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RESTABLECIMIENTO DE VOTO OBLIGATORIO EN ELECCIONES POPULARES


El señor GUZMÁN (Secretario General).- La señora Presidenta reanuda la discusión en general del proyecto de reforma constitucional, en segundo trámite constitucional, que modifica la Carta Fundamental para restablecer el voto obligatorio en las elecciones populares, con informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
--A la tramitación legislativa de este proyecto (boletines 13.212-07 y 13.213-07, refundidos) se puede acceder a través del vínculo ubicado en la parte superior de su título.
El señor GUZMÁN (Secretario General).- Cabe recordar que la Sala del Senado inició el estudio de esta iniciativa en sesión del 26 de agosto del año en curso, quedando pendiente su tratamiento junto con las solicitudes para el uso de la palabra de las señoras Senadoras y de los señores Senadores en el orden de inscripción que al efecto ya se ha señalado.
Es dable reiterar además que el objetivo principal de este proyecto de reforma constitucional es restablecer el voto obligatorio en las elecciones populares.
Asimismo, corresponde hacer presente que el artículo único de la iniciativa requiere para su aprobación el voto favorable de las tres quintas partes de los Senadores en ejercicio, esto es, 26 votos a favor, con arreglo a lo dispuesto en la primera oración del inciso segundo del artículo 127 de la Carta Fundamental.
El texto que se propone aprobar en general se transcribe en la página 23 del primer informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento y en el boletín comparado que Sus Señorías tienen a su disposición en la Sala, y también se encuentra en la plataforma de esta sesión remota o telemática y ha sido remitido a los correos electrónicos de todas las señoras Senadoras y de todos los señores Senadores.
Es todo, señora Presidenta.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Gracias, Secretario.
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La señora RINCÓN (Presidenta).- ¿Habría una Cuenta agregada, señor Secretario?
El señor GUZMÁN (Secretario General).- Sí, señora Presidenta.
En este momento han llegado a la Mesa los siguientes documentos:
Moción
De los Honorables Senadores señor Girardi, señora Goic y señores Coloma, Chahuán y De Urresti, con la que inician un proyecto de ley que regula las plataformas digitales (Boletín N° 14.561-19).
--Pasa a la Comisión de Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación y se manda poner en conocimiento de la Excma. Corte Suprema, conforme a lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 77 de la Constitución Política de la República.
El señor GUZMÁN (Secretario General).- Igualmente, señora Presidenta, para los efectos de verificar que estén registrados e individualizados todos quienes suscribieron el proyecto de acuerdo que ya fue conocido y votado en esta Sala de manera unánime, procederé a su lectura:
Proyecto de acuerdo de los Honorables Senadores señoras Allende, Aravena, Carvajal, Ebensperger, Goic, Muñoz, Órdenes, Provoste, Rincón, Sabat, Van Rysselberghe y Von Baer y señores Alvarado, Araya, Bianchi, Castro, Chahuán, Coloma, De Urresti, Durana, Elizalde, Galilea, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Huenchumilla, Insulza, Kast, Lagos, Latorre, Letelier, Montes, Moreira, Navarro, Ossandón, Pizarro, Prohens, Pugh, Quintana, Quinteros, Sandoval y Soria, por el cual manifiestan su apoyo a las acciones emprendidas por el Gobierno de Chile para hacer valer sus derechos sobre la plataforma continental y expresan su confianza en que nuestro país y Argentina, mediante el diálogo, podrán solucionar sus diferencias; además, dentro del ámbito de la Comisión Parlamentaria conjunta Argentino-Chilena, establecida en el Tratado de Maipú, invitan a Argentina a dialogar sobre dicho asunto. (Boletín N° S 2.205-12).
El señor GUZMÁN (Secretario General).- El referido proyecto, por acuerdo unánime de la Sala, ya fue incorporado a la tabla del día de hoy y aprobado unánimemente.
Es todo, señora Presidenta.
