos años se le prohibía a Chile que hiciera esto último con los Estados socialistas.
-La destinación de parte de las utilidades del cobre directamente en beneficio de la diversificación de las industrias nacionales elaboradoras de productos del metal y del progreso de las provincias en que se encuentra esa riqueza, además de aspirarse a un estándar de vida para los trabajadores de la Gran Minería al menos semejante al que gozan en países desarrollados.
-La formación de cuadros técnicos capaces de dirigir las industrias en el complejo mecanismo de producción, venta, comercialización e industrialización, para encontrarse en cualquier momento en condiciones de reemplazar a los expertos extranjeros.
-La aprobación del royalty, tratada aquí, en el Congreso Nacional.
-Finalmente, lograr que en el país se adquiera una mayor conciencia de la importancia de la minería y de la seguridad de quienes laboran en el sector.
Por último, para expresar algunas palabras sobre lo ocurrido con CODELCO-Chile, la principal institución y gestora, cabe subrayar que la empresa ha sido espoleada por el Estado durante mucho tiempo, que no se le han devuelto sus recursos y, quizás, que sus yacimientos de reposición no han sido trabajados por ella misma. Estas causas las ha tomado como suyas la Federación de Trabajadores del Cobre, y muchas veces nos hemos reunido con algunos de sus directivos que hoy día se encuentran en las tribunas.
Ojalá que la organización siga brillando en la defensa del patrimonio minero de Chile, del sindicalismo y de los trabajadores del sector.
He dicho.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas)
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El señor LETELIER (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Honorable señora Rincón.


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, en nombre de la bancada democratacristiana, deseo rendir homenaje a los 60 años de la Federación de Trabajadores del Cobre.
Señor Presidente; colegas parlamentarios; muy en especial, dirigentes de la Federación de los Trabajadores del Cobre que hoy nos acompañan -encabezados por su Presidente, nuestro amigo, mi amigo, Raimundo Espinoza-, y, a través de ustedes, cada uno de sus afiliados:
Hablar de la Federación de Trabajadores del Cobre no es hablar de una organización más; hablar de la Federación de Trabajadores del Cobre es hablar de la historia de Chile y de las reivindicaciones sociales, gremiales y políticas que han logrado los trabajadores chilenos en los últimos cien años.
Hoy, este Senado rinde homenaje a esta Federación, que fue fundada el 23 de marzo de 1951 -como ya señaló el Senador Prokurica- en Machalí, Región del Libertador General Bernardo O`Higgins.
Luego de su creación, en 1953, la en ese entonces Confederación de Trabajadores del Cobre participa en la asamblea constituyente de la Central Única de Trabajadores, eligiendo al gran Clotario Blest como su presidente. Así, a menos de dos años de la fundación de la Confederación, los trabajadores del cobre comienzan la lucha por la reivindicación de los derechos de todos los trabajadores de esa época.
Al crearse esta organización gremial, sus dirigentes entendieron que su fin no era exclusivamente la defensa de los intereses comunes de los trabajadores del cobre, y se convierte, al mismo tiempo, en un baluarte para los intereses de cada uno de los chilenos frente a la compleja presión foránea, que durante muchos años usufructuó las riquezas básicas de Chile.
Consecuente con esos principios, la Confederación de Trabajadores del Cobre se transformó en un gran defensor de la chilenización del cobre, encabezada por el Presidente Eduardo Frei Montalva mediante la ley Nº 16.425, de 1967, y posteriormente de la nacionalización del cobre, llevada a cabo a través de la ley Nº 17.450, durante el Gobierno del Presidente Salvador Allende.
Ya en sus primeras luchas brindó una perspectiva de largo plazo sobre aspectos fundamentales que decían relación con la importancia que tenía el cobre para el futuro de nuestra patria. En eso -hay que reconocerlo-, los trabajadores fueron sumamente visionarios.
Podemos destacar, entre sus luchas más memorables:
-La mayor participación del Estado en las cuantiosas utilidades de las empresas norteamericanas explotadoras de la Gran Minería del Cobre.
