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Juan Enrique Castro: “Estoy aprendiendo para ser un buen senador”

Este técnico en construcciones metálicas oriundo de San Clemente saltó de la alcaldía de Talca a la Cámara Alta. En esta entrevista nos cuenta cómo ha logrado doblarle la mano al destino y convertirse, primero en un empresario exitoso, y luego, en un canalizador de las necesidades de la ciudadanía que le ha tocado representar.

10 de mayo de 2018

Esforzado y empeñoso. Así podríamos calificar al representante por la región de El Maule, el senador Juan Enrique Castro Prieto, quien a sus 58 años arribó a la Cámara Baja desde Talca. Escorpión, bueno para las rancheras y los viajes, este empresario dueño de barracas de fierro nos abre su oficina para conocer lo que no se ve frente a las cámaras.

 

Imagen foto_00000010A casi tres meses de su estreno en el Congreso Nacional, el senador Castro ha tenido un perfil más bien bajo. De hecho solo ha intervenido en la Sala de Sesiones pocas veces, y antes de preguntarle por eso, nos revela el por qué. “Me estoy preparando para ser un buen senador. Vengo de un mundo muy distinto y he debido estudiar varias cosas, desde lo legislativo hasta como moverme en este edificio”, nos cuenta.

 

DE LA ESCUELA INDUSTRIAL A LAS BARRACAS

 

Y sin más preámbulo nos relata su infancia y el largo camino que ha debido recorrer. “Mi familia era muy pobre. Mis padres no sabían leer ni escribir. Mi madre siempre luchó para que nosotros estudiáramos. Somos siete hermanos. Llegué hasta octavo básico en la escuela básica del campo en Punta de Diamante y de ahí me enviaron al liceo de San Clemente, luego se me da la posibilidad de irme a estudiar al liceo industrial. Por las notas, me dejan en el curso de Técnico Industrial en Construcciones Metálicas, y como la modalidad era internado, me termino acomodando muy bien porque como era de campo, no tenía donde quedarme en la ciudad”.

 

Le consulto por su éxito en el mundo de los negocios. Hoy es un reconocido empresario del mundo de las maestranzas y barracas.

“Al final terminé mi carrera y me devolví a mi campo. En Punta de Diamante arriendo un terreno y siembro papas, pensando en que me iba a ir bien, pero no fue así. Como producía mucha papa pero las ventas eran malas, me devolví a la ciudad. Allí le trabajé a un patrón diez meses, y luego pedí máquinas prestadas y empecé a trabajar por cuenta propia haciendo trabajos para el mundo de la construcción.

 

Ahí fue cuando visioné la venta de fierro. Trabajé quince años para poner mi primera barraca. También trabajaba en mi primera maestranza, hasta lograr mi empresa que hoy tiene seis sucursales entre Rancagua y Los Ángeles”.

 

EN LOS PASILLOS DEL CONGRESO

 

De los fierros, al Senado hay un largo trecho, por eso le consulto cómo fue su acercamiento a la política. Recordemos que antes de representar a la región de El Maule en el Congreso Nacional, este técnico metalúrgico fue alcalde de Talca dos periodos.

 

“Siempre ayudé a los candidatos de la centro derecha en mi región. Cuando tenía mi maestranza, los ayudaba en la instalación de ‘palomas’ y a repartir papelería, hasta que mi nombre parte dando vueltas como posible alcalde de Talca. Salí electo y estando en ese puesto, tomé la decisión de trabajar mucho por la comuna para mejorar la vida de las personas. Estuve dos periodos en la alcaldía porque sentí que era un tiempo suficiente y de ahí surge la idea de ser candidato a senador y bueno, ahora estamos sentados acá”.

 

Y ¿cómo se ha sentido en este nuevo ambiente?, le pregunto luego de haberlo observado en los pasillos con mucha soltura conversando con legisladores de distintos colores políticos.

 

“Acá hay mucha cordialidad. Existe respeto entre todos los senadores. Independiente de las grandes diferencias que tenemos entre sectores. Estamos estudiando, aprendiendo y observando la forma cómo se trabaja. Piensa tú que hace 40 años que no estudiaba, y he tenido que volver a tomar los libros y estudiar. Sé que cuando uno es aplicado y tiene ganas de aprender, lo puede hacer bien”.

