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REBAJA DE EDAD PARA SER CIUDADANO Y DERECHO DE SUFRAGIO EN ELECCIONES MUNICIPALES PARA MAYORES DE CATORCE AÑOS


El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Proyecto de reforma a la Carta Fundamental, en primer trámite constitucional, que rebaja la edad para ser ciudadano y otorga el derecho a sufragio en elecciones municipales a quienes hayan cumplido catorce años de edad, con informe de la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía.
--Los antecedentes sobre el primer proyecto (8.680-07) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señores Navarro, Quintana y del entonces Senador señor Tuma):
En primer trámite: sesión 61ª, en 19 de noviembre de 2012 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el segundo proyecto (8.762-07) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señor Bianchi y del entonces Senador señor Gómez):
En primer trámite: sesión 91ª, en 2 de enero de 2013 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el tercer proyecto (9.681-17) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señor De Urresti, señora Allende, señores Araya, Quinteros y del entonces Senador señor Horvath)
Informe de Comisión:
Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía: sesión 75ª, en 26 de noviembre de 2019.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Tiene la palabra la señora Secretaria.
La señora SILVA (Secretaria General subrogante).- El principal objetivo del proyecto es reconocer la calidad de ciudadano a los jóvenes que hayan cumplido dieciséis años de edad y, por ende, el derecho a voto en las elecciones parlamentarias y de Presidente de la República, y a los mayores de catorce años de edad, el derecho a sufragio en las elecciones municipales, a fin de facilitar su participación democrática.
La Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía discutió el proyecto solamente en general y acordó proponer a la Sala despacharlo en los mismos términos, con el texto que se propone en la parte pertinente del informe.
El referido órgano técnico aprobó la idea de legislar por la mayoría de sus miembros presentes. Votaron a favor los Senadores señora Muñoz y señores Latorre y Navarro, y en contra el Senador señor Moreira.
Cabe hacer presente que el artículo único del proyecto de reforma constitucional requiere la aprobación de las tres quintas partes de los Senadores en ejercicio, esto es, 26 votos favorables.
El texto que se propone aprobar se consigna en la página 126 del informe de la Comisión y en el boletín comparado que Sus Señorías tienen a su disposición.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Gracias, señora Secretaria.
En discusión la idea de legislar.
En su calidad de Presidente de la Comisión, tiene la palabra el Senador señor Navarro para informar acerca del proyecto.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, el proyecto que estamos conociendo busca introducir una reforma al artículo 13 de la Constitución Política de la República, que fija la edad legal para votar y que hoy día está en los dieciocho años, incorporando una modificación que reemplaza el guarismo "18" por "16".
A su vez, el proyecto agrega un inciso segundo para establecer que, en el caso de las elecciones municipales, el requisito es haber cumplido los catorce años de edad.
La Comisión celebró nueve sesiones, a las que invitó a 120 organizaciones de carácter político-juvenil; a especialistas en derecho penal; a expertos en materias administrativa-constitucional, pedagógica, psicológica y académica; a todo el espectro de las juventudes políticas, y a diversos organismos vinculados con la educación y la participación política.
Todo esto en torno a las siguientes consideraciones:
Primero, en el año 2005 el Congreso Nacional realizó una modificación al Código Penal para establecer que a los catorce años (se rebajó de los diecisiete a los catorce) en los jóvenes existe discernimiento -es decir, pueden distinguir entre el bien y el mal- y que a esa edad son imputables penalmente bajo el régimen juvenil que el Código Penal consagra. Esto es, los menores no van a la cárcel pública, sino a centros de reclusión destinados a esa finalidad, implementados bajo la política del Sename.
De ese modo, a partir de ese año se abrió un debate de carácter internacional. Chile fue criticado por algunos organismos internacionales como la Unicef y el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, toda vez que hubo unanimidad en que rebajar la edad para la imputación penal tenía consecuencias negativas sobre los procesos de desarrollo y formación, especialmente en el respeto a niños, niñas y adolescentes.
En general, la fundamentación de esa normativa legal (siempre es malo discutir los proyectos de ley bajo un entorno crítico) se hizo en torno a los llamados "niños araña" y a la utilización que hacen los delincuentes de los menores de dieciocho años, los cuales, como no eran imputables, quedaban en libertad.
Esa era la denominada "puerta giratoria", que fue objeto de un gran debate en Chile -y sigue siéndolo-, y, por tanto, se buscó frenar una oleada de acción delictual juvenil con menores de diecisiete y mayores de catorce, los que quedaban en libertad ante la imposibilidad de los jueces y de la policía de proceder a su detención y procesamiento.
Todo ese debate se dio en un clima de aumento de la delincuencia y de una preocupación de carácter nacional.
Del mismo modo, quiero puntualizar que este fue un debate que hicimos en la Sala, muchos votamos a favor, porque existía y sigue existiendo, de parte de los delincuentes y del crimen organizado, la utilización de menores de edad para la comisión de delitos.
Lamentablemente, esto va a ocurrir siempre mientras exista crimen organizado. Sucede en México, en Brasil y en todo el mundo. El crimen organizado recluta sin importar la edad, sino la condición social y particularmente la aptitud de los jóvenes para convertirse en soldados del narcotráfico, de la organización criminal.
Muchos, incluidos los autores del proyecto, especialmente el Senador Quintana y el que habla, hicimos un debate posterior al año 2005 en nuestra condición de Senadores.
Ya en el 2006 aprobamos la ley N° 20.131 que estableció, por primera vez en Chile y como único lugar del mundo, y se permitió la votación de los menores de catorce años en las juntas de vecinos, tras una modificación a la ley respectiva.
En consecuencia, dicha ley brindó el derecho a voto a los mayores de catorce años en las juntas de vecinos, restringiendo la posibilidad de ser dirigentes, dadas su condición de ser menores de edad y la imputabilidad de la responsabilidad de los padres en tal caso.
Por lo tanto, despachamos la ley que autorizó el voto a los mayores de catorce años en las juntas de vecinos, pero sin considerarlos aptos para asumir cargos dirigenciales de responsabilidad de carácter administrativo.
La Comisión hizo un extenso debate, El informe, que está a disposición de los señores Senadores, es de 127 páginas.
En dicho órgano técnico también hubo discrepancias. La iniciativa fue aprobada por 3 votos a favor y 1 en contra. La mayor votación unánime se dio en torno a los dieciséis, bajo los siguientes argumentos. Se intenta resumir la posición de las 120 organizaciones e instituciones que escuchamos respecto de la necesaria integración de los menores de dieciocho años y mayores de catorce a los procesos de socialización política y social.
