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  Enfermedades visuales y pobreza

  Por Fulvio Rossi, senador por la Región de Tarapacá

3 de septiembre de 2010

Hay pocos problemas de salud que tengan tanta relación con la pobreza como los problemasImagen visuales. Siento que en este ámbito es donde, en mayor medida, se expresa lo que son las determinantes sociales de la salud.

En el quintil más pobre hay seis veces más ciegos que en el quintil más rico. Ese simple dato nos muestra la relación profunda que existe entre marginación, pobreza y enfermedad visual.

Lo más dramático no son las cegueras irreversibles. Lo más trágico son los ciegos que podrían ver si pudiesen recibir atención médica o acceder a una intervención quirúrgica, como tantos pacientes con cataratas que están en las listas de espera. Y tantos otros pacientes que están en lista de espera para, más que una evaluación médica, una evaluación fisiológica de su capacidad visual y recibir un lente.

Lamentablemente, ha habido un absoluto monopolio durante muchos años, de parte del Colegio de Oftalmólogos, que han hecho un lobby brutal para que esta ley no se pueda llevar adelante.

Nunca he entendido por qué había una o dos becas al año para formar estos profesionales y que los oftalmólogos digan que existe un número suficiente de especialistas según la OMS, después de ver las falencias o la carencia de especialistas en oftalmología, en los hospitales públicos, en la atención primaria y particularmente en regiones, porque se concentran en Santiago y en el sector privado.

Claramente aquí había un interés de preservar un negocio. Y eso hay que decirlo con todas sus letras. Y como no estamos para defender intereses corporativos, sino para defender los intereses de los chilenos y chilenas, creo que el proyecto que otorga a los tecnólogos médicos competencias oftalmológicas es muy importante.

El énfasis hay que ponerlo, no en los tecnólogos médicos con mención en oftalmología, no en los ópticos, no en los oftalmólogos, no en los parlamentarios ni en el Ministerio de Salud sino en esos pacientes que están en las listas de espera esperando una atención para poder ver.

Más del 70% de la lista de espera de oftalmología son vicios de refracción, es decir, problemas que son perfectamente abordables, de fácil diagnóstico por parte de una persona que ha estudiado diez semestres, como son los tecnólogos médicos con mención en oftalmología.

Un debate distinto será si en Chile, el día de mañana, se forman optómetras. Pero lo que tratamos de hacer ahora es darle la posibilidad a más gente de acceder a salud visual.

Ha habido mucho debate, tanto en la Cámara de Diputados como ahora en el Senado y probablemente se introducirán algunas modificaciones. Pero el tema de fondo es la falta de especialistas en general no solo en oftalmología,  particularmente en el sector público, y más aún en las regiones y en las zonas extremas.

Cuando uno ve la distribución de las horas médicas, tanto de medicina general pero particularmente de especialistas, y ni qué hablar de oftalmología, se concentran fundamentalmente en Santiago y en el sector privado.

Esta área atiende hoy día al 18% ó 20% de la población. El 80% restante se atiende en los consultorios de nuestro país, en la atención primaria o en los hospitales públicos. Y esa distribución refleja justamente la iniquidad en el acceso a salud, y no la vamos a resolver si no somos capaces de hacer las cosas bien.

Los diagnósticos están claros. Hay un estudio de la Subsecretaría de Redes Asistenciales y del Banco Mundial que señala con total claridad que hay cuatro factores y cuatro variables que influyen en que un especialista vaya a región: el sueldo; la infraestructura, el equipamiento, los insumos para poder hacer bien su trabajo; la existencia de centros de formación de profesionales ligados a la salud, para poder desarrollarse desde el punto de vista académico; y el colegio de los hijos.

Por lo tanto, el trabajo y el esfuerzo que tenemos que hacer en conjunto con el Ministerio de Salud es abocarnos a dar solución a estos problemas serios.

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