Click acá para ir directamente al contenido
REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 369ª
Sesión 135ª, en miércoles 9 de marzo de 2022
Especial
(Celebrada presencial y telemáticamente, de 16:17 a 20:12)
PRESIDENCIA DE SEÑORA XIMENA RINCÓN GONZÁLEZ, PRESIDENTA,
Y SEÑOR JORGE PIZARRO SOTO, VICEPRESIDENTE
SECRETARIO, EL SEÑOR RAÚL GUZMÁN URIBE, TITULAR
____________________
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
I. ASISTENCIA
Asistieron presencialmente las señoras y los señores:
--Allende Bussi, Isabel
--Alvarado Andrade, Claudio
--Aravena Acuña, Carmen Gloria
--Araya Guerrero, Pedro
--Bianchi Chelech, Carlos
--Carvajal Ambiado, Loreto
--Chahuán Chahuán, Francisco
--Coloma Correa, Juan Antonio
--De Urresti Longton, Alfonso
--Durana Semir, José Miguel
--Ebensperger Orrego, Luz
--Elizalde Soto, Álvaro
--Galilea Vial, Rodrigo
--García Ruminot, José
--García-Huidobro Sanfuentes, Alejandro
--Girardi Lavín, Guido
--Goic Boroevic, Carolina
--Guillier Álvarez, Alejandro
--Insulza Salinas, José Miguel
--Kast Sommerhoff, Felipe
--Lagos Weber, Ricardo
--Latorre Riveros, Juan Ignacio
--Letelier Morel, Juan Pablo
--Montes Cisternas, Carlos
--Moreira Barros, Iván
--Muñoz D´Albora, Adriana
--Navarro Brain, Alejandro
--Órdenes Neira, Ximena
--Ossandón Irarrázabal, Manuel José
--Pizarro Soto, Jorge
--Prohens Espinosa, Rafael
--Provoste Campillay, Yasna
--Pugh Olavarría, Kenneth
--Quintana Leal, Jaime
--Quinteros Lara, Rabindranath
--Rincón González, Ximena
--Sabat Fernández, Marcela
--Sandoval Plaza, David
--Soria Quiroga, Jorge
--Van Rysselberghe Herrera, Jacqueline
--Von Baer Jahn, Ena
Concurrieron, además, presencialmente, los Ministros Secretario General de la Presidencia, señor Juan José Ossa Santa Cruz, y Secretario General de Gobierno, señor Jaime Bellolio Avaria.
Actuó de Secretario General el señor Raúl Guzmán Uribe, y de Prosecretario, el señor Roberto Bustos Latorre.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 16:17, en presencia de 29 señoras Senadoras y señores Senadores.

La señora RINCÓN (Presidenta).- En el nombre de Dios y de la Patria, se abre la sesión.
Vamos a suspender la sesión por cinco minutos.
)------------(
--Se suspendió a las 16:17.
--Se reanudó a las 16:21.
)------------(

La señora RINCÓN (Presidenta).- Continúa la sesión.
III. CUENTA

La señora RINCÓN (Presidenta).- Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretaría.
El señor BUSTOS (Prosecretario) da lectura a la Cuenta, la cual, por ser un documento oficial, se inserta íntegramente y sin modificaciones.
Tres Mensajes de S. E. el Presidente de la República.
Con el primero, inicia un proyecto de ley que promueve y regula el ejercicio del derecho de reunión pacífica en espacios públicos (Boletín N° 14.843-07).
--Pasa a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 77 de la Carta Fundamental, se manda poner en conocimiento de la Excelentísima Corte Suprema.
Con el segundo, retira la urgencia asignada para el despacho del proyecto de ley que modifica los requisitos de ingreso a carreras de pedagogía, establecidos en el artículo 27 bis de la ley N° 20.129 y en el artículo trigésimo sexto transitorio de la ley N° 20.903 (Boletín Nº 14.151-04).
Con el tercero, hace presente la urgencia, calificándola de "discusión inmediata", para la tramitación del proyecto de ley que establece el Día Nacional del Futbolista y la Futbolista Amateur (Boletín N° 11.328-24).
--Se tiene presente la calificación y el retiro y se manda agregar los documentos a sus antecedentes.
Oficios
De la Honorable Cámara de Diputados
Con el que comunica que aprobó el proyecto de ley de Patrimonio Cultural (Boletín N°12.712-24).
--Pasa a la Comisión de Educación y Cultura, y a la de Hacienda, en su caso.
Del Excelentísimo Tribunal Constitucional
Comunica y remite resolución dictada en el proceso Rol N° 12305-21 INC, sobre proceso de inconstitucionalidad iniciado de oficio por el Tribunal Constitucional respecto del artículo 299 N° 3, del Código de Justicia Militar.
--Se toma conocimiento.
Remite resoluciones dictadas en procedimientos de inaplicabilidad por inconstitucionalidad, respecto de las siguientes disposiciones:
-artículo 234, inciso primero, del Código de Procedimiento Civil (Rol N° 12722-22 INA).
-artículos 4°, inciso primero, de la Ley N° 19.886, de Bases sobre Contratos Administrativos de Suministro y Prestación de Servicios; y 245 bis del Código del Trabajo (Rol N° 12829-22 INA).
-artículos 5°, de la Ley N° 19.853, que crea una bonificación a la contratación de mano de obra en las regiones I, XV, XI, XII y provincias de Chiloé y Palena; y, 495, inciso final, del Código del Trabajo (Rol N° 12763-22 INA; Rol N° 12764-22 INA; Rol N° 12778-22 INA).
-artículo 1°, inciso segundo, de la Ley N° 18.216 (Rol N° 12706-22 INA; Rol N° 12706-22 INA).
--Se remiten los documentos a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
Remite copias de sentencias pronunciadas en los requerimientos de inaplicabilidad por inconstitucionalidad referidos a los siguientes preceptos legales:
-artículo 3°, incisos cuarto, sexto y octavo, del Código del Trabajo (Rol N° 11124-21-INA; Rol N° 11353-21-INA; Rol N° 11385-21-INA; Rol N° 11580-21-INA; Rol N° 11624-21-INA).
--Se manda archivar los documentos.
Del señor Ministro del Interior y Seguridad Pública
Remite respuestas a solicitud del Honorable Senador señor Navarro, relativa a la salud mental de los funcionarios policiales, tanto de Carabineros de Chile como de la Policía de Investigaciones.
Del señor Ministro de Bienes Nacionales
Atiende solicitud de la Honorable Senadora señora Órdenes, sobre el catastro de Bienes Nacionales Protegidos.
De la señora Directora de Presupuestos
Hace llegar listado de información que los distintos Servicios deben remitir a la Dirección de Presupuestos, en el marco del proceso correspondiente al Primer Informe Trimestral de Dotación de Personal 2022.
--Se toma conocimiento y quedan a disposición de Sus Señorías.
Moción
De los Honorables Senadores señor García Huidobro, señoras Órdenes y Provoste y señores Coloma y Ossandón, con la que inician un proyecto de ley que modifica la Ley de Concesiones de Obras Públicas, en lo relativo al pago de peajes en caso de congestión vehicular (Boletín N° 14.842-09).
--Pasa a la Comisión de Obras Públicas.
Comunicaciones
De la Comisión Especial sobre Recursos Hídricos, Desertificación y Sequía, mediante la cual comunica que acordó solicitar a la Sala eximir del trámite de Comisión al proyecto de acuerdo Boletín N° S 2.148-09, de los Honorables Senadores señoras Muñoz, Allende y Provoste, y señores Castro y Elizalde, que modifica el Reglamento del Senado para establecer con carácter de permanente la Comisión Especial sobre Recursos Hídricos, Desertificación y Sequía, actualmente radicado en la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento de esta Corporación.
--Se toma conocimiento y si le parece a la Sala, se accede a lo solicitado.
Del Honorable Senador señor Girardi, mediante la cual informa que los Honorables Senadores señor Quintana y señora Carvajal, asumirán, desde el día de hoy, la jefatura y subjefatura, respectivamente, del Comité del Partido por la Democracia e Independientes.
--Se toma conocimiento.

El señor BUSTOS (Prosecretario General y Tesorero).- Sería todo, Presidenta.
Muchas gracias.

La señora RINCÓN (Presidenta).- A usted, señor Prosecretario.
Señor Secretario.
IV. ORDEN DEL DÍA


DESPEDIDA DE SENADORES Y SENADORAS CON MOTIVO DEL TÉRMINO DE SU PERÍODO EN EL CARGO

El señor GUZMÁN (Secretario General).- Gracias, señora Presidenta.
Buenas tardes.
Conforme a los acuerdos de Comités, adoptados con fecha 7 de marzo del presente año, se dispuso citar a sesión especial el jueves 10 de marzo, de 15 a 19 horas, con la finalidad de realizar la ceremonia de despedida de las señoras Senadoras y los señores Senadores que dejan su cargo parlamentario, por concluir su respectivo período legislativo.
Se hizo presente que para el uso de la palabra las señoras Senadoras y los señores Senadores dispondrán de diez minutos para expresar su discurso de despedida.

La señora RINCÓN (Presidenta).- Gracias, señor Secretario.
Antes de entregarles la palabra a los Honorables Senadores y Senadoras, le damos la palabra al Ministro Ossa.

La señora ALLENDE.- ¿Puede repetir? No se escucha lo que dice el Secretario.

La señora RINCÓN (Presidenta).- Perfecto, vamos a repetir de inmediato. Pero el acuerdo es que cada una de Sus Señorías que van a despedirse tiene derecho aproximadamente a diez minutos para poder intervenir.
El Ministro Ossa nos había pedido la palabra antes de continuar con la ceremonia; así es que, señor Ministro, tiene usted la palabra.

El señor OSSA (Ministro Secretario General de la Presidencia).- Muchas gracias, Presidenta. Le agradezco que me permita intervenir primero, porque naturalmente las despedidas que realmente importan son las de ustedes, los Senadores.
Quisiera tomarme unos pocos minutos para agradecerle, primero, al Presidente de la República, por haberme permitido servir a Chile en momentos tan difíciles; quisiera agradecerles a mis compañeros de gabinete, partiendo por mi buen amigo Jaime Bellolio; a todos quienes trabajan en la Segprés, Max, la Cony, Sebastián Sotelo, Fernanda Garcés y todo este equipo, porque la verdad es que se ha sacado la mugre estos cuatro años. Cuatro años en los cuales nos tocó gobernar en momentos especialmente difíciles. Realmente vimos una crisis social nunca vista en muchos años en nuestro país; una pandemia que agobió al mundo. Pero, así y todo, creemos que nos dimos por entero y nos vamos satisfechos.
Quiero agradecerles a los Senadores de Chile Vamos, a mis amigos y compañeros de Chile Vamos, a todos y cada uno; pero, especialmente, a aquellos que en momentos difíciles apoyaron al Gobierno con votaciones particularmente impopulares. Les agradezco eso profundamente, también en representación especial del Presidente.
Además, quisiera agradecerles a muchos amigos y amigas de Oposición con quienes generamos afectos. Y uso la palabra "afectos", porque no tenemos que tenerle miedo a querernos, a mirarnos a los ojos, ya que eso no es una cocina: es ser amigos encaminados a buscar el diálogo.
Quiero, por cierto, agradecerles a las distintas Mesas con las que me tocó trabajar; pero, especialmente, Presidenta, a la que usted preside acompañada del Senador Pizarro. Y a la Secretaría, encarnada por Raúl Guzmán, pero que cuenta con tantos otros funcionarios; y naturalmente agradecerles a mis amigos de la cafetería con quienes nos vamos a despedir en unos pocos minutos más.
Termino estas palabras haciendo un llamado al próximo Senado. Espero que se trate más de legislar que de interpelar y acusar. Nosotros, cuando seamos Oposición, vamos a jugar un rol distinto al que muchas veces encontramos; siempre contribuiremos al diálogo y a la amistad cívica.
Obviamente no hicimos todo bien. Pero puedo asegurarles que nos dimos por entero, y siempre pensamos en el que nos parecía era el bien de Chile.
Le agradezco a la prensa. Y, por supuesto, a mi padre, Juan Luis, y mi madre, Lucía, quienes me inculcaron que los que hemos nacido con privilegios debemos devolverlos a la sociedad. Les agradezco a mis hermanos, Francisco y Juan Luis; pero sobre todo a Carmen, mi mujer, que me acompañó durante estos cuatro años. Espero que mis hijos Juan José, Manuel y Estela me perdonen por el tiempo que les quité, y cuando miren hacia atrás piensen que valió la pena.
Gracias, Presidenta.
(Aplausos en la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Gracias, Ministro Ossa, por sus palabras.
Las acogemos a nombre de todos y de cada uno de los miembros de la Corporación.
Tiene la palabra el Senador Rabindranath Quinteros. Colega, puede usted iniciar su discurso.

El señor QUINTEROS.- Gracias, Presidenta.
Queridas colegas, estimados colegas...

La señora RINCÓN (Presidenta).- Senador, perdón que lo interrumpa. Me estaban preguntando si no prefiere hablar desde la testera, desde el micrófono del podio.

El señor INSULZA.- Vaya, vaya. ¡Que vaya, que vaya!
(Aplausos en la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Perdón por interrumpirlo, pero me pareció correcto.

El señor QUINTEROS (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Queridas colegas, estimados colegas, al momento del balance y de la despedida de este período que culmino como Senador de la República por la Región de Los Lagos, es inevitable ampliar la mirada hacia las últimas décadas de las que he sido testigo. Hoy es más o menos evidente que Chile y el mundo viven una crisis, un verdadero cambio de época, donde se manifiestan, al mismo tiempo, enormes oportunidades, principalmente a partir del desarrollo científico y tecnológico; pero también amenazas y desafíos gigantescos, que demandan una nueva gobernanza.
Una de las características de este tiempo es el clima de crispación y enfrentamiento que impera en todas las esferas, especialmente en la política. Los acuerdos se hacen muy difíciles; prima la tendencia a anteponer algún factor identitario por sobre nuestros elementos comunes. Las diferencias se exacerban, mientras las confianzas mutuas se diluyen.
Hace treinta y dos años, cuando recibí el llamado del Presidente Patricio Aylwin para asumir como Intendente de la Región de Los Lagos, también vivíamos un cambio histórico a nivel global y de país, pero la disposición era otra. Queríamos dejar atrás un período traumático; por lo tanto, se trataba de aportar a un apaciguamiento de los espíritus y al despliegue de todas las capacidades de la región, para posibilitar su desarrollo y la satisfacción de necesidades básicas de la población.
Creo que con el apoyo de la gran mayoría de los chilenos esto se logró en buena parte, y millones de personas pudieron salir de la pobreza, mejorar su calidad de vida y progresar en paz y con normalidad. Es innegable que quedaron problemas pendientes. Algunos incluso cobraron más fuerza, mientras que otros temas nuevos fueron tomándose la agenda de la mano de la nueva sociedad que habíamos construido y de la nueva cultura que fue imponiéndose.
Recorro estos algo más de treinta años y me siento orgulloso, satisfecho de lo avanzado.
¡Hay una diferencia abismante entre el país de antes y el de después! Pero no puedo ocultar mi preocupación por el futuro, no por la magnitud de los desafíos, sino por las debilidades de la política, de la democracia y de las instituciones, que son las llamadas a construir las respuestas que demanda el país.
Acostumbrado en mi paso como intendente y como alcalde a medir los avances en función de obras concretas, como escuelas, caminos, consultorios, etcétera, en estos ocho años como Senador aprendí a valorar el profundo poder transformador de la ley, que se expresa en políticas públicas que auxilian o mejoran la vida de las personas, y a veces de manera inmediata, como ocurrió con el IFE y la Pensión Garantizada Universal, o antes con la incorporación de la gratuidad en la educación superior.
Desde la Comisión de Salud, donde participé estos últimos cuatro años, sacamos adelante muchos proyectos, como la Ley del Cáncer, la de atención preferente del adulto mayor, la Ley Dominga, la que regula las alzas unilaterales de las isapres y, ahora último, la denominada "Ley de Fármacos II", que acaba de culminar su tramitación. ¡Todas estas leyes tienen por propósito humanizar la atención de salud y asegurar a las personas el acceso efectivo a las prestaciones que requieren!
Por otro lado, respondiendo a la vocación pesquera de la región que hasta hoy represento, me enfoqué desde la Comisión de Pesca, que presidí varios años, en ayudar a resolver los problemas que aquejan a los pescadores artesanales y los desafíos ambientales y laborales que presenta la actividad acuícola. Fruto de este trabajo son las leyes sobre mitílidos y caletas, el proyecto de ley bentónica, la creación del Indespa y la reforma de Sernapesca.
Lamentablemente, no fue posible avanzar en devolverle legitimidad a la institucionalidad pesquera, fuertemente cuestionada por la Ley de Pesca aprobada el año 2013; pero logramos construir, con la participación de pescadores, un proyecto sobre modificación que está próximo a ser despachado por el Senado.
En cuanto a la descentralización, que ha sido una bandera que he sostenido desde que entré al servicio público, estoy especialmente satisfecho de haber impulsado, desde la Comisión de Gobierno, el diseño de un nuevo modelo de transferencia de competencias a los gobiernos regionales y la aprobación de la elección directa de gobernadores regionales.
Sabíamos que faltaban atribuciones y recursos; pero siempre insistimos en que dichas leyes eran el comienzo de un proceso y no su término, lo que se está comprobando con el impulso y presencia que han cobrado los gobernadores regionales en muchas decisiones que deben tomarse en los territorios.
Un foco permanente de mi trabajo fue enfrentar los principales problemas que afectan a la agricultura, la ganadería, la acuicultura, el turismo e infraestructura; y la situación de los trabajadores, como profesores, asistentes de la educación; manipuladoras de alimentos; funcionarios municipales, de la salud, y trabajadoras de plantas de proceso, entre otros.
En el plano político, siempre nos jugamos por el perfeccionamiento de nuestra democracia y la plena igualdad de las personas. Así, se aprobaron proyectos de ley para erradicar todo tipo de discriminaciones y se puso fin al sistema binominal. De hecho, solo pasado mañana, cuando asuman los nuevos Senadores, se habrá completado este proceso que tanto costó, pero que hoy se ve amagado por propuestas que limitan la proporcionalidad de la representación en este Congreso Nacional.
Sin embargo, de todas las normativas a las que concurrí con mi voto, las más trascendentes sin duda son las reformas que permitieron abrir paso al plebiscito y al proceso constituyente actualmente en marcha.
Sabíamos que el Senado podía ser cuestionado. Justificada en parte, la opinión pública tiene un juicio muy crítico de esta y de prácticamente la totalidad de las instituciones.
Corresponde a los actores políticos, en especial a los convencionales, identificar el verdadero origen de los problemas que nos han llevado a esta crisis. La hoja en blanco que se acordó no era para demolerlo todo, sino para contar con la libertad suficiente para tocar las teclas que había que tocar.
Por supuesto, tienen todas las atribuciones para proponer el proyecto que estimen conveniente, pero sin olvidar que luego el pueblo dirimirá.
Solo llamo a evitar la misma soberbia que impidió ver la acumulación de tensiones que en un momento dado explotaron y que ahora puede enceguecer a algunos, priorizando sus propios modelos teóricos y no la solución de los problemas reales de la gente.
A lo largo de mi vida, he sido testigo de esa soberbia que impide el diálogo, pues nadie quiere salir de su trinchera. Lo vi en mi juventud, cuando todo se reducía a revolucionarios o reaccionarios. En dictadura -como en todas las dictaduras- esta soberbia se impuso simplemente por la fuerza. Y con la recuperación de la democracia, la misma soberbia lentamente se apoderó de tecnócratas y autoridades que evitaron las preguntas incómodas.
No podemos volver a caer en los mismos errores: la autocomplacencia de quienes tenían el poder y ahora la de quienes desafían a los poderes.
Hoy, al terminar esta etapa, no puedo sino reivindicar al Senado como una institución fundamental para el fortalecimiento de la democracia y para el desarrollo de Chile.
En todos los debates percibí tanto en las Comisiones como en esta Sala un ánimo de colaboración, de respeto mutuo, de amistad cívica y de gran compromiso y dedicación, prevaleciendo siempre, más allá de las legítimas diferencias, el interés del país, cualidades que lamentablemente no son siempre reconocidas ni adecuadamente valoradas.
Conozco con detalle las críticas que se le hacen al Congreso, muchas de ellas basadas en la desinformación y en la simplificación. Claramente, nuestra respuesta ha sido insuficiente. Me correspondió participar activamente en la nueva Ley de Probidad, ampliamente valorada por los expertos, pero que no logró impactar en la percepción de la opinión pública sobre la corrupción en el sector público.
No soslayo las responsabilidades que nos caben a nosotros mismos en haber llegado a esta condición de desprestigio; pero el Senado no se merece la caricatura que se ha dibujado estos años en torno a su figura y a su labor.
Quiero terminar estas palabras con un gesto de gratitud hacia mis colegas Senadores y Senadoras de todas las tendencias, con quienes logramos mantener un diálogo permanente, incluso en nuestras más profundas diferencias; hacia mi querida bancada, que siempre me trató con afecto, cariño y respeto y con la que pudimos coordinar un trabajo alineado con los valores socialistas y con las necesidades y anhelos de las personas que representamos; hacia los equipos de las distintas comisiones en las que participé durante estos años, siempre dispuestos a abordar con total profesionalismo cada una de las delicadas materias que nos correspondió analizar; hacia mi equipo de trabajo tanto de Valparaíso como en el territorio regional; a la comunidad de la Región de Los Lagos que me honró al poder representarla; y muy especialmente a mi familia, mi esposa y mis cuatro hijas. Seguramente no siempre pude estar junto a ellas en algunos momentos importantes en que prioricé mi trabajo; sin embargo, desde siempre han constituido un soporte indispensable sin el cual no habría podido desarrollar mi vida pública.
¡Muchas gracias a ellas por todo!
Finalmente, permítanme recordar a quien ha sido, durante toda mi vida, mi verdadero modelo: mi padre, Victoriano Quinteros Soto, profesor normalista oriundo de las islas Butachauques, de Chiloé, maestro de muchas generaciones de estudiantes en la escuela internado que él fundó y construyó y que hoy lleva su nombre en la nortina ciudad de Taltal; dirigente del partido Socialista toda una vida, y quien me inculcó la rectitud y el desapego de los bienes materiales, que cultivó como servidor público, y el compromiso político con los más desposeídos.
Siempre he pensado que era él, y no yo, quien debió haber llegado en propiedad a los cargos y dignidades que me ha correspondido servir.
Al culminar esta travesía por el servicio público, que nunca imaginé que se prolongaría tanto tiempo, vuelvo a homenajearlo, y a través suyo, a todos los servidores públicos con los que he trabajado y que con lealtad, abnegación y generosidad han contribuido -y contribuyen- a hacer más grande nuestro país.
Mis deseos de éxito a quienes continúan en el Senado, y también, por supuesto, para los que llegan. Chile enfrenta y va a seguir enfrentando múltiples desafíos, y exige a sus instituciones el mayor de los compromisos. Y la única forma de encarar esos desafíos es trabajando duro y con sentido de unidad.
Estoy seguro de que nos vamos a volver a encontrar. La vida continúa, es cierto, y el país necesita que todos y todas sigamos aportando desde nuestras capacidades y desde nuestras convicciones, dentro y fuera de este Hemiciclo.
Muchas gracias a todas y a todos.
¡Muchas gracias!
(Aplausos en la Sala).
(La señora Presidenta hace entrega al Senador señor Rabindranath Quinteros de un galardón en el centro de la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Senadora Marcela Sabat.

