La nueva forma de concebir el ahorro, la inversión y el empleo
Por José García Ruminot, senador por la Región de La Araucanía
4 de abril de 2014El proyecto de ley de Reforma Tributaria, según señala el programa de Gobierno, espera recaudar en régimen, tres puntos del PIB, es decir, en torno a los 8.200 millones de dólares a través del aumento gradual de un 20 a 25% del impuesto de primera categoría que pagan las empresas; reducir, también en forma gradual, la tasa máxima de los impuestos personales, del 40% actual a un 35% en el plazo de cuatro años; la eliminación del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT), entre otras materias.
Comparto los propósitos que se han tenido presentes para justificar esta reforma tributaria: financiar la reforma educacional; avanzar en programas de protección social, entre ellos, mejorar las pensiones y disminuir el déficit que presentan nuestras cuentas fiscales. Sin embargo, no pierdo de vista que la mejor forma de asegurar financiamiento a estas iniciativas es el crecimiento económico, y la mejor protección social para nuestra gente, es la creación de más y mejores empleos.
La reforma tributaria que se propone no es sólo un alza de impuestos, muy significativa por lo demás. Es también una nueva forma de concebir el ahorro de las empresas, la inversión y el fomento del empleo. Se propone, entre otras medidas, eliminar el fondo de utilidades tributarias (FUT), esto es, el mecanismo que permite legalmente postergar el pago del impuesto global complementario, mientras las utilidades no son retiradas y permanecen en las empresas alimentando el círculo virtuoso de mayor actividad económica y más y mejores empleos.
Esta propuesta de eliminar el FUT tiene el riesgo de que disminuyamos el ahorro, la inversión y la capacidad de crear empleos. Por ello, al momento de legislar, tendremos que ser especialmente cuidadosos para que esta reforma tributaria estimule el crecimiento económico y asegure los recursos fiscales para financiar iniciativas sociales, debidamente consensuadas y bien evaluadas.
Corremos el riesgo de hacernos un autogol y que, en lugar de recaudar más, afectemos el nivel de actividad económica; impidamos el buen crecimiento y desarrollo de las PYMES; disminuyamos el dinamismo en la creación de empleos y, finalmente, terminemos retrocediendo, sin poder cumplir las expectativas.