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MARCO REGULATORIO PARA MÁQUINAS DE JUEGO FUERA DE CASINOS


El señor QUINTANA (Presidente).- Corresponde poner en discusión en general el proyecto de ley, en primer trámite constitucional, sobre máquinas de juego fuera del ámbito de la Ley de Casinos (boletines Nos 10.811-06, 11.892-07, 12.028-06, 12.029-06, 12.030-06, 12.119-06, 12.179-06, 12.194-06 y 9.068-06, refundidos), con informe de la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización.
--Los antecedentes sobre el primer proyecto (10.811-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción del Senador señor Navarro):
En primer trámite: sesión 36ª, en 3 de agosto de 2016 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el segundo proyecto (11.892-07) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señoras Aravena y Van Rysselberghe y señor Kast):
En primer trámite: sesión 31ª, en 10 de julio de 2018 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el tercer proyecto (12.028-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señora Ebensperger y señor Galilea):
En primer trámite: sesión 41ª, en 21 de agosto de 2018 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el cuarto proyecto (12.029-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señora Ebensperger y señor Galilea):
En primer trámite: sesión 41ª, en 21 de agosto de 2018 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el quinto proyecto (12.030-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señora Ebensperger y señor Galilea):
En primer trámite: sesión 41ª, en 21 de agosto de 2018 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el sexto proyecto (12.119-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señor Ossandón, señora Aravena y señor Prohens):
En primer trámite: sesión 54ª, en 26 de septiembre de 2018 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el séptimo proyecto (12.179-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción del Senador señor Navarro):
En primer trámite: sesión 62ª, en 23 de octubre de 2018 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el octavo proyecto (12.194-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señores Araya y Bianchi):
En primer trámite: sesión 65ª, en 7 de noviembre de 2018 (se da cuenta).
--Los antecedentes sobre el noveno proyecto (9.068-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señores Chahuán, Bianchi, García y los entonces Senadores señores Cantero y Tuma):
En primer trámite: sesión 48ª, en 14 de agosto de 2013 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Gobierno, Descentralización y Regionalización: sesión 89ª, en 16 de enero de 2019.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor GUZMÁN (Secretario General).- El principal objetivo del proyecto es establecer un marco regulatorio para las máquinas de juego fuera del ámbito de la Ley de Casinos.
La Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización discutió este proyecto en general y en particular en virtud del acuerdo adoptado por la Sala con fecha 14 de noviembre de 2018 y lo aprobó en esos términos por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores señora Ebensperger y señores Araya y Bianchi, sobre la base de una indicación sustitutiva presentada en el seno de la Comisión por el Ejecutivo. No obstante, propone un texto para ser aprobado solo en general por la Sala.
Cabe tener presente que el inciso segundo del artículo 2° y el artículo 3°, ambos contenidos en el artículo cuarto permanente del proyecto de ley, así como el artículo segundo transitorio, tienen el carácter de normas orgánicas constitucionales, por lo que requieren 25 votos favorables para su aprobación.
El texto que se propone aprobar en general se transcribe en las páginas 48 a 53 del primer informe de la Comisión.
Eso es todo, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Presidente).- Gracias, señor Secretario.
En discusión general.
Tiene la palabra el Senador señor Araya.


El señor ARAYA.- Señor Presidente, anuncio que voy a votar a favor de este proyecto.
A la vez, deseo hacer un poco de historia en cuanto a por qué estamos regulando esta materia.
Cuando se discutió, a principios del año 2000, el proyecto de Ley de Casinos, se hizo una distinción respecto de que iban a existir lo que se denominaban las máquinas de destreza y las máquinas de azar. Esto, respondiendo a que en esa época -quienes tienen un poco más de años se acordarán de ello- existían los famosos locales donde uno iba a jugar juegos electrónicos antes de que se popularizaran las consolas de juegos electrónicos.
El señor LAGOS.- ¡Antes de ir a clases!
El señor ARAYA.- Efectivamente. Como me recuerda el Senador Lagos, antes de ir a clases uno siempre pasaba a los que eran conocidos comúnmente, en forma coloquial, como los "flippers".
En esa época, creo que quienes legislamos sobre el proyecto de Ley de Casinos dejamos un vacío legal y no se vislumbraron los problemas que podían surgir. Al establecer la ley que los juegos de azar podían encontrarse solo en los casinos y que los de destreza podían estar en cualquier parte no había ningún problema.
¿Dónde radicó el problema?
En que ni la Ley de Casinos ni otra posterior establecieron una norma técnica que distinguiera qué se entiende por una máquina de azar o por una máquina de destreza. Y paralelo a ello, tampoco fijó cuál era la autoridad pública, o bien, la entidad privada, encargada de determinar la naturaleza de una máquina frente a la duda que legítimamente pudiera tener una autoridad municipal al momento de conceder el permiso.
En consecuencia, se produjo un vacío legal sobre el cual se ha operado durante todo este tiempo.
Con el paso de los años hemos visto que los casinos son una industria que ha prosperado, con una legislación acorde y que han permitido un desarrollo importante en la ciudad donde se emplazan. Pero, en paralelo, fueron apareciendo estas máquinas de azar y verdaderos minicasinos en los entornos de las ciudades, en los centros de las ciudades. Las comunas que yo represento, Antofagasta, Calama y Tocopilla, están llenas de estos locales.
Y al no existir una regulación, se produjo una situación bastante inorgánica, porque, dependiendo de la municipalidad, algunos alcaldes optaron por dictar ordenanzas que permitían estas máquinas y otros las prohibieron. Hubo recursos de protección de aquellos a quienes los municipios les negaron los permisos para instalarse, y muchas cortes autorizaron la instalación de estas máquinas.
Esto llevó a que al día de hoy, según informes que se entregaron en la Comisión de Gobierno, existan alrededor de 700 mil máquinas de juego, algunas de ellas distribuidas en verdaderos minicasinos en los centros de las ciudades; otras, en almacenes, en ferias libres.
Y, obviamente, todos sabemos y sentimos que se ha generado un verdadero problema frente a la instalación de esta industria.
¿Por qué lo digo?
Porque, a diferencia de lo que pasa con los casinos, esta industria no tiene ninguna regulación. Por lo pronto, ellos no están obligados a informarle a la Unidad de Análisis Financiero cuánto dinero se está jugando en estos locales. Y esto, según lo que nos han informado las autoridades policiales, el Ministerio Público, se presta, efectivamente, para que en algunos locales se pueda estar lavando dinero.
No se sabe cuánto se juega; quién entra a jugar; no hay ningún tipo de prohibición respecto de qué normas tienen que cumplir en temas de seguridad. En el caso de la Ley de Casinos, por ejemplo, un funcionario público que está a cargo de caudales públicos no puede entrar a jugar a los casinos, pero nada se dice respecto a este otro tipo de locales.
Esto ha llevado a que, a la larga, haya que buscar una legislación que efectivamente permita establecer un marco jurídico respecto de qué se hace con estos locales.
En tal sentido, yo creo que este proyecto de ley viene a zanjar esta discusión en una forma que, a mi juicio, debió haber sido lo que en su minuto regulara la Ley de Casinos.
Así, por primera vez se establece una definición clara de qué se entiende por "máquina de azar". Y me voy a permitir leer el texto para que no quede duda. El proyecto propone que se entienda por máquina de azar:
"Todo sistema o toda máquina electrónica, electromecánica, eléctrica o que funcione con cualquier otro modo de operación, que permita recibir apuestas en dinero o avaluables en dinero, conceda al usuario un tiempo de uso o de juego y que, a través de un sistema aleatorio de generación de resultados o bien programado, otorgue eventualmente un premio.
"No se considerarán máquinas de azar aquellas en que el premio entregado fuese una tarjeta, vale, ticket o un bien no canjeable ante el operador o un tercero por dinero, o consistiere en la posibilidad de jugar nuevamente.
"Las máquinas de azar serán consideradas juegos de azar salvo que esta ley expresamente las distinga".
Entonces, la ley en proyecto, como primer punto, establece qué se entiende por máquina de azar.
Y el segundo aspecto importante -a mi juicio, el más trascendental-, radica en que se establece una autoridad que determinará, en caso de dudas, si la máquina es de azar o no. Y se le otorga esta facultad a la Superintendencia de Casinos de Juego.
Y también se deriva una serie de obligaciones para los municipios, los que, al momento de renovar las patentes comerciales de aquellos locales que tengan este tipo de máquinas, tendrán que solicitar un certificado emitido por la Superintendencia de Casinos que señale que las máquinas que se están instalando no son máquinas de azar.
En lo personal, creo que este es un proyecto que avanza en regular un sector que hoy día, producto de la desregulación, ha crecido en forma inorgánica y está generando una serie de problemas. Principalmente, en el caso de todas aquellas máquinas que se han ido instalando en las ferias libres, en los almacenes de barrio, porque todos sabemos el efecto que eso ha causado en muchas poblaciones, donde en varias ocasiones un poblador modesto se juega la plata del desayuno, del almuerzo cuando va a comprar en estos locales.
También se establece claramente un criterio diferenciador. Y yo decía, y lo he reiterado en la Comisión y en las audiencias de lobby en que recibí a representantes de estos gremios, que lo que aquí estamos haciendo es despejar una duda y terminar con este vacío legal y entender qué es una máquina de azar, establecer quién determina si una máquina es de azar o no. Y a partir de esto, poder contar con una regulación clara, en que haya normas respecto de qué se puede hacer y qué no se puede hacer.
Hay que recordar que la legislación chilena, por opción, estableció que los juegos de azar están prohibidos, salvo que expresamente el legislador lo haya permitido. Así lo hizo, por ejemplo, respecto de las loterías, de los hipódromos y de los casinos.
Y en este caso lo que está diciendo el legislador es que las máquinas de azar podrán estar solo al interior de los casinos de juego.
Creo que este es un avance. Pero debemos seguir discutiendo una serie de otros temas que no son materia de la ley en proyecto pero que, sin duda, están relacionados con el juego y que tienen que estar regulados. Por ejemplo, no existe ninguna normativa respecto de qué ocurre hoy día con el juego online. Hemos visto cómo han proliferado las apuestas a través de internet, respecto de las cuales tampoco hay ninguna regulación. Ojalá pudiéramos tener un ordenamiento integral en esta materia e incluir a este tipo de apuestas en esta legislación.
Pero hoy día, por lo menos, este proyecto busca poner las reglas claras respecto de una industria que fue creciendo al amparo, como lo dije en la Comisión y lo vuelvo a reiterar acá, de un vacío legal que hoy día se zanja por la vía de establecer claramente qué se entiende por máquina de azar y cuál es la autoridad competente para determinar si una máquina es de azar o no.
