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Necesitamos cambios estructurales

Por José Antonio Gómez, senador por la Región de Antofagasta.

24 de enero de 2013

Imagen foto_00000003La reforma constitucional que planteaba una modificación al sistema electoral, cuya habilitación fue desestimada por el Senado por no alcanzar el quorum requerido, era un paso para “empezar” a discutir cambios al sistema binominal. Señalaba que en las elecciones de diputados y de senadores se empleará un procedimiento que dé por resultado una efectiva proporcionalidad en la representación popular, así como una adecuada representación de las regiones del país y que los cambios a la Ley Orgánica sobre Votaciones Populares y Escrutinios que materialicen esta reforma, tendrán que ser dictadas en el plazo de un año. En la práctica, esto significa que si se aprobaba la reforma todavía teníamos que discutir en una nueva ley la estructura del sistema.

 

Tuvimos una larga discusión, por muchas horas, y finalmente el sistema continúa igual. Hace un tiempo la Democracia Cristiana y renovación Nacional hicieron una gran expresión pública de llegar a un acuerdo del cambio del binominal. También hicimos lo mismo cuando el Presidente Sebastián Piñera era parlamentario y nunca pasó nada, y ahora tampoco ha presentado un proyecto de ley o de reforma constitucional que modifique el binominal.

 

Por lo tanto, y usando un término futbolero, “cachañas más, cachañas menos” esto sigue igual porque conviene que siga igual. No es un problema de que nos guste o no nos guste. ¡Conviene, pues! Porque las grandes coaliciones logran sacar el total de los parlamentarios, y los independientes, que de acuerdo al artículo 18 de esta Constitución tienen los mismos derechos, no los tienen. Porque la ley se encargó de establecer requisitos y condiciones que les hace imposible participar en igualdad de condiciones.

 

En razón de eso, hemos manifestado que necesitamos hacer una modificación de fondo. Y para ello, presentamos una reforma constitucional para que en las próximas elecciones presidenciales se instale una “Cuarta Urna” en que se le pregunte a los chilenos si quiere o no una nueva Constitución, y  si ésta debe ser redactada por una Asamblea Constituyente.

 

Con ese proyecto, le estamos diciendo a la ciudadanía y a quienes están criticando el sistema, que tengan la oportunidad, a través de una votación, de definir si quieren una nueva Constitución. Eso significa que se puede establecer un criterio, de que 300 convencionales elegidos de la manera que se establezca en esa ley, puedan debatir una Constitución desde el punto de vista verdaderamente democrático, porque estamos fomentando la representación comunal, regional, los estamentos, la participación ciudadana. Finalmente esa definición de la participación ciudadana termina en un plebiscito, para que la totalidad de la comunidad decida si esa Constitución corresponde a los valores y principios que la ciudadanía quiere.

 

Esto significa transmitir el poder de decisión a la ciudadanía. Ahí sí que estamos hablando de cambios estructurales y  poniendo en jaque puntos y principios que para nosotros son relevantes discutir: la existencia o no de un Estado subsidiario de la manera que está planteado en esta Constitución, los cambios al régimen político.

 

Tenemos un sistema de reinado presidencial. Todas las facultades las tiene el Presidente de la República. El Parlamento es prácticamente un buzón, y hay que ver cómo han pasado las leyes. Esto es un problema del sistema.

 

Hay que discutir respecto de eso. Por ejemplo, si vamos a mantener un sistema de dos Cámaras. ¿Se justifica en Chile la existencia de dos Cámaras, cuando tenemos las mismas funciones casi? ¿Se justifica, o bastará con un sistema unicameral, y establecemos un sistema distinto?

 

Tenemos miles de temas que discutir. Por lo tanto, cuando hablamos del sistema binominal como la gran panacea de la democratización, no es cierto.

 

Lo que yo haría inmediatamente - y voy a presentar una iniciativa en ese sentido- apunta a la ley de transparencia, límite y control de gasto electoral, que permite la incorporación de recursos por parte del empresariado de forma secreta, reservada, lo que a mi juicio es extremadamente grave.

 

Debiéramos abrir eso. Cualquier aporte que haga un empresario, o cualquier ciudadano tiene que ser público. Porque ahí vamos a saber cuáles son realmente las vinculaciones que puedan existir entre lo que vota cualquiera de nosotros con respecto a aquel que haya entregado recursos para campañas.

 

Hablando de verdad y en serio este es un proyecto, que era importante mandarlo a la Cámara de Diputados para iniciar el proceso. Pero no es la solución, para nada. Hay otras fórmulas que podemos incorporar en una reforma al sistema binominal, que serían interesantes desde el punto de vista de la democratización.

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