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REGULACIÓN DE MATRIMONIO DE PAREJAS DEL MISMO SEXO EN IGUALDAD DE CONDICIONES


La señora PROVOSTE (Presidenta).- Le voy a ofrecer la palabra al señor Secretario General para que haga la relación del proyecto.
Luego intervendrá el Presidente de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, Senador Pedro Araya, para que rinda un informe a la Sala; la Subsecretaria Lorena Recabarren, y después abriremos el debate acá en la Sala.
--A la tramitación legislativa de este proyecto (boletín 11.422-07) se puede acceder a través del vínculo ubicado en la parte superior de su título.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor GUZMÁN (Secretario General).- Gracias, señora Presidenta.
La señora Presidenta pone en discusión particular el proyecto de ley, en primer trámite constitucional, iniciado en mensaje de la ex Presidenta de la República, señora Michelle Bachelet Jeria, que modifica diversos cuerpos legales para regular, en igualdad de condiciones, el matrimonio de parejas del mismo sexo.
El Ejecutivo hizo presente la urgencia para su despacho, calificándola de "suma".
Esta iniciativa fue aprobada en general en sesión celebrada el 15 de enero de 2020, y cuenta con un segundo informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, e informe de la Comisión de Hacienda.
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento deja constancia, para los efectos reglamentarios, de que los artículos 2°, 7°, 8° y 10, permanentes, y el artículo segundo transitorio, no fueron objeto de indicaciones ni de modificaciones.
Estas disposiciones deben darse por aprobadas, salvo que alguna señora Senadora o algún señor Senador, con acuerdo unánime de los presentes, solicite su discusión y votación.
Cabe señalar que los mencionados artículos 7° y 8° requieren para su aprobación 22 votos favorables, por tratarse de normas de quorum calificado.
También deben darse por aprobados los artículos 1°, con excepción del número 10; 3°; 4°; 5°; 6° y 9°, permanentes, y el artículo primero transitorio, los cuales no fueron objeto de modificaciones en el segundo informe.
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento efectuó una modificación al proyecto de ley, de conformidad a lo establecido en el inciso final del artículo 121 del Reglamento del Senado, recaída en el número 10 del artículo 1° de la iniciativa, acuerdo que adoptó por la unanimidad de sus miembros, Senadores señora Ebensperger y Senadores señores Araya, De Urresti y Huenchumilla.
Cabe recordar que esta enmienda unánime debe ser votada sin debate, salvo que alguna señora Senadora o algún señor Senador manifieste su intención de impugnar la proposición de la Comisión respecto de ella o existieren indicaciones renovadas.
La Comisión de Hacienda, por su parte, se pronunció acerca de las normas de su competencia, esto es, los artículos 7°, 8° y 10 permanentes del proyecto, y no introdujo modificaciones al texto despachado por la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento en su segundo informe.
Hace presente, asimismo, que aprobó estas disposiciones por tres votos a favor de los Senadores señora Allende y Rincón y señor Lagos, y dos votos en contra de los Senadores señores Coloma y García.
Deja constancia, además, de los informes financieros consignados en cumplimiento de lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 17 de la Ley Orgánica del Congreso Nacional.
Sus Señorías tienen a su disposición un boletín comparado que transcribe el texto aprobado en general, la enmienda realizada por la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, y el texto como quedaría de aprobarse esta modificación.
Al respecto, hago presente que se han presentado solicitudes de votación separada, en grupos.
Una primera solicitud de votación separada y en conjunto respecto de las siguientes normas: el artículo 1°, número 1 del proyecto, que se encuentra en la página 1 de comparado; el artículo 1°, número 7 del proyecto, que está en la página 5 del comparado; el artículo 1°, número 11 del proyecto, que está en la página 8 del comparado; el artículo 1°, número 12 del proyecto, que está en la página 8 igualmente; el artículo 1°, número 13 del proyecto, que está en la página 9 del comparado; el artículo 1°, número 14 del proyecto, que está en la página 9 del comparado; el artículo 1°, número 15 del proyecto, que está en la página 11 del comparado; el artículo 1°, número 25 del proyecto, que está en la página 22; el artículo 1°, número 26 del proyecto, página 22 del comparado; el artículo 1°, número 27 del proyecto, página 23 del comparado; el artículo 1°, número 28 del proyecto, página 24 del comprado; el artículo 1°, número 29 del proyecto, y el artículo 1°, número 30 del proyecto, ambos de la página 25 del comparado; el artículo 1°, número 31, página 26 del comparado; el artículo 1°, número 32 del proyecto, página 27 del comparado; el artículo 1°, número 33 del proyecto, página 28 del comparado; el artículo 3º del proyecto, página 33 del comparado; el artículo 4º, página 39 del comparado; el artículo 10 del proyecto, página 58 del comparado. También el artículo primero transitorio, página 59 del comparado, y el artículo segundo transitorio, página 60 del comparado.
Todas estas normas correspondería votarlas separadamente en conjunto, conforme lo solicitó la Senadora señora Ebensperger.
La segunda votación solicitada por la Senadora señora Ebensperger corresponde a las siguientes normas, que también ha solicitado votarlas separadas pero en conjunto: el artículo 1º, número 2 del proyecto, página 2 del comparado; el artículo número 3º, del proyecto, página 3 del comparado; el artículo 1º, número 4 del proyecto, y el artículo 1º, número 5 del proyecto, ambos en la página 4 del comparado; el artículo 1º, número 6 del proyecto, que se encuentra en la página número 4 del comparado; el artículo 1º, número 8 del proyecto, que se encuentra en la página 5 del comparado; el artículo 1º, número 9 del proyecto, que está en la página 7 del comparado; el artículo 1º, número 10 del proyecto, que se encuentra en la página 7 del comparado; el artículo 1º, número 16 del proyecto, página 11 del comparado; el artículo 1º, número 17 del proyecto, página 13 del comparado; el artículo 1º, número 18 del proyecto, página 13 del comparado; el artículo 1º, número 19 del proyecto, página 16 del comparado; el artículo 1º, número 20 del proyecto, página 18 del comparado; el artículo 1º, número 21 del proyecto, página 19 del comparado; el artículo 1º, número 22 del proyecto, página 20 del comparado; el artículo 1º, número 23, página 21; el artículo 1º, número 24, página 21 del comparado; el artículo 1º, número 34, página 29; el 1º, número 35 página 29 del comparado; el 1º, número 36, página 29 del comparado, y el artículo 1º, número 37 del proyecto, página 31 del comparado; el artículo 5º del proyecto, página 40 del comparado, y el artículo 9º del proyecto, página 57 del comparado.
Esas son las solicitudes de votaciones separadas que se han presentado.
Es todo, señora Presidenta.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias.
En la discusión particular del proyecto, tiene la palabra el Presidente de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, Senador Pedro Araya.


El señor ARAYA.- Gracias, Presidenta.
Corresponde que la Sala del Senado se pronuncie en particular acerca del proyecto de ley, iniciado en mensaje de la ex Presidenta de la República señora Michelle Bachelet Jeria, que modifica diversos cuerpos legales para regular, en igualdad de condiciones, el matrimonio de parejas del mismo sexo, iniciativa a la que el actual Gobierno ha dado "suma urgencia" durante su discusión particular.
El proyecto en estudio fue objeto de veinticinco indicaciones. Durante su análisis el Honorable Senador señor Latorre retiró las que eran de su autoría y, en consecuencia, la Comisión que presido solo examinó aquellas que formularon el Honorable Senador señor Iván Moreira y el ex Senador señor Víctor Pérez.
Antes de pronunciarse sobre cada una de ellas, se escuchó al Ministro de Justicia y Derechos Humanos, señor Hernán Larraín; a la Subsecretaria de Derechos Humanos y Familia, señora Lorena Recabarren; al Ministro Secretario General de la Presidencia, señor Juan José Ossa; a la Ministra de Desarrollo Social, señora Karla Rubilar, y a la Subsecretaria de la Niñez, señora Blanquita Honorato.
Asimismo, la Comisión conoció la opinión de la Presidenta Ejecutiva de la Fundación Iguales, señora Isabel Amor, y del Presidente del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual, señor Gonzalo Velásquez.
Igualmente, intervinieron los profesores de Derecho Civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile, señora Carolina Salas; de la Universidad de Los Andes, señora Sara Rodríguez; de la Universidad de Chile, señor Mauricio Tapia, y los investigadores de la Biblioteca del Congreso Nacional, señoras Paola Truffello y Pamela Cifuentes, y el señor Pedro Guerra, a quienes agradezco sus observaciones y comentarios sobre esta iniciativa.
Luego de un extenso análisis y de escuchar a las autoridades, organizaciones y académicos ya señalados, la Comisión acordó proponer a la Sala la aprobación de un texto que es prácticamente igual al que se acordó en general en el Senado, dado que, por mayoría de votos, se rechazaron las indicaciones que formularon el Senador señor Moreira y el ex Senador señor Pérez.
En consecuencia, si se aprueba el texto del proyecto de ley acordado por la Comisión, se introducirán, a modo de síntesis, las siguientes enmiendas al Código Civil.
En primer lugar, se modifica su artículo 102 para estatuir que el matrimonio es un contrato solemne por el cual dos personas se unen actualmente y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente.
Esta es la modificación esencial de este proyecto, ya que ella extiende el contrato de matrimonio a dos personas del mismo sexo.
A partir de esta enmienda, se modifican distintos preceptos del Código Civil y otras leyes con el fin hacer efectivo este cambio. Así, por ejemplo, en el Código Civil se define el parentesco por afinidad para señalar que es el existente entre una persona que está o ha estado casada y los consanguíneos de su cónyuge; que los progenitores de una persona son aquellas respecto de las cuales se ha determinado la relación de filiación, es decir, su padre o su madre, o sus dos madres, o sus dos padres. En todo caso, se precisa que la filiación de los hijos nunca se podrá determinar respecto de más de dos personas.
Luego, se modifican los artículos 107 y 111 para adecuarlos a la idea de que el matrimonio puede celebrarse entre dos personas del mismo sexo, lo que implica enmendar las disposiciones referidas, por ejemplo, a quien debe otorgar el consentimiento en el caso del matrimonio de menores de dieciocho años, o al nombramiento de los curadores.
También se modifica el artículo 131 para precisar que los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida. Asimismo, que se deben respeto y protección recíproca.
Se modifica el artículo 132 para precisar que comete adulterio la persona casada que yace con otra que no sea su cónyuge.
Igualmente, se establece que, independientemente de si se trata de personas de igual o de distinto sexo, ambos cónyuges deben proveer a las necesidades de la familia común, atendiendo a sus facultades económicas y al régimen de bienes que entre ellos exista.
Por otra parte, se precisa que por el matrimonio entre personas del mismo sexo, ellas se entenderán separadas totalmente de bienes, sin perjuicio de la facultad de optar por el régimen de participación en los gananciales en las capitulaciones matrimoniales, o de sustituirlo durante la vigencia del matrimonio.
Asimismo, se dispone que, tratándose de matrimonios entre personas del mismo sexo en el extranjero, al inscribirlo en Chile solo podrán pactar el régimen de participación en los gananciales.
Igualmente, se modifica el artículo 182 para establecer que, tratándose de una pareja de mujeres, la filiación del hijo concebido mediante la aplicación de técnicas de reproducción humana asistida se determinará conforme a lo que disponen los artículos 183, 187 y 188 del Código Civil.
Con un objeto similar en las normas referidas a la filiación, se modifican los artículos 185, 186, 187, 188, 204, 205 y 308 del Código Civil, para adecuar estas disposiciones al hecho de que de ahora en adelante dos personas del mismo sexo podrán contraer matrimonio civil.
Con el mismo propósito se adecúan algunas disposiciones relativas a la sucesión -por ejemplo, el impedimento para suceder-, donaciones, inventarios, etcétera, a la luz de la idea de que las personas del mismo sexo pueden celebrar un contrato de matrimonio civil.
Luego, el proyecto aplica a todas las personas las reglas referidas al régimen de participación en los gananciales y a las disposiciones sobre responsabilidad civil por los actos de sus hijos menores de edad.
Seguidamente, se modifica tanto la Ley sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias como la ley que establece la Nueva Ley de Matrimonio Civil.
Igualmente, modifica la ley que crea el acuerdo de unión civil, la ley que reforma la Ley sobre el Registro Civil, la ley que establece normas sobre accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, y el decreto con fuerza de ley que fija las normas sobre sistema único de prestaciones familiares y sistema de subsidios de cesantía para los trabajadores de los sectores públicos y privados, y la Ley sobre Adopción de Menores.
Con respecto a esta última normativa, se estatuye que en el caso de que se acoja la solicitud de adopción de dos personas del mismo sexo, que no tuvieren hijos comunes inscritos con antelación a la dictación de la sentencia definitiva, el juez, al dictar la sentencia, dispondrá el orden de los apellidos con que se inscribirá al adoptado.
Señora Presidenta, estas son, a modo de síntesis, algunas de las principales materias que trata esta iniciativa y que, como será fácil de comprender, implican una modificación significativa de nuestro ordenamiento jurídico para permitir, al igual como ha ocurrido en otras naciones, extender los derechos en materia de matrimonio, filiación y adopción a todas las personas, independientes de su sexo o género.
Con este proyecto estamos reforzando el principio constitucional de igualdad para todos y todas, y ponemos fin a una discriminación que es rechazada por la gran mayoría de nuestra ciudadanía.
Por todas estas razones y las demás que se consignan en el informe de la Comisión que presido, proponemos aprobar en particular las disposiciones contenidas en este proyecto, en los términos ya descritos.
Finalmente, Presidenta, quiero reiterar los agradecimientos a todos quienes participaron en el debate que se dio al interior de la Comisión de Constitución del Senado, a las distintas organizaciones de la sociedad civil, a las y los académicos que ayudaron a esclarecer las dudas de los distintos integrantes de la Comisión, al asesor señor Roberto Godoy Fuentes y a la Secretaría de la Comisión por el apoyo y profesionalismo que demostraron durante la discusión de este proyecto.
He dicho, señora Presidenta.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias al Senador Pedro Araya.
Le ofrezco la palabra a la Subsecretaria Lorena Recabarren.


