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Mensajes Presidenciales: las epidemias y las crisis sociales y económicas que dejaron huellas

Desde el origen de nuestra patria la práctica de los mandatarios de dar cuenta pública del Estado Administrativo y Político de la Nación muestra cómo la nación se ha construido y transformado.

12 de mayo de 2020

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Desde el siglo XIX, los mensajes presidenciales han dado cuenta de las aspiraciones, los logros, pero también de los sufrimientos y quebrantos del país. Terremotos, tsunamis, crisis políticas, quiebres institucionales y hasta guerras han dejado su huella en los discursos que los Presidentes han hecho ante el Congreso a lo largo de casi 200 años.

 

Solo en muy contadas ocasiones este rito republicano se ha suspendido o no se ha efectuado en las condiciones normales: por ejemplo, entre 1927 y 1931, el Presidente Carlos Ibáñez envió por escrito los discursos presidenciales al Congreso y en 1960 a raíz del terremoto de Concepción en la madrugada del 21 de mayo de 1960, el Presidente Arturo Alessandri suspendió la cuenta pública para acudir a la emergencia. Ello, sin saber que, al día siguiente, ocurriría el mega terremoto de Valdivia el 22 de mayo de ese mismo año.

 

Pero, por primera vez, este 2020, una cuenta pública abordará una de las crisis más inusuales en nuestra historia republicana: la emergencia sanitaria a raíz del Covid-19.

La ceremonia fijada para el próximo 1 de junio experimentará cambios protocolares significativos, dadas las restricciones que existen para las reuniones públicas y las estrictas medidas de distanciamiento social.

 

Si revisamos la historia de los distintos mensajes presidenciales cuesta encontrar en la historia reciente un parangón a la situación actual que vive el país.  En materia de salud, higiene y mortalidad hay que retrotraerse a los discursos presidenciales del siglo XIX en Chile donde las incontables epidemias diezmaron la población y el estado hacía esfuerzos incontables para establecer primero un sistema de salubridad e higiene en la población. Un ejemplo es la mención que hace el Presidente José Joaquín Prieto en la Cuenta Pública del 1 de junio de 1832, a “los brotes de viruela en Valparaíso y Coquimbo”. Allí daba cuenta del envío de vacunas a ambas regiones para enfrentar la enfermedad que fue responsable de la muerte de miles de chilenos.

 

“El cólera produjo grandes pandemias a lo largo de todo el siglo, aunque en Chile apareció con rasgos epidémicos entre 1886 y 1887. En ese periodo, los centros urbanos más afectados llegaron a perder hasta el 5% de su población”. “Otro mal que afligió a la población chilena con mortalidad permanente fue la viruela. Ni siquiera la voluntad de propagar la vacuna, las medidas para aislar a los enfermos de viruela o para enterrar sus restos terminaron con esta enfermedad. Entre 1890 y 1895 murieron 24.618 personas a causa de esta enfermedad y entre 1905 y 1906 murieron 14.000 chilenos. Otras enfermedades que, por las condiciones de higiene que vivió la población adquirieron el carácter de epidemia, fueron la tuberculosis, el tifus, el sarampión y otras enfermedades infecciosas”. http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-614.html

En el mensaje del 1 de junio de 1876, el Presidente Federico Errázuriz Zañartu, se preparaba para rendir la última cuenta de su administración. Era la primera vez que el Mensaje coincidía con la inauguración del recién construido edificio del Congreso Nacional, ubicado en calle Catedral (actual ex Congreso).

 

Un sobrio y elegante Salón de Honor, recibió a los parlamentarios e invitados de dicha cuenta donde el Mandatario dio cuenta de los avances en materia de salud y las políticas para acoger a las poblaciones más vulnerables afectadas por las epidemias. “La beneficencia pública ha continuado mereciendo mis más solícitos cuidados. El grande hospital del San Vicente de Paul i el lazareto del Salvador, recientemente construido, están dando asilo a numerosos enfermos”.

 

Hacia 1952, el Congreso despacha y se promulga la Ley 10.383 que estableció el Sistema Nacional de Salud (SNS), organismo encargado de la protección de la salud para toda la población y del fomento y recuperación de la salud de los obreros, esposa e hijos hasta los 15 años.