En paralelo -termino con esto, señor Presidente-, la iniciativa también se hace cargo de establecer cómo se llevan adelante los comisos, qué funciones o qué atribuciones tienen los alcaldes y los concejos municipales en esta materia, así como también clarificar y disponer que aquí, en caso de infracciones a esta ley, se puede considerar, en determinadas circunstancias, como el delito base para el lavado de activos. Porque lo que a nosotros nos interesa es tener una legislación que sancione con mucha dureza el tema del lavado de activos y aquí, obviamente, había un margen que estaba generando cierta preocupación y algunos problemas.
Dicho eso, señor Presidente, voto a favor del proyecto.
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El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el señor Prosecretario.
El señor CÁMARA (Prosecretario subrogante).- En este momento ha llegado a la Mesa el siguiente documento:
Mensaje
De Su Excelencia el Presidente de la República, con el que retira y hace presente la urgencia, en el carácter de "simple", para la tramitación del proyecto que modifica la ley N° 19.300, con el objeto de exigir la elaboración de un estudio de impacto ambiental en los proyectos que puedan generar contaminación lumínica en las zonas que indica.
--Se tiene presente la calificación y se manda agregar el documento a sus antecedentes.
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El señor QUINTANA (Presidente).- Un Comité ha solicitado que se abra la votación.
El señor BIANCHI.- Sí, señor Presidente.
El señor MOREIRA.- Sí.
El señor COLOMA.- Que se abra, pero respetando los tiempos.
El señor QUINTANA (Presidente).- ¿Habría acuerdo para abrir la votación, manteniendo los tiempos que se otorgan en la discusión general?
El señor QUINTEROS.- No.
El señor QUINTANA (Presidente).- No hay acuerdo.
El señor QUINTEROS.- Pido la palabra.
El señor QUINTANA (Presidente).- Senador señor Quinteros, ¿quiere fundamentar su objeción o es un punto de Reglamento?
El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, ocurre que voy a solicitar que el proyecto vaya a la Comisión de Constitución.
En cuanto tenga la oportunidad de hablar, voy a explicar el porqué de mi petición.
El señor QUINTANA (Presidente).- Entonces, no hay acuerdo.
Tiene la palabra el Senador señor Moreira.


El señor MOREIRA.- Señor Presidente, los requerimientos que pueda hacer, en forma legítima, el Senador Quinteros no los comparto. No entiendo por qué el proyecto tendría que ir a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento. No obstante, él ha dicho que va a fundamentar su petición.
Voy a intervenir sobre el proyecto que nos ocupa en términos generales.
Yo he sido siempre -y lo he dicho aquí- un firme partidario de prohibir cualquier tipo de juegos de azar. Por lo mismo, manifiesto, desde ya, mi conformidad con el comienzo de una legislación general que, naturalmente, podrá ser enriquecida.
Hoy empezamos a legislar sobre esta materia y quiero recoger lo que sostuvo el Senador Araya -por su intermedio, señor Presidente- en el sentido de hacer algo mucho más contundente y ocuparnos también de los juegos de azar online.
En mi opinión, son temas que se pueden incluir, puede haber alguna alternativa...
El señor BIANCHI.- En la discusión en particular.
El señor MOREIRA.- Exactamente: en la discusión en particular, donde se pueden presentar indicaciones.
Pero hoy empezamos un debate que había sido postergado por mucho tiempo y en el que, de alguna manera, en esta misma Sala, hace algunos meses, distintos Senadores cambiaron de opinión.
Para mí las máquinas de juegos se presentan disfrazadas como máquinas de habilidades, pero terminan azotando a nuestras comunidades, en especial a los sectores más vulnerables de la sociedad.
Y no es una frase cliché.
La Región de Los Lagos no ha estado ajena a este flagelo y estas máquinas han proliferado en los almacenes de barrio, en distintos lugares públicos. Esta no es solo la opinión de un Senador, sino la de muchas personas. Y aquí, en el Senado, tenemos el legítimo derecho de manifestar las inquietudes de quienes representamos.
Sé que también existe un tema sensible -eso es indudable-, que tiene que ver con los empleos de las personas que trabajan en esta actividad. Sin embargo, el hecho de que la instalación y mantención de estas máquinas les signifique un ingreso extra a algunas personas, no puede ser un argumento, atendidos la ilegalidad manifiesta en que se incurre y los efectos nefastos que provoca la denominada "ludopatía".
La verdad es que cuando uno habla de ludopatía -le pido atención al Senador Montes- la gente cree que es una caricatura. Quienes hemos tenido personas cercanas que la han padecido y hemos podido conocer lo que significa ese mundo, sabemos el dolor que causa a las familias, como sucede con el alcohol o con la droga. Y, curiosamente, la ludopatía es uno de los trastornos más difíciles de superar.
Digamos las cosas como son.
Este proyecto, que hoy discutimos en general, viene a reforzar el concepto genérico de la prohibición establecida en el Código Civil y regula cuáles son las máquinas que se pueden denominar "de habilidad" y los premios que será posible entregar, que en ningún caso deben ser dinero o tickets cambiables por dinero.
Señor Presidente, reitero mi voto a favor de este proyecto y mi postura, para que no haya ninguna duda. ¡Yo estoy a favor -y con mayúsculas- de que se prohíban las máquinas de juegos azar! Eso, más allá de lo que ya se encuentra aprobado, es decir, su funcionamiento dentro de los casinos de juego legalmente establecidos.
Aplaudo que finalmente el Senado asuma su responsabilidad de legislar en la materia. Cada uno se hará responsable por sus dichos, por los argumentos que exponga, así como también por la votación que se hará. Luego, el proyecto continuará su trámite con la discusión en particular, donde se podrán formular indicaciones.
Las normas que obligan, en caso de duda, a las municipalidades a consultar a la Superintendencia de Casinos de Juego respecto de si una máquina es de juego o de azar, cuando se presenta la solicitud de patente municipal, es del todo razonable y acorde con lo que ya han planteado la Contraloría General de la República y la Excelentísima Corte Suprema.
Que se regule qué hacer con estas máquinas para evitar que después de decomisadas puedan volver a ser usadas y que se entreguen a gestores de residuos, parece ser una solución -puede haber otras- acorde con las necesidades de una economía circular, de la que tanto hemos hablado.
Me parece del todo razonable, señor Presidente, que la propia ley otorgue un plazo para que las personas que tienen estas máquinas -estoy pensando en los pequeños negocios de barrio u otros similares- puedan disponer de ellas, evitando pérdidas económicas que les puedan ser relevantes.
Espero que este paso sea el primero de muchos en lograr la erradicación de estas máquinas, que son un cáncer que asola nuestros barrios y agobia a los sectores más desposeídos.
Y cuando hablamos de los sectores más desposeídos nos referimos a personas con muy pocos recursos, que muchas veces gastan en esto parte de lo que tienen para subsistir con sus familias.
La Región de Los Lagos es una de las regiones de Chile donde existe una mayor cantidad de estas máquinas. Y créanme que junto con las autoridades municipales en más de una oportunidad hemos conversado sobre este tema.
Por eso, señor Presidente, como dije hace varios meses en esta misma Sala, yo no soy partidario de regularlas; yo soy partidario de eliminarlas. Por eso, voy a votar a favor en general. Después veremos, en la discusión en particular, qué medidas se van a tomar y qué indicaciones harán los señores parlamentarios y el Ejecutivo, si es necesario.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor García.


El señor GARCÍA.- Señor Presidente, quiero recordar que en julio del año 2005, junto con los Senadores don Edgardo Boeninger -que en paz descanse-, don Alejandro Foxley, don Carlos Ominami y la Senadora doña Evelyn Matthei, presentamos un proyecto de ley también destinado a establecer normas claras, precisas sobre las máquinas tragamonedas, las cuales, a nuestro juicio, solo podían funcionar en los casinos legalmente establecidos.
En ese tiempo, catorce años atrás, estimábamos que eran 10 mil las máquinas tragamonedas que existían en todo el país, ¡10 mil! Hoy día el propio Subsecretario de Hacienda, al exponer con relación a este proyecto en la Comisión de Gobierno, señala que serían ¡700 mil!
Por tanto, esta es una legislación urgente, necesaria. No podemos seguir perdiendo tiempo, porque, tal como se ha dicho, muchas veces el funcionamiento de estas máquinas tragamonedas, especialmente en barrios sencillos, modestos, significa la ruina de muchas familias. Y, por lo menos para mí, se trata de una actividad que está operando al margen de nuestra legislación.
Chile tiene regulados sus juegos de azar y esto no se ha regulado porque en algún momento se estableció la duda de si eran juegos de azar o de destreza; y, más bien, se les ha tratado de identificar como juegos de destreza. Pero ¡todos sabemos exactamente de qué se trata!
Por eso, señor Presidente, yo tengo la convicción de que debemos aprobar esta iniciativa y legislar urgentemente.
Voto a favor.
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor QUINTANA (Presidente).- Quiero señalarles a quienes nos acompañan en las tribunas que tienen todas las facilidades para permanecer aquí. Han sido, desde luego, invitados, pero no está permitido realizar ningún tipo de manifestación ni interrumpir la sesión.
Tiene la palabra la Senadora señora Ebensperger.


La señora EBENSPERGER.- Señor Presidente, ¡qué importante es legislar de la manera correcta!
Hace muchos años que nuestro país tomó una decisión en esta materia. Bien o mal -esa no es la discusión hoy día-, decidió permitir los juegos de azar solo en los casinos, al margen de aquellos otros, como la Polla de Beneficencia o la Lotería, que también son legales.
El resto se encuentra prohibido y así lo señalan expresamente la Ley de Casinos y nuestro Código Penal, que tipifica el delito de juego ilícito -es decir, aquel que se realiza fuera de los recintos expresamente autorizados por ley- y aplica una sanción.
Sin embargo, esta normativa durante años ha sido expresamente vulnerada mediante resquicios legales, al señalarse que ciertas máquinas de azar son máquinas de destreza. Y eso no es así; es una falsedad que infringe la ley.
En nuestro país se han ido desarrollando estos juegos de azar fuera de los casinos en forma prolífica y distinta. Muchos municipios permiten las máquinas, dictan ordenanzas; otros las prohíben; no tienen regulación. Al final, están establecidas algunas en locales con patentes municipales mal otorgadas, desde mi punto de vista; otras funcionan en forma clandestina.
Y lo peor de todo es que esta gran cantidad de máquinas de azar, de tragamonedas, instaladas de forma clandestina a lo largo del país, en su mayoría se encuentran presentes en los sectores más vulnerables. La mayoría, como bien lo señalaba el Senador Araya, están donde la gente tiene más necesidades; donde la dueña de casa se levanta en la mañana y con mil pesos, que es lo único que posee, va a comprar el pan, pero, para ver si puede doblar esos recursos, los pone en una de estas máquinas y el resultado es que se va a su casa sin plata y sin pan.
