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UN HOMENAJE A NUESTROS SÍMBOLOS REPUBLICANOS

Por Andrés Zaldivar, Presidente del Senado

15 de septiembre de 2017

Septiembre es un mes especial para los chilenos. Por una parte, se respiran aires de alegría en torno a la celebración de las festividades patrias, que nos recuerdan el primer gran paso dado por la sociedad criolla para lograr, ocho años después, su libertad respecto de la corona española. Por otro lado, se revive uno de los episodios más dolorosos de nuestra historia reciente, que marcó el quiebre de la institucionalidad y la pérdida, precisamente, de las libertades conquistadas a lo largo de más de un siglo y medio.

 

Con sus grandes diferencias y su enorme distancia en el tiempo, ambas conmemoraciones nos encuentran hoy en una condición de mayor madurez como sociedad, con una ciudadanía empoderada, opinante, activa. A poco de terminar la segunda década del siglo XXI, formamos parte de un país que mira al futuro, pero sin olvidar lo que fue su pasado; que busca cambios, pero sin ignorar sus tradiciones.

 

En un mundo cada vez más globalizado e impersonal en muchos aspectos, los países necesitan preservar sus tradiciones y los sellos culturales que los distinguen. En Chile, son destacables las múltiples iniciativas que, desde diversos sectores, apuntan a que niños y jóvenes conozcan y valoren ese patrimonio como una herencia que les pertenece y de la cual ellos también son responsables.

 

En ese sentido, las fiestas patrias son un homenaje a nuestra cultura, a nuestra historia y a la identidad que nos une como nación. Además de los paisajes, las costumbres, los objetos, el lenguaje, las expresiones artísticas y arquitectónicas, la gastronomía y, obviamente, las personas, parte importante de ese acervo nacional histórico son las instituciones; entre ellas, el Parlamento.

 

El Congreso Nacional está fuertemente identificado con la esencia de la República, con las etapas que hemos vivido, con los personajes que han ilustrado los principales capítulos de nuestra biografía colectiva. No en vano, la Constitución de 1833 hizo coincidir el cambio de período legislativo con el inicio del Mes de la Patria, mientras que desde 1925 a 2005 el término de la legislatura ordinaria se fijó para el 18 de septiembre de cada año.

 

Hoy, las instituciones pasan por un momento delicado, particularmente respecto de la credibilidad y confianza que suscitan en la ciudadanía. Este creciente cuestionamiento y puesta en duda no siempre se alimenta en hechos reales, sino más bien en generalizaciones y prejuicios que muchas veces no están exentos de cierta intencionalidad. De cualquier modo, es una situación que hiere a la sociedad en su conjunto y afecta negativamente la convivencia. En suma, se genera un daño importante a ese patrimonio que en estas fechas queremos exaltar como algo positivo y generador de unidad.

 

Por ello, es tarea de todos prestigiar al Senado, que es una institución de larga historia patria y necesaria para el buen funcionamiento de la democracia. Quienes creemos en los íconos de la República y en su significado, estamos llamados a defenderlos, pues de esa forma también contribuimos a cuidar todo lo que Chile es y representa ante su propio pueblo y ante el mundo. Si bien este deber moral nos asiste en todo momento, las festividades patrias son un momento propicio para reforzarlo.

 

Los invito a celebrar estas fiestas en compañía de sus seres queridos, con alegría y confianza en que los chilenos sabremos enfrentar unidos los desafíos que tenemos por delante.

 

¡Viva Chile!

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