La señora SABAT (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Muchas gracias, Presidenta.
Estimadas y estimados colegas Senadores y Senadoras, hoy, luego de doce años en este Congreso, solo tengo sentimientos de gratitud. Hace poco me tocó despedirme de la Cámara de Diputados tras tres períodos como Diputada, con importantes votaciones, y luego me toca asumir como Senadora de la República gracias a mi partido, Renovación Nacional.
Por mi rápido pero intenso paso por este Honorable Senado quisiera destacar ante todo la gran capacidad de parlamentar y de escucharse, espacio donde realmente se pueden lograr tremendos acuerdos en base al respeto y a la amistad cívica.
Particularmente, quisiera saludar y agradecer, primero, a mi bancada de Senadores de Renovación Nacional: gracias por tanto cariño, por tanta empatía y por tanta comprensión en todos estos meses; a mis colegas Senadoras, por encontrar en ellas siempre disposición de diálogo, transversalidad, una palabra de aliento, empatía, sororidad y capacidad de trabajo en equipo. Mi enorme admiración para ellas, quienes han logrado llegar a este espacio de toma de decisiones a pesar todos los obstáculos que sabemos existen. De casi cuatro mil parlamentarios, solo 109 hemos sido mujeres. Senadoras Goic, Muñoz, Allende, Provoste, Rincón, Von Baer, Aravena, con quienes trabajé tan de cerca, y a todas y cada una de ustedes, Senadoras Órdenes, Van Rysselberghe, Ebensperger y Carvajal, mi completo reconocimiento y admiración.
Cuando digo intenso paso por este Hemiciclo no lo hago en vano. En estos casi dos años, en plena crisis social y crisis sanitaria de COVID, logramos sacar adelante innumerables proyectos de ley y acuerdos normativos por el bien de los chilenos y las chilenas, cumpliendo muchos récords legislativos, que espero, por cierto, comiencen a ser la regla general por el contexto en que nos encontramos y porque así la ciudadanía lo demanda y apremia.
Personalmente, también lo viví de forma vehemente: un embarazo en medio del dificultoso y fuerte trabajo telemático me permitió pasar el proceso de gestación de mi hija Gracia junto al proceso de gestación de más de siete leyes como autora en casi el mismo período. Fueron un pre y un posnatal muy trabajados.
Logramos importantes proyectos de la mano de organizaciones sociales y de potentes mujeres que me tocó conocer en estos meses de tanto trabajo colectivo.
Nuestra ley de acompañamiento digno o Ley Mila, que permitirá a todo niño o niña hospitalizado estar acompañado de su padre o madre en forma digna.
Nuestra Ley Dominga, que entrega a tantas mujeres y familias estándares en el manejo clínico y acompañamiento en una muerte gestacional y/o perinatal.
El proyecto -ahora ya es ley- sobre exclusión de embarazadas y madres de menores de dos años de ser vocales de mesa, que también vislumbró una realidad invisibilizada de madres gestantes que terminaban sancionadas con cárcel y que ahora termina con esa situación.
La ley que hoy permite el teletrabajo para madres o padres con hijos menores de doce años, en el marco de las necesidades proyectadas por esta crisis, en cuanto al cuidado de los hijos y de cómo debemos hacernos cargo con mayor profundidad, no cabe duda, de un verdadero sistema de cuidados en Chile.
La ley de posnatal de emergencia y la ley de crianza protegida, trabajadas de manera transversal entre ambas Cámaras y con el Gobierno, que me sacaron varias canas más de las merecidas, muchos dolores de guata y más de una contracción. Pero lo conseguimos, con justicia para tantas madres que no tuvieron otra opción, que no tuvieron qué hacer ante el cierre de salas cuna y el alejamiento de sus seres queridos.
Fui autora también de otras iniciativas en este poco tiempo: la ley que suprime la causal de conducta homosexual en el divorcio por culpa; la ley que privilegia la cercanía de domicilio del elector en la asignación de local de votación y la ley que aumenta las sanciones a quienes utilicen el celular mientras conducen.
Como Senadora también tuve el honor de vivir la promulgación de leyes que impulsé igualmente y que fueron tan esperadas, como el matrimonio igualitario, la ley de garantías de la niñez, la ley que permite el monitoreo telemático para casos de violencia intrafamiliar y de género, la ley que establece el registro de deudores de pensiones alimenticias, la ley que protege los derechos de las personas con enfermedades terminales, la ley que sanciona el acoso en el ámbito académico y la que establece una representación de género en los directorios de empresas públicas.
En fin, son muchos los proyectos por los que uno luchó en estos pocos meses y que estoy segura lograrán importantes cambios y mejoras en la vida de tantas personas.
Como ciudadana de a pie también seguiré atenta a la promulgación pronta de nuestra Ley Antonia, que ayer fue despachada por este Senado, y de la Ley Tamara, por la que tanto hemos empujado.
Me retrotraigo a cada una de esas luchas, a cada momento, a cada dificultad y emoción vivida, y solo puedo agradecer el honor de haber ocupado estos cargos de representación popular durante tantos años.
Por eso vuelvo a agradecer, hoy como Senadora, a cada uno de los funcionarios de este Senado; a mi equipo, por cierto: Silvana, Luis, Alexandra, Javiera, a los dos Felipes, a Cristóbal, a Oliver, a las dos Danielas y a Jesús, porque durante todo este tiempo me entregaron su trabajo, pero además perseverancia, paciencia y lealtad como ninguno. Gracias a ustedes logramos mucho por nuestro país; gracias a ustedes es que hoy puedo despedirme con tanta alegría y satisfacción del trabajo bien hecho.
Y recibo cada mensaje de cariño y reconocimiento por tantas leyes logradas.
¡Muchas gracias, de corazón!
Fue un tiempo de crecimiento, un tiempo de aprendizaje y todo este tiempo acompañada también de mi familia, de mis padres, de mis hermanos, de mi marido y de mi amigo, a quien no puedo dejar también de agradecer por tanto apañe, por tanta paciencia, por tanto amor. Sin ti, Rodrigo, no sería lo mismo.
¡Gracias totales!
Gracias totales también a mis hijos, León y Gracia, por elegir a esta madre. Sepan que siempre mis decisiones también fueron pensando en un mejor futuro y en un mejor Chile para ustedes.
Presidenta, por último, me despido haciendo un llamado y una invitación.
Un llamado al nuevo Senado que asume. Chile tiene una tremenda deuda con las mujeres; con las madres trabajadoras; con los niños, las niñas, los adolescentes, los adultos mayores y las personas con discapacidad. No los dejemos en los últimos lugares de la agenda política, o como temas rosa que solo buscan adornar un anuncio: ¡que sean siempre cuestiones prioritarias a trabajar en sus programas!
Y una invitación a cuidar este Senado, y no me refiero a una defensa corporativa, sino que a valorar el trabajo que aquí se hace, mandatado por millones de chilenos y chilenas que esperan de nosotros, qué duda cabe, el mejor proceder. Hoy son tiempos de crisis y de profundos cambios; también son momentos de reflexión, de creer que solo saldremos fortalecidos si logramos hacer prevalecer los acuerdos por sobre las legítimas diferencias y entender que Chile hoy nos necesita a todos y a todas.
He dicho.
¡Muchas gracias!
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta hace entrega a la Senadora señora Sabat de un galardón y un ramo de flores en el centro de la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador Carlos Montes.

El señor MONTES (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- La verdad no es fácil decir algunas palabras desde acá.
Llevo muchos años pensando el lunes el temario que habrá en la semana; los proyectos que he leído, los que no, y ahora empiezo otra vida. Y siento una profunda conmoción.
Son muchos los recuerdos, las historias, las situaciones que se me vienen a la mente.
Son ya 32 años desde que junto a algunos de los presentes, especialmente los Senadores Letelier, Jorge Pizarro y otros, incluso el Senador Navarro, llegamos al Congreso Nacional con un edificio a medio construir -también estaba el Senador Coloma, si no recuerdo mal, ¡era más joven...!-, sin saber mucho el rol que iba a jugar en la extraña institucionalidad de la dictadura.
Eran tiempos de incertidumbre, en que la naciente democracia buscaba asentarse en medio de una enorme cantidad de expectativas y de demandas sociales bajo la sombra del dictador, las presiones y amenazas de las Fuerzas Armadas y los chantajes de los nostálgicos del régimen de facto.
Así reiniciamos la labor parlamentaria en marzo de 1990.
Y llegamos acá con distintas historias de vida, sociales y políticas. Fui parte de una generación que abrigó la esperanza de un país más justo, más libertario y más digno, y que bajo el liderazgo del Presidente Allende buscó materializar esos sueños.
El 11 de septiembre puso brutalmente término a ese proceso. Se inició una despiadada persecución en que muchos (amigos, conocidos, parientes) perdieron la vida; otros tantos fueron perseguidos, torturados, detenidos, marginados o privados de sus empleos.
Llegar al Congreso Nacional en esas circunstancias, tras todo lo vivido, significaba muchas cosas: era recuperar, como sociedad, un camino perdido y reencontrarnos con la larga y rica tradición de nuestro país; como generación, era también una reivindicación histórica; como sector político, como socialista, una nueva oportunidad de encauzar los sueños que quedaron truncos diecisiete años antes.
Nos encontramos acá con muchas y muchos que tenían otras historias y otra mirada; algunos, incluso, formaron parte de nuestras detenciones, de nuestro destierro. No era una experiencia sencilla, pero comprendíamos que era necesario tratar de entenderse y de mirar hacia adelante.
En la medida de mis posibilidades, puse siempre mi mayor esfuerzo en el entendimiento, en escuchar, en favorecer el diálogo, en tratar de construir acuerdos.
Cuesta mirar hacia atrás procurando hacerlo con cierta objetividad.
No soy de los que ven solo aciertos en lo ocurrido desde el noventa, pero tampoco soy de los que aprecian todo en forma negativa o reniegan de lo realizado. Creo que en esos años nuestro país avanzó y que muchas de las decisiones que debieron adoptarse se explican por el peculiar contexto de nuestra extraña transición.
Sin embargo, también siento que, especialmente después del año 2000, pudimos hacer bastante más.
Hubo logros notorios en la superación de la pobreza, pero muchos menos avances en enfrentar la indignante inequidad de nuestros barrios y el desigual acceso a derechos sociales.
El experimento neoliberal extremo se tradujo en un país con amplias e infinitas oportunidades y acceso a bienes y servicios, pero segregado según la capacidad de pago, lo que resulta inaceptable. Sin duda que esos abusos y diferencias cotidianas, que viven y sufren millones de chilenos, unidos al hastío por los casos de corrupción y la creciente pérdida de sintonía de las autoridades con la ciudadanía, llevaron al estallido de octubre de 2019.
Advierto, con todo, que durante los años de la transición no hubo posiciones homogéneas. Ciertamente hubo un enfoque dominante, que apuntaba a crecer, crecer y crecer, sin afectar demasiado los intereses de grandes grupos empresariales, con el objeto de contar con recursos para atender las demandas sociales e instalar la democracia.
En ese marco, proponer asuntos diversos, como una política de industrialización o el fortalecimiento del rol del Estado en la economía, era visto con franco desdén, cuando no con algo de sorna.
Sin embargo, es cierto que hubo bastantes voces críticas. Junto a muchos y muchas fuimos parte de esfuerzos que, aisladamente pero en forma sistemática, planteamos objeciones y discrepancias en diversas discusiones, como el financiamiento compartido y la educación pública; las políticas de suelo y vivienda; el rol de los municipios y los gobiernos locales; la promoción de la organización social; el respeto del trabajo y los trabajadores; la solución de deudas históricas; la reducción de las armas; las acciones de reparación a víctimas de violaciones a los derechos humanos, entre múltiples otros temas.
Muchas veces no se nos escuchó; en otras ocasiones logramos ciertos avances.
Estos años han reforzado mi convicción sobre la importancia del Congreso Nacional como centro del debate público y como expresión de la sociedad chilena. Más allá de las dificultades que la democracia y el quehacer parlamentario enfrentan, no solo en el país sino en todo el mundo, destaco este espacio como fundamental para nuestra convivencia. Es el lugar para recoger la diversidad de Chile y para ponernos de acuerdo en cómo vivir juntos.
Sin embargo, como lo expresé tantas veces, especialmente cuando tuve el honor de ejercer la presidencia de la Cámara de Diputados y del Senado, considero que el Congreso Nacional requiere una reforma de fondo. Es posible hacer mejores leyes y mejorar la oportunidad de las discusiones; es posible mantener un contacto más estrecho con los ciudadanos y sus sentires, particularmente ahora, en que la tecnología provee múltiples instrumentos; es posible incidir de mejor modo en la reflexión y el debate de los grandes temas nacionales, más allá de las iniciativas legales.
Sin duda, también hubo fracasos y tareas que quedaron interrumpidas.
Sin embargo, parto de este Congreso Nacional con la inmensa satisfacción de haber asistido, como producto de este proceso, al surgimiento de una nueva generación de líderes.
"Superarán otros hombres este momento gris y amargo", nos dijo Salvador Allende en su histórico discurso. Hoy sus palabras se hacen realidad, y cientos de mujeres y hombres jóvenes, crecidos en esta democracia, formados en sus aulas y templados en las calles, junto a las inquietudes populares, asumirán roles protagónicos y ocuparán importantes cargos de responsabilidad. ¡Siento alegría por ello!
Si bien la sociedad y esta democracia que construimos tienen falencias graves, que debemos corregir, especialmente en el proceso convencional y en la Nueva Constitución, también fueron capaces de forjar a estos líderes, con compromiso social, talento y vocación de servicio público. Es el Chile que renace y brota desde sus raíces; son los sueños que no pudieron truncar; son las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que porfiadamente resisten.
Concibo la política y la labor parlamentaria como una actividad colectiva. Nuestra principal labor es representar. En ese sentido, procuré traer acá las inquietudes, anhelos y voluntades, primero de La Florida, luego de la circunscripción Santiago Sur Oriente.
Fue así como en esta larga gestión pudimos transformar en leyes y otras acciones cientos de propuestas concretas recogidas de un permanente trabajo con los pobladores, con sus organizaciones, con sus juntas de vecinos, con los comités de allegados, con los sindicatos, con las agrupaciones culturales, con clubes deportivos, con centros de padres, con ferias libres y tantas otras entidades. Así surgieron propuestas de modificación a múltiples normas, políticas públicas, pequeñas y grandes obras de infraestructura y equipamiento comunitario.
Soy un convencido de que el fortalecimiento del tejido social es indispensable para lograr una mejor democracia, una democracia de mayor calidad.
También considero que la falta de una acción más decidida del Estado para valorar, potenciar y facilitar el trabajo de estas organizaciones y sus dirigentes es una de las principales deudas de la democracia.
Me cuesta mucho ver esto como una despedida. Sé que con varios de ustedes nos seguiremos viendo y trabajando. Agradezco lo vivido y lo aprendido de todas y todos ustedes. Y pido disculpas si en algún momento herí, afecté o dañé a alguien.
Quiero decir que aquí uno aprende el trabajo y la convivencia en la diversidad; uno aprende a tener cariño por la persona y, por mucha diferencia en el contenido, uno aprende a descubrir lo profundo y la diversidad de formas de ser, de sentir y de pensar; uno aprende a ser democrático en el más profundo sentido de lo que es ser democrático.
Reconozco asimismo a muchas personas que han sido especialmente relevantes en estos años:
A las de la bancada socialista, mi bancada, en la cual permanentemente trabajamos en equipo, peleamos y nos pusimos de acuerdo; en fin.
A las del equipo parlamentario: a Mónica, a Luis, a Anita, a Nicanor, a Gabriel, a Andrea.
A las vecinas y vecinos de La Florida y Santiago Sur Oriente, que confiaron en mí para representarlos. Ha sido un inmenso honor y espero haber estado a la altura del desafío.
A la Red de Iniciativa Ciudadana de La Florida y a mi equipo de trabajo, con quienes forjamos un estrecho vínculo y que fueron fundamentales en esta labor. Un especial recuerdo para uno de ellos, Pedro Mendizabal, que en este momento se encuentra en una situación muy difícil. ¡Mucha fuerza y ánimo para su familia!
A intelectuales que a uno permanentemente lo iluminaban, como Norbert Lechner, Pedro Güell, Manuel Antonio Garretón, Alfredo Rodríguez, Cristián Bellei, Juan Eduardo García-Huidobro y muchos otros con los cuales el diálogo me permitió mirar de distinta manera las cosas, aprender, leer las fuentes que ellos mismos tenían.
A las funcionarias y funcionarios del Senado, de la Cámara de Diputados y de la Biblioteca del Congreso Nacional, con quienes trabajamos estos años. Mucho me enseñaron y cuesta poder describir lo que uno aprende de un secretario de Comisión, de un abogado ayudante, de las personas que cumplen distintos roles en esta institución. Creo, estimadas y estimados colegas, que ellos son un pilar de la democracia. Esta es una institución fundamental de la democracia y tiene un conjunto de sujetos que permiten darle consistencia, fuerza y trabajo.
Por último, y especialmente, agradezco a mi familia: a Gloria; a mis hijas Javiera y Juanita; a Andrés, y a mis seis nietos. Ciertamente, el quehacer político es muy demandante y resta horas al hogar, por lo que su comprensión y apoyo fue tremendamente importante.
No puedo dejar de testimoniar mi recuerdo a muchas y muchos que durante estos años, aquí o en el distrito, en distintos lados, contribuyeron, de una u otra manera, a este trabajo parlamentario y que hoy ya no están.
Muchas gracias a todos ustedes: por haber convivido con ustedes, por haber aprendido de ustedes, por haberlos querido, incluso teniéndoles bronca de repente. ¡Nos seguiremos viendo!
Con mucho afecto, ¡un abrazo para todos!
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta hace entrega al Senador señor Montes de un galardón en el centro de la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Tiene la palabra la Senadora Ena von Baer.

La señora VON BAER (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Señora Presidenta, hoy quiero partir mis palabras agradeciendo, primero a los funcionarios del Senado, a todos los funcionarios del Senado, por su apoyo durante estos diez años.
Gracias a los encargados del aseo; a los funcionarios de la cocina; a los que nos sirven en las Comisiones, en los comedores y en la Sala.
Gracias a todos los que están permanentemente mirándonos y preocupados por nuestros requerimientos y, con eso, haciendo mucho más fácil nuestra labor.
Gracias a todos los funcionarios que en cada uno de los departamentos, desde Finanzas hasta Computación, a los cuales les tocó muy difícil en tiempos de pandemia, hacen posible nuestro trabajo.
¡Gracias a cada uno de los funcionarios de este Senado!
Gracias también a los secretarios y a sus ayudantes, porque, como decía el Senador Montes, con quien muchas veces estuve de acuerdo y muchas otras no, son un pilar fundamental para nuestro trabajo y especialmente para un buen trabajo legislativo.
Gracias sobre todo a nuestros colaboradores del Comité de la UDI: a Ceci, Cecilia Sanhueza; a Julito, Julio Cabrera; a la Kare, Karelyn Lütteke. Muchas gracias por toda la ayuda, siempre.
Y un cariñoso y profundo agradecimiento a mi equipo de trabajo: gracias, ¡gracias por todo!
Agradezco también a los colegas de la prensa. ¡La verdad es que muchas veces como que ni quería verlos...! Pero su tarea es central para la labor parlamentaria y para el buen funcionamiento de la democracia.
Gracias a los Presidentes: a la Presidenta Bachelet y al Presidente Piñera, especialmente al Presidente Piñera ahora y a sus Ministros; también a los Ministros de la Presidenta Bachelet, pero especialmente a los Ministros del Presidente Piñera ahora, por dejar todo en la cancha para sacar adelante a nuestro país en tiempos particularmente turbulentos. ¡Muchas gracias!
Les agradezco igualmente a ustedes, colegas: por la amistad; por compartir conmigo sus conocimientos; por el intercambio de ideas, a veces muy intenso. Aprendí mucho de cada uno de ustedes. ¡Aprendí mucho! Hay varias historias, ¡tantas historias! Seguramente muchas de ellas no las podré contar nunca, o quizás las conversaremos por ahí, ¡con una buena cerveza valdiviana...!, en privado.
Quiero...
¡La cerveza valdiviana me hizo perder el hilo...! (La Senadora se ríe).
Un agradecimiento especialmente profundo a la bancada de Chile Vamos, por acompañarme en estos años, y particularmente a mi bancada, la bancada de la UDI, porque sobre todo en momentos difíciles fueron una familia para mí.
Gracias a mi madre, Helga; a mi padre, Erik; a mis hermanas; a mi esposo, Eduardo, por apoyarme siempre, y a mis hijos Clara y Ian, por entender mis ausencias y acompañarme en mi travesía.
En el momento de la despedida, quiero agradecer de todo corazón, ¡de verdad!, ¡profundamente!, a los vecinos de la Región de Los Ríos, por haberme concedido el honor de representarlos en el Senado de la República. Busqué en todo momento, de verdad, sacar adelante los proyectos relevantes para mi región, tocando puertas y presionando muchas veces a los Ministerios en Santiago, porque somos una región muy pequeña, que en no pocas ocasiones es olvidada en nuestro país, un país tan centralizado.
Estoy agradecida porque, trabajando en equipo con los dirigentes locales y las autoridades regionales y nacionales, sacamos adelante los hospitales de Río Bueno, La Unión y Los Lagos, cuya adjudicación presupuestaria, ¡fíjense!, salió ayer. Su construcción será una realidad durante este año.
También logramos la materialización de un histórico sueño valdiviano, el transporte fluvial público en el río Valdivia, y diversos otros proyectos de conectividad y vivienda en toda la región.
Busqué, además, representar los intereses de mi región en el plano legislativo. Un ejemplo especialmente relevante para mí fue la defensa, con mucha fuerza, de las cooperativas. ¿Verdad, Senador Pizarro? Trabajamos juntos en aquello.
En este punto, señora Presidenta, quisiera reivindicar el trabajo legislativo. Creo que hemos fallado en transmitirle a la ciudadanía lo relevante que es que las leyes queden bien hechas. ¡No da lo mismo cómo quede redactada una ley! La técnica legislativa es muy relevante, y eso significa mucho trabajo en las Comisiones y en la Sala: trabajo serio, trabajo responsable, y trabajo reposado. Cuando hablamos de leyes, señora Presidenta, "más" no necesariamente es "mejor", y "más rápido" tampoco es necesariamente "mejor". Siempre intenté aportar, desde la hoy tan incomprendida técnica legislativa, al trabajo político de la construcción de la ley.
En tal sentido, ¡qué preocupante es escuchar hoy a algunos constituyentes diciendo que lo único que importa es hacer el punto político!, ¡que no importa si técnicamente corresponde incorporar tal o cual materia a la Constitución!, que tampoco importa cómo quede redactada. ¡Total, después lo arreglamos...! ¡Da lo mismo...!
Señora Presidenta, las legislaciones y especialmente las Constituciones mal hechas afectan a los ciudadanos en su diario vivir y particularmente afectan, en el largo plazo, la legitimidad de la democracia.
Con ocasión del adiós, quiero reivindicar también la labor del Senado de la República. Es acá, en este espacio, donde históricamente se han logrado los grandes acuerdos políticos de nuestra patria. Qué paradójico, ¡qué paradójico!, que justamente un gran ejemplo de acuerdo político sea aquel que dio nacimiento a la Convención Constituyente, la que hoy quiere terminar con esta añosa institución de nuestra república.
Es también en el Senado donde se produce muchas veces la posibilidad de una conversación política más pausada, menos política, más técnica, lo que permite, desde mi punto de vista, mejorar la calidad de las legislaciones. "¿Por qué?", se preguntará uno. Bueno, eso es algo simplemente superhumano, y lo reflejaba de alguna manera el Senador Montes en sus palabras: somos menos; por lo tanto, nos conocemos más, y es más fácil trabajar en conjunto y llegar a acuerdos.
Es en el Senado también donde se expresa que Chile es un país con entidades territoriales que tienen intereses distintos, porque es acá, en esta Corporación, donde se produce la representación de las regiones. Alguien podría decir, entonces, que estoy planteando que el Senado es mejor que la Cámara. ¡Nada más lejos de eso, Presidenta! Simplemente son instituciones que tienen naturalezas profundamente distintas: la esencia de la Cámara de Diputados es la representación política; además, su representación es más proporcional de la población y, por lo tanto, refleja de mejor manera las diferentes sensibilidades que existen en nuestro país. Ambas características son muy pero muy relevantes para el buen funcionamiento de la democracia.
La pregunta, entonces, que debemos hacernos es por qué muchos ya no consideran importante la existencia del Senado. Y esto a mi juicio ocurre porque se ha ido desdibujando la diferencia entre la Cámara y el Senado. Y, por tanto, la pregunta que se formulan los ciudadanos es por qué tener dos instituciones que hacen exactamente lo mismo. Esto ha ocurrido, desde mi perspectiva, primero porque nosotros mismos hemos fallado: fuimos perdiendo la calidad del trabajo legislativo argumentando que lo importante era hacer el punto político y sacar rápidamente la ley: ¡de cualquier manera, sacarla rápida!
Nos dio, además, vergüenza defender la política de los acuerdos que se daba especialmente acá, en el Senado, porque parecía que la calle gritaba a favor de una mayor polarización.
A esto se sumó la última reforma del sistema electoral, que desdibujó aún más la diferencia entre el Senado y la Cámara al cambiar la esencia de la representación territorial regional. Hoy, tanto un Diputado como un Senador, en estricto rigor, representan a una región completa, y a esto se suma que el Senado tiene más miembros y, por tanto, se pierde la capacidad de llegar a acuerdos.
Hoy, ya como una ciudadana más, como una valdiviana más, como una ciudadana de la hermosa Región de Los Ríos, quiero pedirles sentidamente a mis colegas, que seguirán siendo Senadores, que cuiden mucho esta institución tan importante para nuestra república; reivindiquen este espacio de acuerdos en un Chile polarizado; reivindiquen la necesidad de llegar a acuerdos para cuidar nuestra democracia; reivindiquen, ¡por favor!, la importancia del trabajo legislativo técnicamente bien hecho, ¡reivindiquen la importancia del trabajo legislativo técnicamente bien hecho!; reivindiquen la importancia de representar con fuerza la voz de cada una de las regiones.
Presidenta, colegas, funcionarios todos, ¡Chile necesita su Senado!
Muchas gracias.
Adiós y hasta siempre.
Gracias, Presidenta.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta y el señor Vicepresidente hacen entrega a la Senadora señora Von Baer de un galardón y un ramo de flores en el centro de la Sala).
(Pausa prolongada).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador Juan Pablo Letelier.

