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Hay que establecer prioridades y no todo puede hacerse al mismo tiempo

Por Ricardo Lagos Weber, Presidente del Senado

22 de abril de 2016

Imagen foto_00000019Don Patricio cumplió 97 años con plena lucidez. Resalto la cifra porque su vida, su biografía, se funde con muchas décadas de desarrollo político, económico, social y cultural de nuestro país. El año en que nació Don Patricio concluyó la Primera Guerra Mundial, que significó el fin del antiguo régimen, la caída de un gran imperio y el inicio del proceso de cambios que desembocó en la modernidad.

 

En Chile, la democracia parlamentaria tocaba a su fin. La Constitución de 1925 fue el marco jurídico e institucional en que el joven abogado hizo sus primeras armas en la política. Destacado militante de la Falange y luego fundador de la Democracia Cristiana, presidió este Senado, en momentos en que Chile vivía una intensa confrontación ideológica.

 

El Presidente Aylwin fue un político. Es decir, un hombre dedicado a tomar decisiones que tienen efectos en la institucionalidad del país y en la convivencia cotidiana entre los chilenos. Tomó decisiones en momentos complejos. Será la historia quien juzgara dichas decisiones, pero podemos afirmar que siempre actuó de acuerdo a sus convicciones y valores.

 

El gran legado de don Patricio no pasa tanto por su vida partidaria o por su presencia en este Senado, que ciertamente fue muy importante, su gran legado  fue haber encabezado el proceso de transición a la democracia en nuestro país. El difícil transito del autoritarismo a la consolidación democrática.

 

Fue uno de los políticos más activos en la campaña del NO, como un primus inter pares, como líder de una coalición que se constituyó de manera más bien pragmática, para derrotar a la dictadura en las urnas, y de la que él fue el primer jefe político. Nadie que haya vivido esos años puede olvidar el emotivo discurso luego del triunfo del NO, ante una multitud que celebró el comienzo del fin de la dictadura que violó los derechos humanos, y que formuló una Constitución a su medida para trabar el libre ejercicio de la soberanía popular.

 

El Presidente Aylwin supo navegar en esas aguas. A él le debemos que esa coalición instrumental se convirtiera en una alianza política de largo plazo que gobernó Chile durante veinte años. Hemos sido la coalición política más exitosa en la historia de la República, por lo mucho que cambió el país a lo largo de nuestros gobiernos.

 

Recordemos lo que era Chile en 1990 prácticamente 4 de cada 10 chilenos vivía bajo la línea de la pobreza; 4 de cada 10 connacionales  eran pobres en Chile. La inflación era del 30% y que nuestros país tenía un magro PIB per cápita de apenas 2.700 dólares.

 

Ese es el país que Don Patricio comenzó a trazar. Cuando asumió el poder dijo, en el Estadio Nacional, que ha sido ampliamente mencionado: “Nuestro programa es vasto; los requerimientos son múltiples. Hay muchas necesidades largamente postergadas que esperan ser satisfechas. No podremos hacer todo al mismo tiempo. Deberemos establecer prioridades. Lo justo es empezar por los más pobres. Es mucha la gente con problemas. Daremos la primera prioridad a los que realmente son más necesitados”. Enfrentaba demandas sociales altísimas. Ante ellas, fue responsable económica y socialmente. Demostró que la Concertación era capaz de administrar el país y de ser exitosa tanto en el crecimiento de la economía como en la búsqueda de la equidad, con responsabilidad y sin populismo.

 

Quiero recalcar la vigencia de su frase: hay que establecer prioridades y que no todo puede hacerse al mismo tiempo.

 

El Presidente Aylwin asumió la pesada carga institucional que dejó instalada la dictadura y trabajó sin pausa por un país a la altura de sus habitantes. Bajo su Presidencia, tuvimos el primer informe acabado y preciso sobre las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, el Informe Rettig, un primer paso decisivo para asumir la violencia de la historia y conocer la verdad. Don Patricio fue capaz de gobernar y de imponer su autoridad en una democracia que destacaba más por los peligros autoritarios que la acechaban que por su solidez. Tuvo que lidiar con un Senado controlado por la oposición, debido a los senadores designados. Hubo que hacer frente a disruptivas maniobras militares instigadas por un Comandante en Jefe y con el hostigamiento de un Comandante en Jefe. Contra todo ello, el Presidente Aylwin y su coalición que lideraba fueron capaces de gobernar de acuerdo a las demandas de la ciudadanía y generar los espacios de entendimiento con la oposición de entonces.

 

En esos primeros años de los noventa, el país se reinsertó en la comunidad internacional, como una República orgullosa de sus tradiciones cívicas. El Presidente Aylwin fue el primero en combatir contra el profundo deterioro de la educación pública, a través del plan de las 900 escuelas y el Estatuto Docente que dignificó a los profesores en Chile  y otras iniciativas. Fue también el artífice, de la primera reforma tributaria en democracia, que buscaba el mismo objetivo de la que hicimos en este gobierno: brindar al Estado las herramientas necesarias para combatir la pobreza y la desigualdad. Creó el Servicio Nacional de la Mujer, la Comisión Nacional de Asuntos Indígenas y la Primera Ley Ambiental. Todo esto en los años de transición a la democracia. Suscribió los primeros acuerdos de libre comercio, signos claros de que el país superaba el aislamiento internacional.

 

Encuentro que es una herencia maciza para cuatro años de gobierno y sobre todo un gobierno de transición. Y de ella mantenemos nítidamente la imagen del hombre ponderado que ejercía su autoridad conforme al mandato que le entregó el pueblo, que ordenó a una coalición muy diversa y que logró afianzar un régimen democrático amenazado por la tentación autoritaria de quienes perdieron el poder.

 

Revisitando lo que fue el gobierno de Don Patricio, con sus enormes demandas sociales y de justicia por una parte así como las severas restricciones de recursos, y así, como restricciones políticas por otro, creo que debemos estar orgulloso como chileno de lo que hicimos como sociedad en esos años. Pocas veces en la historia el capital político de una coalición y de un gobernante fue tan bien utilizado y tan determinante para el futuro de un país. Los grandes desafíos del presente, gratuidad reforma laboral salud ud. Nómbrelos, nos lo podemos plantear hoy día por lo realizado en aquel entonces, en esos cuatro años claves de transición.

 

El juicio de la historia siempre es complejo. Con todo, si algo importante ocurrió en las últimas décadas fue la recuperación de la democracia y de la gobernabilidad en Chile a partir del gobierno de Don Patricio Aylwin. Y en ese momento tuvimos un líder equilibrado, con sentido de la autoridad, con firmes convicciones democráticas, que supo encontrarse con la ciudadanía y ganarse su respeto, el cariño de la gente que lo ha despidió en las calles estos días y el respeto y el cariño de quienes hoy le rendimos homenaje como uno de los grandes estadistas de la historia de Chile.

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