Click acá para ir directamente al contenido

  Vivir y morir por la política

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

29 de octubre de 2010

Según cifras oficiales argentinas, el gobierno del Presidente Néstor Kirchner logró bajar la pobreza de un 47% a un 23%, incrementó el sueldo mínimo en un 380% y subió las pensiones mínimas casi en cuatro veces. Más allá de cifras que a la realidad chilena pudieran parecer difíciles de entender, lo que sí se puede afirmar es que en el centro de la preocupación de Néstor Kirchner estaban los más desvalidos, olvidados y desprotegidos de su país.

 

La muerte del ex Presidente argentino ha sido un golpe inesperado, incomprensible para la Presidenta Cristina Fernández y para el pueblo argentino, y que nos hace reflexionar sobre lo feble que es nuestro paso por el mundo. Para que nuestra vida tenga sentido, hay que hacer grandes cosas que perduren en la historia y que sean recordadas, atesoradas por los nuestros. Si además, miles de otras personas anónimas se suman a ese recuerdo, entonces con justa razón podemos decir que hemos sido buenas personas y que nuestra vida valió la pena. Esas miles o tal vez millones de familias que salieron de la pobreza más dura para vivir con más dignidad, de seguro le deben admiración, gratitud o al menos cariño al trágicamente fallecido mandatario.

 

Un analista argentino dijo que Néstor Kirchner murió por la política. Nada más preciso. Muchos tuvieron diferencias profundas, miradas diferentes, opiniones encontradas ante la forma y el fondo en que Kirchner se condujo en política. Pero claramente el ex Presidente fue un hombre que vivió profunda, apasionada y vehementemente su vida y su paso por la política. Kirchner llevó a delante un proyecto político en medio de una de las crisis políticas, sociales y económicas más graves por la que ha pasado Argentina.

 

Hay que recordar que el ex Presidente llegó al poder con un 22% de los votos, en medio de olas de convulsión política y en medio de escenas de desmembramiento social que todos quisiéramos olvidar. Argentina sufrió mucho y a Néstor Kirchner le toco una tarea titánica de devolverle dignidad, confianza y orden a un país tan grande y gravitante en el Cono Sur.

 

Su compromiso nítido y firme con los derechos humanos lo llevaron a acabar con todas las leyes de impunidad que le heredaron, lo que no hace sino demostrar que en materias de respeto a la vida y los derechos fundamentales de las personas se puede ser íntegro y decidido siempre, sin importar ninguna excusa que pueda relativizar estas materias. Este es uno de los legados más importantes de su gobierno y, si bien nuestro país ha vivido una situación diferente, aún no hemos sido lo suficientemente claros y aún persisten posiciones dubitativas a la hora de condenar las violaciones a los derechos humanos, vengan de donde venga.

 

Sin duda, este es un momento terrible para la Presidenta Fernández. Me sumo a las condolencias que han dado nuestro Gobierno, nuestro Congreso Nacional -que envió una delegación de representantes a Buenos Aires- y la ciudadanía chilena a la Mandataria y los hermanos argentinos.

 

Hay una enseñanza en esta trágica noticia: se puede ser opositor o no a la figura de Néstor Kirchner, pero se debe reconocer al menos que el ex Presidente siempre se la jugó decididamente por su gente y puso al pueblo argentino ante toda consideración política o económica.

 

Ese puede ser un aprendizaje para los pueblos de Latinoamérica y sus instituciones como UNASUR o MERCOSUR. Debemos ser capaces de poner a nuestros pueblos delante de todas nuestras diferencias o proyectos personales, a la gente sencilla que sufre día a día con las imperfecciones de los sistemas económicos. Ellos son el motor de la política y la política no tiene sentido sin la gente. Eso es vivir de la política: servir a la gente, siempre y todos los días de nuestra vida.

 

 

 

 

 

 

 

Imprimir