El señor LETELIER (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Señora Presidenta, queridos colegas, no puedo menos que partir expresando mi tremenda emoción.
Este es el lugar donde más he compartido en mi vida: he pasado más de la mitad de mi existencia en el Congreso Nacional.
El Senador Montes no fue capaz de decirlo: nos hemos aguantado mutuamente, sentado uno al lado del otro, más tiempo de lo que uno pasa en el colegio.
He tenido el honor de ser cuatro períodos Diputado por el distrito 33, dos períodos como Senador por la Región de O´Higgins. Y hoy me despido después de pertenecer por dieciséis años al Senado de la República.
Sin embargo, quiero aprovechar este momento para referirme un poco al ciclo que hemos vivido en los últimos treinta años en nuestro país.
Sería imposible detallar ahora cada una de las iniciativas legales en las cuales uno ha participado, los proyectos de los que fui parte, las instancias internacionales en que participé. Sin duda, me siento orgulloso de la confianza de los ciudadanos y las ciudadanas de mi Región de O´Higgins, que me eligieron para representarlos.
Partimos en el Congreso con ciertas leyes en los años 90; vimos lo relativo a la Ley de Detención por Sospecha; buscamos terminar con el Servicio Militar Obligatorio, donde algunos nos acusaron de antipatriotas; impulsamos las primeras leyes de cambio; participamos en la Ley de Armas (antes cualquiera podía comprar un arma, no tenía que hacer ningún tipo de estudio); analizamos iniciativas laborales para defenderles a las temporeras condiciones mínimas de trabajo; discutimos la Ley de Subcontratación para los trabajadores mineros, que lo pasaban muy mal; participamos en la creación del Seguro de Cesantía para las trabajadoras de casa particular; también estuvimos en la iniciativa sobre defensa de los colectiveros. Podría hacer una lista larga.
Lo único que quiero hacer, considerando las iniciativas legales en las cuales me tocó participar, tanto en las de apoyo a los asistentes de la educación y a las manipuladoras de alimentos, como en la discusión en esta Sala de la Ley de Presupuestos, donde todos los años se hablaba de "los pañales", hasta que tuviéramos una ley nacional de pañales para defender a los adultos mayores, es, en primer término, reivindicar la capacidad que tenemos a través de las leyes de cambiarle la vida a la gente, a las personas sencillas, de trabajo, de esfuerzo, sea con la ley que permitió el registro de identidad de género o con las primeras iniciativas que presentamos con la Senadora Muñoz, cuando era Diputada, para tipificar el delito de abuso en la administración pública, en los años noventa.
Además, junto con las actividades legislativas, he tenido el honor de representar a nuestro país en la Unión Interparlamentaria en diferentes espacios: en el Comité de Derechos Humanos de los Parlamentarios, a nivel mundial representando a Chile bajo un criterio, o en este último tiempo en el Parlamento Andino, ocupando el cargo de Presidente hasta la fecha.
Para mí ha sido un honor.
Fui electo por primera vez en 1989 para representar al distrito 33 como candidato de la Juventud Socialista, con apenas 28 años. No era de la Alianza Democrática, sino del MDP (Movimiento Democrático Popular) y uno de los candidatos que fuimos por fuera. Me tocó enfrentar al sistema binominal en ese sentido.
Y créanme que fue algo que marcó mi forma de participar y de comprender. En el camino que vivimos de la unificación de las fuerzas democráticas, porque veníamos de un tiempo de los tercios políticos, aprendí que conformar mayorías es fundamental. Y, a veces, para construirlas debemos dejar de lado algunos de nuestros postulados.
Llegué a este Parlamento de la mano de un dirigente sindical, a quien quiero recordar: Héctor Olivares Solís. Él fue mi mentor político, dirigente sindical de Rancagua; preso político junto a mi padre en Dawson; un hombre que me enseñó de la importancia del diálogo con lo diverso. Él siempre recordaba que el Parlamento es el lugar donde se discuten ideas. Y cuando se dejan de discutir ideas, nos vamos a las manos, en sentido figurado, y nos descalificamos y polarizamos, dejamos de cumplir nuestra función. Y esa fue una de las causas de la crisis democrática que vivimos como país.
Confieso que en el momento que fui electo no sabía lo que era el Congreso Nacional; desconocía cómo funcionaba y su relevante función. De hecho, nadie de mi generación entendía a cabalidad lo que era el Parlamento. Habíamos crecido en dictadura, habíamos escuchado del Congreso en la época democrática, pero apenas intuíamos lo que era ser parte de él, en el marco de la Constitución de Pinochet, plagada de amarres, con una composición que incluía Senadores designados y con el dictador todavía presente.
¡Claro que el Chile de ese entonces era muy distinto al de ahora! ¡Ni hablar de mi región y sus carencias! Recuerdo que los primeros diez años de gestión territorial desde el retorno de la democracia estuvieron básicamente destinados a organizar a la gente para luchar por luz, alumbrado público, agua potable y comités de vivienda. Recordemos que en esos tiempos todavía estaban los alcaldes designados y las juntas de vecinos no estaban democratizadas. Eran otros momentos, por cierto.
Es imposible negar que, al comienzo de los noventa, sentarme frente a ciertos personajes, que para mí tenían un tremendo significado y no necesariamente positivo, fue difícil. Sentarme en una Comisión Mixta con Jaime Guzmán, con Sergio Onofre Jarpa, con el exgeneral Sinclair, para mí, siendo hijo de aquellas familias víctimas de la represión, no era fácil. Y era para debates bien domésticos, por ejemplo, cómo garantizábamos que los campos deportivos de la Reforma Agraria siguieran siendo para los campesinos en las zonas rurales.
Yo era muy joven, sin duda, pero aprendí prontamente que lo más importante eran las necesidades de la gente y saber construir acuerdos, porque en este espacio era donde se construían los acuerdos, y que muchas veces uno debe dejar de lado las emociones personales para que el país avance, para que las cosas avancen.
Fue así como poco a poco fuimos, entre muchos, reconstruyendo lo que es la amistad cívica. La amistad cívica no significa amistad en el sentido más profundo de la palabra, pero sí respeto mutuo en nuestra diversidad. Porque el Congreso no es solo para enfatizar las diferencias. Es más, el no ser capaces de enfrentar nuestras diferencias en forma civilizada a veces es muy difícil.
Los noventa fueron los años cuando metimos preso a Manuel Contreras. Me tocó la situación absurda, en la Cámara de Diputados, de defender la creación de Punta Peuco, porque Contreras estaba atrincherado en un regimiento y el Ejército no lo iba a entregar. No aceptaban que estuviera en una cárcel de otro tipo.
Vivimos en los años noventa en una democracia muy limitada, muy tutelada, la cual hoy pocos recuerdan.
Esta mañana le mostraba una foto a la Senadora Allende de 1998 cuando estábamos en Londres. Porque muchos, cuando Pinochet estaba detenido, teníamos la convicción de que en nuestro país no se le podía juzgar por los crímenes que había cometido. Y tuvimos razón. ¡Y tuvimos razón!
Menciono estos temas porque hemos vivido un ciclo político complejo; pero en ese contexto, un ciclo político complejo, creo muy importante subrayar que el Poder Legislativo tiene una función increíblemente importante, que funciona y tiene sentido. Y no solamente cuando se realizan leyes técnicamente correctas, que son muy importantes, sino que cuando se legisla con la gente, pensando en las diferentes realidades territoriales que representamos.
Y quiero decir, porque hoy hay una gran confusión, que tomar en cuenta hoy a los ciudadanos no es el Twitter, no es reaccionar por la coyuntura comunicacional o lo que algunos editores tratan de pautear al mundo político respecto de lo que deben hacer. Lo que se necesita es no caer preso de la oclocracia, es decir, la toma decisiones por las redes sociales, sino por los fenómenos profundos de los ciudadanos. Y esto tiene que ir acompañado con una responsabilidad técnica, pero por sobre todo política de construir mayorías.
¿Ha sido positivo el fin del sistema binominal por un sistema electoral distinto, que permite la presencia en el Congreso de una mayor diversidad de fuerzas políticas con diferentes grados de participación? Sí, por cierto. Era necesario. Es más complejo, pero era necesario.
Esto hace más difícil la construcción de los acuerdos. Y eso es algo que estamos conociendo hoy: construir acuerdos en la diversidad, en un nosotros diverso, es más complejo. Pero también esa complejidad está demostrando es que había amplios sectores de ciudadanos que no estaban representados apropiadamente en nuestro Congreso Nacional.
Debo reivindicar la importancia de la actividad parlamentaria. ¿Siempre difícil? Sí. Porque, más allá de lo técnico, no basta con lo que uno quiere. Las cosas no resulten como una persona o un sector se propone. No basta la voluntad; se requiere construir mayorías. Y no dejo de subrayar este concepto.
Hemos construido grandes acuerdos en nuestro país y también hemos destruido esa posibilidad polarizando posiciones. Los países en los cuales sus Congresos se polarizan quedan neutralizados y dejan de cumplir su función. Tengo esa profunda convicción.
Hoy vivimos tiempos cruciales para Chile. Enfrentamos decisiones que marcarán la vida nacional por los próximos decenios. El debate para la construcción de una nueva Constitución, una joven generación a cargo del Gobierno y el desafío de resolver adecuadamente el equilibrio entre derechos sociales pendientes, el necesario crecimiento económico y la mejor distribución de la riqueza forman parte de este debate.
Yo soy de los optimistas.
Yo soy de los que están profundamente optimistas de que Chile va a encontrar su camino. Y estoy convencido de que, en parte de esta discusión, el Congreso Nacional debe ser activo.
En la actualidad, la Cámara de Diputados tiene una función legislativa y fiscalizadora, que es muy relevante para asegurar que las autoridades políticas y administrativas cumplan a cabalidad sus obligaciones. Sin duda, ambas funciones han sido cumplidas, aunque no puedo dejar de expresar mi preocupación por la polarización.
Me atrevo a hacer un comentario de realidad institucional comparada.
Nuestro sistema es presidencialista. Cuando hay unicameralismo, tiende a existir inestabilidad, porque en el unicameralismo existe propensión a pensar que se ha logrado el parlamentarismo. El parlamentarismo tiene una tremenda función. En los sistemas parlamentarios, esas asambleas son las que eligen el gobierno directamente, porque hay una corresponsabilidad en la acción. Pero cuando están divorciados, separados -es el caso de países al norte nuestro, como Perú y Ecuador-, se ha demostrado que, a veces, se lleva más a la inestabilidad y a la falta de acuerdos.
Estoy confiado en que la Convención Constitucional buscará su camino, encontrará su lógica. Yo solo apelo a que tengamos un sistema político, cualquiera que sea, que permita estabilidad en la construcción de acuerdos, que es lo que Chile necesita.
El estallido del 2019 marcó, de una u otra forma, el curso de los acontecimientos en nuestro país. Más allá de los sucesos que derivaron de aquello, quiero declarar mi sorpresa -esta es otra inquietud que tengo, y que para mí ha sido fundamental- por la tendencia a saltarse las reglas del juego. Puede haber momentos en que a uno no le gusten las reglas, pero cuando nos damos reglas, normas, para que tengan legitimidad -y eso ha sido parte del problema: la legitimidad de las normas con que vivimos-, debemos lograr garantizar que se respeten, por el bien de nuestra convivencia.
Esa tensión es la que vivimos hoy. El incumplimiento de las reglas es parte de nuestro problema, la anomia. Yo confío en que lograremos, a través del proceso constituyente, darnos reglas para asegurar la convivencia entre todos.
Durante mi trayecto parlamentario he sido testigo del retorno a la democracia, con don Patricio Aylwin, de las vicisitudes de esa transición, ejercicios de enlace -todos o muchos los recordamos-; del reingreso del país al concierto mundial, con la internacionalización económica, con el rol de Eduardo Frei Ruiz-Tagle; de los grandes avances modernizadores en infraestructura de Ricardo Lagos, que cambió la infraestructura de este país, y no solamente eso: fue un estadista internacional, con una impronta única; de Michelle Bachelet, la primera mujer Presidenta, y el legado de las reformas sociales y políticas de sus dos Gobiernos; he sido testigo de la alternancia en el poder.
Permítanme en lo personal reivindicar profundamente lo que hizo la Concertación. Yo soy uno de los que se sienten orgullosos por lo que hicieron nuestros Gobiernos, no porque quiera negar que hubo insuficiencias. Pero en Chile, después de los Gobiernos de la Concertación, fue muy superior la convivencia, la calidad de vida del país que heredamos el año 1990. Recuerdo la cifra del Presidente Lagos: siete de cada diez alumnos en las universidades fueron primera generación. En el año 90 no había más de doscientos cincuenta mil estudiantes en educación superior. Con el Presidente Lagos y la Presidenta Bachelet, con la gratuidad, superamos el millón doscientos mil alumnos en educación superior.
Chile cambió, con deficiencias, pero de ese cambio yo, por lo menos, me siento orgulloso.
Nuestro país, como parte del mundo, ha vivido un proceso globalizador innegable, pero que hoy nos enfrenta a discusiones trascendentes, como la aprobación del TPP11. Yo no podría irme sin hacer una mención a este punto. Esto último podrá parece una paradoja para algunos, el por qué lo rechazamos, por qué no lo aprobamos, pero no lo es. No renegamos de la internacionalización, ¡por favor!: este es un país que vende una de cada tres cosas que produce, depende de eso para su desarrollo económico, laboral y social. Pero nuestro rechazo al TPP11, o lo que hay detrás de este cuestionamiento, se funda en que en este nuevo ciclo de Chile es indispensable definir, previamente, un punto que no hemos abordado, ni mucho menos definido: cuál será el modelo de desarrollo de Chile, un modelo extractivista, un modelo con valor agregado, un modelo donde se industrialice, un modelo integrado al mundo. Lo que algunos de nosotros sí sabemos es que seguir profundizando solo un modelo exportador de ventajas comparativas empobrece al país ambiental y socialmente, y para qué hablar económicamente para las grandes mayorías.
Queridos colegas, la experiencia de estos años, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, tiene para quien les habla un saldo tremendamente positivo. He contado con un tremendo respaldo ciudadano en mi región. No puedo menos que mencionar una población en particular: la Capricornio, de Graneros, que fue la que me eligió por primera vez Diputado. Sin ellos no habría llegado al Congreso. Rengo, que ha sido mi hogar, y las treinta y tres comunas de las tres provincias de la región.
He entregado buena parte de mi energía y de mi vida en forma incondicional a la gente de mi región -la gente de allá lo sabe-, luchando por las viviendas, por el agua, por sus avances territoriales, para que tuviéramos -y con el Senador García-Huidobro compartimos ese desafío- una universidad estatal, la Universidad de O'Higgins.
Necesitamos, sin duda, en la medida en que avanzamos, un mayor control ciudadano. Estamos viviendo ese ciclo, y confío en que ese mayor control ciudadano, que existe hoy y que debería profundizarse, nos va a permitir seguir avanzando en nuestros logros.
Hoy cierro un ciclo y se cierra un ciclo político en el país. La Convención Constitucional va a elegir el rumbo de Chile para los próximos años, las próximas décadas; va a definir cómo será nuestro sistema político, definirá nuestro horizonte.
Cuando yo llegué por primera vez al Congreso, en mi campaña me alcanzaba para hacer unos panfletos a mimeógrafo, esos con la tinta medio morada, en papel roneo. Tenía diez puntos en mis demandas electorales. Una de ellas era: nueva Constitución para Chile. Siento que mi partida coincide con el término de un ciclo.
Quiero, al despedirme, agradecer a los funcionarios del Congreso Nacional, a los oficiales de Sala, a los taquígrafos, a todos; a los Secretarios de las Comisiones. He tenido el honor de pasar por casi todas las Comisiones aquí en el Senado, en algún momento.
Quiero agradecerles a mis colegas, a los de hoy y a los de ayer. Creo que junto con el Senador Girardi y el Senador Pizarro somos los más antiguos ahora...

El señor GIRARDI.- ¡Montes!

El señor NAVARRO.- ¡Montes!

El señor LETELIER.- No, Carlos llegó después.
Quiero, en ese sentido, agradecer a los colegas de hoy y de ayer, con quienes hemos logrado construir una amistad cívica muy importante. Hay un Senador en ese rincón que dice que tengo... Él usa otras palabras para calificar cuando me enojo; me refiero al Senador Chahuán, que es medio gráfico para estas cosas. Pero pido disculpas por las ocasiones en que hemos tenido desencuentros.
Quiero agradecerle a mi partido, al Partido Socialista de Chile, al Partido del Presidente Allende, por la posibilidad de ser su Senador y, antes, su Diputado. Quiero agradecerle a mi bancada, con la cual hemos compartido y soñado tantas veces con un país mejor. Quiero agradecerles a los equipos que han trabajado conmigo acá, en el Congreso -a Carmen Gloria- (aplausos en las tribunas), a los equipos que he tenido en diferentes comunas de la Región de O´Higgins, de las cinco oficinas: en Rengo, Rancagua, San Vicente, San Fernando y Santa Cruz; pero, por sobre todo, quiero agradecerle a la gente, a las redes de trabajo de todas las comunas del distrito 33.
Y, por último, permítanme agradecerle a mi familia. Yo llegué a los 28 años; no me canso de repetirlo: he pasado más de la mitad de mi vida acá (32 años). Es un pesar para la familia tremendo, y en eso yo sé que todos mis colegas, quizá las mujeres más que los hombres, entienden lo que significa postergar a los nuestros por servir a este país, servir nuestras ideas y luchar por el cambio.
Les deseo mucho éxito; muchas gracias por lo que he aprendido en estos años. El Congreso Nacional es una institución fundamental de la república. No es posible una democracia sin un nosotros diverso donde discutamos nuestras ideas, donde disputamos nuestras ideas, pero donde la democracia permite definir los rumbos de Chile y su futuro.
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta hace entrega al Senador señor Letelier de un galardón en el centro de la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador Jorge Pizarro.

El señor PIZARRO (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Muy buenas tardes, colegas, Senadoras, Senadores.
Juan Pablo, el más antiguo como Senador soy yo, no el más viejo... pero cumplo 24 años en este Senado, luego de 8 años como Diputado. Otra cosa es que llegamos varios siendo bastante más jóvenes a la Cámara de Diputados el año 90: el Senador García; el Senador Coloma, de los que están aquí; Claudio tuvo intervalos; de las bancadas de enfrente, Juan Pablo, la Nani, que llegó el 90, después tuvo un intervalo; también Carlos, que se acaba de ir, "el Ministro"... Y Carlos es divertido porque dice: "Oye, yo me despido, no vuelvo nunca más y qué se yo", ¡y la próxima semana va a tener que estar discutiendo algunos proyectos acá...!

