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OBLIGATORIEDAD DE SEGUNDO NIVEL DE TRANSICIÓN DE EDUCACIÓN PARVULARIA


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, sin lugar a dudas, tenemos el desafío enorme como sociedad de aumentar los niveles de calidad de nuestro sistema educacional y, también, de cobertura en este ámbito.
Se ha hecho un esfuerzo importante como país, que ha permitido extender la cobertura del kínder o segundo nivel de transición de educación parvularia a más del 90 por ciento de los niños.
Durante el primer Gobierno de la Presidenta Bachelet se realizó un importante esfuerzo que permitió aumentar de manera significativa la cobertura en la materia. Y en el primer Gobierno del Presidente Sebastián Piñera se llevó adelante la reforma constitucional pertinente.
Ahora se establece la obligatoriedad del segundo nivel de transición de educación parvularia, ya no desde la lógica de la oferta que realizan el Estado u otro tipo de instituciones -por cierto, como parte del sistema educativo- al objeto de que los niños puedan acceder al kínder, sino como condición (la obligatoriedad de cursar este nivel) para ingresar a 1° básico.
Comparto el sentido del proyecto, me parece bien intencionado. En esa línea, el Senador García ha sido claro en cuanto a la importancia del acceso a niveles educacionales a la menor edad posible. Mientras más pronto sea el ingreso del niño al sistema educacional, y, por tanto, la estimulación, mejor será la contribución al desarrollo futuro de los menores.
Sin duda, todos somos partidarios de una iniciativa de esta naturaleza.
Por lo tanto, participando del objetivo de este proyecto, sí considero -y aprovecho la presencia de la Ministra de Educación para plantear el punto- necesario tomar ciertos resguardos de política pública, para los efectos de que una iniciativa bien intencionada no termine convirtiéndose en una barrera de entrada que signifique que niños de zonas rurales y pobres y sin acceso hoy día a la educación parvularia, y particularmente al kínder, producto del no cumplimiento de este requisito, no puedan ingresar a 1° básico.
Entonces, de ser aprobado este proyecto, debe ir acompañado de una política de incentivos que permita evitar que esta barrera de entrada termine siendo peor para el futuro de esos menores.
En Chile tenemos experiencia al respecto.
El Presidente Lagos estableció la obligatoriedad de la enseñanza media. Pero antes de la obligatoriedad, se amplió la cobertura. Desde el Gobierno de Eduardo Frei Montalva, a través de la expansión del liceo y posteriormente la de los colegios, se logró una cobertura que hizo realidad que la gran mayoría de los jóvenes terminara 4° medio. Como consecuencia de ello, se dispuso la obligatoriedad. Y hoy día vemos cómo los jóvenes mayoritariamente acceden a la educación superior, en sus distintas categorías o tipos.
Pero aquí estamos determinando un requisito distinto. Ya no es extender la escalera, sino que establecer un primer escalón que constituye un requisito para poder continuar subiendo los distintos peldaños.
Por consiguiente, hay que ser muy cuidadosos de lo que aquello pudiera representar. Porque si bien nuestras tasas de deserción son inferiores a las del resto de los países de América Latina, tenemos tasas de deserción escolar que en las zonas pobres son especialmente preocupantes.
De manera que un proyecto de esta naturaleza, si no viene acompañado de las iniciativas tendientes a que las familias manden a sus hijos al kínder a fin de que continúen subiendo por esta escalera, podría acarrear un efecto negativo pernicioso. Ya no enfrentaríamos un problema de tasas de deserción, sino un aumento del porcentaje de quienes no van a la escuela, de aquellos que ni siquiera ingresan a 1° básico.
Así que, aprovechando que está en la Sala la Ministra de Educación, quisiera plantearle esta preocupación, que no me lleva a votar en contra del proyecto, en absoluto, pero sí a pensar que esto debiera ser considerado en términos de las políticas públicas a fin de establecer todos los resguardos necesarios para que este primer escalón, que debe ser en favor de los niños y no en su menoscabo, no se constituya en una barrera de entrada que termine perjudicando a niños y niñas de zonas rurales y pobres.
Por ello estimo que este proyecto de ley tiene que venir acompañado de todas las iniciativas que se precisan sobre el particular.
Por cierto, el cambio normativo va a generar un cambio cultural. Y no me cabe duda de que dentro de este 4 por ciento -según entiendo- que hoy día no está accediendo a kínder, habrá niños cuyas familias harán lo necesario para que cursen ese nivel. Eso ya constituirá un avance significativo en la idea de lo que planteó el Senador García respecto de la importancia que ello conlleva. Pero siempre va a haber un porcentaje que permanecerá en una categoría distinta.
Al respecto, es necesario establecer todos los resguardos para que este proyecto no termine siendo una barrera de entrada y para que el hecho de que no les sea factible saltar el primer escalón no signifique que no puedan subir los distintos peldaños de la escalera de la educación. De modo que esperamos que esto se traduzca en que todos los jóvenes de nuestro país no solo finalicen 4° medio, sino que accedan a la educación superior en sus distintos niveles.
Así que le planteo esa preocupación, Ministra, porque me parece que el Gobierno debiera tenerla en consideración al momento de implementar la ley en proyecto, que -reitero- es el resultado de la ampliación de cobertura que se realizó durante el primer Gobierno de la Presidenta Bachelet (se hizo un enorme esfuerzo) y de la reforma constitucional que llevó adelante el Presidente Sebastián Piñera.
Esta iniciativa, pues, forma parte de una política de Estado que sin duda debemos apoyar con entusiasmo, por la importancia que va a tener en nuestro sistema educacional, pero tomando los resguardos para que el resultado sea positivo: más niños que vayan al colegio y lo terminen, y, por tanto, más jóvenes que cuenten con mejores herramientas para progresar en el camino de la vida.
He dicho.