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Chile merece una segunda oportunidad

Por Manuel José Ossandón, senador por la Región de Metropolitana de Santiago

16 de abril de 2014

Imagen foto_00000019Es uno de los más devastadores incendios de la historia de Valparaíso, tanto que transcurridos los días aún no podemos hablar de él en pasado y seguramente pasará mucho tiempo antes de poder hacerlo. Pero las imágenes que nos deja la terrible postal del fuego en los cerros porteños no es nueva. De hecho, parece repetirse cíclicamente y nos invita a sacar de ella lecciones que, hasta el momento, nos hemos negado a aplicar.

 

Y no hablo exclusivamente de los incendios que cada año azotan a dicha zona, sino que de todo lo que trae implícito emplazar casas en lugares no aptos para eso. De hecho, en mi labor como alcalde de Puente Alto me tocó hacerle frente a esta situación que trae aparejadas varias complicaciones y, aunque no hubo fuego de por medio, las semejanzas estaban a la orden de día.

 

Es que los cerros de Valparaíso se parecen mucho a Bajos de Mena. Yo he dicho que los cerros porteños son una especie de Bajos de Mena 2, o al revés Bajos de Mena es una réplica de Valparaíso. Viendo y sufriendo la catástrofe en la ciudad porteña, los recuerdos de uno de los mayores guetos de pobreza que enfrenté como edil puentealtino afloran de inmediato.

 

Partamos de la base de que en ambas zonas las construcciones son ligeras y vulnerables, aunque las carencias van muchísimo más allá. Ambos son lugares sin colegios, supermercados, farmacias, hospitales, servicios básicos, con malas vías de acceso, sin hospitales, sin servicios básicos para vivir con dignidad. O sea, adolecen de todo lo que les da la calidad de vida a mucha gente que cumplen el sueño de tener su hogar no el lugar donde quieren, sino que sencillamente “donde pueden”.

 

¿Se puede solucionar esto de un momento a otro? La verdad es que no, pero al menos se puede solucionar, de eso no me cabe duda alguna. De hecho, el mismo ejemplo de Bajos de Mena me hace ser un convencido de que pobladores de lugares como éstos, con tantas carencias, merecen una segunda oportunidad.

 

Lo hicimos nosotros desde la alcaldía de Puente Alto donde, a través del “Programa de Recuperación de Condominios Sociales: Segunda Oportunidad”, impulsado por el gobierno de Sebastián Piñera, conseguimos darle un giro a la vida de mucha gente.  En su implementación me hice un convencido de que ésta era una buena herramienta para devolverle la dignidad a tanta gente que no le quedó otra que “vivir donde puede”.

 

Vi como se desarrollaba en Quilicura, Viña del Mar y Rancagua y viví de cerca cómo se llevaba a la práctica en Bajos de Mena de Puente Alto. Allí fue testigo presencial de la postulación al beneficio de tantos que recibieron una vivienda en condominios sociales críticos y que, voluntariamente, optaron a este subsidio que les permitía adquirir otra casa.

 

También observé cómo los propietarios podían tener un beneficio de hasta 700 UF para salir de dicho lugar comprando otra propiedad, mientras que arrendatarios tenían a disposición los programas tradicionales de vivienda y un bono de traslado y de apoyo al arriendo de hasta 46 UF. Y como los “tomadores” podían postular a los programas del MINVU.

 

O sea, apoyo integral para todos, incluso para los que optaban por quedarse. Claro, pues la demolición de esos blocks daba paso a la construcción de áreas verdes y equipamiento en los terrenos liberados.

 

Por todo lo anterior, se ve una luz de esperanza debajo de tanta ceniza. Soy un convencido de que Valparaíso merece una segunda oportunidad para levantarse y que las autoridades también la merecen para resarcirse de los errores del pasado. Este incendio -con todas las desgracias que acarreó- puede ser el punto de quiebre o de inflexión para que Chile comience a cambiar sus políticas habitacionales y organicemos ciudades para las personas, que vivan con la estimación que todos merecen.

 

En manos de todos está que nuestro país tenga una segunda oportunidad de levantarse y planificar viviendas honorables para la gente que hoy está devastada por una tragedia que algo nos tiene que enseñar.    

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