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ANÁLISIS DE SITUACIÓN POLÍTICA DEL PAÍS


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, estamos siendo testigos de manifestaciones de las cuales no teníamos precedente desde que recuperamos la democracia. Se expresa a lo largo de todo Chile un hastío, un cansancio ante las situaciones de abuso que afectan cotidianamente a nuestros compatriotas.
Por cierto, hay causas coyunturales: el mal manejo del Gobierno; un alza que técnicamente era innecesaria y que se podría haber evitado; la minimización y caricaturización del malestar y las reacciones tardías; la confusión, esta sensación de que el Gobierno no gobierna.
El Presidente de la República habló en la misma jornada de unidad y de guerra. De unidad junto al Presidente del Senado y luego de que estábamos en guerra. Y "unidad" y "guerra" no pueden ser parte de la misma oración, porque son conceptos claramente contradictorios.
Pero hay algo de fondo que debemos asumir con humildad: el tipo de sociedad que hemos construido, en que lamentablemente el abuso y la desigualdad forman uno de sus aspectos centrales.
Somos el país de América Latina que tiene uno de los más altos ingresos per cápita, pero, al mismo tiempo, somos uno de los países con peor distribución de la riqueza del mundo.
Sobre la coyuntura quiero hacer un punto en particular, que me parece muy importante. El Presidente de la República está cometiendo un error histórico al involucrar nuevamente a las Fuerzas Armadas en la coyuntura política. Manifestamos nuestra preocupación ante las denuncias de violaciones a los derechos humanos que se han producido en estos días y por eso exigimos el total esclarecimiento de estos hechos, que se permita trabajar al Instituto Nacional de Derechos Humanos y que el Ministerio Público y los tribunales cuenten con todas las herramientas para ello.
Nada justifica la violencia. Por eso, el Gobierno debe concentrarse en detener a quienes cometen saqueos, a quienes cometen delitos y no en reprimir las manifestaciones pacíficas.
El Gobierno ha hecho anuncios. Creemos que son un primer paso, un cambio de actitud. Esperamos que esta vez el Presidente no cambie de opinión a las pocas horas, como ocurrió el domingo pasado.
Pero son anuncios tardíos, como todas las respuestas que ha estado dando el Gobierno.
Los anuncios nos parecen en todo caso insuficientes. El Gobierno se hace cargo de propuestas que nosotros le veníamos formulando desde hace mucho tiempo. Yo mismo le entregué al Presidente en su momento la propuesta de los socialistas para avanzar hacia un nuevo sistema de pensiones y le planteamos la importancia de aumentar de manera inmediata la pensión básica solidaria. Otras son iniciativas que están actualmente en tramitación.
Con toda claridad: votaremos a favor de todos los proyectos que signifiquen mejorar la vida de los chilenos. Pero en estos anuncios falta al menos uno respecto de cómo se enfrenta el abuso y cómo se enfrenta la desigualdad. No hay ninguna iniciativa en esta materia, ninguna que se haga cargo del problema estructural de nuestra sociedad, de un Chile que siente que la desigualdad y la injusticia social son parte de nuestra forma de convivencia.
Reiteramos nuestra voluntad de diálogo, pero con todos los actores políticos, sin exclusiones, y, lo más importante, con los actores sociales.
El Partido Socialista tiene representación parlamentaria, podemos expresarles nuestros puntos de vista al Presidente y a los ministros cuantas veces sea necesario. Pero fuimos fundados para ser la voz de los sin voz, y creemos que en el diálogo que ha de promover el Gobierno se debe invitar precisamente a los que se sienten ausentes de esta conversación y se han sentido excluidos del Chile que hemos construido durante todos estos años.
Por eso, nos parece imprescindible invitar al mundo social para hacerse cargo del desafío que tenemos por delante.
Las características de nuestra sociedad son la desigualdad y el abuso en todos los aspectos de la vida, y de eso nos tenemos que hacer cargo, no solo de las peores distribuciones de la riqueza del mundo. Este Senado, sin ir más lejos, cuando era Presidente de la Corporación Camilo Escalona y después, cuando fue Presidente Jorge Pizarro, hizo dos estudios respecto de la desigualdad en Chile, estudios que demostraron que este era un tema estructural de nuestra forma de convivencia.
Reitero: no solo la pésima distribución de las riquezas; la discriminación contra las mujeres y las minorías sexuales que forman parte cotidiana de nuestra convivencia; el centralismo exacerbado que asfixia a las regiones; las dificultades para que los trabajadores negocien colectivamente y mejoren sus condiciones laborales y, principalmente, sus remuneraciones; la deuda histórica que existe con los pueblos indígenas.
