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  El Senado fue precursor del sentido republicano de la transparencia y terminó con el secretismo en Chile

  Por Sergio Romero ex senador por la Región de Valparaíso

12 de marzo de 2010

ImagenEsta no es una despedida, ya que nadie se despide de la política. Yo diría que, más bien, mis palabras están dirigidas a un reconocimiento para una institución republicana tan especial y tan destacada, como es el Senado de la República, el cual tuve el honor de presidir en dos períodos diferentes.

Siento que este Senado, nos dio la oportunidad de poder participar de su institucionalidad en estos 20 años. De poder participar y cumplir con un objetivo central que no fue, ni más ni menos, que el haber hecho posible una transición política ejemplar para este país.

Y yo sitúo a la institución del Senado como el eje central que hizo posible y que hizo realidad esta suerte de ejemplaridad.

No son siempre ejemplares los actos en que participamos los que abrazamos la actividad política. Sin embargo, en esta ocasión, el Senado como institución, todos los Senadores, los que están al frente, los que están en el centro y los que están en estas bancas y, en su oportunidad, los que se denominaron institucionales, hicieron posible que en este lugar de encuentro, de grandes acuerdos, se posibilitara el transcurrir una transición ejemplar.

Yo me siento muy satisfecho -como deben sentirse todos los colegas que junto conmigo dejamos el Senado el 10 de marzo último, satisfecho, porque, en definitiva, pensamos en Chile y porque, en definitiva, hicimos posible algo que se veía difícil y complejo. Fue necesario hacer sacrificios por parte de todos.

Yo recuerdo ese debate ríspido y áspero cuando se aprobó en un Congreso Pleno la reforma constitucional que facultaba al Presidente de la República -al entonces Presidente Patricio Aylwin- para conceder los indultos, y cómo para muchos de nosotros fue muy difícil el poder hacer el esfuerzo de participar en un gesto que a veces no sentimos correspondido, para después lamentar el asesinato de un hombre de nuestras filas.

¡Esa fue la transición chilena, llena de dificultades, de complejidades, pero también llena de satisfacciones!

¡Cómo no decir aquí cuán importantes fueron los grandes acuerdos en materias tributarias en ese mismo Gobierno o en otras materias, como en la reforma de la justicia, en donde, junto a la senadora Soledad Alvear -entonces Ministra de Justicia- y el entonces Presidente Eduardo Frei, hicimos un esfuerzo enorme para que, muchas veces con la incomprensión del momento, pudiéramos sostener un cambio que era fundamental y en donde participaran, en un equilibrio más racional, los distintos Poderes del Estado!

Chile se ha caracterizado por tener una institucionalidad política que está muy marcada -y yo siento que no es malo eso, pero cuando se exageran esas cosas sí se convierte en un reparo- de que el Ejecutivo tenga tantas facultades como las que tuvo en su época y cuando nosotros iniciamos nuestro trabajo y que poco a poco se fue temperando y se fue buscando soluciones para poder lograr grandes balances y grandes equilibrios.

¡Cómo no recordar los acuerdos para hacer posible la modernización de las sanitarias, o de los puertos, y de poder posibilitar finalmente una reforma constitucional que permitió, el año 2005, establecer el fin de lo que yo he denominado "el proceso a la transición"!

¡No fue fácil!  Siempre hay opiniones divergentes o concordantes respecto de determinadas posiciones. Pero no cabe la menor duda que fue  en este Senado, en donde a través de dos proyectos de reformas constitucionales: unas originadas en las bancadas de la Concertación y otra en las nuestras de RN y la UDI  fue que pudimos hacer posible esa gran reforma constitucional del año 2005. Una reforma que legitimó la Constitución de 1980.

Este Senado de 1990 ha sido un Senado fundacional. Y ha sido fundacional porque, efectivamente, permitió que la institucionalidad fuese la que hoy día existe en este país la que realmente nos diese esa transición ejemplar.

¡Pero no fue solamente fundacional, sino que también este Senado fue un Senado precursor! Y, curiosamente, un grupo de historiadores a quienes le habíamos encomendado una obra para completar el trayecto de lo que fue el Senado de 1990 hasta el Senado del Bicentenario, reconoce también la característica de Senado fundacional y de Senado precursor.

Y precursor, ¿en qué sentido? Este Senado hoy día tiene la autoridad de decir que aquí, en su interior, nosotros dimos los primeros chispazos de lo que fue y ha sido una de las cuestiones más avanzadas en cualquier república democrática. ¡El sentido republicano de la transparencia fue establecido en este Senado! Y yo reclamo para este Senado y para esta Corporación el derecho de decir que nosotros somos fundantes y somos precursores en materia de transparencia.

En este Senado, se terminó el secretismo en Chile

¡En este Senado se aprobaron las normas del artículo 8° de la reforma constitucional del año 2005!

¡Y en este Senado se patrocinaron y se aprobaron las normativas de transparencia que los senadores Hernán Larraín y Jaime Gazmuri plantearon en su oportunidad!

Tenemos derecho a reclamar que este Senado ha sido un Senado fundante y ha sido un Senado precursor. Y, por ello, yo quiero agradecer la posibilidad de haber participado en esta institucionalidad republicana.

Quisiera, naturalmente, hacer un reconocimiento a los funcionarios del Senado, que en todo momento han hecho un planteamiento de transparencia también y de eficacia en su trabajo.

También quisiera decir que aquí hemos tenido dificultades, confrontaciones. Todas pueden haber sido probablemente momentos difíciles. Pero no tengan ninguna duda que no existió nunca un sentido de agravio personal o de una inquina de ninguna especie, sino, simplemente, la expresión de un sentimiento que se expresa con más fuerza o con menos fuerza.

Yo estoy seguro de que aquí ha habido una convivencia extraordinaria, que también quiero agradecer. Y esta convivencia hace posible que esta Cámara tenga la capacidad y la voluntad de entenderse, de acoger los planteamientos de unos y de otros. Y siento que eso no lo debemos perder jamás.

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