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PRÓRROGA DE PERMANENCIA DE TROPAS Y MEDIOS CHILENOS EN HAITÍ


La señora ALLENDE (Presidenta).- Corresponde ocuparse en el oficio de Su Excelencia la Presidenta de la República, mediante el cual solicita el acuerdo del Senado para prorrogar por el plazo de un año la permanencia de tropas y medios militares nacionales en Haití, con la urgencia establecida en el párrafo segundo del número 5) del artículo 53 de la Carta Fundamental.
--Los antecedentes sobre el oficio (S 1656-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Se da cuenta en sesión 14ª, en 6 de mayo de 2014.
Informe de Comisión:
Relaciones Exteriores y Defensa Nacional, unidas: sesión 18ª, en 14 de mayo de 2014.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- Las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, dejan constancia de los fundamentos del Gobierno para mantener la presencia militar en la Misión de Naciones Unidas en Haití, mediante la prórroga de su mandato hasta el 31 de mayo de 2015.
A la sesión de esos órganos técnicos unidos fueron invitados el señor Ministro de Defensa Nacional, el Subsecretario de Defensa, el Jefe del Estado Mayor Conjunto y otros personeros de aquella Cartera y de esa institución.
Luego de analizar los antecedentes relativos a esta materia, las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, unidas, aprobaron la solicitud del Ejecutivo, por la unanimidad de sus miembros presentes (Senadores señores Araya, García-Huidobro, Guillier, Lagos, Letelier, Pérez Várela, Pizarro y Prokurica).
La señora ALLENDE (Presidenta).- En discusión la solicitud de la Primera Mandataria.
Tiene la palabra el señor Ministro.

El señor BURGOS (Ministro de Defensa Nacional).- Señora Presidenta, es un honor para mí estrenarme como Ministro de Defensa en el Senado de la República. Muchas gracias por invitarnos y por aceptar la compañía de los asesores que usted mencionó.
Tal como lo indicaba el señor Secretario, las Comisiones unidas de Relaciones Exteriores y de Defensa del Senado tuvieron a bien aprobar por unanimidad la solicitud de Su Excelencia la Presidenta de la República para prorrogar, por un año, hasta el 31 de mayo del 2015, la permanencia de nuestras Fuerzas Armadas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) en Haití.
Como es del conocimiento de esta Corporación, Chile participa activamente en operaciones de paz bajo el mandato de la Organización de las Naciones Unidas, en cumplimiento de su política nacional de participación en esas operaciones y dentro del marco jurídico establecido en la ley N° 19.067.
En ese contexto tanto externo como interno, desde 2004 nuestro país forma parte de un esfuerzo multinacional conducido a través de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, conocida bajo la sigla MINUSTAH.
Como también obra en conocimiento del Senado, se autorizó la petición del Ejecutivo para la permanencia de tropas en Haití por el período de un año, a contar del 1° de junio del 2013, el cual vence en una semana más.
Mediante la Resolución 2119, de octubre de 2013, el Consejo de Seguridad reafirmó el compromiso de la Organización de las Naciones Unidas con el proceso político haitiano y mandató al Secretario General para proponer opciones que permitan seguir reconfigurando la MINUSTAH -especialmente en su componente militar-, como parte del Plan de Consolidación lanzado en 2013.
Todas las opciones -si hay interés, después podemos dar detalles específicos sobre las que se discuten hoy día en el seno de la ONU y que serán decididas en agosto de este año- dan cuenta de la necesidad de ir terminando gradualmente el número de efectivos de diversos países que permanecen en Haití.
Hay opciones más graduales, otras que lo son menos. La decisión que se tome probablemente tendrá que ver con una gradualidad mayor, a fin de que a alturas del 2016 tengamos un contingente mucho más reducido. Las especificaciones que hoy día se hacen no pasan de 1.500 personas, cifra bastante menor a la existente hoy.
Eso sí, quiero destacar que, a partir de la labor del componente militar destinado a promover un entorno seguro y estable para las tareas de estabilización y reconstrucción de Haití, nuestro país ha recibido altos niveles de reconocimiento tanto de las autoridades haitianas como de la Organización de las Naciones Unidas. Esta labor ha redundado, a la vez, en un fortalecimiento de las capacidades operativas y logísticas de la Defensa Nacional.
Qué duda cabe acerca de que el objetivo principal -con logros, con problemas- es la estabilización de Haití. Pero es justo reconocer que nuestra participación -por cierto, con los riesgos que conlleva- ha motivado, un grado de aceptación, de apoyo y de reconocimiento a la labor que realizan nuestras Fuerzas Armadas muy notable. Y eso es importante para el país y las instituciones.
Ello se da no solo a nivel de la ONU. Ayer les comentaba a los miembros de las Comisiones unidas que cuando uno sale del país el primero o el segundo tema que se toca en el área de defensa es el valor de la participación de nuestra gente en Haití.
Me correspondió estar hace poco en una reunión bilateral en Estados Unidos con su Ministro de Defensa, y el tema central de todas las conversaciones fue el reconocimiento a la labor que presta nuestra gente.
Pero, además, como decíamos, para nuestras Fuerzas Armadas esto es un elemento importante, desde el punto de vista de sus capacidades operativas y logísticas, ¡qué duda cabe!
No se trata de un entrenamiento, sino de una actividad cotidiana, respecto a la cual probablemente alguien podría decir que no es exactamente bélica, pero sí compleja desde el punto de vista de los riesgos, de las tareas, de las necesidades.
Y sin lugar a dudas, eso ayuda muy profundamente a la capacidad operativa de nuestras Fuerzas Armadas.
Durante el período transcurrido desde la última autorización entregada por esta Honorable Corporación, se ha observado una mejoría de las condiciones en las cuales la MINUSTAH desempeña sus labores.
En primer lugar, se aprecia un fortalecimiento de los indicadores de seguridad, al revertirse la tendencia al estancamiento observada durante los últimos 4 años. Lo anterior ha redundado en el surgimiento de nuevos escenarios para la reducción sustantiva de efectivos tras las elecciones presidenciales de 2015, y ha acelerado las previsiones originales contenidas en el Plan de Consolidación de la Misión.
Los datos concretos en materia de seguridad todavía indican problemas de seguridad (esto se halla fuera de discusión), pero con una reducción relevante. El número de secuestros, el delito más complejo de todos, ha caído, si uno compara el 2012 con el 2013, en 53 por ciento.
Pese a que las cifras aún son altas, hay una estabilización en materia de seguridad, no para cantar victoria y pensar que esto se encuentra listo y tendrá una salida rápida, pero sí para poder afirmar que existe un avance después de un período de estancamiento.
Sin perjuicio de ello, deben tenerse a la vista los acuerdos alcanzados en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en cuanto a la necesidad de mantener la presencia de fuerzas internacionales en Haití para proteger los avances obtenidos, en el entendido de que una transformación de la Misión sin la protección adecuada puede destruir los logros alcanzados.
Estamos consiguiendo resultados. Probablemente no son los ideales. Pero hemos alcanzado cuestiones concretas desde el punto de vista de la salubridad; desde el punto de vista de la seguridad; desde el punto de vista de la habilitación de ciertas vías terrestres, en lo que el Comando de Ingenieros de nuestro país tiene una labor primordial, esencial, que abordamos conjuntamente con ingenieros ecuatorianos bajo un mando chileno.
Descarrilar ese proceso sería grave. Y, si hubiera un retiro significativo o inmediato, se generarían consecuencias muy complejas, que probablemente obligarían a tomar decisiones de aumento que no queremos.
