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Derechos y responsabilidades

Por Manuel José Ossandón, senador por la región Metropolitana

30 de octubre de 2014

Imagen foto_00000019Para construir una sociedad con una base de derechos más amplia, debemos a la vez edificar una sociedad de responsabilidades y deberes. La expansión de los derechos no será posible sin que nos hagamos cargo de mejor forma de nuestras responsabilidades hacia el resto de la sociedad.

 

Comparto la preocupación por expandir la sociedad de derechos. Destaco la demanda por acceso a una educación de calidad y a una salud que se condiga con nuestro exitoso desarrollo económico. Pero echo de menos, por ejemplo, una política de vivienda focalizada no solo en la cantidad de viviendas construidas, sino en la calidad de la vida familiar que se vive en ella. También quisiera que la protección del medio ambiente no se limitara a la protección de parques nacionales. Ninguno de nuestros bellos parques nacionales tiene más uso que los parques y plazas de nuestras ciudades.

 

Pero aunque celebro el énfasis en crear una sociedad de derechos, veo con preocupación que no pongamos el mismo esfuerzo en los deberes que estos derechos llevan aparejados. Es cierto que en su proyecto de reforma tributaria el Gobierno justificó el aumento de tributos a partir de un discurso de deberes, argumentando que los que más tienen deben contribuir más. Aquellos que tenemos valores cristianos nos sentimos identificados con el llamado a no olvidarnos de los que menos tienen. Pero los deberes en una sociedad no se limitan al pago de impuestos, y ciertamente no se restringen solo a los que más tienen.

 

Así, por ejemplo, el reciente atentado terrorista nos recuerda que todos tenemos la responsabilidad de estar atentos para evitar que los violentistas impongan la cultura del miedo. En los días posteriores al bombazo hubo decenas de llamadas al 133 alertando falsamente sobre bombas en lugares públicos. Estas pitanzas resultan onerosas para el erario público, desvían recursos que debieran ser usados en garantizar la seguridad de los ciudadanos y someten a innecesarias exigencias a las fuerzas de seguridad. Entre 2010 y 2013, el 80% de los casi 13 millones de llamadas realizadas al 133 resultó ser inoficiosa. Como una primera respuesta a este problema, he presentado un proyecto de ley que permita a Carabineros identificar el origen de esas llamadas para proceder a multar las pitanzas. Y también, aprovechando la tecnología disponible, posibilitar que Carabineros identifique rápidamente el lugar desde donde se realizan las llamadas para ir en auxilio cuando efectivamente existan emergencias. Este proyecto de ley busca ampliar el resguardo de la seguridad, y al mismo tiempo terminar con el abuso de quienes bromean con lo que no corresponde.

 

En el debate sobre educación, por su parte, lamentablemente se habla mucho más de derechos que de deberes. Desde estudiantes que demandaban educación gratuita hasta padres que marchan defendiendo su derecho a elegir el colegio para sus hijos, hay muchos que están dispuestos a salir a la calle en defensa de aquello que consideran sus derechos. Pero hay menos personas -y aún menos políticos- que se animan a hablar de los deberes que tenemos en materia educacional.

 

El respeto a las autoridades y las instituciones -que incluye el respeto a los profesores y carabineros- es esencial en una sociedad democrática. Así como la obligación del Estado es garantizar una educación de calidad para todos, la obligación de los estudiantes es ofrecer su mejor esfuerzo en su desempeño educacional; la de los padres es asegurarse de que los hijos estudien; la de las escuelas es cumplir con su tarea de educar, y la de los profesores es poner todo de su parte para que los estudiantes se eduquen en todos los ámbitos del saber y crezcan en su desarrollo personal.

 

Si comprendemos que el cumplimiento de nuestros deberes para con los demás es la primera forma de construir una sociedad más justa y solidaria, avanzaremos varios pasos en la búsqueda de un desarrollo más solidario e inclusivo.

 

Aquí no existe ninguna exageración. En las democracias saludables las personas conocen y ejercen sus derechos, pero también se hacen cargo de sus deberes. Para construir una sociedad de derechos más amplia e inclusiva debemos hablar sin miedo y responsablemente de cuál es el aporte que la sociedad espera de cada uno de nosotros. La expansión de los derechos no será posible sin que nos hagamos cargo de la deuda natural que como individuos tenemos hacia la sociedad de la que formamos parte.

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