Click acá para ir directamente al contenido
RECONOCIMIENTO A MESA Y A PARLAMENTARIOS DEL SENADO ANTE PARTICIPACIÓN EN HISTÓRICO ACUERDO POR NUEVA CONSTITUCIÓN PARA CHILE


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, antes de que se inicie el debate del proyecto que se halla en la tabla de esta sesión, quisiera explicitarles mi reconocimiento a usted y a la Mesa que dirige -estoy seguro de que además represento el sentir de mis colegas-, así como también a las Senadoras Jacqueline van Rysselberghe y Ena von Baer y a los Senadores Elizalde, Insulza, Coloma, Bianchi, Allamand, Ossandón, Harboe, Girardi, Lagos y Huenchumilla, por la participación que les cupo en el trascendental acuerdo que marca el inicio del proceso de elaboración de una nueva Constitución para Chile.
Todos ellos, desde sus distintas y por cierto muy legítimas posiciones políticas, comprendieron que el diálogo es la única forma de avanzar en la respuesta a las demandas ciudadanas y que, para que sea fructífero ese diálogo, todos debemos hacer concesiones.
Sin duda, hubiera sido infinitamente mejor que la decisión de redactar una nueva Constitución naciera en un escenario de paz social. Al final, fueron las movilizaciones ciudadanas y el malestar expresado por la gente de mil formas los que operaron como el motor para promover un cambio que ha tardado demasiado.
Sin la tremenda queja ciudadana el debate por la nueva Constitución permanecería congelado y las demandas sociales seguirían siendo solo materia de debates, reflexiones, libros y seminarios.
Pero debemos ser sinceros: este acuerdo, por muy valioso e histórico que sea, no va a detener las movilizaciones ni va a devolvernos a nosotros, los políticos, el prestigio perdido.
Ello, sin embargo, no significa que podamos dejar de lado nuestras responsabilidades, como lo ha señalado en forma elocuente el presidente de uno de los principales partidos del oficialismo.
Tras el Acuerdo por la Nueva Constitución, debemos enfocar nuestras energías en resolver los problemas sociales que, pese a los avances, se han ido acumulando estos años.
La apertura y la capacidad para alcanzar acuerdos exhibida en la propuesta por una nueva Constitución deben también extenderse a la búsqueda de soluciones a las demandas sociales que la misma comunidad ha priorizado en este mes de movilizaciones; y esto, además, hay que hacerlo con la misma urgencia.
La nueva Constitución es una esperanza. Pero hoy la gente también necesita certezas: certeza de que el sueldo mínimo sea, asimismo, un sueldo digno y certeza de que las pensiones no serán de miseria, ni para los adultos mayores de hoy ni para los de mañana.
Los chilenos queremos tener la confianza de que nadie estará enriqueciéndose a costa de nuestros ahorros previsionales o de nuestra salud. Deseamos contar con la tranquilidad de que si vamos al hospital público o al consultorio municipal, recibiremos una atención digna y que los medicamentos que debamos comprar los conseguiremos a un precio justo.
Las familias aspiran a la certeza de que podrán educar a sus hijos sin que estos queden endeudados de por vida y que las cuentas de los servicios básicos que pagan mes a mes serán justas y no una fuente de enriquecimiento abusivo para las empresas.
Los pescadores anhelan que los recursos del mar sean de todos los chilenos y no de unos pocos. Lo mismo esperamos con respecto a nuestros valiosos recursos naturales, partiendo por el agua.
La lista de pendientes es extensa.
En estos días, actores políticos de Izquierda y de Derecha han llamado a la paz, a soñar en el futuro, a construir un Chile distinto. Sin embargo, la gente hace rato ya que se aburrió de las palabras.
Necesitamos ir satisfaciendo las demandas sin populismos, con seriedad y responsabilidad, pero realizando el mayor esfuerzo económico que el Estado pueda hacer y recurriendo a todas las fuentes de financiamiento, como eliminación de exenciones fiscales; bonos soberanos, o endeudamiento.
Asimismo, debe haber un rechazo categórico a las violaciones a los derechos humanos y medidas concretas que demuestren aquello. Que quede claro, de manera meridiana, que las personas valen más que las instituciones; que la cohesión de una de ellas no vale de nada si no hay confianza de la ciudadanía.
Lo he dicho anteriormente: este no es momento de cálculos políticos ni de pensar en elecciones o reelecciones. Hay mucho por hacer. Y eso es más importante que mantener un escaño en este Congreso.
Estoy seguro de que, a pesar de la desconfianza y la percepción mayoritaria de la gente, este Senado estará a la altura y, tal como se logró la semana pasada, alcanzaremos en breve plazo un acuerdo social que incluya medidas que las personas puedan percibir de inmediato en sus pensiones, en la tarifa del transporte, en el precio de los medicamentos y en el financiamiento de la atención primaria.
He dicho.