En tal sentido, el lapso 2014-2015 debe interpretarse como un período de preparación para el retiro sustantivo y programado de medios militares a partir del 2016.
Asimismo, es importante destacar que las acciones desarrolladas por Chile han estado acompañadas por un relevante esfuerzo de coordinación entre los países de la región contribuyentes de tropas, a través del cual se ha generado un consenso en cuanto a mantener el apoyo a la MINUSTAH, en tanto se efectúa el retiro gradual de efectivos y medios militares. Este mecanismo de concertación, de acuerdo, se vislumbra especialmente relevante en el momento actual, con miras a generar una posición regional susceptible de ser promovida en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por Chile, en su calidad de miembro no permanente.
En forma coadyuvante a lo anterior, Chile ha desarrollado una estrategia de reducción de su contingente desplegado, por la vía de remplazar efectivos nacionales con personal de países amigos centroamericanos, particularmente de El Salvador y Honduras.
La disminución de personas en el Batallón Chile la hemos compensado con la participación de contingente de El Salvador y Honduras. Esto es muy importante, también, desde el punto de vista de la cooperación con naciones centroamericanas, lo cual implica una ventaja importante para Chile desde una lógica estratégica.
En este marco general, la posición de nuestro país se basa en apoyar la ejecución y los objetivos del Plan de Consolidación de la MINUSTAH, promoviendo las condiciones para que se pueda dar una marcha más ágil a la reducción gradual de tropas, bajo el concepto de "reducción responsable y cooperativa". Esto es lo esencial: "reducción responsable", por cuanto se debe seguir tras el objetivo central, y "cooperativa", en atención a que nuestros actos no deben ser unilaterales.
Sería compleja la situación si los países que tienen tropas en Haití tomaran decisiones unilaterales. Por nuestra parte, tratamos de evitar aquello, y lo hemos logrado, aunque no siempre ha sido fácil.
Se estima que ese concepto representa el expediente de reducción de tropas nacionales con el costo político más bajo, especialmente a nivel regional.
Por las razones anteriores, señora Presidenta, se considera fundamental continuar con la participación de Chile en la MINUSTAH, por lo que, de conformidad con las normas constitucionales y legales pertinentes, solicitamos el acuerdo del Honorable Senado de la República para prorrogar la permanencia de tropas y medios nacionales en Haití por el plazo de un año, de acuerdo con los antecedentes y fundamentos que tuvimos la oportunidad de acompañar en detalle en las Comisiones unidas, conforme lo dispone el artículo 9º, inciso segundo, de la ley Nº 19.067.
He dicho.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Muchas gracias.
Le reitero la bienvenida al Senado en su rol de Ministro y lo saludo, por supuesto, como excolega de la Cámara de Diputados.
Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señora Presidente, Honorable Sala, me parece del todo necesario y oportuno aprobar la prórroga de la permanencia de las tropas chilenas en Haití.
Claramente, tanto las Fuerzas Armadas como el Estado de Chile han llevado adelante un rol muy importante en la pacificación de dicho país.
Me tocó ser parte de la delegación chilena que fue en visita oficial a Haití, encabezada por la Presidenta Bachelet, en su primer mandato, con posterioridad al terremoto que sacudió a ese país, circunstancia en la cual las tropas chilenas desempeñaron un rol preponderante.
Sin perjuicio de ello, es útil tomar algunas decisiones.
Hoy día nuestras tropas cumplen diez años de permanencia en Haití. Ante ello, resulta esencial efectuar un análisis de lo que ha sido este período de tiempo, durante el cual las Fuerzas Armadas han ejercido un papel muy relevante.
En este sentido, hay recomendaciones de Naciones Unidas, tendientes a generar un acuerdo para el retiro paulatino de las tropas chilenas, a fin de que los propios haitianos puedan hacerse cargo de los temas de seguridad pública, sobre todo considerando que el proceso de institucionalización ha ido avanzando en forma satisfactoria.
Por lo mismo, reitero que resulta necesario y oportuno acoger la prórroga solicitada.
Con todo, también sería conveniente, en atención al plazo transcurrido de dicha permanencia, que se haga una evaluación para fijar un umbral de tiempo en el cual pueda concretarse el retiro paulatino de las tropas chilenas, no antes de traspasar la responsabilidad del mantenimiento de la seguridad pública a los propios haitianos.
Aprovecho de destacar el proceso de instrucción que han seguido las tropas haitianas en nuestro país, ámbito en el cual nuestras Fuerzas Armadas han desempeñado un rol clave.
En consecuencia, señora Presidenta, como miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores, pido que se apruebe esta petición, y anuncio el voto favorable de los Senadores de Renovación Nacional.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Pizarro.


El señor PIZARRO.- Señora Presidenta, quiero agradecer la presencia del señor Ministro de Defensa Nacional y de los señores Subsecretarios en este debate, que trata sobre la autorización que se solicita al Senado para prorrogar la permanencia de tropas nacionales en la hermana República de Haití.
No voy a referirme a la historia -ya la conocemos largamente en el Senado- de por qué y cuándo se produjo la necesidad de participar en una fuerza de paz en dicho país y a lo que ha significado la evolución de esa misión, hecha en conjunto con miembros de Naciones Unidas pero asumida, fundamentalmente, por naciones latinoamericanas.
Quiero recalcar este hecho: el principal esfuerzo, en el momento en que se tomaron las decisiones, lo asumieron países de Latinoamérica y, en particular, del Cono Sur. Ello obedeció a una definición política que es bueno recordar acá. Se debe tener presente este elemento, porque se relaciona con el proceso que hay que llevar adelante para determinar el cronograma que permitirá a nuestras tropas ir saliendo de Haití.
Cabe recordar que intencionalmente se planteó la necesidad de que esta fuerza de paz fuera encabezada e integrada por representantes de países de América Latina, evitando un intervencionismo de Francia, de otra fuerza europea o, derechamente, de Estados Unidos, en consideración a la experiencia que ha vivido Haití en otros procesos similares. El contexto de tal determinación implica entender que se trata de una fuerza claramente de paz, que busca impedir una guerra civil, un enfrentamiento desatado y niveles de violencia incontrolables. De ese modo, la misión no se tomará como una agresión a la dignidad del pueblo haitiano o a lo que podría ser su incipiente institucionalidad.
Dicho eso, señora Presidenta, resulta indispensable que exista una continuidad en el trabajo que está haciendo la MINUSTAH.
Sin duda, en el informe que se nos entregó en las Comisiones unidas se observan algunos avances institucionales que permiten seriamente evaluar la situación. La realidad que vive hoy Haití es más positiva que la que había dos años atrás. ¡Ni hablar de la que hubo hace cinco u ocho años!
Sin embargo, el proceso político de ese país -hemos analizado el asunto con las autoridades de la Cancillería y del Ministerio de Defensa Nacional- sigue siendo muy complejo. Claramente, no existe estabilidad ni tranquilidad en el ámbito institucional y en el funcionamiento de las fuerzas políticas, del Congreso Nacional, del Ejecutivo.
Sin ir más lejos, el año pasado recibimos una carta dramática del Presidente del Senado de Haití, mediante la cual nos pedía la intervención para lograr que nuestras tropas y las de otras naciones que se encuentran en ese país pasaran de ser una fuerza facilitadora y de paz a ser, derechamente, una fuerza que garantizara el pluralismo, la democracia, las libertades, a fin de que no se ejerciera, en la práctica, una suerte de imposición autoritaria o casi dictatorial por parte del Gobierno de turno.
