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DERECHO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, hace casi veinte años, el 25 de noviembre de 1999, las Naciones Unidas establecieron el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en recuerdo de un hecho acontecido en 1960, cuando fueron asesinadas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, las "Mariposas dominicanas".
La dictadura de Trujillo, brutal como la que nos tocó padecer, intentó exterminar la rebeldía eliminando a tres mujeres valientes que nunca se resignaron al horror.
Algunos dirán que el extremo de la violencia política demencial de las dictaduras no tiene comparación con el espacio familiar, pero sabemos que, lamentablemente, no es así. Casos como el de Nabila Riffo, fresco en nuestra memoria; el de Juliana Andrea Acevedo y el de Magaly Carriel Garrido nos señalan lo contrario.
Desafortunadamente, son muchos otros los nombres que podríamos citar.
Son muchos, demasiados los casos en que la violencia contra la mujer ha sido un expediente fácil para someterla, dominarla, situarla en un lugar secundario; demasiados los casos -y demasiado frecuentes- en que la violencia ha sido un recurso naturalizado de subyugación.
Por demasiado tiempo no se identificó la violencia que sufren las mujeres como un problema de derechos humanos, sino como un problema de convivencia de las parejas, o bien, se hizo responsables a las propias mujeres de la violencia ejercida en su contra. ¡Cuán injustas eran estas apreciaciones!
Es cierto, hemos tenido avances muy importantes en igualdad de género, algunos muy notables, como haber elegido a la primera Presidenta de Chile; a Presidentas en ambas Cámaras del Congreso Nacional. Forman parte de este Senado las Senadoras señoras Adriana Muñoz, quien fue la primera Presidenta de la Cámara de Diputados, e Isabel Allende, quien fue la primera Presidenta del Senado. Tenemos una Presidenta en la Central Unitaria de Trabajadores y mujeres en lugares prominentes en distintas organizaciones estudiantiles.
También crece la participación laboral femenina, más mujeres ingresan a la política y ocupan cargos institucionales, aunque sigue habiendo mucho espacio para avanzar, sobre todo en el campo de la participación política y en el mundo empresarial. Faltan más alcaldesas y parlamentarias, faltan más generalas y almirantas, faltan más directoras en las empresas públicas y privadas.
Pero, aun así, existen hoy mayor conciencia y mayores acuerdos que nos permiten debatir, ya no solo sobre la igualdad de capacidades, la igualdad de derechos en la salud, la educación y la participación laboral y política de las mujeres. De lo que se trata ahora es de que el debate nos lleve a avanzar más rápido en la construcción de un mundo más equitativo para mujeres y hombres, con una efectiva igualdad de género.
Pero, con todos estos avances, el mayor problema que las mujeres siguen enfrentando es el de la violencia de género. Aquí hemos presentado avances legales, pero desafortunadamente muy pocos en la realidad de los hechos.
El año pasado hubo más de cuarenta femicidios, y los años anteriores las cifras fueron similares. Es decir, por más que se haya avanzado, los hechos nos indican que la violencia femicida no disminuye sino que, por el contrario, incluso aumenta.
Tenemos una legislación específica que tipifica y eleva las penas para el femicidio, hemos desarrollado una ley que crea alrededor de cincuenta casas de acogida y más de cien centros de la mujer, hemos formado monitores y monitoras y se han hecho campañas para generar conciencia, pero las cifras continúan siendo desoladoras.
¿Qué más necesitamos hacer? Por de pronto, aprobar esta iniciativa de ley, que es el mayor esfuerzo normativo hecho en la materia, de manera integral y no fragmentaria. Es un gran avance en derecho sustantivo, en lo procedimental y en lo orgánico-administrativo.
Pero nada sustituye la movilización y el protagonismo de las propias mujeres. Nadie puede reemplazar a quienes deben ser autoras de su propia historia. Por eso, vemos con orgullo los movimientos que se han potenciado este año, en que las mujeres, sin duda, han tenido un rol protagónico y en que los hombres hemos tenido que aprender a estar a su lado o detrás de ellas, como corresponde a los tiempos de la historia que estamos viviendo.
Y es sobre la base de ese liderazgo que podremos enfrentar y potenciar cambios que nos permitan construir una sociedad más igualitaria, erradicando toda forma de violencia contra la mujer.
Hace veinticinco años Benazir Bhutto, víctima ella misma de la violencia, dijo en la Conferencia de Beijing: "hoy en día, en la lucha por la liberación de la mujer, no hay cabida para los que no toman partido".
Nosotros, los socialistas, hace mucho tiempo tomamos partido, con claridad, desde lo más profundo de nuestras convicciones, para reafirmar nuevamente: "Ni una menos".