Son muchos los ejemplos que podríamos citar que reflejan una desigualdad, elemento central de nuestra sociedad que debemos cambiar.
Ante eso -lo reitero con humildad-, debemos iniciar un diálogo sin exclusiones, con todos los actores, para generar un nuevo modelo de desarrollo inclusivo, en que los chilenos sientan que las puertas del progreso están abiertas para todos.
Hoy existe la sensación de que el progreso de Chile se genera por el esfuerzo de todos; pero ese progreso, lamentablemente, no golpea las puertas de todos los hogares.
El segundo Gobierno de la Presidenta Bachelet, con sus aciertos y también con sus errores, representó una luz de esperanza para enfrentar con decisión la desigualdad.
¿Cuál fue la reacción cuando, por ejemplo, se modificó de manera sustantiva el sistema tributario para que los que ganaban más contribuyeran más? Se perdió la esperanza. Y cuando se pierde la esperanza, ocurre lo que está aconteciendo hoy en las calles de Chile.
Y, frente a eso, creemos que es necesario reflexionar en cómo generar un modelo de desarrollo del que todos se sientan partícipes y por el que todos se sientan beneficiados. Ese es el desafío que tenemos por delante.
Para ello el diálogo debe tener un nivel de amplitud muy superior a la lógica de que los de siempre se juntan con los de siempre para conversar los temas de siempre.
Creemos que el Gobierno tiene una gran oportunidad para ampliar esa visión y asumir los desafíos hacia delante.
Lamentamos que el Presidente de la República, en sus anuncios, no haya propuesto ninguna iniciativa en contra del abuso, sino que haya mantenido intactos los proyectos actualmente en tramitación en el Congreso Nacional que no hacen más que profundizar tal abuso.
Tenemos que avanzar hacia un nuevo sistema de pensiones, uno que efectivamente responda a las necesidades de la seguridad social y que no se construya bajo la lógica del "sálvese quien pueda", bajo la lógica del mercado, que hoy día se traduce en pensiones que no permiten que los jubilados lleguen a fin de mes.
Tenemos, por cierto, que poner fin a los privilegios de los altos funcionarios públicos. Me refiero no solo a los parlamentarios, bajando su dieta, sino a todos los altos funcionarios públicos. Tenemos que avanzar de manera decidida en esa materia. Que la gente no vea o no sienta que los políticos somos privilegiados. Tenemos que ser representantes como cualquier otro y, por tanto, no estar por sobre las condiciones de vida de nuestros compatriotas.
Tenemos que profundizar en un sistema tributario de carácter progresivo.
Tenemos que debatir sobre la explotación de las riquezas básicas y cómo generar las condiciones para que los frutos de esa explotación lleguen a todas y todos.
Tenemos que discutir sobre el agua, un bien nacional de uso público, cuya escasez hoy día provoca, por ejemplo, que en la agricultura existan ciertas limitaciones. ¡Para qué hablar de aquellas zonas donde ni siquiera existe agua para el consumo humano!
Y tenemos que avanzar hacia un nuevo pacto institucional con una nueva Constitución, nacida en democracia y de la que todos nos sintamos parte.
Nosotros no creemos que una Constitución como la actual, impuesta por la fuerza por los sectores conservadores, deba ser reemplazada por una Constitución que solo represente a los sectores progresistas.
Queremos hacer algo mucho más simple: una Constitución que nos represente a todos, de la cual todos nos sintamos parte. Que sea el pueblo el que periódicamente decida el rumbo de Chile. Si quiere avanzar hacia el neoliberalismo, esa será la decisión soberana. Pero si quiere avanzar hacia un modelo de bienestar, ¡que no sean las normas constitucionales lo que impida que la soberanía popular se exprese en la forma en la cual se construye Chile!
Queremos una Constitución, en definitiva, en la que nos sintamos parte todos los que pensamos en Chile de manera distinta.
¡Ese es el desafío que tenemos por delante!
Tenemos una oportunidad histórica -lo reitero con humildad- para construir un nuevo Chile y decirles a quienes hoy están en las calles que las instituciones representativas de nuestra democracia van a estar a la altura del desafío, incorporando...
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor ELIZALDE.- Solo le pido unos segundos.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Muy bien.
El señor ELIZALDE.-... incorporando a aquellos que se han sentido excluidos durante tanto tiempo.
He dicho, señor Presidente.