La señora RINCÓN (Presidenta)- Gracias, señor Secretario.
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La señora RINCÓN (Presidenta).- Procedemos entonces a dar la palabra en el orden de inscripción indicado.
Señor Secretario, ¿correspondería intervenir en primer lugar al Senador Durana?
El señor GUZMÁN (Secretario General).- Así es.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Senador Durana.


El señor DURANA.- Gracias, Presidenta.
Este proyecto tiene por objeto restablecer en Chile el voto obligatorio, discusión sobre esta materia que se da luego de procesos electorales en los cuales ha participado un porcentaje bajo de ciudadanos con derecho a votar, y por ello es necesario hacer un análisis con relación a la real necesidad de conculcar la libertad de los ciudadanos a través de la imposición de una obligación.
Tal es así que en los últimos procesos electorales el porcentaje de ciudadanos que concurrieron a las urnas estuvo siempre por debajo del 50 por ciento, y en el caso de la elección de convencionales constituyentes, alcaldes y concejales este porcentaje apenas superó el 40 por ciento.
Argumentar que la obligatoriedad del voto contribuiría a que los grupos más moderados vayan a votar y que otorgaría mayor legitimidad democrática a las autoridades electas es un punto en donde no existen hoy los estudios que respalden esta posición, que permita generar un aumento ni que disminuya la participación, ni que fortalezca a los partidos políticos y a sus candidatos. Todas esas variables suelen depender de otros factores.
La pregunta es si la apatía ciudadana se modifica a través de la imposición de la obligación de ejercer el voto o si como Estado debemos generar otro tipo de mecanismos para facilitar a los votantes participar de los procesos electorales.
Hemos dado un gran paso al privilegiar la cercanía al domicilio del elector en la asignación del local de votación; pero lamentablemente existe una ausencia en el debate público para modernizar nuestros procesos electorales, como el voto anticipado, el voto electrónico, el voto por correo, el voto a distancia por viaje a otra región del país, la consagración de más de una jornada de votación para un mismo proceso eleccionario, entre otros, mecanismos que debiesen ser explorados antes de imponer una obligatoriedad que va en contra de una libertad que les asiste a todos y cada uno de los ciudadanos chilenos, como es el decidir votar o no hacerlo.
La apatía ciudadana no refleja necesariamente una falta de compromiso por la democracia, sino el cansancio de los votantes con las instituciones, que no responden a sus expectativas. Este problema que nos aqueja a todos nos compromete como legisladores; pero responder a las demandas ciudadanas con la imposición de una obligación aparece como ilógico e incluso prepotente.
El votar es un derecho, qué duda cabe; sin embargo, el resguardo del sistema democrático no puede estar basado en una obligación, sino en el compromiso de las instituciones con sus ciudadanos, de forma tal que ellos se sientan comprometidos a participar de ellas a través de su voto.
Es precisamente la decisión del ciudadano de no ir a votar el mensaje que debe ser interpretado por quienes somos elegidos; pero este mensaje debe inspirar la corrección de un sistema y de las instituciones para que los ciudadanos vuelvan a confiar en ellas. No podemos contestar imponiendo el deber de votar, menos bajo sanción.
Si los ciudadanos deslegitiman el poder a través de la abstención, están en su derecho, y debemos trabajar transversalmente para que ello no ocurra; sin embargo, pretender obligar a que legitimen con su voto obligatorio las instituciones no es propio de un sistema sano y democrático.
El voto voluntario contribuye a dos aspectos fundamentales de la vida democrática: obliga a los políticos y a autoridades en general a convencer a los ciudadanos y respeta la libertad de participar o no.
Finalmente, este proyecto no se hace cargo del mecanismo de la inscripción, que es fundamental para que las personas puedan inscribirse o desinscribirse voluntariamente.
Voto en contra.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Gracias, Senador Durana.
Tiene la palabra el Senador Huenchumilla.