No tengo claridad de si esa situación hoy día se halla plenamente superada, pero obviamente está más tranquila la cosa.
En Haití debe efectuarse un proceso electoral de aquí al próximo año. Espero que para entonces la institucionalidad democrática incipiente de este país se vaya consolidando.
Creo que es importante, desde el punto de vista político -así lo planteamos en las Comisiones unidas ayer-, que se retomen las instancias de diálogo más permanente con los países amigos que forman parte de esta fuerza de paz. Ello, por una razón muy sencilla: cuando planteamos reiteradamente en este Senado la necesidad de establecer un cronograma que permita el retiro gradual de nuestras tropas, entendemos que no constituye una decisión unilateral.
Por eso ligaba esta materia al recuerdo de lo que fue la decisión política de actuar en conjunto con los gobiernos de las otras naciones. Estimo que eso es plenamente válido. De ahí lo importante de retomar la instancia de diálogo "2 x 9" -así la llaman en la jerga diplomática y política internacional-, a efectos de que ese tipo de decisiones se adopten en conjunto.
¿Hemos retirado tropas? Sí, pero sobre la base del remplazo por parte otros países amigos, fundamentalmente de Centroamérica.
A mi juicio, hay que tomar la decisión política de perseverar en los temas de cooperación.
En la información entregada por el señor Ministro, se habla del trabajo por mejorar la infraestructura (de servicio, en conectividad, sanitaria). Hace unos años se colaboró en el ámbito agrícola. Se buscó apoyar la agricultura familiar campesina a través de cooperación técnica.
El esfuerzo mayor está centrado, desde una perspectiva política, en ser capaces de generar una fuerza policial autónoma y profesional, que no obedezca a la lógica de los grupos de poder o de terror que existían antes en Haití. Se pretende formar un cuerpo policial que garantice, aunque sea mínimamente, la seguridad y el orden en dicho país. Se requiere cumplir este objetivo para tener más facilidades respecto del retiro de nuestras tropas.
La preocupación sobre el futuro de Haití deriva de las alternativas que ha evaluado el propio Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con relación a cómo seguir desarrollando la misión.
En el informe, estimados colegas -si lo tienen a mano, vayan a la página 12-, aparecen cinco opciones posibles para encarar este asunto. Tres de ellas implican la permanencia de civiles sin presencia militar. Hoy día, tal como está la situación, tal alternativa pareciera no ser factible; más bien, generaría un problema y no aportaría una solución.
Por lo tanto, una vez más, este Senado debiera otorgar la autorización para que las tropas chilenas permanezcan en Haití, en el entendido de seguir desarrollando un esfuerzo de diálogo, de entendimiento y de acuerdos políticos con los otros países. Se precisa una estrategia en conjunto para ir logrando el retiro gradual de nuestras tropas de manera ordenada, sin que ello provoque una situación de caos o desorden en Haití.
La inquietud que varios de nosotros hemos planteado, referida al riesgo de que en algún momento esta fuerza de paz se transforme en fuerza de ocupación, se minimiza mucho si, dentro del contexto latinoamericano, las naciones participantes tomamos decisiones, no de manera unilateral, sino de común acuerdo. Y para ese propósito nuestra Cancillería y otras autoridades de Gobierno pueden hacer mucho.
En consecuencia, señora Presidenta, vamos a respaldar la petición de la Primera Mandataria para prorrogar, por el plazo de un año, la permanencia de nuestras tropas en Haití.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Muchas gracias, Senador señor Pizarro.
El señor DE URRESTI.- Señora Presidenta, ¿se puede abrir la votación?
La señora ALLENDE (Presidenta).- Habría que consultarlo.
¿Existe acuerdo para ello?
El señor PROKURICA.- No hay problema.
--Así se acuerda.
La señora ALLENDE (Presidenta).- En votación la solicitud de la Presidenta de la República.
--(Durante la votación).
Tiene la palabra el Senador señor Prokurica, para fundamentar su voto.


El señor PROKURICA.- Señora Presidenta, en primer lugar, quiero saludar al Ministro de Defensa, don Jorge Burgos; a los señores Subsecretarios que lo acompañan, y también al Jefe del Estado Mayor Conjunto, Vicealmirante José Miguel Romero, quienes han participado en este trámite, establecido en la Constitución, para autorizar la salida de tropas del territorio nacional.
Nosotros vamos a apoyar esta petición, porque creemos, con firmeza, que el mantenimiento y la promoción de la paz mundial constituyen objetivos permanentes de la política exterior de nuestro país.
En razón de lo anterior, la diplomacia y la defensa en la cooperación internacional para la seguridad deben considerar la adopción de una estrategia de acción amplia e integral que le permita a nuestro país avalar un modelo de participación en operaciones de paz.
Señora Presidenta, señores Senadores, son muchas las razones que obligan a Chile a colaborar en estas misiones de paz. Por lo mismo -y les pido su atención al respecto-, quiero rebatir algo que se ha mencionado. Siempre estoy escuchando que nuestra participación en este tipo de operaciones es como un favor que hacemos a otra nación. Yo no comparto esa opinión.
Por el contrario, siento que nuestra participación es sí o sí, por cuanto hemos basado nuestra política de desarrollo y crecimiento en el comercio internacional. Y este no es posible cuando no hay paz. Además, somos miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Entonces, no es admisible favorecerse de los beneficios que aporta el comercio internacional cuando hay paz, si vamos a mirar para el lado cuando se desata una guerra o un conflicto grave, como ha ocurrido en Haití y en otros países del mundo.
¡No es un favor el que estamos haciendo!
Es cierto que la naturaleza de nuestra participación es distinta de la que se solicitó originalmente, en el Gobierno del Presidente Lagos. Entonces nuestras Fuerzas Armadas -cabe consignar que su accionar fue muy destacado por otras fuerzas armadas del mundo- estuvieron, en 48 horas, presentes y dispuestas en Haití para evitar un eventual genocidio. Eso es verdad.
Pero esa realidad ha cambiado.
La colaboración de Chile en la comunidad internacional es relevante. La labor que han realizado las Fuerzas Armadas, Carabineros, la Policía de Investigaciones y las ONG en Haití y en otras partes del planeta nos llena de orgullo. Cada vez que visitamos uno de esos países, la gente nos habla muy bien del trabajo tanto de Carabineros en la formación de la policía haitiana como de nuestras Fuerzas Armadas en la imposición de la paz.
Todas esas acciones, señora Presidenta, se llevan a cabo a la luz de las decisiones que toma Naciones Unidas; no se realizan por determinación propia, sino sobre la base de pautas acordadas.
Por otra parte, quiero recordar a los señores Senadores lo que se dijo en discusiones anteriores en esta materia. Varios manifestaron opiniones distintas, que son legítimas, con relación a que Chile debiera ir reduciendo su contingente militar, redestinarlo a actividades no castrenses que también beneficien a la gente de esos países o remplazar su participación por la de civiles.
Es bueno traer a la memoria este punto, porque muchas veces, cuando se produce un cambio de Gobierno, obras iniciadas en la Administración saliente son inauguradas por la que sigue.
Dicho eso, quiero destacar en esta materia el papel que jugó el ex Ministro de Defensa don Andrés Allamand, quien hoy nos acompaña como Senador. En su oportunidad él escuchó los planteamientos de los colegas que expresaron un parecer distinto, relativo a la reducción de la presencia del personal castrense. Y esto ha ocurrido. Ha disminuido el número de nuestros militares, que se ha remplazado por efectivos de países amigos, especialmente de Centroamérica y de Ecuador.
