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  Necesitamos enfrentar las desigualdades

  Por Camilo Escalona, Presidente del Senado

22 de marzo de 2012

ImagenJunto con agradecer a los Senadores y Senadoras de la Concertación, quienes al darme su voto y respaldo, posibilitaron que asuma esta importante responsabilidad republicana. Quiero mencionar en forma especial  a los senadores y senadoras del Partido Socialista, para quienes tiene un profundo significado este día, ya que debieron transcurrir más de cuatro décadas para que, desde el Presidente Salvador Allende, se eligiera nuevamente a un militante socialista como Presidente del Senado.


Asimismo, deseo manifestar que mi designación es también un reconocimiento a la Región de Los Lagos, que aquí represento y por eso pido al Ejecutivo una ley especial para resolver el orgullo de la región de Los Lagos y de Chile que son los palafitos de Chiloé, donde hoy vive su gente sin títulos de dominio.


Saludo también a la Región de Aysén, por su entereza y unidad y solicito, humildemente, al Presidente de la República, el término de la violencia represiva y un acuerdo justo y honroso para todos, recogiendo las legítimas demandas de la comunidad regional.
Como Presidente del Senado, cumpliré sin dejar de ser lo que soy, un Senador de la República perteneciente a la oposición.  Naturalmente, respetaré las obligaciones legales y constitucionales que esta responsabilidad significa.
Lo haré con sobriedad, ya que no me gusta la estridencia. Pero soy de oposición.
En lo que se refiere a mis atribuciones y deberes, no me alejaré ni un milímetro de los mismos. Estoy convencido que en política lo justo y lo mejor es actuar rectamente, sin pretender ventajas pequeñas que, a la postre, de nada sirven.


Pero, espero lo mismo del Gobierno; sobre todo, con el manejo de las urgencias. No se puede legislar como en una carrera de 100 metros planos, contra reloj. Somos legisladores y los países requieren buen criterio para tener un buen gobierno.
No es válido, tampoco, culpar al proceso legislativo por demoras que tiene razones políticas e, incluso, orígenes jurídicos o técnicos. Es decir, lo que me exijo a mí mismo, el recto cumplimiento de mis obligaciones, lo solicito también de mis interlocutores.


Sé bien que eso me obliga a ser preciso con mis juicios políticos. A mirar con altura de miras. Así lo haré. Pero, en los dilemas del país, entre codicia y pobreza, entre democracia y autoritarismo, quiero reiterar que nunca he sido ni seré neutral. Tampoco lo seré ahora. Soy un socialista orgulloso de pertenecer a la oposición, que se propone cautelar y enriquecer la democracia en nuestro país.


UN ESTADO CON VALORES


En diciembre de 1966, al asumir la Presidencia del Senado, Salvador Allende reflexionó sobre la responsabilidad del Parlamento, señalando que: "debe comprender las ansias de miles de compatriotas que reclaman una existencia más humana".


Esa demanda ciudadana está vigente y se manifiesta en el objetivo de un Estado Protector.
Esta es una meta institucional y política de alcance histórico para Chile, que nos demanda trabajar para alcanzar una nueva Constitución.


En mi opinión, Chile necesita un Estado Protector, que se haga cargo de limitar, anular y superar la cadena de abusos que se cometen a diario en la vida del país.


En suma, luego de 30 años de impuesta la Constitución de 1980, el Estado Subsidiario que esta contiene, se agotó. Ese tipo de Estado, impuesto por el extremismo neoliberal,  ya no da más. Un Estado mínimo es el Estado de la desigualdad.


Esa es la conclusión política central del período que estamos viviendo, lo que hace necesario una nueva Constitución para Chile. Nuestro país requiere un Estado Protector, que ponga fin al lucro en la Educación y la Salud, que regule los abusos del mercado y redistribuya la riqueza.


En definitiva, un mejor Estado que actué sin prejuicios, pero no sin valores. La Reforma Tributaria es valórica, porque redistribuye la riqueza y nos permite construir un país más justo. La Reforma Educacional es valórica, porque significa más oportunidades para nuestros hijos. La Reforma Institucional del Estado es valórica porque iguala las oportunidades. La Reforma Laboral es valórica porque dignifica el trabajo y a los trabajadores.


Soy uno más de millones de personas que recibieron una educación machista y homofóbica. No obstante, he aprendido que sin respeto a la diversidad del ser humano no se puede vivir en paz; y sin respeto a los derechos de la mujer, la familia no puede ser feliz.


Un país que vive sumido en la discriminación, está condenado a ser imperfecto.  Respetémonos en nuestra identidad y haremos mejor a la Nación chilena.


FORO NACIONAL POR LA IGUALDAD


Sé además que el sistema político está cuestionado. Espero contribuir a la recuperación de su prestigio; al reposicionamiento indispensable de la institucionalidad democrática del país. Por ello, estimo esencial impulsar un amplio diálogo que permita desembocar en la conformación de un "Foro Nacional por la Igualdad".


Chile, hoy, está agobiado por una desigualdad que no puede continuar. Impropia de una sociedad democrática. Necesitamos enfrentarla, generando un nuevo acuerdo nacional, que no sea simplemente retórico o superficial. El país no está para operaciones mediáticas. Si hay acuerdo, debe ser un acuerdo eficaz, para cambiar, no para que todo siga igual.
Los estudiantes de Chile nos han convocado a todos. La paz social hay que asegurarla ahora, con mayor justicia social.


El patrocinador más extremista del conflicto social es la injusticia y la rabia que se acumula en ciudadanos y ciudadanas, ante la codicia y el poderío incontrarrestable del dinero.
No son los manifestantes lo que tienen la culpa. La exclusión social y el retraso de las regiones son la raíz del problema.


A fin de cuentas, los ciudadanos para defenderse y ser protegidos, no tienen más que la democracia.
Por eso, las instituciones tienen que recuperar el prestigio y la legitimidad que requieren, para ser efectivas, influir y cambiar el rumbo que actualmente tiene el país.
De un Estado que no protege, necesitamos avanzar hacia un Estado Protector. Así aseguraremos la paz social.


En esa dirección voy a trabajar, emulando la majestad republicana con que Salvador Allende ejerció esta responsabilidad, hace más de 40 años.

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