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PORCENTAJE MÍNIMO PARA EMISIÓN RADIAL DE MÚSICA NACIONAL Y DE RAÍZ FOLCLÓRICA Y TRADICIÓN ORAL


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, en verdad, no puedo dejar de sentir un poquito de vergüenza ajena cuando discutimos una iniciativa tan mínima, tan básica, y, producto de ello, recibimos aplausos. Porque, en definitiva, lo que estamos haciendo es muy poco.
La deuda del Estado chileno con el fomento de la música y de la cultura sigue siendo enorme.
Ahí estamos construyendo el Ministerio de la Cultura.
Además, junto con el Senador De Urresti, hemos propuesto la creación de la Comisión de Cultura y Deportes. Hoy día el aspecto cultural está subsumido en la Comisión de Educación, pero esta ha centrado todo su debate en los temas propiamente educacionales. No hay ningún espacio para discutir los proyectos relacionados con la cultura y con el deporte en el inmenso ámbito que abarca el órgano técnico de educación.
Por eso, espero que se cree la Comisión especializada referida. Recordemos que ya funciona el Ministerio del Deporte y que está en tramitación la Cartera de la Cultura.
Ahora nos encontramos discutiendo sobre elementos básicos, mínimos. Y lamento profundamente que la ARCHI haya desarrollado una campaña radial, en sus propios medios, en una pelea muy desigual. En efecto,¿
--(Aplausos en tribunas).
¿ en las mismas emisoras donde los artistas se expresan, se planteó la siguiente consigna: "La música chilena debe fomentarse y difundirse, no imponerse", como si el proyecto de regulación esbozado aquí fuera una imposición.
Parece que los dueños de las radios en nuestro país, los cuatro grupos hegemónicos (Bezanilla, Luksic, Dial e Ibero Americana Radio Chile), que concentran el 70 por ciento de las emisoras -solo el grupo PRISA tiene 220 frecuencias, con un 30 por ciento del mercado y un 50 por ciento de todo el financiamiento de la publicidad-, sienten amenazados sus intereses y particularidades por una iniciativa que propone escuchar más voces chilenas, para que nuestros niños y jóvenes puedan saber exactamente qué se está diciendo a través del canto y conocer a los artistas, generando así nuevos patrimonios y nuevas oportunidades para ellos.
Tenemos la ley Nº 19.928, sobre Fomento a la Música Chilena. Sin embargo, ha sido insuficiente. Por algo estamos discutiendo una modificación a su artículo 15. La idea es fortalecerla. Cuando elaboramos las leyes, les damos un sentido, pero a veces fracasan.
Esta es una oportunidad para mejorar. Ya veremos si resulta. En Brasil, fue un éxito: se fomentó el tiraje de la industria nacional; surgieron nuevos valores.
En definitiva, hay una experiencia comparada extremadamente positiva.
Por otra parte, existe otra amenaza sobre el particular.
Los sellos discográficos, como Sony Music, Universal, EMI, Warner -algunos han desaparecido-, desarrollan una fuerte competencia, y pareciera ser un delito intentar poner salvaguardias.
No obstante, periódicamente en el Senado hemos despachado proyectos que colocan salvaguardias. Lo hicimos para el sector de la agricultura (la grande y la mediana), pagando incluso la creación de bolsas electrónicas para el comercio privado, a cargo del Estado. Hemos puesto salvaguardias al acero, a nuestros vinos, a nuestros salmones.
En definitiva, hemos creado condiciones que "afectan la libre competencia". Pero, tratándose de los grandes mercados y de intereses económicos, esas medidas no cuentan. Para el fomento de la música chilena, tales resguardos parecen insalvables.
A mi juicio, más allá de entender lo propuesto como una amenaza -así se ha pretendido establecer-, debiéramos estar discutiendo la forma de premiar la música chilena y no de castigarla. Porque, si no somos capaces de aprobar este proyecto de ley -mínimo, básico, insuficiente, en mi opinión, respecto de la deuda del Estado con la música chilena-, estaremos causándole un castigo.
--(Aplausos en tribunas).
A diario el Estado gasta millones de dólares.
En el Transantiago se desembolsan 2 millones de dólares al día, ¡2 millones de dólares! En cambio, el presupuesto para el fomento a la música chilena en cinco años no ha pasado de mil 426 millones de pesos. ¡Cinco años para 3 millones de dólares! En el subsidio al Transantiago, ¡2 millones de dólares diarios!
Al parecer, el Estado se pone cuando hay presión. Y los artistas nacionales no la ejercen. Todo lo contrario, practican la solidaridad, porque, cuando se requiere, ¡ahí están trabajando gratis para ayudar a todo el país! Ahí se tornan importantes;¿
--(Aplausos en tribunas).
¿ ahí los convocamos y nos preocupamos de ellos. Pero, cuando se acaba la emergencia, desaparecen para los medios y nadie se pregunta dónde están.