Si nosotros no somos capaces de tomar conciencia y preocuparnos por los más vulnerables, haciendo que se respeten las normas que este Congreso dicta a lo largo de sus distintos períodos; si no nos preocupamos de que se cumpla la normativa y de ponerle atajo a los resquicios cuando aparezcan, tratando de doblarnos la mano, no sé cuál es el sentido de estar acá.
Creo que este Senado ha demostrado mucho interés en resolver este tema. Desde hace años se han presentado -también el año pasado- un gran número de proyectos de ley en esta materia. Particularmente, junto al Senador Galilea presentamos dos: una iniciativa en el sentido de ampliar y aclarar los conceptos de máquinas de azar, de juego responsable; y otra para modificar el Código Penal.
Se nos mandató en la Comisión de Gobierno revisar con prontitud todas estas propuestas. Y el Ejecutivo finalmente presentó un proyecto, a través de una indicación sustitutiva, que me parece que va en el camino correcto. Básicamente, aborda cinco puntos:
-Se establece por primera vez en la legislación y en la Ley de Casinos la definición de máquinas de azar, que se amplía a lo que hoy permite utilizar este resquicio; por lo tanto, me parece que es una buena definición. No la volveré a leer, porque el Senador Araya ya lo hizo. Pero queda claro y comparto que dicha definición, que explica en el inciso segundo a quiénes no afecta o qué es lo que no se va a entender por máquinas de azar, va por el camino correcto.
-De la misma manera, se establece en este proyecto un nuevo tipo penal y se actualiza lo que existe con aumentos de penas, algo que también considero que va en la línea correcta.
-Se constituye en su artículo 3°, a través de ley N° 19.995, un procedimiento para otorgar nuevas patentes a aquellas máquinas descritas en el inciso segundo de la definición, que claramente no son de azar. Pensemos en las "pelucheras" o los flippers, o en aquellas que encontramos de repente en supermercados o en centros comerciales.
-Se establece también un plazo para las patentes actuales, las que se mantendrán vigentes hasta que se venza y no podrán ser renovadas.
-Se determinan claras facultades a la Superintendencia para resolver frente a las dudas y, asimismo, para fiscalizar en conjunto con los municipios.
En general, creo que esta es una gran propuesta legislativa, que va por el camino correcto y que sin duda podremos perfeccionar en su estudio en particular. Sin embargo, considero que hoy día es importante darle una señal clara al país sobre cuál es la opinión del Senado en esta materia.
Voto a favor de este proyecto, señor Presidente, y con muchas ganas.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, hace décadas que las máquinas de juegos comenzaron a aparecer en los barrios de nuestras ciudades. Un vacío regulatorio, reconocido por la propia Contraloría, permitió su proliferación, a veces con autorización municipal y otras veces sin ella.
Hoy se calcula -y acá se ha dicho- que existen centenares de miles de estos dispositivos prácticamente en todos los rincones del país, tanto urbanos como rurales.
En este tiempo, múltiples proyectos de ley se han presentado. Algunos han perseguido prohibir completamente estas máquinas y otros buscan regular esta actividad.
¿Qué es lo mejor? ¿Prohibir absolutamente o regular esta actividad?
Yo soy partidario...
--(Aplausos en tribunas).
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Reitero a las personas que están en las tribunas que no se pueden hacer manifestaciones.
Les pido escuchar con respeto a cada uno de los señores Senadores que hacen sus intervenciones y esperar el resultado.
Les solicito orden.
El señor QUINTEROS.- Yo soy partidario, señor Presidente, de regular esta actividad, y por las siguientes razones.
En primer lugar, porque es la regla general de nuestro ordenamiento jurídico.
Al respecto, la Constitución asegura a todas las personas el derecho a desarrollar cualquier actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional. En consecuencia, la ley puede prohibir una actividad solo cuando esta sea contraria a alguno de estos bienes jurídicos.
¿Serán las máquinas de juegos instaladas en un almacén de barrio contrarias a la moral, al orden público o a la seguridad nacional? Es bien difícil sostener eso y, más aún, fundarlo.
Nuestro sistema está construido sobre la libertad como principio general. La regulación, que debe ser por ley, es una excepción y lo es aún más la prohibición, reservada solo para casos excepcionales, mientras que la penalización es todavía más excepcional.
En el caso de los juegos de azar, desde el Código Civil del siglo XIX, ellos se encuentran prohibidos, seguramente siguiendo los patrones de moral que en esos tiempos existían. Sin embargo, diversas leyes han ido autorizando juegos de azar, como las loterías, los hipódromos o los casinos, y recientemente las rifas, los bingos o sorteos.
No obstante, a estas alturas del siglo XXI, pienso que esas categorías han sido sobrepasadas completamente por la realidad.
Un sector relevante de la población no ve ningún problema moral en acceder a la entretención de estas máquinas. El problema radica en quién salvaguarda que dichas máquinas efectivamente se basen en un juego exento de fraude. Pero esto es materia de regulación y no de prohibición.
Además, de acuerdo a otras normativas internacionales, las máquinas de juego programadas, que son una buena parte de las que existen en el país, técnicamente no son equivalentes a las de azar, por lo que tampoco estarían prohibidas.
En definitiva, una prohibición general, como la que se promueve en la indicación sustitutiva del Ejecutivo, puede tener problemas de constitucionalidad, que, a mi modo de ver, debieran ser analizados por la Comisión de Constitución antes de resolver.
En segundo lugar, considero que el proyecto, tal como está, viola la igualdad ante la ley.
En el debate de la Comisión de Gobierno insistí, en múltiples oportunidades, en que si se quería establecer una prohibición general, entonces se debía atacar las diferentes modalidades de juego que hoy se desarrollan abiertamente, incluso con publicidad en televisión, y no solo limitarse a perseguir a pequeños comerciantes.
Hoy vemos, por ejemplo, publicidad de juegos en línea, casinos virtuales donde las sumas que se transan son muy superiores a las que se pudieran jugar en las llamadas "máquinas tragamonedas". Asimismo, en la televisación de partidos de fútbol apreciamos siempre publicidad que llama a marcar un número para participar en un sorteo con premio en dinero.
En la Comisión, el Gobierno admitió que estas prácticas son ilegales, pero se negó a incluir esas actividades en este proyecto.
Yo me pregunto: ¿por qué se debe perseguir al comerciante que tiene una máquina de juego con penas de reclusión de hasta cinco años y multas de hasta 10 millones de pesos, mientras que las grandes empresas internacionales que mantienen sistemas de juegos en línea y que operan con publicidad no arriesgan ninguna sanción?
¡Yo no acepto esta odiosa discriminación!
--(Aplausos en tribunas).
Lo mismo ocurre con las personas que juegan. Una simple vecina que juega 200 pesos en una máquina tragamonedas se expondrá a una sanción de reclusión menor o de multa de entre 500 mil y un millón de pesos, mientras que el que cómodamente juega por internet grandes sumas de dinero con su tarjeta de crédito no se expone a ninguna sanción.
¡Yo no acepto el doble estándar!
Puedo entender, aunque no comparto, los argumentos de quienes quieren prohibir. Legítimamente, hay quienes desean desincentivar la ludopatía y sus perniciosos efectos en muchas familias, pero la verdad es que los juegos legales también generan ludopatía.
En cualquier caso, podría comprender esas razones sociales; sin embargo, no me es posible aceptar los argumentos de aquellos que pretenden discriminar.
Señor Presidente, no puedo dejar de referirme al complejo contexto en que este proyecto ha sido debatido. Mientras lo discutíamos en la Comisión, abruptamente se activaron antiguos procesos de carácter penal, incluso dando lugar a medidas de allanamientos e interceptaciones telefónicas, todo con gran publicidad.
En este marco y en estos tiempos, es muy fácil que se desacredite a quienes participan del debate. A algunos se les acusará de estar coludidos con los casinos y a otros, con los operadores de las máquinas tragamonedas.
Yo no creo ni lo uno ni lo otro.
Pero estoy convencido de que este Parlamento debe tomar una posición de todas maneras. Nosotros estamos para buscar soluciones y no para mirar para el lado.
Debo reconocer que este Gobierno al menos ha tomado una posición, aunque no esté de acuerdo con ella.
Espero que de aquí salga una decisión clara. Lo peor es seguir en la indefinición en la que hemos estado durante tantos años.
Creo que la respuesta más adecuada es la regulación, que se definan tipos de máquinas que se pueden explotar, número máximo, incompatibilidad con el expendio de alcohol y prohibición para menores de edad.
Estimo que debe primar el criterio de realidad.
No veo cómo se podría implementar una prohibición general, más aún cuando muchos desarrollan sus actividades bajo el amparo de una patente municipal.
El criterio de realidad es el mismo que se ha tenido en cuenta cuando se ha promovido la regulación de nuevas actividades que se inician al margen del ordenamiento legal, como la plataforma de transporte Uber.
Pienso, al mismo tiempo, que la regulación de las máquinas de juego y de los juegos en línea puede ser una nueva fuente de recursos, que se calcula que puede llegar hasta más de 200 millones de dólares, los que hoy simplemente no se recaudan. Podría compensar, de paso, las nuevas obligaciones que se les entregan a los municipios sin financiamiento adicional alguno.
Tampoco el proyecto considera recursos adicionales para la Superintendencia de Casinos de Juego, que solo cuenta a nivel nacional con doce fiscalizadores, extrañamente todos en la ciudad de Santiago, pese a que la Región Metropolitana es la única donde no existen casinos.
En definitiva, señor Presidente, solicito que este proyecto sea analizado previamente por la Comisión de Constitución y, para el caso de que sea aprobado, me pronunciaré por incorporar en él normas regulatorias efectivas y no la mera prohibición, que solo promoverá mayor clandestinaje.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Reitero: silencio a las tribunas.
El Senador señor Quinteros ha pedido que el proyecto sea remitido a la Comisión de Constitución.
Su Señoría, lo solicita ¿para después de la votación o previo a ella?
El señor QUINTEROS.- Previo, señor Presidente.


El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- No hay acuerdo.
Vamos a someterlo a votación.
Senador Coloma, ¿usted me ha pedido la palabra?
El señor COLOMA.- No, señor Presidente.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Pero me han señalado que no hay acuerdo al respecto.
Tiene la palabra la Senadora señora Rincón.
La señora RINCÓN.- Señor Presidente, entiendo que el Senador Quinteros ha pedido que, antes de la votación general, el proyecto sea visto por la Comisión de Constitución, para tener una opinión acerca de la pertinencia o no de esta prohibición...
El señor QUINTEROS.- De la constitucionalidad de la norma, señora Senadora.
La señora RINCÓN.-... y de la constitucionalidad de la propuesta.
Entonces, como no hay acuerdo unánime en esta materia en la Sala, corresponde abrir la votación. Hay que hacer sonar los timbres para que puedan participar todos los colegas en esta decisión.
Mientras tanto, podemos seguir con las intervenciones.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Solicito que se hagan sonar los timbres y pondremos en votación la petición formulada por el Senador señor Quinteros.