-La mejor comercialización del metal, con intervención directa de los organismos del Estado y con libertad para vender a cualquier nación del mundo que ofreciera condiciones aceptables de precio. Se debe tener en consideración que en esos años se prohibía a Chile vender su cobre a países socialistas.
-La destinación de parte de las utilidades en beneficio directo de la diversificación de la industria nacional elaboradora de productos de cobre y del mejoramiento y progreso de las provincias en que se encuentran ubicadas esas riquezas.
-La formación de cuadros técnicos capaces de dirigir esta industria en su complejo mecanismo de producción, venta, comercialización e industrialización, para estar en cualquier momento en condiciones de reemplazar a los expertos extranjeros.
En el fondo, señor Presidente, desde su formación, en esta organización se observaba una idea clara: devolver al Estado chileno el pleno dominio y goce de estas grandes riquezas naturales perecibles, que formaban una reserva indispensable para lograr la independencia económica del país y su única posibilidad de lograr el desarrollo. En este aspecto, nuevamente los trabajadores tenían razón.
Hemos visto a los trabajadores del cobre no solo en la reivindicación de sus propios derechos laborales. Los vimos en la calle durante los momentos más duros de la historia reciente de Chile; los vimos movilizados en pro de la Nacionalización y la Chilenización del cobre. En los tristes años de la dictadura, a principios de los 80 organizaron el primer paro de los trabajadores del cobre. En 1983 eligieron Presidente de la Confederación al gran Rodolfo Seguel, quien llegó a ser Diputado de la República, al igual que ocurrió -como recordaba la Senadora Isabel Allende- con Héctor Olivares, el querido "Negro" Olivares. También crearon el Comando Nacional de Trabajadores del Cobre, siendo actores fundamentales en la lucha por derrotar la dictadura que gobernó nuestro país por 17 años.
Llegada la democracia, la Federación de Trabajadores del Cobre no terminó su lucha. Dicha organización ha estado llamada a jugar un rol mucho más trascendente en la actual batalla por la renacionalización del cobre y el término de la situación de privilegio y abuso de las compañías mineras privadas.
La lucha por establecer una estructura tributaria coherente con la cantidad de dinero que reciben las grandes transnacionales del cobre necesita la unión y el esfuerzo político de todo el país y, en primer lugar, de los más involucrados, entre ellos, en primera fila, los trabajadores.
Apreciamos y solidarizamos con el rechazo que ha llevado adelante la Federación a todo intento privatizador que algunos sectores insisten en instalar en nuestro país. Saludamos el espíritu que sustentó la resolución de reivindicar la huelga en contra de la privatización de EDELNOR e Inca de Oro. Esas resoluciones deben ser honradas.
Consideramos justas las preocupaciones de la organización sindical tendientes a manifestar una oposición por el debilitamiento y el atraso de las necesarias inversiones que requiere CODELCO para proyectar su futuro y rechazamos los intentos que insisten en privatizar a la Corporación.
Entendemos que entregar operaciones y actividades a empresas privadas denominadas "contratistas" genera un impacto negativo en la tranquilidad que demandan los trabajadores en el desempeño de sus labores.
Por esa razón, al referirnos a las necesidades de los trabajadores del cobre, no podemos dejar de hacer consideraciones en relación con la realidad que surge en torno de la demanda de los trabajadores subcontratistas, y nos preocupa la existencia de una política de remuneraciones en CODELCO que pretende trasladar a los nuevos contratos de planta de sus trabajadores la lógica de los salarios de los subcontratistas, no cumpliendo las obligaciones de una empresa que logra grandes volúmenes de ganancias, de las cuales los trabajadores deben recibir un ético reconocimiento por su labor.
Creemos que este homenaje debe dar cuenta de una realidad que afecta a todos los trabajadores que contribuyen al florecimiento de la riqueza, cualquiera que sea el espacio, el lugar y el momento de su aporte en el trabajo.
En ese contexto, este homenaje resulta justo y, por sobre todo, necesario.
A propósito de esta fecha memorable para los trabajadores del cobre, nuestras felicitaciones y aliento a no abandonar la ruta de la lucha y los compromisos con el pueblo de Chile.
