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  Las interrogantes que deja el proyecto Barrancones

  Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado

27 de agosto de 2010

ImagenFinalmente, lo único positivo del anuncio que hizo el Presidente respecto de la planta termoeléctrica que se pretendía construir en Punta Choros, es que se preservará una zona que guarda riquezas ecológicas invaluables. Bien por respetar la palabra empeñada, pero la solución a la que recurrió el Mandatario está llena de peligrosas consecuencias institucionales. Es urgente que el Presidente aclare, cuanto antes, cuáles fueron las condiciones que negoció con la empresa, qué ofreció a cambio de modificar el emplazamiento y qué garantías ofreció a la compañía para que haya accedido a deponer el proyecto.

Esto reviste una gravedad inédita. Hay una institucionalidad que debe respetarse. No es posible que un Presidente haga un trato directo con una empresa que busca afectar -mucho o poco- la calidad medioambiental de una de las reservas de pingüinos más grande del mundo. Cualquier otro lugar donde vaya a construirse esta planta debe someterse a los estudios de impacto ambiental. Es curioso que en el Gobierno anterior todas las instituciones se manifestaron en contra de esta idea y que la empresa lograra su objetivo tras retirar el proyecto y presentarlo cuando la actual administración estuvo instalada.

Es evidente que el desarrollo y las necesidades energéticas del país deben ser sustentables y convencer a la ciudadanía de que no sólo se cumple con la norma, sino que más allá de si los índices están o no en el rango permitido por la ley, existe una voluntad y una responsabilidad empresarial con el cuidado del medio ambiente.

Es urgente que trabajemos por un pacto entre la sociedad civil, las empresas y el Estado, sobre el futuro de la matriz energética. Todos sabemos que Chile no podrá entrar al comercio mundial del futuro con dumping social o medioambiental, así que es necesario tomar el tema de cara a las evidentes necesidades de desarrollo que tenemos.

Es necesario que las agrupaciones medioambientales no sólo estén alerta ante posibles daños a los ecosistemas, sino que también aporten y tengan opinión respecto de las necesidades de la ciudadanía. A veces, la ecología profunda no basta. ¿Qué le vamos a proponer a la gente de caleta Chungungo que tal vez no pueda recibir los beneficios del empleo que podría traer la instalación de la termoeléctrica?, ¿cómo vamos a aportar al desarrollo de otras zonas económicamente deprimidas?, ¿cómo resolvemos la urgente necesidad de aumentar el caudal energético que requiere una economía en expansión? Los ambientalistas no viven en estas zonas deprimidas y llegan a ellas sólo de vacaciones, así que queremos escucharlos también en estos temas y que el ímpetu que muestran para defender sus posiciones también se vea en estas otras aristas del problema.

Lo bueno es que parece que no hay indiferencia en materia de defensa del medio ambiente. Si no cuidamos nuestros recursos naturales y la limpieza de nuestro entorno, no nos quedará nada y los costos asociados a problemas de salud de la población serán un dolor de cabeza aún más grande. Es bueno que se entienda que la obtención de beneficios económicos a como dé lugar no es una solución aceptable en el Chile de hoy. Si no, basta ver lo que pasó con los 33 mineros atrapados en Atacama. Hay que partir por las personas, siempre, y siempre respetando la institucionalidad.

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