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INFORME DE CONSEJO DE BANCO CENTRAL


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, uno espera la visita del Banco Central al Senado con ciertas expectativas, toda vez que sus informes sí impactan en la economía. Y parece que este IPoM era muy esperado por muchos -no solo por los Senadores, sino también por el sector económico-, para diferentes objetivos.
Escuché a los colegas García y Coloma.
El Senador García prácticamente pide que el Banco Central tenga una bola de cristal.
Ahora, yo siento que hay una profecía autocumplida. Porque el colega Coloma, a su turno, hizo una larga enumeración de todo aquello que nadie querría. Y uno podría pensar que argumenta de esa forma porque hay elementos reales que lo justifican. Sin embargo, el pesimismo es completo. O sea, es factible prefigurar los cuadros económicos. Y entonces se afirma que la cosa viene para mal, que el consumo va a la baja, que estamos ante un escenario que nunca nadie hubiera esperado. Y se agrega: "!No sospechen de la UDI!".
Pues bien: ¡Yo sospecho de la UDI!
Porque al Banco Central ahora se le pide que sea un oráculo. Tal parece que esta entidad utiliza un lenguaje especial que es preciso leer, interpretar.
¡No! ¡Lo que tenemos ante nosotros son estadísticas!
Porque el Instituto Emisor entrega un análisis económico. Y todos tendrán diversas expectativas, de acuerdo a sus legítimos, profundos e íntimos deseos y convicciones.
Por eso, no comparto el apocalipsis de la economía que hemos escuchado: expectativas negativas, búsqueda permanente de factores internos.
Está claro. Hay un factor interno que incidió: las reformas. Pero extremarlo es absolutamente inoficioso y malo para todos.
Ahora, yo esperaría del Banco Central -y lo he dicho- que no solo se preocupara de la inflación. Me gustaría que fomentara el empleo, que incentivara el desarrollo.
En 2008 la Reserva Federal de los Estados Unidos y los quince bancos federales no previeron la crisis. Por lo tanto, hubo un severo cuestionamiento a su capacidad. Eso nos costó 23 mil millones de dólares de los ahorros de los trabajadores en las AFP.
Uno esperaría entonces que, frente a los impactos que sí tienen presencia en la economía, el Banco Central aportara elementos distintos.
Yo les pregunté en su momento a los miembros del Instituto Emisor: "¿Qué hacemos?". Y me respondieron: "Nosotros, nada que ver". No pudieron advertir que venía la crisis del 2008, porque no era su función.
Si alguien quisiera pedirle al Banco Central algo diferente habría que evaluar si sus funciones y su definición son las que nos sirven. Por ahora, solo tiene a su cargo el control de la inflación y, especialmente, la política monetaria.
Sin embargo, esta instancia nos da la posibilidad de preguntar lo siguiente.
Claramente, las expectativas de crecimiento están dadas por factores económicos. La energía es un elemento esencial. Algunos hemos defendido el medioambiente, el cuidado de los derechos de los trabajadores (entre ellos, los pescadores).
Se han paralizado proyectos energéticos.
¿Cuál es la incidencia real del costo de la energía en el desarrollo económico y en las expectativas de crecimiento?
Ignoro si en el informe del Instituto Emisor vienen mayores detalles. Pero sería muy importante clarificar ese aspecto, para que la política del Estado de Chile fuera acorde.
Si la energía es tan importante se debe dictar una legislación que impida que los proyectos se detengan: compensar a las comunidades; establecer impuestos para que los lugares donde recaen las externalidades negativas tengan posibilidades de recuperación.
En cuanto al empleo, hay un dato esencial: el universo laboral femenino. Y lo deben considerar el Ministerio del Trabajo, el Ministerio de Economía.
Las mujeres, siendo mayoría en nuestro país, habiendo una Presidenta de la República y una Presidenta del Senado, siguen estando muy por debajo en el mercado laboral y en el mercado de los sueldos.
Debemos hacer una corrección a ese respecto.
Ese es un dato importante. Porque si vamos a crecer en empleo, claramente los índices nos muestran que debemos enfatizar -como expresó el Senador Montes- la capacitación y otros mecanismos.
Ahora, yo confío en lo que expresó el Senador Zaldívar, quien realizó una evaluación positiva: tenemos una economía sana; hay ahorro; existe poco endeudamiento; no nos hallamos ante una crisis terminal, salvo que alguien quiera sostener lo contrario (es probable que haya una crisis transitoria, pero tenemos ordenadas las finanzas).
Entonces, después del IPoM que nos ha entregado el Banco Central, ojalá tengamos capacidad y voluntad para reconocer, como Senado, los aspectos positivos, para mejorar las cosas, en vez de hacer de ese informe un escenario para la disputa por la próxima elección presidencial y, particularmente, para buscar al culpable.
En esta misma Sala yo le pregunté al entonces Ministro Felipe Larraín -recuerdo que estaba sentado en el mismo asiento donde ahora se halla el Presidente del Banco Central-: "¿Usted garantiza el 4,9 por ciento de crecimiento? Porque, a todas luces, parece excesivo. Y si este Presupuesto lo vamos a calcular sobre esa base y el crecimiento es menor, va a provocarle un grave problema al próximo Gobierno, le estará legando un grave problema a la Presidenta Bachelet".
Algunos se rieron en la Sala, pues todavía no se realizaban las elecciones. Sin embargo, así ocurrió. Y lo hemos constatado.
Entonces, ¿quién se equivocó?
Yo respeto a Felipe Larraín. Es un gran economista. Sin embargo, deben reconocer que se equivocó en la proyección del crecimiento económico.
Uno podría decir que en finanzas no hay equívocos, sino solo decisiones políticas. Y tal vez la decisión política fue poner ese margen de 4,9 por ciento a sabiendas de que el crecimiento iba a ser menor.
Si no es así, el entonces Ministro Larraín se equivocó. Y sería bueno que ello se reconociera.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución ahora!
¡No más AFP!
He dicho.