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OCULTAMIENTO DE IDENTIDAD COMO TIPO PENAL, CIRCUNSTANCIA AGRAVANTE Y CASO DE FLAGRANCIA


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, nadie en este Senado justifica la violencia. Es más, todos la condenamos de manera categórica.
Lo que estamos viviendo, sin duda, es preocupante.
Por un lado, una legítima protesta social, que ha permitido que lo que hasta hace poco se planteaba como imposible se empiece a hacer realidad, quizás no con la envergadura que muchos desearíamos, pero se ha corrido el cerco de lo posible en las últimas semanas gracias a la movilización ciudadana que ha involucrado a millones de chilenos.
Pero, en ese contexto, algunos pocos han cometido hechos de violencia inaceptables: saqueos, incendios, agresiones de todo tipo. Y, por cierto, merecen todas las sanciones que establece la ley. No se pueden dejar en impunidad esas conductas.
Quienes votaron por el Presidente Piñera lo hicieron por tres razones: primero, porque comprometió mayor crecimiento; segundo, porque prometió crear más empleo, y, en tercer lugar, ofreció mayor seguridad pública.
Del crecimiento y del empleo mejor no hablemos, pues las cifras no son buenas. Pero no solo no elevó los estándares de seguridad pública, sino que tiene un serio problema de orden público.
Ese es un desafío que hoy día se plantea para el conjunto de la sociedad chilena y respecto del cual el Congreso Nacional debe colaborar.
Pero para resolver lo relativo al orden público, en primer lugar, se requiere dar una respuesta contundente a la demanda ciudadana en materia social, pues, de lo contrario, muchos chilenos seguirán movilizados. Y, en ese contexto, obviamente, estos grupos minoritarios seguirán sacando ventajas para cometer sus delitos.
Ciertamente, la respuesta social no es suficiente, porque si de los delincuentes se trata, estos han migrado: ya no realizan portonazos ni alunizajes, sino saqueos a multitiendas.
Alguien decía por ahí: "¡Para qué voy a ir a una casa para robar un plasma viejo! ¡Mejor voy a obtener un plasma nuevo a un supermercado!". Una de estas personas incluso fue entrevistada en las redes sociales.
Son declaraciones francamente inaceptables.
El punto es si este proyecto contribuye o no a mejorar el estándar en seguridad. Y yo creo que no, por una razón muy simple: porque hoy día los jóvenes que salen a protestar -la mayoría pacíficamente; solo unos pocos lo hacen de forma violenta- andan todos con un pañuelo.
¿Qué hace carabineros? Lanzan las lacrimógenas.
¿Qué hacen todos los jóvenes? Se cubren el rostro con el pañuelo.
Por lo tanto, mediante esta iniciativa se les va a dar el mismo tratamiento a todos por igual. Y la señal que les vamos a dar a estos jóvenes es que son todos delincuentes.
¡Gran favor para los delincuentes!
¡Si esto es lo mismo que hicieron con el Comando Jungla! Ahí están los resultados; para qué vamos a recordar las cifras.
¡Porque la violencia se enfrenta con inteligencia, que es lo que le ha faltado al Gobierno!
Se descabezó a Carabineros, su Alto Mando, más allá de lo que correspondía. Se nombró al Edecán del Presidente de la República General Director, quien ha actuado muy bien como relacionador público, pero, en verdad, no ha estado a la altura del desafío de este tiempo. Y el Primer Mandatario se lava las manos y señala permanentemente que este es un problema del Congreso Nacional.
¿El Parlamento puede ayudar? Evidentemente.
¿Hay que perfeccionar muchas de nuestras leyes? Sin lugar a duda.
Pero pareciera que aquí estas conductas no tuvieran tipificación; que, por ejemplo, el delito de incendio no estuviera tipificado, cuando es de aquellos que tienen las sanciones más altas de nuestra legislación.
¿Y cuántos han sido detenidos por provocar incendios?
Por lo tanto, tenemos una serie de deficiencias en el trabajo policial, que no se resuelven con leyes más o con leyes menos.
Se requieren decisiones inteligentes para enfrentar este fenómeno.
El Senador Coloma señaló que se responsabiliza de todo al Gobierno. Pues bien, ¡el Presidente de la República responsabiliza de todo al Congreso Nacional! Y permanentemente vive emplazando al Parlamento para que apruebe estas modificaciones, como si de ellas dependiera que se pudiera restablecer el orden público o que se hiciera el trabajo que le corresponde realizar en primer lugar al Poder Ejecutivo.
Todas aquellas normativas que contribuyan a dotar de mejores herramientas para ayudar a reestablecer el orden público tendrán que analizarse en su mérito para ser aprobadas. Pero aquellas que son más bien señales para la galería, a fin de llevar a cabo una estrategia comunicacional, pero que no apuntan a resolver el problema de fondo, sin duda que no contribuyen decididamente al enorme desafío que tenemos por delante y respecto del cual nadie se puede sustraer.
Le pido que me dé un minuto adicional, señor Presidente, para mantener la equidad con relación al tiempo que les ha dado a quienes me han antecedido en el uso de la palabra.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Puede continuar, señor Senador.
El señor ELIZALDE.- Gracias,
Tenemos un desafío enorme, señor Presidente. Debemos ser categóricos en cuanto al tema de la violencia. ¡Pero se debe actuar con inteligencia!
Y le doy un ejemplo.
Se decretó estado de emergencia. ¿Qué hizo el Gobierno? Envió a los militares a plaza Italia.
¿Qué puede hacer un militar con un fusil entre los manifestantes? ¿Es inteligente esa decisión?
¿No era más inteligente que Carabineros siguiera preocupado del orden público durante las manifestaciones y que los militares fueran a cuidar lo que hoy día se llama "infraestructura crítica"?
Y peor aún: eso generó tal estado anímico en la sociedad chilena que, cada vez que empezaba el toque de queda, más gente salía a la calle. ¿Por qué? Porque faltó inteligencia para, ocupando las herramientas que provee el Estado de derecho, garantizar efectivamente el orden público, que es la principal responsabilidad que tiene todo Gobierno.
En ese contexto, señor Presidente, voy a votar en contra de esta iniciativa. Y lo señalo con toda claridad. Porque no quiero que se criminalice a los jóvenes que andan con un pañuelo...
El señor MOREIRA.- ¡Se cubren el rostro!
El señor ELIZALDE.-... y que ante la primera lacrimógena...
¿Me concede un minuto más, señor Presidente?
El señor DE URRESTI.- Ya le di un minuto adicional, señor Senador.
El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, ¡al Senador Moreira siempre le dan como diez minutos más cada vez que interviene...!
El señor MOREIRA.- ¡Lo que pasa es que yo colaboro con la Mesa...!
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Por favor, avancemos, señor Senador.
El señor MOREIRA.- No reclame.
El señor ELIZALDE.- No estoy reclamando; al contrario, solo estoy recordando un hecho precedente.
Por eso, señor Presidente -y con esto concluyo-, considero muy importante que si vamos a hablar de restablecer el orden público, lo hagamos en una discusión serena que debe realizarse con celeridad -porque no nos podemos quedar de brazos cruzados ante lo que está pasando en las calles-, pero en donde busquemos mecanismos eficientes para que en Chile se restituya la paz social.
Y la paz social se construye, en primer lugar, acogiendo las demandas ciudadanas y, en seguida, dándoles una señal a las chilenas y a los chilenos en el sentido de que todo lo que ha pasado va a permitir dar un salto en calidad de vida a través de políticas sociales mucho más efectivas.
He dicho.