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HOMENAJE A ESTUDIANTES POR ASISTENCIA A VÍCTIMAS DE TERREMOTO Y MAREMOTOS
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- El Honorable señor Lagos rendirá homenaje a los estudiantes que, de manera absolutamente desinteresada y con gran sacrificio y esfuerzo personal, han colaborado en distintas tareas de asistencia inmediata a las víctimas del terremoto y los maremotos del 27 de febrero último.
Tiene la palabra, Su Señoría.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, Honorable Senado:
Superada la inmediatez de la catástrofe ocasionada por el terremoto y los maremotos del 27 de febrero, surge la posibilidad, transcurrido un plazo más que prudente, de agradecer todas las actitudes de asistencia y colaboración de cientos de personas que a lo largo y ancho de nuestro territorio, al constatar las necesidades de los damnificados, no escatimaron esfuerzos para acudir en su ayuda, contribuyendo de distintas formas en las etapas de emergencia y reconstrucción de las zonas afectadas.
Nuestra nación se caracteriza por su especial vocación de solidaridad. En numerosas oportunidades nos hemos visto vulnerados y hemos sido azotados por catástrofes de distinta índole: aluviones, inundaciones, erupciones volcánicas, incendios, terremotos y maremotos.
Hemos vivido aquello en los últimos tres años: en Tocopilla, en Chaitén y, ahora, en las zonas damnificadas el 27 de febrero último.
La constante, en todos los casos, ha sido siempre la actitud colaboradora, solidaria, de servicio y asistencia a los más necesitados. También es cierto -debemos decirlo- que hemos visto conductas que no nos enorgullecen.
Aun cuando las características que pongo de relieve son comunes en nuestro país, destacan en forma significativa en los estudiantes, quienes se han distinguido históricamente por su especial vocación de cooperación y auxilio. Con prescindencia de consideraciones políticas, religiosas, raciales, y motivados por la más pura y estricta solidaridad, han entregado una generosa ayuda, demostrando una excelente capacidad de organización.
Apenas registrado el terremoto del 27 de febrero, la prensa daba cuenta de la movilización de los estudiantes, quienes, organizados a través de sus federaciones, centros de alumnos, o incluso en forma espontánea, se reunieron ya el 1° de marzo, a escasos días del fenómeno, en sus distintas sedes universitarias para coordinar la ayuda hacia los más damnificados.
"El Mercurio" de Valparaíso tituló el 2 de marzo, en primera plana, "Jóvenes activan potente red de ayuda solidaria", informando de la campaña "Universitarios por Chile", la cual, en forma espontánea, congregó a más de 250 estudiantes cuando aún no comenzaban las clases.
"El Mercurio" de Santiago, ese mismo día, contenía una noticia similar, dando cuenta, además, de cómo las redes sociales Facebook y twitter habían ayudado a la coordinación de los jóvenes, que el 3 de marzo ya sumaban más de quince mil estudiantes movilizados por todo Chile para ir en auxilio de los damnificados. Quince mil voluntarios, señor Presidente, sacrificando su propia comodidad, en algunos casos, o postergando sus propias necesidades o acortando sus vacaciones, en otros, se movilizaron para socorrer a quienes lo perdieron todo. Con ese propósito, colaboraron en muy distintas labores: levantaron mediaguas; llevaron ropa de cama, de abrigo; clasificaron las donaciones; atendieron a personas lesionadas, adultos mayores, niños, aportando su alegría y entereza en momentos especialmente duros para miles de compatriotas.
Participaron estudiantes de todas las edades, secundarios y universitarios, de distintas realidades sociales y económicas, tanto de la Región Metropolitana, en la zona central, como de otras, pero inspirados por un mismo propósito: apoyar a los más necesitados. Porque, como lo expuso el Presidente Salvador Allende, con la claridad característica de sus palabras: "Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica".
El ayudar, el cuestionar, el querer cambiar las cosas, el desear un mundo mejor, constituyen la esencia de la juventud, así como también de los que ya no somos tan jóvenes, porque ella es parte importante de nuestra sociedad.