Quienes votan por la afirmativa quieren que el proyecto sea enviado a la Comisión de Constitución.
Quienes se pronuncian por la negativa no están de acuerdo en ello, y continuaríamos con el debate.
El señor BIANCHI.- Muy bien.
La señora RINCÓN.- Conforme.
El señor QUINTEROS.- ¿Puede repetir cómo será la votación, señor Presidente?
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Votar a favor implica que la iniciativa vaya a la Comisión de Constitución; votar en contra, que no vaya.
En votación la solicitud del Senador señor Quinteros.
Pido a las señoras Senadoras y a los señores Senadores emitir su voto.
Esperaremos a que lleguen los colegas que están en comisiones.
¿Han votado todos?
El señor LETELIER.- Hay un inconveniente con el sistema.
El señor HARBOE.- Cierto, con el Senador Quintana.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Perdón, señores Senadores. Se ha producido un problema técnico en la emisión del voto del Senador señor Quintana. Ante ello, tendremos que anular la votación para reformatear el sistema.
El problema puntual es que el voto del Presidente de la Corporación, Senador señor Quintana, aparece reflejado en su pupitre y no en la Mesa.
Anulada la votación.
En votación, nuevamente, la petición del Senador señor Quinteros.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor GUZMÁN (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Terminada la votación.
--Se rechaza la solicitud (23 votos en contra y 10 a favor).
Votaron por la negativa las señoras Aravena, Ebensperger, Órdenes y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Bianchi, Castro, Coloma, De Urresti, Durana, Galilea, García, García-Huidobro, Kast, Latorre, Moreira, Navarro, Ossandón, Pérez Varela, Prohens, Pugh y Sandoval.
Votaron por la afirmativa las señoras Allende y Rincón y los señores Elizalde, Guillier, Huenchumilla, Lagos, Letelier, Montes, Quinteros y Soria.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Continúa la discusión del proyecto.
El señor COLOMA.- ¿Puede abrir la votación, señor Presidente?
El señor MOREIRA.- Sí, ábrala, señor Presidente.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Me han solicitado la apertura de la votación.
¿Habría acuerdo?
Acordado.
En votación la idea de legislar.
--(Durante la votación).
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Letelier.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, quiero abordar este tema y entregar mi opinión con la máxima transparencia posible.
A mí, en lo personal, me carga el juego. No me gusta. Tengo familiares a quienes les encantan las máquinas. No es mi caso. A mí me molesta el juego.
Entiendo lo que es la ludopatía.
Entiendo perfectamente lo que son las adicciones y las complejidades que implican para las personas que las sufren y para sus familias.
Sin embargo, aquí se ha dado un argumento que a mí me incomoda.
¡Desde cuándo la discusión sobre la ludopatía tiene que ver con las clases sociales!
--(Aplausos en tribunas).
¡Desde cuándo la discusión es que los pobres son unos tontos que debemos proteger y los ricos, unos sabiondos incapaces de padecer esta patología!
--(Aplausos en tribunas).
Yo quiero decir que...
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Perdón, señor Senador.
Les reitero a las personas que se encuentran en las tribunas que, si no mantienen el orden, vamos a tener que desalojarlas.
Les recuerdo que no pueden aplaudir, pifiar ni emitir expresiones de apoyo o de rechazo.
Ustedes podrán ver, a través de la votación, cómo expresa su trabajo y su posición cada uno de los Senadores.
Puede continuar, Senador señor Letelier.
El señor LETELIER.- Señor Presidente, como decía, a mí no me gusta el juego. Es verdad. ¡No me gusta!
Pero en este punto entiendo que, frente a algo que no se ha regulado, nuestro papel es regular.
Y como bien dijo un Senador de mi bancada, este no es el único ámbito del juego que no ha sido regulado: hay muchísimos otros, ¡muchísimos!
Los juegos online, por internet, son un fenómeno gigantesco de cuya dimensión no tenemos ninguna información real.
En nuestro país hay algunos juegos que se encuentran regulados. Por ejemplo, los hipódromos (a través de Teletrak), las loterías, los juegos con raspe que se venden en los quioscos y, por cierto, los casinos con toda su diversidad.
En este proyecto se discute sobre los tragamonedas.
Se han inventado ciertos conceptos en torno a si estas máquinas responden a juegos de azar, de destreza o programados, idea que tendríamos que debatir más profundamente.
Es cierto que es posible regular esta área de diferentes maneras: podemos hacerlo por tipo de máquinas y también por ubicación y cantidad de ellas.
Sin embargo, a mí me parece que quienes tienen máquinas son corresponsables del problema, porque no han sabido autorregularse. De hecho, algunos -disculpen el verbo, porque no es muy diplomático- se han ido al chancho, toda vez que muchos de estos lugares se han convertido en verdaderos salones de juego, no con una, cinco o diez máquinas, sino con más de cien. Y no están en las poblaciones, sino en el centro de las comunas y las ciudades, incluso al lado de los terminales.
Este es un fenómeno un poquito más complejo. Es todo lo que quiero decir respecto a lo que existe en nuestro país.
Yo soy partidario de regular, pero no con el apellido de prohibir.
Reitero: a mí me molestan las máquinas. No me gustan. Pienso que el juego, en general, no hace bien.
Sin embargo, creo en un principio -lo planteo como punto de entrada-: la capacidad de cada adulto para tomar las decisiones que le parezcan respecto de qué hace con su vida en tanto no afecte los derechos humanos del resto. Eso tiene que ver con las opciones en todos los ámbitos de la vida.
Por lo tanto, no gustándome esta actividad -¡porque no me gusta!-, entiendo que no es contraria a la Constitución, que debe ser regulada y que es factible discutir cómo hacerlo.
Lo que me incomoda con este proyecto es que, en los alegatos que he escuchado, se parte asumiendo un principio: que se debe cuidar a unos y no a otros. Me parece muy incongruente, por decirlo en forma suave.
Si queremos prohibir el juego, prohibámoslo todo; no solo una parte. Es cierto que muchos de los que poseen máquinas -algunos probablemente están hoy en las tribunas- tienen un negocio con ellas. Otros las importan; otros las arriendan donde hay un negocio, un negociado tremendo en que no se paga impuestos; otros les hacen las mantenciones. Existen diferentes formas. Realmente, hoy constituyen una industria en nuestro país, que debemos ver cómo abordar.
Sin embargo, reitero que me cuesta este concepto poco liberal de algunas bancadas, o de algunos colegas que rasgan vestiduras por la competencia, por la libertad de las personas, por el libre albedrío, pero siempre que sean "para mí", no para todos.
Lo repito: no me gusta el juego. No obstante, la existencia de estas máquinas tiene un efecto perverso, que es democratizar el juego. Y si bien no me gustan los efectos de este, creo que prohibirlo sería ir contra los principios en los que yo creo, que parten por respetar la Constitución en materia de lo que se puede y no se puede hacer y en que la ley es la que debe regular. Pero me parece que el proyecto apunta en una dirección que no es la de regular. Aquí se tomó una opción, no para regular -aunque le pongan el nombre, y el título es muy decidor-, sino para prohibir.
A mi juicio, señor Presidente, el proyecto se pilla los dedos en la puerta. La Contraloría ya dictó hace tiempo una normativa que establece que es la Superintendencia de Casinos de Juego la que debe calificar las máquinas. Muchas de las personas que están en las tribunas tienen máquinas con el visto bueno de dicha entidad. Y se habla de un concepto que no está en la ley: que son "programadas".
Por ende, aquí estamos haciendo algo que es medio gatopardo. Quiero decirlo. Porque estamos tocando temas en que deberíamos profundizar la reflexión.
Señor Presidente, reitero que deberíamos regular la cantidad de máquinas; dónde deberían estar, a qué distancia; imponer la prohibición de acercamiento por parte de cualquier tipo de niños; no aceptar que haya veinte máquinas en un mismo lugar, como ocurre hoy; la calificación de los lugares donde podrían estar. Pero siento que el camino de prohibir el juego para unos y no para otros tiene un sesgo de discriminación territorial, por decirlo suavemente, en una lógica que choca con ciertos principios.
Lo reitero una vez más: no me gusta el juego. Se lo he dicho a todas las organizaciones que me han pedido reuniones a través de la "Ley de Lobby". No soy partidario de las máquinas, pero considero inconsistente afirmar que no puede haberlas porque son los sectores populares los que se juegan la plata del pan. Conozco personas muy cercanas, con bastantes recursos, que se lo jugaron todo y terminaron viviendo en un cité en la avenida Independencia. Otros también se lo jugaron todo y quedaron sin familia. Y en estos casos rige el mismo principio.
Las preguntas que me surgen son las siguientes: ¿tiene derecho el ser humano a hacer lo que desee, siempre que no afecte los derechos de otros, cuando es mayor de edad? ¿Cuáles son las cosas que se limitan? ¿Qué es lo que se regula?
Este es un ámbito de regulación, y creo que eso es lo que debería hacer el proyecto: ir más por la cantidad, más por la ubicación y, por cierto, precisar un concepto que no aborda bien, como es la diferencia entre máquinas de azar versus máquinas programadas, que es donde realmente está el debate técnico en esta área. Después podremos abordar el tema de internet, que es donde verdaderamente está el juego del futuro, y no en estas máquinas que ahora consideramos que son el gran problema.
He dicho.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Ossandón.


El señor OSSANDÓN.- Señor Presidente, primero quiero tratar de interpretar un poco lo que acaba de expresar mi colega y amigo el Senador Letelier.
Creo que este no es un problema de clases sociales, sino de realidad concreta. Yo no he encontrado en ningún barrio acomodado una máquina de estas, pero sí las he visto por cientos en barrios vulnerables. Ese es un dato de la causa. Por algo no están arriba, en los sectores más acaudalados.
Primero hay que aclarar algo.
Estas máquinas están prohibidas. En Chile tenemos una Ley de Casinos (la N° 19.995), que en su artículo 3°, letra a), define qué es una máquina de azar, y que en su artículo 5° dispone quiénes pueden operarlas. Y la verdad es que, por un subterfugio, se ha logrado pedir y conseguir patentes comerciales, en circunstancias de que el único organismo que puede autorizar las máquinas es la Superintendencia de Casinos, pero no a través de patentes comerciales. Los municipios no tienen facultad para otorgar ese tipo de permisos, los cuales se solicitan sobre la base de juegos.
Esa es la historia.
La cuento porque yo era alcalde en esa época. Llegaban los municipios, requisaban las máquinas y luego aparecían abogados de altísimo nivel con este documento, que fijaba la categoría de juego de las máquinas de azar, contenida en parte del reglamento, que definía a un grupo de máquinas. Se iban "de recurso", porque decían que las máquinas que ellos defendían no eran específicamente de esas. Al final empezaron a ganar todos los recursos de protección, y es lo que explica, de alguna manera, por qué se empezaron a instalar.
