Click acá para ir directamente al contenido
AUMENTO DE PENA A DELITO DE MANEJO EN ESTADO DE EBRIEDAD CON RESULTADO DE MUERTE O DE LESIONES GRAVÍSIMAS. INFORME DE COMISIÓN MIXTA


El señor GIRARDI.- Señora Presidenta, como se ha señalado acá, estos son temas complejos de resolver. Sin embargo, para eso están el Congreso y el Senado.
Efectivamente, aquí hay visiones doctrinarias que las más de las veces uno tiende a seguir cuando se trata de la filosofía jurídica. Pero a mí me hace mucha fuerza esta situación, tal vez más desde la visión de un médico que la de un abogado, en el sentido de que muchos de nosotros hemos sido protagonistas e impulsadores de iniciativas que justamente buscan impedir que personas inocentes sufran lesiones o la pérdida de la vida como consecuencia de irresponsabilidades que son ingobernables en relación con el consumo de alcohol.
El alcohol es un problema. Ninguno de nosotros podría pedirle a alguien que no beba, porque el beber no constituye, en sí mismo, ninguna anomalía ni menos un delito. Incluso, hay quienes sostienen que beber en forma moderada puede llegar a ser hasta saludable.
El punto es que en la actualidad existe una evidencia planetaria, global, en cuanto a que no se puede ingerir alcohol y, al mismo tiempo, desarrollar acciones complejas, más aún cuando estas pueden tener consecuencias sobre terceros, como conducir. Y quien viola esta norma no lo hace sobre un supuesto de una simple negligencia: lo hace a sabiendas. Para mí, quien viola esa norma es un potencial criminal, un potencial homicida, porque lo hace, como digo, a sabiendas.
La ciencia médica ha demostrado que, de las 1.500 personas que fallecen cada año en Chile producto de accidentes de tránsito, el 80 por ciento registra alcohol en la sangre, salvo los peatones, que son víctimas de la irresponsabilidad de quienes, a sabiendas y conociendo las consecuencias, conducen bajo los efectos del alcohol.
Por lo tanto, si se quiere dar una señal fuerte de que estas situaciones no deben seguir ocurriendo, la ley tiene que usar todo el rigor posible, incluso trastocando lo que es la filosofía jurídica o un conjunto de elementos normativos, porque, finalmente, las leyes buscan no solo sancionar, sino, sobre todo, prevenir. Son un instrumento fundamentalmente de educación; son una señal de la sociedad.
Por eso se me hace tan difícil apoyar el acuerdo que se nos presenta y mi opción sea más bien rechazarlo.
Y quiero agregar un elemento adicional.
Es raro que los homicidas maten niños, pero es frecuente que quienes conducen bajo los efectos del alcohol -a los que yo también considero homicidas, pues lo hacen a sabiendas de toda la evidencia que indica que en esos estados se puede llegar a matar a alguien- tengan como víctimas a niños, como ocurrió con Emilia. Este es un caso, pero no el único: hay muchos otros.
Aquí no se trata de ser populista, pero yo prefiero establecer normas que hagan todo lo posible en una sociedad para que, quien va a manejar en estado de ebriedad y lo hace a sabiendas de que con ello puede generar un accidente y, eventualmente, la muerte de una persona, evalúe el costo de asumir esa conducta irresponsable, la cual puede traerle sanciones y penas irrevocables, dramáticas, lamentables, que le produzcan gran sufrimiento a su propia familia. Es posible que eso logre conseguir lo que la evidencia del saber científico y médico ha pretendido demostrar, en cuanto a que la conducción bajo los efectos del alcohol puede originar condiciones de riesgo para un inocente. Tal vez eso lo haga desmotivarse y estar dispuesto a no manejar o a entregar las llaves de su vehículo a otra persona para evitar una situación dramática y dolorosa.
Por todo lo anterior, voy a votar en contra del informe.