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INCLUSIÓN DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES EN ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES PARTICULARES PAGADOS


El señor QUINTEROS.- Señora Presidenta, el 3 de abril del año 1990, a menos de un mes de haber asumido el nuevo Gobierno democrático, y con la firma del Presidente Patricio Aylwin y del Ministro de Educación de la época, Ricardo Lagos, fue dictado el decreto N° 490, que establecía normas para integrar a alumnos discapacitados en establecimientos comunes.
Fue este el primer paso de lo que sería más adelante el Programa de Integración Escolar, más conocido como "PIE", que iría avanzando progresivamente en las aulas públicas y que tuvo su mayor auge a partir de la ley N° 20.201, que modificó la ley sobre subvenciones para este fin, y que lleva la firma de la Presidenta Bachelet y de la entonces Ministra de Educación y hoy Senadora Yasna Provoste.
Es justo reconocer esto, porque si se puede dar un paso más hoy es porque antes hubo quienes señalaron el camino. Ha sido un largo proceso para que nuestro sistema escolar completo pase a un enfoque plenamente inclusivo y no exento de incomprensiones. Sin duda es un proceso que no está completo, pues aparecerán cada día nuevos desafíos de integración; por ejemplo, el esfuerzo mayor que se requiere para la reinserción de los llamados "ninis", o ahora, con la necesidad de universalizar el internet para asegurar la continuidad de estudios de nuestros niños y jóvenes en tiempos de pandemia.
La inclusión de niños y adolescentes con necesidades educativas especiales no es solo un avance de nuestro sistema educacional, sino también un progreso cultural -diría yo- civilizatorio, pues da cuenta de la manera como el Estado y la sociedad tratan a las personas con discapacidad, y en general, a todos los niños y niñas que por cualquier razón enfrentan barreras o desventajas para incorporarse plenamente a la educación, al mundo del trabajo y a la vida social en todas sus formas.
Por lo mismo, llama la atención que hasta ahora los colegios particulares pagados, supuestamente de mayor calidad, no se hayan sumado voluntariamente a esta modalidad sino excepcionalmente. Normalmente estos establecimientos han internalizado los avances con mayor anticipación que el sistema público, poniendo a disposición los últimos y mejores recursos pedagógicos. Sin embargo, en esta materia se han quedado atrás, reproduciendo el esquema de una educación elitista destinada solo para los supuestamente mejores o los que tienen las mayores capacidades.
En este plano se han equivocado. Pueden haber ganado algunos puntos en los rankings, pero han perdido en otros aspectos, privando a sus alumnos de conocer y convivir con la diversidad, que es el mayor motor de desarrollo en el mundo global de hoy.
En definitiva, lo que ha pasado con la educación es un fiel reflejo de lo que ha acontecido con la sociedad: un sector de la sociedad buscando segregar, separarse, vivir, estudiar, trabajar, consumir y recrearse en determinados barrios, colegios y comunas, y otro sector ampliamente mayoritario demandando una oportunidad para integrarse, desde sus desventajas, a los espacios a que han sido relegados.
Este proyecto es un paso en la dirección correcta: los colegios particulares pagados deberán incluir a estudiantes con necesidades educativas especiales que provienen de los mismos hogares que el resto de sus alumnos, pero que hasta ahora tenían serios problemas para encontrar una oferta educativa adecuada, así sea pagada para sus hijos.
Tampoco podrán cobrar adicionalmente por ello. Hasta ahora la disponibilidad de cupos para estos alumnos era muy limitada en este sector que puede pagar, y muchas veces estos hogares han encontrado mayores oportunidades en escuelas públicas que en colegios particulares. De modo tal que no siempre el sector público llega detrás del sector privado. Esta era la norma antes, cuando las escuelas, liceos y universidades públicas tenían un prestigio y eran la avanzada en muchos ámbitos. Ojalá que en algunos años más, cuando la reforma educacional esté dando buenos frutos, recuperemos aquello y que el sistema público pueda dar una oferta potente en todos los planos para nuestros niños y jóvenes, y así lo reconozca toda la sociedad, que preferirá llevar a sus hijos a una escuela pública.
Señora Presidenta, ayer vimos el proyecto que prohíbe negar la matrícula en los colegios particulares por mora en los aranceles. La iniciativa de hoy va en la misma línea, de manera que en estos colegios no prime solo el interés pecuniario, sino por sobre todo su fin social.
Algunos sostenedores particulares verán esto como una obligación, como una carga, e incluso a algunos apoderados de colegios exclusivos les disgustará la idea. Pero la verdad es que estos establecimientos también ganarán mucho con esta integración.