La señora RECABARREN (Subsecretaria de Derechos Humanos).- Muchísimas gracias, Presidenta, Senadora señora Yasna Provoste.
Junto con saludarla a usted, saludo a la Honorable Mesa del Senado y, por supuesto, a los Senadores y las Senadoras presentes tanto en la Sala como a los que están conectados a esta sesión de manera telemática y, también, a los representantes de las organizaciones de la sociedad civil que han impulsado y acompañado la tramitación de este proyecto de ley: al Movilh y a la Fundación Iguales.
Como Ejecutivo, tenemos un gran interés en que esta iniciativa legislativa avance en su tramitación ante este Honorable Congreso, a fin de establecer una regulación en igualdad de condiciones para que todas las parejas que así lo deseen, independiente de su orientación sexual, puedan decidir y acceder a la institución del matrimonio. Y, en este sentido, quiero agradecer también el espacio que se dio al Ejecutivo en la Comisión de Constitución, que preside el Senador Araya, que acaba de exponer, para participar en esta discusión a través de la Subsecretaría de Derechos Humanos.
Desde el anuncio de Su Excelencia el Presidente de la República el 1 de junio del presente año, se nos encomendó realizar todas las gestiones para que el proyecto avance en su tramitación y se convierta en ley lo antes posible. Y para ello hemos realizado un trabajo de coordinación entre el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, el Ministerio Secretaría General de Gobierno, el Ministerio Secretaría General de la Presidencia y, por supuesto, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
Con esta intervención, desde el Ejecutivo queremos reafirmar nuestro compromiso con esta iniciativa y presentar a esta Honorable Sala las razones por las cuales consideramos que ella debiese ser aprobada.
Respecto de su contenido, el derecho de familia en Chile ha experimentado una profunda evolución en la que la igualdad ha sido el valor primordial que ha inspirado grandes reformas jurídicas en las últimas décadas. Así, en la década de los ochenta se puso, por ejemplo, fin a la incapacidad relativa de la mujer casada en sociedad conyugal, para luego crear el régimen de participación en los gananciales, como una alternativa a los regímenes existentes; ya en la década de los dos mil lo fue la nueva regulación del matrimonio y la incorporación del divorcio como causal de término de este, reconociendo que en Chile era una realidad el hecho de que las personas decidían que era mejor no continuar con el vínculo matrimonial, y por lo tanto se otorgó una salida jurídica para poder regular sus relaciones personales y con las hijas e hijos en común. Y posteriormente fue un avance importante el acuerdo de unión civil, que reconoció y permitió dar protección jurídica a las uniones afectivas en convivencia, es decir, a las parejas de hecho.
Todos estos avances, sin duda, señora Presidenta, son parte de una amplia gama de reformas al ordenamiento jurídico nacional encaminadas a conseguir la plena igualdad respecto de y al interior de las familias. Y a través de este proyecto de ley se está dando un nuevo paso en este sentido, otorgando el mismo nivel de reconocimiento a todos los proyectos familiares y garantizando el derecho de todas las personas a la institución del matrimonio.
Como señalaba ya -por su intermedio, señora Presidenta- el Senador Araya, esta iniciativa se estructura en diez artículos permanentes y dos transitorios, y las principales modificaciones que a nuestro juicio destacan son las siguientes.
En primer lugar, un cambio en la terminología usada en la normativa nacional, principalmente en el Código Civil, reemplazando los términos "padre" y "madre" por el concepto unívoco y neutro de "progenitor". Y del mismo modo se reemplazan, a lo largo de toda la iniciativa, los términos de "marido" y "mujer" por el concepto unívoco y neutro de "cónyuges". Sin embargo, no se modifica esa terminología respecto de las normas propias de la sociedad conyugal, por cuanto dicho régimen matrimonial no será aplicable a los cónyuges del mismo sexo.
En segundo lugar, el proyecto de ley establece que los cónyuges del mismo sexo se entenderán casados en separación total de bienes y podrán pactar, como decía el Senador Araya, vía capitulación matrimonial o durante la vigencia del matrimonio, la participación en los gananciales, y por lo tanto, como señalaba, no se aplica la sociedad conyugal.
En materia de filiación, se introducen modificaciones al sistema de filiación, aquellas mínimas indispensables para hacer compatible el matrimonio con progenitores del mismo sexo.
Y con relación a la adopción, no es necesaria una modificación legal, por cuanto la ley N° 19.620 ya da titularidad para ser adoptante a los cónyuges, sin distinción de sexo.
En términos de los costos financieros que tiene la iniciativa legal, estos fueron debidamente fundados, primero, a través del informe N° 107, del 4 de septiembre del año 2017, el que se actualizó mediante el informe N° 89, del 2 de julio de este año, ambos elaborados por la Dirección de Presupuestos del Ministerio de Hacienda. Hay un mayor gasto fiscal anual que irroga el proyecto de ley de 94,86 millones y, a su vez, contempla un gasto, por una sola vez, equivalente a 334,8 millones de pesos.
Las normas vinculadas al costo financiero del proyecto de ley fueron debidamente conocidas y aprobadas muy recientemente por la Comisión de Hacienda, presidida por la Senadora Ximena Rincón.
Quisiera brevemente referirme a los estándares internacionales de derechos humanos sobre la materia y, en ese sentido, destacar cómo desde la Declaración Universal de Derechos Humanos se reconoce que todos los seres humanos nacen, nacemos, libres e iguales en dignidad y derechos; que los derechos reconocidos en instrumentos internacionales de derechos humanos y ratificados por Chile están estrechamente vinculados con los principios de igualdad y no discriminación; lo que constituye un pilar fundamental de los sistemas jurídicos nacionales e internacionales y de los Estados democráticos, principio que además forma parte de las normas de ius cogens, es decir, una norma imperativa del derecho internacional general que es aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario.
El acceso a los derechos sin distinción alguna ha sido reconocido en diversos instrumentos internacionales. No los voy a señalar aquí, pero son al menos siete.
Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que la igualdad es inseparable de la dignidad esencial de la persona, siendo incompatible con ella toda situación que, por considerar a un determinado grupo como superior, conduzca a tratarlo con privilegio o que, a la inversa, por considerarlo inferior, lo trate con hostilidad o de cualquier otra forma que discrimine el goce de derechos por parte de ese grupo. Este marco internacional, del que Chile forma parte, nos impulsa como Estado, entonces, a la promoción de la igualdad y el ejercicio de los derechos de todas las personas, sin distinción alguna.
En términos de la protección de los vínculos familiares de las parejas del mismo sexo, la Corte Interamericana ha determinado que la Convención Interamericana les otorga protección a partir de los artículos que dan protección -valga la redundancia- de la vida privada y familiar, así como de la protección a la familia. Y también ha determinado la protección de los derechos patrimoniales que se derivan del vínculo familiar entre parejas del mismo sexo. Y, en este sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha considerado expresamente que los Estados tienen la obligación de reconocer legalmente las uniones o el matrimonio de personas del mismo sexo, otorgando los mismos derechos conferidos a las parejas de diverso sexo, incluidos los derechos patrimoniales y todos los demás que deriven de esa relación, sin distinción, por motivos de orientación sexual o identidad de género.
De esta forma, creemos que desde el punto de vista de los estándares internacionales de derechos humanos no sería posible sostener que el acuerdo de unión civil vigente en nuestro país sea suficiente para consagrar las relaciones entre parejas del mismo sexo, pues se trata de instituciones jurídicamente diversas.
También el sistema interno nacional nos mandata dar cumplimiento al principio de igualdad y no discriminación. Para ello, ya recordaba el Senador Araya -por su intermedio, Presidenta- el artículo 1° de la Constitución Política de la República, que dispone que "Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos". También podemos recordar el artículo 19, N° 2°, que asegura a todas las personas "La igualdad ante la ley", y dispone que ni ella "ni autoridad alguna podrán establecer diferencias arbitrarias".
Por lo tanto, tenemos un andamiaje jurídico nacional e internacional que dota de fundamento a esta iniciativa.
Hubo materias discutidas en la Comisión de Constitución respecto de algunas de las cuales nos gustaría poder referirnos en específico, con el objeto de reafirmar que el proyecto de ley se ajusta a derecho y constituye un avance sustantivo en materia de igualdad de derechos.
La regulación del acuerdo de unión civil, ley N° 20.830, efectivamente constituye, sin lugar a dudas, un avance relevante, que permitió a diversas uniones de hecho que mantenían una vida afectiva en común regular los efectos jurídicos de ese vínculo, sin distinción de sexo o de orientación sexual, pero está enfocado básicamente en dar certezas jurídicas en materias patrimoniales. Asimismo, otorga un estado civil distinto para quienes lo firman, de conviviente civil y no de cónyuges, y finalmente establece una distinción, porque las parejas heterosexuales pueden posteriormente o en su defecto contraer matrimonio.
Entonces, las principales diferencias entre el acuerdo de unión civil y el matrimonio civil se identifican en cuanto a sus efectos. El primero de ellos establece que los convivientes civiles solo están obligados a la ayuda mutua y a solventar los gastos generados de la vida en común y derechos sucesorios; en cambio, con el matrimonio se reconocen efectos en cuanto a las relaciones personales entre los cónyuges: guardarse fe, socorrerse mutuamente, fidelidad, además del régimen patrimonial, la filiación y los derechos hereditarios.
Si se sostuviera que las dos instituciones tienen el mismo fundamento y la misma finalidad, entonces no tendría justificación alguna haber mantenido la vigencia de ambas. En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que "no es admisible la existencia de dos clases de uniones solemnes para consolidar jurídicamente la comunidad de convivencia heterosexual y homosexual, ya que se configuraría una distinción fundada en la orientación sexual de las personas, que resultaría discriminatoria, y por tanto incompatible con la Convención Americana.".
En consecuencia, no se trata de las mismas instituciones y tampoco cumplen con las mismas finalidades.
En segundo lugar, con relación al cambio de lenguaje a uno de carácter neutro, y en particular respecto del concepto de "progenitor", la propuesta que se señalaba previamente sugiere incorporar en el Código Civil un nuevo artículo 34 que define el concepto de "progenitor" y dispone que las normas que no se modifiquen y sigan refiriéndose a "padre" y "madre" se entienden referidas a todos los progenitores sin distinción de sexo, salvo disposición expresa en contrario.
Sobre el particular, este concepto neutro se ha utilizado en la legislación comparada (España, Argentina y Uruguay), como un concepto neutro y genérico que incluye tanto a los padres o madres biológicos como a aquellos padres o madres cuya relación de filiación pueda ser determinada por reconocimiento o por haberse sometido a técnicas de reproducción humana asistida.
En términos de los regímenes patrimoniales aplicables, no se podrá aplicar la sociedad conyugal. Ya lo señalaba antes: la decisión de plantearlo de esa forma en el mensaje presidencial fue, básicamente, por una razón práctica. Por un lado, la sociedad conyugal se estructura sobre la base de la diversidad de los sexos, al reglar distintas materias, en especial la que le adjudica la administración ordinaria al marido. Y por otro lado, la iniciativa del matrimonio igualitario no permite acordar este tipo de sociedad para no replicar asimetrías patrimoniales en los miembros de la pareja. Sin duda, el cambio o las modificaciones respecto de la regulación de la sociedad conyugal requieren de un estudio mucho más exhaustivo que excede los propósitos de este proyecto y, por lo demás, está siendo estudiado en otras iniciativas que se encuentran en tramitación actualmente.
Pese a todo lo anterior, el proyecto de matrimonio igualitario contempla en su artículo primero transitorio que las normas relativas a la sociedad conyugal les van a ser aplicables a los cónyuges del mismo sexo cuando se adecúe el estatuto de dicho régimen matrimonial.
Finalmente, sobre las materias que se discutieron en la Comisión de Constitución con relación a la filiación para parejas del mismo sexo, el proyecto no modifica todas las normas relativas a este estatuto, sino que adecúa aquellas que son indispensables para hacerlo compatible con los efectos propios del matrimonio, los que también se generarán entre personas del mismo sexo. De esta forma, se establece que los cónyuges del mismo sexo podrán determinar vínculos filiativos ya sea por técnicas de reproducción humana asistida como por el acto jurídico del reconocimiento.
En este sentido, es muy importante relevar que estas modificaciones en ningún caso generan una afectación en los derechos de las niñas y los niños, porque precisamente lo que hace esta nueva adecuación es reconocer las distintas maneras de formar familia. Y, en ese sentido, vale la pena recordar que el Comité de los Derechos del Niño en su Observación General N° 7 señala que "familia" refiere a "una variedad de estructuras que pueden ocuparse de la atención, el cuidado y el desarrollo de los niños pequeños y que incluyen a la familia nuclear, la familia ampliada y otras modalidades tradicionales y modernas de base comunitaria, siempre que sean acordes con los derechos y el interés superior del niño.".
La relevancia está en que debe existir un entorno que otorgue los cuidados, el afecto y el acompañamiento que requieren las niñas y los niños, lo que en ningún modo está sujeto al sexo o la orientación sexual de las personas a cargo de su cuidado. En este mismo sentido, creemos en la familia y creemos en las diversas formas y modelos en que esta se pueda realizar y desarrollar.
Estimados Senadores y Senadoras, tenemos la convicción de que esta iniciativa legal es un paso importante para alcanzar una sociedad más libre, más justa y más inclusiva; releva el valor de la autonomía personal y el derecho de cada persona de decidir cómo vivir su vida, respetando los derechos de los demás; y pone a los afectos, al compromiso afectivo, al deseo de vivir juntos, de guardarse respeto, socorro, fidelidad, al deseo de formar una familia y dotar de estabilidad a los hijos e hijas en el centro de la reflexión, superando así situaciones de asimetría en la aplicación de la ley que impedían a las parejas del mismo sexo acceder al vínculo matrimonial.
Por eso, sugerimos a esta Honorable Sala del Senado aprobar este proyecto de ley, que adecúa nuestra normativa nacional al mandato del derecho internacional de los derechos humanos, convirtiéndose en un avance concreto en favor de la igualdad y la no discriminación en nuestro país.
Muchísimas gracias, Presidenta.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias, Subsecretaria.
Le ofrezco la palabra a la Senadora Ximena Rincón, quien en su calidad de Presidenta de la Comisión de Hacienda rendirá informe a la Sala.
Senadora Rincón, tiene la palabra.


La señora RINCÓN.- Gracias, Presidenta.
Antes de rendir el informe, me gustaría dejar planteada la solicitud para que mañana en la Comisión de Hacienda podamos sesionar en paralelo, a efectos de continuar con el tratamiento del proyecto de pensiones (boletín N° 12.212-13).
Señora Presidenta, a la Comisión de Hacienda le correspondió revisar el proyecto, iniciado en mensaje de la entonces Presidenta de la República, señora Michelle Bachelet, que modifica diversos cuerpos legales para regular en igualdad de condiciones el matrimonio de parejas del mismo sexo, con urgencia calificada de "suma", aprobado previamente, en segundo informe, por la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento (boletín N° 11.422-07).
Si bien el proyecto en comento consta de diez artículos permanentes y dos disposiciones transitorias que modifican diversos cuerpos legales, la competencia de nuestra Comisión se circunscribió a los artículos 7, 8 y 10.
Asistió a la sesión en que la Comisión analizó este asunto, además de sus miembros, el Honorable Senador señor Elizalde. Asimismo, de parte del Ejecutivo, concurrieron: del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, la Subsecretaria de Derechos Humanos, señora Lorena Recabarren; del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, la Subsecretaria de la Niñez, señora Blanquita Honorato; del Ministerio de Hacienda, el coordinador legislativo, señor José Riquelme; del Ministerio Secretaría General de la Presidencia, el asesor legislativo, señor Marcelo Estrella.
Las normas concernientes a la competencia de la Comisión de Hacienda fueron analizadas en una única sesión, con fecha de 6 de julio de 2021, que comenzó con la exposición de la Subsecretaria de Derechos Humanos, señora Lorena Recabarren, quien señaló que el proyecto se estructuraba en cuatro ejes, dentro de los cuales se encuentran dar a las parejas del mismo sexo un acceso igualitario al estatuto del matrimonio civil; modificar el lenguaje, dándole un carácter igualitario, superando la distinción sexual de la clásica unión matrimonial; permitir el acceso a las relaciones filiales para cónyuges del mismo sexo; y establecer los regímenes patrimoniales aplicables a las relaciones económicas de cónyuges del mismo sexo.
Asimismo, se consideraron los informes financieros emitidos para el presente proyecto de ley: Informe Financiero N° 89, de 2 de julio de 2021; Informe Financiero N° 107, de 4 de septiembre de 2017.
Respecto al ítem presupuestario de este proyecto, la Subsecretaria expuso que el Ministerio de Justicia consideró que los principales costos asociados son mejoras en el sistema informático para implementar el cambio legal, estimados en 335 millones de pesos por una sola vez. Asimismo, el Ministerio del Trabajo y Previsión Social contempló que habrá mayores gastos en el otorgamiento de prestaciones de asistencia social, sea por asignación familiar o por el aporte familiar permanente del mes de marzo, y en el otorgamiento de prestaciones previsionales, ambos gastos estimados en 95 millones de pesos, en régimen.
Finalmente, la Subsecretaria explicó que en el primer año presupuestario, en lo pertinente, el cargo será al presupuesto del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, al del Ministerio del Trabajo y Previsión Social y, finalmente, al Tesoro Público, por los gastos de asignación familiar y para suplementar los presupuestos en lo que no se pueda financiar con los recursos asignados a las Carteras anteriormente mencionadas.
Posteriormente, intervino la Directora de Presupuestos, señora Cristina Torres, quien expuso los siguientes puntos.
Reiteró los aspectos centrales del proyecto de ley:
-Acceso igualitario al matrimonio civil de parejas del mismo sexo.
-Filiación, adopción y técnicas de reproducción asistida.
-Regímenes patrimoniales.
Luego de hacer una breve reseña del origen del proyecto de ley, presentó una estimación, actualizada a pesos, del presente proyecto a través del Informe Financiero N° 89, de 2 de julio del 2021.
Indicó que los principales costos de la iniciativa, tal como lo señaló la Subsecretaria de Derechos Humanos, están en las mejoras que se deben efectuar en los sistemas informáticos del Registro Civil para implementar el cambio legal, dentro de los cuales se consideran modificaciones en varios registros, a saber, el de posesión efectiva, el de nacimiento, el de adopción y el de filiación.
Señaló que los principales gastos en materia de trabajo y previsión social se encuentran en otorgamiento de prestaciones de asistencia social, por 72 millones de pesos; en asignación familiar, por 45 millones; en aporte familiar permanente de marzo, por 26 millones, y en otorgamiento de prestaciones previsionales, por 22 millones, sumando un gasto total de 94 millones de pesos adicionales.
Finalmente, indica que las fuentes de financiamiento, concordante con lo que señaló la Subsecretaria de Derechos Humanos, son el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, en lo pertinente; el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, y el Tesoro Público, para las asignaciones familiares y suplementar los anteriores presupuestos.
A continuación, se escucharon las palabras del vocero del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), señor Rolando Jiménez, quien agradeció la participación en un momento histórico, que comienza a saldar una lucha de treinta años de los movimientos de diversidad sexual en nuestro país.
Asimismo, la Directora Ejecutiva de Fundación Iguales, señora Isabel Amor, precisó que en la discusión de matrimonio igualitario se dirán muchas cosas, entre ellas, si se puede hablar propiamente de matrimonio o no, o qué ocurre con los hijos que ya están siendo criados por parejas del mismo sexo y que en muchos casos han sido paridos por una de ellas.
En primer lugar, el artículo 7° introduce tres modificaciones a la ley N° 16.744, que establece normas sobre Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, todas sobre redacción y adecuaciones de concordancia con las normas de este proyecto, como palabras omnicomprensivas de ambos géneros, pudiendo ser aplicables para un cónyuge o una cónyuge de manera indistinta al género.
Luego, el artículo 8° introduce modificaciones en el decreto con fuerza de ley N° 150, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, de 1982, que fija el texto refundido, coordinado y sistematizado de las normas del Sistema Único de Prestaciones Familiares y Sistema de Subsidios de Cesantía para los Trabajadores de los Sectores Privado y Público.
Al igual que las enmiendas al artículo 7° precedente, el artículo 8° introduce innovaciones en redacción y para hacer congruente la normativa actual con el proyecto que discutimos.
Finalmente, señora Presidenta, el artículo 10 establece la forma en que se financiará el mayor gasto que reporte la iniciativa de ley: con cargo al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos en los referidos a los gastos del Servicio de Registro Civil e Identificación; con cargo al Ministerio del Trabajo y Previsión Social en lo que relacionado con gastos en prestaciones previsionales y en el aporte familiar permanente de marzo, y, finalmente, con cargo a la Partida del Tesoro Público en lo referente a los gastos de asignación familiar; sin perjuicio de las facultades del Ministerio de Hacienda de suplementar los presupuestos de las Carteras antes señaladas en lo que hiciere falta.
Posteriormente, se llevó a cabo la votación, manifestando los Senadores presentes sus consideraciones respecto del proyecto en general y su votación al efecto. Los artículos 7°, 8° y 10 fueron aprobados por 3 votos a favor, de los Honorables Senadores señora Allende -que reemplazó al Senador Montes-, Lagos y Rincón, y 2 votos en contra, de los Senadores señores Coloma y García.
Es todo cuanto puedo informar, señora Presidenta.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias a la Senadora Ximena Rincón.
Ha solicitado la palabra el Senador Alfonso de Urresti.