Conscientes de nuestra identidad, aunque sin desmerecer a ningún dirigente ni colectividad política, nos sentimos orgullosos de ser el partido al cual perteneció el gran Radomiro Tomic, que echó a andar en su primer gobierno el proceso de recuperación del cobre para Chile, y reiteramos nuestra disposición a exigirles a ustedes, dirigentes y trabajadores, el máximo compromiso para que entreguen su aporte al requerimiento de las justas causas de la lucha de los trabajadores y del pueblo de Chile.
En nombre de la bancada de Senadores de la Democracia Cristiana, quiero hacer llegar nuestro compromiso a los trabajadores del cobre, y hacerlo, señor Presidente, a través de los dirigentes hoy aquí presentes: Raimundo Espinoza, Héctor Roco, Jeremías Olivares, Julio Jalil, Diego Zamora, Luis Guerra, Sergio Morales, Juan Olguín, Marcelo Castillo, entre otros.
He dicho.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor LETELIER (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Gómez.


El señor GÓMEZ.- Señor Presidente, esta tarde rendimos homenaje a los 60 años de la Federación de Trabajadores del Cobre, fundada en 1951.
Pero debemos recordar que la historia de los trabajadores del cobre constituye una enorme epopeya anterior a esa década y debe ser rescatada para dimensionar el calibre de las luchas sociales que desembocaron en ese 23 de marzo, 60 años atrás.
A muy poco tiempo de inaugurada la mina de Chuquicamata, 600 trabajadores fueron despedidos por organizar una huelga en la que se pedía una jornada laboral de 8 horas. Ya en 1919 se pagaba un salario inferior al del mercado. Y, hasta 1930, había una constante rotación de trabajadores.
Los trabajadores del cobre fueron testigos de cómo en el siglo XX las compañías extranjeras explotaron nuestros recursos para construir un Estado dentro de nuestro Estado. El comercio y la entrada de personas a los campamentos eran autorizados por la empresa, y por años los trabajadores debieron convivir con chorros tóxicos de sulfuro de 50 litros por segundo que contaminaban el río Loa, único curso fluvial de la región.
Antes de 1951, a los trabajadores chilenos les pagaban en pesos, mientras que los empleados extranjeros recibían dólares. En Chuquicamata cada trabajador vivía inmerso en una odiosa sociedad de castas, con una segregación urbana de espacios que no se podían cruzar.
En 1931, a la semana de promulgado el Código del Trabajo, nació una incipiente sindicalización de la mina, planta y empleados de Chuquicamata. Durante toda esa historia inicial, los trabajadores del cobre continuaron participando en huelgas de carácter sectorial y nacional, hasta que la Confederación de Trabajadores del Cobre fue creada en 1951, desafiando, esta vez, un todavía más reaccionario Código del Trabajo, normativa que se utilizó para restringir la actividad sindical en esos años.
Una ardua lucha social en la década de los 60 logró que los trabajadores del cobre contaran finalmente con la Confederación.
Esta organización resultó fundamental en el camino hacia 1971, cuando, con el Presidente Salvador Allende y su Ministro de Minería, don Orlando Cantuarias, y por la unanimidad del Congreso, se nacionalizó el 11 de julio la Gran Minería del Cobre, materializando la soberanía permanente sobre nuestra principal riqueza básica y recurso natural no renovable.
Tras el golpe militar de 1973, los sindicatos del cobre de Chuquicamata y otros conocieron el secuestro y el asesinato. Muchos trabajadores fueron detenidos o torturados. El Gobierno militar creó nuevos sindicatos para dividir a los trabajadores e instaló una red de informantes que sembró la desconfianza entre ellos.
Sin embargo, esto no amilanó a los trabajadores del cobre. Cuando toda esperanza democrática se veía lejana para Chile, el 2 de octubre de 1985 marcharon, desafiando la dictadura militar, desde el campamento de Chuquicamata hasta Calama, en una manifestación valiente que generó repercusión nacional e internacional.