Ha sido una tradición republicana, fuertemente arraigada en nuestra idiosincrasia, brindar un reconocimiento, e incluso, galardonar y premiar a las personas que han realizado obras importantes para el país. Convencido de que la caridad empieza por casa, propongo al Honorable Senado de la República rendir un homenaje a los estudiantes de Chile, a todos aquellos hombres y mujeres que, en el más absoluto anonimato y de manera desinteresada, realizaron -y continúan haciéndolo- labores muy importantes después de la catástrofe, tanto de asistencia inmediata como de reconstrucción.
Creo que ello, además, debe acompañarse de muestras concretas por parte del Estado, como la entrega de un subsidio para el pago de la matrícula de todos los estudiantes que, no obstante sus propias carencias, estuvieron disponibles para ayudar a los más necesitados.
Asimismo, hemos propuesto al Presidente de la República que se condone 5 por ciento de la deuda que mantienen profesionales con el Fondo Solidario de Crédito Universitario, en los casos en que esas personas presten servicios gratuitos de asistencia, de asesoría, y, en general, destinados a la reconstrucción del país en el contexto de los programas que al efecto implemente el Gobierno.
Ahora, como no todos requieren un subsidio del Estado que les ayude a pagar sus matrículas o una condonación del crédito universitario, proponemos que quienes se encuentren en esa situación o no deseen el beneficio tengan la posibilidad de renunciarlo en favor del Fondo para la Reconstrucción, en el marco del proyecto de ley que el Congreso Nacional aprobó recientemente.
Quiero terminar señalando que, así como se realizan importantes esfuerzos para que, legalmente, las empresas que desean donar y ser generosas obtengan una franquicia tributaria, aspiro a que con relación a nuestros jóvenes que entregaron una contribución desinteresada, y muchos, de manera voluntaria -y que, tal vez, ni exijan los beneficios propuestos-, por lo menos se les haga justicia en el sentido de que, tal como se destinan ingentes recursos fiscales, producto de una reducción tributaria relevante, con el objeto de estimular la solidaridad de los empresarios, ellos puedan contar también con un pequeño reconocimiento en un subsidio a su matrícula y una condonación del crédito universitario.
Agradezco la presencia de algunos estudiantes que nos acompañan en las tribunas -no son muchos, pero sí de significativa calidad-, como Jaime Piña, quien colaboró en las labores en Rengo y las lideró, Hernán Araya y una compañera cuyo nombre no recuerdo en este momento, quien seguramente me va a retar.
También agradezco al Senado por apoyar el proyecto de acuerdo respectivo, que espero que el Ejecutivo tenga a bien considerar y que se transforme en realidad dentro de un año, al menos.
He dicho.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Honorable señora Rincón.


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, por su intermedio, deseo adherir al homenaje rendido en la Sala por el Senador señor Lagos, pues presencié y compartí el esfuerzo de miles de estudiantes universitarios y secundarios en la Región del Maule. Me correspondió el privilegio de coordinar a las distintas federaciones el 28 de marzo, luego de ocurrido el terremoto, y canalizar su colaboración y disposición en la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI).
Fueron de los primeros en llegar, antes que cualquier otro grupo organizado de nuestra sociedad, y llevaron a cabo en sus universidades, a lo largo del país, campañas de recolección de ayuda en víveres, vestuario, ropa de cama, y de colaboración.
Pero no se quedaron en eso, señor Presidente, sino que también se trasladaron a las zonas más afectadas de las Regiones del Libertador Bernardo O´Higgins, del Maule, del Biobío y de La Araucanía, cooperando y destinando un tiempo extraordinario para estos efectos, al margen del dedicado a sus jornadas de estudio, sus familias, sus actividades académicas y su esparcimiento. Y lo hicieron con alegría, con compromiso, con entrega, como algo propio de lo que el profesor Ramón Luco describía tan bien: el idealismo de los universitarios, en contraposición con el hecho de que, a medida que envejecemos, nos vamos poniendo más conservadores y egoístas.
Ojalá todos mantuviéramos el espíritu que estos jóvenes, frente al desastre que afectó a tantas personas, han demostrado con su generosidad y entrega.