Es una forma de reinventarse en la política porque creo que de la política los que sentimos pasión y tenemos sentimiento y vocación -ahí volvió...- , vamos a estar siempre en algún lugar tratando de expresar lo que son nuestras ideas, de expresar lo que es nuestra vocación de servicio público, de expresar lo que creemos pueda ser mejor para Chile, para nuestros compatriotas.
Quiero saludar a los colegas, saludar a los funcionarios, como han dicho todos, agradecerles el trabajo, el esfuerzo a todos: desde el que nos controla la temperatura cuando entramos, hoy día, hasta los que nos aportan para tener mejores textos legales.
Y agradezco a los funcionarios por el aporte que hacen a fortalecer la institución. Digo esto porque en los últimos tiempos hemos tenido dificultades: dificultades en la relación, dificultades en la comprensión de los roles de cada cual.
Cuando llegué a la Cámara de Diputados el año 90, el Secretario de esa Corporación, Carlos Loyola -gran persona, que en paz descanse-, frente a un tema en específico, mientras nosotros discutíamos si necesitábamos o no una empresa de asesoría externa que viniera a hacer un informe respecto de cómo estaba funcionando la Cámara, me dijo una gran verdad, que yo le reclamé, por supuesto. Me dijo: "Diputado, no se olvide de que aquí los que somos permanentes somos los funcionarios, los parlamentarios son aves de paso".
Yo aprendí dos lecciones con eso. Primero, que nuestra representación depende de la gente que nos elige y que nuestro trabajo parlamentario no solo es hacer leyes, sino que ser capaces de representar bien y cabalmente a la gente que nos elige. Y la segunda cosa que aprendí es que evidentemente, si tenemos buenos funcionarios, la institución funciona mejor y, por lo tanto, la profesionalización, la modernización del personal del Senado es muy importante para su sustentabilidad en el tiempo. Y eso es algo que debemos construir entre los funcionarios y quienes formamos parte, "pasajera", de la representación de la gente.
¡No me olvido nunca de eso!, y es lo que he tratado de hacer en cada una de las responsabilidades que me ha tocado.
Quiero agradecer, como todos, a la familia, sin duda. Ninguno de nosotros podría estar acá si no tiene un sustento, un respaldo, un apoyo de verdad, importante, de comprensión de quienes están cerca de nosotros.
Agradezco profundamente a la gente de la región. Yo siempre he sentido una gran responsabilidad por haber sido elegido tantas veces con las primeras mayorías en mi región y, en algunos casos, del país; porque es una responsabilidad gigantesca. Cuando alguien vota por uno está confiando en lo que uno plantea, en lo que uno representa, en lo que uno dice, en lo que uno hace, en la forma como decide, en la forma como actúa, representando a nuestros compatriotas, y eso es algo que a uno lo tiene que marcar en cada una de las decisiones que debe tomar en este Congreso.
Agradezco, por supuesto, a todo el equipo político, comunicacional, territorial que ha trabajado conmigo estos treinta y dos años. Sin ellos no habría sido posible hacer todo el trabajo que hicimos en lo legislativo, en lo político, en lo social, en lo representativo. Creo que una buena parte de lo que nosotros podemos hacer mejor se explica porque nos rodeamos de buena gente, y en el caso mío puedo decir que he estado siempre rodeado de muy buena gente.
El miércoles pasado mi equipo presentó un libro, un texto que ustedes deben de haber recibido, donde de alguna manera se relata lo que es la experiencia de vida política que me ha tocado tener en el Congreso, pero desde antes. Porque uno al Congreso no llega por sorteo, ni llega por un concurso público o por decisión de la Price Waterhouse. Aquí llegamos de alguna manera representando algo y porque hemos tenido alguna trayectoria o algo que decir o alguien a quien interpretar.
Pues bien, ellos tuvieron la idea de hacer un libro, que se llama "Más allá de lo posible". A mí me pareció muy interesante el libro en términos de relatar lo que es la trayectoria política de muchos de nosotros y de muchos que aquí no están o de muchos que han pasado por esto o que siguen tratando, desde sus ámbitos, de aportar al país y a una mejor calidad de vida de todos. Y en ese texto decíamos que formo parte de la generación que perdió la democracia, porque me tocó entrar a la actividad política joven, en los años 70 -con Alejandro fuimos compañeros en la universidad, en la Escuela de Ciencia Política-; me tocó ver la historia de un proceso de cambio encabezado por el Presidente Allende, que terminó de la peor manera: con un golpe militar que después significó una dictadura de diecisiete años.
Todo ese proceso político uno lo vive. Cada cual tendrá su propia historia, pero no cabe duda de que dentro de ese contexto es que se va construyendo una historia que logra llevar al país a soluciones que permitieran recuperar la democracia; que permitieran recuperar los derechos y las libertades de las personas; que permitieran recuperar dignidad; y en nuestro caso pensábamos que era indispensable hacer cambios mucho más profundos en lo político, en lo social y también en lo económico. Y esto va marcando toda una trayectoria, va marcando toda una vida.
Yo no voy a entrar a los proyectos de ley, porque los comparto todos -y seguramente cada uno tiene su corazoncito en aquellos a los que les puso más empeño- y sería algo interminable. En treinta y dos años de vida parlamentaria créanme que no hay proyecto que no haya salido de la Cámara o del Senado en el cual no hayamos tenido alguna participación: todos.
Por lo tanto, prefiero tratar de manifestar que todo el trabajo que a mí me tocó hacer en el Congreso estuvo marcado por un proceso de cambios que se inició antes del plebiscito del 88; que se inició, por supuesto, antes de lo que fuera la elección del Presidente Aylwin y la transición; y antes de aquellos gobiernos que le dieron continuidad a este país bajo la Concertación de Partidos por la Democracia o la Nueva Mayoría.
Y nos tocó ser Gobierno y también Oposición. Y sin duda, como se ha dicho acá, transformamos Chile.
El Chile de hoy no es el mismo. Hoy se pueden plantear desafíos que eran inimaginables para nosotros, no treinta años atrás, sino hace diez, veinte años. Y ello es porque el país ha avanzado, y ha avanzado con el aporte de todos, ¡con el aporte de todos! Cuando fuimos Gobierno tuvimos aporte de la Oposición y cuando estuvimos en la Oposición hicimos aportes al Gobierno, sin duda. No hay más que recordar los acuerdos a los que llegamos en los últimos cuatro años para enfrentar la pandemia, la crisis económica, la crisis de las familias; para destinar los recursos necesarios, que el país pudiera garantizarle seguridad a nuestra gente. Esos acuerdos se alcanzaron acá, y lo hicimos desde la Oposición con el actual Gobierno. Negar eso creo que es negar lo que ha sido la esencia del trabajo parlamentario de nosotros mismos, independiente de si estábamos en el Gobierno o en la Oposición.
Sin duda que comienza un nuevo ciclo, y me alegro de que así sea.
Como han dicho varios, el desafío para el Gobierno que asume el próximo viernes es gigantesco. Es gigantesco no solo por las demandas o las cosas que hay que hacer a nivel económico, político y social, sino que es gigantesco porque además nos encontramos, como sociedad, en momentos de crisis, que es una crisis a nivel mundial. Y es una crisis que va a condicionar la acción del futuro Gobierno: por el tema de la inflación; porque no tenemos acceso a los recursos que son necesarios para garantizar una reactivación, una normalidad en el funcionamiento de la economía; porque las cadenas de suministros hoy día están en cuestión.
El mundo globalizado hace que dependamos de lo que está pasando en otras partes. Y sabemos que en esas partes nosotros, como país, como América Latina, no tenemos nada que decir, porque no tenemos capacidad de integración, de cooperación, de multilateralismo que permita que la representación de la realidad de América Latina tenga una voz en el mundo. Y, no obstante, estamos supeditados a lo que se les ocurra al señor Putin, a los europeos, a Estados Unidos o a China. ¿Y América Latina y este paisito tienen algo que decir en esa materia? No. Y, sin embargo, somos los que proveemos de materia prima y de alimentación a muchos de esos países, y pagamos los costos, como aquí se ha dicho.
Al futuro Gobierno le va a tocar enfrentar esto, con incertidumbres, con desconfianzas, con polarización, con descalificación, donde impera la ley del más fuerte o del que grita más, o del que insulta o descalifica más. Y se hace de la peor manera, porque se hace a través de las redes, medios a través de los cuales nadie se hace responsable, y lisa y llanamente se genera un daño gigantesco a lo que es la vida política, la vida diaria de nuestra gente.
Yo agradezco a todos ustedes, sin duda, lo que ha sido la convivencia en el Congreso desde el año 1990 en adelante.
Entre quienes comentaron el texto estaban el Senador Coloma, Sergio Bitar, la Senadora argentina Silvia Giacoppo, la colega Yasna Provoste.
Sergio Bitar, que fue Senador -a quien ustedes conocen, y para los que no lo conocen deben saber que es una persona profunda-, pronunció una frase que a mí me impresionó mucho, a propósito del comentario que hacía respecto de lo que era la trayectoria política de nuestra generación. Se preguntó: "¿Qué elementos o qué cosas son las que realmente pueden evaluar lo que ha sido la vida de un parlamentario, de un político? ¿De qué manera, más allá de la elección, de si lo eligen más, de si lo eligen menos, se puede evaluar la vida y la trayectoria política de un ser humano?". Y él señaló: "Si se cumplen con algunos elementos básicos". Y mencionó los siguientes:
Primero: coherencia, coherencia política -¡evidente!- entre lo que pienso, lo que siento y lo que hago.
Segundo: perseverancia. Si un político no persevera en sus principios, en sus valores, pierde sentido la gestión que pueda hacer. Si no hay perseverancia es porque no hay convicción detrás.
Tercero: "Siempre, siempre, en la toma de decisiones, sobre todo un parlamentario, alguien que tiene responsabilidad, siempre priorizar a los más débiles". Y cuando dice "los más débiles" no está hablando solo de aquellos que tienen carencias materiales. Habla de los más débiles en una sociedad, y eso tiene que ver con lo valórico, con lo social, con lo económico, con la igualdad de oportunidades.
También dijo: "Por la capacidad de diálogo; por la capacidad de generar acuerdos; por entender que la necesidad de generar acuerdos es muy importante en política". Porque en la medida que tengamos más acuerdos estos se transforman después en políticas públicas que tienen permanencia en el tiempo, y si tienen permanencia en el tiempo, entonces, son más eficaces, y si son más eficaces, llegan mejor a la gente. Y no debe ser una política que se impone en un momento determinado, paso la mayoría, y cuando la pierdo, al día siguiente tengo otra decisión o una política totalmente contraria. ¿Eso qué genera? Ineficiencia, políticas poco efectivas, que no tienen la profundidad que requiere un Estado para ir avanzando piso a piso, paso a paso, como lo quieran llamar.
Pero lo que más me impresionó fue lo que señaló al final: "Lealtad para cumplir con los compromisos". ¡Lealtad para cumplir con los compromisos! Porque lo que más se nos critica a los políticos es que no somos capaces de cumplir los compromisos que asumimos.
Y lo que hoy día es más grave, queridos colegas, en la política actual y en la que viene, es que cada día los políticos tenemos menos coraje para tomar decisiones, porque estamos supeditados al qué dirán; estamos preocupados de si nos pusieron o no nos pusieron en determinada red; estamos preocupados porque un grupo de presión va y nos descalifica, nos insulta o nos veta.
¡Se requiere coraje cuando se toman decisiones!
En este mismo Senado, en la misma Cámara, hoy día actuamos con un parlamentarismo de hecho cuando tomamos decisiones que sabemos que son inconstitucionales, por marcar el punto. ¡Y sabemos que no tenemos facultades y, sin embargo, lo hacemos! Y cuando llega el momento de votar: "No, es que mire... prefiero... ya... total".
¡Coraje!
¡Coraje, colegas!
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala).
(La señora Presidenta hace entrega al Senador señor Pizarro de un galardón en el centro de la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Senador Guido Girardi.

