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  Un cambio audaz

  Por Jaime Quintana, senador por la Región de La Araucanía

24 de noviembre de 2010

ImagenHace unos días escribí en Twitter que el  "cambio en educación anunciado por Sebastián Piñera no es el más profundo en los últimos 20 años, pero tal vez es el más audaz". Esos 140 caracteres provocaron una andanada de críticas que no voy a responder aquí. Lo que si pretendo es comunicar donde radica lo audaz de la propuesta educativa del Ministro Joaquín Lavín.

El camino de esta reforma no es obra del actual Gobierno, más bien es la continuidad de la transformación iniciada por Michelle Bachelet, donde se instalan las columnas que soportarán los nuevos cambios que se avecinan, me refiero a la Agencia de Calidad y la Superintendencia de Educación.

Es muy valorable el incentivo para el retiro de los profesores y la entrega de reconocimientos para los jubilados, así como el avance en la carrera docente y el enfoque de elegir a los mejores para  el desempeño de la enseñanza.

Lo más audaz  y quizás donde esté radicada la polémica es en el aumento de las horas de lenguaje y matemáticas. Permítanme aquí un ejemplo: Profesores me decían hace unos días "Hay alumnos que no saben escribir O'Higgins y menos entienden el proceso de la independencia"; "Muchos recitan de memoria el aparato digestivo, pero si uno les pregunta que expliquen los procesos que allí se dan, enmudecen".

¿Dónde está esa piedra fundante, que permita leer el mundo de la historia, de las ciencias, de la biología? Los principales teóricos mundiales y nacionales concluyen,  que es la capacidad de entender lo que leemos, aquello que nos puede permitir saltos cualitativos en la educación. Y esa apertura para leer el mundo, no se da desde una pizarra electrónica o una clase de power point y no es automática como consecuencia de la dictación de un decreto que estipula más horas.

Para que estas propuestas de verdad impacten en la vida de nuestros niños, se debe impulsar que en las salas de clases, los profesores usen las metodologías más activas, lúdicas, innovadoras y por cierto ya probadas. Sólo con estrategias educativas de punta y actuando anticipadamente podremos traducir el aumento de las horas en inteligencia nacional. Por ello, considero que es muy tarde comenzar en 5° básico este aumento de horas. Debiésemos mejorar el proyecto en el Senado, para que desde 4° básico comencemos el proceso y asegurar que el acento estará en los procesos metodológicos.

Esta reforma debe asegurar la  igualdad en el acceso a las nuevas tecnologías de los estudiantes de menores recursos ya que es aquí donde, si no hacemos algo, se acrecentará la brecha en el futuro. Y esto significa que dotar a los estudiantes y sus comunidades de procesos colectivos de alfabetización digital, donde profesores, padres y líderes sociales vayan a la par con los estudiantes, en el dominio de las tecnologías de la información y la comunicación.


Una reforma audaz, pero que debe llevar esa  audacia,  a la deliberación democrática. Es allí donde todavía está en deuda. A diferencia de la principal reforma social de la última década, a saber, la reforma previsional, aquí no se invitó a la oposición, a los gremios, a los estudiantes a participar de la construcción de estas propuestas.

El Congreso debe ser ese espacio, que antes no se abrió desde el ejecutivo. Allí vamos a  relevar lo estratégico que significa mejorar la educación pública de Chile. De cuán abierto sea ese debate y de cuánto esté dispuesto el Ejecutivo a abrirse a las modificaciones que el Congreso haga,  dependerá la legitimidad nacional de esta reforma.

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