Se constataba que había una enorme voluntad de participación ejercida por canales distintos a la institucionalidad democrática.
Los autores de este proyecto -y así también lo expresaron de manera diversa tanto quienes manifestaron aprensiones por el voto a los catorce y a los dieciséis, como quienes lo apoyaron de manera decidida- plantean que este proceso de praxis democrática implica una superioridad impresionante frente a la llamada "educación cívica".
Claramente la educación cívica comprende la praxis de la democracia: la participación, el debate y la votación en el ámbito que fuera requerido; en este caso, las elecciones municipales o las presidenciales y parlamentarias.
Están a disposición de los señores Senadores las opiniones de las organizaciones, de los psicopedagogos, de los psicólogos, de los abogados penalistas, de los abogados constitucionalistas y de todas las juventudes políticas que asistieron a la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía. Es un marco diverso de opiniones en torno a la necesidad de que los jóvenes participen.
Entrego este informe como Presidente de dicho órgano técnico, señor Presidente, y me reservo la opción para defender la iniciativa -yo voté a favor- para cuando me corresponda intervenir.
Ponemos a disposición de la Sala el informe de la Comisión de Derechos Humanos respecto a la reforma constitucional del artículo 13 para rebajar la edad de sufragio en elecciones municipales a los catorce años y en las presidenciales y parlamentarias a los dieciséis.
Es cuanto puedo informar, señor Presidente.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador Iván Moreira.


El señor MOREIRA.- Señor Presidente, en la Comisión de Derechos Humanos vimos este proyecto de ley, y efectivamente fui el único que votó en contra.
Pero antes de iniciar mi intervención, quiero decir algo: ¡dónde está la Oposición!
No hay nadie. O sea, en esta iniciativa dejaron solo al Senador Navarro. ¡Esa es la verdad!
Y ahora el Senador Navarro se va. ¡Se va!
El señor NAVARRO.- Voy a buscar a los demás.
El señor MOREIRA.- Lo encuentro increíble.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Senador, refiérase al proyecto, por favor.
La señora EBENSPERGER.- ¡Póngalo en votación, Presidente...!
El señor MOREIRA.- Señor Presidente, queremos pedir, manteniendo los tiempos de todos los señores Senadores, que abra la votación.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Primero lo escuchamos y luego vamos a someter a votación.
Con calma, Senador Moreira.
Lo escuchamos atentamente.
El señor MOREIRA.- Señor Presidente, conocí este proyecto cuando inicié mi titularidad en la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, y manifesté en la instancia mi rechazo al proyecto por las siguientes razones.
En primer lugar, el proyecto no toma en cuenta, o no le importan, los severos efectos que una reforma como esta genera en el sistema electoral. El propio Servel señaló en la Comisión que solo ocho países en el mundo, ¡ocho países en el mundo!, han rebajado la edad para ser ciudadano a los dieciséis años. Y cada uno con sus condiciones especiales, como es el caso de Argentina, donde el voto para los mayores de dieciocho años es obligatorio y para los menores entre dieciséis y dieciocho años es voluntario.
De rebajarse la edad para ser ciudadano, no solo se puede votar, también se puede ser candidato a buena parte de los cargos de elección popular ¡a los dieciséis años!
Un menor que ni siquiera ha terminado la enseñanza media podría ser eventual candidato a concejal, alcalde u otro cargo, sin cumplir requisitos legales como haber cursado la enseñanza media. Se caería en incoherencias manifiestas como exigir educación media obligatoria, pero que no sería necesaria para ser autoridad.
Pero, aún más, la calidad de ciudadano implica la inscripción de sus datos en el Registro Electoral y, por ello, la posibilidad de ser designado como vocal de mesa. Reitero: estas manifiestas incoherencias con relación a rebajar la edad para ser ciudadano conlleva la inscripción de esos menores en el registro del Servel, con lo cual -lo recalco- estos podrían ser convocados como vocales de mesa. En efecto, si se aprueba esta iniciativa, una niña o un joven de catorce años podría resultar ser elegido como vocal o presidente de mesa.
El eventual aumento de votantes implica necesariamente elevar el número de mesas y de vocales, dado que se deben incorporar estos nuevos votantes al sistema. Ello necesariamente, señor Presidente -le agradezco su dedicación a escuchar este planteamiento-, implica un mayor costo al Servicio Electoral, lo que podría hacer que este proyecto fuera inconstitucional por significar un mayor gasto fiscal.
Otro tema no menor: la modificación planteada deja a la ley la obligatoriedad o voluntariedad del voto, siguiendo las reglas aplicables al resto, por lo que, en un eventual regreso al voto obligatorio, estamos forzando a todos estos adolescentes a votar, ¡caso único en el mundo! Y este dato me lo entregó en un comparado la Biblioteca del Congreso.
Pero respecto de las argumentaciones otorgadas para justificar el proyecto, ninguna de ellas parece lo suficientemente profunda como para aprobarlo, ni siquiera en general. Aun entre los propios adolescentes invitados, no existió consenso sobre esta facultad, particularmente sobre permitir la votación desde los catorce años en las elecciones municipales.
Hay suficientes estudios que hablan de la distancia que se ha producido en las sociedades occidentales entre la madurez biológica, la madurez afectiva y la madurez social. Cada vez nuestros jóvenes maduran afectiva y socialmente más tarde. Esto es en promedio. De hecho, se ha comenzado a dar una tendencia en Estados Unidos que busca retrasar la mayoría de edad y dejarla en veintiún años.
La experiencia internacional, señor Presidente, es mínima: solo ocho de doscientos países en el mundo, cada uno con características especiales.
Se argumenta que nuestros adolescentes, pese a ser sujetos de sanción penal, no pueden votar, lo que sería injusto, pero se olvida que existe todo un sistema penal adolescente que precisamente es distinto para los menores entre catorce y diecisiete años, porque ellos no tienen la madurez suficiente y, por ello, reciben un tratamiento diferente.
Siguiendo este proyecto, a los dieciséis años un joven o una joven chilena no puede conducir vehículos motorizados, comprar alcohol o cigarrillos; aún está en el colegio de manera obligatoria; tiene un sistema penal especial, pero podría ser elegido concejal o alcalde. De esas incoherencias no se hace cargo este proyecto.