¿Qué es lo grave de esto? ¡Lo grave es que estas máquinas están arregladas! ¡Todo el mundo lo sabe! ¿Quiénes son? Los holandeses, los brasileros, los chinos, los peruanos; los que venden los chips; los que venden las tarjetas; cómo se regulan; cómo se manejan para las quincenas -para los que no lo saben- o para fin de mes, en el caso de los sectores más vulnerables.
Por lo tanto, estas máquinas son un cáncer para la sociedad.
Ahora, para ser un poquito más transparentes, empezaron a darse cuenta de que era muy importante financiar las campañas políticas. A mí me ofrecieron lo que quisiera cuando fui candidato a Senador. Y lo denuncié públicamente. Fui a la Fiscalía y hasta di los nombres de las personas y los lobistas que me ofrecieron plata, siempre y cuando los apoyara.
Este proyecto, que espero que aprobemos hoy, lo que hace -seamos transparentes- es prohibir las máquinas. ¡Pero siempre han estado prohibidas! Le da una instrucción precisa al municipio y le cierra la posibilidad de hacer cualquier interpretación. O sea, si un alcalde otorga permisos para el funcionamiento de máquinas de juego después de la aprobación de esta ley, incurre en notable abandono de sus deberes. Y además -algo muy importante- se crea un delito: el que use estas máquinas comete un delito que tiene sanciones graves.
En consecuencia, aquí hay un problema social serio, que se dejó estar, no solo porque un Senador dijo por ahí -y es cierto- que resulta muy fácil hacer lavado de dinero. Pero ese es un tema puntual de la gran complicación de los fraudes internacionales. ¡Si aquí el problema es la ludopatía de la gente que, por desgracia, no tiene la capacidad de darse el gusto de perder el sustento familiar! Porque, en la práctica, hay personas que sí pueden darse el gusto de botar la plata, pero no dejan de comer ni sus hijos, ni ellos, ni dejan de tener dinero para cubrir sus necesidades básicas.
A mí me daba pena ver, en Puente Alto y en Pirque, cómo las dueñas de casa, para las quincenas y para los fines de mes, perdían su plata. Y ellas sabían que esas máquinas estaban reguladas de mala manera.
Es tan grave el problema que existen verdaderas mafias. Y usan a las personas que trabajan con ellas. Al final, los almacenes no tienen para qué vender. Los partes se los pagan los dueños de las máquinas. Ya no necesitan vender. ¡Si ahí existe un negocio maravilloso! Llega la gente, bota la plata; se pasan los datos. Llegan las máquinas a una población. ¡Y son muy buenas...! ¡Ganan un par de semanas y después pierden todo! ¡Pierden todo!
Por lo tanto, creo que es necesario aprobar este proyecto. Es más, hay que ser mucho más específico en la prohibición, porque, si no, ¡desarmemos la Ley de Casinos! ¡Si la Ley de Casinos lo que hace es reconocer que el juego no es algo muy sano para mucha gente! Por eso se regula y se dice "en ciertas regiones", con "ciertas condiciones" y con "ciertos reglamentos".
¡Qué capacidad tenemos para fiscalizar que miles de almacenes cumplan con lo ahora propuesto! ¡Qué capacidad tenemos para fiscalizar si, luego de la visita de un inspector para revisar las máquinas -porque eso es lo que se hace-, les cambian el software y listo: cobran lo que quieren!
¡Esto es un cáncer para la gente más modesta de nuestro país! Y este no es un tema de lucha de clases, de ricos y pobres. Es un dato concreto. La gente llegaba a las oficinas de los municipios pidiendo: "Por favor, ayúdennos, porque mi mamá (o mi papá) se gasta toda la plata". Es un negocio superlucrativo. Por último, las máquinas podrían ser realmente de azar, con ciertos códigos. ¡Pero no! Las cambian todos los días, dependiendo de lo que sea. Porque la diferencia entre una máquina de azar y una de destreza -para que lo sepan- es bien difícil de notar. Las dos tienen ciertas mezclas, no obstante que en las de azar prima, mayoritariamente, la suerte. Pero todas son máquinas controladas.
A mí me extraña mucho -y lo digo con bastante respeto- que no exista intervención de las policías en este problema, pues, claramente, aquí hay un negocio irregular, con una mafia tremenda detrás, que es ultraconocida. Sin embargo, mucha gente tiene miedo, porque es amenazada, porque cree que, como hay tanta plata, le pueden pasar la cuenta.
Debo señalar, señor Presidente, que no solo voy a votar en contra de este proyecto, sino que voy a presentar varias indicaciones para endurecer su texto, porque como alcalde viví el cáncer que padece la gente. Y desgraciadamente, aunque a algunos Senadores no les guste, este cáncer está atacando a la gente más pobre, a la gente que más necesita ayuda y que, al final, termina pidiendo subsidio a los municipios.
Así que llamo a todos mis colegas a estudiar el tema responsablemente. Las máquinas de juego no tienen regulación y deben estar prohibidas, como sí lo hace el proyecto, que ojalá endurezcamos más para que este cáncer sea extraído de nuestro país.
Muchas gracias.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Lagos Weber.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, estamos discutiendo en general este proyecto de ley, el cual va a tener una ardua y compleja discusión en su trámite en particular.
Quiero partir señalando dónde nos encontramos en esta problemática.
Trataré de ser coherente con la forma en que he votado siempre, que es en función de las personas. Pero las personas, para mí, deben ser consideradas en su integridad, y yo siento que esta iniciativa lo que hace es discriminatorio, para ser bien franco.
Creo que el Senador Rabindranath Quinteros, en su exposición -que recomiendo leer nuevamente, o escucharla-, aunque no tiene razón en todo, plantea temas refundamentales: ¿por qué se va a penalizar a ciertas industrias y a otras no? ¿Cómo regulamos las apuestas on-line? ¿Lo correcto es prohibir o regular?
El proyecto, de lo que yo veo, tiene un aroma a paternalismo bien grande.
Acabo de escuchar a un exalcalde que está preocupado por los ciudadanos. Habla de "la gente pobre". Yo quisiera un mínimo, un diez por ciento de esa compasión que sienten algunos cuando obligan a los trabajadores a cotizar el diez por ciento de su sueldo en una AFP.
¡Ahí los quiero ver yo! ¡Claro!
O cuando hablamos de lo que recauda el Estado de Chile por concepto de impuestos. ¿Saben de dónde viene? El 50 por ciento proviene del IVA, no del impuesto a la renta de aquellos a los que les va mejor en nuestro país. Eso no les importa tanto. Que la gente, por su kilo de pan, pague 19 por ciento, o por el litro de leche, o por el litro de "chelas", eso no es relevante. Ahí no tienen importancia los ciudadanos.
Pero dicen que les preocupa la gente. ¡La comida chatarra, entonces! Dicen que les preocupa el sueldo a fin de mes, la quincena. ¿Con qué se alimenta la gente de menos recursos? ¡Con mala comida! Pasamos el día llenos de colesterol, llenos de grasa, etcétera.
Entonces, ese paternalismo está latente acá, porque "nos preocupa la gente pobre en este tema".
Yo quiero regular estas máquinas. Pero no nos engañemos con el proyecto. Para empezar, tiene un vacío increíble.
Y voy a contar una anécdota, para no parecer tan amargo.
La ley define las máquinas de azar. Y señala: "No se considerarán máquinas de azar aquellas en que el premio entregado fuese una tarjeta, vale, ticket o un bien no canjeable". ¡Nada de plata!
Vámonos al Asia, que me encanta. ¡Como uno hizo otras cosas antes en la vida...! Y en Japón está el Pachinko. No sé si han escuchado hablar de él. El Pachinko son grandes máquinas, ubicadas en establecimientos grandes -de tres o cuatro pisos-, llenos de japoneses, hombres y mujeres, mayores y jóvenes -menores de edad, no-, jugando con pelotitas de acero, que deben meter dentro de las máquinas. Si te va bien, pones un canasto y sacas hartas pelotitas de acero, cada una grabada por el local respectivo. No se pueden retirar del lugar, pero sí se pueden cambiar. ¿Por qué? ¡Por monos de peluche! Sacaste cinco pelotas, un osito; 50 pelotas, uno más grande. Y si te vas con un oso panda o un Pikachú gigante, ¡te fue bien! ¡Y se van contentos con su oso de peluche!
¿Hasta dónde llegan con el oso de peluche? Hasta el local de al lado, donde de casualidad hay una empresa que compra osos de peluche. ¡Qué tal, "papá"!
¿Captan la figura?
Y en este proyecto, así como viene presentado, ¿qué impide que me vaya con mi ticket y me digan: yo compro al lado tickets, yo compro peluches?
Entonces, el asunto de las máquinas -y lo digo en serio- debemos regularlo. De que abusos hay -y aquí no cuesta nada sacar aplausos de la galería-, los hay. Lo que pasa es que existen máquinas de azar, pero se hace la distinción entre máquinas de azar y de destreza, que es algo que ya no admite mucha discusión. ¡Pongamos máquinas de verdad!
¿Han visto esas máquinas en que uno tiene que tomar un mono con una pinza? Bueno, yo he estado en esas máquinas con mi hijo. Y uno puede estar un día entero para agarrar un mono de peluche. ¡No va a funcionar!
Entonces, no nos engañemos. ¡Regulemos!
¿Cuál es el problema? Y aquí está el tema de fondo, más allá del paternalismo y el aroma: si algo no funciona, ¡lo prohibimos!
¡Yo no puedo aceptar eso!
El alcohol mata ciudadanos en Chile. Todos aquellos que consumen o que consumimos alcohol nos estamos haciendo un daño. Si usted bebe mucho, se hace más daño. Hay cuerpos que no resisten lo mismo: algunos, media botella de tinto; otros toleran de mejor manera la misma cantidad. Y el tabaco mata.
¿Y qué es lo que hemos hecho en este Parlamento? ¿Hemos prohibido el alcohol? ¡No! ¿Prohibimos el tabaco? ¡No!
¿Cómo argumentamos contra aquellos que quieren prohibirlos derechamente?
Yo creo en la libertad de las personas, en su derecho a ser informadas de que el alcohol es dañino, de que el tabaco es dañino. Hablamos del etiquetado del tabaco o del alcohol. Regulamos la publicidad al respecto: los horarios autorizados en la televisión. Protegemos a los menores. Regulamos en qué lugares se puede vender alcohol y tabaco: no cerca de los colegios, etcétera. Pero no los prohibimos. ¡Los regulamos! Alguien me dirá: "¡Es que resulta muy difícil!". Bueno, pero la alternativa es prohibirlos, con todos los costos que ello implica.
Ahora estamos prohibiendo las máquinas. Yo las quiero regular. Tal vez no le hago la vida feliz a ninguno de los que están en las tribunas. No se confundan. Pero el criterio de la prohibición, ¡termina echando a perder las democracias! Porque empezamos a prohibir las cosas en vez de generar confianza en los ciudadanos, en vez de regular como corresponde, en vez de no discriminar entre una industria y otra.