 

Durante toda la entrevista hace hincapié en el trabajo que le ha significado ser senador durante estas pocas semanas. Reconoce que nunca pensó que iba a gastar tantas horas en el día analizando los proyectos que se discuten en las comisiones que integra (Agricultura, Obras Públicas y Recursos Hídricos), asistiendo a las sesiones ordinarias, extraordinarias y especiales de Sala, y atendiendo las peticiones de sus electores en su región.

 

“Siempre pensaba, cuando veía desde lejos a los políticos, que los diputados o senadores trabajaban poco. Pero cuando uno llega acá, se da cuenta que todos trabajan muchas horas al día. Debo reconocer lo equivocado que estaba. Es bueno que la ciudadanía lo sepa y lo valore. La gente cree que se trabaja poco y no es así.

Todos los que somos parlamentarios de regiones tenemos muy poca vida familiar porque nos debemos trasladar a Santiago y Valparaíso gran parte del mes, y en las semanas regionales uno tiene muchas actividades que atender”.

 

Cuando le pregunto qué es lo más difícil de su rol como senador, no lo piensa dos veces y me confiesa dos cosas: levantarse al alba y vivir en hoteles. “Me gusta acostarme tarde y levantarme tarde. En este trabajo no se puede lo segundo (risas) Siempre me duermo pasada la medianoche. Y mi hora ideal de levantada son las nueve de la mañana, pero debemos levantarnos temprano para hacer nuestras rutinas.

 

Lo que me ha agotado bastante es el tema de los hoteles. A la edad que uno tiene, ya está acostumbrado a llegar a su casa, a sus cosas, a no tener que andar con maleta, transportando ropa o artículos de aseo”.

 

PAPÁ CON YAPA

 

Y hablando de su vida familiar, le pregunto si es casado y si tiene hijos, esto porque al googlearlo es poca la información que se obtiene de distintas fuentes. Finalmente, me confiesa que hace muchos años es separado y que se reconoce un padre cercano.

 

“Soy separado con cinco hijos, tengo una buena relación con ellos. El mayor tiene 33, la que sigue 30, luego un hijo de 17, una de 4 y el más maldadoso va a cumplir tres. Los hijos chicos son los que nos llenan de fuerza. Lo más valioso que alguien puede tener son sus hijos.

 

Además tengo una hermana menor, que desde que murió mi madre hace 15 años, me he hecho cargo de ella como si fuera su padre. Ella es como una niña chica porque tuvo una dificultad al nacer. Me siento responsable de su cuidado. Después de la muerte de sus papás, ella siente que yo ocupé ese lugar. Tiene 42 años pero tiene mentalidad de una persona de 15 años. Soy un papá con yapa”, dice con emoción.

 

Desde el punto de vista más humano, me cuenta que le encanta la música mexicana, los corridos con mariachis y todo. En ese sentido me explica que “todos los que nacimos en la zona campesina de la región de El Maule, nos gusta esa música porque desde pequeño la escucho. Son canciones con mucho sentimiento. Eso sí quiero aclarar que no canto”.

 

Finalmente hacemos un ejercicio. Le propongo que se imagine qué será de su vida cuando termine su periodo como senador, es decir, en ocho años más. Le entretiene la idea y se lanza.

 

“Mira, fui alcalde dos periodos. Uno no puede apernarse en los cargos. Como senador tampoco pretendo estar toda la vida. Hay más personas que pueden aportar a la ciudadanía. Me gustaría impulsar un proyecto para limitar la reelección en este poder del Estado.

 

Creo que volveré al campo. Mi vida está allá. Tengo mi casa de campo y quiero volver a esa tranquilidad que son mis orígenes. Me gustaría que la gente me recordara como un aporte. Creo que mi sello será la transparencia y el impulsar obras en la región porque ese es un indicador de progreso”.

 

Sonríe con  la idea de estar en el 2026. “Estamos en el 2018 y me debo a mi gente. Ahora es hora de correr a la Comisión Especial de Recursos Hídricos porque el tiempo apremia”, me dice mirando su celular del que no se despega ni un segundo.

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