Por último, y en un tema que se planteó en varias oportunidades por los jóvenes que fueron invitados a la Comisión, todos ellos entendían que, sin la existencia previa de clases de Educación Cívica desde primero medio, es hasta irresponsable proponer un proyecto de esta envergadura sin considerar la necesaria preparación que implica ejercer nuestra democracia de manera responsable.
Podrán haber estado algunos de acuerdo con este proyecto, pero todos indicaron que no había en nuestro país una verdadera educación cívica.
Entonces, ¿cómo pensar en mejorar un proyecto como este con indicaciones? Simplemente, no se puede.
Finalmente, es necesario mencionar que, existiendo tres iniciativas en esta materia, se decidió trabajar con la más extrema, con la que incorpora a los mayores de catorce años en la votación para las municipales, cuestión que no estaba en las otras mociones.
Populismos hemos tenido bastantes en estos días. ¡Demasiados desastres! Y estamos pagando muy caros sus efectos.
Hay que respetar los procesos de maduración de cada etapa de nuestros adolescentes y jóvenes.
El proyecto no se hace cargo, ni siquiera mínimamente, de sus consecuencias. Por eso lo he rechazado.
Sé que las comparaciones son odiosas y sé que la mayoría de los jóvenes no son narcotraficantes ni violentistas; pero, ¡perdónenme!, yo no les pienso dar la oportunidad a los miles de saqueadores y violentistas, que usan capuchas, que se esconden, para que tengan derecho a votar.
Aquí también hay un tema de salud pública. Los jóvenes que están en la calle destruyendo, en su mayoría, son desadaptados.
Y los otros jóvenes, que ejerzan su derecho a votar cuando cumplan dieciocho años. ¿Por qué antes?
Creo que este proyecto es populista. ¿Por qué? Porque algunos sectores de la Izquierda, y otros más radicalizados de la Izquierda, piensan que con esto van a poder convocar para ganar futuras elecciones. Generalmente, esa juventud está más cerca de la Izquierda, y para algunos es mucho más fácil que esa ingenuidad se transforme en un capital político.
Por eso, señor Presidente, considero que este no es el proyecto más indicado y menos el que Chile necesita.
¡Voto que no!
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Señor Senador, solo cabe agregar a todo su extenso argumento que no es posible que este proyecto sea declarado inconstitucional, porque es una reforma constitucional. Por tanto, mal podría ser declarado de esa forma.
El señor MOREIRA.- Le agradezco mucho esa precisión, señor Presidente.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).-Tiene la palabra la Senadora Carmen Gloria Aravena.


La señora ARAVENA.- Señor Presidente, respetando los argumentos que ha dado uno de los autores de esta iniciativa, hago presente que me parece un poco complejo el objetivo de que nuestros menores de edad participen activamente en elecciones, no así que estén activamente vinculados en política de participación ciudadana. Eso me parece muy bien.
En ese contexto, evidentemente hay una preocupación legítima por la participación de los chilenos en las elecciones, la que ha sido muy baja en los últimos años. Ante ello, soy de la idea de retomar la discusión respecto a la inscripción automática y el voto obligatorio. Creo que Chile ha demostrado que todavía no está en condiciones de que el sufragio no sea obligatorio, porque la representatividad de los que votan es muy baja.
Me quiero referir a la situación propiamente tal de los adolescentes para precisar por qué creo que es importante que participen en política, pero en las áreas propias de su formación, de conformidad a la edad que tienen. Existen alternativas para que ellos participen cívicamente en la elección de autoridades en sus colegios, de los centros de alumnos y en otras entidades que hoy día les permiten ser representantes y activos participantes de la vida ciudadana en cada uno de sus territorios o comunas.
La ley, en diversos casos, es clara al delimitar la participación de jóvenes menores de edad en distintas esferas de la vida en sociedad.
En materia civil, por ejemplo, solo pueden participar representados por un adulto.
Respecto al trabajo, pueden ser considerados trabajadores los mayores de quince años que cuenten con autorización notarial de los padres.
En cuanto al matrimonio, pueden contraerlo a partir de los dieciséis años, pero también deben ser autorizados por sus padres.
Asimismo, la venta de bebidas alcohólicas está prohibida para los adolescentes, dado que se encuentran en formación.
Por otro lado, es importante aclarar que en países desarrollados -no es el caso de Chile-, como Alemania y Estados Unidos, fijan la edad mínima para participar en elecciones en dieciocho años, y también nuestros vecinos, como Argentina, Bolivia, Paraguay y Perú.
También quiero destacar un antecedente importante en esta materia. El año 2015 diversos Diputados de Oposición (Claudio Arriagada, Loreto Carvajal, Sergio Espejo, Marco Antonio Núñez, René Saffirio y Leonardo Soto) presentaron un proyecto para aumentar a dieciocho años la edad mínima para contraer matrimonio. Y cito textual lo que ellos argumentan: "a los 16 años de edad -edad que actualmente se permite- los adolescentes se encuentran en plena etapa de desarrollo emocional y psicosexual, por lo que no habría una plena conciencia a tan temprana edad de lo que significa proyectarse a futuro en un vínculo de relaciones familiares de la magnitud del matrimonio".
Entonces, si estos Diputados de Oposición legítimamente están planteando que los adolescentes no tienen edad todavía para tomar ese tipo de decisiones, ¿por qué sí la tendrían para votar?
La literatura científica da cuenta de una inmadurez de pensamiento de los jóvenes, no por ello no legítima -eso quiero dejarlo claro-, principalmente porque la parte frontal del cerebro, llamada "corteza prefrontal", es una de las últimas regiones en madurar. Y esta es responsable de las áreas del desarrollo de la planificación, la toma de decisiones, el cálculo de prioridades, el control de impulsos, como señala el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, que es uno de los mayores en el mundo.
En ese contexto y entendiendo el legítimo interés de participación ciudadana de los jóvenes de este país, quiero plantear hoy día, en atención a todo lo que he expuesto y a muchos otros antecedentes que existen, que, a mi juicio, no corresponde dar mayor participación y representación por esta vía, sino, más bien, a través de retomar el debate sobre el voto obligatorio y la inscripción automática.
Por lo tanto, anuncio que voy a rechazar el proyecto.
Comprendo los intereses que hay detrás de la iniciativa, pero me parece que no es el momento para llevarla adelante.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Se ha pedido abrir la votación.
¿Habría acuerdo?
Acordado.
En votación la idea de legislar.
--(Durante la votación).