No me cabe duda de que hay abusos con las actuales máquinas. ¡Ni una duda! Recorriendo Chile, he visto que funcionan -creo que el Senador Letelier ya lo dijo- al lado de los rodoviarios, al lado de las municipalidades. Y no en uno sino en tres lugares. ¡Llenos de luces! ¡En la Quinta Región! ¡Con patente municipal! ¡De qué estamos hablando! ¿Y resulta que no se puede hacer nada hoy día? Y si hoy día no se quiere hacer nada, ¿por qué esta ley va a hacer la diferencia?
La cuestión de fondo -y algunos van a coincidir conmigo- es tener un criterio sano para enfrentar la prohibición. Y no por el tema puntual de la apuesta o la ludopatía. ¡Como si la ludopatía fuera más fuerte en sectores de menores ingresos! Otra cosa es que en Chile haya más gente de menores ingresos; en consecuencia, va a haber allí más ludópatas en términos nominales, pero no en términos probabilísticos.
En consecuencia, señor Presidente, este proyecto, así como está, no me gusta. Alguien dijo que lo iba a endurecer. No sé qué significa eso. Si lo va a prohibir, ¿qué más lo va a endurecer? ¡No sé qué más puede hacer! ¡A menos que persiga gente con efecto retroactivo!
Si usted ya prohíbe una actividad, no sé cómo la puede endurecer más. ¡Las penas son para el que infringe la ley!
Entonces, ese es otro tema.
Señor Presidente, este proyecto está mal enfocado. Regulemos de manera fuerte y creemos las instituciones necesarias. Porque, si somos capaces de regular el alcohol, el tabaco, los etiquetados de las comidas chatarras, ¡cómo no vamos a poder hacerlo con las máquinas!
Además, pensar que la gente de menores ingresos es menos inteligente que la de mayores ingresos es el principio del fin de una democracia; porque significa ir hacia una democracia censitaria, a que los inteligentes tengan más votos que los no inteligentes, o a que los más pudientes tengan más votos que los no pudientes.
No me parece, señor Presidente.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Castro.


El señor CASTRO.- Señor Presidente, aquí se habla de "máquinas de destreza", de "máquinas de habilidad", y todos sabemos que es una gran mentira. Son de azar, y sin ninguna regulación, ningún control.
Quienes hemos tenido la suerte de ser alcaldes, sabemos cómo mucha gente, muchas familias, muchas mujeres, jefas y jefes de hogar, han perdido los dineros de su familia. Esa es la verdad: ¡han perdido todo el dinero de su familia!
También sabemos -y ahí no nos debemos engañar-, que alrededor de estos casinos ilegales existen personas con malos hábitos; hay delincuencia; hay drogadicción y prostitución. Es una actividad económica que está -lo sabemos- fuera de la ley, y que no paga impuestos.
Debemos ser responsables. Fuimos elegidos como Senadores para ordenar el país con base en la legislación, obviamente. Fuimos elegidos para ser justos por el bien del país y de sus habitantes.
¡Eso es lo que debemos hacer! Independiente de que a lo mejor hay que legislar, ordenar, sabemos que en este país hay una actividad ilegal que funciona, y que le hace daño a los más humildes.
Por eso se debe terminar esta actividad, señor Presidente. Hay que legislar para, de verdad, cuidar a quienes más lo necesitan.
He dicho.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Aravena.


La señora ARAVENA.- Señor Presidente, la verdad es que, así como varios han hecho un análisis bien detallado de este proyecto, yo también quiero dar a conocer que soy coautora de una de las mociones que fueron parte constituyente de este proyecto que hoy día estamos votando.
Primero, quiero aclarar que nadie está prohibiendo el juego de azar en Chile. De hecho, este existe, y se rige por la Ley de Casinos, que está normada y que efectivamente es perfectible y siempre puede ser cambiada, mejorada. No es que no se dé la oportunidad de desarrollar la actividad de juegos de azar, ni tampoco que comercialmente esta no se pueda ejercer.
Por otro lado, las máquinas tragamonedas -así lo indican las estadísticas- alcanzan a una cifra de entre 500 mil y 700 mil, lo cual es una enorme enorme cantidad, y revela la evolución que han tenido en los últimos cinco años.
No debieran existir en un país desarrollado, o en vías de desarrollo, actividades comerciales que no estén reguladas. No es correcto, ni tampoco justo para miles de emprendedores que con mucho esfuerzo desarrollan actividades económicas con créditos, con esfuerzo, tratando de salir adelante con sus familias.
En ese contexto, habiendo trabajado también en municipios, puedo decirles que no es fácil determinar una diferencia clara entre el azar y la destreza. Eso implicó que muchos municipios otorgaran patentes con razones comerciales, principalmente, vinculadas a negocios, a almacenes, a los que se agregaban estas máquinas; y en otros casos, al no encontrarse una solución, no se otorgó patente, quedando esa actividad en una ilegalidad completa.
En ese sentido, más allá de la denominación del proyecto, si es prohibición o si es regulación, yo creo que no hay que dramatizar una situación que, a todas luces, y habiendo diferentes bancadas que lo apoyan, hay que regular y fiscalizar. No es posible fiscalizar algo que no tiene una definición concreta. Por tanto, tampoco podemos transferirles a los municipios, sobre todo pequeños (es lo que encuentro más grave), una problemática que es legal, y que le corresponde al Senado regular.
Hoy día estamos aprobando la idea de legislar. Y hay mucho género que cortar; hay mucho que aportar a este proyecto. Evidentemente, quienes están por la idea de regular, tendrán un espacio para poder presentar indicaciones y mejorar esta iniciativa.
Sin embargo, es impresentable, en mi opinión, que hoy yo no vote a favor de legislar, porque implicaría desconocer que existe una problemática, un espacio de regulación y una gran falencia en la normativa, que ha generado que haya incluso un desmedro de la imagen de todo este tipo de actividades en cada una de las comunas.
En ese contexto, además de asumir seriamente mi responsabilidad por ser parte integrante de quienes presentaron iniciativas para poder confeccionar esta ley en proyecto, estoy con toda la disposición para ayudar a presentar indicaciones.
Apruebo absolutamente este proyecto de ley porque creo que va en la línea correcta.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, bonito debate estamos dando.
Esta Sala ha variado desde la regulación a la prohibición, y ya tenemos un punto intermedio.
Quienes están viendo este debate, y han hecho el seguimiento en la televisión y en las Comisiones, no logran entender nada.
Quiero decir que existe el legítimo derecho al lobby, que se ha ejercido porque está regulado. Pero, además, deseo señalar que esto tiene un antecedente.
En el Senado se hizo lobby para que este proyecto de prohibición fuera retirado, situación que hoy día investiga el Ministerio Público, al igual que los aportes para campañas políticas.
Por lo tanto, cuando escucho al Senador Quinteros decir que una simple vecina juega 200 pesos en una máquina, en un barrio, le quiero pedir que vaya a mi comuna, donde las máquinas ya no son tragamonedas, ¡son "tragabilletes"! ¡Hasta de 20 mil pesos!
Siguen hablando de "tragamonedas". Pero, ¡no!, son "tragabilletes", de 20 mil pesos. Ya no se juegan monedas. El negocio creció.
La ley N° 19.995, de Casinos, ¡fracasó! Porque aquí hay un delito: engañaron a los municipios, a los alcaldes. ¿A las certificadoras, quién las autorizó? ¿Qué origen tienen los certificados para decir que las máquinas eran de destreza y no de azar? ¡No había ninguna legislación! Y la Superintendencia de Casinos así lo estableció.
La ley prohíbe que existan máquinas de azar fuera de los casinos regulados. Por tanto, con estas máquinas -tengo la más absoluta convicción de que son de azar- se incurre en un delito, son ilegales.
Por eso, estamos discutiendo un proyecto de ley para prohibirlas, para eliminarlas. Porque, claramente, la regulación que existe para máquinas de destreza ¡fracasó! No hubo capacidad de los municipios, de la Superintendencia. Y hoy día son ilegales.
El Senador Letelier dice que hay 20 máquinas en algunos locales. ¡No! El casino más grande de Chile está en la ciudad de Rancagua, ¡y tiene más de 200 máquinas!
No son 20 máquinas; son 200.
Hay que poner atención a lo que dice el Gobierno. En este sentido, el Ministro de Desarrollo Social y Familia, señor Alfredo Moreno, afirmó claramente que la mayor concentración de máquinas se da en comunas de mayor pobreza y que la más elevada concentración de delitos de alta connotación social se da en las comunas donde existe gran cantidad de este tipo de máquinas.
No lo digo yo; aquí está el informe para los Senadores (Ministerio de Desarrollo Social, miércoles 11 de junio de 2018). Los invito a leerlo.
Este Ministerio ha establecido una correlación compleja, que también han señalado la PDI, Carabineros, la Aduana. Cuando le preguntamos al Director de esta última cómo entraron estas máquinas, si eran ilegales, nos contestó que "entran por partes, y yo no puedo revisar todos los chips; no puedo tener una fiscalización de todo lo que entra". ¡Y metieron de manera ilegal 700 mil máquinas, en las narices de Aduana; bajo la supervisión de Carabineros y de la PDI!
Señor Presidente, el Ministerio Público ha sido enfático en señalar que hay problemas.
Yo organicé un seminario sobre este tema; invité a los dueños de máquinas, los cuales fueron y participaron.
Unánimemente, los dirigentes sociales rechazan total y absolutamente la instalación de estas máquinas, porque son ellos los que tienen que enfrentar después las consecuencias negativas y perversas de esta situación. No contribuyen en nada.
Si uno les pregunta a los alcaldes: "¿Y por qué dieron los permisos?", responden: "Es que me amenazaron con llevarme a los tribunales".
¿Y cuál es el ingreso para las municipalidades? Ninguno o escaso.
Entonces, hay que elegir lo que pueda contribuir a hacer una mejor ciudad, a tener una mejor convivencia social. Pero esas máquinas y esos locales de juego de azar no contribuyen a aquello.
Señor Presidente, mi proyecto de ley original de prohibición establecía: uno, compensación a los que adquirieron estas máquinas (ya que muchos las arriendan), y su transformación en máquinas de juego académico de diversión en colegios. O sea, se trataba de su reconversión para no dañar económicamente a los pequeños comerciantes que las compraron de buena fe. Y, dos, capacitación a las personas que pudieran quedar cesantes. Esto, porque si vamos a afectar una actividad, tenemos también que preocuparnos de ella.
Pero el debate ha derivado en si regulamos o si prohibimos estas máquinas. Yo estoy por prohibirlas total y absolutamente, lo cual debemos hacer por una mínima coherencia: ¡son ilegales! Todos los organismos del Estado nos han dicho que son ilegales. ¡Todos! Por tanto, lo que estamos haciendo es ratificar un mecanismo de retiro.
