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Todos sabemos

21 de marzo de 2017

Todos sabemos que igualdad de oportunidades no se conseguirá sin una excelente educación para todos los niños chilenos.

 

Todos sabemos que en la primera edad del ser humano se sella prácticamente su destino pues es el período de la vida en que su innata curiosidad lo hace estar más abierto a captar todo lo que se le enseñe.

 

Todos sabemos que la que, normalmente, está más cerca del niño es la madre.

 

Todos sabemos que, actualmente, la juventud, influenciada por el erotismo ambiente y televisivo, da comienzo a su vida sexual tempranamente y antes de estar totalmente formada produciéndose embarazos no   deseados con todos los problemas educación familiares conocidos.

 

Ante estos problemas creo que hay dos soluciones:

 

Primero: que toda la juventud en su secundaria tenga cursos que les enseñen la responsabilidad personal, ante la familia y ante la Patria que significa engendrar un hijo; cómo se hacen responsables del futuro de ese hijo, cuales son los cuidados que necesita y la forma de desarrollar sus facultades desde su primera infancia. Crearles conciencia de responsabilidad y conocimientos prácticos de puericultura.

 

Segundo: que todos los niños de Chile tengan a su lado alguien (ojalá la madre o el padre natural) que estimulen el desarrollo de sus facultades naturales y después pasen por un Parvulario, donde personal preparado dirija (no inhiba) su natural curiosidad, incentive su deseo de saber y de experimentar, lo ayude a desarrollar sus facultades innatas y forme sus hábitos de limpieza, orden y convivencia.

 

En el siguiente nivel, el personal debe ser apto para inculcar valores en el niño tales como respeto por los demás, cuidado de la naturaleza, trabajo en equipo etc. Pero siempre estimulándolo y haciéndolo sentirse capaz y valorado.

 

Estimo que así tendremos adultos seguros de sí mismo, capaces de aprovechar en igualdad de condiciones las oportunidades que se les presenten en la vida, emprendedores que aporten al desarrollo del País y no sean una carga para la sociedad.

 

Marta Fernández

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