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador Francisco Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, Honorable Sala, efectivamente este proyecto establece una paradoja: por una parte, rebaja la edad de ciudadanía a los dieciséis años, modificando el artículo 13, inciso primero, de la Constitución y, por otra, establece el derecho a sufragio para elecciones municipales a los chilenos que hayan cumplido catorce años de edad.
Claramente, debemos tener en cuenta una serie de consideraciones.
Primero, que esta reforma constitucional separa dos instituciones que tienen que estar íntimamente ligadas: la ciudadanía y la mayoría de edad. No es casualidad que el artículo 26 del Código Civil disponga que ambas coincidan: es "mayor de edad, o simplemente mayor, el que ha cumplido dieciocho años". Y en virtud de ello, se genera una serie de derechos y deberes, como realizar actos jurídicos sin representación y tutela, suscribir contratos, entre otros.
Luego, no tendría sentido que existan ciudadanos que aún sean menores de edad.
El proyecto también permitiría que jóvenes de dieciséis años o más puedan optar a cargos de elección popular, en aquellos casos en que la ley no establezca un criterio de edad distinto. Para Presidente de la República y Senador, la Constitución exige treinta y cinco años, y para Diputado, veintiuno.
Tampoco es plausible que los jóvenes que aún no alcancen la mayoría de edad legal, como se estableció en el punto anterior, puedan optar a cargos de elección popular, por cuanto sería altamente irresponsable que una persona sea candidata sin tener la capacidad, por ejemplo, para comprar alcohol o manejar automóvil, y menos para casarse, tal como señaló la Senadora Carmen Gloria Aravena, quien me antecedió en el uso de la palabra.
Incluso, hay un proyecto de ley en la Cámara de Diputados que busca elevar la edad para casarse.
Esta iniciativa genera otra paradoja: se podría votar sin ser ciudadano todavía, en circunstancias de que la Constitución establece que el derecho a sufragio es consecuencia directa de la calidad de ciudadano.
Asimismo, esta reforma importa una imprecisión arbitraria respecto de las distintas elecciones, debido a que se otorga derecho a sufragio a jóvenes entre catorce y dieciséis años para elecciones municipales, pero no para otras. Ello causará confusión cuando haya votaciones simultáneas, como va a ocurrir en el próximo proceso eleccionario, donde coincidirá la elección municipal con la de gobernadores regionales.
El proyecto tampoco establece si el sufragio para mayores de catorce y menores de dieciséis será obligatorio o voluntario, cuestión que estamos propiciando con un proyecto de ley, que firmamos transversalmente, para volver al voto obligatorio con inscripción automática. Esta iniciativa se encuentra en la Comisión de Constitución, y espero que se pueda mover en algún minuto.
Por tanto, eso generaría también otra paradoja.
El proyecto en debate puede ser inviable técnicamente, debido a la información que debe entregar el Registro Civil al Servicio Electoral. Actualmente, tal como se señala, el primero debe enterar a este último una nómina de ciudadanos que tengan diecisiete años a fin de que puedan sufragar una vez cumplidos los dieciocho.
Por tanto, se va a generar también una situación particular, debido a que este proyecto no contempla aquello.
Asimismo, tenemos un problema, como ya señalamos, con la simultaneidad de elección. Pero, además, existen consideraciones de carácter político.
Esta propuesta tiene un nombre aparentemente inocente, pero que implica una modificación radical en nuestro sistema político. Y una idea, que puede ser muy popular, como otorgar el derecho a sufragio a los mayores de catorce años, no es menor, pues la base de todo nuestro sistema político descansa justamente en que la ciudadanía se alcanza a los dieciocho años.
El hecho de que menores de edad puedan votar y ser candidatos a cargos de elección popular altera las reglas según las cuales ha funcionado la política hasta ahora, por lo que se requiere una reflexión mayor: por ejemplo, que el proyecto pase a la Comisión de Constitución, pues solo ha sido visto en la Comisión de Derechos Humanos.
Para sufragar, y sobre todo para ser candidato a un cargo de elección popular, se requiere cierta madurez que, como se ha señalado, efectivamente implica la necesidad de contar con educación cívica, a lo menos. Y fue el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle el que eliminó del currículum de educación escolar el ramo de Educación Cívica. A nuestro juicio, fue un error manifiesto.
Y, por último, puede haber eventualmente problemas del universo votante de jóvenes entre catorce y dieciséis, un tema que hay que enfrentar. Además, ¿por qué circunscribirlo a unas elecciones y no a otras?
En tal sentido, señor Presidente, manifiesto mi voto en contra de este proyecto, que entrega la posibilidad de votar a los mayores de catorce años, porque creemos que altera las bases del sistema político.
En ese contexto, llamo a la reflexión a los señores parlamentarios.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- A continuación, tiene la palabra la Senadora Luz Ebensperger.


La señora EBENSPERGER.- Señor Presidente, seré muy breve.
Creo que acá ya se ha dicho bastante de lo que pienso respecto de este proyecto.
Efectivamente, estoy en contra de aquello que la iniciativa quiere cambiar en nuestra Constitución. No resulta coherente ni entendible ni lógico adelantar la edad de votación a los mayores de catorce años, aunque solo sea en la elección municipal, y rebajar la edad para ser ciudadano a los dieciséis.
En nuestra legislación, la plena capacidad civil para el ejercicio de todos los derechos y deberes se adquiere con la mayoría de edad a los dieciocho años. La misma edad es la que se exige para sacar licencia de conducir, de acuerdo con la Ley del Tránsito; para adquirir alcohol; para casarse sin autorización de los padres; para suscribir un contrato de trabajo, también sin autorización de los padres; para tener plena responsabilidad penal, porque recordemos que los mayores de catorce y menores de dieciocho tienen un sistema especial de responsabilidad penal adolescente. Y que sea especial esta legislación y que el menor no tenga plena responsabilidad penal obedece precisamente a que los legisladores han reconocido históricamente que la plena capacidad, que la plena madurez se adquiere con la mayoría de edad, que nosotros decidimos que fuera a los dieciocho años.
Por lo tanto, comenzar a otorgar este tipo de derechos anticipadamente, sin una razón más profunda, no encuentra lógica ni coherencia en nuestro sistema.
Lo mismo se ha dicho en la legislación comparada en materia de ciudadanía. Ella se inclina mayoritariamente por los dieciocho años de edad para ser ciudadano.
