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Chile tiene una profunda deuda con La Araucanía

Por Alberto Espina, senador por la Región de La Araucanía

18 de enero de 2013

Imagen foto_00000003La Región de La Araucanía está viviendo momentos duros, dramáticos, de hondo pesar, de temor, y el Senado de la República debe asumir el liderazgo que le corresponde, en conjunto con el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, para jugarse con coraje, con valentía y con decisión para construir un camino que permita resolver un conflicto que se arrastra por siglos. Y quizás, por primera vez en la historia de nuestro país en muchas décadas, ser capaces de abordar a fondo los temas que han mantenido fracturada a la sociedad en La Araucanía.

 

Quisiera dedicar unos breves minutos pero muy de fondo a la brutal violencia que grupos extremistas han llevado adelante en nuestra Región. Estos grupos extremistas han asesinado y quemado vivos a un matrimonio que no le habían hecho nada a nadie: don Werner Luchsinger y su señora Vivianne Mackay. Antes quemaron la casa de don Pío Seco, pero con tal maldad que, a pesar de los ruegos de los niños, quemaron en el interior de esas casas a los perros de la familia.

 

Y también ha sido asesinado, como lo han declarado los Tribunales de Justicia en nuestro país, Matías Catrileo. Porque hay una resolución judicial que así lo falla. Y no se puede estar con la ley cuando falla para unos o cuando falla para otros, porque la violación de los derechos humanos en un país democrático se comete por igual cuando se atenta a la vida por motivaciones de orden político a una persona, cualquiera sea su raza, condición o situación económica.

 

Frente a eso el Gobierno ha hecho bien, porque ha aplicado la legislación que corresponde, porque ninguno de estos actos tiene por objeto robar o saquear. Estos actos lo que persiguen es crear terror e intimidar. Y ha aplicado la legislación antiterrorista porque otorga instrumentos investigativos necesarios.

 

Pero adicionalmente quiero señalar que esta legislación fue dictada por este Congreso, en plena democracia, en el Gobierno de don Patricio Aylwin, aprobada por la unanimidad y corregida en aquellos aspectos que se estimaron que no respetaban las normas del debido proceso, hace no menos de dos años.

 

Por lo tanto, hacer una dura, clara y categórica condena a la violencia es de la esencia de quienes quieren construir la paz. Y en esto no hay contextos que valgan un doble estándar.

 

El Estado de Chile tiene una profunda deuda con la Región de La Araucanía. El Estado de Chile le entregó 475 mil hectáreas en 3 mil 78 títulos de merced, entre el año 1884 y 1919, a las comunidades mapuches. Pero ¿saben lo que hizo? No les entregó las tierras, y esas mismas tierras el Estado de Chile se las entregó a quienes fueron, con coraje, valentía, entusiasmo y decisión, a colonizar nuestra Región. Entonces, hay una deuda histórica que está a la vista.

 

Cuando las comunidades mapuches dicen “pero si tengo un título de merced que me lo entregó el Estado de Chile y no me entregó las tierras”. Y uno de nuestros compatriotas no mapuche dice “pero si yo tengo títulos de hace 100 años; ha sido mi familia, mi ascendencia, la que hemos trabajado”. Entonces, el Estado de Chile superpuso tierras, que en definitiva nos han generado este tremendo conflicto.

 

Hay que entender que es legítima la aspiración de las comunidades mapuche de que se les entreguen tierras que el Estado de Chile, mediante títulos de merced, les otorgó. Y es legítimo el reclamo de los chilenos no mapuches –agricultores y parceleros- que adquirieron esas tierras con su esfuerzo en forma honesta, legitimados por el Estado de Chile y que hoy día se les pretende arrebatar sin que ellos hayan tenido ni una responsabilidad en eso.

 

Frente a esto, los parlamentarios de La Araucanía -senadores Eugenio Tuma, Jaime Quintana, José García y yo- hemos emprendido junto al Gobierno un camino que va a estar lleno de piedras. Pero hay que tener la decisión de levantar una a una para superarlas. Y tenemos que entender que una nación multicultural no es una nación unicultural; es una nación donde conviven personas que tienen tradiciones, culturas distintas, y el pueblo mapuche es una nación, es un pueblo que tiene su propia identidad y característica. Y nuestro deber no es asimilarlos; es provocar la integración, trabajar como un país, como una nación unitaria, pero entendiendo la diversidad que tenemos en nuestro interior.

 

Por eso que resulta tan importante sacar adelante iniciativas que sé que van a contar siempre con la crítica de algunos. El reconocimiento constitucional de nuestros pueblos originarios no es otra cosa que decirles “somos parte de una nación multicultural”. Establecer normas que regulen el 169 de la OIT es fundamental para que el proceso de consulta se haga en serio, de verdad y con respeto.

 

La creación del Consejo de Pueblos Originarios es fundamental para que los pueblos originarios nuestros, las comunidades mapuche tengan una forma de expresarse, de dar su opinión, de elegir a sus autoridades, de ser consultadas en las materias que les afectan, sin complejos, y resolver aquellas en las cuales se estima que su opinión es aquella que debe ser acogida.

 

Avanzar en clarificar una política de tierras que, como dije, es el germen de un conflicto, sin perjuicio de la necesidad de reconocer al pueblo con su propia identidad, culturas y tradiciones. Avanzar en una política y una estrategia de alianzas productivas que hagan que seamos capaces realmente de incorporar el talento de nuestros pueblos originarios y de quienes durante siglos han construido en nuestra patria.

 

Tal como Nueva Zelanda, como Australia, como Canadá fueron capaces de tener liderazgo, de no dejarse atrapar por minorías recalcitrantes, que de un extremo y otro no quieren avanzar; si existe esa visión, esa convicción que cuando uno es líder no puede pretender rehuir sus responsabilidades. Y ese es el camino que tiene que tomar este Senado, que tiene que tomar nuestro Gobierno y que tenemos que tomar quienes representamos a La Araucanía.

 

Sólo espero que seamos capaces de distinguir lo que nos diferencia, para poner acento, con toda franqueza, en una voluntad común: La Araucanía merece mucho más de lo que Chile le ha dado hasta ahora, sea un vecino de origen mapuche o no lo sea.  Y ese desafío es el que hoy día empezamos a construir entre todos.

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