Dignidad de los trabajadores y el salario mínimo
Por Camilo Escalona, Presidente del Senado
13 de julio de 2012Las desafortunadas declaraciones de la senadora Ena von Baer, de "funar" a los parlamentarios opositores entregando sus direcciones para que así ocurra, que se suman a otras muchas más de ministros o parlamentarios del actual gobierno señalan que, en algunos personeros, el tema del trato y del respeto mutuo se observa de manera enteramente unilateral; es decir, cuando al interesado le afecta exige que se le considere con entero resguardo y cuidado de su dignidad personal; en cambio, cuando se trata de los demás, de sus interlocutores o adversarios políticos, entonces se puede usar la ofensa, la descalificación e incluso la amenaza; o sea, no se acepta que el otro piense distinto.
Es lo que ha ocurrido con la discusión del salario mínimo en las últimas semanas. La autoridad en el poder no ha escatimado ni métodos ni esfuerzo para doblegar la posición de quienes opinan diferente, incluyendo en sus ataques al propio líder del partido del Presidente de la República.
Esta intolerancia es inaceptable.
Dado que en su sano juicio nadie puede opinar que una familia puede vivir dignamente con 193 mil pesos mensuales, como insiste la propuesta del gobierno; más aún cuando la autoridad que propone lo anterior señala que esa cifra obedece a que si el salario mínimo fuere mayor se perdería un número impactante de empleos. En otras palabras, estamos ante un tema perfectamente opinable; en el cual así como ese criterio hay otros distintos. Sobre todo en un país como Chile, en que la violación de las leyes laborales y la debilidad del movimiento sindical afecta severamente la capacidad de negociación colectiva de los trabajadores. Por ello, destacados estudiosos del ámbito laboral sostienen que la fijación por ley de este salario mínimo es muy importante para una parte sustantiva de las personas que viven como empleados o empleadas de un determinado empresario, dado que normalmente no pueden acceder a una negociación en su empresa o industria, porque allí eso simplemente es imposible.
Entonces, ¿Por qué tanta intolerancia, por qué lanzar tantas amenazas y descalificaciones?; ¿Por qué la llamada UDI-popular, se desdice en este aspecto esencial para la remuneración de los trabajadores de todo su discurso populista? Son muchas las razones, pero en mi opinión una esencial, para la autoridad es fundamental mantener una fuerza de trabajo de bajo costo, es decir, una mano de obra barata que le permita inflar artificialmente sus publicitadas cifras de creación de empleos, que no son sino trabajos precarios y sin dignidad, como hoy el país podría entregar.
El gobierno vive de anuncios, no de hechos; de palabras no de realidades, de promesas que no se cumplen, por eso prefiere que se abulten las cifras, para vivir en el autoengaño de sueños inalcanzables. Sus parlamentarios lamentablemente se incluyen en ese divorcio con la realidad, carecen de opinión crítica para advertir que el problema de Chile es la fractura social que se ensancha y agrava y no la comparación con los porcentajes de reajuste de las administraciones anteriores.
Como la razón no les acompaña caen en el exabrupto y el lenguaje destemplado. Qué lástima que la autoridad económica no ejerza para el país, sino que sólo para sus afanes de exhibición mediática.