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LÍMITE A REELECCIÓN DE SENADORES, DIPUTADOS, CONSEJEROS REGIONALES, ALCALDES Y CONCEJALES


El señor QUINTEROS.- No sé si se escucha...
La señora MUÑOZ (Presidenta).- Se escucha bien, Rabín.
El señor QUINTEROS.- Gracias, Presidenta.
En su oportunidad, voté a favor de la idea de legislar. Sin embargo, creo que este es un proyecto que puede tener una muy buena intención, pero que no termina de resolver el problema que intenta remediar.
En efecto, la demanda por contar con un sistema que garantice el recambio de los representantes políticos viene sumando fuerzas desde hace bastante tiempo y se intensificó con el estallido social de octubre pasado. Pero, tal como ha ocurrido con la discusión en torno a la dieta parlamentaria, es difícil creer que la limitación de las reelecciones cambie la percepción de la gente respecto de la actividad política.
En principio, para la opinión pública resulta exagerado concebir que un legislador ejerza su cargo por veinte e incluso más años. Este proyecto, sin embargo, podría permitir que más de un legislador cumpla treinta y seis y hasta cuarenta y ocho años de labor ininterrumpida en el Parlamento, con el solo resquicio de cambiarse de Cámara.
Este proyecto, Presidenta, falla al hacer la distinción entre Diputados y Senadores. El Congreso es uno solo; está compuesto por dos Cámaras y, para hacer realmente efectivo el límite de reelecciones, debería operar para todos los parlamentarios, sin distinción de Cámara. De lo contrario, se corre el riesgo de provocar una distorsión en el espíritu de la ley, que es precisamente asegurar la renovación de los representantes.
¡Pero de qué renovación me hablan cuando un legislador que lleve doce, dieciséis, veinte, veinticuatro años, con el solo hecho de cambiarse de una Cámara a otra, puede estar otros doce o dieciséis años!
De más está decir que cuando eso ocurra, se decepcionará la opinión de la gente y continuará minándose la confianza en las instituciones.
Sostengo que en el momento actual se necesita una renovación verdadera y más fuerte en los distintos cargos de elección popular. Sin embargo, el debate sobre esta iniciativa, lejos de desarrollarse en el marco de una discusión reposada y de fondo, ha estado marcado por las consignas. Y de ello da cuenta la verdadera guerrilla de declaraciones, promesas y acusaciones que hemos presenciado en estos días a través de los medios y las redes sociales.
Leo declaraciones de Diputados emplazando a este Senado para que se apruebe una supuesta retroactividad. Pero ha faltado sinceridad: nadie precisa que el proyecto aprobado por los Diputados considera el actual período como el primero para todas las autoridades, es decir, no aprobaron la referida retroactividad.
Con respecto a esta famosa retroactividad, me llama la atención que este mismo Congreso se haya negado a aplicar tal criterio a cuestiones ciertamente más relevantes y claves en la legislación que hemos hecho. Noto ciertos tintes de populismo en la defensa de esta medida.
Se ha llegado al absurdo de que se ataque por las redes, ¡siempre las redes!, a ciertos Senadores, instándolos a inhabilitarse en esta votación, porque se afectaría su interés en una probable reelección, ignorando que ello puede afectar el propio éxito de esta reforma.
La discusión se ha centrado en la retroactividad de la norma, pero la disposición transitoria que se propone, al menos en su inciso primero, resulta perfectamente inútil, porque, si se prescindiera de ella, de igual modo regirá de inmediato la limitación a la reelección. Es decir, según algunos juristas, con inciso o sin inciso primero de la norma transitoria, los Diputados que hayan cumplido tres períodos y los Senadores que hayan cumplido dos están imposibilitados de ir a una reelección. Por cierto, esta prohibición regirá solo para la misma Cámara, pues estarían habilitados para presentarse en la otra...
La señora MUÑOZ (Presidenta).- Dele un minuto más, por favor, Secretario.
El señor QUINTEROS.- Treinta segundos.
En definitiva, señora Presidenta, con mi voto a favor, reitero mi decisión de apoyar el establecimiento de límites a la reelección, pero que sean de verdad, sin subterfugios, aunque estoy consciente de que el proyecto que estamos votando no garantiza cabalmente este objetivo.
He dicho.


El señor QUINTEROS.- Quiero fundamentar mi voto, señora Presidenta.
Yo manifesté que apoyaba una reforma real, una reforma que limite, de verdad, las reelecciones. Por eso voté a favor en la primera vuelta.
Y dije que para mí este proyecto resultaba bastante incompleto, porque el Congreso es uno solo, compuesto por dos Cámaras, lo cual es diferente.
También indiqué que la norma transitoria era muy confusa, que no estaba bien diseñada y que para mi gusto era inútil, porque la norma permanente es suficiente para los que esperan que la limitación rija de inmediato.
La norma permanente está y los que quieren la limitación se equivocan rechazando la transitoria que se nos propone.
Creen que con eso están evitando la retroactividad. Y aquí no estamos hablando de la retroactividad, porque para materializar ese propósito, que piensan algunos, se necesita otra norma.
Lo dije en mi intervención.
Lamentablemente, esta enmienda aplica distintas soluciones para alcaldes y para parlamentarios. Y yo concuerdo con que esta norma no se aplique para las autoridades locales cuyo proceso electoral ya se encuentra en marcha.
Por eso espero que todas estas contradicciones se aclaren adecuadamente, y ojalá el proyecto se pueda mejorar en una Comisión Mixta.
Por esas razones, me abstengo.


El señor QUINTEROS.- Señora Presidenta, debo ser consecuente con lo que he manifestado en mis dos intervenciones anteriores. Yo dije que este proyecto no me satisfacía; que era incompleto, y que esperaba que una Comisión Mixta solucionara los vacíos que le veo.
Así que, bajo esa premisa, voto en contra.