Pero, además, se reorientó la labor de los que aún quedan en Haití: de la función original de imponer la paz a la de trabajar en mejorar la infraestructura y a la de carácter policial.
En este último aspecto, cabe consignar un aporte muy importante: 181 becarios haitianos se formaron en la Escuela de Carabineros de Chile, y otros tantos, en la Escuela de Investigaciones Policiales de la PDI.
Finalmente, me referiré a la incorporación del personal civil.
Distintas ONG han realizado acciones de cooperaciones: trabajos con niños y con diversas organizaciones haitianas. Tales entidades no gubernamentales son desconocidas para los chilenos. A mi juicio, debiéramos dar a conocer la labor de esos civiles en Haití.
Señora Presidenta, creo que Chile tiene que plantear, a través de un cambio normativo, la incorporación del estamento civil en las misiones de paz, no solo en materia de seguridad y defensa, sino en distintos ámbitos (desarrollo político y socioeconómico). Ello garantizaría una cooperación más efectiva y ordenada que la que se realiza ahora a través de fundaciones o asociaciones de carácter privado. De hecho, podría crearse una comisión de consolidación de paz de Naciones Unidas para que ese personal participe de forma conjunta en este tipo de operaciones.
Pese a todo, ha habido algunos cambios.
Es cierto que se ha recorrido un trayecto largo y se ha avanzado poco. ¡Hay que reconocerlo! Pero hay que ver de qué estamos hablando. Haití tiene una realidad dramática en materia de pobreza. Es uno de los países más pobres del mundo.
En lo personal, me tocó conocer esa realidad antes del terremoto que afectó a Haití. Lo que cuentan los Ministros y las demás personas que han ido después es que se dañó seriamente toda la infraestructura. Y lo poco que había en pie terminó cayendo.
Entonces, no es fácil avanzar en un país con esos problemas.
Junto con aprobar la petición de la Presidenta de la República, hago presente que debiera haber más presencia en Haití de otras potencias mundiales -al menos, del ámbito económico-, las cuales también se benefician con la paz que los países sudamericanos están asegurando en esa parte del planeta.
Planteo esa sugerencia siempre en el marco de la labor de Naciones Unidas.
Y, por eso, vamos a respaldar esta solicitud de la Presidenta de la República.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Allamand.


El señor ALLAMAND.- Señora Presidenta, quiero sumarme a los saludos al equipo ministerial de Defensa que se encuentra en la Sala y señalar que apoyaré en forma muy entusiasta la renovación del mandato que dio origen a la presencia de Chile en Haití.
Sin embargo, creo que esta es la oportunidad adecuada para poner quizás en una perspectiva un poquito más amplia el tema de las operaciones de paz en su conjunto.
En los últimos treinta a cuarenta años -por decir una fecha- la conflictividad ha ido cambiando en el mundo. Hemos ido transitando desde una conflictividad entre países hacia una conflictividad cada vez mayor al interior de ellos.
Si uno simplemente mapea el conjunto de conflictos que hoy día existen en el globo, se da cuenta de que, por un lado, los conflictos entre naciones han ido disminuyendo, más allá de algunas excepciones, y de que, por otro, los conflictos intrapaíses han ido aumentando.
De hecho, las operaciones de paz también han seguido esa tendencia.
En segundo lugar, es muy importante también advertir cómo el concepto mismo de "operaciones de paz" ha ido evolucionando. Algunos hablan de operaciones de paz de primera, de segunda, de tercera generación. Pero yo, si tuviera que resumirlo en una frase, diría lo siguiente: las operaciones de paz han ido mutando desde operaciones fundamentalmente de carácter militar hacia operaciones en que se congregan elementos militares vinculados a la seguridad con elementos de la sociedad civil, de contribución al fortalecimiento institucional de naciones que se encuentran desgarradas por conflictos internos. Es decir, las operaciones de paz pasan a ser una misión de país, más que una misión propiamente de las Fuerzas Armadas.
Esa es la tendencia que se observa hoy día.
En consecuencia, a la hora de analizar nuestra presencia en Haití debiéramos pensar en cuáles son los objetivos que un país como Chile ha de perseguir al mantener y, desde mi punto de vista, afianzar su compromiso con aquel tipo de operaciones.
En primer lugar, hay una cuestión de valores.
No se trata solamente de proclamar nuestra adhesión al sistema democrático y a la protección de los derechos humanos. Se trata también de tener, en la medida de nuestras posibilidades, una actitud que vaya en tal sentido. Y la responsabilidad de proteger es hoy día, en el ámbito internacional, cada vez más importante.
En segundo término, tal como señaló el Senador Prokurica, Chile debe resolver si pretende ser un actor del mundo únicamente en el campo económico o comercial, o si también, en la medida de sus posibilidades, contribuirá a desafíos comunes, como son precisamente los que existen en el ámbito de la seguridad.
Y en tercer lugar está la ventaja evidente que dichas operaciones revisten para los contingentes que participan en ellas.
Todas esas razones me llevan a concluir que Chile debe reafirmar un compromiso moderno, de proyección, de largo plazo, que le aporte -me atrevo a decir- una identidad, en la medida en que, como Noruega lo hace con la paz, como Costa Rica lo hace con los derechos humanos, se caracterice justamente por ese tipo de operaciones.
Señora Presidenta, la Cámara Alta tiene que estar muy conforme, porque, tal como se ha señalado aquí, lo que se inició durante el Gobierno anterior en términos de ir generando de manera cooperativa condiciones para un horizonte de salida y para no eternizar nuestra presencia en Haití se ha ido cumpliendo. Y precisamente la opinión del Senado fue uno de los factores que condujeron, durante esa Administración, a una política que se continúa hoy con el mismo énfasis.
No solo hemos reducido nuestra presencia, sino que al mismo tiempo, en algo que sin duda tiene proyección internacional, hemos incorporado a países amigos, como El Salvador y Honduras, con lo cual hemos cumplido los dos objetivos que perseguíamos: por una parte, reducir nuestra presencia, y por otra, incluir a países amigos y continuar trabajando en la materia de forma cooperativa y colaborativa.
Así como no hay que eternizar nuestra presencia en Haití, nadie puede pretender salir de ese país en forma aislada. Porque allí se requiere una triple coordinación.
En efecto, se necesita una coordinación entre los países que hemos hecho el esfuerzo durante estos años; y, en tal sentido, Brasil, Argentina y Uruguay son, sin duda, socios calificados. Además, hay que interactuar con Naciones Unidas, y ciertamente, con el gobierno haitiano.
En resumen, se nos plantea la proyección de una política exterior correcta, que entronca con los valores más importantes de nuestro país, que se ha llevado a cabo con adecuada responsabilidad y en la que, sin duda, debemos perseverar. Porque aquí sí que hay una política de Estado que, de alguna manera, nos perfila como país responsable en el ámbito internacional y que cumple sus compromisos, con todos los elementos que he señalado.
Por eso, votaré a favor de la solicitud presidencial.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Corresponde el uso de la palabra al Senador señor Letelier.
¡Desapareció...!
El señor COLOMA.- ¡Espero que lo encontremos...!
La señora ALLENDE (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señora Presidenta, este es el año número 11 en que vemos una solicitud de esta naturaleza.
El señor PROKURICA.- ¡Ha tomado mucho la permanencia y Su Señoría lleva mucho tiempo en el Senado...!
