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PROTECCIÓN DE INTEGRIDAD E INDEMNIDAD MENTAL FRENTE A AVANCES NEUROTECNOLÓGICOS


El señor QUINTEROS.- Gracias, Presidente.
Debemos reconocer que el Congreso del Futuro ha traído año a año a Chile un conjunto de temas científicos, que evidencian un impresionante desarrollo de las tecnologías y que ponen una voz de alerta respecto de la necesidad de normar los nuevos escenarios que se avecinan en este cambio científico-tecnológico, considerando las implicancias que ello trae consigo.
Este proyecto es fruto de dicho evento científico y busca proteger la integridad física y mental de las personas, ante la intervención, alteración o modificación directa de nuestro cerebro por medios tecnológicos. Hoy, cuando existe ya la posibilidad de establecer conexiones entre el cerebro y tecnologías extracorpóreas con el fin de alterarlo o modificarlo, nos enfrentamos a un tema doblemente complejo: tiene que ver no solo con las ciencias exactas y biológicas, sino también con cuestiones éticas, sociales y hasta políticas.
Sin embargo, este no es un tema que convoque consenso. Mientras algunos expertos empujan la idea de establecer un nuevo conjunto de derechos para las personas, que garantice un marco de protección a su seguridad, a su privacidad o integridad; otros especialistas apuntan a que no sería necesario generar un nuevo marco legal, puesto que el existente entrega ya las certezas necesarias, como señala un documento elaborado por la Universidad de Valparaíso, según el cual "estaríamos cautelando de nuevas amenazas a viejos derechos humanos".
También hay quienes señalan que resulta contradictorio otorgar rango constitucional a la protección de la integridad del cerebro humano frente a la neurotecnología, si en la práctica -dicen- no hay capacidad para defender otros derechos fundamentales que los que ya están consignados en la Constitución.
No obstante, Presidente, el debate en torno a esta materia no hace más que otorgar legitimidad a la necesidad de contar con un instrumento legal que ofrezca por lo menos un punto de partida para encarar un futuro cuya única certeza es el cambio; sobre todo, cuando las tecnologías ocupan cada vez más un lugar de trascendencia en nuestras vidas, ya sea en la ciencia, en la medicina, en la construcción de vínculos sociales, en la publicidad, en la seguridad y también, por cierto, en la política.
Los avances en neurociencia para generar inteligencia artificial y la posibilidad de que estas tecnologías tengan incidencia a futuro en el comportamiento humano deben contar con determinados límites, tal como lo señalara el neurocientífico que acá se ha nombrado varias veces, Rafael Yuste: "La identidad mental es un derecho que no puede ser manipulado y cualquier intervención, por motivo de salud, debe estar regulada legalmente".
Un tema que ocupa a muchos países en la actualidad es la participación de las grandes corporaciones tecnológicas en la segmentación de la sociedad, en la identificación de sus preferencias económicas, lealtades políticas y emociones para modificarlas o alterarlas.
Mucho de eso ya se hace a través de la motorización de nuestros dispositivos móviles. No deberíamos esperar a que la realidad nos sobrepase y a que en el futuro cercano la implementación de una microprótesis pueda otorgar información a un tercero y, sobre todo, poder para incidir en el comportamiento de una persona. No estamos ya frente a un mero ejercicio de ciencia ficción. El desarrollo de nuestra sociedad, su avance tecnológico, nos propone dilemas que todavía no alcanzamos a dimensionar en su totalidad y, de seguro, va abriendo el campo para nuevos derechos y obligaciones.
El Congreso del Futuro, en sus próximos eventos, debería seguir tratando estos temas. La protección del individuo es también la protección de la sociedad y de toda nuestra organización política.
El señor PIZARRO (Vicepresidente).- Senador Quinteros, ¿cómo vota usted?
No le escuchamos. Se desactivó su micrófono.
El señor QUINTEROS.- Voto nuevamente a favor.