Se decía acá, hace un rato, por un Senador que me antecedió en el uso de la palabra, que solo ocho países, ¡ocho países!, en la totalidad del mundo han determinado rebajar la edad para sufragar y para obtener la ciudadanía.
El proyecto, señor Presidente, tampoco resulta consistente en su totalidad, y menos con el sistema de elecciones populares, carácter que revisten las elecciones municipales, en que se quiere rebajar la edad para sufragar. Por ello, resultaría muy raro y contradictorio que los mayores de catorce años y menores de dieciséis pudieran tener derecho a voto, pero no a la ciudadanía, que es uno de los requisitos para sufragar.
Resulta inconsistente que ellos solo tengan derecho a votar, ya que no solamente se tienen derechos, sino también deberes aparejados a estos.
Resulta inconsistente también que puedan votar, pero que no cumplan con los requisitos que establece el artículo 72 y siguiente de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades para ser electos alcaldes en las próximas elecciones.
No puedo estar más en contra de este proyecto.
Por lo tanto, anuncio mi voto en contra.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Senador David Sandoval, tiene la palabra.


El señor SANDOVAL.- Señor Presidente, uno se pregunta con estos proyectos, ¿sobre qué estamos legislando o con qué prioridades estamos determinando nuestra tabla para legislar?
Evidentemente, no damos una buena señal al poner como prioridad discusiones de proyectos con tanto y tan profundo grado de inconsistencia jurídica.
¿Cómo es posible que a nuestros parlamentarios se les ocurran de repente modificaciones de esta naturaleza, que contravienen normas tan esenciales, definidas incluso en diferentes cuerpos legales?
Si bien es cierto hay varios países que establecieron normas que permiten votar a menores de dieciocho años, no hay ninguno, ¡ninguno!, en el mundo que propicie el derecho a sufragio desde los catorce años de edad. Ni siquiera en Cuba, que lo consagra a los dieciséis.
Incluso más: muchos de los países que tienen esta facultad, esta posibilidad, les exigen a los ciudadanos declarados en esa condición estar trabajando, y, en algunos casos, la exigencia de estar casado.
Inclusive, resulta curioso que en países desarrollados, que muchas veces se tienen como modelo, por ejemplo, Italia, no se exige ni siquiera dieciocho años de edad para votar en las senatoriales, sino veinticinco.
A los catorce años se es un niño. Entiendo que hoy día nuestros jóvenes, nuestros menores tienen un nivel de crecimiento y de desarrollo bastante más precoz del que hubo antaño, pero un niño de catorce años está recién saliendo de la enseñanza básica.
¿Qué hace este proyecto? Los transforma en ciudadanos, lo que evidentemente genera un cambio que sin duda no apunta al sentido lógico.
Quienes tenemos hijos hemos conocido sus procesos de evolución, y no sé qué padre o madre acá presente le permitiría a su hijo de catorce años elegir, y, al ser ciudadano, tener la capacidad de optar a cargos de representación popular.
Creo que estamos llevando las cosas a un extremo. Y, evidentemente, lo único que hace este proyecto es poner sobre relieve, en realidad, la falta de visión con la cual estamos tratando estas temáticas.
Tenemos tantas iniciativas de enorme significación e interés ciudadano; tenemos a nuestra sociedad hoy día convulsionada por diversas materias, ¡y nos preocupamos de legislar para otorgar el derecho a sufragio a quienes hayan cumplido catorce años!
Sin duda que esto responde a un exacerbado nivel de creatividad, pero de una mala creatividad; a un exacerbado populismo, pero de un mal populismo. Y, más aún, estamos legislando de manera absolutamente contraria a toda la orgánica, a todo lo que significa la responsabilidad de hacer las cosas bien.
Para casarse, un joven necesita tener a lo menos dieciocho años de edad. Si es menor, solo lo puede hacer con el consentimiento de sus padres.
Asimismo, como se ha señalado acá, para sacar una licencia de conducir clase B se requiere tener dieciocho años.
Si alguien quiere ir a comprar a algún negocio una bebida alcohólica, se exige tener dieciocho años.
Y en cuanto al argumento pueril de la responsabilidad penal adolescente, que se ha esgrimido aquí por los propios autores como el mayor argumento para permitir este derecho a voto, no nos olvidemos de que esta responsabilidad adolescente establece también un régimen absolutamente diferenciado, en que las normas son bastantes más laxas de lo que es la plena aplicación de la responsabilidad penal.
Por lo tanto, creo que esto no resiste mucha discusión. Me parece que no estamos dando una buena señal. Frente a todos los problemas de nuestro país, el que estemos legislando para que los niños y las niñas puedan elegir desde los 14 años no es más que una aberración y una muy mala señal que envía este Congreso a la ciudadanía y a nuestro país.
Voto absolutamente en contra.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Durana.


El señor DURANA.- Señor Presidente, el proyecto de reforma constitucional propuesto plantea, en un afán de expandir la base electoral, rebajar la edad para votar en elecciones municipales y para obtener la ciudadanía.
Esta es una reforma profunda a la Constitución Política de la República y no dejaría de ser prudente esperar, para discutirla, el resultado del plebiscito que determinará si queremos o no una nueva Constitución.
Por una parte, se pretende que las personas que cuenten con 14 años puedan votar en las elecciones municipales y, por otra, se otorga plena ciudadanía a los mayores de dieciséis años.
En primer término, señor Presidente, considero una absoluta irresponsabilidad suponer que una persona con 14 años de edad puede tener el suficiente grado de madurez como para participar en una contienda electoral de carácter municipal.
Y, en segundo término, otra crítica que se le puede hacer a la iniciativa es que resulta incoherente con los estándares de edad que existen en nuestra legislación y que latamente han comentado varios Senadores. Pero lo más importante a que quiero referirme, porque este proyecto se basa en esto, es a la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente. Lo digo, porque en ningún caso algún menor sancionado por esta ley recibe las mismas penas severas que un adulto. Por lo tanto, no se condice con que el día de mañana él pueda estar sujeto a una pena aflictiva o incluso a perder la calidad de ciudadano.
Una cosa distinta es que se generen normas que fortalezcan y que puedan crear nuevos canales de participación ciudadana especialmente diseñados para que los niños, niñas y adolescentes de nuestro país manifiesten su opinión sobre los aspectos de la comunidad en la que les toca vivir. Pero someterlos a la presión electoral no es respetar la etapa de la vida en la que se encuentran.