El señor GIRARDI (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Primero, es lo que corresponde, quiero agradecer a todos los que han permitido realizar nuestro trabajo durante estos años. Como lo han hecho varios, agradezco a funcionarios, funcionarias; amigos, amigas; a nuestros colegas; a nuestros asesores, a quienes han colaborado como abogados, como asistentes sociales, como equipos técnicos. Creo que eso es muy importante. Doy las gracias a quienes dirigen esta institución y a todos con los que hemos tenido encuentros, porque uno ha venido aprendiendo y se ha entrecruzado con múltiples historias de vida de distintas personas.
Para mí tal vez el aprendizaje más importante es el que tuve cuando era médico, cuando trabajaba en la comuna de Cerro Navia. Pienso que es muy distinto vivir la pobreza por dentro, el sufrimiento humano, y de ahí surgen motivaciones que son muy importantes.
Lo que yo siento es que estamos viviendo ciclos. Y yo termino un ciclo. No quiere decir que con eso culmina mi vida política, cultural, intelectual. Pero estoy convencido de que soy parte de un ciclo.
En general, creo que el ciclo que yo represento lo encarnan gran parte de los colegas y las colegas que estamos acá. Y tenemos que entender que vienen otros ciclos y que el ciclo del cual somos parte fue exitoso para la humanidad y el planeta.
Siempre pienso que uno es parte de ese pequeño engranaje de la historia. Si uno lo quisiera vivir más globalmente, es muy importante la evolución del ser humano.
Nosotros vivimos una primera revolución industrial que fue larga, que duró cien años y terminó en 1850.
Vivimos una segunda revolución industrial, que fue esa era industriosa de finales del siglo XIX y del siglo XX. Y nosotros somos eso: la segunda revolución industrial, que construyó un modelo, una manera de pensar que era bien analógica, concentrada, vertical, de arriba hacia abajo, que apostó al poder, pero donde, además, la intelectualidad estaba dentro de ese chasis. Por eso Neruda fue Senador, los grandes pensadores pertenecieron al Senado y a la Cámara de Diputados, y también las pensadoras -no había tantas, pero había grandes pensadoras-. En consecuencia, el Estado se nutría de la riqueza intelectual.
Ese mundo parió ideologías: liberales, de Izquierda, de Derecha, socialdemócratas; parió partidos. Todas estructuras verticales. Constituyó un concepto vertical del Estado. Ese mundo nos permitió avanzar. A nivel mundial logró desafíos gigantescos en materia de salud, de disminución de la mortalidad infantil. Recuerden que Chile tenía una mortalidad infantil gigantesca en la década del cincuenta. La expectativa de vida en Chile en el año 1950 era de cincuenta años. Había pobreza y venían pandemias que arrasaban con el planeta.
Bueno, nosotros somos parte y herederos de ese mundo, porque nos modeló, nos talló; ese mundo analógico. Nuestros cerebros son analógicos. Y nosotros estamos cumpliendo un ciclo; nuestras instituciones están cumpliendo un ciclo.
Lo quiero decir con pertinencia, porque me tocó ser dirigente estudiantil, presidente del centro de alumnos de Medicina de la Chile en la dictadura, organizar la lucha contra la dictadura, organizar las protestas. Tuve el privilegio de ser juez sanitario de Santiago en los años noventa, de producir los primeros cambios ambientales, de cerrar las primeras empresas. Y luego tuve el honor de ser parlamentario y acompañar esta épica, porque fue una épica. Podrá haber diferencias -yo mismo fui de los autoflagelantes-, pero representó gigantescos avances para Chile.
¿Quién puede dudar de que el retorno a la democracia y la transición representaron gigantescos avances?
Nosotros fuimos en su época lo que hoy día es el Frente Amplio. Yo llegué a la Cámara de Diputados con treinta y dos años y antes había sido director de una institución de salud. Y muchos de los y las que están acá éramos esa generación joven que tomó su destino, que hizo su aporte en su momento. Y logramos cambiar Chile y generar avances, como digo, gigantescos.
Me tocó ser parlamentario, Presidente del Partido Por la Democracia, Presidente del Senado; me tocó estar bajo gobiernos, unos más cercanos, otros más distantes, de los presidentes Frei, Aylwin, Lagos, Bachelet, Piñera, y ser protagonista de una historia y de una aventura maravillosa. Yo así lo veo.
Pero también vienen cambios en el mundo, nuevas eras, y esta nueva era, esta nueva civilización demanda cambios. Esa es nuestra realidad. No podemos seguir defendiendo al Senado o a la Cámara de Diputados como lo estamos haciendo.
El cerebro tiene una característica que ha permitido al ser humano evolucionar, que se llama "plasticidad neuronal". El 10 por ciento de mis sinapsis cambian todos los días. Cada vez que leo algo, mi cerebro va cambiando, va formando nuevos circuitos neuronales. Por eso el ser humano ha evolucionado, no se ha quedado rezagado. Por eso no sigue siendo un chimpancé, como en algún momento lo fuimos. Ellos fueron nuestros ancestros hace diez millones de años; después, Homo erectus; luego, Homo habilis, etcétera, y logramos evolucionar hasta donde estamos hoy, y seguiremos evolucionando.
Bueno, la política y la democracia también deben tener plasticidad democrática. Tenemos que adaptarnos a la nueva era y pensar en esta era de cambios, transformaciones y nuevas velocidades. Aquí el problema para mí no es si es bicameral o unicameral. El mayor riesgo que tiene la democracia es la simplicidad, la falta de complejidad, el no ver los problemas de fondo que en realidad incuban la crisis que tenemos dentro de la sociedad.
Ahora, me gustaría plantear cuál fue nuestro rol, porque estos son roles colectivos, no individuales. Yo no tomé la política como un camino individual: siempre he tratado de hacer la política con otros, con otras, con claros y oscuros, como todos, porque no somos infalibles y uno aprende de los errores. A mí me encantaba algo que decía Manfred Max Neef, que fue muy amigo: "Los errores te permiten aprender". Si el problema es que no hay que barrer los errores debajo de la alfombra. Equivocarse es un derecho humano y es lo que permite aprender. Y yo, como muchos y muchas, he cometido muchos errores en la vida, pero también he ido aprendiendo.
A nosotros nos tocó jugar un rol anticipatorio. De hecho, el PPD nació como una forma nueva de ser y estar en política. En su época era lo nuevo. Creo que nosotros fuimos los que instalamos en parte, con otros y otras -quiero recordar a Baquedano, a Sara Larraín, a Horvath y a otros tantos y tantas-, la épica ambiental en Chile, la defensa del medio ambiente. Y les quiero dar ejemplos.
Si nosotros no hubiéramos luchado en ese tiempo, no existiría el Parque Karukinka. Este parque era propiedad de Trillium, que se había vendido a un dólar la hectárea con árboles maravillosos para ser talados. Y nosotros paralizamos el proyecto de Trillium con Alejandro Navarro, con García-Huidobro, que está acá, porque formamos algo que era inédito, transversal. La primera transversalidad política que existió en Chile la creamos nosotros y se llamaba "Bancada Verde". Estaban Navarro, Horvath, García-Huidobro, Longton -que lamentablemente falleció-, y teníamos una unidad de propósitos porque nos inspiraba un bien superior que trascendía a los partidos. Y llevamos adelante causas numerosas. Logramos que se paralizaran proyectos como Castilla, que era una gigantesca central a carbón; que se detuviera Pascualama; que muchos proyectos que atentaban contra el medio ambiente se fueran deteniendo. Instalamos esta preocupación ambiental.
También fuimos tal vez de los primeros, como comunidad, que planteamos el derecho de los homosexuales y que abrimos puertas.
Siempre recuerdo que en el año 1995 hice una conferencia de prensa en la que decía: "Los homosexuales se pueden casar y adoptar hijos y hay que terminar con la penalización de la sodomía". Bueno, el bullying que tuvimos fue gigantesco. Creo que hasta me pasaron al tribunal de ética de mi partido en ese tiempo. Salíamos a la calle y la gente me decía: "Doctor, ¿sabe qué?, a usted lo apreciamos, pero a los huecos, no".
El mundo ha cambiado y considero que nosotros colaboramos a construir un mejor mundo. Con Ricardo Lagos, que está acá, fuimos los primeros que presentamos un proyecto de ley de matrimonio igualitario. No pudimos avanzar. Alejandro también lo firmó. El lobby del mundo evangélico que tuvimos fue gigantesco.
Pienso que hoy día nadie volvería a tener esas actitudes, porque cambió la sociedad. Y esta cambia más que la política; eso es interesante. La política ha sido mucho más conservadora que la sociedad, y particularmente en temas valóricos. Para qué decir de las luchas que dimos por el divorcio. También me tocó luchar por la píldora del día después. En su momento fueron avances, disputas, que hoy día incluso los sectores más conservadores y de Derecha reconocen. Está el derecho de los homosexuales a casarse. El hecho de que el Presidente Piñera haya apostado por ello, aunque haya habido diferencias, creo que habla del desarrollo de la sociedad.
Y eso a mí me parece muy importante.
Desempeñamos -yo creo- un rol central para paralizar proyectos como HidroAysén, y la historia ha demostrado que teníamos razón; y también hemos dado una lucha contra el proyecto Dominga.
Aquí, nuestro aporte no ha sido personal o individual, sino un trabajo conjunto de abogados, de abogadas, de colectivos ambientales, los cuales han sido muy importantes.
Cuando miro la gestión de una persona que ha sido legislador me pregunto: ¿qué ha hecho ese parlamentario o esa parlamentaria? A mí, además de participar en luchas sociales y de colaborar con el mundo social, me ha tocado legislar.
Al principio, cuando era Diputado, evidentemente no estaba tan centrado en la parte legislativa, sino que me concebía a mí mismo como un activista social para la defensa del medio ambiente, de los derechos humanos. E incluso llegué a organizar un sindicato de trabajadoras sexuales, debe de haber sido por el año 94, para que también las mujeres que ejercían el trabajo sexual tuvieran derechos, porque había una contradicción: las sancionaban en lugares cerrados, donde podían estar protegidas y, en cierta manera, apoyadas por los sistemas sanitarios, pero se les permitía que ejercieran su actividad en las calles.
Bueno, son muchas cosas que para mí fueron aprendizajes gigantescos.
Y quiero recordar una anécdota: cuando yo planteé que los homosexuales se podían casar, fue tanta la presión de los medios que mencioné algo que es una realidad, y señalé: "pero si el 10 por ciento de la población es homosexual". Y después me pedían que entregara la lista de las personas, hombres y mujeres, que conformaban ese 10 por ciento. Anécdotas de ese tiempo que, claro, hoy día son risibles, pero porque el mundo ha cambiado profundamente.
El primer proyecto de ley del que me tocó ser autor e impulsar fue el que prohibía los fuegos artificiales. En Chile se quemaban y quedaban mutilados -y algunos morían- cerca de cien niños cada Año Nuevo. Y nosotros presentamos dicha iniciativa pensando justamente en impedir que hubiera niños mutilados. Logramos aprobarla y hoy día es un modelo mundial. Recibimos el apoyo del director de la Corporación de Ayuda al Niño Quemado, Coaniquem, y ese modelo se usa en muchas partes, y nació en Chile.
Me tocó participar asimismo en un proyecto que para mí fue muy querido, porque un niño que se llamaba Nicolás Melipil fue tres veces al Hospital del Profesor y murió porque no tenía un cheque. E hicimos el proyecto de ley que terminó con el cheque en garantía a partir del aprendizaje de una realidad social. Ese niño acudió al Hospital Félix Bulnes, donde no le descubrieron su apendicitis, y en el Hospital del Profesor sí se la detectaron, pero como no disponía de cheque lo condenaron a muerte. Presentamos esa iniciativa para que nunca más un niño o una niña, ni nadie, tuviera que dejar un cheque en garantía.
Nos tocó trabajar en todas las leyes sobre tabaco que hoy día tenemos, mediante las cuales hemos reducido su consumo, siendo autor de muchas de ellas.
Junto con Francisco Chahuán y con Carolina Goic somos autores de la modificación a la Ley de Alcoholes que busca regular su consumo.
Nos tocó trabajar y ser impulsores, junto a otros colegas, de la Ley de Donante Universal, que permite que hoy día Chile disponga de un instrumento para avanzar en esa materia.
También participamos en la génesis de la Ley de Fármacos I, la Ley de Fármacos II, leyes sobre el uso de antibióticos, leyes contra el desperdicio de alimentos.
¡Las leyes sobre plásticos! Por ejemplo, la referida a plásticos de un solo uso la trabajamos con la Fundación Océana, en una labor conjunta con el mundo científico, pero además interactuando con organizaciones no gubernamentales, lo que era muy importante.
Se acaba de aprobar la Ley de Glaciares, cuando vamos a vivir una crisis hídrica gigantesca en la Región Metropolitana. Quiero recordar el inmenso lobby que realizaron muchas empresas mineras y todos aquellos que se oponían a establecer una Ley de Glaciares, y el propio Gobierno hoy día está proponiendo una zona de protección. Hay que señalarle al Gobierno que ya no es necesario, porque vamos a contar con una ley que protege los glaciares y les concede el estatus de bienes nacionales de uso público y dispone una sanción penal a su intervención.
Y así, yo podría enumerar una gran cantidad de iniciativas que hoy día son leyes y que impulsamos nosotros con la comunidad científica.
Por ejemplo, la Ley Cholito, de protección animal, busca equiparar al ser humano con el resto de los seres vivos. Todos los seres vivos poseen conciencia y dignidad. No podemos permitir la cárcel animal. En Chile las mascotas no pueden seguir siendo cosas, bienes muebles, al igual que una silla, sino que se las debe ver como seres vivos sintientes. Hemos invitado muchas veces a Stefano Mancuso, que dice que hasta las plantas tienen emociones, inteligencia, pero los seres humanos, en nuestra ceguera, no lo vemos.
Y es parte de los desafíos que debe desarrollar este Congreso.
Además, pusimos en discusión temas de frontera.
Los primeros proyectos de ley sobre aborto libre, aborto terapéutico los propusimos nosotros. Para mí, una mujer siempre tiene que ser sujeto de derechos ¡Siempre debe contar con sus derechos civiles! No puede ser que a una mujer, por el hecho de estar embarazada, se le prive del derecho a decidir ¡Se le quiten sus derechos civiles, aunque sea por nueve meses, cuando no corresponde que los pierda!
Y son temas que evidentemente han de seguir debatiéndose, dada su relevancia.
Hoy día se discuten las cuarenta horas semanales. Y nosotros el año 98 generamos un movimiento junto con los sindicatos bancarios para establecer el proyecto de cuarenta horas. Creo que en ese tiempo era mucho más pertinente. Ahora estamos viviendo una era distinta. No digo que no haya que tener una jornada semanal de cuarenta horas, pero, ¡cuidado!, que el problema de la humanidad va a ser el fin del trabajo: la mitad de los empleos van a terminar en los próximos veinte a treinta años y serán reemplazados por la tecnología, por la robótica.
Tal vez la normativa más importante para mí es la Ley de Etiquetado. Como ustedes saben, por ella recibimos tres premios: el más importante que otorga Naciones Unidas, con una suma muy significativa de dinero que donamos a la Universidad de Chile; también un premio de la Fundación InterAmericana del Corazón, y un premio de la Universidad de Chile. Esta ley, que se hizo en Chile, se extendió a Perú, Uruguay, Colombia, México y Argentina, y más de veinte países la están desarrollando. A mí me ha tocado asistir a cuarenta países promoviéndola, donde he impartido más de ochenta conferencias y clases magistrales. Y la Organización Mundial de la Salud y la FAO la tomaron como modelo mundial.
Creo que Chile ha exportado, tal vez, una política pública única en el mundo.
Y si piensan que la actual pandemia es la mayor amenaza para la humanidad, ¡cuidado!, porque el COVID mata a 7 millones de personas por año. Y hay una pandemia silenciosa que mata a 41 millones de personas, pero como es un buen negocio, es silenciada. Porque aquí están las trasnacionales, por una parte, que engañan, vendiendo basura a los niños y haciendo publicidad engañosa. E incluso se llaman "enfermedades crónicas no transmisibles", a pesar de que son las más transmisibles de todas. El 60 por ciento de las ganancias de la industria farmacéutica proviene de paliativos para enfrentar los problemas de colesterol, de glicemia alta, pero no curan, y se constituyen en un gran negocio. Y por eso digo que podemos colaborar desde Chile a enfrentar la mayor pandemia de la humanidad.
Yo creo que la ley chilena ha sido tomada como el principal modelo en el mundo para enfrentar justamente la mayor amenaza que vive la humanidad que son los infartos. De hecho, la primera causa de muerte en Chile es el cáncer y después vienen las enfermedades cardiovasculares.
La segunda iniciativa que para mí también resulta un privilegio es la Ley de Neuroderechos. Ustedes saben que trabajamos junto con Rafael Yuste, el director mundial del proyecto Brain, y con la comunidad científica mundial. Y lo interesante de esa ley es que une el trabajo de la ciencia mundial más avanzada con nuestras universidades; participaron los rectores Ennio Vivaldi e Ignacio Sánchez, con una colaboración estrecha de Izquierda y Derecha. En tal sentido, quiero valorar todo el aporte realizado por los Senadores Chahuán, Coloma, De Urresti y la Senadora Carolina Goic, porque fue un proceso colaborativo, totalmente consensuado. Es la primera normativa en el mundo sobre el particular, y hoy día es un emblema y un modelo mundial.
Hemos sido invitados a la OEA, a Naciones Unidas, al Congreso Norteamericano. Yo diría que en casi todos los centros científicos hoy día se debate sobre la Ley de Neuroderechos, porque el campo de batalla del futuro será el celebro. Porque ya se pueden leer las emociones, se pueden leer los sentimientos, se pueden poner dentro de los cerebros emociones y sentimientos. Pero además porque el mundo que viene es el mundo digital, la era de los datos.
Vamos a pasar rápidamente a la era de los multiversos, vamos a vivir en universos virtuales paralelos. Ya no vamos a vivir con una identidad digital, sino que cada uno de nosotros va a tener un avatar digital, que no será solo nuestro nombre en Facebook, en Twitter, sino que tendremos una prolongación virtual holográfica ¿Qué quiere decir aquello? Que vamos a poseer un cuerpo virtual que nos va a representar en ese mundo de metaverso, que requiere regulaciones. Y Chile es el primer país en plantear una normativización de esa materia.
Acá existe un desafío democrático que debiera estar centrado en nuestro Parlamento, el cual dice relación con que si los derechos que asisten a los seres humanos, las leyes que permiten la existencia de la sociedad van a ser válidos solo en el mundo real, en el mundo que vivimos; si se van a extinguir al entrar en el mundo virtual.
El mundo virtual, donde vamos a vivir y a pasar la mayor cantidad de nuestro tiempo a futuro, es un mundo sin leyes, sin Parlamento, sin Estado, sin regulaciones. Ahí impera la ley del más fuerte: ¡cuidado!
Yo uso ejemplos muy simples: si el cartero que llega a tu casa lee tu carta lo puedes acusar de violación de privacidad; pero si Gmail lee tu carta y la analiza y la vende, no recibe ninguna sanción.
Si ustedes, periodistas, publican en sus medios una apología al nazismo o al fascismo, o a cualquiera de estos ismos, o hacen defensa de la pornografía infantil o de la pedofilia, van a recibir sanciones penales, pero si lo hacen en las redes no sufren ninguna. Y se está generando una realidad con una asimetría gigantesca. Y a mí me parece muy importante que Chile lidere esta discusión en el mundo.
Porque, además, si el poder del mundo del futuro son los datos, ¡cuidado!, que en el modelo de negocios de los datos el recurso más valioso de la economía es la atención, ¡nuestra atención!, porque, de lo contrario, no hay conexión con los cerebros, no hay datos si no existe la posibilidad de modificar los cerebros, como lo hace Cambridge Analytica, o cualquier plataforma que intenta poner en nuestro entendimiento modelos de consumo, de compra, o de lo que sea.
Entonces, ¿cuál es el problema? Que lo que activa la atención en los cerebros son los contenidos polares extremos, odiosos, porque aquella parte que regula la atención es la más primitiva del cerebro.
Juan Pablo Letelier hablaba hace un rato de una sociedad polarizada. Pero esta sociedad no solamente está polarizada por algo que tiene justificación, que es la desigualdad, sino también porque al vivir en el mundo de las redes, el modelo de convivencia al cual estamos expuestos es un mundo polar, agresivo, violento. Y lo reproducimos fuera de la red, en el mundo analógico.
Y es muy peligroso porque el ser humano está cableado para creer en el mundo analógico, donde existe una certificación de veracidad. Porque si alguien dice algo falso en la prensa lo van a descubrir. En cambio, en las redes no hay certificación de veracidad. La credibilidad, la credulidad del ser humano hoy día está en riesgo, lo que constituye una amenaza. ¿Por qué? Porque por el modelo de negocio de las redes, los algoritmos de Facebook, de Google, de Twitter, y de los chinos, amplifican aquellos contenidos que son falsos, odiosos, polarizantes.
Entonces, estamos expuestos a un mundo distinto.
Por eso que hay que regular las redes; por eso que tenemos que regular los ciberespacios.
Me parece muy importante el aporte que hemos hecho en esa materia.
También quiero hablar de la modernización del Congreso.
Jorge Pizarro, decía: "Tenemos que modernizarnos, y la modernización es una tarea de todos".
Nosotros somos una institución para los siglos XIX y XX. No somos una entidad pertinente para el siglo XXI. Y no estoy hablando del Senado, sino del Congreso. Creo que los mismos problemas que nos afectan a nosotros afectan a la Cámara de Diputadas y Diputados. Somos analfabetos respecto al mundo que viene. Los Senadores, las Senadoras, los Diputados, las Diputadas -no quiero hacer descalificaciones personales, yo mismo me siento parte de eso- no tenemos la capacidad de complejidad para poder abordar los problemas. Nuestros Estados, nuestro Gobierno, nuestros partidos políticos también son analfabetos. Y más ahora que antes, porque antes el mundo intelectual tenía domicilio en los partidos; los nerudas estaban en los Senados. Pero hace mucho tiempo, por lo menos veinte años, que la intelectualidad de Chile, de Izquierda y de Derecha, se arrancó de los partidos, se fue de los Estados, se fue de los Ministerios, y está en la sociedad.
Entonces, si uno quiere seguir pensando y generando políticas complejas para abordar problemas complejos, y lo sigue haciendo solo desde el chasis institucional de los partidos políticos, o de los parlamentos, o del Estado, va a reproducir políticas lineales que no son abarcativas, que no poseen complejidad, sino simplicidad.
Además, estamos condicionados por la inmediatez, porque en momentos de crisis los cerebros de los seres humanos quieren todo aquí y ahora. Se ha eutanasiado, se ha muerto la paciencia, la capacidad de diferir. ¡Todo el mundo quiere que todo se resuelva ahora, inmediatamente; nadie está dispuesto a esperar! Y somos rehenes, en muchos ámbitos, del presentismo y la inmediatez.
Y eso es muy peligroso, cuando, tal vez, en el momento más importante de la humanidad se necesita reflexión, se necesita meditar, y aquello significa construir un nuevo chasis para el siglo XXI.
Y por eso que decía que aquí hay un fin de ciclo y que tenemos que repensar nuestras instituciones.
Y nosotros hemos tratado de hacerlo.
Piensen que hoy día hay una crítica sin piedad, sin compasión al Senado. Muchas cosas serán justas, pero creo que somos la institución que más ha intentado aproximarse a una reflexión.
De hecho, con los Senadores Jorge Pizarro, Juan Antonio Coloma, Francisco Chahuán, Alfonso de Urresti y muchos de los que estamos acá creamos en el año 2011 la Comisión del Futuro, que es única en el mundo, donde participan el mundo científico, los rectores de las universidades y la Academia Chilena de Ciencias. Y decidimos construir un laboratorio de innovación social, que es el único espacio de reflexión donde se une aquello que no está hoy día en los partidos, en los gobiernos, en el Estado; aquello que une a la intelectualidad chilena, a nuestras universidades, a nuestros científicos y científicas de los territorios para reflexionar junto con la política, para que esta no solamente elabore políticas lineales, sino que genere complejidad.
Y nos hemos definido como un laboratorio de innovación social.
Piensen que este Congreso y la Comisión del Futuro han logrado desarrollar uno de los eventos de ciencia, filosofía y pensamiento nuevo más importante del planeta; que logramos sacar el Ministerio de Ciencia mediante una tarea colectiva con la Academia Chilena de Ciencias, con María Teresa Ruiz y Juan Asenjo, quienes fueron sus Presidentes; donde sostuvimos múltiples reuniones con Piñera, con Bachelet.
Gracias a esta Comisión y a este Senado, en Chile se estableció el Ministerio de Ciencia, que no existiría.
Gracias a este Senado existe una política satelital, donde Chile va a empezar a construir satélites por primera vez. Porque son el futuro. Y por eso que Elon Musk está con una empresa fabricándolos, porque van a ser los encargados no solamente de entregar imágenes, sino del futuro de internet. Y Chile va a incursionar en su elaboración porque nosotros, con la Comisión del Futuro y con la Universidad de Chile, lo impulsamos transversalmente.
Si en Chile existe una Comisión de Hidrógeno, es porque la creamos con todas las universidades. El Presidente Piñera, cierto, la tomó, pero a partir de lo que nosotros le propusimos.
La Comisión del Futuro creó la Comisión de Inteligencia Artificial, con los principales expertos y expertas chilenas. Por eso que contamos con una estrategia al respecto. El Presidente Piñera recibió nuestro documento después de dos años de trabajo con todas las universidades, y los mismos que estaban en nuestra instancia técnica conforman la comisión que formó el Gobierno, y que está avanzando en algo que es fundamental para el futuro.
Tenemos hoy día 650 académicos y académicas que llevan tres años trabajando de manera absolutamente gratuita en un proyecto país; es el único lugar de Chile donde se está reflexionando.
Mañana, junto con Ennio Vivaldi, con el futuro Ministro de Ciencia, con el futuro Director de la Corfo, más la Presidenta del Senado, vamos a lanzar un libro que se llama "Chile tiene futuro", que representa el trabajo de 700 científicos chilenos... (se desactiva el micrófono por haberse agotado el tiempo y se vuelve a activar por indicación de la Mesa).
¡Juan Pablo dispuso de veinte minutos; yo no puedo hablar menos que él...!
Por lo tanto, a mí me parece que es muy importante entender el actual momento, y lo quiero poner en ese sentido: viene otra era, un nuevo ciclo.
Ojalá que la Convención Constitucional se plantee estos desafíos. Y no solamente reivindique lo que hay que reivindicar: los problemas de desigualdad, de exclusión de la mujer, la realidad de los pueblos originarios, de los territorios. Pero el mundo que vamos a vivir no corresponde al siglo XX; en veinte años, la mitad de los empleos van a haber desaparecido. Piensen qué significará que ya no existan a futuro.
Hoy día estamos pensando una reforma previsional que dice que se va a financiar con seis puntos adicionales con costo al empleador, ¡si no va a haber empleadores!
¿Cómo se va a financiar la salud, la educación?
Los países tienen una economía que está sustentada en la demanda agregada, en el crédito. Pero los consumidores no dispondrán de recursos para consumir, porque no van a tener trabajo.
¡Ese es el problema de la humanidad! ¿Y cómo lo vamos a enfrentar? ¿Qué está pensando este Parlamento en esa materia; o en tantas otras?
¿Cómo la inteligencia artificial va a arrasar con los medios de comunicación donde ustedes se informan, porque ya no pueden competir con las redes sociales? Resulta evidente que tienen privilegios gigantescos respecto de ustedes, los medios, y se están llevando toda la publicidad. Además, no reciben ningún control; en cambio, sí los medios de comunicación, que tienen un compromiso con el correcto funcionamiento. Por tanto, hay una asimetría porque las redes sociales no tienen ninguna responsabilidad.
¡Imposible competir!
La democracia tampoco puede competir con este mundo, donde algunos quieren que el futuro sea sin leyes, sin normas y sin regulaciones.
Por eso que me parece tan importante el proceso de modernización que tiene que vivir este Senado, el Congreso.
A veces, ¡claro!, se intenta defender privilegios. Lo hacemos todos, Senadores, Senadoras, y muchas veces también los funcionarios. Pero quiero insistir en que la plasticidad democrática es fundamental para... (se desactiva el micrófono por haberse agotado el tiempo y se vuelve a activar por indicación de la Mesa)... universal.
Y hace 14 mil millones de años se produjo un Big Bang que generó un orden maravilloso, que es la vida, la naturaleza y nosotros mismos.
Es imposible que no haya un proceso de acomodación a esta nueva era. Esta generación se mueve en un espacio de caos, pero va a producir orden.
Creo que el Presidente Boric tiene un desafío mayor. Pero también los convencionales que lo acompañan deben entender que no nos puede pasar lo mismo que cuando se vino el estallido; o cuando logramos que el apruebo sacara 80 por ciento y que tal vez por exceso, por ir demasiado rápido, demasiado lejos, finalmente perdimos parte de ese porcentaje. Y por primera vez la Derecha nos empató en el Congreso.
Es muy importante preservar una nueva Constitución.
Yo creo que la transición termina ahora, pero solo va a ocurrir esto si tenemos una nueva Constitución... (se desactiva el micrófono por haberse agotado el tiempo y se vuelve a activar por indicación de la Mesa). Y pienso que...

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- ¡Guido!

El señor GIRARDI.- ... los constituyentes y las constituyentes tienen una responsabilidad mayor en sus manos, que es justamente permitir que termine la transición y que tengamos una Constitución que efectivamente se adecúe a la nueva sociedad.
Y yo creo, en lo personal, que tiene que seguir habiendo Senado, pero debe ser un Senado distinto, no en sus atribuciones, sino que uno que trabaje con la ciencia,...

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- ¡Guido!

El señor GIRARDI.- ... con las universidades, con los territorios; que se nutra de lo mejor de los chilenos y las chilenas; que se conecte con los avances más importantes de la ciencia mundial; que sea pertinente; en el que un proyecto de ley no demore quince años, como la Ley de Etiquetado o cualquier otra, cuando la sociedad está viendo cambios, donde la tecnología progresa cien veces de un año a otro y nos va dejando a todos obsoletas y obsoletos.
Por eso, quiero agradecer a todas y a todos. Deseo dar las gracias también a mi distrito por haberme apoyado. Yo he tenido un privilegio maravilloso: tuve en el año 97 un 69 por ciento de los votos, con 115 mil votos -cualquiera se lo quisiera como Diputado-; después, en el año 2001, tuve un 58 por ciento de los votos, con 98 mil votos; y como Senador tuve 439 mil votos. Yo quiero agradecerles a todos por esa tarea que nos confiaron, en que nos entregaran su confianza.
Y quiero decirles que para mí termina un ciclo, pero como soy un apasionado de la vida y del futuro, desde donde esté voy a colaborar a esos nuevos desafíos.
Creo que más que nunca se necesita una política...

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- ¿Está con micrófono o sin micrófono?

El señor GIRARDI.- ... que no desvirtúe la política.
La tecnología, como la quieren algunos, es para reemplazar la política.
Me parece muy importante que la política renazca, una para el siglo XXI. Si seguimos anclados en el siglo XX, la política va a morir, va a ser reemplazada por la normalización tecnológica. Y después nos van a decir: "No necesitamos Parlamento; no necesitamos Estado", como ya lo propone Google, Facebook y los intelectuales de Silicon Valley.
La política más que nunca, la democracia más que nunca. Tenemos que democratizar el futuro.
Estamos amenazados por el término del humanismo liberal. Ya son las máquinas las que deciden por quién votar, como Cambridge Analytica; qué comprar, y qué pareja elegir, como Tinder, donde el amor se transforma en una optimización matemática. Y ese es el final del humanismo liberal que decía: "El humanismo liberal se funda en que cada ser humano es el que mejor puede decidir por quién votar, qué comprar o qué pareja elegir"; eso está en cuestión.
Lo que está en cuestión es mucho más profundo que un cambio político, es un cambio de civilización, y es la permanencia del ser humano... (falla de audio)...
un riesgo ni de uno ni de otro... (se desactiva el micrófono)...

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- ¡Guido!

El señor GIRARDI.- ...de que el cambio climático amenace a la humanidad o que las máquinas puedan reemplazar a los humanos.
¡Me parece inaceptable que me hayan cortado el micrófono...!
(Aplausos en la Sala y en tribunas).

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Gracias, Guido.
(El señor Presidente hace entrega al Senador señor Girardi de un galardón en el centro de la Sala).

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Gracias.
Colegas, miren, yo les pido disculpas, en realidad; pero, en verdad, entre todos nosotros también tenemos que pedirnos disculpas, porque, si no, no podremos cumplir con los acuerdos que tenemos mínimamente.
Ha habido flexibilidad y todo, pero nos pasamos de la raya. El problema es que tenemos todavía ocho colegas que, obviamente, quieren tener el mismo derecho.
Estamos citados hasta las 8 -hasta las 8 entiendo, ¿no?-, el acuerdo de Comités era diez minutos, con flexibilidad llegamos a los doce o a los trece. Así que les pido, por favor, que tratemos de centrarnos más o menos en ese margen.
Vamos a dejar con la palabra al Senador Claudio Alvarado.
El señor ALVARADO
(de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Muchas gracias, señor Presidente, estimadas Senadoras, estimados Senadores.
Hoy día ha sido una tarde bastante especial, donde pocas veces yo he visto...
(Rumores).

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Por favor.

El señor ALVARADO.- ... a gran parte de los colegas en el Hemiciclo...

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Saludemos y escuchemos al colega, por favor.