El señor HUENCHUMILLA.- Muchas gracias, Presidenta.
Me he estado preguntando a propósito de este proyecto, desde el momento en que lo empezamos a tratar en la Comisión de Constitución: ¿Cuál es el sentido del voto? ¿Cuál es la naturaleza del voto? ¿Por qué votar?
Bueno, hoy día en la tarde hemos tenido una larga sesión, donde yo he escuchado numerosos discursos ponderando los distintos proyectos de ley que aquí se han tratado.
Entonces, hemos votado.
¿Pero por qué votamos? Votamos porque alguien, la ciudadanía, nos colocó aquí. ¿Y para qué nos colocó acá, en este Senado, en este Congreso? Nos colocó aquí para tomar decisiones colectivas obligatorias para la sociedad. Detrás del voto está la forma como los seres humanos tomamos decisiones, ya sea decisiones personales, como uno mismo; decisiones en la familia, o decisiones en la vida de la sociedad.
Eso está detrás del voto.
Cuando se juntan dos personas y tienen que tomar una decisión no se vota. Porque cuando hay dos personas la única manera de tomar una decisión es mediante la unanimidad; pero cuando ya son tres simplemente si no hay acuerdo, hay que votar.
Por consiguiente, tal como señalaba en un discurso anterior el Senador Ricardo Lagos, en el mundo hay muchas maneras de tomar decisiones colectivas obligatorias, muchos regímenes, desde Corea del Norte hasta Estados Unidos. No hay ninguna sociedad humana que no tome decisiones colectivas obligatorias.
Nosotros en un tiempo tuvimos a una persona que tomaba decisiones acompañada de cuatro personas más: ¡las tuvimos durante diecisiete años...! Pero era una forma de tomar decisiones. En muchas partes del mundo existen distintos regímenes y formas en que se toman decisiones colectivas obligatorias. Nosotros en Chile somos tributarios de la cultura occidental, que nace a partir de la Revolución Francesa, de la Revolución Inglesa y sobre todo de la Revolución Americana, que establece la democracia representativa.
La forma de tomar decisiones viene desde muy antiguo. Todos han tomado decisiones, desde los déspotas, los tiranos, los emperadores, los reyes, los césares, los Papas. El voto, pues, dice relación con cómo los seres humanos tomamos decisiones que nos van a obligar a todos. Eso es lo que hacemos nosotros aquí, en el Senado.
Entonces, creo que es necesario considerar que esto no tiene que ver con el tema de la libertad. Lo relativo a la libertad tiene que ver con otras cosas. Cuando el Código Civil dice en su artículo 12 que los derechos que otorgan las leyes pueden renunciarse, agrega que solamente en la medida que se relacionen con el interés particular que no afecte a los demás. Pero eso se vincula con las actividades comerciales, con las actividades civiles, con el funcionamiento del mercado. En el mercado se puede comprar o vender, y se tiene completa libertad. Pero en general la libertad de los seres humanos está muy limitada. Por ejemplo, no hay libertad en materia de salud. Hemos dictado todos las leyes: por ejemplo, en la pandemia hemos tenido que someternos a las decisiones de la autoridad en virtud de las leyes que hemos dictado; la industria farmacéutica está sometida a regulación, y la de telecomunicaciones también; las ordenanzas del tránsito obligan, y si no, el Estado sanciona. Díganme ustedes qué actividad humana no está regulada y dónde está limitada la libertad: todas, desde la educación, las pensiones y naturalmente los impuestos; también el uso de las armas, el monopolio de las armas.
Por consiguiente, a mí me parece muy precipitado simplemente decir: "Mire, el derecho a votar es un derecho -valga la redundancia-, y, por lo tanto, yo lo puedo renunciar". El derecho a votar forma parte del ámbito político, y el ámbito político dice la manera y forma como los seres humanos nos organizamos, cómo tomamos decisiones colectivas obligatorias que hagan que la sociedad camine y no se autodestruya.
