Participación de jóvenes en política
Por José Antonio Gómez, senador por la Región de Antofagasta
13 de julio de 2012Si se permite que a los 18 años una persona pueda ser alcalde y administrar el presupuesto municipal y tomar importantes decisiones en materia comunal; o que a los 21 años se pueda ejercer como ministro de Estado y gestionar una cartera en todo el territorio nacional; o también a los mismos 21, cualquier persona puede resultar electa para desempeñarse como diputado de la República y contar con iniciativa para ingresar proyectos de ley al Congreso y hasta tener la facultad para pronunciarse sobre reformas constitucionales ¿Por qué para poder ser candidato a senador se requieren 35 años cumplidos? ¿Cuál es el requerimiento especial que se necesita para desarrollar este cargo, a diferencia del de diputado, que se aplica este requisito etáreo?
A nuestro parecer, en dos Cámaras que tienen casi idénticas funciones, no debería establecerse como requisito para desempeñarse como uno de sus miembros, un criterio tan arbitrario como este. Aún más considerando que si una persona menor de 35 años, ya sea por la fuerza de sus ideas, por el liderazgo que ejerce o por el respaldo político que tiene, puede ser democráticamente electa por los ciudadanos para representarlos en el Senado. Creemos que no debe imponerse una dificultad como ésta a priori. Si los electores estiman que una persona no tiene la madurez personal o las capacidades suficientes para el cargo no votarán por él y no lo elegirán como su representante. Pero lo que no tiene explicación razonable es que se niegue anticipadamente la posibilidad siquiera de ser candidato.
Como medida para combatir la baja participación de los jóvenes en la política y para contener la baja representatividad creciente del sistema político chileno, este mismo parlamento aprobó hace pocos meses la inscripción automática, dando la posibilidad a millones de jóvenes, que no estaban inscritos en los registros electorales de poder votar en las elecciones de forma voluntaria. Sin embargo, esto no garantiza por sí mismo que esos 4 millones y medio de nuevos votantes participen de un proceso eleccionario. Esto sólo se puede lograr si se incentiva efectivamente la participación política y esto adquiere más sentido cuando existen candidatos en quienes los ciudadanos puedan confiar y se sientan representados. Sin duda que la edad de un candidato es un factor importante a la hora de que los jóvenes definan una opción electoral.
Mucho se habla, y con bastante razón, que en el Senado son los mismos de siempre desde hace muchos años. Una reforma como la que hemos propuesto con la senadora Ximena Rincón y el senador Fulvio Rossi, de bajar el requisito de edad para ser candidato a senador a 25 años, junto con otra reforma que presenté el año 2009 para poner límite a la reelección de los parlamentarios, tanto a senadores como a diputados, contribuirían fuertemente a incentivar la nominación de nuevos candidatos al congreso por parte de los partidos políticos.
Mucho se habla de la renovación generacional en la política, pero poco se hace. Es necesario comprender que la conformación del Congreso, y particularmente el Senado, no sólo debe obedecer a criterios de representatividad política, social y territorial. La variable generacional también es importante. Los jóvenes deben tener voz y voto en todas las máximas instancias de decisión política del país.
El argumento de que a los 25 años no se tiene la madurez política suficiente no se sustenta, pues si lo hiciera, lo que veríamos en la próxima elección senatorial, a la luz del rejuvenecimiento del padrón electoral, sería que los candidatos "maduros" hacen todo lo posible para convencer, obtener el voto y poder representar a 4 millones y medio de supuestos ciudadanos "inmaduros". Si este criterio hubiera estado vigente en el período de la Independencia de Chile, la incipiente República no podría haber contado con los liderazgos de O´Higgins y Carrera que en 1810 tenían 32 y 25 años de edad respectivamente.