El señor ALVARADO.- ... en sus pupitres escuchando con atención las palabras que cada uno de los antecesores ha ido emitiendo en esta sesión de despedida.
Y eso da cuenta precisamente de que este Senado es, sin duda, un espacio de reflexión. Es un espacio en donde todos y cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de transmitir con respeto, con honestidad y con lealtad profunda nuestras convicciones, nuestros principios, nuestros valores y, a pesar de nuestras diferencias, de ser capaces de ponernos de acuerdo.
Dicho esto, yo quiero un poco recordar como anécdota cómo llegué al Congreso. Yo llegué el año 94, producto de una visita que recibí en Puerto Montt, en mi lugar de trabajo, de un joven Diputado de la República, en aquel entonces, por Talagante y Melipilla, a quien yo no conocía. Y el señor Coloma (en honor a la verdad, regía el sistema binominal, había un Diputado de RN que de acuerdo con todas las encuestas era imbatible) lo que buscaba, más que un candidato, ¡era un carnet de identidad para poder completar la lista...!
(Risas en la Sala y en tribunas).
¡Y yo le quiero decir a Coloma que han pasado veintiocho años, he ido renovando varias veces mi carnet de identidad y aquí estamos...!
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
Bromas aparte, sin duda que Juan Antonio jugó un rol importante en convencerme, porque yo tuve que tomar una decisión muy compleja. Tenía treinta y tres años de edad, un cargo importante en una institución financiera y tres hijos, y de la noche a la mañana tuve que tomar una determinación de vida: o continúo desarrollando mi profesión o me dedico a la actividad pública. Y no me arrepiento del paso que di ese año 93 al dejar mi trabajo y aventurarme, como independiente, sin partido político, a una elección de Diputados, en catorce comunas, donde la representación de la UDI era de un concejal, Fernando Roldan -a quien hoy día recuerdo con cariño-, en la comuna de Chaitén.
Así fuimos construyendo espacios de diálogo y de conversación, y hoy día recuerdo aquellas discusiones para integrar Chile por Chile, para que no se interrumpiera la continuidad territorial en la provincia de Palena con las grandes adquisiciones de tierra que estaba haciendo, en aquel entonces, Douglas Tompkins; cuando luchábamos en la provincia de Chiloé por tener un servicio de salud autónomo; cuando recorríamos diversas comunidades rurales a pie, porque no había caminos ni energía eléctrica, qué pensar del agua potable, y se fue generando desarrollo, bienestar y progreso.
Me tocó durante dieciséis años ser Diputado de Oposición; ser jefe de bancada en un momento en que la UDI tenía su mayor representación en la Cámara de Diputados, pero siempre actuamos con un profundo sentido de responsabilidad, y cada vez que se requerían los votos nuestros para sacar adelante iniciativas en beneficio del país, nunca lo dudamos y ahí estuvimos. Muchas veces con críticas a cuestas, pero lo hicimos con un profundo sentido de responsabilidad, porque un país lo construimos todos, Gobierno y Oposición.
Podrán cambiar los gobiernos, pero las responsabilidades que tenemos como parlamentarios indudablemente que no cambian y deben estar siempre centradas en las personas y en el bien común.
Después de dos acuerdos con colegas de la entonces Concertación para las Mesas de la Corporación del año 2008, cuando después de cincuenta años la Derecha volvía a tener un Presidente en la Cámara de Diputados, Rodrigo Álvarez, el 2010 se lograba un acuerdo con un grupo de independientes y parte del Partido Radical, para darle gobernabilidad y administración entre el 2010 y 2014 a las Mesas de la Corporación. Y eso resultó de la mejor manera posible.
Posteriormente, me correspondió estar en la otra cara de la medalla: llegar al Gobierno. Y llegar al Gobierno cuando muchos de mis colegas con los cuales compartimos en el Hemiciclo nunca habían estado en la Oposición, ¡nunca habían estado en la Oposición! Y todos los contactos, todas las redes de la noche a la mañana no estaban; cambiaron las autoridades. Recuerdo con mucho cariño, con mucha satisfacción, haber sido un poco la puerta de entrada de muchos de mis colegas, de la nueva Oposición, para entre todos seguir construyendo país, seguir construyendo Chile.
También me correspondió aprender mucho, tal como aprendí aquí del trabajo legislativo: aprender a enfrentar situaciones complejas, difíciles, imprevistas; por ejemplo, una extensa negociación de una huelga de hambre de más de veinte comuneros mapuches, que se extendía por más de ochenta días. Ahí aprendí a escuchar, aprendí que en la vida no hay que imponer nunca nada por la presión; sino que escuchar y detectar desde dónde nos podemos encontrar, a pesar de las diferencias, para salir adelante.
El 2012 tuvimos conflictos en Punta Arenas por el gas. Miro hoy día a Carolina Goic y recuerdo una conversación telefónica que mantuvimos después de las doce de la noche, en donde, yo como Subsecretario y ella como Diputada, hablamos sobre cómo podríamos ponernos de acuerdo al día siguiente para salir de esa situación. Y lo logramos con la voluntad del Gobierno y de la Oposición; así sucedió también en Aysén. Por lo tanto, esas experiencias de vida uno las va aprendiendo y las va forjando.
No nacemos sabiendo. Pero si tenemos la disposición para escuchar, indudablemente que nos vamos enriqueciendo como personas.
Finalmente, por cosas de la vida, hoy día quien debería estar acá es el ex Senador Víctor Pérez. Él fue llamado a contribuir con el país, y dejó su pupitre en este Hemiciclo para asumir un tremendo desafío: ser Ministro del Interior. Yo era Ministro de la Segprés recién renunciado, cuando recibí el llamado y tuve la disposición para colaborar con mi partido desde esta Sala; y llegué por la confianza de mi partido en agosto del 2020.
Hoy día quiero agradecer profundamente a los habitantes de Chiloé y Palena, el ex distrito 58, que durante dieciséis años confiaron en mi persona; me entregaron su voto de confianza. Ahí aprendí que la confianza no se debe traicionar; y no se traiciona cuando uno actúa de frente con la verdad con un trabajo serio, honesto y responsable, diciendo siempre las cosas por su nombre, con cariño y con respeto, aunque tengamos diferencias. Porque no todo a lo que aspira la ciudadanía, y ustedes lo saben mejor que yo, se puede cumplir. Uno no puede caer en el juego de la demagogia barata, fácil, populista y del aplauso efímero; porque en la vida jugar con las expectativas de la persona es el mayor daño que le podemos hacer a la actividad política.
Quiero agradecerles también a las comunidades de Ñuble, una región que yo no conocía. Y como alguien me decía en broma: "¡Alvarado, a tu primera gira en Ñuble vas a llegar por el Waze...!". (Risas en las bancas de la Derecha). Llegué a Chillán y me entrevisté con los amigos de mi partido, y poco a poco me propuse que tenía que recorrer las veintiuna comunas de Ñuble. Y que debía estar no solamente entrevistándome con el alcalde, los concejales, los seremis, los gobernadores, el intendente: tenía que estar en las comunidades más alejadas, las que sufrían de falta de conectividad territorial, las que carecían de agua potable rural, aquellas que no tenían conectividad digital. Ahí fui aprendiendo y conociendo una nueva realidad. Y me puse a disposición para colaborar y ayudar a superar las dificultades de esa nueva realidad.
Ese fue mi paso por este Senado, donde me reencontré con muchos colegas con quienes compartíamos un pasado común en la Cámara de Diputados. Yo les agradezco a todos y cada uno de ellos, porque en las oportunidades en que tuve que estar en el Poder Ejecutivo siempre tuvieron la disposición de escuchar; siempre tuvieron la voluntad de avanzar en algún acuerdo que era necesario para el país.
Muchas personas me han dicho: "Tu larga trayectoria a lo mejor amerita escribir un libro". Pero como yo fui parte de muchos acuerdos, ¡creo que ese libro tendría que tener muchas páginas en blanco...! (Risas).
Quiero terminar agradeciendo también a la familia por la comprensión y por la disposición a acompañar este trabajo legislativo. Y deseo decirle a mi querido amigo Juan Antonio Coloma que yo hoy día estoy cerrando un ciclo; mi hija Amalia de ocho años ayer inició un ciclo: fue elegida, en el Día de la Mujer, presidenta de curso. ¡Y como no tengo dudas de que en unos quince a veinte años más va a haber un Coloma acá, que vayan a hablar con ella...! (Risas).
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala)
(El señor Vicepresidente hace entrega al Senador señor Alvarado de un galardón en el centro de la Sala).

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Senadora Carolina Goic, tiene la palabra; luego el Senador García-Huidobro, en un acuerdo con el Senador Bianchi.
Tiene la palabra, Senadora.

La señora GOIC (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Muchas gracias, Presidente
Yo voy a hacer una excepción: me voy a sacar la mascarilla.

El señor COLOMA.- ¡Obvio!

La señora GOIC.- Y les pido permiso, porque he sido la que les ha insistido a todos los colegas ser muy rigurosos con las normas sanitarias. ¡Así que creo que la ocasión, Senador Coloma, me permite hacerlo...!
Voy a tratar de ajustarme a los diez minutos, porque después de ese tiempo aumenta exponencialmente el riesgo de contagio, si uno no usa mascarilla desde acá. (Risas).
En este momento, en que se cierra una etapa que en mi caso fue de dieciséis años de trabajo legislativo, quiero sin duda partir agradeciendo. Estuve ocho años en la Cámara de Diputados con varios y varias de ustedes, ocho años aquí en el Senado; un tiempo de un profundo aprendizaje. Sin duda que uno parte destacando lo humano; ya lo han hecho varios, pero quiero también partir agradeciendo a todos los que están tras bambalinas. A quienes nos reciben con una sonrisa en la mañana, que se preocupan de que esté impecable la oficina, que nos levantan la barrera en el estacionamiento, a los que están aquí.
De verdad, si hay algo que yo he aprendido de las personas que permiten que funcione el Senado, hombres y mujeres sencillos, es el valorar esta institución. Para ustedes cada uno de nosotros, Senadoras o Senadores, somos importantes e igual de importantes; independiente de nuestra edad, independiente de nuestro partido político, ustedes me han enseñado desde el primer día a valorar y querer esta institución. Y por eso parto agradeciéndoles. También a muchos periodistas -veo a mi periodista-; por eso pensé en sus colegas con los que compartíamos ayer, quienes me transmitieron el mismo respeto por lo que significa esta institución.
Quiero agradecer, por supuesto, también a quienes me han permitido hacer una buena labor legislativa. Cuando llegué al Parlamento, a la Cámara, no había pisado jamás el Senado. Tampoco soy abogada, no sabía de la técnica legislativa. Y, sin duda, en Juan Pablo Severín y en Gerardo Bascuñán tengo buena parte del resultado de mi trabajo; han sido también muchas personas, no podría nombrarlas a todas, hombres y mujeres, que generosamente han estado apoyando la tramitación de cada una de las iniciativas y también su formulación.
Deseo agradecer a mi equipo más cercano, encabezado por mi gran jefa de gabinete, Claudia Silva; a Marjorie Merino, a quien veo ahí sentada; a Cristian Cancino; a Germán Flores, quien está conectado desde Magallanes; a Claudia Barría; a Cristina Pantoja; a Jorge Pereira, periodista, ¡cuántas jornadas vivimos!; a Carolina Vivanco, y a tantos otros y a tantas otras que no llegaron hasta el final, pero que fueron parte también de mi gestión.
Yo llegué a la Cámara de Diputados a los treinta y tres años -a los treinta y tres años, ¡no se rían...!-, y me voy cerca de estar en la mejor edad, en la mitad de mi vida: de los treinta y tres a los casi cincuenta años. Sin duda, estimados colegas, estimadas colegas, no soy la misma: no soy la misma mujer, no soy la misma profesional, no soy la misma política que llegó a la Cámara Baja en su momento.
Soy, sí, una persona que ha aprendido a valorar la capacidad de dialogar y de generar acuerdos, de respetarnos; que entiende cada día más la importancia de que en nuestro país seamos capaces de construir puentes y no atrincherarnos, y he tratado de actuar siempre de acuerdo con mis ideas y mis convicciones.
No me arrepiento en eso de ninguna de mis actuaciones, de ninguna de mis votaciones, a pesar de que tuve que pagar en varias ocasiones costos importantes en la región, injustos a veces, por formas de votar que probablemente no eran las más populares; pero siempre actué apegada a mis principios, abrazando la bandera de la ética y la buena política, tratando de ser coherente con el ejemplo que tuve de mi padre, de quien aprendí, sin duda, la política como una actividad de servicio. Y puedo decirles a mis hijas hoy día, mirándolas a los ojos, que he sostenido siempre siempre, en lo público y en lo privado, lo mismo. Y de eso me siento muy tranquila, queridos colegas.
Me tocó, como a varios de ustedes, estar en el Gobierno y en la Oposición más de una vez, y nunca miré a los colegas que están en la otra vereda política como enemigos; muy por el contrario, creo profundamente en la democracia y creo que cada uno de nosotros, cada una de nosotras está aquí porque representa algo de nuestro país, algo del alma de Chile, con sus virtudes, con sus defectos, con nuestras virtudes y con nuestros defectos. Sin embargo, somos importantes para esa construcción democrática.
Ciertamente -como lo han dicho varios-, pudimos haber cometido errores, y por los cuales pedimos disculpas; pero, raya para la suma, no tengo duda de que son muchos más los aciertos, los aportes que las veces en que nos caímos.
Siempre mi norte fue hacer un buen aporte y un trabajo legislativo serio y riguroso. Allí están las 412 propuestas de ley que me tocó impulsar, varias junto a algunos de ustedes. Más de cincuenta se transformaron en leyes de la república y están hoy día actualmente en vigencia.
Solo quiero destacar, brevemente, la extensión del posnatal entre aquellas que logramos que el Ejecutivo patrocinara, que ha cambiado la vida para tantas familias, que permitió un mejor desarrollo de tantos niños y niñas.
Asimismo, deseo recordar también -no puedo evitar hacerlo- la ley Sanna, que marca un hito en términos de humanidad, de no exponer a una familia, a una mamá o a un papá a elegir entre su trabajo o acompañar a su hijo en un tratamiento tan duro como el de cáncer.
Y, por supuesto, la Ley Nacional del Cáncer, en que yo digo "nuestra Ley Nacional del Cáncer", que lleva el nombre de Claudio Mora, un doctor que nos enseñó desde los dos espacios, desde la práctica clínica, pero también como paciente, que lo importante es humanizar la salud, que lo importante no es cómo mueren los pacientes con cáncer, sino cómo viven cada minuto desde que reciben su diagnóstico. Él nos mostró y encabezó la ilusión de tantos en algo que yo quiero repetirles hoy día, de forma encarecida: cómo somos capaces de, en ciertos temas que tienen que ver con las personas, actuar con políticas de Estado.
La angustia de tantas familias con cánceres es qué pasa con un cambio de Gobierno, qué pasa cuando cambia el Ministro, cuando cambia la autoridad, porque sus enfermedades, sus dolores, sus preocupaciones permanecen.
Podría mencionar muchos proyectos, tantos que partieron de Magallanes, de iniciativas como la eliminación de las bolsas plásticas: una campaña realizada con un grupo de chiquillos, de jóvenes que se estaban formando en ecoturismo. Con un gran amigo, Enrique Accorsi, presentamos esta iniciativa para partir eliminándolas en la Patagonia, y terminamos haciéndolo a lo largo de todo el país.
O la protección de los humedales, lo que queda pendiente respecto de las turberas, las normas para tener una mejor práctica de la acuicultura, en fin.
En la Comisión de Trabajo he podido ser testigo estos dieciséis años de modificaciones en las normas de nuestro Código Laboral. Y pongo solo como ejemplo la historia de las trabajadoras de casa particular, a las que se refería también mi gran amigo Juan Pablo Letelier, en que partimos nivelando sus salarios, que injustamente eran menores a los del resto de los trabajadores -algo inexplicable-, y terminamos incorporándolas al Seguro de Cesantía, normando su jornada laboral como la de los otros trabajadores.
También se hallan el reconocimiento de la paternidad, de la maternidad, de la vida familiar. Tantas leyes que nos permitieron avanzar en conciliación.
Y la reciente aprobación de la Pensión Garantizada Universal y el desafío -eso que repetimos varios esta mañana en la Comisión- de sacar adelante la reforma previsional, donde estuvimos tan cerca de lograrlo.
Aquí veo a Ena, a Rodrigo Galilea, a Juan Pablo y a la Nani: estuvimos tan tan cerca. Varios nos vamos con la frustración de no haber alcanzado un acuerdo sobre la materia, lo que será una tarea prioritaria para el próximo Gobierno.
En salud avanzamos y además creo que dimos grandes ejemplos de cómo pudimos aportar, sobre todo en pandemia. Y yo destaco eso.
En temas de género, solo quiero agradecer el haber podido ser parte de esta construcción de dieciséis años, que ha cambiado lo tocante a las posibilidades para las mujeres en nuestro país. Únicamente deseo destacar ahí, más que una ley específica, el aprendizaje que hicimos entre nosotras, las mujeres parlamentarias; la fuerza que teníamos cuando trabajábamos en conjunto, y el aprender que lo que hacíamos por una lo hacíamos por todas las mujeres.
A partir de aquello hemos logrado acelerar muchos avances.
También deseo destacar la Comisión del Futuro; ya lo hizo el Senador y amigo Guido Girardi, quien ahora será reemplazado en la presidencia por Francisco Chahuán, y donde lo seguiremos acompañando también desde algo que se inicia siempre en la Región de Magallanes.
Yo me voy con la satisfacción de haber cumplido mi labor, de haber sido la primera parlamentaria mujer de mi Región, de Magallanes; de haber sido electa siempre, en cada elección y reelección, con la primera mayoría; de haber impulsado la primera ley que abrimos en este Parlamento a la participación de la ciudadanía: me refiero a la Ley del Cáncer, la participación incidente, más allá de las audiencias.
Y me voy también porque, en esa misma coherencia, habiendo impulsado el límite a la reelección, me parece que dieciséis años cumplen un ciclo suficiente. Creo profundamente en la renovación, a pesar de que podía haber ido a otro período más aquí, en el Senado.
Estoy, sin duda, agradecida también de mi partido, con los momentos duros y con los momentos felices, sobre todo de muchos camaradas de base, que son los que me encontré y que alimentaron muchas veces el ánimo y que fueron inspiración para el trabajo.
Me correspondió apoyar a distintos Presidentes, Vicepresidentes, a distintas Mesas, y siempre lo hice desde el cuidado de la institucionalidad, porque creo que ello es algo muy importante.
Y aquí permítanme leer una cita de un texto que escribió Jaime Quintana en su momento y que refleja probablemente eso, que tiene que ver con el cuidado de la institucionalidad y que expresa también el cariño que a mi juicio todos acá nos debemos y tenemos.
Él decía -esto es textual de su libro- sobre la percepción que tenía de mí como Senadora y como política: "Una mujer distante y conservadora dentro de su partido". Y cómo cambió su percepción cuando durante su período en la Presidencia señala: "Recibí de parte de ella un sincero apoyo en momentos complejos, y pude conocer su lado humano y su capacidad de dar peleas difíciles; es una parlamentaria que respeto y valoro profundamente.".
Quiero agradecerle a Jaime esas palabras, porque hemos tenido diferencias. Pero qué distinto es cuando somos capaces de mirar más allá. Yo creo que eso es lo que necesita nuestro país: el respeto y el cuidado de la institucionalidad, que es el escudo de los pobres y de las personas sencillas, como nos enseña el padre Berríos, a no actuar sobre consignas.
Un país no se construye desde la funa, desde la descalificación, sino sobre la capacidad de mirar un poquito más allá de la primera imagen que nos formamos de las personas; no se construye desde el revanchismo. Y yo espero que eso sea lo que prime para la redacción de nuestra nueva Constitución.
Creo que sobre ello podremos avanzar.
Quiero desearles a quienes van a ocupar las sillas que quedan vacías en la bancada de la Democracia Cristiana que tengan una gran gestión. Hay dos grandes amigos: Matías Walker e Iván Flores, respecto de los cuales no tengo dudas de que van a ser un tremendo aporte a este Parlamento.
En mi caso, los voy a seguir acompañando ahora desde la ciudadanía, siguiendo la implementación de la Ley del Cáncer y su evaluación; acompañando a las personas mayores, a las personas con discapacidades; en los temas de género, y, por supuesto, en las materias que tienen que ver... (falla de audio).
Quiero terminar transmitiéndoles el sentido de urgencia, queridos colegas, a aquellos que van a seguir acá y a los nuevos que vienen. A las personas a veces les cuesta entender por qué hay peleas entre unos y otros, las diferencias entre la Derecha y la Izquierda, el Gobierno y la Oposición, cuando lo que necesitan es que les resuelvan sus problemas. Ese sentido de urgencia es el que a mi juicio debe primar en este Parlamento, la urgencia respecto de los temas ciudadanos. Quizá eso facilitaría mucho nuestras discusiones.
Deseo agradecer, por supuesto, a mi familia: a Cristian, mi marido, por su incondicionalidad y generosidad permanentes; a mis hijas, Catalina y Alejandra, a quienes veo como mujeres empoderadas, con un horizonte mucho más amplio que el que yo tuve, y me siento muy orgullosa de ello; a mi madre, a mi tío Alejandro, quien ayer me mandó una carta maravillosa, a mis hermanos, a todos.
Han sido un tremendo soporte.
Pero sobre todo quiero agradecer a Dios, porque yo puedo decir hoy día, queridos colegas, que soy una mujer tremendamente feliz y una mujer muy realizada.
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(El señor Presidente hace entrega a la Senadora señora Goic de un galardón y un ramo de flores en el centro de la Sala).

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador Alejandro García-Huidobro.