En tal sentido, nosotros debemos tener en cuenta que mientras menos gente vote por nosotros nuestras decisiones van a ser menos legítimas. Aquí de lo que se trata es de que aquellos que están llamados a tomar decisiones colectivas obligatorias para el conjunto de la sociedad estén legitimados por la mayor concurrencia posible, de tal manera que el destino del prójimo, el destino del vecino, el destino de todos los que viven en determinado territorio esté condicionado por el destino de los demás.
Aquí no existe una nave en el espacio formada por un único piloto que camine solo por la vida: acá hay una interrelación en nuestra vida que a todos nos afecta, en la medida que todos estemos participando, que todos seamos dueños de nuestro destino, y de tal modo que todos participemos responsablemente en tomar decisiones. Ese es el fundamento jurídico y filosófico de porqué es necesario que el ciudadano participe, que exprese su voz, que tenga presencia y que, por lo tanto, sea llamado por el Estado a que cada vez que haya que elegir a los representantes en esta democracia representativa pueda concurrir y decir: "Mire, yo voy a elegir a los representantes para que tengamos legitimidad en todas las decisiones que estos caballeros o señoras vayan a tomar en los organismos públicos respectivos". Porque si uno en teoría dejara que cada cual hiciera lo suyo, podría llegar a ser que hubiera poquísimas personas que participaran en elegir a los representantes, y estos carecerían de la legitimidad.
Es lo que ha pasado en el último tiempo, en que tenemos una crisis de representatividad en todo el mundo producto precisamente de que este ha cambiado y contamos con mayor participación, mayor horizontalidad; mayores medios tecnológicos de comunicación, noticias en directo; la gente está más empoderada. En consecuencia, nosotros debemos tomar una medida que haga que la sociedad en su conjunto sea dueña de su destino, sea responsable de su destino, y de esa manera nuestras instituciones van a tener mayor legitimidad cuando estén tomando decisiones obligatorias, en este caso, por ejemplo, hacer las leyes.
Ahora bien, que nosotros podamos hacerlo mal muchas veces forma parte de la vida, porque así como puede haber malos políticos que no cumplen su tarea, también hay malos profesores o buenos profesores, malos jugadores o buenos jugadores. Ello es parte de la naturaleza humana en cuanto uno tiene un compromiso ineludible consigo mismo, con su responsabilidad respecto de la familia y con los demás en orden a hacer las cosas bien. Pero eso no puede ser motivo para que dejemos al libre albedrío de cada cual el destino de la humanidad y el destino de un país.
Si uno siente que esta tierra es nuestra, que vamos todos en este barco y que todos queremos una mejor vida y con justicia, entonces creo que lo menos que podemos pedirles a todos es que tengan una participación. Y por ello a mi juicio es fundamental colocar cierta obligatoriedad, como existe en otras cosas, para que todos participen y se hagan responsables del destino común del país.
Por eso, señora Presidenta, voto a favor del voto obligatorio.
Muchas gracias.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Gracias, Senador Huenchumilla.
Tiene la palabra la Senadora Aravena.


La señora ARAVENA.- Gracias, Presidenta.
Voy a tratar de ser bien breve, dado que hay muchos esperando su espacio para hablar.
Nadie puede negar la profunda crisis política institucional por la que atraviesa el país. La escasa participación electoral es uno de los síntomas, en mi opinión, más claros de esta situación. Prueba de ello son las votaciones de gobernadores regionales en las que participó solo el 19 por ciento de los ciudadanos que estaban habilitados para sufragar.
Puede haber muchos argumentos: que nadie conocía de qué se tratan los gobernadores, que había segunda vuelta, pero, a fin de cuentas, los datos son lo que son.
Si bien la decisión de implementar el voto voluntario en Chile tuvo un amplio respaldo -muchos de los aquí presentes, que hoy día no están de acuerdo, y es legítimo, votaron en contra de eso-, el tiempo demostró que nuestra sociedad probablemente no estaba preparada para ello y, en poco tiempo, el distanciamiento con la representación política se fue acrecentando a niveles -creo- nunca pensados.