El señor COLOMA.- ¡Once años discutiendo lo mismo! No es un lapso menor.
Ello refleja que este no es un tema nuevo -se arrastra desde hace mucho tiempo- y que respecto de él uno, legítimamente, puede ir adquiriendo convicción.
Yo soy un convencido -lo he dicho en otras ocasiones- de que esta es una de las tareas más importantes que tiene el Senado.
Siempre ha habido debate al respecto. Y me parece bien que así haya sido, porque uno debe sincerar cómo ve la acción exterior de Chile en distintas situaciones y de qué manera va evolucionando. Lo otro implicaría ser burro y no cambiar de acuerdo a las modificaciones que pueden ocurrir.
¿Por qué es tan relevante esta facultad? Porque es solo del Senado, exclusivamente. No la tiene el Parlamento en forma genérica, sino solo esta Alta Corporación. Ello, porque envuelve una responsabilidad muy grande autorizar que tropas chilenas destinadas a la defensa de nuestra patria -vean la Constitución, Sus Señorías- salgan excepcionalmente a cumplir tareas en el extranjero.
Por lo mismo, hay que tener mucha convicción tratándose del ejercicio de esa facultad exclusiva, que es indispensable y muy relevante para lograr lo que uno pretende en el concierto internacional.
Si miramos la historia -porque para algo existe la historia-, una primera cosa llama la atención: las razones para mandar tropas a Haití han ido cambiando en el tiempo.
Primero había un genocidio. Se planteó -acertadamente- con dramatismo la situación de enfrentamiento que existía en ese país. Y se le pidió al Senado chileno, en forma bastante abrupta -porque aquí no se dice una cosa: el Presidente Lagos, quien olvidó que la decisión tenía que pasar por la Cámara Alta, había anunciado que iba a enviar tropas; finalmente se retractó-, autorizar la salida de efectivos para evitar un genocidio.
Aquello se planteó como una tarea de corto plazo, rápida: se va y se evita.
Ya en su momento uno decía: "¡Ojo! Esto no es tan fácil. Hay que tener siempre una visión más amplia".
Y, efectivamente, la situación fue cambiando en el tiempo.
En la siguiente oportunidad, se solicitó el envío de tropas para garantizar las elecciones, porque no existía un proceso institucional al efecto. Y los efectivos se mantuvieron un año más -esa vez se decía: "cada seis meses"-, para generar elecciones.
Ganó Préval. Y la autorización se mantuvo, para que pudiera asumir la Presidencia. Ya no era un genocidio; ya no era una elección: se trataba de garantizar el establecimiento de un Gobierno.
Luego se hacía referencia a la necesidad de que Haití lograra tener una institucionalidad, lo que era bastante más complejo.
O sea, las razones han ido cambiando mucho en el tiempo.
Ahora, desde mi perspectiva, hay en la materia elementos que resulta indispensable plantear.
¿Han cumplido Chile y sus Fuerzas Armadas lo que pedía el Presidente o la Presidenta? ¡Obviamente que sí! Y creo que todos nos sentimos orgullosos de la forma como los chilenos han desempeñado su labor.
Pero cabe preguntar: ¿Eso es para siempre?
Desde mi perspectiva, la respuesta es "No".
Señora Presidenta, en este asunto hay cuestiones que uno debe evaluar en conciencia.
Primero, yo mantengo una objeción constitucional. Creo que todo esto está hecho al margen de la norma fundamental que establece precisamente cuál es el rol de las Fuerzas Armadas.
Planteé su modificación: me faltó un voto para concretarla. Y creo que seguimos amparando una suerte de inconstitucionalidad respecto de cómo se hace este desarrollo, que yo soy partidario de institucionalizar, pero constitucionalmente.
Lo segundo es la razón.
Yo no estoy de acuerdo con quienes sostienen que este es un asunto de comercio internacional. Es un problema mucho más profundo: tiene que ver con valores, con principios. Y eso me parece absolutamente esencial.
Y, tercero, uno debe ver si en el paso del tiempo¿
Señora Presidenta, ¿no disponía de 10 minutos?
La señora ALLENDE (Presidenta).- Al abrirse la votación se reducen a cinco, señor Senador. Pero no hay problema en que continúe.
El señor COLOMA.- No voy a hablar mucho más, pero me gustaría, por lo menos¿
La señora ALLENDE (Presidenta).- Dispone de un par de minutos para redondear su intervención.
El señor COLOMA.- Necesito un poquito más que eso.
Entonces, si uno mira lo que ha sido la actuación de Naciones Unidas en Haití debe concluir que la misión ha fracasado.
Déjenme decirlo con claridad: ¡el plan de la ONU no resultó! Hoy día Haití está viviendo una situación casi equivalente a la que existía hace diez años. Y eso, sin dudas, merece una reflexión de Chile, como parte de la comunidad internacional, pero también, básicamente, de Naciones Unidas respecto de cómo planteó su punto de vista.
No he oído a nadie que diga que la ONU lo ha hecho bien en esto. Yo creo que equivocó los fines: se enfocó en un objetivo militar versus un objetivo institucional.
Nadie plantea dejar de lado a Haití. Pero yo soy contrario a que se siga manteniendo una situación que va variando muy sutilmente en el tiempo, sin llegar a generar un cambio copernicano.
Más preocupante me parece esta vez el desarrollo de los hechos, sobre todo considerando que nuestro Senado recibió una carta del Presidente de la Asamblea Nacional de Haití -tengo en mis manos copia de ella; puede consultarse en Emol-, quien nos pide pronunciarnos sobre si estamos con el Parlamento o con el Gobierno de ese país.
Eso nos lleva a algo que yo siempre he planteado, modestamente, como problema grave: que de tropas de pacificación pasemos a ser tropas de ocupación.
Y el Presidente del Parlamento de aquella nación nos pregunta si seguiremos amparando al Presidente de la República o vamos a escuchar al pueblo haitiano, que quiere reivindicaciones. Y ellas, en este caso, se traducen en elecciones, las que, según he oído aquí, que se van a hacer. Acabo de verlo en Internet, donde se dice que están postergándolas para el 2015. Hay toda una polémica. Ojalá que se realicen el 2014. Pero vamos a ver qué resulta al final.
Entonces, señora Presidenta, uno debe actuar en conciencia. Esto no tiene nada que ver con el Gobierno que asumió en Chile, ni con mi querido amigo el Ministro de Defensa, quien -me consta- ha hecho (y va a seguir haciéndolo) un esfuerzo muy importante en la Cartera: solo tiene que ver con convicciones.
Ahora bien, yo no estoy convencido de que la mantención de tropas a estas alturas, después de once años, después de todo lo que ha significado la operación, después de analizar la situación en Haití, después de la carta a que me referí, sea conveniente: no quiero que nos vean como tropas de ocupación.
Por eso, con la argumentación que nace de la convicción -no de otra cosa- y de haberme preocupado del problema, no puedo respaldar la solicitud que nos formuló la Presidenta de la República.
Y en esto no estoy solo, señora Presidenta. Hay mucha gente que está poniendo objeciones -por ejemplo, gente que dirigió las misiones, como el General Aldunate- y que nos pide a los parlamentarios que no sigamos manteniendo una situación que va tomando un camino hacia el colapso.
Conste que estoy hablando de personas que se hallan involucradas en la materia. Porque queremos que todo resulte bien. Pero aspiramos también a que las Fuerzas Armadas y los demás chilenos que están en Haití tengan la convicción de que su permanencia allí se debe a una buena causa.