Claramente, con esta iniciativa legal habrá mayor justicia. Aquí no se están pidiendo migajas, sino una oportunidad básica para mejorar el aporte cultural, que ya todos hemos comentado.
A la hora de establecer el porcentaje de difusión de música chilena, se llegó a proponer 40 o 50 por ciento. Finalmente, se determinó que sea el 20 por ciento. Es una proporción mínima, que no debiera causar ningún impacto en las programaciones de las radios. Sobre el particular, existe gran amplitud.
Algunos señalan que no hay música chilena docta y que, por ende, las emisoras especializadas, como la radio Beethoven, no tendrán qué transmitir. Yo acuso una profunda ignorancia al respecto, señor Presidente. Tenemos creaciones musicales chilenas en todos los niveles para poder transmitir.
--(Aplausos en tribunas).
Por lo tanto, no estamos defendiendo solo el interés de los músicos chilenos, sino también el derecho de nuestros jóvenes a conocer el trabajo de actores, artistas y creadores nacionales, para que lo puedan escuchar y apreciar.
La radio se ha vuelto mágica. Recuerdo que en sus mejores tiempos uno se quedaba escuchando -en esos aparatos de tubos, a los que había que mojar la antena para tener mejor sintonía- "La Tercera Oreja" o "Lo que cuenta el viento". En un momento, pensé que podía desaparecer. Sin embargo, contrariamente, se fortaleció y se ha vuelto -repito- mágica. ¡Sépanlo todo, sin tener la vista fija!
La radio se ha transformado en un instrumento fundamental de comunicación social, no solo en un medio publicitario. Es una herramienta de unidad nacional, que ha permitido la consolidación de un mecanismo más democrático, porque puede llegar a todos los chilenos, aun sin pagar.
Me explico.
Si ocupamos Internet, hay que pagar. Si vamos al cine, hay que pagar. Si queremos televisión por cable, hay que pagar. Pero, si deseamos escuchar música chilena -y extranjera también-, lo podemos hacer de manera gratuita, porque la radio funciona a través de una concesión pública, sobre la cual el Estado tiene el derecho a introducir regulaciones. Y esta es una de ellas.
Creo que este proyecto se va a aprobar. Pero cometeríamos un grave error si creemos que con él termina nuestra tarea, nuestro compromiso, y queda saldada la deuda con los artistas nacionales.
Solo hemos avanzado un pequeño paso en ese sentido. Ya los Senadores Montes e Ignacio Walker plantearon claramente cuál es la diversidad del desafío.
A esos cientos de jóvenes que salen de sus carreras y van a buscar pega, les dicen que no, porque necesitan a alguien con tres o cuatro años de experiencia. Y nadie les da trabajo. Pues bien, si no se les brinda la oportunidad, jamás podrán desarrollar sus talentos y mostrar todos sus valores.
En definitiva, los músicos chilenos están clamando por la oportunidad que muchos otros tuvieron cuando la radio era distinta de la que hay ahora, cuando no estaba la cadena PRISA, cuando se la consideraba un instrumento que democratizaba la cultura nacional.
Me parece que la iniciativa en estudio es tremendamente democrática, positiva, pero ello no puede llevarnos a pensar que ya hemos resuelto todos los problemas en esta materia.
Espero que cuando discutamos el presupuesto del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y el fomento a la música nacional y a los creadores, tengamos la posibilidad de comparar cuánto estamos poniendo en el desarrollo de la uva chilena para que se produzcan los mejores vinos; o cuánto se aporta en las salvaguardias de muchas áreas productivas chilenas, entre ellas, el avisaje estatal, en que más de 30 mil millones anuales van para dos cadenas de diarios que precisamente no representan la diversidad de nuestro país.
--(Manifestaciones en tribunas).
El avisaje estatal debiera contemplar también la diversificación de todas las oportunidades para el surgimiento de muchos medios alternativos de comunicación.
Espero que podamos regular la concentración de las radios, para que no desaparezca su diversidad; se mantengan como un elemento defensor del pluralismo y de nuestra idiosincrasia, y permitan que se expresen todos quienes deben hacerlo.
Lamentablemente, en Chile las radios comunitarias son más bien perseguidas que fomentadas. Y los canales regionales no son apoyados, sino subsumidos: "¡Si lo puedes adquirir, cómpralo!".
Señor Presidente, cuando los artistas chilenos defienden su derecho a ser difundidos a través de las radios están salvaguardando el derecho de todos los chilenos a acceder a la cultura y a nuestra bella lengua.
Queremos música chilena en las emisoras en el idioma de nuestro país, que es el español, el castellano, y también en mapudungun. Porque hay expresiones indígenas que estarán presentes en este proyecto.
--(Aplausos en tribunas).
Espero que la Comisión despache rápidamente su nuevo informe.
Sé que todas las bancadas brindarán su apoyo. Aquí nadie ha hablado en contra de esta iniciativa. Confío en que se aprobará y será ley de la república a la brevedad, porque la necesitamos.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
--(Aplausos en tribunas).