Prueba de ello es que a un año de implementación de esa ley o en la primera elección después de su promulgación, la participación en esa oportunidad cayó en un 40 por ciento.
Si bien la participación electoral hoy día, con voto voluntario, es solo de un 47 por ciento, cuando el voto era obligatorio bordeaba el 87 por ciento.
En este Congreso existen más de doce iniciativas vinculadas al voto obligatorio, entre la Cámara de Diputados y el Senado. De hecho, el Senador Chahuán ha presentado tres, de las cuales yo personalmente patrociné una.
Y en ese sentido, creo que uno debe ser consecuente porque la situación no ha cambiado, sino ha empeorado, en mi opinión, desde que firmamos ese proyecto.
Efectivamente, quienes están en contra de esta moción argumentan que muchos países desarrollados con democracias estables y maduras cuentan con voto voluntario. Y es verdad: es cosa de ver la estadística. Y ese justamente es mi argumento, porque nuestro país -vuelvo a señalar- se encuentra en una profunda crisis política e institucional, muy similar, aunque no tan profunda, a la de nuestros vecinos latinoamericanos.
Dejamos de lado la educación cívica; le dimos poca importancia a la filosofía y al pensamiento; perdimos la capacidad de diálogo; faltó renovación política en los partidos; dejamos de ser sujetos activos en política, porque dejamos de valorarla, y, más bien, muchas veces la fuimos denostando.
Hoy debemos aprender de nuestros errores, reconstruir poco a poco nuestro espíritu republicano que nos hizo famosos en el mundo entero y, principalmente, en Latinoamérica.
Aunque algunos traten de destruirlo, somos una república y un país que, efectivamente, tiene que avanzar, pero que a veces también vive crisis, como hoy día.
Fuimos ejemplo para muchos, pero hoy solo podemos reconocer que, como muchas veces, hemos vivido procesos complejos y hemos tenido crisis, pero nos hemos levantado y nos mantenemos en pie.
Y una buena manera de comenzar a levantar nuestras instituciones, en mi opinión, es incorporar nuevamente el voto obligatorio con sanciones o con desincentivos para quienes no cumplan.
Eso es parte de la discusión que podemos hacer en este Senado y de las indicaciones que podemos presentar al proyecto.
Por último, quiero señalar que estamos aquí para votar en conciencia, como lo he hecho siempre en este Senado. La historia dirá si es la decisión correcta.
Por eso mi voto es "apruebo" el voto obligatorio.
Muchas gracias, Presidenta.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Tiene la palabra el Senador Rabindranath Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Gracias, Presidenta.
La discusión de fondo, si votar es un derecho o un deber, no tiene una respuesta fácil. Hace diez años el país enfrentaba un debate similar, pero en el sentido contrario. Ante el creciente desinterés por inscribirse en los registros electorales y participar en las elecciones, se promovió el voto voluntario.
Y aunque varios expertos hicieron ver el riesgo de esta decisión, se impuso finalmente la idea de que una mayor libertad individual, expresada en el voto voluntario, provocaría también un mayor interés en participar y, por ende, una reducción de la abstención electoral.
El análisis fue equivocado, y así lo demuestran los datos. El padrón creció, pero la votación efectiva, con pocas excepciones -¡y muy pocas excepciones!-, siguió camino a la baja.
Hoy abordamos nuevamente esta materia, desandando un camino que probablemente no debimos haber recorrido nunca.
Votar es un derecho, en efecto, pero también es un deber en tanto el sufragio está en la base de las decisiones políticas y en la consistencia democrática de nuestra sociedad.
Si cada vez votan menos personas, el voto se terminará convirtiendo en un instrumento elitista. Ya hay manifestaciones de ello en la gran diferencia de participación que se produce entre las comunas populares y acomodadas de la Región Metropolitana. Para esto, no hay sistema electoral que pueda corregir esta distorsión.