Los espacios democráticos deben ser fortalecidos. Para ello tenemos, como órgano legislativo, la urgencia de generar canales, pero no engaños, a nuestros adolescentes de catorce años, que serán, en definitiva, una presa fácil de mensajes electoralistas determinados.
Por otra parte, otorgar ciudadanía plena a los dieciséis años también es un engaño, puesto que el ser ciudadano implica elegir y ser elegido. Surgen entonces dos preguntas: ¿Cómo evitaremos que los adolescentes de dieciséis años sean presas fáciles de la manipulación y que los cantos de sirena de los anarquistas no los capturen? Al reconocerlos como ciudadanos plenos, nos estamos comprometiendo a que los adolescentes de dieciséis años también puedan ser elegidos concejales, alcaldes, cores, gobernadores regionales o para ocupar otros cargos de carácter nacional.
Voto en contra, señor Presidente, porque creo que hoy debemos actuar con mucha más seriedad frente a lo que sucede en nuestro país.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Latorre.


El señor LATORRE.- Señor Presidente, esta iniciativa la tramitamos en la Comisión de Derechos Humanos. Yo voté a favor de la idea de legislar. Recibimos audiencias de muchos centros de alumnos; de secundarios de distintos partidos políticos, vinculados a la UDI, el Frente Amplio; y de otras organizaciones. Y se plantearon distintos elementos.
En un momento previo a la crisis y al estallido social, yo planteé también la posibilidad, por ejemplo, de volver al voto obligatorio en Chile a partir de los dieciocho años como un deber cívico (si bien es un derecho político, también es un deber cívico el formar parte de las decisiones colectivas de la sociedad a la cual se pertenece); pero dejando el voto voluntario en las elecciones municipales, entre los catorce y los dieciocho años de edad, y para las elecciones generales, a partir de los dieciséis años. Esto considerando que en Chile hace bastante tiempo que existe la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente a partir de los catorce años, dentro de una concepción de autonomía progresiva.
Consideramos, y es mi convicción personal y política, que los jóvenes, los secundarios, los estudiantes, hombres y mujeres, tienen una posición política y una opinión sobre los destinos del país.
Recordemos que fueron ellos, los secundarios, quienes iniciaron esta revuelta social saltando torniquetes, evadiendo los torniquetes del Metro, conectando con un sentimiento de malestar muy profundo. Fueron ellos los que acuñaron el término: "No son treinta pesos; son treinta años de neoliberalismo". Allí hay una opinión política, una opción política.
Cuando uno va a los liceos públicos (he recorrido los de la Región de Valparaíso) para conversar sobre este proyecto de ley en las salas de clases, con distintos cursos, de primero a cuarto medio y generando grupos de discusión sobre estos temas, uno se va encontrando con distintos planteamientos. No es que todos estén a favor del proyecto. Unos están a favor, otros están en contra y otros tienen dudas. Probablemente ocurra lo mismo en esta Sala del Senado: algunos apoyaremos la iniciativa, otros estaremos en contra y otros se abstendrán.
Lo mismo ocurre con los jóvenes, con los y las estudiantes que tienen opinión política, que tienen argumentos, que tienen pensamiento crítico, que están conectados y que hoy día, con las redes sociales, tienen un conjunto de información y de lecturas de la realidad social muy potentes.
Estoy convencido de que es mejor que participen en el proceso político institucional; que reciban una formación ciudadana no solo teórica, sino también práctica; que adquieran la experiencia de votar por sus representantes, por los concejales y los alcaldes en las comunas de las cuales forman parte; y que tengan la posibilidad, voluntariamente, de concurrir a las decisiones para elegir al Presidente de la República, a los parlamentarios, etcétera, a partir de los dieciséis años de manera voluntaria.
Creo que ese hábito, esa experiencia de votar cada cierto tiempo, es algo positivo. Me parece que complementa la necesaria formación ciudadana que se da en los establecimientos educacionales, la cual debe potenciarse bastante más.
Y sus intereses, sus puntos de vista, sus perspectivas serán más consideradas por los dirigentes políticos, por los partidos políticos si ellos también se movilizan y se organizan para visibilizar y canalizar sus demandas, sus expectativas, sus aspiraciones y sus proyectos de manera institucional.
El mundo juvenil tiene muchas veces críticas, cuestionamientos y desconfianzas, porque les ha tocado participar en mesas políticas o de trabajo en que han sido, de alguna manera, traicionados, en que se les ha mentido, en que se les han anunciado compromisos que finalmente no se cumplen. Y creo que la mejor manera de que ellos canalicen ese malestar, esa frustración, esa desconfianza es la vía institucional, por ejemplo, consagrando su derecho y su deber de votar en elecciones municipales, en elecciones locales; insisto, con voto voluntario, y, a partir de los dieciséis años, en elecciones generales, pero reponiendo el voto obligatorio. Este debería ser considerado un deber cívico, no solo un derecho de los ciudadanos.
Voto a favor de la idea de legislar. Y estoy disponible para mejorar el proyecto con indicaciones y llegar a un acuerdo.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Araya.


El señor ARAYA.- Señor Presidente, considero que este es un proyecto bastante interesante y que es necesario discutir cuál debiera ser la edad para votar y ser ciudadano.
Aquí, a diferencia de lo que han dicho algunos colegas del frente, no hay dogmas. El legislador de distintas épocas ha establecido diversas edades conforme ha entendido lo que es la madurez o no de una persona.
Hay que recordar que, antiguamente, la mayoría de edad estaba dada a los veintiún años. Y eso ha ido dependiendo, porque, conforme evolucionan las sociedades, se van dando mayores grados de atribución, de acuerdo con la edad.
Al respecto, creo que hoy día los menores de dieciséis años perfectamente podrían ser ciudadanos y votar en las elecciones. Y quizás sea un poco más discutible el que los menores de catorce voten en una elección municipal.
¿Por qué digo esto? Porque si hoy día uno mira lo que ha avanzado nuestra sociedad en cuanto a la participación de los jóvenes, constata que parte importante de las transformaciones que ha sufrido Chile en los últimos quince años se debe a movimientos juveniles y estudiantiles. Pensemos en lo que fueron, por ejemplo, la famosa marcha de los pingüinos y la serie de marchas que han realizado los estudiantes a fin de conseguir mejoras en la educación. De igual modo, la actual movilización social que hay en nuestro país parte justamente de la protesta de los jóvenes por querer participar.