El señor DE URRESTI.- Gracias, Presidenta.
Como integrante de la Comisión de Constitución, quiero valorar el avance de este proyecto. Una ardua discusión ha permitido que esté en Sala y que podamos debatir directamente y ver cuáles son las posiciones de cada ciudadano.
Yo quiero hacer un reconocimiento a miles de personas que, de manera anónima muchas veces, nos hicieron llegar ideas y nos entregaron documentos; y particularmente a dos organizaciones: al Movilh y a la Fundación Iguales, que a través de sus equipos de abogados y de seguimiento legislativo participaron y colaboraron enormemente. Ahí hay un conjunto de personas que ha bregado durante años por lograr el matrimonio igualitario.
Hace un par de años aprobamos la unión civil, que era un paso importante, pero claramente era una carencia. En este país los cambios estructurales demoran tiempo, demoran esfuerzos, y muchas veces vamos más lentos que la realidad.
Este proyecto tiene por objeto modificar los cuerpos legales en orden a renovar, a reconocer el derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio en igualdad de condiciones, como el que poseen las parejas heterosexuales.
Creo que lo fundamental, Presidenta, Honorable Sala, es que estamos dando un paso importante en igualdad de derechos, en no discriminar, en señalar que existe una coherencia en los principios y valores que nosotros aceptamos.
No puede haber amores distintos; no puede ser que alguien que tenga una pareja con la que quiere construir una vida en común sufra discriminación a través de un instrumento jurídico, de un instrumento legal, como es el contrato de matrimonio, por existir condiciones completamente distintas: matrimonio de primera y de segunda.
¡Eso, absolutamente, no puede ser!
Este proyecto también avanza en el respeto del carácter universal e indivisible de los derechos humanos. No puede haber ciudadanos con determinado tipo de derechos humanos y otros con uno distinto, y tener un sistema B para contraer matrimonio, pues las condiciones deben ser iguales para personas de igual o de distinto sexo.
Aquí también se está dando cumplimiento -yo valoro que la Subsecretaria lo haya consignado- al acuerdo de solución amistosa de Peralta Wetzel y otros respecto de Chile, suscrito en junio del año 2006 ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Nuestro país está sujeto hoy día al sistema internacional de justicia; por tanto, tenemos que cumplir esas normas. Ese es un principio básico que debiéramos seguir profundizando a efectos de avanzar en la igualdad y romper ese bloqueo, ese conservadurismo que todavía existe en nuestra sociedad en aspectos como el matrimonio igualitario y otras materias.
Asimismo, con este proyecto se logra avanzar en un tema cultural fundamental: el reconocimiento y la protección de todo tipo de familias. Aquí durante mucho tiempo se estableció solo un tipo de familia, y cualquiera fuera de eso era un anatema. Hoy día se está regulando y reconociendo a todo tipo de familia, y estableciendo también la posibilidad de que quien quiera contraer el vínculo del matrimonio lo haga con una persona de igual o de distinto sexo. Este es un elemento tremendamente importante de igualdad.
Por último, se pone fin a la discriminación arbitraria y a la afectación de derechos que sufren niños, niñas y adolescentes por ser hijos, vivir y ser criados por personas de la comunidad LGBTI que deseen contraer matrimonio igualitario, lo que resulta absolutamente civilizatorio por establecer derechos de igualdad.
Entonces, avanzamos en el camino correcto.
Nosotros dimos una importante discusión en la Comisión. Las votaciones no fueron todas unánimes. Yo creo que es importante que cada Senador y Senadora argumente y exponga su información.
Yo he estado impulsado cada una de esas iniciativas, apoyándolas, de la misma manera como establecimos el acuerdo de unión civil para avanzar en que personas de igual o distinto sexo pudieran contraer ese vínculo.
Esta es una institución, la del matrimonio, establecida hace tanto tiempo en el Código Civil, que ahora dispone, como lo han hecho otros países, un principio fundamental de igualdad y no discriminación.
Basta de esos tapujos o esas discriminaciones hacia quienes desean expresar su amor en una institución como el matrimonio y no tengan el inconveniente de suscribir este contrato en materia filiativa, en materia de acompañamiento, en materia patrimonial, en tantos aspectos por los cuales uno precisamente se une en matrimonio para vivir mejor, para ser feliz con la persona que uno quiere, sea de igual o distinto sexo.
Por último, reitero el reconocimiento a dos instituciones: el Movilh e Iguales. No quiero dejar a nadie fuera, así que no voy a nombrar a personas individuales, pues sería injusto que alguien se quede fuera de esa enumeración. Pero claramente son decenas de personas, y me consta. Durante muchos años fueron discriminadas, perseguidas, ninguneadas en la sociedad, en determinados círculos sociales, académicos y también políticos.
En el Estado hoy día hay plena igualdad para suscribir este matrimonio igualitario.
Voto a favor, señor Presidente.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senador De Urresti.
Vamos a dejar con la palabra al Senador Navarro.
No está.
Senador Quintana, tiene la palabra.


El señor QUINTANA.- Muchas gracias, Presidente.
Quiero saludar y felicitar a la Mesa del Senado, encabezada por la Senadora Yasna Provoste, por la decisión política de poner este tema en discusión hoy día, zanjarlo, resolverlo y despacharlo, y también, por supuesto, a las agrupaciones que nos acompañan en las tribunas y que ven esta sesión telemáticamente, a través de TV Senado, las cuales han seguido este proyecto durante mucho tiempo, demasiado, aunque hubiéramos querido resolverlo hace ya mucho.
"El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente", dice el artículo 102 del Código Civil, una frase que discrimina y segrega a las personas homosexuales, quienes están impedidas de celebrar este contrato, catalogado por el profesor Mauricio Tapia, quien intervino en la Comisión de Constitución, como "una institución civil muy benéfica (...), porque es la regulación más completa de derechos y obligaciones entre cónyuges y respecto de los hijos".
Para quienes siguen pensando que el matrimonio es una institución pétrea e inmodificable, no está de más recordar que hasta el año 2004 no existía el divorcio; que hasta 1989 la mujer casada en sociedad conyugal era considerada una incapaz relativa para el derecho, o que antes de 1884 la constitución del matrimonio y la prueba del estado civil se encontraban sujetas a las leyes canónicas de la Iglesia católica.
¡Qué duda cabe que las sociedades avanzan y que el derecho debe ir avanzando con ellas! Tal vez el ejemplo más visible del cambio cultural lo dio el histórico ex candidato presidencial de la Derecha, quien en todos los debates se enorgullecía de ser el único en contra del matrimonio igualitario, pensando que esa postura lo ayudaría a captar el voto conservador. El domingo, como todos sabemos, perdió estrepitosamente.
Hasta el Presidente Piñera cambió de opinión en esta materia. Ello se desprende también de la intervención de la Subsecretaria, que todos escuchamos. El Presidente les envió un mensaje a mis colegas de las bancas del frente que aún tienen dudas: no le tengan miedo a cambiar de opinión. Afuera de este Hemiciclo hay un país cada día más abierto a la diversidad, que quiere ver a sus legisladores y legisladoras ratificando una decisión que la ciudadanía ya tiene más que tomada. Chile está a favor del matrimonio igualitario y de la plena igualdad de todas las familias.
Hace diez años que la Asociación Americana de Psiquiatría viene instando a los Estados a legislar sobre el matrimonio igualitario. En el año 2018, el Comité de la Cedaw hizo un llamado a nuestro país a aprobar este proyecto, que, por lo demás, forma parte de un Acuerdo de Solución Amistosa, suscrito ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Ya van cuatro sentencias de tribunales nacionales que han obligado al Registro Civil a inscribir hijos con dos padres o dos madres, y contamos con un piso de 22 votos de Senadoras y Senadores que ya aprobaron esta iniciativa en general, en enero de 2020.
Me tocó, presidiendo la Corporación en aquel entonces, asumir el compromiso de hacer avanzar este proyecto y aprobar la idea de legislar, y así lo hicimos. Esa tarde estuvimos expectantes contando los votos hasta alcanzar el umbral que nos permitió un primer paso histórico en pos de las libertades y del amor. En esa oportunidad teníamos al Gobierno en contra; hoy, en buena hora, lo tenemos empujando esta iniciativa, por lo cual espero que contemos con un quorum mucho mayor que el de aquel entonces.
Quiero reconocer a todas las organizaciones, a todos los líderes y las lideresas que han dedicado su vida para que sea posible llegar a este momento. En particular, a la Fundación Iguales y al Movilh, que han sido piezas clave para empujar esta iniciativa.
"Durante la espera para que se iniciara la rueda de prensa fueron llegando varios de los miembros de la agrupación, entre los que había algunos finitos y amanerados a los que se les notaba de lejos su condición". Así informaba el diario La Cuarta, en 1993, sobre la primera rueda de prensa del Movimiento de Liberación Homosexual. Ahí estaba, entre otros, Rolando Jiménez, soportando como tantas y tantos las humillaciones cotidianas de los medios de comunicación, de los programas de entretención, de las burlas en los colegios y en todas partes, porque había un objetivo mayor: permitir que todas las personas vivan sus afectos y su identidad con plena libertad y orgullo. Si bien aún quedan vallas por sortear, estamos cada día más cerca de lograrlo. Hoy, por lo demás, una nota de prensa como esa sería francamente intolerable.
"El matrimonio es un contrato solemne por el cual dos personas se unen actual e indisolublemente", así se leerá el Código Civil cuando esta iniciativa se transforme en ley. Pocas veces una frase en un código puede cambiar para bien la vida de tantas personas.
Queda muy poco para lograr un Chile donde nadie se sienta discriminado por querer a otro ser humano; donde nadie se sienta excluido; donde, para ningún niño, niña o adolescente, sea un problema "salir del clóset" porque sigue viendo que hay instituciones previstas solo para heterosexuales.
Voto a favor del matrimonio igualitario, para fortalecer a todas las familias y porque quiero un Chile donde el amor camine libre y de la mano por todas sus calles y en todas sus formas.
Muchas gracias, Presidente.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Gracias, Senador Quintana.
No ha llegado el Senador Navarro.
Vamos a dejar con la palabra al Senador José Miguel Insulza.


El señor INSULZA.- Gracias, Presidente.
Un saludo muy afectuoso a nuestros amigos del Movilh y de Iguales, que nos han acompañado en este día tan importante para la democracia chilena, para su progreso.
Estamos hablando aquí de una institución que nació en diciembre de 1855, hace ya 166 años. En esa época, la mayor parte de las cosas que hoy día conocemos (los automóviles, la luz eléctrica, etcétera) no existían. Chile era una sociedad más bien campesina y, por tanto, regida no solamente por normas legales, que siempre son valiosas, sino también por costumbres, prácticas y el peso de una moral impuesta desde arriba y de una religión que nos imponía una serie de tabúes.
Ciertamente nuestro país ha progresado mucho desde entonces y ciertamente las definiciones que en aquel tiempo se hicieron en nuestro Código Civil ya no tienen mucho sentido. El famoso artículo 102 sobre el matrimonio, que nunca ha sido modificado, habla de un contrato solemne en que un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente.
Ya tenemos una ley sobre el divorcio hace bastante tiempo. Y se reconoce ya en la sociedad que las parejas, incluso las familias, muchas veces están constituidas por dos personas del mismo género, del mismo sexo.
Eso es lo que estamos reconociendo. No estamos innovando enormemente en lo que pasa en la sociedad; estamos tratando de poner al día el texto de la ley con la realidad que vemos a diario entre nuestros amigos, en nuestros barrios, en nuestras ciudades.
Esa realidad empezó a reconocerse no hace mucho. No olvidemos, ya que estamos hablando de preámbulo, algunos antecedentes. El delito de sodomía en este país fue abolido recién en 1998, por lo que antes de esa fecha que dos hombres fueran pareja constituía un ilícito; la Ley de Divorcio, que estuvo mucho tiempo sin poder aprobarse, se promulgó recién el 2004; el acuerdo de unión civil se aprobó hace poco, como bien lo sabemos, y también hace poco permitimos el cambio de identidad.
Y así vamos rompiendo esta idea de que en la sociedad se puede manipular la forma en que cada uno elige para vivir su vida y para desarrollarse en comunidad. Yo nunca he entendido realmente por qué razón existen esos tabúes. Y hoy día estamos fortaleciendo mucho la destrucción de uno de ellos.
La ley en proyecto no contiene ninguna obligación para ningún ciudadano o ciudadana que no corresponda a algo que quiera hacer; le permite vivir una relación de amor, una relación de pareja sin necesidad de tener que responder u ocultarse ante el resto de la sociedad. No obliga a la persona, como la definición de matrimonio del artículo 102 del Código Civil, a procrear o a tener hijos, pero sí le señala a la pareja ciertas obligaciones, de uno para con el otro.
Las normas conyugales fundamentales de respeto y coexistencia siguen existiendo. Hay que regular aquí las cuestiones patrimoniales, por cierto, porque la gente quiere mantener cierta solemnidad del contrato. Eso es importante reconocerlo. Y tal vez no se ha cambiado nunca el concepto de matrimonio del artículo 102 por la parte que dice "un contrato solemne", porque las parejas del mismo sexo también quieren reconocer la solemnidad del contrato.
Pero eso no les pareció suficiente, y después de la unión civil, siguieron luchando por el matrimonio igualitario, que hace pocos años parecía completamente imposible. Y por eso, seguramente, no descansarán hasta que no quede ninguna restricción en las leyes que les impida vivir como corresponde, con la familia que ellos han querido formar, con los hijos que ellos han querido tener, y en una institución profundamente reformada, como lo estamos logrando hoy día.
Presidente, nos encontramos, entonces, ante aquellos momentos que se llaman históricos; a mucha gente le gusta hablar de cosas históricas, pero ciertamente es histórico si miramos lo que era nuestra sociedad, donde era imposible imaginar siquiera el reconocimiento formal de familias homoparentales, que han existido siempre, nada más que permanecían escondidas, como si estuvieran cometiendo algún delito. Y en algunos casos constituía un delito: en ciertos países y también en Chile, como lo he señalado.
Creo que ciertamente vamos erradicando en el país todo tipo de discriminación. En los próximos días seguiremos viendo la ley que establece medidas contra la discriminación, porque estamos buscando afirmar, en todos los casos, los principios de igualdad de las personas, la libertad sexual, el derecho a la privacidad, el libre desarrollo de la personalidad.
Y por esa sociedad justa, equitativa y respetuosa de todos y cada uno de nosotros, yo voto a favor de este proyecto, Presidente.
Gracias.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senador Insulza.
Vamos a dejar con la palabra, a distancia, al Senador Kast.
Senador Kast, conecte su micrófono o que le conecten el micrófono.