Por distintos motivos, hoy en día la democracia representativa, tal como la hemos entendido históricamente, está en riesgo.
El reforzamiento y renovación de sus instituciones dependen no solo del voto obligatorio, y este es uno de los principales desafíos de la nueva Constitución. Las instituciones de representación popular a todo nivel -concejos municipales, consejos regionales y este Congreso Nacional- deben ser un reflejo de toda la sociedad chilena.
La diversidad no solo debe limitarse al género o a la pertenencia a pueblos originarios, materias en las que, por cierto, hemos avanzado, sino que también tiene que incorporar a jóvenes y personas mayores, a innovadores y a emprendedores. Debe procurar espacio para los sueños y para el realismo.
Para una efectiva representatividad se requiere el voto obligatorio. En tiempos de estabilidad se necesita captar las sensibilidades de las minorías disconformes o desconfiadas, que ayudan a renovar las sociedades; y en tiempos más agitados es fundamental atender también a aquellos que optan por la indiferencia o deciden mantenerse al margen de las olas del cambio.
Todas las posiciones deben ser recogidas.
Hoy, cuando el foco de interés de una gran mayoría de los chilenos está en reclamar su dignidad, cuando lo colectivo se empina por sobre el individualismo, cuando abrimos las puertas a la diversidad, cobra más fuerza la necesidad de que el voto obligatorio garantice que los procesos electorales no queden en manos de las elites.
Por estas razones, Presidenta, mi voto es a favor.
He dicho.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Muchas gracias, Senador Rabindranath Quinteros.
Tiene la palabra el Senador Elizalde.


El señor ELIZALDE.- Gracias, Presidenta.
Más y mejor democracia para Chile: ese es uno de los desafíos fundamentales que tenemos en la hora presente.
Por eso se ha iniciado un proceso constituyente, precisamente para contar con una institucionalidad que dé respuesta a las demandas ciudadanas, que esté a la altura de los cambios que se exigen para construir un país con más justicia social.
Y, por cierto, la profundización democrática ha sido un eje central de la política chilena, particularmente durante el siglo pasado.
El sistema electoral chileno estableció, en primer lugar, un registro electoral en el cual se inscribían los ciudadanos y las ciudadanas con derecho a voto. De esa forma se fue poblando, con el paso del tiempo y con reformas que contribuyeron o estaban orientadas a que más ciudadanas y más ciudadanos pudieran ejercer el derecho a voto.
El derecho a voto de las mujeres fue un claro ejemplo al respecto, así como también la reducción de la edad para votar y la incorporación de los analfabetos, que originalmente estaban excluidos de la posibilidad de marcar sus preferencias en las urnas.
Vino la larga noche de la dictadura y la voz del pueblo se materializó claramente por la opción "No", en el histórico plebiscito del año 88, en que la gran mayoría de los potenciales electores se inscribieron en los registros electorales y en donde hubo niveles de participación muy alta.
Pero en el proceso de transición, paulatinamente las nuevas generaciones dejaron de inscribirse en los registros electorales, y se produjo un fenómeno muy complejo para nuestra democracia, una especie de abstención estructural en que muchas y muchos simplemente nunca votaron.
En ese contexto, fue necesaria una reforma importante, que estableció la inscripción automática, pero acompañada del voto voluntario.
Creo que fue un error.
En su momento fui uno de los que se opusieron al establecimiento de la voluntariedad del voto. Por el contrario, me parece que el deber de votar nos permite tener una mejor democracia para nuestro país. Y lo cierto es que hemos logrado niveles de participación muy bajos si uno mira el registro global de electores, que hoy día se establece de manera automática.