En esa línea, me parece adecuado que el Senado se abra a un debate acerca de cómo se puede encauzar la participación de los jóvenes; de cómo incorporarlos activamente en los distintos procesos electorales y de la sociedad. Porque ellos sienten que deben integrarse cada vez más; que tienen algo que decir, y que quieren intervenir en las discusiones que se dan.
Es cierto que nuestra legislación, en distintas áreas, consagra la mayoría de edad a los dieciocho años: por ejemplo, para el consumo de alcohol o para obtener licencia de conducir. Pero tampoco hay que olvidar que quizás en lo más grave, que es el discernimiento -es decir, si una persona es capaz de distinguir entre el bien y el mal-, hemos fijado la edad de catorce años para la responsabilidad penal.
Entonces, así como el legislador señala que un menor de entre catorce y dieciocho años tiene responsabilidad penal, la cual puede estar atenuada por otras consideraciones, cabe la legítima pregunta de por qué razón a ese joven que a los catorce años puede distinguir perfectamente entre el bien y el mal y, en caso de cometer un delito, ser objeto de persecución y sanción penal que incluso podría llegar a significarle la privación de su libertad, no le es factible participar también en algo como decidir quiénes son sus autoridades o votar en un proceso electoral.
En esa línea, reitero que voy a votar a favor de este proyecto, porque creo que hoy día debemos ser capaces de entregar herramientas de participación a los jóvenes y de encauzar sus distintas demandas. Y si como sociedad hemos establecido que la democracia es la mejor forma en que queremos que nuestras autoridades sean elegidas, para que sean votadas por la mayor cantidad de gente posible a fin de que su elección sea respaldada y para que, a su vez, tengan legitimidad también cuando deban tomar decisiones, me parece una muy buena idea ampliar el padrón electoral y permitir que los menores de dieciséis años puedan votar y se constituyan como ciudadanos.
Sí tengo algunas aprensiones y dudas con respecto a hacer esta distinción de los catorce años para tener derecho a sufragio en las elecciones municipales, lo cual, obviamente, si se aprueba este proyecto en general, podrá modificarse o se verá la factibilidad de establecer alguna fórmula que efectivamente permita darles participación a esos menores.
Dicho aquello, es del caso señalar que votaré a favor de esta iniciativa.
El señor BIANCHI (Presidente accidental).- Solicito la autorización de la Sala para que me reemplace en la testera el Senador señor Araya.
Acordado.
--Pasa a presidir la sesión el Senador señor Araya, en calidad de Presidente accidental.
El señor ARAYA (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, la verdad es que estamos discutiendo este proyecto histórico en un contexto histórico, en que la chispa que detonó este gran tsunami ciudadano en Chile se ha replicado en todo el mundo. Nuestro país hoy día ya no es un ejemplo del neoliberalismo, sino de cómo se derriba un modelo neoliberal abusivo que transformó la vida de las personas.
Entonces, parece que algunos Senadores de la Derecha que han expresado diversas opiniones olvidaron que esto comenzó por los adolescentes imberbes que fueron capaces de saltar un torniquete del Metro y manifestar que Chile había despertado.
¡Seguir considerándolos como niños tutelados es un grave error histórico!
Señor Presidente, el Rector de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Jaime Espinosa, nos informó en la Comisión que ocho países han extendido la edad para tener derecho a votar, desde los dieciséis años: en América Latina, Brasil, en 1988; Argentina, en 2013; Ecuador, en 2008; Nicaragua, en 1984; Cuba, en 1992. Y en Europa, Austria fue el primer país en rebajar la edad para poder sufragar, en el 2007.
Hoy la medida se discute en España, Italia, Reino Unido, Bolivia y Uruguay.
Señor Presidente, tuvimos en la Comisión a la Defensora de los Derechos de la Niñez, señora Patricia Muñoz. ¿Qué nos dijo? Ella hizo referencia a la Observación General N° 12 del Comité de los Derechos del Niño, la cual interpretó que el artículo 12 de la Convención de los Derechos del Niño consagra lo que hoy se entiende por el derecho a participación de los niños, niñas y adolescentes, al establecer el derecho individual y colectivo para expresar sus opiniones e influir en los asuntos que les conciernen directa e indirectamente. Complementó que este derecho está reforzado en los artículos 12, 13, 14, 15, 16 y 17 de la citada Convención.
¿Qué nos señaló la Defensora de la Niñez? ¿Cuáles son los beneficios de esta participación? Permite que las voces de los jóvenes sean escuchadas con mayor claridad; refleja el respeto por el principio de autonomía progresiva; fomenta una madurez actitudinal y cognitiva; incentiva un mayor acceso a la información.
Señor Presidente, lo que está en debate acá es si aspiramos o no a una mayor democratización respecto de lo que decimos estar trabajando para el futuro.
Este proyecto viene a establecer el mismo debate que se generó en 1903 y que se prolongó hasta 1920: ¡la educación básica obligatoria!
Y qué decían los conservadores, no en esta Sala, sino en la verdadera Sala del Senado, que está en Santiago: "Se van a despoblar los campos. Los niños no pueden estudiar porque la economía agraria se derrumbará".
¡Los oligarcas, los agricultores de esa época se negaban a que los niños tuvieran educación básica obligatoria! Y la discusión era como la que ahora estamos escuchando.
Señor Presidente, yo solo quiero que las actas de esta sesión sirvan de ejemplo para la posteridad, para que en la historia podamos saber qué tipo de perfil senatorial se instalaba hoy día, en pleno siglo XXI, en este Senado.
La ley en proyecto viene a hacer justicia y a dar coherencia.
Los Senadores de Derecha, quienes han opinado en contra de esta iniciativa no tuvieron empacho ni dificultad para señalar de manera dura y persistente que a los catorce años los jóvenes eran imputables penalmente; que tenían discernimiento sobre el bien y el mal; que podía llevárselos a la cárcel; que era factible sancionarlos; que sabían distinguir cuando cometían un delito o cuando no.
Entonces, son imputables penalmente, ¿pero no pueden distinguir entre un buen concejal y un mal concejal?; ¿entre un alcalde que hace las cosas y otro que no cumple?
Señor Presidente, claramente, la incoherencia no está en este proyecto de ley. Se pretende presentarlo como si ellos fueran a tener cargos de elección popular.