He dicho.
El señor GÓMEZ (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, me sumo al homenaje rendido por el Senador señor Lagos.
Deseo subrayar que, en definitiva, todas las acciones descritas, que pueden ser espontáneas, incluso azarosas, con motivo de la solidaridad en momentos de crisis, no pueden encontrar un Estado impasible. Este tiene que apoyarlas, fomentarlas y, en muchos casos, contribuir a que se realicen de la mejor forma posible.
Tuve la experiencia de estar en Tumbes con estudiantes de diferentes universidades, públicas y privadas, de la Región que represento, que a las doce de la noche o a la una, sin café, sin alimentarse, levantaban viviendas de emergencia y costeaban de su bolsillo el transporte de ida y vuelta a sus hogares.
En la mayoría de los casos no se solicitó ayuda alguna al Estado. Doble mérito: una función excepcional se cumplió con aportes propios. Porque una cosa es dar todo el tiempo disponible de una persona, y otra, costearse además los pasajes, e incluso, la alimentación.
Pienso que el sistema de participación juvenil, desde la perspectiva del Estado, debiera ser respaldado. No es que no exista solidaridad. ¡Ella abunda! Y, muchas veces, los jóvenes no contaban ni con los implementos necesarios ni con las condiciones para movilizarse a zonas más apartadas.
Tanto universitarios como alumnos de enseñanza media se organizaron a través de las federaciones de estudiantes, de "Un Techo para Chile" o de manera espontánea.
En Talcahuano, en Dichato, en Tumbes, en Perales, en todas las caletas arrasadas de la Región del Biobío se ha contado con la colaboración de jóvenes de todo tipo, desde asistentes sociales que han dedicado horas y horas, asimismo financiando sus pasajes, a apoyar las tareas de las municipalidades, hasta ingenieros y constructores civiles que no solo han ido a dar una mano para levantar una mediagua, una vivienda social, sino también a ofrecer sus servicios profesionales gratuitos, lo que igualmente pude constatar en el caso de unos arquitectos en la municipalidad de Talcahuano.
Desde luego, los homenajes son necesarios, pero, tratándose del Estado, se requiere una política institucional de fomento, de estímulo, no solo de reconocimiento. Por lo tanto, una vez evaluada la experiencia -porque estamos en medio de la crisis, la cual, lamentablemente, no ha terminado-, ello va a demandar un cambio de actitud del Estado, de los municipios, del Congreso.
Aún resta por levantar miles de mediaguas o viviendas de emergencia en la Región del Biobío. Aún viven en carpa centenares y centenares de personas. Aún hay muchos lugares donde la gente lo perdió todo y no va a poder regresar a sus hogares, por lo que requiere ayuda material y psicológica. Y alumnos de Medicina y de Psicología también han estado apoyando a los niños por el daño psicológico sufrido, ya que se ha generado un terror a los movimientos telúricos, un stress colectivo y masivo. Por tanto, hemos logrado sumar a estudiantes de las más diversas áreas para que entreguen un trabajo profesional, pero, en particular, humano.
Adhiero a las palabras de los Senadores señor Lagos y señora Rincón. Y deseo destacar que hoy, más que nunca, el Estado debe reconocer a estos alumnos universitarios y de enseñanza media, así como también a desempleados o sin profesión -jóvenes, al fin-, que no han olvidado que el elemento esencial para la vida en sociedad, para la vida gregaria, es la solidaridad.
En consecuencia, me sumo al homenaje. Y nuestro mensaje y compromiso dicen relación, desde luego, a trabajar de manera permanente para que la acción de solidaridad obtenga el debido respaldo económico oportuno de parte del Estado, con el objeto de hacer más eficiente esa entrega innata y espontánea.
Un abrazo para todos esos jóvenes. ¡Firmes y adelante! Aún queda mucho por hacer. No se den por vencidos ni se sientan cansados, porque todavía resta mucha pega.
Y ojalá muchos de los presentes no permanezcamos de brazos cruzados observándolos como trabajan, sino que también nos sumemos activamente a esa tarea.
He dicho.