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Reforma laboral, el culpable no es el TC

Por Jorge Pizarro, senador por la Región de Coquimbo

6 de mayo de 2016

Imagen foto_00000014Por estos días, una de las voces que representa la versión más extrema de la derecha económica aseguró que en Chile no hay certeza jurídica y que eso basta para autoexiliarse. Son muchos los chilenos de gran esfuerzo que quisieran tener esa opción de salir del país a buscar mejores horizontes, sobre todo porque las condiciones laborales de la generalidad de las personas sí son en la mayoría de los casos, francamente malas.

 

La distancia entre quienes más ganan y el sueldo promedio de los trabajadores en Chile sigue siendo abismal y ni siquiera da para comentar la distancia que hay con los más pobres de nuestra sociedad.

 

Pero incerteza jurídica no hay, decirlo o siquiera insinuarlo, es de una pobreza moral enorme, ya que por darse el gusto de justificar la defensa a ultranza del modelo neoliberal son capaces de generar  daño a nuestra economía.

Tal es esa certeza jurídica que el Tribunal Constitucional echó abajo una parte esencial de la Reforma Laboral relacionada con entregar mayor poder y peso a los sindicatos, de modo de corregir una relación desequilibrada entre grandes compañías y sus empleados, desequilibrio que en esencia es celebrado por la derecha.

 

No estamos poniendo en duda la legitimidad institucional del TC; eso sería un error que daría en el gusto a gente que es capaz de manchar el nombre de Chile con tal de sacar unos pocos réditos ideológicos. No, lo que corresponde es seguir trabajando para perfeccionar este marco jurídico que nos rige para generar los espacios para una sociedad más justa y equitativa.

 

El Tribunal Constitucional  fue formado en democracia y buena parte de las modificaciones que ha sufrido se han hecho también en democracia, por lo que cuestionar su juridicidad es a estas alturas un ejercicio que le hace un flaco favor a la democracia.

 

Unos dirán que el fallo es “legal, pero no legítimo”. Bueno, ahí está la invitación que ha hecho el Gobierno para participar del debate constitucional, donde estos y otros temas igual de relevantes son los que deben definir qué tipo de país tendremos en los próximos años.

 

¿Quién está en condiciones de decir entonces que la política no sirve de nada, que no se ocupa de los temas de la gente, que sólo les importa a los políticos?

 

Hace unos días el Ministro Burgos llamaba a sacarse los fantasmas de encima pero ese llamado debe ser aún más profundo y debe ser asumido no sólo por los sectores políticos y empresariales, sino por la sociedad civil principalmente. No se puede seguir haciendo política mientras la gente duerme la siesta: es hora de que los ciudadanos asuman su parte de la responsabilidad en estos debates.

 

La política requiere legitimidad para que sus cambios y propuestas perduren en el tiempo; si no, los vaivenes hacen que esos cambios sean eso no más, vaivenes.

 

La derecha siempre ha defendido relaciones laborales débiles para los trabajadores y la Nueva Mayoría hizo un esfuerzo sincero de corregir esto a través de una Reforma Laboral.

 

Acá la culpa no es del TC, la culpa es de la derecha que se declara vencedora en esta impugnación y ha logrado que principalmente los grandes conglomerados económicos se sientan aliviados con el fallo.

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