Reconocimiento a la dignidad de todas las personas
Por Alberto Espina, senador por la Región de La Araucanía
24 de octubre de 2014Por primera vez y luego de más de cuatro años de discusión, con la aprobación del Acuerdo de Vida en Pareja (AVP), se reconoció la dignidad de más de dos millones de personas heterosexuales y homosexuales que mantienen una relación afectiva en común.
Como miembro de la Comisión de Constitución del Senado me siento orgulloso de haber participado activamente en el perfeccionamiento del proyecto, el cual evolucionó desde un contrato meramente patrimonial a uno esencialmente de familia, respetando la institucionalidad del Matrimonio -que por su naturaleza- es entre un hombre y una mujer.
Para algunos es difícil de comprender y de aceptar el AVP, pero ¿quién puede oponerse a que el Estado regule jurídicamente las relaciones afectivas que nacieron del amor y que son de carácter estable y permanente?
El nuevo AVP tiene por objeto regular los efectos jurídicos derivados de la vida afectiva en común entre dos personas sean estas del mismo o distinto sexo, estableciéndose el Estado Civil de Pareja Civil, se crea un parentesco por afinidad entre las personas que lo han contraído y sus familiares, se celebra ante el Oficial del Registro Civil, las partes pueden escoger si quieren separación de bienes o régimen de comunidad. En caso de muerte de una de las partes, existen derechos sucesorios, también se otorga una compensación económica en favor del conviviente civil más débil en caso de término del mismo y se reconocen derechos previsionales, sociales y de salud entre muchos otros.
Sin lugar a dudas, uno de los aspectos más relevantes del proyecto es que pusimos fin al déficit de protección legal de esas parejas, compensando ampliamente el legítimo derecho de éstas de ser reconocidas y respetadas en igualdad de condiciones, tal como el resto de los chilenos.
El AVP constituye un gran avance en la historia de nuestro país -plagado de exclusiones, discriminaciones y distinciones arbitrarias que alteran la paz social- pues como chilenos estamos contribuyendo a tener un país más inclusivo, más acogedor y más integrador, que reconoce la diversidad como un valor y no como un obstáculo para el desarrollo de la sociedad.
Con la aprobación del AVP en su primer trámite constitucional, deberíamos estar satisfechos porque dimos el primer paso para regular jurídicamente las relaciones que surgieron del cariño y del amor, aspectos básicos de una sociedad más justa, más inclusiva y que va encaminada hacia la paz social.