Lo dije en el informe que rendí como Presidente de la Comisión de Derechos Humanos: la ley N° 20.131 otorga a los jóvenes el derecho a participar en las elecciones de las juntas de vecinos a partir de los catorce años de edad. ¡Estos no pueden ser representantes populares; no pueden ser candidatos! Los Senadores que han hablado en tal sentido adolecen de un desconocimiento profundo en materia constitucional. No se determinan los elementos para que sean ciudadanos. Este proyecto de ley establece la condición de votantes: dar el derecho a voto para el ejercicio ciudadano.
Señor Presidente, el Senador Moreira argumenta que tiene que haber educación cívica. Y yo les pregunto a quienes están presentes en la Sala, que son bastante pocos...
Se me acabó el tiempo, señor Presidente. Pero son diez minutos en la votación en general.
El señor ARAYA (Presidente accidental).- Señor Senador, estamos en la fundamentación del voto. Así que son cinco minutos para ello; pero la Mesa le dará un poco más de tiempo.
El señor NAVARRO.- No, señor Presidente.
Si lo estiman de esa forma, entonces no vamos a permitir los cambios en las reglas. Cada vez que accedemos a abrir la votación es porque está claro que se mantienen los tiempos del debate. De lo contrario, me opondría a ello. Siempre hemos procedido así.
El Senador Bianchi, quien ha sido Vicepresidente de esta Corporación, lo sabe: se abre la votación y se mantienen los tiempos de las intervenciones,...
El señor BIANCHI.- Está bien.
El señor NAVARRO.-... que son diez minutos.
El señor ARAYA (Presidente accidental).- Senador Navarro, entiendo que, una vez abierta la votación, corre el tiempo para justificar el voto, que son cinco minutos, salvo que se pida algo en contrario. Y, según me informa la Secretaría, no se solicitó mantener el tiempo.
Pero no se preocupe, pues le vamos a dar un par de minutos más para que pueda terminar su intervención.
El señor NAVARRO.- Yo lo lamento, señor Presidente.
Después dicen que uno es odioso porque hace valer su derecho a que no se abra la votación. Porque hay quienes votan y luego se van para la casa: se retiran, no hablan, no trabajan, apenas se pronuncian. ¡Se les desgasta el dedo índice de tanto tocar la pantalla...!
Señor Presidente, ¿quién aprendió a nadar con un manual? ¿Quién aprendió a andar en bicicleta con un manual? Quién aprendió mirando uno que le dice: "Pase la pierna izquierda sobre el asiento; ponga el pie derecho en el pedal; haga el equilibrio mirando al frente". Nadie aprende a andar en bicicleta con un manual, ni tampoco a nadar.
Pues bien, ¡la democracia se aprende ejerciéndola, votando, participando, discutiendo!
¡El mejor ejercicio democrático, de educación cívica es la participación: discutir, debatir, confrontar ideas; el crecimiento colectivo de la polis, del conjunto, de lo colectivo, no lo individual!
Por tanto, claramente, la participación de los jóvenes adolescentes de catorce o dieciséis años es una clase cívica extraordinaria e irremplazable.
Por eso, señor Presidente, es necesario decir que si esta reforma constitucional no se vota a favor ahora en esta Sala, se va a aprobar en la nueva Constitución: ¡diez a uno estoy dispuesto a apostar con los Senadores! ¡Así va a ser! Porque, como hemos dicho, la nueva Constitución es para los próximos treinta o cuarenta años.
Viene el cambio climático. No sé si alguien tenga cara para decirle a la juventud que no participe, porque los adultos plantean que no lo van a hacer bien.
Los que estamos en esta Sala no lo hemos hecho bien; los que están en la Moneda no lo han hecho bien. ¡Miren cómo tenemos a Chile! Y me vienen a decir que los jóvenes no lo van a hacer bien, cuando somos nosotros los que no lo hemos hecho bien.
Esta crisis política y social es responsabilidad de todos los que estamos acá. Y no por ser adultos, no por tener cincuenta, sesenta y algunos sobre los ochenta vengan a decirme que la edad otorga el principio básico para hacer bien las cosas. Hay viejos de veinticinco años y jóvenes de setenta y cinco. Ello no va en la edad, sino en la madurez, en la voluntad, en la educación propia, en las capacidades individuales de cada cual.
Entonces, señor Presidente, yo alego porque posibilitemos que los jóvenes definan su futuro. Permitamos que voten; no le tengamos miedo a la participación de los jóvenes. Es lo que viene: ¡los derechos ciudadanos se inculcan!
Algunos reclaman, porque están marchando. Digámosles, pues, que voten, que participen, que también hay una salida institucional a sus demandas, que no tienen que ir a saltar un torniquete para que los escuchen, porque también pueden participar y elegir a sus alcaldes, a sus Senadores, a sus Diputados. ¡No tengan miedo, por favor! ¡Que no tenga miedo el Presidente de la República! Si los jóvenes votan, tengo la certeza de que vamos a elegir un mejor Gobierno. Porque los jóvenes van a votar por su futuro, y para ellos el futuro lo es todo. ¡Son presente, pero son futuro!
Por consiguiente, si este proyecto de ley es rechazado hoy, porque denoto ausencia masiva de los Senadores de la Oposición, de la Centroizquierda, lo vamos a aprobar en la nueva Constitución. De eso les puedo dar prueba.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
Voto a favor.
La señora SILVA (Secretaria General subrogante).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor NAVARRO.- ¿Por qué no toca los timbres, señor Presidente?
El señor ARAYA (Presidente accidental).- Senador Navarro, los timbres están sonando desde hace bastante rato, y hay algunas Comisiones funcionando.
Voy a suspender la sesión por dos minutos.
La señora EBENSPERGER.- No se puede suspender, porque estamos en votación.
El señor PÉREZ VARELA.- ¡Estamos votando! ¡No puede suspender!
La señora SILVA (Secretaria General subrogante).- Reitero: ¿alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ARAYA (Presidente accidental).- Terminada la votación.
--Se rechaza la idea de legislar (20 votos en contra, 12 a favor y 4 abstenciones).
Votaron por la negativa las señoras Aravena, Ebensperger, Rincón, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Castro, Chahuán, Coloma, Durana, Galilea, García, García-Huidobro, Letelier, Moreira, Ossandón, Pérez Varela, Prohens, Pugh y Sandoval.
Votaron por la afirmativa las señoras Allende, Muñoz y Órdenes y los señores Araya, Bianchi, De Urresti, Elizalde, Girardi, Guillier, Latorre, Montes y Navarro.
Se abstuvieron la señora Goic y los señores Insulza, Lagos y Quinteros.