El señor KAST.- Gracias, Presidente.
En primer lugar, quiero agradecer a la Subsecretaria y al Gobierno del Presidente Piñera por ponerle urgencia al presente proyecto de ley; agradecer a la Mesa; agradecer a miles de organizaciones pequeñas, de barrio, a organizaciones de la sociedad civil que vienen luchando por mucho tiempo por algo tan profundo y relevante como permitir que tengamos dignidad: dignidad para el que quiere vivir su proyecto de vida, dignidad para poder amar, para poder ser fiel, para poder quererse, para poder celebrar frente a la sociedad que me quiero casar y comenzar un proyecto de vida, y que quiero formar una familia. Y que, en virtud de aquello, no deba renunciar a quien soy, no me tenga que transformar en alguien distinto, sino que, siendo sí mismo, cada una y cada uno pueda soñar con un proyecto de vida en dignidad y sin ser discriminado.
Para nosotros, en Evópoli, hoy no es un día cualquiera. No es casualidad que uno de los nuestros, Luciano Cruz-Coke, hace más de diez años haya sido el primer Ministro en la historia de Chile que se manifestó a favor del matrimonio igualitario; no es casualidad que en nuestra declaración de principios, en nuestro ethos fundacional, se encuentre no solamente el poder respetar y tolerar la diversidad, sino que valorarla; no es casualidad que el año 2017, en nuestra candidatura presidencial, haya sido el único candidato de Centroderecha que haya planteado la importancia de respetar la dignidad y tener un matrimonio igualitario; tampoco es casualidad que el año 2020 haya sido, tal vez, el único Senador de Centroderecha que haya votado a favor de este proyecto de ley. Y me alegra que hoy día muchos se hayan sumado; creo que constituye un triunfo.
Y no podemos más que celebrar que ahora sean muchos los de Centroderecha que entienden que la libertad no puede ser solamente en el plano económico y que es algo mucho más amplio, que la libertad cultural es tanto o más importante que la libertad económica, y por lo mismo, que el liberalismo es una bandera que debemos defender siempre y que no es aceptable que, simplemente, esa libertad la proclamemos donde tal vez a algunos creen que les conviene.
Este paso para muchos tal vez es algo menor. He visto incluso por redes sociales que algunos critican y dicen: "Este no es un tema relevante". ¿Perdón? ¿No es relevante que yo pueda elegir con quién quiero compartir mi vida, a quién quiero amar, con quién quiero casarme?
Yo realmente celebro que se hayan quebrado las estructuras de izquierda y de derecha en esta materia y que nos unamos el día de hoy. Y celebro que sean muchos los de Chile Vamos que se hayan ido dando cuenta de la importancia de aquello. Y celebro también que hoy día los candidatos presidenciales de Chile Vamos, a diferencia del 2017, en su mayoría estén a favor del proyecto.
El presente proyecto habla bien de Chile, habla bien de nuestra cultura, habla de que somos capaces de evolucionar. Obviamente que llegamos tarde y que esto debió haber ocurrido hace mucho tiempo.
E insisto: agradezco especialmente a la Subsecretaria, Lorena Recabarren, quien entiende que este sí es un tema de derechos humanos y que dialogando y empujando esta agenda es posible construir un mejor país, un país con menos discriminación, con más cariño, con más inclusión.
Por eso, Presidente, no solamente voto a favor, sino que celebro que el día de hoy estemos avanzando en esta dirección, para construir una sociedad más libre, más justa y más inclusiva.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senador Kast.
Vamos a dejar con la palabra al Senador Guido Girardi.
El señor MOREIRA.- ¿Y yo?
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Usted se acaba de inscribir, pues, colega.
El señor MOREIRA.- ¡No!
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Sí, lo acabo de inscribir, lo acabo de anotar.


El señor GIRARDI.- Gracias, Presidente.
Creo que estamos ante un momento muy importante para este Senado, porque estamos hablando de derechos humanos y de derechos fundamentales; estamos hablando de vencer la barbarie, de vencer la violación sistemática de que han sido objeto un conjunto de seres humanos a lo largo de la historia.
Han existido otras lacras: ha habido esclavitud, atentados a la vida, la discriminación contra la mujer, y una de las más dramáticas violaciones a los derechos humanos ha sido justamente la de que han sido objeto y siguen siendo objeto quienes son homosexuales.
¿Por qué digo que es una violación a los derechos humanos? Porque uno de los avances civilizatorios más importantes fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que señala: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos".
Y lo que está haciendo el Senado hoy día es plantearse el desafío de reparar y establecer para todas las personas, para todos los seres humanos, sean hombres o mujeres, derechos fundamentales.
¿En qué estriba este hecho? En que a lo largo de la historia hay algunos que han sentido que tienen una suerte de superioridad moral, a nombre de la cual pueden privar a otras personas, en función de distintos aspectos y características, de sus derechos fundamentales.
¿Por qué existió la esclavitud, por ejemplo, hacia las personas afro? Porque había una valoración según la cual eran seres humanos inferiores.
¿Por qué miembros de nuestras comunidades indígenas de la Patagonia fueron exportados y llevados como animales a Inglaterra y exhibidos en zoológicos tras barrotes? Porque se establecía, a nombre de esa (entre comillas) superioridad moral, que eran seres humanos inferiores.
¿Y por qué a los homosexuales se los ha privado de derechos? Y en Chile existía incluso el delito de sodomía, que correspondía a una situación jurídica que establecía que quienes agredían a la sociedad compartiendo su vida recibían sanciones penales. Pero, ¿en qué estriba esta situación? Estriba en que quienes sustentan esa visión comparten el fundamento de que serían subhumanos que no poseen plenos derechos y cuya condición homosexual los privaría de ser persona y de disfrutar las garantías de cualquier ser humano en el planeta.
Esa forma de discriminación la considero bárbara, abominable. Y aquí se está estableciendo una reparación tardía. Porque tenemos personalidades maravillosas de la historia que han sido homosexuales: Sócrates, Alejandro Magno, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Julio César, Maquiavelo, Shakespeare, Óscar Wilde, Alan Turin, uno de los personajes más importantes de la inteligencia artificial y de la ciencia del siglo pasado. Tenemos a artistas como Freddy Mercury; como Lemebel, uno de los grandes escritores chilenos a quien hoy se le hacen reconocimientos. Y también tenemos a héroes como Karen Atala, como Rolando Jiménez (y voy a decir por qué), y también a héroes que fueron víctimas, como Daniel Zamudio.
El 1 de febrero del año 1995 dicté una conferencia de prensa que contó con gran cobertura y donde señalaba que los homosexuales tenían derecho a casarse y a tener hijos. Y tal vez sufrí uno de los bullyings más grandes de que he sido víctima. Fui acusado por la Iglesia de ser un degenerado, un depravado. Hubo gente que solicitó que me pasaran a la Comisión de Ética de mi partido. Yo salía a la calle y era tal el prejuicio que nuestra elite y que la Iglesia católica habían instalado que mucha gente me decía: "Doctor, a usted lo respetamos; pero a los huecos, no".
Por tanto, me felicito del avance que ha experimentado nuestra sociedad. Creo que si nuestra sociedad ha mostrado avances importantes en términos de valores, pues hoy en día no discrimina y no está dispuesta a violar derechos humanos, es porque hay muchas personas que aquí han sufrido vejámenes que considero inaceptables.
¿Y por qué respeto a Rolando Jiménez? Porque en los años noventa, cuando era difícil hablar estos temas, cuando se era discriminado, cuando se era violentado, Rolando fue una enseñanza para muchos de nosotros, porque asumió este desafío, y lo hizo públicamente.
Quiero rendir un homenaje a la familia de Daniel Zamudio. Daniel fue asesinado el 2 de marzo del año 2012; fue brutalmente agredido por neonazis. Porque los bárbaros se sienten con el derecho no solo a discriminar y a restarle y negarle su condición de ser humano a otro, sino de matarlo, de torturarlo, de destruirlo.
Pero hay distintas maneras de destruir. Porque a Daniel le dibujaron el signo de la suástica con cuchillos en el cuerpo; pero a otros no: a otros les hacen una suástica en el alma, les destruyen la vida, los privan de sus derechos civiles, de poder caminar tranquilos por las calles.
Y a mí me parece que esa visión totalitaria, esa visión parecida a la de los neonazis, aunque eran más brutales porque mataban, es una forma de barbarie que tiene que terminar.
Y rindo este homenaje porque Daniel Zamudio permitió que esta sociedad tomara conciencia de lo que estábamos hablando. Daniel era un joven común y corriente (a mí me tocó ir a ver a su familia), hijo de padre y madre trabajadores. Su padre incluso tenía prejuicios contra él, pero creo que hoy debe sentir mucho dolor después de haber sabido todo el drama que sufrió.
Yo quisiera ponerlo en términos muy simples: si un heterosexual se puede casar, no hay ninguna razón para que un homosexual no lo pueda hacer.
En el año 2010 presentamos un proyecto de ley, uno de los primeros sobre esta materia. Y fue tan brutal la discriminación de las iglesias y de alguna Iglesia en particular, que mi colega, el Senador Navarro, fue amenazado. Yo también. Se hizo un programa en un medio de televisión, donde el personaje se llamaba "El pastorcito", quien tenía libertad de hablar y hacer diatribas. Había fanáticos de sectas que venían al Congreso a amenazarnos y a desprestigiarnos.
Entonces, aquí hay una larga historia: una larga historia de sufrimiento, una larga historia de daños a los seres humanos, una larga historia de vejámenes, una larga historia de barbarie. Y hoy día, en esta materia, quedan otros temas pendientes: los derechos de la mujer, los derechos de los pueblos originarios. ¡Quedan los derechos de otros mundos mudos!: el derecho de la naturaleza, de los animales, de los árboles, de las plantas, que, aunque también son seres vivos, para nosotros son cosas que no respetamos ni valoramos. Y están los derechos de un planeta que también es un ser vivo que no respetamos y que estamos destruyendo, sin darnos cuenta de que nos estamos autodestruyendo.
Pero es evidente que acá, aunque tarde, estamos generando la reparación que nuestra humanidad y que Chile requieren.
Y con ocasión de esta iniciativa -reitero- rindo un homenaje a todos y a todas quienes han sido víctimas, que han sido discriminados, a los que han muerto. Y también un homenaje a todas y a todos los que han luchado para que exista este derecho.
Así que, Presidente, voto a favor.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senador Girardi.
Vamos a dejar con la palabra a la Senadora Isabel Allende.