Algunos han mencionado el tema de la ludopatía. Yo no sé si los que hablan de esto tienen algún familiar ludópata. Es terrible. Y la ludopatía se da en todos los niveles sociales, como se da el alcoholismo, como se da la drogadicción, como se da la prostitución. Repito, se da en todos los niveles sociales. No hay distinción de clases sociales.
Lo que aquí sucede es que tenemos un mecanismo de promoción de la ludopatía. Porque eso hacen los casinos.
Yo he presentado un proyecto de ley -espero que mis colegas lo apoyen- para regular los casinos grandes, a fin de prohibir que vendan alcohol al lado de una máquina de juego, así como que la gente utilice su tarjeta de crédito y pida un préstamo en los mismos casinos, porque en estos hay notarios para autorizar créditos, señor Presidente.
A la Superintendencia le ha faltado capacidad para fiscalizar a los casinos grandes y no tiene ninguna capacidad para hacerlo con los chicos. No puede ser que haya alguien que preste plata en los casinos, porque ese no es su giro, ni se pueden permitir los préstamos en su interior. Pero así sucede.
¡Y no se debe consumir alcohol al lado de las máquinas! Porque significa embriagar a una persona para hacerle perder la noción del tiempo, de la realidad, a fin de que gaste y gaste su dinero hasta agotar su capacidad financiera. De modo que esto debe estar regulado en los casinos grandes. Espero que así procedamos.
Respecto a la publicidad, cuando vemos los cigarrillos sabemos que producen cáncer, ¿verdad? Y por eso se advierte en las cajetillas: "El cigarrillo mata, produce cáncer". ¡Bueno!, yo soy partidario de que en la publicidad de los casinos se diga: "El uso excesivo puede producir ludopatía". Así advertimos a la gente que esta actividad se encuentra asociada a una enfermedad mental que tiene cero tratamiento en Chile, ¡cero tratamiento!
Para la familia con un ludópata no existe un lugar dónde acudir, salvo instituciones privadas, que felizmente se hacen cargo de ellos, pero que resultan absolutamente insuficientes.
Por último, es necesario que los casinos grandes participen también en el programa de salud mental. Desde el 2001 que no hay un programa de salud mental en Chile y estamos con un grave retraso. Y yo soy partidario de establecer impuestos para que los casinos grandes paguen más, y destinar esos recursos a fortalecer los programas de salud mental.
Entonces, aquí tenemos que elucidar. Yo estoy por prohibir las máquinas de azar. Entremos en el debate de esta materia, pero tengamos claridad de lo que queremos. A mí no me gusta el articulado tal como está, pues, a mi juicio, es demasiado flexible. Se dice que será considerada máquina de azar aquella cuyo chip esté inscrito en la Superintendencia y/o entregue dinero. O sea, puede existir la lógica de que el modelo de juego esté inscrito, pero no entregue premio en dinero.
El Senador Lagos Weber ha sostenido -por su intermedio, señor Presidente- que las instituciones funcionan. No obstante, yo digo que no han funcionado las instituciones. Y precisamente por eso estamos realizando este debate.
Las máquinas de azar se han expandido a niveles increíbles. Si esto hubiera tenido regulación desde el comienzo, habría sido posible controlarlo. Pero se extendió de tal manera que la única salida es la prohibición gradual y el término de estos casinos de juegos, mal llamados "populares". Porque no contribuyen a ninguno de los elementos que la política de Gobierno dice provocar o que la educación dice promover. Ninguno de ellos, ¡ninguno!
Para los hijos del flipper, para quienes nos criamos de verdad con máquinas de destreza, esto nos provoca indignación, ¡indignación!
También provoca indignación que los métodos para descalificar a quienes, hoy día, estamos por la prohibición sobrepasen los límites de la práctica de una sana convivencia democrática.
Así como los dueños de casinos populares tienen derecho a reclamar, los Senadores tenemos derecho a legislar, porque hemos recibido el mandato de cientos de familias y dirigentes sociales que nos exigen que actuemos. Y no porque estén allí los casinos, ya no podemos hacer nada. O sea, los delincuentes llegaron, el narcotráfico llegó.
En el caso de la delincuencia, no la asocio directamente a los casinos. Y cometieron un error quienes recurrieron a los tribunales en mi contra, señor Presidente. Se presentaron dos recursos de protección, uno en Concepción y otro en Chillán, y ganamos lejos en ambos casos, argumentando elementos inhibitorios.
¡No me voy a dejar amedrentar jamás! ¡Por nadie! ¡No lo hice en dictadura, menos lo voy a hacer ante un proyecto de ley que busca mejorar la condición social de los más necesitados, de los más vulnerables!
Asimismo, quienes tienen dinero van a los casinos grandes, y tienen familias y tienen sustento, pero aun así los vamos a apoyar, señor Presidente. Porque el juego y sus consecuencias no tienen distinción social.
Espero que realicemos una discusión transparente, que los debates en las Comisiones sean televisados, para que cualquier dirigente social o los propietarios de las máquinas de azar puedan conocer las posiciones y puedan evaluar.
Señor Presidente, llega el momento de tomar decisiones aquí. O sea, pienso que el tema de la regulación solo va a alargar más la agonía de esta situación. La decisión es prohibir. Este proyecto busca prohibir y eliminar las máquinas.
Por eso, voy a votar a favor del proyecto de ley que ha enviado el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
--(Aplausos en tribunas).
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, Honorable Sala, tal como lo he señalado reiteradamente, en mi calidad de autor de la primera moción que presentamos junto con los Senadores José García, Carlos Bianchi y los entonces Senadores Eugenio Tuma y Carlos Cantero, en 2013, la que dio origen a la fusión con otros proyectos de ley sobre esta materia, es un hecho público y notorio que desde hace varios años han proliferado en diversas comunas de nuestro país locales o recintos donde funcionan máquinas denominadas "de azar", comúnmente conocidas como "tragamonedas", que operan al margen de la ley y que, además, conllevan a situaciones de ludopatía, delincuencia y alcoholismo en sectores vulnerables de la población, en torno a estos negocios, en los que también participan menores de edad.
Se estima que actualmente hay sobre 700 mil máquinas de este tipo operando en distintos locales o recintos a lo largo del país, que provocan -como ya se ha dicho- diversos efectos nocivos para quienes participan en estos juegos ilegales, que se amparan en patentes otorgadas por los respectivos municipios. Muchos de estos, incluso, han dictado ordenanzas para regular la operación de juegos de destreza y no de azar; pero, en la práctica, predominan los de azar.
Nuestra moción, por ejemplo, tenía claramente el objetivo de prohibir el otorgamiento de las correspondientes patentes municipales.
A tal punto ha llegado la expansión de la existencia de estas máquinas prohibidas, que se ha logrado establecer que, incluso, máquinas de juego cuya programación y diseño original es de destreza han sido convertidas posteriormente, mediante su intervención, en máquinas de azar, aumentando la ludopatía no solamente en las grandes ciudades, sino también en las comunas medianas y pequeñas.
A modo de ejemplo, puedo señalar que solo en el centro de la ciudad de Valparaíso hay más de veinte salas de este tipo de juegos, y algunas de ellas tienen más de treinta máquinas, lo que en diversos sectores de los cerros, a razón de una o dos por local, se multiplica a un total aproximado de cien máquinas adicionales.
Estimo que las indicaciones introducidas por el Gobierno, a través del Ministerio de Hacienda, son bastante adecuadas; y, por cierto, al ser aprobadas, permitirán que se erradique definitivamente la adicción por este tipo de juegos ilegales, la malsana ludopatía, que, lamentablemente, se ha mantenido por tantos años, afectando gravemente a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, que se entusiasman con la idea de obtener en forma fácil grandes ganancias y que, al final, terminan absolutamente endeudados y, algunos, en estado de insolvencia total.
Quiero señalar, además, que nosotros hemos levantado nuestras voces no solo respecto de estas máquinas, sino también de la ludopatía. Y hemos presentado innumerables proyectos de ley en la Cámara de Diputados y en el Senado para que, en definitiva, se prohíba el acceso a los casinos formales de personas que efectivamente tengan ludopatía. Creemos que es muy importante establecer mecanismos para que se pueda establecer judicialmente, en forma simplificada, la prohibición de ingreso a los casinos legales de este tipo de personas.
Sin perjuicio de votar favorablemente el texto de los proyectos fusionados que se someten a nuestra consideración, estimo que durante el período de discusión en particular se debe precisar la forma en que se irán retirando las máquinas actualmente en funcionamiento, desde la vigencia de la ley y la dictación de los respectivos reglamentos.
Y quiero ser claro y categórico.
Tal como lo señalaba el Senador Navarro, ¡no nos vamos a dejar intimidar! ¡No nos vamos a dejar intimidar!
Y creemos claramente que hay que seguir trabajando para que este proyecto de ley, y aprovecho de agradecer al Gobierno del Presidente Piñera por haberlo recogido y haberle puesto urgencia, nos permita extirpar el cáncer que se ha apropiado de nuestras poblaciones, de nuestros cerros y que lleva a la pobreza, a la condena a la pobreza.
Por eso, señor Presidente, voto a favor.
Y reitero que no nos dejaremos amedrentar durante la tramitación de esta iniciativa.
He dicho.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Rincón.


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, como lo informó la Contraloría General de la República a la Subsecretaría del Interior en el año 2017, "la proliferación a nivel nacional de la explotación de las máquinas de juego da cuenta de la ausencia de una política pública sobre la materia".
Claramente, no hay política pública.
Lo que verdaderamente falta en nuestro país es un entendimiento y, consecuentemente, un tratamiento omnicomprensivo del fenómeno social implicado en los juegos de azar.
Independientemente de estas mociones refundidas -soy autora de una de ellas-, que buscan combatir uno de estos tipos de juegos que se han masificado y operan fuera de los casinos, me preocupa que el Ejecutivo, participando y apoyando esta idea de legislar, no haya aportado normas indispensables para comenzar a transitar por el camino de la promoción estatal del juego responsable y por una política de cuidado de quienes padecen trastornos ludópatas, limitándose una vez más a la mínima regulación del negocio de los juegos de azar y a la criminalización de los jugadores.
¿Acaso no está el Estado al servicio de las personas? ¿No es la familia el núcleo esencial de la sociedad? ¿No es la salud un derecho fundamental de todas las personas?
El Ejecutivo presentó una indicación sustitutiva a estos proyectos de ley refundidos con tres objetivos centrales.
Primero, definir claramente qué es una máquina de azar y entregar la competencia a la Superintendencia de Casinos de Juego para determinarlo caso a caso. Admitiendo en este punto que si bien no existía el mandato legal claro y específico respecto a esta función, la Contraloría General de la República sí le reconocía tal competencia en virtud de la aplicación del principio de coordinación administrativa, que no es más que una expresión del principio de probidad en el ejercicio de la función.