Nuestro padrón está inflado, no cabe duda, porque el proceso de runificación se inició recién a principio de los 80. Por tanto, para atrás el certificado de defunción no necesariamente coincide con los datos del certificado de nacimiento y, por tanto, no se da de baja a muchas personas que han fallecido o a chilenas y chilenos que migran al extranjero, que fallecen ahí y que tampoco son eliminados del registro.
El Registro Civil no tiene un registro de vivos, sino un registro de nacimientos y de muertes, y solo a contar de principios de la década del 80 este se encuentra asociado al Rol Único Nacional. Antes los números variaban y, por tanto, se llegó al absurdo de que un ex Presidente de la República, que falleció en La Moneda el 11 de septiembre de 1973, formaba parte de los registros electorales en la elección municipal del 2012, porque en su certificado de defunción no coincidían exactamente los nombres con su certificado de nacimiento.
Pero al margen de la necesidad de despejar los errores que contiene el padrón y las múltiples iniciativas legales que han establecido normas excepcionales para las chilenas y los chilenos de mayor edad, lo cierto es que los niveles de participación siguen siendo muy bajos.
Entonces, para darle mayor legitimidad a nuestro sistema político, para que los mandatarios elegidos democráticamente sean dignos representantes de lo que quieren los ciudadanos, me parece fundamental el restablecimiento de la obligatoriedad del voto.
Lo decía el Senador Huenchumilla: son muchas las obligaciones que debemos cumplir a diario los ciudadanos, por cierto, pagar impuestos. La pregunta es: ¿La obligación de votar, en el caso de las elecciones presidenciales y parlamentarias, una vez cada cuatro años, es una carga significativa para los ciudadanos? Yo creo que no.
Y como en Chile hay dos eventos electorales ordinarios cada cuatro años -por cierto, hemos vivido tiempos excepcionales en estos últimos meses y años-, que son las elecciones municipales y regionales, y las elecciones nacionales, ¿concurrir dos veces cada cuatro años a las urnas es una carga significativa para un ciudadano o una ciudadana? Yo creo que simplemente no.
Por el contrario, las obligaciones que tiene el Estado con los ciudadanos son muchas y, por tanto, se exige un esfuerzo mínimo: concurrir a votar.
Por eso soy un convencido de que es necesario restablecer la obligatoriedad del voto, ahora con la inscripción automática.
Si alguien considera que esa es una carga significativa al lado de la importancia de tener una democracia con un amplio nivel de participación, en que las autoridades sean elegidas de acuerdo a la voz del pueblo, dentro de la diversidad que existe en toda sociedad democrática, por cierto, me parece que este proyecto contribuye en esa senda, y por eso soy partidario de la aprobación de esta reforma constitucional.
Más allá de los cálculos políticos menores de carácter electoral que pueda tener un sector u otro, si más ciudadanas y ciudadanos votan, eso permite que la diversidad de la sociedad chilena se exprese en las decisiones democráticas, no solo en la elección de Presidente o Presidenta de la República, sino también en la conformación del Congreso Nacional. Y si las distintas miradas, las distintas visiones que forman parte del Congreso Nacional están expresadas, entonces ningún ciudadano puede desentenderse de las decisiones que se adoptan democráticamente.
Se le dota de una mayor legitimidad a todo el sistema.
Insisto, lo más importante, la voz del pueblo se escucha y la voz del pueblo se respeta.
En caso contrario, con los niveles de participación que tenemos en la actualidad, algunos pueden cuestionar la legitimidad de las decisiones que se han adoptado y, por cierto, la legitimidad de las autoridades elegidas democráticamente.
Yo no la cuestiono -lo quiero decir con toda claridad-, porque todos quienes formamos parte del Congreso Nacional, todos quienes fueron elegidos en la Convención Constitucional, lo hicieron conforme a un procedimiento democrático en que a nadie se le impidió el derecho a voto.
Pero el punto es otro: que con mayor nivel de participación esas autoridades tienen mayor legitimidad.