La señora ALLENDE.- Gracias, Presidente.
Efectivamente, considero que estamos en una tarde histórica, porque, después de un largo recorrido, hoy día podemos legislar -y esperamos que se apruebe- sobre el matrimonio igualitario.
Quiero partir por reconocer a aquellas organizaciones que durante tantos pero tantos años han luchado. Por cierto, al Movilh, como se recordaba acá; a Iguales; a Rompiendo el Silencio, y tantos otros que por años han venido luchando para evitar la discriminación de que han sido objeto, y las persecuciones y las agresiones, como en el caso de Daniel Zamudio, que aquí se ha recordado tristemente.
¡A qué extremo se pudo llegar!
Por eso, para mí constituye una tarde histórica en cuanto al tremendo paso que damos.
Y quiero reconocer al Presidente Piñera que haya sido capaz de ponerle urgencia al proyecto y que haya cambiado de parecer a su respecto, porque hace años se oponía. Creo que es positivo cuando los seres humanos son capaces de ir evolucionando, reconociendo realidades distintas, reconociendo algo tan esencial como es que uno no puede privar de derechos a las personas simplemente por su orientación o su identidad sexual. Porque lo que estamos haciendo ahora es justamente legislar para volver más libre esta sociedad, para poder respetar que cualquier persona, cualquiera sea su género o identidad sexual, sin discriminación, pueda libremente y a través de un contrato solemne -ese es el deseo, si así lo manifiesta-, como sería el matrimonio, la voluntad de unirse y formar una familia, con todos los efectos legales, sociales y económicos que conlleva este contrato solemne que es el matrimonio legal.
Creo que esto es un reconocimiento justamente a las familias formadas por minorías sexuales, LGTBI, que han sido discriminadas por tantos años, para protegerlas como matrimonio, como parejas, a sus hijos, como familia en conjunto ante la totalidad de la sociedad.
Habíamos avanzado a una ley de unión civil, pero no es exactamente igual.
Desde luego, hemos logrado dejar atrás el hecho de que en los matrimonios los cónyuges no podían ser carga mutuamente, para efectos de salud, lo que sí ocurría con la unión civil. Solamente la mujer podía ser carga del hombre, pero no era posible que el hombre fuera carga de la mujer. Dimos un paso: aquello se eliminó.
Son importantes, por supuesto, los derechos filiales para los hijos, ya sea que procreen o críen, que tengan derecho a la identidad, al cuidado personal, a los alimentos, derechos previsionales, sucesorios, en fin.
¿Qué estamos haciendo? Coherencia con el humanismo, que consiste en poner al ser humano en el centro de los derechos, porque los derechos humanos son universales e indivisibles y, además, como se dice, "los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos".
Además, estamos cumpliendo con sentencias internacionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, frente al caso de Karen Atala y otros más. Ya era hora de que nos pusiéramos a la altura de los estándares internacionales, porque no podíamos seguir discriminando como lo hemos venido haciendo hasta ahora.
Hasta hace poco, como se recordaba, incluso era penalizada la sodomía.
Hasta el año 2004 tuvimos que dar tremendas batallas para conseguir por fin el divorcio con disolución de vínculo. No podemos olvidar cómo se nos trató en aquella época.
El 2010 -recordaba el Senador Girardi- firmamos junto a los Senadores Rossi, Lagos, Girardi y Navarro la moción para tramitar este matrimonio. Y como se ha señalado, por supuesto, fuimos bastante discriminados, acusados, en fin, agredidos verbalmente, porque, lamentablemente, esto no ha estado exento de la discriminación y la persecución en Chile.
¡Cómo no reconocer que los países y las sociedades avanzan! Desde el 2001, cuando Holanda fue uno de los primeros países en reconocer el matrimonio homosexual. Y hoy día, en nuestra América, ya tenemos a Argentina, a Brasil, a Uruguay, a Colombia, y ahora -esperamos- será Chile.
En el año 2018 más de doscientas veinte mil personas se identificaban a sí mismas como homosexuales. Estamos hablando de legislar para el conjunto de la sociedad, porque vivimos en una sociedad laica no confesional y no podemos legislar acordes a nuestros preceptos religiosos, que son muy válidos y legítimos. No corresponde legislar apegados a aquellos valores supuestamente morales o religiosos, que tienen otros espacios, pero no en el momento de legislar. Lo mismo decíamos cuando queríamos legislar respecto del matrimonio con disolución de vínculo.
Por eso esta iniciativa es tan importante. Porque este contrato solemne va a hablar de dos personas, que pueden ser del mismo sexo, para vivir juntas, para ayudarse, para desarrollar su amor con plena libertad, sin tener que ocultarlo, con dignidad. Podrán caminar con la frente en alto, sin tener que vivir bajo esos terribles episodios que han acompañado a tantas personas que han debido ocultar sus verdaderas identidades, que han tenido que ocultarse en lo que han sentido, que no podían expresarse con plena libertad y amor.
Hoy día reconocemos el derecho a la filiación y a la adopción.
Hoy día avanzamos enormemente.
Por eso, Presidenta, lo digo con mucha convicción: ¡gracias a las organizaciones civiles que nos acompañaron por tantos años, nos impulsaron y nos ayudaron a incentivar a que diéramos este paso!
Esta urgencia va a permitir hoy día poder dar este paso en la Sala, que es tan necesario como sociedad.
No queremos más Danieles Zamudio; no queremos más esa discriminación; no queremos más ese maltrato. Sí queremos que los seres humanos tengan la libertad de decidir en su vida con responsabilidad, con amor, con respeto, con cariño, con ayuda mutua, como se espera de una relación amorosa.
Por eso, Presidente, desde ya anuncio mi voto a favor.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Gracias, Senadora Isabel Allende.
Vamos a dejar con la palabra al Senador don Rabindranath Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, anuncio que votaré a favor del proyecto tal cual ha sido despachado por la Comisión.
La dignidad y la igualdad han adquirido un valor central en la sociedad hoy en día. Eso está fuera de toda duda, y en buena hora. La ciudadanía rechaza toda forma de discriminación que menoscabe los derechos de las personas. El proceso constituyente se basa, en gran parte, en esta convicción. Pero es tarea de todos los órganos del Estado hoy, y no mañana, efectuar todas las modificaciones necesarias para consagrar este principio de no discriminación, en este caso concreto, en el derecho de las parejas del mismo sexo a formar una familia en iguales condiciones que un hombre y una mujer.
No importa que el número de personas que podrán acogerse a esta ley sea menor. De hecho, los jóvenes tienen poco interés en casarse hoy en día. Lo que las personas reclaman es que cada cual pueda vivir su vida como quiera, siempre que no afecte los derechos de otros, al igual que cuando uno habla espera que los demás estén un poco en silencio.
No hay espacio para ninguna forma de discriminación. Así lo hemos entendido desde hace muchos años. De hecho, como lo recordó el dirigente Rolando Jiménez, el año 2011, siendo yo alcalde de Puerto Montt, aprobamos una ordenanza contra la discriminación que fue pionera en el país y dio lugar con posterioridad a la creación de oficinas de diversidad en muchos municipios de Chile.
Desde entonces mucho se ha avanzado: se aprobaron la Ley Antidiscriminación o Ley Zamudio, el acuerdo de unión civil y la ley N° 21.120, que reconoce y da protección al derecho a la identidad de género.
A propósito de la última ley mencionada, quiero expresar una duda de concordancia con el texto del proyecto que estamos aprobando, y les pido a los colegas abogados que por favor pongan atención, para que se me pueda dar respuesta o bien enmendar lo que estamos tratando. El artículo 19 de dicha ley regula la solicitud de cambio registral de sexo y de nombre en el caso de personas con vínculo matrimonial vigente, la que debe presentarse ante el juez competente. En su inciso cuarto se señala que, en caso de que el juez acoja la solicitud de rectificación "en el mismo acto declarará la terminación del matrimonio en virtud de la causal del numeral 5° del artículo 42" de la Ley de Matrimonio Civil.
Dicha disposición tenía pleno sentido mientras la ley definiera al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, pero el nuevo texto legal y la posibilidad de que puedan contraer matrimonio personas del mismo sexo le resta fundamento, por lo que tendría que ser reformada. Por supuesto, el término del vínculo matrimonial por el cambio registral de sexo de uno de los cónyuges debe siempre posibilitarse, pero ya no puede tener el carácter de ser un efecto necesario y obligatorio como lo es hasta hoy y deberá ser materia de una solicitud de una de las partes en el mismo proceso de rectificación del registro.
Correctamente, el proyecto modifica diversas normas legales que hacen referencia al matrimonio entre un hombre y una mujer, pero no abordó el cambio registral de sexo regulado en la ley Nº 21.020 y en la Ley de Matrimonio Civil. Con esta observación, que espero que los señores colegas abogados me hayan escuchado, me parece que esto debe ser incorporado en la ley para una reforma integral y coherente de las normas aplicables.
Reitero mi satisfacción con la aprobación del matrimonio igualitario. Creo firmemente que la diversidad enriquece y fortalece a las sociedades y que la igualdad y la no discriminación constituyen un pilar de nuestra institucionalidad.
Por estas razones, Presidente, votaré a favor.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senador Quinteros.
Le damos la bienvenida al Ministro señor Ossa.
Tiene la palabra el Senador Iván Moreira.


El señor MOREIRA.- Señor Presidente, la verdad es que yo he visto que algunos señores parlamentarios, de Gobierno, de Oposición, tienen mucho que agradecer. Yo no tengo nada que agradecer. Pero bueno, esta es una Cámara política donde nosotros debemos expresar claramente lo que sentimos, lo que creemos. Y aquí representamos convicciones, y por lo menos yo he sido elegido sabiéndose lo que he pensado siempre en los temas valóricos.
Señor Presidente Jorge Pizarro -un gusto de tenerlo como Presidente permanente-, yo como persona, como cristiano y como político creo en el amor y en el compromiso de pareja, ojalá para toda la vida, aunque no siempre sea así, por distintas situaciones que se presentan en la convivencia y en la vida de las personas.
Yo estuve a favor de la ley de divorcio porque consideré necesario dar ese paso. Lo mismo, con la ley de filiación. Así que he dado muestras de estar abierto a los cambios, pero no a cualquier cambio y no a cualquier costo. Por lo mismo, tengo razones para estar en contra de este proyecto de matrimonio entre homosexuales, por motivos morales, históricos y políticos.
He escuchado a un Senador hace un rato que decía que hoy día la ciudadanía pide esto. O sea, ¡mañana va a pedir el aborto libre y yo tengo que ceder a esa ola de progresismo! No, yo no lo voy a hacer. Yo voy a actuar bajo mis convicciones, por lo que creo que es bueno para la sociedad. Por cierto, puedo estar equivocado; el mundo avanza. No voy a criminalizar al que piensa distinto de mí, pero voy a ser consecuente con lo que yo creo, porque cuando la gente ha votado durante todos estos años por mí ha sabido cuál es mi agenda valórica.
Cuando hablo por motivos históricos, políticos y morales, ¡también hay motivos cristianos! Yo soy un parlamentario evangélico y que creo que invoco, porque la Biblia nos enseña a todos los que somos cristianos que el amor no hace daño a nadie. De modo que el amor es el cumplimiento de la ley. Los cristianos creemos de verdad en el amor y la tolerancia.
El cristianismo aún es perseguido en África, en Asia, en Medio Oriente. Nosotros sabemos lo que es la persecución y la discriminación. Por eso, yo no voy a entrar a demonizar ni a juzgar a quienes apoyan este proyecto. Pero demando el mismo respeto para quienes estamos en una posición contraria; porque hay mucha gente que está en contra y hay demasiada intolerancia.
Somos muchos los que creemos que el matrimonio es la base de la familia y que es en la familia donde se forma a nuestros hijos. Somos muchos los que creemos en la familia tradicional. Respeto a quienes creen que existen distintas formas de familia, pero para nosotros todo parte en el matrimonio, que es y debe ser entre un hombre y una mujer. Yo creo que cada hombre debe tener su propia esposa y cada mujer, su propio esposo. El mundo cristiano tiene una postura clara y definida desde siempre, al menos desde hace casi dos mil años.
Lo repito una y otra vez: el matrimonio es un contrato entre un hombre y una mujer. Así también lo ha sido históricamente. Por lo tanto, no es discriminación establecer que solo pueda ser entre un hombre y una mujer, por la propia naturaleza y los fines del matrimonio. Tanto que se habla de que el mundo europeo o en otros países son más progresistas, como se le llama a esto, y la Corte Europea de Derechos Humanos, que no es precisamente un tribunal conservador, así lo ha señalado.
Las propias organizaciones pro derechos homosexuales expresaron, al momento de tramitarse el acuerdo de unión civil, que no les interesaba el matrimonio por ser un vínculo decadente. Eso está en actas; no es un invento mío.
No obstante todo lo anterior, hoy el tema fue reflotado, no por los grupos de derechos homosexuales, no por la Oposición ni por los partidos oficialistas, sino por el propio don Sebastián, por el propio don Sebastián Piñera, nuestro Presidente, rompiendo la palabra que empeñó a las Iglesias cristianas durante su segunda campaña presidencial en el sentido de no impulsar un proyecto de este tipo. Yo participé en dos o tres reuniones con el Presidente Piñera, donde dijo exactamente esto, que él no iba a levantar este tema; que respetaba las distintas opciones y la diversidad, pero que en su Gobierno no iba a haber un impulso ni menos prácticamente un patrocinio a este proyecto.
El Presidente tiene la prerrogativa de impulsar esta idea en su facultad constitucional, pero creo que fue un agravio gratuito a quienes confiaron en su palabra y a los partidos que lo apoyan, al no ser consultados ni menos aún llamados a conversar. Incluso, quiero decirles que treinta o veinte minutos antes del anuncio les avisaron a un par de Ministros, porque este fue un acuerdo que se tomó en forma muy pero muy en secreto, porque no querían que se filtrara. Creo yo que ni siquiera lo sabía el Ministro presente, a quien le tengo mucho afecto, el Ministro Ossa.
El señor QUINTANA.- ¡No está aquí para escucharlo!
El señor MOREIRA.- ¡Se fue porque iba a hablar yo, parece...!
En todo caso, ni siquiera les consultaron a ellos. Y aunque no lo crean, ni siquiera le consultaron...
El señor QUINTANA.- Dele más tiempo, Presidente.
El señor MOREIRA.- ¡Y aunque no lo crean, ni siquiera le consultaron a Larroulet, que lo hacen responsable de todo...!
--(Manifestaciones en la Sala).
¡Si esto es para escribir un libro...!
El Gobierno divide a los que debiera unir en esta materia, buscando el aplauso fácil. ¡Porque ustedes, y lo hago con respeto, apuntándole con el dedo a la Oposición, ustedes no le van a reconocer mérito alguno al Presidente Piñera sobre este proyecto de ley!
--(Manifestaciones en la Sala).
¿Ve? ¡Todos me están diciendo que no! ¡Ni un mérito, ni un mérito, ni un mérito al Presidente de la República!
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Diríjase a la Mesa, Senador.
El señor MOREIRA.- Le pido excusas reglamentarias, Presidente.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- ¡No, no, no, está bien! No hay problema.
El señor MOREIRA.- Ya estoy terminando.
Este proyecto va a ser aprobado; están los votos; veremos qué ocurre con las votaciones separadas. Pero aun en estas circunstancias yo me la sigo jugando por defender lo que considero correcto, en el espacio correcto, que corresponde, que es el Congreso Nacional; y, por lo mismo, voy a rechazarlo en la convicción de que este constituye un error.
Insisto: no demonizamos absolutamente a nadie; creemos que no es un buen proyecto para la sociedad chilena; creemos que el Presidente se equivocó, pero no lo vamos a dejar solo, porque queremos que termine su período de la mejor forma posible.
Y se terminó. ¡Se terminó! ¿Qué más se puede decir en estos cuarenta y cuatro segundos que me quedan? Que los votos los tienen en la Cámara de Diputados y también aquí, atrás de mí. Así que, por lo tanto, esta iniciativa se va a aprobar, y veremos lo que pasa en el mundo; sin embargo, hay que ser fiel a las convicciones, y la mía es que el matrimonio es entre un hombre y una mujer; ahí se constituye y se fortalece la familia, y estoy dando la respuesta adecuada a quienes piensan igual que yo.
Pero les reitero: no habrá ningún aplauso,...
--(Aplausos en la Sala).
El señor MOREIRA.-... no habrá ningún mérito; ¡no habrá absolutamente nada de nada!
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senador Moreira.
¡Nos ha dejado emocionados hasta las lágrimas...!
Continuaremos ofreciendo la palabra.
¡Hasta la Senadora Órdenes se ríe...!
Senadora Órdenes, puede intervenir.


La señora ÓRDENES.- Presidente, en primer lugar, creo que es una jornada bien relevante la del día de hoy. En la actualidad, una treintena de países reconocen el matrimonio igualitario, cinco de ellos en Sudamérica: Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia y Ecuador. ¡Chile será el próximo!
Ahora, llegar a este debate y llegar con este proyecto a la Sala del Senado hoy no ha sido un ejercicio fácil. Hasta 1999 las relaciones homosexuales de hombres mayores de edad eran penadas con cárcel, y hasta el año 2015 no existía regulación de tipo patrimonial para parejas del mismo sexo, algo que cambió con el acuerdo de unión civil.
Sin embargo, el Estado chileno a mi juicio sigue discriminando, porque el acuerdo de unión civil en realidad es un matrimonio de segunda categoría, una suerte de eufemismo que se ocupa mucho en nuestro país. En verdad, es una institución con una menor intensidad en los derechos y deberes mutuos consagrados, en la protección patrimonial para los convivientes y porque tampoco regula la tuición de los hijos.
En pleno siglo XXI no hay nada que justifique este tipo de discriminaciones.
El proyecto de ley que hoy día estamos votando tampoco es ningún acto de vanguardia. En mi concepto, es un acto de dignidad, de reparación, de avance civilizatorio, y es también cumplir con los compromisos adquiridos por el Estado de Chile.
El año 2016 Chile firmó un acuerdo de solución amistosa con el Movilh ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, reconociendo que la negación del matrimonio igualitario constituye una violación a los derechos fundamentales. Al año siguiente, y tras un proceso de discusión pública, la entonces Presidenta Bachelet ingresó esta moción al Congreso como parte del cumplimiento de dicho acuerdo y de su propio programa de gobierno. Y ahora, en su última cuenta presidencial, el Presidente Sebastián Piñera le coloca urgencia, por lo que nos toca a nosotros y a nosotras terminar de cumplir con la palabra en nombre del Estado.
El acuerdo de solución amistosa fue cuestionado por la actual Administración tras reingresar el Plan Nacional de Derecho Humanos, en el cual se eliminó el compromiso de impulsar este proyecto; pero valoro que finalmente el Presidente haya cambiado de opinión y que en la última cuenta pública haya anunciado la "suma urgencia" a esta iniciativa.
Algunos esgrimen que el matrimonio tiene como finalidad la procreación. Es bueno recordar que el año 2004 se derogó la impotencia perpetua e incurable como causal de incapacidad relativa para contraer matrimonio, es decir, la propia ley reconoce que la procreación no es un fin necesario de este vínculo.
Por lo tanto, no podemos seguir buscando excusas para dilatar este debate.
El Estado debe proteger el amor y fomentar el respeto, el cuidado y la formación de familias armónicas, que sean un refugio para el desarrollo integral de niños y niñas si es que los cónyuges deciden ser progenitores.
Otra de las injusticias de las que se hace cargo este proyecto sobre matrimonio igualitario son los efectos filiativos cuando dos mujeres, por ejemplo, se someten a técnicas de reproducción humana asistida, casos en los cuales la actual legislación solo reconoce a una de ellas como madre.
Una jueza, Macarena Rebolledo, del Segundo Juzgado de Familia de Santiago, ya reconoció el derecho de un niño, Attilio, a tener dos madres en su partida de nacimiento. Ahora debemos extender ese derecho a todas las niñas y niños que se encuentren en la misma condición, y a todas sus madres.
"En la formación de una unión matrimonial, dos personas se convierten en algo más grande de lo que era", dice el texto de un histórico fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos del año 2015, que reconoció el derecho a casarse de catorce parejas homosexuales y de dos hombres cuyas parejas ya habían fallecido.
No podemos seguir impidiendo que dos personas que se aman accedan al instrumento civil que garantiza la máxima protección mutua justamente para convertirse en algo más grande que sus individualidades, ni menos podemos permitir que algunas sigan muriendo sin ver consagrado este derecho humano, tal como le pasó en Chile a don Óscar, un adulto mayor gay que se sumó a una campaña por el matrimonio igualitario de la Fundación Iguales, pero que falleció antes de poder hacerla pública.
Esta legislación -lo mencionaban algunos de mis colegas anteriormente; por eso la valoro- termina con ciertos dogmatismos y posiciones conservadoras que al final del día lo que hacen es imponer criterios intolerantes respecto de otros. La ley en proyecto es inclusiva, porque no impide ni restringe ningún derecho de aquellos que se oponen.
Por ello la valoro.
Creo que efectivamente estamos presenciando un hecho histórico. Esto tiene larga historia. Por eso también quiero reconocer hoy día a las organizaciones que están presentes en la Sala: a la Fundación Iguales, a Movilh; a cada uno de sus representantes y dirigentes, a todos aquellos que se atrevieron a visibilizar este tema.
Creo que por eso, por todas, por todos y por todes los que ya no están; por quienes siguen esperando esta ley para formalizar su amor, y para que nunca más, como decía Pedro Lemebel en su manifiesto Hablo por mi diferencia, nazcan niñas o niños con sus alitas rotas, debemos aprobar el matrimonio igualitario como un acto de justicia, de dignidad y de civilización.
¡Yo voto a favor, señor Presidente!
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senadora Órdenes.
Tiene la palabra la Senadora Ebensperger.


