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  Levantemos un Chile mejor

25 de marzo de 2010

ImagenMañana se cumple un mes desde que ocurriera el terremoto y maremoto que afectó con fuerza a gran parte de nuestro territorio y costas.  Ya más repuestos de la impresión por el drama humano que ha significado, de a poco se han ido cuantificando las pérdidas materiales que el episodio generó y que sin duda han cambiado completamente el escenario en el que ha debutado el Gobierno de Sebastián Piñera.  Sin ir más lejos, la administración central ha cifrado en US$ 29.662 millones el costo económico neto del desastre, estableciendo que la economía dejará de producir US$ 7.606 millones. En tanto, ya van 3.200 millones de pesos gastados en nuestra Región por concepto de operativos de respuesta a la emergencia.

 

Por lo mismo, deberemos continuar  aportando esfuerzos e ideas,  porque es nuestra tarea directa, pero no podemos olvidar que nuestras ciudades funcionan, mientras los centros urbanos y pueblos emplazados en la zona de catástrofe aún no pueden hacerlo.

 

A la fecha, unos 6.700 hogares siguen sin servicio eléctrico entre las regiones de Valparaíso y De los Lagos, el 71% de la infraestructura municipal en dicho territorio registra daños y lo mismo sucede en un 45% de las escuelas y colegios.  Es más, las cifras del Gobierno indican que el sector educacional ha sido el más golpeado, con un saldo de US$3.015 millones en contra. En tanto, 62 hospitales requieren reparaciones, lo que exigirá cerca de US$ 2.773 millones.  A esto se suman daños al sector pesquero, avaluados en US$ 39 millones, con  27 caletas pesqueras siniestradas y casi 27 mil pescadores afectados en forma directa.  Los perjuicios a la infraestructura pública, en tanto, bordean los US$ 1.458 millones.  En fin, suma y sigue.

 

Sin embargo, aparte del drama por las pérdidas de vidas humanas y materiales, esta situación ha revelado el centralismo desproporcionado que afecta al país. No sólo paraliza las capacidades y la creatividad de la mayoría que vive en Regiones, sumiéndolas en un abandono que quedó patente en las imágenes por todos vistas, sino que resta a Chile las fuerzas que lo podrían conducir a ser el  país desarrollado que todos deseamos.

 

Durante este mes han impresionado las muestras de valor y de solidaridad.  Hemos podido apreciar que es la familia antes que todo el centro de las preocupaciones, de las angustias y de los esfuerzos de nuestros compatriotas.

 

Junto a éstas, no obstante, aparecieron en los horas inmediatamente posteriores al sismo incomprensibles acciones de pillaje, favorecidas por la paralización de las autoridades y por la resistencia del ex ministro Bitar para decretar el estado constitucional de catástrofe, como aconsejaba  la cordura y se recomendó en esos minutos iniciales y decisivos.  El fenómeno podrá ser estudiado por  expertos,  aunque es sabido que en los primeros momentos los impulsos egoístas  se imponen a las virtudes.  

 

Con todo, sumando y restando: solidaridad interna y externa, movilización de un país de un modo rápido y efectivo,  capacidad de gestión de las nuevas autoridades y colaboración de gran parte de las antiguas que aceptaron colaborar.  A fin de cuentas sólo importa el país y su gente. Levantemos un Chile mejor que el que teníamos.  Esa es la tarea y debe ser la consigna.

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