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  La sensación que nos queda es que el gobierno aún no ha partido

  Por Jorge Pizarro S. Presidente del Senado

9 de abril de 2010

Al analizar el reclamo de Don Juan Mora, dirigente del sector Caleta Villarrica y de los 300 vecinos de la comuna de Dichato que hace pocos días protestaron en pos de "soluciones concretas" a sus problemas tras la catástrofe del 27 de febrero último queda muy clara la "relatividad" con que algunos pueden estar midiendo el tiempo hoy. Lo complejo es que mientras para el actual gobierno un mes es muy poco para una evaluación, si nos ponemos en los zapatos de los afectados por el terremoto, un mes durmiendo en carpas o peor aún, a la intemperie, puede convertirse en toda una eternidad.

 

No es para nadie un misterio que quienes estuvimos por la candidatura que fue superada por quien es Presidente de la República hoy tenemos una visión diferente de lo que significa, en forma y fondo, gobernar un país. Es natural entonces que desde la oposición no tuviéramos grandes expectativas de lo que podía significar el gobierno del Presidente Piñera.

 

La sensación que nos queda es que tras un mes de gobierno, este todavía no ha partido. Esto porque no sólo no ha sido capaz de conformar los equipos para encarar las tareas permanentes y profundizar los avances de justicia social logrados durante los 20 años de los gobiernos de la Concertación., sino porque en la urgencia tampoco ha podido elaborar un plan completo para la reconstrucción nacional y menos presentarle al país una propuesta para su financiamiento.

Lo que tenemos hasta ahora salta a la vista en las profusas apariciones del Presidente en los medios de comunicación: el Presidente manejando una retroexcavadora, guiando una visita de párvulos en La Moneda, con Zafrada, recibiendo a una banda de rock, vacunando periodistas contra la influenza, pilotando un helicóptero, en fin, activo, tal vez demasiado, pero casi siempre muy solo y sin un norte o meta de largo plazo que hilvane tantas y tantas acciones.

La legitimidad de un gobierno se alcanza ganándose la credibilidad y el respeto de los ciudadanos. Mostrando que se es capaz de formar los cuadros necesarios para realizar una labor coordinada en pos de un mismo objetivo atendiendo las necesidades de la gente, con las debidas priorizaciones, claro está. Y también despejando las confusiones sobre el interés particular y el interés público de los que integran el aparato del Estado.

La forma en que se hace la tarea tampoco es un asunto menor. La paz social la brinda la inclusión y esto significa tener la capacidad de escuchar a la comunidad, a los gobiernos regionales, a los alcaldes, a las organizaciones de base y también a los distintos sectores políticos porque todos somos parte del país.

Se gobierna mejor cuando se consiguen acuerdos; se gobierna para todos cuando se consulta y se informa adecuadamente sobre las decisiones adoptadas; se gobierna con mayor eficiencia cuando se involucra a todos en un proyecto país; se gobierna ágilmente cuando toma en cuenta lo que hicieron quienes antecedieron.

El pecado de omisión de una partida muy acelerada debe corregirse y atender no sólo la demanda de los vecinos de Dichato y de todas las restantes comunas afectadas, sino de la sociedad en su conjunto. Y partir de verdad antes de que sea demasiado tarde. No se puede imponer la sordera intencionada. Escuchar, dialogar y aceptar las propuestas de otros constituyen un valor que se contrapone a la soberbia. Don Juan Mora y miles de chilenos así lo merecen.

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