La señora EBENSPERGER.- Presidente, a seis años de la entrada en vigor de la ley N° 20.830, que reguló el acuerdo de unión civil, desde mi punto de vista no existe necesidad de modificar el matrimonio para permitir que parejas de igual sexo obtengan protección legal a su unión.
Este acuerdo de unión civil les entregó a las parejas del mismo sexo todos los derechos que otorga el matrimonio; solo se excluyó uno, que es el deber de socorro mutuo que existe entre los cónyuges, porque así fue querido por quienes impulsaron esa propia ley que consagró dicho acuerdo de unión civil.
De este modo, permitir hoy día el acceso al matrimonio en el fondo no es sino conceder a esa unión el nombre de matrimonio desde un punto de vista jurídico.
Por ello uno se pregunta qué es lo que de verdad se persigue. Y creo que el objeto del proyecto va mucho más allá de acabar con una supuesta discriminación por razón de género en el acceso al contrato matrimonial.
En efecto, modificar el Código Civil y la Ley de Matrimonio Civil en el sentido que se proyecta viene a significar una sustitución del modelo general de familia por uno en que la diferencia sexual es la base, y el modelo de referencia por otro en que la indiferenciación sexual pasa a ser la regla.
No se trata, por tanto, de permitir que convivan distintas formas de regulación de la vida afectiva de pareja, sino que se busca la sustitución íntegra de la regulación jurídica de la familia.
En particular, a lo que esta reforma apunta es a concederle efectos a las parejas del mismo sexo en materia filiativa, reconociéndoles el derecho a tener hijos por la vía que ellos elijan.
Esto es paradójico, pues, por un lado, toda la evolución de la regulación jurídica de la filiación ha avanzado en poner en el centro el interés superior del niño, que en este caso es relegado por el interés de dos adultos que quieren tener una familia; y, por el otro, esa misma evolución ha ido independizando la filiación de la naturaleza o fuerza del vínculo existente entre los padres, de suerte que sea irrelevante si están casados o no. Y para esta materia se sostiene que el reconocimiento del derecho al matrimonio es esencial para esos hijos.
Se invoca el reconocimiento al amor que existe entre parejas del mismo sexo, tal cual como se hizo en la aprobación del acuerdo de unión civil. Pero el amor es indiferente para el derecho, porque nada puede hacer con él, ni asegurarlo, ni promoverlo. La prueba está con el grave drama moral que ha emergido con las deudas alimenticias.
La razón por la que se ha regulado el matrimonio históricamente es porque en este hay una unión entre un hombre y una mujer que son potencialmente aptos para la procreación, y con eso pueden dar lugar a una familia, a tener hijos. Y ahí entra el derecho a regular esa vida jurídica, o las relaciones jurídicas que nacen de ello.
En el derecho chileno la filiación como relación jurídica descansa en un hecho de la naturaleza: la generación. Esto determina que solo se produce entre un hombre y una mujer dotados para engendrar, lo que justifica el reconocimiento de la relación filial del hijo con el padre, paternidad, y con la madre, maternidad.
Las modificaciones propuestas eliminan la referencia necesaria a madre y padre por el vocablo "progenitor", mal utilizado también en el proyecto si pensamos que la definición de la RAE de "progenitor" es "Ser vivo que origina a otro", o "El padre y la madre". Otras definiciones dicen "Padre o madre biológicos de una persona".
Al respecto, cabe recordar la Ley de Corresponsabilidad Parental, que hace exactamente ocho años recogió en nuestra legislación la relevancia que tiene para el bienestar de un hijo la participación del padre y la madre en su crianza. En la discusión del proyecto de ley respectivo, que se aprobó casi por unanimidad en esta Sala, solo con una abstención, se estableció mucha evidencia en torno a ello y al impacto que asegurarle al niño el derecho a un padre y una madre puede tener en su vida futura.
Me permito, Presidenta, leer un párrafo de la fundamentación de la Ley de Corresponsabilidad Parental, que señala: "El adecuado desarrollo psicológico y emocional del menor dependerá de muchos factores. Uno de ellos es la presencia de una imagen paterna y materna sana, cercana y presente. Estamos de acuerdo que en ausencia de uno de los padres, este rol puede ser asumido por algún tercero vinculado al menor, transformándose en imágenes arquetípicas. No obstante, la carencia o visión distorsionada de alguno de ellos incidirá en la autoestima, seguridad y estabilidad emocional del menor en su vida adulta a niveles que aún se encuentran en estudio de la psicología moderna.".
Este proyecto intenta decirnos que ello no tiene relevancia, pues lo que importa es que un hijo tenga dos progenitores, dos padres, dos madres, o un hombre y una mujer, sin mayor distinción; número arbitrario, por lo demás, si se separa aquello del hecho biológico de la procreación.
Se intenta igualar así la comaternidad y la copaternidad con la paternidad y maternidad biológicas, lo que, sin duda, sustituye la justificación del sistema de determinación de la filiación.
En este punto, donde las consecuencias del proyecto deben ser miradas con mayor detención en la filiación y su estatuto, no solo porque lo que podría ser subsumido en un sistema jurídico excepcional de figuras adicionales de crianza se iguala forzosamente al establecimiento formal y legal del hecho biológico, sino también porque pretende que las formas de determinación se extiendan a situaciones que no justifican su aplicación.
Descartada la determinación legal para hijos nacidos después del matrimonio de personas del mismo sexo, se aplicaría la determinación voluntaria o judicial: la primera, sin otra justificación que el vínculo legal con el otro progenitor y desprendida totalmente de la verdad biológica; y, la segunda, aún con menos asideros, pues justamente es en la hipótesis de la determinación judicial donde se pone a prueba estrictamente el principio de libre investigación de la paternidad.
Esta reforma abrirá las puertas al reconocimiento de un verdadero derecho al niño, y por ello, al reconocimiento de que las parejas del mismo sexo puedan acceder a la adopción y a las técnicas de reproducción humana. Y esas técnicas comprenderán no solo las heterólogas en su más amplia expresión, sino también la maternidad subrogada, incluso comercial; contradictoriamente, denegarán el derecho a la identidad del niño tras el anonimato de su donante.
La reforma planteada no es más que el reflejo de una ideología que pretende cambiar el derecho de familia a través de la modificación de su base principal: el matrimonio. Supone una gran contradicción, pues intenta una redefinición del contrato matrimonial a partir de los fines. Pero luego se reafirma la verdadera naturaleza del matrimonio al posibilitar y garantizar efectos en el orden filiativo, como si la procreación volviera a ser lo más relevante de la institución reformada.
Es en torno al estatuto filiativo donde se observa de manera evidente la finalidad última del proyecto: consolidar jurídicamente la indiferenciación sexual, tratando de hacer igual lo que por naturaleza es distinto.
Privar, Presidente, jurídicamente a un niño del derecho de tener un padre y una madre como el dato básico y punto de partida para el ejercicio del derecho a la identidad resulta en la mayor de las desigualdades e injusticias.
Lo cierto es que en el matrimonio hay un bien comprometido.
¿Me da un minuto, Presidente, para terminar?
Todos los estudios revelan que es la mejor estructura familiar tanto para los cónyuges como para sus hijos; incluso, esa es la razón que la Corte Suprema de Estados Unidos tuvo como base para reconocer el matrimonio para las parejas del mismo sexo. En Chile, en cambio, se sigue afirmando, por los mismos que abogan por extender el reconocimiento a esas parejas, que el matrimonio es solo una opción más de regulación, trivializando su relevancia en la conformación social de la familia.
¿Por qué, entonces, abogar por extenderlo? ¿Se trata solamente de un tema de imagen? ¿Es el acceso al nombre del matrimonio?
Creo profundamente en la igualdad de derechos y obligaciones de las personas y no en la discriminación.
Es una distorsión y una mentira decir que aquellos que estamos en contra de eso no creemos en dicha igualdad.
La definición de "matrimonio" no busca discriminar, no busca estigmatizar: simplemente busca respetar la naturaleza propia de dicho contrato.
Se habla de que no aceptar el matrimonio del mismo sexo constituye una discriminación arbitraria.
Presidente, no es discriminación arbitraria cuando se busca igualar situaciones que nos son iguales. Por esa razón votaré en contra de este proyecto.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Muchas gracias, Senadora Ebensperger.
Tiene la palabra el Senador Alejandro Navarro.


El señor NAVARRO.- Presidente, en verdad, este es un debate jurídico-legislativo, y también valórico.
Sin embargo, lo que no puedo aceptar, y por cierto respeto la opinión de la colega Ebensperger, es que nos diga que el amor es indiferente para el derecho. El amor es un motor del mundo. En la concepción conservadora, de los que creen que hay un solo tipo de familia, el amor es fundamental.
Si hubiera derecho sin amor a la humanidad, sin amor al hombre y la mujer, no sería derecho, porque el derecho tiene que interpretar lo que la sociedad es. Y no es posible interpretar la sociedad, con los diferentes tipos de familia y con la realidad que nos demuestra a cada paso que no es así, solamente sobre la base de aquellas familias que están conformadas por un hombre y una mujer.
En Chile hay más de 400 mil mujeres jefas de hogar que realizan la tarea de madre y también de padre, y luchan diariamente para sacar adelante a sus familias sin la presencia del padre.
Asimismo, hay miles y miles de padres sin esposa que asumen la doble tarea de ser padre y madre, y que, por cierto, conforman una familia.
Establecer que la familia tiene una composición de padre y madre es negar la realidad.
Señor Presidente, Leonard Matlovich, militar norteamericano que contrajo sida en 1986 y falleció en 1988, veterano de Vietnam, descansa en una tumba en Estados Unidos que refleja claramente esa contradicción vital de no reconocer la diversidad. La tumba de Matlovich tiene un epígrafe que dice: "El Ejército me otorgó una medalla por matar a dos hombres, y me pasó a retiro por amar a uno".
No es posible que el Estado tenga un comportamiento de esta naturaleza, ni que el Ejército brinde medallas a los militares que defienden la patria, como ocurrió en el caso de este veterano de Vietnam, pero los expulse. Eso, a pesar de que hoy día ya no ocurre o al menos ocurre de manera distinta, refleja la convicción que había existido hasta ahora en cuanto a que las cosas debían ser, como alguien dijo aquí, igual que hace 2 mil años.
Y los creyentes, los que leen la Biblia, los que predican la palabra de Dios, los que van a misa siempre han escuchado -así lo oigo yo en mi región de los pastores evangélicos, de los curas- que el amor es más fuerte. Y el amor es un elemento esencial para soportar y desarrollar la vida.
Y cuando hoy día reconocemos que el amor es lo fundamental admitimos que la igualdad de derechos es imprescindible para establecer lo que muchos consideran una familia.
Hoy, más del 73 por ciento de los niños en Chile nacen fuera del matrimonio; las parejas heterosexuales deciden no casarse; los jóvenes de hoy se casan mucho menos que los de los años sesenta; la inmensa mayoría de los niños nace fuera del matrimonio y, por cierto, no tienen menos derecho, ni dignidad: tienen la misma dignidad de aquellos que nacieron dentro de un contrato social, que es el matrimonio.
El matrimonio -lo creo y lo reitero- es la firma de un contrato, y soy de los que creen que para amar no es necesario un contrato; basta tener corazón. El amor florece y se termina. Y como lo saben muchos de los colegas que, aun cuando adhieren a la fe católica, se han divorciado, no por ello han dejado de amar, ni de ser católicos o evangélicos.
En la vida el amor florece, se fortalece, pero también termina, y por eso hemos votado una ley que permite el divorcio y que, por tanto, va regulando la realidad.
Yo voto a favor del matrimonio igualitario, porque creo que consagra derechos fundamentales para todos los hombres y mujeres por igual.
Los esclavistas, allá por el siglo XVI, que trajeron en barcos británicos y norteamericanos a 12 millones de africanos para venderlos como esclavos persiguieron a quienes defendían a esas personas, a los antiesclavistas. A los medioambientalistas de hoy se les critica, se les persigue y se les mata por defender la casa, la madre tierra, y señalar que debemos cuidarla para las futuras generaciones.
Y como en veinte, treinta o cuarenta años más nuestros niños dirán: "¡Cómo pudieron permitir que se destruyeran los bosques, cómo pudieron permitir que se destruyeran los mares!", yo no quiero estar entre aquellos que contribuyeron a mantener la desigualdad y no accedieron a que a todos los hombres y todas las mujeres pudieran contraer matrimonio, de acuerdo a un sentimiento fundamental: el amor.
Voto a favor de este proyecto de ley, señor Presidente.
Creo que reparamos un daño causado, arraigado lamentablemente por décadas.
Y no se trata de que los progresistas sean más valiosos que los conservadores. ¡No es así! El amor es la regla fundamental para reafirmar que todos tienen derechos, incluso el derecho a estar equivocados.
Y yo hoy día, por convicción, prefiero votar a favor de la igualdad, del amor y también del derecho.
Voto a favor, señor Presidente.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución ahora!
¡No más AFP!
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias, Senador Navarro.
Tiene la palabra el Senador Juan Ignacio Latorre.