Por eso, yo no soy partidario de dejar solo a Haití. Soy partidario de cambiar el eje de la discusión, pero no de seguir perpetuando estos hechos, que en la práctica nos transforman, en dichos de la Oposición haitiana -no tengo idea de si es de Derecha o de Izquierda-, en una eventual tropa de ocupación. Y eso no le hace bien a Chile.
Por tales razones, no voy a apoyar la solicitud de la Presidenta de la República.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Letelier.


El señor LETELIER.- Quiero partir saludando al señor Ministro de Defensa; al señor Subsecretario de esa Cartera, y al señor Vicealmirante que nos acompaña, quien es el Jefe del Estado Mayor Conjunto.
Señora Presidenta, connotando que ya se han abordado varias de las ideas matrices, debo decir que es efectivo que Chile tiene un rol en el concierto mundial. Nadie ignora que nuestro modelo de desarrollo depende de nuestra inserción internacional. Somos el país más abierto del orbe en materia de comercio. No ocurre lo mismo en otros ámbitos. Por ejemplo, a algunos nos gustaría que tal como se mueven las cosas se pudiera mover la gente. Pero eso es harina de otro costal.
Nuestra inserción internacional nos obliga también a ser grandes defensores del multilateralismo; del Derecho Internacional y de las responsabilidades que de él se desprenden. Y eso ya es razón suficiente para acoger los llamados de Naciones Unidas a participar en ciertos esfuerzos colectivos.
A lo anterior se suma el hecho de que tomar parte en actividades como la fuerza de paz en Haití es excelente para nuestras Fuerzas Armadas y para nuestras Policías. Es un escenario de desarrollo tremendamente importante para esas Instituciones.
Por otra parte, es cierto que, como lo insinuó un colega que me antecedió en el uso de la palabra, este debe ser un elemento que nos diferencie de otros. Uno no da a cambio de algo: da porque tiene convicción respecto de ciertos principios.
Por eso, voy a votar a favor de la permanencia de las tropas y medios nacionales en Haití.
Sin perjuicio de aquello, ciertamente no soy partícipe de la reflexión que hizo un colega que no está en su asiento en este momento -se corrió un poco,¿
El señor COLOMA.- ¡Voy a volver¿!
El señor LETELIER.-¿ pero volverá pronto-, quien ha representado la voz, a veces solitaria, de la UDI en esta materia. Aunque cabe reconocer que Su Señoría ha sido tremendamente consistente.
Yo creo que hoy, a una década de haber aprobado la presencia de tropas en el extranjero, es útil reflexionar sobre las transiciones necesarias. Porque uno espera que Haití, después de todos estos años, haya ido consolidando ciertas instituciones; que, con los procesos que ha vivido, que no son unilaterales y a veces han sido complejos, logre avanzar en el fortalecimiento institucional, de forma tal que la comunidad internacional pueda relacionarse con un Estado que, si bien ha tenido características de Estado fallido, vaya consolidándose en su funcionamiento.
En tal sentido, y tal como se mencionó hace unos instantes, hay, según las autoridades nacionales, cinco escenarios previsibles acerca de cómo puede continuar la situación en lo futuro.
No es hoy el momento para definir. Porque tampoco somos nosotros los llamados a resolver aquello: la definición va a depender del Consejo de Seguridad Nacional.
Sin embargo, no cabe duda de que en algún momento va a ser necesaria una transición que permita pasar de un mandato de mantenimiento de una fuerza de paz de Naciones Unidas a algún tipo de enviado especial de esa Organización, sin presencia militar. Pero de la realidad actual a esa situación hay una gama de alternativas.
Por lo mismo, sin estar planteando la necesidad de reducir fuerzas militares o medios nacionales, considero muy importante que nuestro país promueva la transición de los cascos azules a los cascos blancos; pasar de la presencia militar a un esfuerzo de cooperación en la construcción de institucionalidades.
No cabe duda de que Carabineros de Chile tiene mucho que aportar en el principal problema que enfrenta Haití: el orden público. Quizás ahí deberíamos aumentar nuestra colaboración.
Ha habido instituciones privadas que se han insertado en la realidad haitiana después del terremoto. Es el caso de Un Techo para Chile. Un funcionario muy destacado del Ministerio de Vivienda del Gobierno anterior se sumó al esfuerzo de reconstrucción en Haití con resultados positivos precisamente en materia habitacional.
Yo siento que esas áreas de cooperación hay que comenzar a alimentarlas. Porque también ese debe ser uno de los rasgos que identifiquen a Chile, ya que involucran nuestra comprensión de lo que es la cooperación en la región en particular.
Por ende, junto con votar a favor, quiero expresar mi convicción en el sentido de que es del caso comenzar ya, como país, a promover en los foros multilaterales la necesidad de realizar la transición de cascos azules a cascos blancos y de ver cómo podemos nosotros hacer más en el concierto internacional.
Una última palabra -no puedo dejarlo pasar-: a uno le gustaría observar la presencia de otros actores extrarregionales más comprometidos con el esfuerzo de Haití. Porque, de verdad, en este esfuerzo a veces uno echa de menos un compromiso de ciertos países europeos -y en particular de uno- harto mayor que el que han tenido hasta ahora.
Vamos a votar a favor.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Víctor Pérez.


El señor PÉREZ VARELA.- Señora Presidenta, junto con reconocer la participación del Ministerio de Defensa, del Ministro, del Subsecretario, del Jefe del Estado Mayor Conjunto, me llama profundamente la atención la ausencia del Ministerio de Relaciones Exteriores...
El señor LETELIER.- Está el Subsecretario.
El señor ALLAMAND.- ¡Es chico, pero está...!
La señora ALLENDE (Presidenta).- Se encuentra en la Sala.
El señor PÉREZ VARELA.- Dejo de lamentar, entonces, la ausencia del Ministerio de Relaciones Exteriores. Y me alegra que esté presente, porque este es un tema político. No se trata de una cuestión exclusiva de las Fuerzas Armadas.
Señora Presidenta, en cuanto a la participación de nuestras Fuerzas Armadas en Haití -lo decía el Senador Coloma-, todos nos sentimos orgullosos: han hecho una tarea brillante, que ha generado reconocimientos -se expresó ayer en la Comisión en que vimos esta materia- de distintas instancias, países y organizaciones mundiales.
Yo también puedo dar fe directa de ello, pues varios efectivos del regimiento de Los Ángeles, con sede en la Región que represento, han participado más de dos veces en la Misión. Y eso ha significado, en términos de preparación y de participación internacional de nuestras Fuerzas Armadas, un avance notable.
Aquello, pues, está fuera de discusión.
El problema, señora Presidenta, es político: de política internacional.
En el informe que tenemos sobre nuestros escritorios se observa qué objetivo se tuvo en vista hace 11 años para establecer la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) con cuatro ámbitos de acción.
Ahora bien, si uno analiza los avances habidos en esos cuatro ámbitos no puede sino concluir que son bastante menores.
Ayer, tras 11 años, en las Comisiones unidas de Defensa y de Relaciones Exteriores el gran anuncio fue que, al parecer, ya existe una policía haitiana con cierto grado de formación. ¡Después de 11 años, en circunstancias de que ese era uno de los objetivos...!
Por lo tanto, el punto estriba en determinar de qué manera, como país, podemos actuar políticamente, en coordinación con otras naciones que participan en la Misión, para lograr avances sustantivos y no ser una fuerza de ocupación sino una fuerza de paz que contribuya de verdad al desarrollo de Haití y al logro de los objetivos que hace 11 años plantearon las Naciones Unidas cuando instaron a sus Estados miembros a participar, lo que nosotros hicimos de la manera que todo el país sabe.
