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REAJUSTE DE MONTO DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, estimados colegas, en la Comisión de Hacienda escuchamos hoy día a los representantes de la CONUPIA, señores Pedro Davis, Iván Vuskovic y Roberto Rojas; a Marco Kremerman y Gonzalo Durán, dos jóvenes investigadores de la Fundación SOL, y a Francisco Klapp, del Instituto Libertad y Desarrollo.
Cuando se revisan los datos entregados por ellos, las informaciones que proporcionaron, solo cabe convencerse de que el debate es mucho más profundo que una simple reflexión en torno a un guarismo, a un monto.
¿Quiénes pagan en la actualidad el ingreso mínimo? Claramente, no lo hacen solo pequeñas y medianas empresas. Es cancelado directamente por aquellas que operan en rubros como aseo, guardias de seguridad, porteros, e indirectamente, por las dedicadas a la subcontratación en la minería, la construcción, la distribución de combustibles y el retail, así como también en supermercados, farmacias, librerías, ferreterías y tiendas de departamentos.
Hoy día nos acompañan varios trabajadores de esas entidades.
Cuando se revisa a quién le conviene que el monto no sea aumentado, la verdad es que la discusión no dice relación con las pymes, sino que es mucho más profunda.
Nos han consultado muchas veces en estos días por qué no se presionó por un alza mayor.
Quisiera destacar que, cuando se repasa la historia de los últimos 22 años, se encuentran incrementos evidentemente importantes en el ingreso mínimo. Y el más cercano, sin lugar a dudas, se registró en el Gobierno del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle. El promedio real en el caso de los tres años que se contemplaron en ese período fue de un 8 por ciento real, y no provocó ninguna debacle ni despido masivo en el sector laboral. Todo apunta a la crisis asiática como responsable de lo ocurrido en los años posteriores, pero no a una medida en el ámbito de que se trata.
Al preguntarnos a quién no le conviene el aumento que nos ocupa, llegamos a la conclusión de que es a la mediana y gran empresa. ¿Por qué? Por el mecanismo de la participación de utilidades a sus trabajadores sobre la base del 25 por ciento de las remuneraciones, con un tope de cuatro ingresos mínimos anuales. Lo mismo sucede por el hecho de que, muchas veces, el personal se beneficia de convenios colectivos indexados al concepto de que se trata. Y a ello se agrega el que, con el pretexto de este último, se consigue mano de obra barata.
¿Quiénes son los que pagan las consecuencias del ingreso mínimo? Las familias.
Ya lo expresaron quienes nos han antecedido en el uso de la palabra: el 5 por ciento más rico de la población gana 830 veces más que el 5 por ciento más pobre. La reflexión, entonces, es cómo acortamos la brecha, cómo nos hacemos cargo de un análisis mucho más profundo, tal como lo expusieron mis Honorables colegas Frei y Gómez.
Hoy día, una familia, de acuerdo con los datos del Ministerio de Desarrollo Social, requiere al menos 301 mil 400 pesos para vivir. ¿Cuánto gana? La mayoría de las veces, el ingreso mínimo, y en el 48 por ciento de los casos es el de una mujer. ¿Por qué? Porque ellas son las jefas de hogar.
Entonces, ¿qué lamentamos, señor Presidente? Que una vez más sostengamos esta discusión anual, en la que todos reconocemos, sin lugar a dudas, que el monto no es suficiente. Pero, debates más, debates menos, después nos olvidaremos de ello hasta el próximo año, cuando nuevamente seremos convocados con motivo de una iniciativa similar.
¿Qué pedimos? Que nos hagamos cargo de la brecha como país, porque la situación no da hoy día para más. Lo dijo la Iglesia católica hace ya varios años. Lo recogieron todos los candidatos en la última elección presidencial, quienes se comprometieron, sin excepción, a llegar a un ingreso digno. Ha pasado el tiempo y ello no ha sido posible.
No queremos ser cómplices de un monto que no es bastante. Existe una institucionalidad para la insistencia del Presidente de la República.
¿Qué nos hubiera gustado? Que buscáramos una fórmula creativa y distinta para subsidiar a las pymes, que son la excusa para no subir el ingreso mínimo, por la vía de las cotizaciones previsionales, por ejemplo, pero que hubiéramos tendido efectivamente a una suma superior, por cierto, a 200 mil pesos.
Por ello, votaré en contra del aumento, que me parece claramente insuficiente.
--(Aplausos en tribunas).