El señor LATORRE.- Gracias, Presidenta.
En primer lugar, felicito esta iniciativa del Gobierno de la Presidenta Bachelet, pues representa un avance civilizatorio en un Estado laico y en una sociedad pluralista y diversa.
La existencia de una ley de matrimonio igualitario busca terminar con la discriminación estructural que sufren las familias formadas por parejas homosexuales y que afecta a todas sus interacciones con la sociedad.
El matrimonio no es, ni ha sido jamás, una simple regulación de la propiedad, la herencia y la procreación. La elección de una pareja con la cual se desea convivir no puede sino ser el resultado de una de las demostraciones más grandes de fidelidad, respeto, afecto, amor.
La normativa actual que regula al matrimonio civil ignora que esa unión se pueda dar entre diversas personas, y condena a las personas homosexuales a un trato desigual, donde el Estado les señala que ese amor y compromiso no son iguales al de las personas heterosexuales.
Se debe extender a las parejas del mismo sexo la más alta forma jurídica de protección a las familias en sus diversidades, en la realidad social de las familias en Chile, no en el modelo ideal, como es el matrimonio y su estatuto.
Negar la igualdad de derechos y libertades para todas las personas, cualquiera sea su sexo, su raza, nacionalidad, orientación sexual, o su identidad de género, carece de justificación razonable.
En razón de ello, el presente proyecto de ley busca dar a las parejas del mismo sexo un acceso igualitario al estatuto del matrimonio civil para quienes quieran voluntariamente contraerlo.
Del mismo modo, busca dar reconocimiento en materia filiativa, sea por adopción o por técnicas de reproducción humana asistida, a las familias homoparentales.
Además, el proyecto establece los regímenes patrimoniales que regularán las relaciones económicas de las parejas del mismo sexo, entre sí y para con terceros.
Dar urgencia a este proyecto, después de una larga tramitación y de estar tanto tiempo en el Congreso, es dar urgencia a los legítimos intereses de muchas parejas del mismo sexo que hoy día carecen de un acceso igualitario a diversas instituciones que como sociedad hemos construido, entre ellas instituciones tradicionales como el matrimonio y la adopción.
Tanto las personas como las instituciones tienen una importante función en la consolidación de la democracia. Una mejor y más robusta democracia es aquella donde todas las personas puedan tener acceso en igualdad de condiciones a las instituciones que como sociedad hemos acordado para nuestra mejor convivencia y también para el libre desarrollo de nuestra personalidad. El proyecto de matrimonio igualitario apunta en aquella dirección, y en mi opinión es un paso correcto en esa línea.
Podemos identificar como fundamentos de este proyecto los valores de la libertad y la igualdad, pero también la solidaridad, la empatía.
Apoyar la iniciativa del matrimonio igualitario refleja nuestra capacidad de ponernos en el lugar del otro, de reconocer los intereses de los otros como legítimos, como propios.
No es razonable ni justo mantener la diferencia que actualmente existe en torno a quienes estarían legitimados para poder suscribir un contrato de matrimonio. Mantener esta distinción es una forma injustificada de desconsideración moral hacia los intereses de las parejas del mismo sexo: hombres gays y mujeres lesbianas, ¡hombres gays y mujeres lesbianas!
Respetemos y reconozcamos la diversidad de la realidad social. El pueblo es diverso, la sociedad es diversa y pluralista, y el Estado es laico.
Sin perjuicio de que el proyecto aún puede ser mejorado en su redacción -y acá aclaro un punto que ya hemos conversado con diversas organizaciones de la sociedad civil que vienen empujando esta agenda hace muchísimo tiempo-, yo retiré las indicaciones que presenté en su momento con la finalidad de facilitar la tramitación en la Comisión de Constitución, para que el proyecto salga rápido, para que podamos votarlo rápidamente y pueda ir a la Cámara de Diputados -recuerdo que falta un trámite en la otra rama del Parlamento-, y ahí se puedan consensuar, volver a presentar e incluso mejorar, con la Bancada de la Diversidad, que ya está conformada, las indicaciones que yo mismo retiré y formar una mesa de trabajo con las diversas organizaciones, que también tienen entre sí diferencias legítimas, a veces tácticas, a veces estratégicas, a veces de énfasis. De ese modo se pueden consensuar aquellas indicaciones al objeto de tramitar de mejor manera, de manera más fluida el proyecto de ley en su siguiente trámite en la Cámara de Diputados.
Por otro lado, me parece que este proyecto de ley debe estar en consonancia con otras iniciativas, como el que estamos analizando en la Comisión de Infancia, que me toca presidir este año: el proyecto de filiación para hijos e hijas de personas del mismo sexo.
Ahí tenemos que revisar algunas legislaciones complementarias pues, por un lado, está el derecho de las personas adultas a contraer matrimonio, pero, por otro, está también el interés superior de los niños, niñas y adolescentes. Entonces, hay que compatibilizar y complementar dichas legislaciones con el objeto de que tengan coherencia entre sí.
Finalmente, un saludo a las múltiples organizaciones de la sociedad civil. Acá se encuentran el Movilh, la Fundación Iguales, el MUMS; están los frentes de diversidad sexual de los distintos partidos políticos (en el caso mío el del Frente Amplio), activistas, académicas y distintas personalidades, que vienen hace mucho tiempo empujando esta agenda y ven que hoy día se está concretando.
Este proyecto representa un avance civilizatorio -insisto: es un avance civilizatorio- y, sin duda alguna, lo respaldo y lo votaré a favor.
Gracias, Presidenta.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias al Senador Juan Ignacio Latorre.
Antes de ofrecerle la palabra al Senador Carlos Bianchi, quiero recordar que, tal como se estableció en los acuerdos de Comités, el debate de este proyecto se va a cerrar mañana a las 11. Y a partir de esa hora iniciaremos las votaciones.
Ya tenemos solicitudes de votaciones separadas y, por lo tanto, vamos a iniciar a las 11 de la mañana esas votaciones, partiendo por las peticiones que he mencionado.
Tiene la palabra el Senador Carlos Bianchi.


El señor BIANCHI.- Gracias, estimada Presidenta.
La votación que hoy debemos enfrentar no puede estar bajo ninguna doctrina moral, valórica ni ética, sino que debe cumplir con el rol legislador en un Estado laico, como es el de nuestro país.
En el mundo existirán tantos tipos o conceptos de matrimonios y familias como religiones y credos se profesen. Nosotros, como sociedad, debemos reconocerlos y definir sus contornos jurídicos, pero es un error seguir excluyendo, eludiendo o evitando este debate.
El reconocimiento de todas las relaciones sentimentales conlleva, por sí mismos, alcances jurídicos que ya están debidamente regulados en leyes.
Los invito a no distraer ni reducir los argumentos estrictamente religiosos en este debate legislativo, o insistir en instalar al matrimonio en una discusión que amplía las posturas extremistas que nos ponen entre buenos o malos y que paradójicamente nos separan, nos distancian y además rechazan la calidad de iguales que tenemos todos los seres humanos.
Es solo el derecho canónico el que sostiene y da los fundamentos a que el matrimonio es exclusivo entre un hombre y una mujer, y que este se consuma en el acto sexual.
Reitero, una vez más, mi respeto absoluto a quienes profesan la fe y se someten al derecho canónico, pero en un Estado laico como el nuestro corresponde proteger el derecho de todas y todos, más allá de las legítimas creencias religiosas o de fe.
No debemos ni podemos seguir en la lógica que mantiene vigente nuestro ordenamiento en esta materia, donde existe una copia casi textual de un dogma religioso.
El matrimonio es un contrato entre dos personas que, libre y soberanamente, deciden unirse, por lo que debe ser reconocido por el Estado y no limitado por este.
Hay quienes se oponen al reconocimiento de nuevas formas de familia y creen que el matrimonio tiene como fin la procreación.
Yo quiero, sobre esa base, hacer una pregunta.
No sé si alguna o alguno de los presentes les negaría el matrimonio a las mujeres y hombres que, por motivos físicos, no pueden tener hijos; u obligarían a separarse a los matrimonios con problemas de fertilidad, o les prohibirían contraer matrimonio a personas mayores que no pueden procrear.
Estoy claro que nadie podría negarse a situaciones como las que señalo.
Necesitamos una sociedad más unida y con relaciones interpersonales más robustas; necesitamos que la institución del matrimonio esté a la altura de lo que nos exigen nuestros ciudadanos.
No puede seguir siendo una tarea pendiente.
Llamo a aquellos que justifican el rechazo de la crianza homoparental y creen que este tipo de crianza puede afectar el bienestar emocional de nuestras niñas, niños y adolescentes, a que se pongan un segundo en los zapatos de todas y todos quienes viven, por ejemplo, en centros del Sename o quedaron desprotegidos y desarrollan sus vidas en casas de acogida.
Aquel que vota en contra impone su ética, su creencia religiosa y su moral a la sociedad toda, coartando la posibilidad a muchas niñas, niños y adolescentes de poder optar a una familia por el mero capricho de grupos de legisladores que, por años, se han negado a discutir una ley como la que hoy estamos debatiendo.
Por años se ha intentado lograr un cambio en la interpretación de los tribunales de justicia y reconocer a través de sus sentencias al matrimonio igualitario. Sin embargo, esa posibilidad ha sido negada sistemáticamente.
El Tribunal Constitucional, en sentencias escritas en piedra, ha sido majadero en señalar que esta materia le corresponde exclusivamente al legislador. Y aquí estamos, cumpliendo el rol para el cual hemos sido elegidos y para darle en el gusto al tribunal menos democrático de nuestro país: el Tribunal Constitucional.
Espero, con toda convicción, estimada Presidenta, que el matrimonio igualitario sea ley y que, por primera vez, se pueda reconocer la importancia y trascendencia jurídica de todas y cada una de las relaciones sentimentales donde no existen espacios para distinguir ni discriminar por el género.
Voto favorablemente, señora Presidenta.
He dicho.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias al Senador Carlos Bianchi.
Le ofrezco la palabra a la Senadora Marcela Sabat.


La señora SABAT.- Muchas gracias, Presidenta.
En primer lugar, en esta jornada histórica quiero agradecer a todas las organizaciones que han estado impulsando este proyecto por tantos años: a la Fundación Iguales, al Movilh, a la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio; a "Familia es Familia", entre otras.
Y también quiero saludar, con mucho cariño y mucho afecto, a todos esos padres homosexuales y a todas esas madres lesbianas que se han sentido terrible, que han experimentado mucho dolor al tener que vivir, por parte de la sociedad o del Estado, la discriminación hacia uno de sus hijos o una de sus hijas.
La familia en Chile ha evolucionado de acuerdo a la realidad y al contexto social en el cual se ha ido desenvolviendo.
La Constitución de la República establece a la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Y, como tal, el Estado está obligado a darles protección a todas esas familias.
Abrir la posibilidad legal a las parejas del mismo sexo (a lesbianas y homosexuales) a contraer matrimonio expresa el compromiso de una sociedad democrática liberal en la línea de ampliar sus garantías de libertad y de igualdad.
Ese es el resultado de eliminar una discriminación: avanzar en igualdad ciudadana, en igualdad de estatus y en igualdad de respeto, todos factores para la dignidad, para la autoestima.
En ese sentido, el matrimonio igualitario es una conquista moral, testimonio de que las sociedades progresan no solo en una dimensión material, sino que también inmaterial. En este caso particular, reconociendo una forma de amor, de afectividad, de vínculo, de asociación.
Este voto favorable no es por moda, no es por presión; es por una idea de justicia democrática y liberal.
Este voto favorable no es de Izquierdas, no es de un sector político.
Este voto favorable es por todas las personas que creemos que el amor, Presidenta, es amor; que el amor no discrimina, que el amor no culpa, que el amor es amor.
Con relación a los argumentos que se han vertido en contra de este proyecto, es necesario decir, en primer lugar, que no me parece que una sociedad pluralista, donde existen y coexisten distintas ideas éticas, filosóficas y religiosas, deba elaborar sus reglas e instituciones en base a solo una de estas ideas.
En ese sentido, este proyecto expresa el compromiso central de la democracia, que es la igualdad de derechos. Y envía un mensaje claro: en una sociedad pluralista, donde hay distintas maneras de mirar el mundo y distintas formas de amar, no le corresponde al Estado decidir quiénes viven de forma correcta y quiénes no.
Hoy en Chile una pareja heterosexual puede elegir si casarse civilmente o suscribir un acuerdo de unión civil. Sin embargo, una pareja de homosexuales, una pareja de lesbianas solamente puede suscribir un acuerdo de unión civil.
Es más, una pareja homosexual, una pareja de lesbianas legalmente casadas en un país extranjero no tiene opción de tener en nuestro país igual calidad jurídica. Es decir, en Chile hoy pierden sus derechos. ¡Así de irrisorio!
Este es uno de los tantos ejemplos de cómo el Estado chileno discrimina a las parejas del mismo sexo. Y en ese sentido, es labor de todos nosotros, de todas nosotras, como legisladores, hacernos cargo de la realidad y repensar las normas si es necesario.
Finalmente, en la defensa de los derechos de los niños, de las niñas y de los adolescentes, creo precisamente que este es un proyecto donde se debe poner el bien superior de nuestros niños, niñas y adolescentes, antes que todo, para poder garantizarles el crecer en ambientes donde reciban amor, confianza, soporte y seguridad, con las herramientas necesarias para una adultez sana. Y en esto la orientación sexual de los padres pasa completamente a un segundo plano y es indiferente para los objetivos que nos interesan: la formación de individuos autónomos, que puedan trazar sus propios proyectos de vida y que sean ciudadanos competentes en democracia.
Si esto es correcto, entonces el matrimonio igualitario nos ayudaría además a eliminar el estigma que cargan muchos niños y niñas de parejas homosexuales, de parejas lesbianas, que son discriminados no solo por el entorno social, sino además por un Estado que no les permite acceder a los mismos derechos de los niños y niñas de parejas heterosexuales.
A modo de ejemplo, para hacer práctica esta discriminación de la que hablamos: un niño que tiene dos madres, en el sistema actual solo una de ellas tiene derechos filiativos sobre él, lo que produce que ese niño no pueda ser carga de salud de su otra madre; no puede recibir pensión de alimentos; no puede tener el cuidado personal en caso de que fallezca la otra persona; no puede recibir herencia de esa madre, y así podría seguir señalando discriminaciones que ocurren todos los días y que sufren todos estos niños, todas estas niñas que tienen dos madres o dos padres. Y es un sufrimiento familiar, un sufrimiento de los padres y de las madres, por cierto.
¿Les parece esto justo? A mí no, Presidenta. Y creo que es sumamente necesario que hoy, como legisladores y legisladoras, demos término a todas estas discriminaciones y muchas otras que también viven las parejas del mismo sexo. Solo así podremos empezar a construir un país mejor, y hacer realidad que en Chile todos y todas somos iguales en derechos, en oportunidades, en dignidades y en condiciones, por cierto.
Por todas estas razones, por un íntimo convencimiento de que la justicia de este proyecto existe, y considerando que es una demanda histórica, anuncio desde ya mi voto a favor.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas Gracias a la Senadora Marcela Sabat.
Le ofrezco la palabra al Senador Juan Antonio Coloma.