El señor GARCÍA-HUIDOBRO (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Estimado Presidente, quiero partir con las últimas palabras expresadas por Carolina.
En primer lugar, agradecerle a Dios la posibilidad de haber podido servir a mi Región de O'Higgins, al distrito 32, por cinco períodos consecutivos como Diputado y uno como Senador; agradecerle también a mi familia, a mi mujer, a mi hijo Alejandro, a mi hijo Antonio, a mi hijo Vicente, a mi hija Denise, a mi hija María Eugenia; agradecerles a mis dieciséis nietos -¡dieciséis nietos!-, para que vean cómo se ha ampliado esta familia; agradecerles a todas y a todos ustedes por la amistad cívica, por el trabajo que han realizado como Senadoras y como Senadores; agradecerle a Chile Vamos, mi coalición; agradecerle especialmente a mi partido, la Unión Demócrata Independiente, que me dio la oportunidad, después de la renuncia de un gran Senador de la República y Vicepresidente como Andrés Chadwick, de representar a O'Higgins hace prácticamente once años.
Ese día con Ena von Baer asumimos juntos en este Senado, y luego ambos fuimos a la reelección: llegamos con Ena y nos vamos con Ena. Ella, además, ha sido una gran compañera de banca y sin duda un ejemplo para mí justamente en lo que es la seriedad en el trabajo parlamentario, especialmente en esta Corporación.
¡Gracias, Ena, por todo lo que has hecho, porque creo que mujeres como tú se merece este país!
Asimismo, quiero agradecerle a mi gente, a quienes trabajaron conmigo hasta el día de hoy. Muchos de ellos van a seguir desempeñándose ya en cargos de concejales o de alcaldes. Han sido parte de mi equipo, pero de un equipo que no es de carácter personal, sino conformado con los Diputados de mi Región. Sin duda, una maravillosa herencia que dejó el Senador Chadwick y que agradezco es formar equipos preocupados de la gente más humilde.
Esa es la marca que espero -y estoy convencido de que así sucederá con los Diputados que hemos elegido en nuestra región- pase a significar una nueva etapa en materia de representación, sobre todo de personas jóvenes.
Señor Presidente, hay temas que debemos abordar fuertemente. Quiero recordar cuando hace años logramos realizar hitos relevantes en el ámbito de la transparencia y de los gobiernos corporativos de las empresas públicas.
No puedo dejar de recordar, como Presidente en esa época de la Comisión de Minería de la Cámara de Diputados, que logramos sacar el proyecto de ley de gobierno corporativo de Codelco. Y eso ha ido cambiando hacia otras instituciones que me parece deben seguir avanzando.
Tenemos que despolitizar absolutamente esos cargos, impedir que sean un botín del partido o de los partidos políticos que ganan la elección respectiva. Necesitamos gente profesional, experta en las materias y que puedan entregar los recursos que el Estado necesita para sus funciones sociales.
Yo no puedo dejar de recordar, señor Presidente -y le doy las gracias por sus palabras, porque dimos una batalla juntos en la época de la Unidad Popular, como dirigentes en ciencias políticas: ¡estábamos en el mismo sector en esa época...!-, y agradecerle a mi equipo de trabajo: a Erika Carrasco, mi secretaria de Rancagua y de la región; a Nano, a Bernardo Rivera; a María Guajardo, quien partió, junto con Nancy Orellana, en mi primera campaña de Diputado en 1993; a Ricardo Avello; a Miguel Llantén; a Héctor "Tito" Pichuante, mi periodista; a Marcos José Gatica; a Pilar Araya, quien hoy día es una tremenda concejala de la comuna de San Vicente; a Gilda Quintana; a mi jefa de gabinete, Jacqueline Vidal; a una gran mujer que me acompañó desde que murió María Teresa Bustos, la gran secretaria que tuve desde la Cámara de Diputados y que Dios la tiene hoy día en su reino, a su nuera, Ivette Sánchez. Y también deseo recordar a mi jefa de gabinete durante muchos años, a quien también Dios se la llevó, a Carmen Martínez.
Quiero agradecerles a ellos, porque lo importante en la vida es trabajar en equipo y no en proyectos personales. Cuando se trabaja en proyectos personales se fracasa; y, en definitiva, cuando tenemos vocación de servicio es para lograr que todas necesidades de la gente puedan ser llevadas hacia lo que corresponde. ¿Y qué es eso? Preocuparnos del bien común, sobre todo de los más pobres.
Señor Presidente, creo que hay cosas que nosotros no podemos olvidar, y permítanme decirlas porque para muchos de nosotros estos van a ser los últimos momentos que vamos a estar sentados en nuestros sillones como representantes de nuestras regiones en este Senado, unos porque tomamos la decisión de no seguir postulando, por razones personales.
Esa fue la mía. Perfectamente podría haber repostulado, pero le comuniqué mi decisión, en su momento, a mi Presidente, Juan Antonio Coloma, y también a la "Coca", en cuanto a que no iba a repostular, y que por lo tanto tenía que haber otros candidatos que pudieran representar a mi región. Y lo hice por una convicción absolutamente personal. Algunos no creían que no iba a repostular, ¡no me lo creían!, pero, cuando me fueron a pedir los papeles, les dije que eso era efectivo.
Hay otras personas -y quiero dejar un mensaje en esto- que perfectamente podrían haber repostulado y que habrían sido reelectos con grandes mayorías. Por eso yo voté en contra de impedirles a alcaldes, concejales y parlamentarios que después de un tiempo repostularan. Ojalá se pudiera revisar aquello, porque hemos perdido gente muy valiosa. Y en eso quiero agradecerle a Juan Antonio Coloma. Creo que fuimos cuatro. Y lo digo aquí: eso atenta contra la libertad de las personas, que también quieren elegir a quien lo ha hecho bien.
Esta es una vocación de servicio público, ¡no es una pega!, porque pega se puede conseguir en muchas partes. Quiero reivindicar eso y ojalá se pueda reestudiar el asunto, señor Presidente.
Por otro lado, no puedo dejar de valorar lo que se ha hecho. Y aquí hago un llamado en general. Necesitamos unidad, necesitamos consensos; en definitiva, necesitamos entender que estamos para servir y cumplir los compromisos que asumimos cuando juramos o prometimos al iniciar nuestro mandato en el Senado. Bien lo dijeron algunos de ustedes: el problema es que muchas veces no se cumple lo que uno mismo se ha comprometido a hacer. Y eso también es parte del desprestigio que hemos tenido como institución. Si uno se compromete a algo, tiene que cumplirlo, porque lo más importante en el ser humano, en la vida, es la palabra empeñada, ¡que se cumpla!
Señor Presidente, no puedo dejar de plantear algunos temas que son importantes. Por ejemplo, hay que tener mucho ojo, sobre todo con el populismo.
El populismo es uno de los mayores dramas que tiene nuestra sociedad, porque, a la larga, muchas veces significa mentir, ilusionar a quienes tienen esperanza en una vida mejor. ¡Y después nos quejamos de la mala imagen de las instituciones y de la política! La palabra "populista" lo único que hace es hacerle daño a la democracia. Y creo que si ustedes, que van a seguir representándonos a todos los chilenos, no asumen esto con coraje -como lo dijo alguno de ustedes-, sin duda que el desafío que tendrá Chile será muy complejo.
Por último, señor Presidente -para cumplir con el tiempo al que me comprometí-, quiero desearles a todos los que llegan -en mi caso, el Senador Macaya, Presidente de mi partido, que me va a reemplazar- el mayor de los éxitos.
Quiero agradecer al Senador Juan Pablo Letelier el trabajo que hemos realizado en conjunto por nuestra región, el habernos jugado contra viento y marea y contra todos los parlamentarios en ese momento por la creación de la Universidad de O`Higgins, que ahora va a tener 5 mil alumnos, con puros profesores doctorados, ¡la universidad más moderna que Chile tiene hoy en regiones! Porque el problema que tenía nuestra región era que todos se iban fuera; se iban a Santiago, a Valparaíso, a Concepción, y nosotros, como región, estábamos exportando materia gris que no recuperábamos, por razones obvias, porque los jóvenes conocían una pareja, conocían otras partes. Y eso es lo que justamente estamos revirtiendo.
¡Gracias, Juan Pablo, porque dimos una lucha que creo que hoy se está haciendo realidad!
Por último, quiero agradecerles a ustedes porque, también junto a Juan Pablo, me nombraron como representante del Senado ante el Parlamento Andino. Ojalá ustedes puedan seguir trabajando con los parlamentarios de los cinco países que lo comprenden, sobre todo con los de nuestros países vecinos. Si no nos integramos primero a nuestros vecinos, sin duda que vamos a tener serios problemas. Nosotros no somos la quinta maravilla del mundo; somos un país más, y lo que más falta en esto es sobre todo humildad.
Creo que lo que hemos hecho con Bolivia -espero, Presidente, que podamos renovar relaciones diplomáticas con este país, ojalá durante el Gobierno del Presidente Boric-, con Perú, con Colombia, para qué decir con Ecuador, la amistad que hemos ido cultivando permanentemente, siga avanzando. Y por eso quiero pedirles a ustedes que mantengan buenas relaciones con nuestros vecinos, sobre todo en el tema parlamentario. Siempre son los Gobiernos los que llevan las relaciones. Considero que es importantísimo... (se desactiva el micrófono por haberse agotado el tiempo y se vuelve a activar por indicación de la Mesa).
Disculpe, señor Presidente, me extendí un poco.
Termino simplemente deseándoles a todos ustedes, a los que siguen y a los que llegan, el mayor de los éxitos. ¡Que Dios los acompañe siempre!
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta hace entrega al Senador señor García-Huidobro de un galardón en el centro de la Sala).

El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador Carlos Bianchi.

El señor BIANCHI (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Muchas gracias.
Estimados Vicepresidente y Presidenta y también a nuestro Secretario General, desde ya les deseo éxito en los próximos cuatro años del período que viene, en los cuales yo espero que, junto con las modificaciones necesarias, se perfeccione y se haga valer la trascendencia y la importancia que tiene el Senado de la República de Chile.
Quiero partir, estimados colegas, señalando que tengo un profundo dolor, al igual que todas y todos ustedes sin duda alguna, porque, al leer los distintos medios de comunicación -no me es indiferente y por eso parto con esto-, vemos atrocidades, dolores, angustias y, fundamentalmente, la muerte de una criatura, de un niño de dieciocho meses producto del conflicto, de la guerra, situación que no puede resultarnos indiferente. Y hago esta reflexión en voz alta.
Deseo comenzar también, al igual que como lo han hecho todos y todas ustedes, agradeciendo.
Quiero dar las gracias, primero, a las personas que amo y que quiero, a cada una de las mujeres y hombres que componen este Senado. Tuve el honor de ser dos veces Vicepresidente de esta Corporación, y me ha tocado compartir con todas y todos innúmeras veces; de ustedes guardo el más grande de los afectos, cariño y respeto por la función que cumplen.
Y así como lo he hecho con quienes amo y quiero, deseo agradecer también a las personas que me han acompañado durante estos dieciséis años en el Senado. A mi equipo más cercano: Claudio Barrientos, Cecilia Mancilla, Carolina Andrade, Froilán Vidal, Orieta Caro, Mauricio Daza, Nicolás Mena, a todas y a todos quienes han contribuido a lo que ha sido nuestra labor y nuestra función en esta Corporación. Sin ellos y sin ellas nuestra función simplemente no hubiese sido la misma. Así es que les agradezco de todo corazón.
Presidente, a pesar de que no creo que exista un "patito feo", yo fui el "patito feo" de este Senado. Me tocó tener el honor de representar a la Región de Magallanes. Yo siempre digo que uno solo defiende lo que ama. Y esa fue nuestra labor: trabajar con el amor más grande que uno pueda tener por la región que me honro en representar, la de Magallanes y de la Antártica Chilena. Y digo el "patito feo" porque fue la Región de Magallanes la que me otorgó el enorme privilegio de ser el primer Senador en asumir en calidad de total, completa y absoluta independencia, fuera de todos los pactos, fuera de todos los partidos políticos, encontrándome con un Senado que, efectivamente, no estaba preparado para recibir a un parlamentario independiente.
Me costó muchísimo, en los primeros meses, llegar a acuerdos para conseguir una oficina, espacios diminutos para poder hablar, un comedor donde poder comer, ir formando relaciones con los distintos colegas.
Y además quiero hacer una reflexión, haciendo una excepción.
Aprendí, con bastante dolor, que en política muchas veces los amigos son de mentira y los enemigos son de verdad. ¡Pero hay excepciones! Y quiero reconocer que en este Congreso, más allá de las diferentes posiciones políticas que uno pueda tener, he encontrado una amistad que valoro y valoraré el resto de mi vida, porque ha sido un verdadero aprendizaje.
Creo que trabajé con convicción, creo que trabajé cada día intentando representar de la mejor manera a las ciudadanas y ciudadanos de la Región de Magallanes. ¡Y transcendimos!
Hay una anécdota. Fíjense que, cuando competí el año 2005 para ser Senador, quienes competían conmigo me decían: "Mira, tu condición de independiente no te va a llevar a ningún lado; vas a ser una campana dentro del desierto; no te va a escuchar nadie. ¡Es imposible, es impracticable ser independiente!".
Bueno, ese fue el primer desafío: demostrar que, efectivamente, sí es posible llegar acá en esta condición. Y ustedes son testigos, en las distintas Comisiones donde hemos trabajado, en las distintas Comisiones que he presidido: doscientos y tantos proyectos de ley, ¡muchas leyes de la república!, sin entrar al detalle de cada una de ellas; acuerdos internacionales, etcétera. Y esto se hizo, efectivamente, manteniendo nuestra condición de absoluta independencia.
Así que, ¡cómo no estar contento!, ¡cómo no estar orgulloso de no solo haber comenzado en esta posición de absoluta independencia, sino de habernos mantenido así durante estos dieciséis años! Fue una tarea extraordinariamente difícil, compleja, porque aquí, en este Congreso, así como en cualquier otro Congreso, las divisiones políticas, que son legítimas, marcan la forma en que cada uno lleva su labor, su función como parlamentario. Pero yo intenté hacer todo lo posible para tratar de encontrar los mejores acuerdos en cada una de las materias que teníamos que llevar adelante.
Además, quiero pedir disculpas y si es necesario pedir perdón si durante estos años he herido a alguien con mi conducta. Yo no cultivo el odio, no cultivo la venganza, porque, si algo he dejado de lado en este aprendizaje de la vida -aunque al inicio probablemente las tuve-, son las arrogancias o formas más duras, más rígidas, menos transables, que con el tiempo van cambiando, se van morigerando, porque uno, como persona, empieza a ver la vida de una manera absolutamente distinta. Así es que pido disculpas si con mis actos he ofendido o he dañado a alguien.
Para mí lo más relevante es que, a riesgo de equivocarme -pero siento que así ha sido-, si a algo me aboqué, si a algo me dediqué, fue a no traicionar nunca la voluntad de quienes me eligieron. Y esto quiero decirlo con fuerza, porque, efectivamente, durante todos estos años, y sobre ahora último, a propósito de la última contienda política, donde logramos casi el 50 por ciento de la votación en la Región de Magallanes, uno entiende que las críticas muchas veces son a las instituciones.
Yo me hago esta reflexión. Cómo es posible que a uno le digan "mire, instituciones como el Senado y todas las demás están con un enorme desprestigio", y al mismo tiempo reciba el cariño, el afecto y una votación sorprendente, altísima, que demuestra que con un trabajo coherente, con un trabajo sincero, con un trabajo comprometido, es posible mantener la representación, en mi caso de la Región de Magallanes.
Entonces, a todos ustedes los he escuchado hacer un listado de los proyectos que han logrado, de los trabajos que han hecho, muchos de los cuales comparto, pero yo he querido centrar mi reflexión en algo más simple: en dar las gracias; dar las gracias a mis seres amados, a mis seres queridos, a mis seres más cercanos, a mis colaboradores, pero especialmente a la Región de Magallanes.
Querida Región de Magallanes: ustedes, los magallánicos, me dieron el más grande de los honores, que es tener la representación de la región, y yo espero no haber traicionado esa voluntad.
¡Vamos a seguir trabajando! Yo voy a cruzar a la otra Cámara. Por lo tanto, siento que en parte me voy y en parte no me voy, porque aquí queda alguien que, no tengo dudas, va a acompañarlos y va a representar de mejor manera, lo más probable, el trabajo que yo pude haber realizado.
Muchas gracias por todo; gracias por haber compartido tantos años, y les deseo a cada uno de ustedes el mayor de los éxitos.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta hace entrega al Senador señor Bianchi de un galardón en el centro de la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Tiene la palabra la Senadora Van Rysselberghe.

La señora VAN RYSSELBERGHE (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Muchas gracias.
Primero que nada, quiero saludarlos a todos y a cada uno de ustedes. Con la mayoría ya nos habíamos visto y saludado personalmente.
Quiero agradecer esta oportunidad de poder despedirnos después de ocho años.
La verdad es que yo asumí en el mundo parlamentario desde el mundo municipal. ¡Nunca en mi vida se me había cruzado por la cabeza ser parlamentaria! Era feliz siendo alcalde. ¡Feliz! Pero vino el terremoto del 2010, cuando estaba terminando el Gobierno de la Presidenta Bachelet y asumía el primer Gobierno del Presidente Piñera, a quien se le ocurrió solicitarme que lo ayudara desde la Intendencia de la Región del Biobío. A lo mejor para otra persona habría sido un premio; la verdad es que para mí fue bastante duro dejar la alcaldía.
Siempre que uno deja un trabajo, como ahora, uno hace un discurso, le hacen algún regalo, hay algún tipo de reconocimiento. En esa oportunidad, ¡nada! De un día para otro tuve que dejar mi puesto. Mi equipo, con el que había trabajado durante tantos años, se sintió traicionado; los dirigentes se sintieron abandonados, y tuve que hacerme cargo de una región en el suelo.
A partir de allí, después de salir de la intendencia, tuve que pensar qué iba a hacer. Una opción era este Parlamento, y decidí, con el apoyo de mi partido, incursionar en esta área, la cual, para ser sincera, veía bastante árida. Yo no soy abogado; soy médico, y de los médicos, de los más laxos: soy psiquiatra. Por lo tanto, este mundo legislativo, con comparados, con normas, con reglas, era una cosa bastante árida.
Por eso quiero partir agradeciendo a los funcionarios de este Senado, a quienes nos hacen la vida agradable. Es tan importante el aspecto humano en lo árido, en lo adverso que es la política; que nos sirvan amablemente, que nos ayuden, que nos abran la puerta, que estén siempre disponibles y atentos, con una sonrisa y con buenos modos. De verdad se agradece.
Así que infinitas gracias a todos los funcionarios de este Senado, que por lo menos -y creo representar a todos mis colegas Senadores- durante el tiempo que estuvimos acá, en verdad, nos hicieron la vida tremendamente agradable.
Muchísimas gracias, porque eso no lo paga nada.
Quiero agradecer también a los profesionales de las Comisiones, que nos ayudaron y que muchas veces nos orientaban, sobre todo en un comienzo, cuando personas como yo, que no teníamos formación legal o legislativa, a veces cometíamos errores o no sabíamos muy bien cómo avanzar.
Deseo agradecer, asimismo, como lo hizo la Senadora Von Baer, al equipo de la bancada de la UDI, a la Ceci, a Julito, a la Kare; a todos ellos, a mi equipo cercano, que tuvo la paciencia de aguantarme durante todos estos años.
No fue fácil. A mí me tocó ser Presidenta de la UDI durante el período en que fui parlamentaria. Por lo tanto, también les agradezco a mis compañeros Senadores, que tenían que cubrirme las espaldas cuando yo de repente me iba un poco más temprano porque tenía alguna reunión.
Además, quiero agradecer la posibilidad de haber conocido a cada uno de ustedes. Créanme que fue una enseñanza. ¡Es todo un aprendizaje que voy a usar en mis nuevas funciones que realizaré a partir de ahora en la consulta!
Del mismo modo, agradezco a Alejandro Navarro -¡por Dios, cómo no lo voy a hacer!-, a quien conocí -les voy a contar- en la universidad. Entré a la universidad y lo conocí; era Presidente de la Federación. Siempre lo molesto porque -así le digo- yo salí de la universidad y él seguía siendo Presidente de la Federación...
(Risas en la Sala).
También quiero decirles que creo que aprendí a conocer la política, a la buena política.
Me parece que algunas de las cosas buenas que tiene este Parlamento es que es un espacio en donde prevalecen los acuerdos por sobre las diferencias. Considero que el momento más importante en este sentido, por lo menos desde mi perspectiva, fue cuando surgió el acuerdo constitucional. Hay que recordar que Chile se estaba quemando por los cuatro costados, literalmente. Chile estaba ardiendo, y todos -yo me imagino que de la totalidad de las bancadas- recibían el llamado y la urgencia de la sociedad por lograr una salida política a esa violencia que se había apoderado del país.
Creo que ese acuerdo es un espacio, un respiro, un paréntesis que dio la política, en particular este Senado, en orden a demostrar que el diálogo es el camino para resolver las diferencias, que no hay otro y que podemos hacerlo, por muy profundas que sean las diferencias, a través del diálogo.
Por eso ojalá que quienes se quedan acá, aquellos que van a continuar su labor cuiden este espíritu de respeto, de diálogo, más allá de las diferencias, porque pienso que es la única forma de ayudar a nuestro país a poder superar las dificultades y las incertezas que hoy día estamos padeciendo.
No es fácil ser mujer en política, ¡no es fácil! Por ello quiero agradecer particularmente a las mujeres Senadoras, con las cuales siempre encontré complicidad y apoyo, en particular a las Senadoras de mi bancada: a la Luz y a la Ena... (La señora Senadora hace un gesto de abrazo).
Si hay algo que de alguna manera duele -lo digo porque yo vivo en Concepción, no en Santiago; probablemente quienes dejan la actividad parlamentaria y viven en la Capital van a tener espacio para poder encontrarse- es que aquellos que vivimos en regiones probablemente no vamos a volver a vernos, a menos que hagamos encuentros. Y esa, yo diría, es una de las cosas que de algún modo produce cierta desazón en el corazón.
Quiero también agradecer a los parlamentarios y a las bancadas de Chile Vamos, porque muchas veces nosotros en estos últimos cuatro años que fuimos gobierno tuvimos que enfrentar votaciones tremendamente duras, en donde debimos pagar costos sumamente altos por apoyar a nuestro Gobierno en votaciones que eran difíciles e impopulares. Y creo que se requería coraje y valentía para poder hacer eso.
Asimismo, agradezco de manera muy especial a quienes estuvieron en las bancadas de Oposición, cuando, ante el convencimiento profundo, como de alguna forma lo dijo la Carola Goic, de que habían cosas que no correspondían o que estaban más allá de las normas que nosotros mismos nos imponíamos, eran capaces de reconocer y actuar en consecuencia, de acuerdo a sus propios pensamientos. De verdad, creo que esos son aprendizajes.
Como les dije, hoy día se cierra una etapa. Yo parto el lunes retomando mi actividad de médico, y no tengo ninguna duda de que el recorrido por la política me ayudará a poder ser no solo una mejor persona, sino, sin duda, también una mejor psiquiatra.
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta hace entrega a la Senadora señora Van Rysselberghe de un galardón y un ramo de flores en el centro de la Sala)
.
(Pausa prolongada).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Tiene la palabra la Senadora Adriana "Nany" Muñoz.