Recuperada la democracia en la década de los 90, los trabajadores del cobre han estado alertas a los cantos de sirena que cada tanto hablan de privatizar CODELCO.
La actual Federación de Trabajadores del Cobre (FTC) -legítima heredera de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC)-, ha sido firme en insistir en que la mejor alternativa para las grandes mayorías nacionales implica una CODELCO como empresa cien por ciento estatal, protagonista de una estrategia de desarrollo que aproveche la enorme base minera de la Corporación.
En esos años de transición democrática algunos propusieron la venta de CODELCO en una cifra del orden de 6 mil a 8 mil millones de dólares. Hoy podemos ver cómo una vez más la historia económica nacional estuvo del lado de la visión de los trabajadores. La postura de defensa de CODELCO en manos estatales, planteada por los trabajadores, le ha significado al Fisco percibir, entre 1994 y 2005, más de 14 mil 980 millones de dólares y valorizar a la empresa en más de tres veces el precio de venta propuesto por quienes deseaban privatizarla a mediados de los años 90.
Los trabajadores de la actual Federación, esa que surgió hace 60 años, no viven solo de reverdecer sus laureles. Hoy poseen un enérgico trabajo sindical en pos de la defensa de esa gran conquista para el país que significa el cobre.
Con la preocupación puesta en el futuro, los trabajadores ahora hacen hincapié en un plan estratégico de desarrollo que potencie al máximo el capital humano y social en CODELCO. Proponen, de acá a 2015, una garantía de los recursos de inversión para impulsar el 50 por ciento de la producción de cobre en Chile. El objetivo es que la Corporación pueda capitalizar y reinvertir en su desarrollo parte de los importantes excedentes que genera para el dueño del recurso: Chile y los chilenos.
Desde esta tribuna, en nombre del Partido Radical, quiero homenajear a estos trabajadores, que llevan 60 años velando por la dignidad de nuestro cobre, y decir que tenemos la misma convicción que los ha impulsado durante décadas en la defensa de nuestra industria. Esta no es otra cosa que el interés del país y de los chilenos, en armonía con la de los trabajadores que nos mandatan, para representarlos con lealtad y fervor, con el objeto de que impulsemos propuestas serias con sentido de nación; armonía que se ha perdido en estos últimos años por la falta de diálogo e imposición a los trabajadores que hoy los tienen alertas, porque se rompió lo que fue y debe ser la verdadera herramienta del crecimiento y progreso de la principal empresa de Chile, que es la alianza estratégica entre trabajadores y empresa.
Quienes no conocen lo que es trabajar el cobre poco saben de las condiciones inhóspitas que significa vivir en el desierto, trabajar en altura, manipular explosivos y pagar altos precios en comparación con el resto del país.
No crean hoy que la fuerza de los trabajadores del cobre permitirá que el ahogo sistemático con la venta de activos, con acciones en electricidad, o el no capitalizar la empresa llevará a la enajenación de CODELCO.
¡CODELCO, para los trabajadores y para todos los chilenos, debe ser cien por ciento de nuestro país!
Los años de esfuerzo y de combate social de la Federación nos confirman que el sindicalismo es una necesidad y un deber, donde el trabajador estará siempre motivado en asumir su rol frente a los desafíos del país y los propios de la organización.
Un saludo y sentido homenaje a los dirigentes que hoy están presentes, representados en la persona de su Presidente, don Raimundo Espinoza, por estos 60 años de vida de la Confederación de Trabajadores del Cobre.
He dicho.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).

El señor LETELIER (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senador Gómez.
De esta manera, el Senado de la República ha rendido homenaje a los 60 años de existencia de la Federación de Trabajadores del Cobre, que tuvo su origen en una reunión realizada en la comuna de Machalí, llamada anteriormente "Confederación de Trabajadores del Cobre" (CTC) y hoy una de las principales organizaciones de su tipo.
¡Nuestro homenaje, nuestro reconocimiento, nuestro saludo a los miles de trabajadores que hacen de Chile un país más desarrollado, más rico!
Pido un aplauso, nuevamente, para los dirigentes que se hallan en tribunas.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).