A mí me llama profundamente la atención -y por eso digo que el problema es político- que en el mismo informe, en un acto de transparencia -como dijo ayer el Ministro de Defensa-, se le den a conocer al Senado las opciones que está estudiando el Secretario General de las Naciones Unidas, después de diversos informes que le han llegado.
"Las alternativas propuestas" -dice aquel documento- "por el Secretario General en su informe del 7 de marzo de 2014" -o sea, de hace pocas semanas- "son las siguientes:...". Y establece cinco opciones, sobre las que va a resolver, supuestamente, en el mes de agosto.
Considerando la distancia existente y los diversos antecedentes que hay sobre Haití, uno concluye que nadie logra sostener a lo menos tres de aquellas opciones. Y estoy seguro de que nuestra Cancillería dice que las tres son absolutamente inviables, porque implican sacar tropas desde ese país.
Por ende, señora Presidenta, estamos ante una dificultad de carácter político que ha de preocupar al país y que debe ser hoy día la razón principal: ya no la actuación de nuestras Fuerzas Armadas, sino nuestra política internacional para lograr avances reales y abrir un camino que nos permita ver cómo seguimos contribuyendo al desarrollo de Haití y de qué manera evitamos que la fuerza de paz se transforme en una fuerza de ocupación.
Pero ello, señora Presidenta, sobre alternativas reales y valederas. Las alternativas inviables, carentes de realismo, me parecen extraordinariamente peligrosas.
Por eso, hay que instar a nuestra Cancillería a que asuma un rol mucho más activo, con el conjunto de los otros países, particularmente con los del cono sur, para resolver el problema.
Porque uno ve que algunas naciones latinoamericanas toman decisiones unilaterales para retirar tropas mucho mayores que la de Chile.
No sé si alguien aquí puede informar, por ejemplo, qué está haciendo Brasil, qué piensa Uruguay, por qué México no participa.
Por lo tanto, es factible que en determinado momento nos veamos enfrentados al hecho de que un país con mayor peso internacional que el nuestro se retire y quedemos en una situación sobremanera compleja.
Voy a votar a favor de la mantención de las tropas, pues tengo claro que no podemos tomar una decisión unilateral: hay que resolver con el conjunto de las naciones que participan en la Misión.
Pero empecemos a trabajar sobre aquello.
La actuación de nuestras Fuerzas Armadas no nos preocupa: ellas lo han hecho bien, han participado de manera brillante.
El problema es de nuestra política internacional, en la que, creo, hay una debilidad evidente.
Recordemos el objetivo que tuvieron las Naciones Unidas para decir "Intervengamos Haití" y tengamos presentes las alternativas que se resolverán en agosto, tres de las cuales -repito- son absolutamente inviables, insostenibles, y pueden enfrentarnos a una situación compleja.
Yo voy a votar a favor. Sin embargo, considero que hay que instar a nuestra Cancillería -y ojalá lo haga la Sala del Senado- a tomar un rol mucho más activo, para que en un cronograma cierto, no lejano, podamos tener una decisión conjunta de los países latinoamericanos, y particularmente de los del cono sur, sobre cómo vamos a enfrentar la situación, que se nos puede complicar, según vimos hace menos de un año en este mismo Hemiciclo, cuando se nos entregó la información del Presidente del Senado de Haití, que generaba -no hay duda- una incertidumbre, una inquietud, un riesgo que nadie quiere que las tropas chilenas vivan. Nadie pretende que nuestras tropas sean de ocupación: todos queremos que sigan siendo una contribución verdadera al desarrollo de aquel país.
Eso hoy día está en duda. Sobre ello existe un gran signo de interrogación, no por la participación de nuestras Fuerzas Armadas -reitero que ha sido de gran calidad-, sino por el papel político que Chile, diversos otros países y las Naciones Unidas están jugando en Haití.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Ignacio Walker.


El señor WALKER (don Ignacio).-Señora Presidenta, me pregunto si tiene Chile la opción de retirar sus tropas de Haití.
Yo pienso que no podemos tomar esa opción sin afectar el interés nacional: está en el interés nacional mantener tropas nuestras en Haití para servir a la causa de la paz, de la seguridad y del desarrollo.
Todos sabemos que de alguna manera nuestro país proyecta una imagen de autosuficiencia, de cierta arrogancia. Lo que se ha dicho tantas veces: el mejor alumno, pero no necesariamente el mejor compañero de la región.
Tal es la percepción en nuestro barrio, en nuestro vecindario, acerca de Chile. Y eso compromete el interés nacional.
Pero en la era de la globalización nuestro barrio es global. Por eso el multilateralismo y el regionalismo abierto, junto con los principios tradicionales de la política exterior chilena, inspiran nuestra política exterior en esta época.
Por cierto, nuestro barrio, nuestra región, nuestro vecindario son América Latina y el Caribe y las Américas. Por eso el regionalismo.
Sin embargo, nuestra política exterior tiene un alcance global, necesariamente. De hecho, somos miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Por eso, se trata de un regionalismo no excluyente, abierto.
Es cierto, como algunos dicen y han escrito últimamente -y así pareciera ser-, que la geopolítica se halla de vuelta. Ahí está Crimea, ahí está Ucrania, ahí está el mar de China. Y capaz que la historia esté de vuelta. Porque alguien escribió hace poco sobre el fin de la historia. Mal que mal, estamos conmemorando cien años del comienzo de la Primera Guerra Mundial y hay cierto nerviosismo. Y se ha escrito mucho sobre esta materia.
Por lo mismo, y con mayor razón, es necesario afirmar el compromiso global de los Estados. Esto es el multilateralismo. Y Chile no puede ser la excepción de ese principio fundamental de nuestra política exterior.
El mundo de Westfalia es del pasado. 1648: el Tratado de Westfalia redibujó el mapa de Europa después de la Guerra de los Treinta Años.
El mundo de Utrecht es del pasado: el Tratado de Utrecht, de 1714, después de las guerras de Luis XIV, redibujó el mapa global de la Europa de aquel entonces.
Y también son del pasado el Congreso de Viena, de 1815, luego de las guerras napoleónicas; el Tratado de Versalles, de 1919, después de la Primera Guerra Mundial, y los tratados de Yalta o Potsdam, de 1945, tras la Segunda Guerra Mundial.
El concepto de "soberanía absoluta", que se fue dibujando desde el siglo XVII en adelante, es un asunto del pasado. No se trata de que los conflictos hayan terminado, ni de que la geopolítica haya desaparecido, ni de que la historia se haya acabado, sino de afirmar que esos conflictos, en nuestra era, se dan en el contexto de la globalización.
Incluso, el corolario del principio de soberanía absoluta, que acompañó a la propia declaración de Naciones Unidas del año 48 sobre el principio de no intervención, está en revisión.
Nadie puede hoy día invocar el principio de no intervención para violar los derechos humanos.
El genocidio y los crímenes contra la humanidad son un aspecto de esta mirada global, de esta nueva ética o conciencia jurídica de la Humanidad.
Surgen principios nuevos en las relaciones internacionales.
Por ejemplo, la responsabilidad de proteger es un principio asociado al multilateralismo: en las guerras civiles, etcétera.
La intervención humanitaria, que habría sido inconcebible hace treinta años por atentar contra el principio de no intervención, es un concepto vigente en las relaciones internacionales.