 

La promulgación se realizó durante el gobierno del Presidente Gabriel González Videla y el ministro de Salud de la época fue el Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile Dr. Jorge Mardones. Cabe destacar que el National Health Service de Gran Bretaña se había creado solo cuatro años antes en 1948.

 

Y es que la salubridad pública, la instrucción educacional en conjunto con, el impulso de las obras de conectividad han sido los ejes de los centenares de discursos presidenciales ante el Congreso Pleno en los últimos 200 años; así como incontables planes y leyes para hacer frente a los terremotos y tragedias que ha sacudido Chile.

 

Todos los discursos presidenciales realizados, ya sea cada 1 de junio o 21 de mayo, dan cuenta de la evolución institucional del país, de sus crisis y obstáculos, pero también de la permanencia de un innegable compromiso con la voluntad de desarrollo y el acariciado sueño de un destino mejor. (Revise nota relacionada sobre los cambios de fecha y horarios del Discurso Presidencial)

21 DE MAYO DE 1960: LA SUSPENSIÓN DE LA CUENTA

El Presidente Jorge Alessandri Rodríguez debió enfrentar en 1960 -junto a los poderes políticos y administrativos del país- un desafío histórico que ni siquiera le permitió encabezar con normalidad los actos del Discurso Presidencial ante el Congreso Pleno.

 

A las 06:02 horas gran parte del país desde el Norte Chico hasta Llanquihue despertó por un brusco sacudón. Tras el terremoto que tuvo su epicentro en Concepción y Lebu sobrevino una intensa lluvia y el Presidente Alessandri Rodríguez debió suspender el tradicional Mensaje ante el Congreso y de paso todas las celebraciones de las Glorias Navales.

 

Al día siguiente, el 22 de mayo de 1960 cuando ya se había iniciado toda una cadena de información y solidaridad, sobrevino a las 15:10 minutos otro terremoto aún más devastador que el anterior, con epicentro en Valdivia y que ostenta el triste récord de ser uno de los más violentos de la humanidad con una magnitud de 9,6 en la escala Richter. Pero aún peor, fue el tsunami que siguió al movimiento sísmico y que arrasó con lo que quedaba de la infraestructura y la geografía del sur del país.

La tragedia dejó profundas huellas físicas, sociales y económicas. Al año siguiente, en el Discurso del 21 de mayo de 1961, los dos terremotos, el tsunami y sus efectos ocuparon gran parte del texto del Mensaje del Presidente Alessandri quien tuvo que asumir la reconstrucción y sus consecuencias en materia de endeudamiento e inflación.

 

“En mi anterior Mensaje hice una breve referencia a los movimientos sísmicos ocurridos en la madrugada del 21 de mayo, conturbado mi ánimo por los dolorosos acontecimientos que en esos  instantes eran causa de congoja y zozobra en el alma colectiva. Nadie podía imaginar que 24 horas más tarde, un nuevo y desgarrador suceso vendría a sumarse, provocando una catástrofe que no admite comparación posible con ninguna otra en la vida de la República y solo con muy pocas en la historia de la humanidad”, se lamentaba Alessandri.

Paralelamente, dejó un sentido testimonio del agradecimiento, admiración y reconocimiento “a aquel puñado de chilenos que se batieron con denuedo contra la majestad de una naturaleza hostil, así como también a los habitantes de Valdivia, que soportaron con estoicismo y sereno valor la inminencia de un muy grave peligro para sus vidas y sus bienes”.

El Jefe de Estado también reconoció sentidamente el rol que jugaron “las Fuerzas Armadas, el Cuerpo de Carabineros, y de instituciones civiles tales como, Bomberos, la Cruz Roja, la Defensa Civil, Caritas y tantas otras que se pusieron al servicio de la colectividad”.

 

Los párrafos siguientes de Alessandri cobran inusitada actualidad y vigencia, ya que recuerdan un torbellino de emociones, de solidaridad y de anuncios de paquetes económicos para hacer frente a las transformaciones y que son palpables una y otra vez a lo largo de la historia republicana.

 

“Llamo pues a proseguir juntos la misión de enfrentarnos a este tremendo desafío del destino, y no encuentro ocasión más propicia para hacerlo que este solemne acto de tanta significación en la vida de la República. Un futuro venturoso espera a Chile si es posible hacer uno el esfuerzo de todos para la grandeza de la República y bienestar de todos los chilenos, con olvido de toda otra consideración que no sea el bien colectivo”.

 

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