La señora MUÑOZ (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Señora Presidenta, estimados colegas, hoy día vivimos en este Hemiciclo uno de esos momentos en que las personas, los seres humanos, procedemos con algún rito, y lo hacemos en un acto de despedida.
Y las despedidas, señora Presidenta, se viven con un cierto sentimiento de nostalgia, porque es una separación. Así lo siento: como una separación del trabajo legislativo y de representación que he venido realizando durante años.
Pero en realidad, más que con nostalgia, quiero vivir esta despedida con un sentimiento profundo de gratitud, de cariño y fraternidad, en primer lugar, a mi Región de Coquimbo, que me entregó el privilegio de representarla en el Senado; también a mi equipo de trabajo en Valparaíso: a Leonardo Moreno, Gabriela Ruiz, Andrea Valdés, Lilian Tapia e Isabel Muñoz, y a todo mi equipo de la Región de Coquimbo, a quien saludo y agradezco de corazón su entrega y lealtad. Lo hago en el nombre de Carlota Villalobos, amiga y colaboradora en la comuna de Monte Patria, provincia de Limarí, quien falleció el año pasado producto de contagio del COVID-19. Y quiero en este momento abrazar a su familia.
Mi gratitud y gran cariño a todas las funcionarias y todos los funcionarios del Senado. Al igual que el resto de los colegas que han intervenido, estoy convencida de que son el pilar fundamental de nuestro trabajo legislativo. Cada una y cada uno, tanto en las Comisiones como en el complejo trabajo administrativo, de aseo y mantención del edificio, son indispensables en nuestra labor cotidiana. ¡Las y los abrazo con mucho cariño y gratitud!
Es también este, señora Presidenta, un momento en que hacemos inevitablemente un balance de lo realizado.
En mi caso, quiero valorar la enorme oportunidad que tuve para haber podido desplegar una agenda de género y de diversidad sexual. Tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, junto a otros colegas, al movimiento de mujeres y de las organizaciones de la diversidad, sembramos la semilla de profundos cambios políticos y culturales.
Atesoro este tiempo como uno de los aprendizajes más importantes de mi vida política: constatar que la ley puede ser un bisturí que interviene en una operación profunda a un sistema civilizatorio patriarcal y excluyente de la diversidad y las diferencias.
Si en un principio se trató de causas impulsadas por unos pocos, hoy día esa semilla germinó y tenemos un Gobierno feminista y derechos humanos conquistados por las diversidades.
Por cierto, tenemos enormes desafíos futuros.
Además de ello, valoro también la gran posibilidad de impulsar una agenda del agua, la que con bastante anticipación permitió abrir tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, con la creación de la Comisión de Recursos Hídricos, un espacio desde donde hacer visible la crisis del agua, que hoy día se ha manifestado en todo su dramatismo y en lo irreversible de su avance.
Desde este espacio logramos construir transversalidad, pese a lo controversial de las materias, para lograr una ley de reutilización de aguas grises y avanzar en un proyecto de ley que regula la construcción y gestión de las plantas desalinizadoras, en un esfuerzo por buscar nuevas fuentes de agua. Igualmente, después de largos años -¡diez años!- despachamos a ley el Código de Aguas, que reemplazará al elaborado en dictadura.
Valoro mucho y agradezco las relaciones de trabajo y confianza que logré construir con las y los trabajadores de nuestro país, con sus organizaciones laborales y sindicales.
Desde la Comisión de Trabajo y Previsión Social, juntos impulsamos leyes que han consagrado derechos a sectores de trabajadoras y trabajadores de enorme importancia para el país como son las trabajadoras de casa particular, las manipuladoras de alimentos, las funcionarias de los jardines infantiles, particularmente aquellas que trabajan en los VTF.
Aunque no ha prosperado, he trabajado incansablemente por hacer realidad el proyecto de ley que establece una jornada laboral de cuarenta horas, en un esfuerzo grande de humanizar la vida de las trabajadoras y los trabajadores de nuestro país.
Señora Presidenta, hoy día nos despedimos. Nos alejamos de este Hemiciclo, del edificio, de nuestro trabajo, pero lo maravilloso es que no es posible separarse de todo lo aprendido, de las vivencias y experiencias.
Llevo en mi corazón y en mis conocimientos lo que me enseñaron las y los campesinos de mi región; crianceros y crianceras que viven y sobreviven las inclemencias de la sequía; las y los pescadores, quienes despliegan de madrugada sus redes, enfrentando día a día el peligro; los pequeños mineros, los pirquineros, que arrancan la riqueza sumergidos en la profundidad de la tierra. Me enseñaron de sus vivencias y anhelos. Hombres y mujeres valientes, artesanos, dueñas de casa. Les agradezco profundamente una enseñanza que nunca habría obtenido en los libros.
Atesoro este aprendizaje para toda mi vida.
Por último, señora Presidenta, agradezco a mi familia el apoyo que siempre he recibido de ellos, sobre todo de mi hijo Amílcar, quien comprende y apoya a una madre tantas veces ausente.
Agradezco a mi bancada del Partido Por la Democracia por su respaldo y apoyo de siempre. Y con mucho cariño abrazo a todos nuestros colaboradores.
Dedico un especial reconocimiento a todos mis colegas Senadores y Senadoras por haber logrado forjar desde nuestras diferencias un trabajo conjunto, productivo y pensando en nuestro país, sobre todo en el tiempo en que me correspondió presidir el Senado bajo una de las crisis sanitarias más dramáticas de los últimos cien años. En esos momentos, la responsabilidad con el bien superior de nuestro país nos permitió seguir trabajando y cumpliendo con nuestro deber.
Hubo diferencias, debate apasionado, pero cumplimos.
Ese valor de la transversalidad, los puentes en búsqueda de acuerdos, los llevo para siempre como un gran aprendizaje político y humano.
Reciban un enorme abrazo y mis deseos de gran éxito a todas y todos ustedes que permanecen en este Senado.
Muchas gracias.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta y el señor Vicepresidente hacen entrega a la Senadora señora Muñoz de un galardón y un ramo de flores en el centro de la Sala).
(Aplausos en la Sala y en tribunas).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador Alejandro Navarro.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).

El señor NAVARRO (de pie y ante el podio ubicado al lado izquierdo de la testera).- Ciudadana Presidenta, ciudadanos Senadores, ciudadanas Senadoras, llegué a este Congreso hace casi tres décadas y a este Senado en la mitad de ese tiempo.
He buscado durante todo este período cumplir fielmente el mandato del pueblo, el mandato ciudadano de quienes me eligieron en cinco elecciones consecutivas a partir de 1997, siempre con la primera mayoría.
Y por cierto, reitero lo que he dicho siempre: -y la Jacqueline lo sabe- ¡Navarro con la gente siempre!
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
Si hay una fórmula para continuar en política hoy y mañana, es con la gente siempre... (falla de audio).
Creo que... ¿Estaba sin micrófono?
Parto de nuevo.

El señor COLOMA.- ¡No...!

El señor GALILEA.- ¡La última parte...!

El señor NAVARRO.- ¿No? ¡Ah! Solo la última parte.
Con la gente siempre. ¡Navarro con la gente siempre!

El señor GALILEA.- ¡Sáquese la mascarilla!

El señor COLOMA.- ¡La mascarilla!

El señor NAVARRO.- ¿Me la saco?
Bien.
Los veintiocho años tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, representando a Penco -la ciudad donde vivo y la tercera más antigua de Chile-, Coronel, Tomé y las comunas de la Región del Biobío, ¡la gran Región del Biobío!, y que en esta ocasión me correspondió hacerlo junto a Jacqueline van Rysselberghe, dan cuenta de un aprendizaje necesario de vocación, de servicio público.
¡El que quiera servir a la gente que venga a la política y no a servirse de ella! La fórmula es clara.
Llegué aquí no por una moda. No llegué de la nada. Cuando llegamos en los noventa, en 1994 específicamente, entró aquí una generación: la del ochenta. ¡Me siento orgulloso de pertenecer a la generación del ochenta!
Nos tocó luchar contra los rectores militares y los sacamos de la universidad.
Nos tocó luchar contra la dictadura y sacamos en 1988 a Pinochet con un plebiscito.
Yo era Presidente de la FEC, como aquí se ha señalado.
¡Tiempos de lucha callejera, de barricadas en las calles, de combates, de organización, de estudiantes caídos, de estudiantes que perdieron la carrera por luchar y hoy día los veo no profesionales, trabajando felices!
Cada cual entregó lo suyo. Esa generación brindó todo lo que pudo.
En lo particular, en los tiempos de la Universidad de Concepción, la gran Universidad de Concepción de la Región del Biobío, estuve más del tiempo necesario, Jacqueline, porque me expulsaron dos veces y me suspendieron tres veces. ¡Nunca reprobé un ramo! ¡Jamás!
Era un buen estudiante, había que serlo para que no te echaran. Y había que estudiar y luchar. Lo hicimos junto a cientos y cientos que tenían ideales.
Llegué a este Senado el 2006 -algunos lo recordarán- a veces con blue jeans, a veces sin corbata y había Presidentes de esta Corporación que se indignaban porque Navarro venía con blue jeans o porque había alguien sin corbata. Y quiero agradecer a Isabel Allende, a Adriana Muñoz, a la Yasna Provoste y a Ximena Rincón, las Presidentas, porque ellas jamás hicieron reparos. No fue ni ha sido tema para ellas si a este Sala los Senadores asisten o no con corbata o con blue jeans.
Llegué a este Senado con un debate en mi región. Los titulares del diario El Sur señalaban el combate entre el príncipe y el mendigo. Nunca me he sentido príncipe ni mucho menos mendigo, pero era parte de la discusión el impulsar la entrada de una nueva generación, en esos tiempos, a la política y al Congreso Nacional.
La primera vez que vine a Valparaíso lo hice como estudiante. Tuve el honor de estudiar en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso la carrera de Geografía. Hice un primer semestre, en el segundo semestre las cosas en la casa no estaban tan bien -con orgullo, puedo decir que vengo de un hogar donde mi padre era un obrero y mi madre, una dueña de casa- y la verdad es que congelé, porque me puse a trabajar cinco años para volver a estudiar, y lo hice en la Universidad de Concepción.
Hace unas campañas atrás, con mis hijas Araxza y América, que están ahí en las tribunas, veíamos cuántos oficios remunerados habíamos desempeñado: treinta y ocho. Entre esos treinta y ocho, los oficios de Diputado y de Senador. Siempre hay alguna manera de ganarse la vida, jamás le he temido al trabajo. He trabajado toda mi vida, desde muy temprana edad.
Y hoy no nos vamos por perder una elección, ni por una decisión de voluntad propia. Nos vamos porque votamos a favor de una ley que pone límite a la reelección, pues había problemas en la institucionalidad, problemas que siguen vigentes y que yo espero de verdad que sean resueltos. La vida del Senado, su muerte, va a depender de aquello, es decir, de la capacidad de superar los problemas que la ciudadanía critica de este Senado y del Congreso Nacional.
Hacer un resumen de los veintiocho años sería largo, muy extenso. Cuando fui Presidente de la FEC, recuerdo que asumí allí en el foro, partí con sol y terminé hablando muy tarde en la noche. No voy a repetir la experiencia aquí; por lo tanto, avanzo con solo una síntesis:
"¡Patagonia sin represas!".
Douglas Tompkins, la Kris Tompkins, la gran pelea contra el proyecto de HidroAysén, allá en el fiordo de Reñihué, viendo como hacíamos para que el proyecto no se realizara... Y a pesar de que el 95 por ciento de los chilenos no conocía la Patagonia, no conocía el río Cuervo, el proyecto se paralizó: ¡Patagonia sin represas! Y lo hemos venido señalando, porque siempre que la ciudadanía acompaña, las cosas se pueden hacer.
"¡Nueva Constitución, ahora!".
Lo planteamos desde los ochenta, desde el movimiento estudiantil, desde el inicio: hay que terminar la transición con una nueva Constitución. ¿Con cuál? Con la mejor Constitución. No una de Izquierda. Sería un error. Una Constitución que interprete el momento histórico y la necesidad de un Chile nuevo, donde todos tienen iguales derechos y también iguales deberes. Y esa es una nueva Constitución, discutida y aprobada por todos. Y esa nueva Constitución hoy día va a ser posible.
"¡No más AFP!".
El 80 por ciento de los chilenos no quiere más AFP. Presentamos un proyecto de ley, junto con la Senadora Provoste y los Senadores De Urresti, Latorre y también la Senadora Ximena Órdenes, para terminar con las AFP. No pudimos, tarea pendiente para el Senado que viene. Gran desafío, porque marcará un hito tener un sistema de previsión moderno, distinto.
Quiero decir que he agregado al término de mi discurso de estos tres temas, "Patagonia sin represas", "Nueva Constitución, ahora", "No más AFP", una materia que contiene una idea plenamente vigente hoy día. Cuando hace muchos años atrás salía con mis hijas pequeñas -ahora están más grandes; ya tengo seis hijos, porque le dijimos a la Jacqueline que la íbamos a empatar a seis y la empatamos; ¡y son seis por ahora, porque no solo la UDI puede tener tantos hijos, también el Progresismo y la Izquierda lo pueden hacer...!: Araxza, América, Alonso, Antonia, Amaro y Aleyca-, estaba de moda una canción muy pegajosa: El gato volador, y cada vez que este padre decía: "Niñas, ¿qué es lo que quiere el gato volador?". Respondían a coro: "¡Tierra para los mapuche! ¡Tierra para los mapuche!"
Era una canción pegajosa y más temprano que tarde habrá tierra para los mapuche, más temprano que tarde la habrá.
Presidenta, el primer proyecto de ley que presenté en este Senado tenía por objeto poner fin al vocablo "Honorable", para llamarnos "ciudadano Senador", "ciudadana Senadora", porque la honorabilidad no se gana ni con un título universitario, ni con una cuenta corriente bancaria, ni tampoco con haber nacido en tal o cual cuna: se gana con una conducta de vida.
Y creo que parte de lo que este Senado tiene que ver y rehacer es su comportamiento, su diseño. Por lo tanto, espero que este Senado, que hoy día está instalado, el que llegue, respete, quiera, cuide a sus funcionarios, siempre, porque son parte esencial de lo que aquí es posible. Sin los funcionarios del Senado no podríamos hacer nada.
Hoy me acompaña Mariela Quiroz, mi gran secretaria, además Presidenta del Sindicato de Trabajadores de los Senadores; está por ahí también Javier Sánchez, que ya trabaja con otro Senador, y parte de mi equipo. Son veintiocho años, nombrarlos a todos siempre es complejo. Pero está también Freddy Jelves, que fue mi periodista, y un número elevado de ellos: Pablo Rebolledo, Jamadiel Uribe y muchos otros que me acompañaron siempre en las peleas. Y era difícil trabajar con Navarro, porque siempre dábamos, pero también recibíamos. Y era bueno dar, pero había que aguantar a la hora de recibir. Por lo tanto, es un equipo que sabe dar, pero que también sabe recibir y aguantar.
Quiero señalar que, con relación a mi... (se desactiva el micrófono por haberse agotado el tiempo y se vuelve a activar por indicación de la Mesa)... si así lo decidiera, allí estaré, no me voy de la política. Cada vez que hay una injusticia y me indigna, siento que mi deber es continuar en la política, y me siguen indignando las injusticias.
Por eso, quiero señalar, Presidenta, que me deben la hora de Incidentes, hoy día es miércoles... (risas en la Sala)... a propósito del tiempo.
Debo agradecer a tanta tanta gente que siempre nos acompañó en luchas a veces que muchos daban por perdidas, pero que al final las ganábamos, y eso la ciudadanía de mi región lo sabe.
Por lo tanto, estimados colegas, ciudadanas Senadoras, ciudadanos Senadores, Senadoras y Senadores, una vez más:
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
¡Tierra para los mapuche!
He dicho.
(Aplausos en la Sala y en tribunas).
(La señora Presidenta hace entrega al Senador señor Navarro de un galardón en el centro de la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Bueno, y para terminar las intervenciones del día de hoy, le damos la palabra al Senador Alejandro Guillier.

El señor GUILLIER.- ¡Y no más Navarro, se dijo por ahí también...!
Peleador, pero querido...
Es parte del patrimonio el Senador...
(Risas).
¡No se va, se queda! ¡No se hagan ilusiones...! ¡Lo dijo!
(Risas).
Bueno, Presidenta -se nos escapó el Vicepresidente-, estimados colegas, yo también soy uno de los que dejan el Senado, pero seguiré, como Alejandro Navarro, vinculado a la política, solo que en otros frentes, en otras actividades, aportando a lo que Chile está viviendo hoy: un profundo proceso, que no es solo un cambio generacional -tiene mucho de eso-; es un cambio cultural con pocos precedentes en nuestra historia, por lo profundo y lo concentrado que está en el tiempo.
Y seguiré trabajando fundamentalmente con las organizaciones de la sociedad civil, porque creo que ahí está la fuerza para la construcción del nuevo Chile, un Chile unitario y descentralizado, donde el poder no se puede seguir concentrando en la Capital y en algunos círculos políticos e incluso de las grandes empresas corporativas, sino que debe repartirse en las regiones, en los territorios, con los alcaldes, con los concejales, con los gobernadores regionales, es decir, un Chile que nace de los territorios. Y eso es lo que está naciendo.
Yo me voy muy contento, porque pude representar a mi Región de Antofagasta y de alguna manera retribuir a esta región por lo que ha hecho por mi familia, a la cual llegó mi abuelo antes del año 20. Mi padre nació en una salitrera, hemos vivido en el norte, somos cinco hermanos, una se fue a Estados Unidos. ¡Vino un gringo y se llevó hasta a mi hermana...! ¡Se llevaron todo...!
(Risas).
Pero quiero decirles que me siento muy orgulloso porque es el mayor honor que he tenido en mi vida, representar a la Región de Antofagasta, y por lo mismo, espero continuar aportando a ella.
Tuve ese honor y también tuve la oportunidad de encabezar una candidatura presidencial. Les voy a ser sincero: yo nunca llegué a militar en un partido. A los sesenta años tomé la decisión de representar a mi Región y a los tres años era candidato presidencial. No sé en qué momento pasó eso, pero algo ocurrió y me vi en ese desafío y, bueno, ¡traté de hacerlo lo mejor que pude!, con los resultados conocidos, no vamos a entrar en detalles ahora.
Pero también quiero decir que soy plenamente consciente de que el país tiene por delante una enorme oportunidad de ajustar los tiempos históricos. Aquí ha habido nuevos grupos sociales que se han ido transformando en actores sociales y hoy día quieren ser actores políticos, quieren estar en la toma de decisiones -eso es lo que está ocurriendo-, pero quieren hacerlo de forma distinta a como ha sido hasta ahora. Por lo tanto, sé que eso tiene enormes riesgos, también hay amenazas, pero hay una gran esperanza y debemos aportar a que este nuevo ciclo, que tiene de generacional, pero que también representa ese profundo cambio social y cultural, llegue a buen puerto.
Aquí no se puede apostar al fracaso del proceso constituyente, porque no nos quedaría nada y entraríamos en un período de deterioro que podría durar mucho tiempo. Tenemos que hacer todos los esfuerzos para que prospere y yo voy a apoyar lealmente al Gobierno del Presidente que va a asumir el viernes, Gabriel Boric, pero también seré, como lo he hecho siempre, independiente y crítico, porque es la manera seria como uno trabaja. No basta ser complaciente, hay que ser exigente, hay que fiscalizar, hay que estar.
Y con respecto a este Senado, no quiero irme sin decir dos o tres cositas que a lo mejor les pueden servir en la reflexión.
Primero, este no es un momento para defensas corporativas vacías. Lo que está ocurriendo es porque hay procesos en marcha que a lo mejor no hemos interpretado correctamente. Aquí está el segundo Poder del Estado y la verdad es que en medio de la crisis social y la pandemia el Senado pudo haber cumplido un rol mucho más significativo y relevante, porque nosotros no solo somos representantes de la ciudadanía, también tenemos que darle conducción a la ciudadanía y renunciamos en cierto modo a aquello, nos sentimos superados y, por lo tanto, no estemos ahora echando pie atrás.
Este Senado aprobó convocar a los chilenos para que decidieran en un plebiscito si querían o no una nueva Constitución. Este Congreso les dijo además que decidieran si querían que lo hicieran los políticos o gente independiente, nueva. La gente decidió. Y este Congreso les dijo que era con una hoja en blanco. ¡Asuman las decisiones que se tomaron! y ahora ayudemos a que esto salga bien. No hay otro camino.
Quiero decirles también que durante el tiempo en que fui Senador hubo cosas que me llamaron la atención. Una tarde estaba en el piso 14, al que voy con frecuencia, por la vista, y había una enorme protesta a una cuadra de distancia. Era una multitud que quería venir a invadir el Congreso, a causar incluso destrozos y se batían con carabineros que trataban de frenarlos. Era de los momentos más álgidos de la protesta social. Ese día me llamó la atención que el debate en este Senado era ¡la ley de tierra de hojas! ¡No lo entiendo!
Cuando yo llegué a este Senado pensé que aquí se debatían los grandes temas nacionales. No hemos hablado de Ucrania y lo que significa para la seguridad internacional. ¡No hemos hablado de la política minera! Nos negamos a debatir sobre temas que marcan el destino del país y tenemos una agenda que se discute de día en día, que de un momento para otro se cambia y que no tiene un norte, no tiene una conducción.
Por lo tanto, el último consejo y es gratis: aquí están, yo sé, trabajando para conformar la nueva Mesa del Senado. Aquí no se trata de que cada partido tiene derecho porque quiere un cupo. Si eso la ciudadanía lo percibe como cuoteo, lo único que van a hacer es profundizar la crisis. El país necesita saber que a quien se está buscando para Presidenta o Presidente del Senado es porque va a liderar a esta Institución, a esta Corporación para que recupere el liderazgo perdido y se vuelva a ganar la confianza ciudadana y tenga un rol relevante en la institucionalidad democrática. No me cabe ninguna duda de que el rol del Senado de la República es importante, pero necesitamos un liderazgo que asuma ello como responsabilidad y, por lo tanto, para saber quién es la mejor persona hay que saber cuál es el proyecto para salir de la situación en que estamos.
Yo voy a seguir colaborando. Yo creo en las instituciones democráticas. Para mí ha sido una experiencia maravillosa; me pasaron cosas muy paradójicas; hice una cantidad enorme de amigos en el sector de la Oposición, más mujeres que hombres (risas), y quiero decirles además que aprendí a ser más tolerante, más respetuoso. He recorrido Chile, he vivido intensamente estos ocho años y no me arrepiento un solo día de haber estado acá. Me siento orgulloso, pero también sé que tenemos que cambiar para que el orgullo tenga motivos para mantenerse vigente.
¡Un nuevo Chile está naciendo! Hay otro que está muriendo. Estamos en el medio; es normal que estemos inquietos. Pero no queda destino hacia atrás, hay que mirar hacia delante y los invito a que trabajemos juntos. Yo llegaré, a lo mejor como periodista, no sé, los voy a llamar, los voy a invitar para generar espacios de diálogo, porque la próxima Constitución que Chile se haga tiene que ser para todas las chilenas y todos los chilenos y tiene que ser generosa con el mundo porque no estamos aislados.
Muchas gracias a todos y les agradezco lo que he vivido, ¡ha sido un orgullo para mí!, les tengo gran afecto y un enorme recuerdo.
(Aplausos en la Sala).
(La señora Presidenta hace entrega al Senador señor Guillier de un galardón en el centro de la Sala).

La señora RINCÓN (Presidenta).- Queridos colegas, queridas colegas, la verdad es que les agradezco a todas y a todos por este espacio, por el tiempo, por el respeto, y lo mismo a todas y a todos los funcionarios y equipos de trabajo de los distintos colegas: muchas muchas gracias. Al equipo del Senado, a la Secretaría, un abrazo. Y nos estamos viendo el viernes.
Se levanta la sesión.

--Se levantó a las 20:12.
Mario Inostroza Sepúlveda
Jefe de la Redacción suplente