Y también, para este efecto, las operaciones de paz, en las cuales Chile participa -y debe seguir haciéndolo-, y proactivamente, como un principio de nuestra política exterior en esta concepción moderna en la era de la globalización.
El aislacionismo no es una alternativa; el unilateralismo, tampoco. No son opciones.
Por eso, creo que Chile no tiene la opción de retirar sus tropas de Haití sin menoscabar el interés nacional.
Juntos llegamos a Haití -una fuerza multinacional al amparo de Naciones Unidas- y juntos nos vamos, en el momento que se estime oportuno. Pero ello, de manera concertada, sin atentar -insisto-, no contra los temas externos, sino contra este tema fundamental, que hace al interés nacional.
Por eso, votaré a favor de la solicitud presidencial.
Aprovecho la oportunidad para saludar y felicitar al señor Ministro de Defensa por su brillante desempeño en los primeros dos meses del Gobierno de la Presidenta Bachelet.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Orpis.


El señor ORPIS.- Señora Presidenta, Honorable Senado, tras leer el informe que emitieron las Comisiones unidas concluyo que no se ha sincerado la situación existente en Haití.
¿Y por qué digo aquello? Porque, según la página 67 del informe, el Senador Lagos, quien no fue objetado por el Ejecutivo, "manifestó que en la MINUSTAH se ha pasado a una etapa de estabilidad democrática" y, por lo tanto, se debate sobre cuál es el rol que debe jugar nuestro país en la Misión. Sin embargo, se expresa que en un país que pasó a una etapa de estabilidad democrática se reducen en solo 17 por ciento las tropas.
Para mí, allí existe una contradicción. Es decir, yo parto de la base de que si una nación entra en una etapa de estabilidad democrática no requiere tropas o necesita un número muy reducido de ellas. Pero sucede que las tropas han disminuido en únicamente 17 por ciento en Haití, país que teóricamente, de acuerdo al informe, tiene estabilidad democrática.
En verdad, no logro entender esa contradicción. Y por eso digo que no se ha sincerado el debate.
Señora Presidenta, Chile y otras naciones tienen presencia en Haití. Y existe un mecanismo de concertación política latinoamericana a los efectos de ir evaluando lo que ocurre allí.
Pero dicho mecanismo no funciona, de acuerdo a lo que señala la página 67 del informe: una nación con estabilidad democrática donde las tropas se reducen en solo 17 por ciento.
Los países deben actuar en conjunto, a través de un mecanismo de concertación democrática; pero este -insisto- no funciona.
Por otra parte, en la página 68 del informe se da cuenta de problemas como los que planteó el colega Coloma.
El propio Senador Pizarro dice que "surgieron problemas en cuanto a la legitimidad del gobierno haitiano", que se manifiestan desde el propio Parlamento.
Hay parlamentos latinoamericanos, como el uruguayo, que han solicitado el retiro de tropas de Haití.
Entonces, me parece que, enfrentados a la solicitud de prórroga que nos formula el Ejecutivo, debemos aprovechar este debate, que tiene lugar todos los años, para sincerar la situación de Haití de una vez por todas y determinar si allí existe o no estabilidad.
Si no hay estabilidad, que se nos diga: "Deberemos mantener las tropas cinco años, diez años", lo que sea necesario. Pero que no se venga al Senado a pedir que se prorrogue nuestra permanencia en ese país con el argumento de que se han ido superando etapas, en circunstancias de que, al menos de lo que yo infiero del informe de las Comisiones unidas, Haití tiene tantas debilidades como antes y, por tanto, no será posible por mucho tiempo sacar las tropas apostadas en su territorio, pues de lo contrario surgirán graves problemas internos.
Yo prefiero que de una vez por todas se sincere el debate y se le diga al Senado que no será posible durante mucho tiempo sacar las tropas, en vez de que se procure hacerle ver que en Haití se registran avances sustantivos, pues no los hay: existen problemas de toda naturaleza (de legitimidad, institucionales, sociales) y, por ende, se necesita la presencia de tropas extranjeras.
Yo le pido a Chile, en un marco de seriedad (porque se trata de varias naciones), que procure hacer funcionar los mecanismos de los diversos países para ir evaluando en conjunto la situación.
Ser parte de mecanismos latinoamericanos que no funcionan no tiene sentido, pues hace aun más difícil el retiro de las tropas en algún minuto.
Por consiguiente, más que el acto casi protocolar de pedir el aumento del mandato, no veo que se haya sincerado el debate; tampoco, que existan políticas claras respecto a lo que Chile quiere hacer en Haití, y menos, que haya políticas claras sobre lo que desea hacer el resto de los países. De manera que estamos empatando el tiempo, pues cada año debemos aprobar la prórroga del mandato por doce meses sin tener claro ni lo que ocurre internamente en Haití, ni lo que queremos hacer, ni el horizonte en que debemos actuar.
Ante esa falta de claridad, abrigo serias dudas en cuanto a votar favorablemente la prórroga que se nos solicita.
No tengo problemas para aprobar la prórroga. Sin embargo, para ello al menos necesito claridad respecto a las ideas, al programa, al diagnóstico tanto nacional como internacional sobre qué se va a hacer en Haití, país donde existe una crisis institucional profunda, la que, al menos según los datos contenidos en el informe de las Comisiones unidas, no se ha superado y no tiene horizonte de término.
Yo prefiero -repito- que me digan en el Senado "Deberemos prorrogar el mandato por diez años porque de lo contrario Haití no será viable" a que me señalen lo que se contiene en el referido informe.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
La señora ALLENDE (Presidenta).- Terminada la votación.
--Se aprueba la solicitud presidencial (30 votos a favor, 1 en contra y 3 abstenciones).
Votaron por la afirmativa las señoras Allende, Goic, Pérez (doña Lily) y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Bianchi, Chahuán, De Urresti, Espina, García, García-Huidobro, Girardi, Harboe, Lagos, Larraín (don Hernán), Letelier, Montes, Navarro, Ossandón, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Quintana, Quinteros, Rossi, Tuma, Walker (don Ignacio), Walker (don Patricio) y Zaldívar (don Andrés).
Votó por la negativa el señor Coloma.
Se abstuvieron la señora Van Rysselberghe y los señores Matta y Orpis.
El señor HORVATH.- Pido que se considere mi pronunciamiento afirmativo.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Se dejará constancia en la Versión Oficial de la intención de voto favorable de Su Señoría.
Tiene la palabra el señor Ministro.


El señor BURGOS (Ministro de Defensa Nacional).- Señora Presidenta, simplemente deseo agradecer el importante apoyo de esta Corporación a la prórroga.
Créanme los señores Senadores que aprobaron -y también los que legítimamente votaron en contra- que vinimos con la mayor sinceridad posible, con los antecedentes que tenemos, como Ministerio de Defensa.
Vinimos también sin el propósito de hacerles perder el tiempo -¡por favor!- y a intentar convencer de que, en el momento actual, más allá de las circunstancias, qué duda cabe de que tenemos que contar con más claridad respecto del futuro.
Nadie abriga certezas absolutas en la materia, pero sí la convicción de que la presencia de Chile -la de Chile, en particular-, con sus Fuerzas Armadas, es de la esencia en la lógica de los valores que varios de Sus Señorías expusieron y en la de un mundo global que requiere lo que incluso puede ser denominado "sacrificio". Pero es tal en pos de la democracia.
Muchas gracias.
La señora ALLENDE (Presidenta).- Gracias a usted, señor Ministro.