El señor COLOMA.- Muchas gracias, Presidenta.
Yo quiero hacer dos reflexiones previas, pero vinculadas al tema.
Un Senador que usó la palabra anteriormente dijo que en un Estado laico uno no podía tener consideraciones morales o éticas al momento de legislar. Yo quiero decir exactamente lo contrario: no tiene nada que ver el laicismo de una sociedad con no poseer valores o principios morales o éticos, que son exigibles mucho más allá de una reflexión religiosa; ello tiene que ver con el tipo de sociedad que se construye.
Yo espero siempre tratar de resolver legislativamente las discusiones que se plantean, y espero también que todos lo hagan desde su propia concepción moral o ética; pero no que traten de abstenerse de ello simplemente con el argumento de que estamos en un Estado laico.
Quería hacer esa reflexión, porque me parece que es importante para contextualizar el concepto.
Segundo, tampoco puedo dejar de expresar mi preocupación por el paso que ha dado el Gobierno. Yo siento que esto ahora es parte de mi Gobierno; fue un tema discutido en el Programa de Gobierno, pero nunca estuvo incluido. Por eso, a mí me sorprende la forma en que se ha operado, las urgencias que hoy día estamos viviendo. Uno puede respaldar el derecho a cambiar de opinión, pero me gustan las coaliciones sólidas; y eso se relaciona con que parte de las palabras siempre se cumplan. Y no creo que sea un buen argumento el ser sorprendido en esta materia, independiente de lo que cada uno pueda plantear en un aspecto personal.
Yendo al tema de fondo, Presidenta, la verdad es que parte de este debate se realizó hace algunos años en la discusión general del proyecto; y es bien sui géneris este debate, porque estamos hablando en discusión particular, pero con la lógica de una discusión general. Y quiero ratificar que, por lo menos yo, defiendo la idea de que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, con el fin de procrear (no significa que necesariamente lo hagan), ayudarse mutuamente y vivir juntos. Y me parece que esa ha sido la base de la familia, la base de la sociedad, no por décadas, no por centurias: por milenios.
Y creo que esto gráficamente, planteado al revés, vinculado con el matrimonio, tiene que ver con eso, con una institución social que posee un sentido y algunas características: es biológica -y no estoy diciendo nada especial-; es una realidad anterior al Estado, que nace de la naturaleza humana, de la condición sexuada de las personas, de la complementación entre un hombre y una mujer; y tiene entre sus fines la eventual procreación de los hijos, cuestión que para mí es muy importante mantener y, por lo menos, defender.
Me dicen que los tiempos cambian y que uno debe, de alguna manera, entender que todo tiene que adecuarse a las nuevas visiones. Yo creo que es cierto. Ahora, no sé si eso se vincula con que sean tiempos más felices o tiempos más igualitarios o tiempos mejores. Nunca me ha convencido el argumento de que en función de ello la psicología es superior a la biología. No puedo adaptarme a esa lógica de reemplazar una institución por lo otro; porque, cuando uno desnaturaliza las instituciones, sean de cualquier tipo, y llama a una cosa de manera distinta, eso hace que al final se vayan debilitando las mismas cosas que uno cree han sido la base de la convivencia social. Y esos principios son, a mi juicio, los grandes faros que siempre deben alumbrar a las personas, a las sociedades, a los países, en momentos buenos, malos, tumultuosos, felices, complejos.
Quiero decir que esto no es contra alguien. Aquí la mayoría ha expresado visiones distintas; yo las respeto porque creo que es parte legítima del debate. Reitero, no es contra alguien; es tratar de aplicar un sistema de racionalidad para ver cómo se van desarrollando las instituciones.
Este fue un debate que algunos tuvimos a propósito del proyecto de unión civil, en donde justamente los argumentos, por parte de quienes lo defendieron, apuntaban a que iba a concentrarse en parejas homosexuales, en darle un sentido a esa unión que fuera más allá de lo esporádico, y por eso era necesario crear esa nueva llamémosla "institución". Bueno, al final, después de algunos años de vigencia, resulta que esa institución aparentemente no es apta para los objetivos para los cuales fue diseñada, debido a realidades cambiantes y distintas, y por ello debe darse paso a este matrimonio igualitario.
El concepto "igualitario" tampoco lo entiendo mucho. Hablemos de "parejas del mismo sexo" o de "matrimonio homosexual". Porque yo creo que hoy día el matrimonio es igualitario; para mí, entre un hombre y una mujer, es igualitario. ¿Cómo me van a decir que el matrimonio actual es desigual? ¡Es igual! Lo que pasa es que a veces las palabras van generando realidades o van siendo más tenues respecto de los efectos.
Y por lo menos a mí me parece que lo que dijo la Senadora Ebensperger respecto del matrimonio del mismo sexo es mucho más afortunado respecto de lo que realmente significa. Porque, además -y esto se dio en Brasil, una discusión a la que yo hice referencia hace algunos años-, igual pueden ser dos, tres o cuatro. Y esa fue una discusión que se dio; no es que estemos tratando de generar un sentido distinto.
Entonces, esta lógica de acomodar instituciones a sentimientos creo que no necesariamente va a darnos buenas soluciones. Y mi impresión es que el debilitamiento de esos conceptos al final no va en la línea correcta.
Tampoco, a mi juicio, va en la línea correcta la relación con los hijos que aquí se plantea. Porque se plantea que deja de existir un padre y una madre, que yo creo que tiene una lógica natural -tampoco estoy diciendo nada que supongo vaya a escandalizar a alguien-; ahora pueden ser muchos: unos padres o unas madres, y nuevamente, reemplazando la biología por la psicología.
Y al final se plantea el derecho a tener un hijo, en circunstancias de que yo creo que la lógica es al revés: justamente es la persona, el que está por nacer quien tiene derecho a una vida; no es un derecho a la inversa.
En seguida, tampoco considero yo que el amor sea sujeto solamente a un tema de legislación. Probablemente, muchas de las cosas que aquí se han planteado en este Senado son incumplimientos de obligaciones que genera el matrimonio, por ejemplo, respecto de los pagos de pensiones. Yo no puedo decir que quien no paga una pensión no ama necesariamente; puede haber otras realidades.
Entonces, esta es la confusión que a mi juicio van generando esa definición y esos errores en la decisión.
Creo que el amor no se legisla. No hay norma que obligue a amarse o a no amarse. Si alguien estima que ese es el único significado, por el hecho de ser una institución, a mi juicio se equivoca.
Tampoco creo que la única familia que existe sea la matrimonial. No, no creo. Pero a mí me parece que puede ser deseable, en la lógica de la sociedad, del Estado, de la especie, buscar fórmulas de responsabilidades mutuas respecto de los hijos y entender que la biología es parte de nuestra sociedad. Yo creo que lo es. Y no me limito a que me digan que ya no lo es porque a alguien se le ocurrió que no lo fuera. Creo que sí tiene esos efectos.
Por eso, Presidenta, con serenidad, con convicción, con preocupación veo cómo se va desarrollando el debate. Yo, por lo menos, quiero dejar expresado lo que siento, porque pienso que es el sentido del legislador: tratar de hacer un mejor sentido institucional. Al revés, quienes piensen distinto creerán exactamente lo contrario. Lo que pasa es que yo considero que lo peor en las sociedades es callar, lo peor es no manifestar lo que uno cree, lo peor es dejarse abatir por los momentos de euforia o por los momentos de popularidad. Uno tiene que ver, al final, por lo que uno cree que es la recta conformación de una sociedad, con todas las humildades que supone no tener todas las lógicas de la verdad, pero sí con las convicciones que nacen de cómo conformar una mejor sociedad.
Por eso, voto en contra.
Gracias, Presidenta.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias al Senador Juan Antonio Coloma.
Le ofrezco la palabra al Senador Álvaro Elizalde.


El señor ELIZALDE.- Gracias, Presidenta.
Yo quisiera, en primer lugar, hacer un reconocimiento a los representantes de los grupos de la diversidad que nos acompañan en las tribunas esta tarde, en un contexto de pandemia, con un aforo reducido, por razones obvias, pero que representan a un grupo importante de personas que hace mucho tiempo nos han dado un verdadero ejemplo y que, gracias a su lucha y consecuencia, nos han permitido ir avanzando en la construcción de una mejor sociedad, una tarea que hoy día no concluye pero que en la votación de esta tarde tiene un hito muy relevante.
Y lo hago porque creo que han sido un ejemplo, primero, de valentía para enfrentar la discriminación, en muchos casos para asumir su propia experiencia de vida como un ejemplo a seguir por el respeto a la dignidad y el orgullo que todos los seres humanos debemos sentir respecto de lo que somos. Ellos han permitido, gracias a su trabajo consecuente y permanente, que la cultura en Chile cambie para el bien de todas, todos y todes.
Quiero también reconocer a aquellos que desde el Congreso Nacional plantearon, en épocas tempranas, la importancia de avanzar en una ley de matrimonio igualitario.
El Senador Girardi dio una entrevista a mediados de los noventa, que fue publicada en La Segunda, y que, en aquel tiempo, fue calificada como un verdadero escándalo. Obviamente, consiguió muy poco apoyo cuando planteó la necesidad de tener lo que en ese entonces se denominaba "matrimonio homosexual".
Y la verdad es que cuando hoy hay una mayoría sólida en el Congreso Nacional y hay una mayoría más amplia en la sociedad, pues bien, eso es el reflejo precisamente del cambio cultural que se ha producido en el último tiempo.
El primer proyecto de matrimonio igualitario fue presentado en el año 2008 por quien era Diputada en aquel entonces, la actual Senadora Adriana Muñoz, y el Diputado Alfonso de Urresti, actualmente Senador, junto a otros parlamentarios. Y después, el año 2010, un proyecto presentado por la Senadora Isabel Allende junto a los Senadores Girardi, Lagos Weber y Navarro.
¡Y cuánto tiempo ha pasado! El año 2017 la Presidenta Bachelet presentó el proyecto que estamos votando ahora, ¡en primer trámite recién!; eso sí, en su votación en particular, porque ya lo aprobamos en general.
Y es el resultado de una serie de cambios legales dentro de los cuales quiero destacar lo que impulsamos durante el Gobierno de la Presidenta Bachelet, que fue el pacto de unión civil. En aquel entonces, las bancadas que se oponen al proyecto de matrimonio igualitario señalaron que estaban disponibles para legislar en un pacto de unión civil en cuanto este fuera un estatuto jurídico que solo se aplicara a las parejas homosexuales. ¿Qué dijimos en ese momento? Que el pacto de unión civil debía ser para todo tipo de pareja, que no podía ser una legislación con lógica de gueto. Y, de hecho, se ha aplicado de manera generalizada para todo tipo de parejas y ha sido una institución que, sobre todo para las nuevas generaciones, ha cobrado un especial sentido.
Ahora, la lógica para tener matrimonio igualitario es porque representa una señal -más que simbólica, pero por cierto simbólica- respecto de que el Estado reconoce y protege a todas las familias, a todas las parejas, a todas las formas de amor. Y por eso es un paso civilizatorio importante.
Hasta hace no mucho tiempo, en Chile la homosexualidad estaba tipificada como delito. Por cierto, durante mucho tiempo no hubo condenas porque era una legislación absurda; pero, cuando se despenalizó la homosexualidad, que se conocía en aquel entonces como el "delito de sodomía" -ese era el lenguaje que se ocupaba- hubo quienes se opusieron. Y, al igual que hoy, dieron a entender que nuestra sociedad poco más que se venía abajo por esta innovación; los mismos que se opusieron a eliminar la distinción entre hijos legítimos e hijos naturales e ilegítimos; y los mismos también que votaron en contra del divorcio, aunque al poco tiempo después se acogieron a la legislación de divorcio por las crisis matrimoniales que enfrentaron.
Y hoy día, cuando uno pregunta: bueno, ¿quién se opuso a la eliminación de la distinción entre hijos legítimos e ilegítimos? ¡Silencio! ¿Quién se opuso al divorcio? ¡Silencio! Nadie se hace cargo de lo que fue su postura en aquel entonces.
Pues bien, yo tengo la convicción de que en poco tiempo más, cuando se pregunte ¿quién se opuso al matrimonio igualitario?, se producirá el mismo silencio.
Con todo respeto, y guardando las proporciones, este es un avance de una magnitud trascendente.
Hoy, cuando se pregunta en el mundo: ¿quién se opuso a la eliminación de la esclavitud? ¡Silencio! Es más, nadie entiende cómo pudo darse la esclavitud, pero en su momento hubo quienes la justificaron como una institución económica fundamental, que se basaba, obviamente, en la explotación de los seres humanos. Pero hoy día nadie se hace cargo. Por cierto, ha pasado mucho tiempo.
El matrimonio igualitario es un salto civilizatorio que permite algo muy simple: que todas las personas sean respetadas en su dignidad, y su orientación sexual no debe ser una razón para ser discriminadas de ninguna forma, menos aún por el Estado. Es más, a través del matrimonio igualitario, el Estado reconoce todas las formas de amor y les concede la merecida protección jurídica que corresponde. Así de simple.
¡Y cuánto ha costado!
Ha tenido que cambiar la forma en que vemos el mundo; ha tenido que cambiar la cultura. Afortunadamente, avanzamos hacia un modo de convivencia que se centra en el respeto irrestricto a la dignidad humana.
Yo creo que la modernidad no tiene que ver con la tecnología ni con los computadores, sino con algo mucho más simple: con el establecimiento de relaciones más simétricas, más igualitarias y con la ampliación de los derechos.
Y el proyecto de ley que estamos discutiendo esta tarde da cuenta precisamente de un salto, de un avance en un país más moderno, entendiendo la modernidad como una sociedad con relaciones sociales más justas. Ese es el sentido de esta iniciativa.
Presidenta, voto a favor. Lo hago con orgullo, convencido de la importancia de este proyecto, y con mucha humildad.
Además, quiero reconocer el esfuerzo de las personas que nos acompañan en las tribunas, con quienes hemos tenido la oportunidad de trabajar en otras iniciativas. La verdad es que ellos y ellas son ejemplos de cómo se debe enarbolar una causa justa, a veces contra viento y marea, a veces con el riesgo de ser impopular, pero sabiendo que se está defendiendo algo importante.
¡Qué alegría saber que hoy la gran mayoría de las chilenas y los chilenos apoya esta iniciativa gracias precisamente a la lucha consecuente de los grupos que representan todo el mundo de la diversidad!
Nos han dado una lección, una verdadera lección de vida. Y, por tanto, creo que son, sin duda, un ejemplo a seguir.
Voto a favor del matrimonio igualitario.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias al Senador Álvaro Elizalde.
Le ofrezco la palabra al Senador Rafael Prohens.


El señor PROHENS.- Gracias, Presidenta.
El proyecto de ley que nos encontramos discutiendo el día de hoy, tal como señala su objetivo, busca regular en igualdad de condiciones el matrimonio de parejas del mismo sexo, otorgando así un acceso igualitario al matrimonio civil.
A pesar de la legislación que regula el matrimonio, incluido el Código Civil, que define el matrimonio como un "contrato solemne", no podemos minimizar a la mera firma de un contrato entre dos partes la importancia que posee esta milenaria institución, que une la vida de personas de manera actual e indisoluble por toda la vida y donde se depositan sueños, esperanzas y proyectos de vida de largo plazo.
Más allá de las consideraciones religiosas que legítimamente se puedan sostener en función de este proyecto, es importante mencionar que la regulación que actualmente se está estableciendo mediante esta iniciativa de ley consiste en modificar el matrimonio civil. Tales cambios no inciden de manera alguna en el matrimonio canónico o religioso, el cual mantiene su completa autonomía e independencia en la regulación secular. Este Senado no puede intervenir en sus decisiones ni organización interna y el presente proyecto no pretende en modo alguno incidir en dichas materias.
Tal como se ha mencionado en intervenciones previas, esto corresponde a un mandato dado por nuestra propia Constitución, que señala que las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos y establece como deber del Estado promover la integración armónica de todos los sectores de la nación, asegurando el derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional.
Del mismo modo, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la cual se encuentra ratificada por nuestro país y, por tanto, forma parte de nuestro derecho interno, reconoce que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.
Los derechos reconocidos en instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados por Chile están estrechamente vinculados con el principio de la igualdad y no discriminación.
La diferencia que se presenta actualmente al limitar que las personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio civil y solo entregarles la posibilidad de firmar un acuerdo de unión civil constituye un elemento segregador que limita de manera arbitraria, y es carente de toda racionalidad, a un grupo de personas solamente por el hecho de su orientación sexual, quienes no pueden ser parte de esta institución, situación que con este proyecto de ley se subsana finalmente, tras muchos años de discusiones.
En el fondo, este proyecto busca modificar, en la regulación del matrimonio, el concepto de "hombre y mujer" por "dos personas". Esta pequeña modificación, que acarrea una serie de ecuaciones legales, por más escueta que sea, viene a traer justicia e igualdad de derechos y de acceso a disidencias sexuales que han sido históricamente segregadas y a las que no se les ha permitido acceder con plena igualdad a todas las instituciones y derechos de nuestra sociedad.
Por último, quiero reconocer la labor del Presidente Piñera, quien le dio urgencia a este proyecto, por la convicción personal de que debemos avanzar en una inclusión real y en una igualdad de derechos, situación gracias a la cual podemos discutir este proyecto el día de hoy.
Votaré a favor, Presidenta.
La señora PROVOSTE (Presidenta).- Muchas gracias al Senador Rafael Prohens.
Con esta intervención, se da por concluido el debate de este proyecto de ley en el día de hoy en la Sala.
Mañana, a partir de las 9, iniciaremos la sesión especial para seguir su discusión. Ya se han inscrito para hacer uso de la palabra la Senadora Ximena Rincón, la Senadora Carolina Goic y el Senador Galilea.
A las 11 de la mañana, como ya se ha señalado, vamos a cerrar el debate y comenzará la votación de esta iniciativa.
Queremos agradecer a las organizaciones que durante esta jornada han estado participando y escuchando este debate, el que esperábamos tener hace mucho tiempo acá, en la Sala.
Muchísimas gracias al Movilh y a la Fundación Iguales, por el trabajo y el acompañamiento legislativo durante largo tiempo.
--Queda pendiente la discusión particular del proyecto.