Y, probablemente, esos cambios que el sistema político podría haber incorporado con anticipación, producto del -valga la redundancia- cambio de los tiempos o de la irrupción de nuevas generaciones en el sistema político, se habrían expresado anticipadamente también y no de manera abrupta, como ha acontecido con los últimos eventos electorales. Muchas y muchos jóvenes que nunca votaron hoy día lo están haciendo.
Lo preocupante es que aquellos que tradicionalmente votaron están participando menos, y se produce una distorsión en sentido u otro. Hay una generación que queda fuera, hay un grupo de chilenos y chilenas, de ciudadanos y ciudadanas, que quedan fuera. No olvidemos que en nuestro país tienen derecho a voto los extranjeros con más de 5 años de residencia.
Por eso creo que este proyecto contribuye a avanzar en lo que todos deseamos: una mayor participación en los eventos electorales, una mayor participación de la ciudadanía, una mayor participación democrática.
Eso contribuye a que el sistema funcione de mejor forma.
Y lo más importante es que el sistema político dé respuesta a las demandas ciudadanas oportunamente. Eso le da mayor legitimidad y permite avizorar un mejor futuro para todas y todos.
Por lo anterior, señora Presidenta, voto entusiastamente a favor de esta iniciativa.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Muchas gracias, Senador Elizalde.
Le daremos la palabra al Senador Latorre, con lo cual estaríamos terminando la Orden del Día.
El señor LATORRE.- No voy a intervenir, Presidenta.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Muy bien.
Entonces, tiene la palabra el Senador Juan Castro.


El señor CASTRO.- Gracias, Presidenta.
La verdad es que no pensaba hablar en el debate de este proyecto, pero siento que es importante que la gente sepa cuál es la intención que tenemos algunos Senadores. Y la intención personal siempre me lleva a resaltar cuando las personas critican sin haber participado en una elección, sin haber elegido a sus autoridades. Y lo que más se busca en una elección es que las autoridades sean legitimadas.
El país tiene muchas responsabilidades frente a su gente y las personas debieran cumplir a lo menos una, que es elegir a sus autoridades. La calidad de las autoridades de un país obedece a la mayor participación de personas en una elección.
Por eso, Presidenta, es superimportante que este proyecto siga avanzando.
Y es más. El proyecto debería establecer sanciones a quien no participa en una elección, porque como chilenos debemos tener la obligación de ir a votar, así como muchos compatriotas tienen la voluntad de demandar al Estado de Chile cuando este no les entrega un servicio.
Acá debería ser algo parecido: el Estado de Chile debe multar a los habitantes que no son capaces de ir un día a expresar su voto.
Por eso, Presidenta, es importante que este proyecto siga avanzando.
Yo lo votaré favorablemente, y no estoy sacando ninguna cuenta con calculadora, pues creo que si la mayoría elige a una autoridad todas las personas deben ser capaces de respetarla.
La política hoy día está muy manoseada por los comentarios indebidos de muchas personas y eso deslegitima a esa autoridad.
Por eso es supervalioso que tengamos multas para aquellas personas que no tienen la voluntad de ir a votar el día que se elige a sus autoridades.
He dicho, Presidenta.


La señora RINCÓN (Presidenta).- Muchas gracias, Senador Castro.
Con esto damos por terminado el Orden del Día y pasaremos a la hora de Incidentes.
Nos quedan varios inscritos en este proyecto: el Senador García-Huidobro, el Senador Navarro, el Senador Galilea, el Senador Montes, la Senadora Provoste, la Senadora Carvajal, la Senadora Órdenes, el Senador Girardi y la Senadora Rincón.
--Queda pendiente la discusión general del proyecto.
La señora RINCÓN (Presidenta).- Ahora quiero solicitar la autorización de la Sala para que el Senador Navarro presida esta parte de la sesión.
¿Habría acuerdo?
Muchas
gracias.
--Pasa a presidir la sesión, en calidad de Presidente accidental, el Senador señor Navarro.