De hecho, parte importante del problema social generado por la proliferación de las máquinas de juego en las comunas de nuestro país fue la indefinición y pasividad adoptada por la Superintendencia de Casinos de Juego ante las incesantes consultas de los municipios en orden a decidir acerca de la entrega o no de patentes municipales para la operación de estos recintos.
El segundo objetivo del Ejecutivo en su indicación es ratificar que los juegos y máquinas de azar pueden explotarse solo en los casinos de juego autorizados por la ley y en las normativas correspondientes de los casinos municipales.
Y, en tercer lugar, el Ejecutivo busca perfeccionar las herramientas para la persecución penal contra quienes exploten ilegalmente las máquinas de azar, señalando al efecto que se requiere fortalecer las vías de persecución penal para las personas que, incumpliendo la ley, generen un daño importante a la fe pública.
Sin embargo, ese no es el único tipo penal que se contempla. También se modifica el artículo 278 del Código Penal para castigar con una pena de reclusión de 61 a 301 días o una multa de 11 a 20 UTM -vale decir, entre 506 mil pesos y 911 mil pesos, aproximadamente- a quienes participen como jugadores en lugares que no sean casinos.
Me pregunto, señor Presidente, ¿cuál es el bien jurídico que dicho tipo penal está protegiendo?
Claramente, no es la fe pública, pues quienes juegan no son responsables del montaje de esos negocios ilegales.
¿Qué se gana en términos de justicia, orden o paz social sancionando penalmente a las personas que practican juegos de azar por simple gusto o como un vicio incontrolable -la ludopatía-, más aún si los sancionados no serán todos, sino los que jueguen en lugares que no sean casinos?
¿Podrá, por ejemplo, la vecina que juega el dinero del almuerzo diario pagar una multa de entre medio y un millón de pesos?
Una cosa es querer poner orden a la explotación del juego de azar que se constituye como una actividad monopólica, cuestión que comparto; pero otra muy distinta es ocuparse de las personas jugadoras criminalizando dicha conducta solo si juegan en un lugar no autorizado, y más aún si ellas son ludópatas.
Desde luego, esa no me parece una forma acertada de abordar la problemática social, económica y de salud en la que se insertan los jugadores.
¿Qué hay del daño a la salud, a la economía familiar, a las relaciones familiares ocasionado por años en nuestra población más vulnerable debido a una inacción del Estado?
¿Cuáles son las respuestas que el Ejecutivo tiene para ofrecer en esta materia que no sean la criminalización?
¿Se ha considerado al menos incluir la ludopatía como un trastorno reconocido en el sistema de salud, de manera que quien requiera un tratamiento pueda acceder a los seguros privados o estatales de salud?
¿O es acaso la fe pública el único bien jurídico que requiere protección en esta materia? Yo creo, señor Presidente, que no.
El mismo Ejecutivo reconoce en la Comisión de Gobierno que se sabe que en muchos de los lugares donde se practican los juegos ilegales funcionan en realidad fachadas de negocios de otra índole, a lo que se suma el riesgo por el ingreso de menores de edad y la seguridad en el juego.
¿Cuáles son, por ejemplo, las soluciones que se proponen para garantizar la protección de los menores de edad, la protección de los ludópatas, para frenar y sancionar estas estafas a lo largo del año de vacancia legal durante la cual seguirán funcionando los recintos que obtuvieron patente al efecto? Y, sobre todo, ¿cuáles son las propuestas transitorias para combatir entre tanto y a la brevedad los locales que funcionan ilegal y clandestinamente?
No podemos pasar por alto que fue justamente la inactividad de la entidad reguladora de los juegos lícitos la que permitió la disparidad de criterios municipales y, por ende, la proliferación de este tipo de máquinas de juego, con el daño asociado que ello generó a nuestra población.
Señor Presidente, voy a apoyar este proyecto, porque comparto el análisis que ha hecho el Senador Navarro y creo que es necesario legislar sobre esta materia. Por lo tanto, en la tramitación particular no se pueden obviar indefiniciones que preocupan. Por ejemplo:
1.- ¿Cuál es el régimen transitorio que se aplicará a los locales que se lograron instalar al amparo de la legislación vigente utilizando un aparente vacío legal, porque parece ser un camino conducente a los largos procesos judiciales?
2.- ¿Cuál es la solución uniforme que deben adoptar los municipios frente a las solicitudes de renovación de patentes que se presenten durante el período de vacancia? En este sentido, es vital dejar en claro el régimen transitorio para las patentes otorgadas.
3.- No se propone tampoco una fórmula para eliminar las máquinas ya autorizadas en el tiempo, por cuanto la prohibición debe ser para todos.
4.- La tenencia de las máquinas de azar no está penalizada, ya que se está penalizando su operación. Ello ha de ser modificado, pues nadie que las tenga lo hará simplemente para contemplarlas.
5.- Con relación al abordaje del juego irresponsable y la ludopatía, las potestades de la Superintendencia en esta materia son exiguas. No obstante, la Superintendenta de Casinos, señora Vivien Villagrán, recalcó que igualmente ellos generaron una circular de autoexclusión, extremando la interpretación legal, con lo cual se le traspasa al ciudadano dicha posibilidad de autoexclusión de las salas de juego, sin perjuicio de las acciones que se han desarrollado en conjunto con los casinos en materia de juego responsable. Por tanto, bien podrían mejorarse las facultades de la Superintendencia en tal sentido respecto de los juegos ilícitos en lugares no autorizados.
Y, finalmente, señor Presidente, ¿por qué se hace escándalo respecto de la posibilidad de prohibir alguna actividad de la economía de nuestro país cuando respecto de otras sí existe tal prohibición?
Y termino con esto: ¿por qué es lícito consumir alcohol o fumar tabaco y no es lícito fumar marihuana?
En tanto, es posible distinguir y discriminar.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Por último, tiene la palabra el Senador señor Galilea.


El señor GALILEA.- Señor Presidente, yo quiero poner paños fríos, si se quiere, en esta discusión, porque, a propósito de las máquinas de juego, exacerbamos el tema de si estamos hablando de libertad o no, si estamos hablando de los ricos o de los pobres. En este sentido, me atrevería a decir que la experiencia de la humanidad nos demuestra que el tema del juego es sumamente complejo. Ha sido así desde siempre.
De hecho, si uno analiza lo que ocurre en el mundo, hay países que prohíben el juego de azar completamente. Otros, muy poquitos, se han hecho famosos por dejar que el juego sea completamente libre. Pero, en verdad, casi todos los países tienden a regular de manera restrictiva el juego. ¿Por qué? Porque no es una actividad tan inocua para la ciudadanía que lo practica.
Y esto no es raro. En cierta medida, es el mismo criterio que se tiene respecto del alcohol, porque si este fuera tan inocuo, no existirían las patentes de alcoholes y habría total libertad. No. Los países optan por poner restricciones.
En el caso del cigarro la opción es distinta. Se colocan restricciones respecto de establecimientos educacionales, lo mismo que sucede con el alcohol; pero, además, se decide aplicarle un impuesto enorme, a ver si con ello disminuye el consumo de tabaco.
Sin embargo, todas esas actividades han demostrado desde siempre ser sumamente complejas, y, por lo tanto, se las regula, en algunos casos hasta el punto hiperrestrictivo de prohibirlas completamente, en otros existe un camino intermedio, y en otros se opta por permitirlas.
Chile en esta materia siempre ha seguido el camino regulatorio, de decir: "Los juegos de azar se pueden practicar solo en las circunstancias que la ley específica establezca".
Así, tenemos la Ley de Casinos, que norma lo relativo a las máquinas tragamonedas y otro tipo de juegos; la Polla Chilena de Beneficencia; la Lotería de Concepción; los hipódromos, etcétera. Cada una de estas actividades tiene su regulación propia, que es legal.
Con respecto a este proyecto, nos enfrentamos a un tema un poco distinto. Porque, en verdad, las máquinas de azar solo están permitidas en los casinos. Y en nuestro país se llegó a la cosa muy chilena de entender por "azar" o por "habilidad o destreza" algo que nunca nadie antes había concebido como destreza. Y repentinamente empezaron a haber instituciones que dijeron que todas las maquinitas en que una persona simplemente apretaba un botón eran de destreza y no de azar.
Entonces, ningún país está libre, aunque establezca la mejor ley del mundo, si finalmente se le cambia olímpicamente el sentido obvio a las palabras.
En definitiva, señor Presidente, voy a votar favorablemente este proyecto de ley, porque creo que hay que volver a la normalidad en esta materia.
Ya muchos de mis colegas Senadores han abundado sobre lo que ha significado -y continúa significando- prácticamente en todas las ciudades y pueblos de nuestro país la proliferación de este tipo de máquinas. En cualquier almacén un niño, una señora, el que quiera puede ir a jugar y dilapidar su dinero, pues al final todos terminan perdiendo.
Por lo tanto -reitero-, hay que volver a su sitial lo tocante a esta actividad y legislar nuevamente desde el punto de vista que históricamente Chile siempre ha tenido en el tema, que es el de optar por el camino regulatorio, restrictivo, a fin de establecer que solo existen ciertos lugares en que se pueden poner las máquinas de juego y en que es factible jugar.
El día de mañana se podrá discutir que no tiene por qué haber dos casinos por región y que es factible que existan más. En efecto, es un asunto discutible. Pero ello debe hacerse en el marco de la Ley de Casinos que hay en nuestro país.
Por otro lado, señor Presidente, creo que hay que introducirle algunas correcciones al proyecto que nos ocupa.
En tal sentido, me parece que no se puede dejar la calificación de "máquina de azar" a si la municipalidad tiene dudas o no sobre el particular.
Pienso que aquello nuevamente va a abrir un forado gigantesco. Tiene que ser la Superintendencia de Casinos de Juego la que defina si la máquina es de azar o de habilidad o destreza. Punto.
En cuanto a los tipos penales que se incorporan, concuerdo con lo que señaló la Senadora Rincón: llevar esto al jugador propiamente tal es algo que no me convence en lo absoluto. Además, la referencia que se hace nos pone en la situación del llamado "tipo penal en blanco", porque establece la tipificación, la lleva a otro cuerpo legal, donde, a su vez, existen varios tipos de delitos. De modo que no queda muy claro cuál es el tipo penal que se dispone. Por consiguiente, hay que reglar mejor ese aspecto.
En lo tocante a la transitoriedad de la ley en proyecto, se señala que esta entrará en vigencia un año después de publicada en el Diario Oficial. La verdad de las cosas es que no veo por qué ha de esperarse un año: debiera entrar a regir inmediatamente.
Sí se debe regular cómo vamos a ir sacando las máquinas que no sean de habilidad o destreza en los diversos lugares de nuestro territorio.
Quiero recoger un punto que mencionó el Senador Quinteros.
Quizás debiéramos aprovechar esta oportunidad para legislar sobre algunas cosas: los juegos por internet, que realmente son masivos; los juegos que se realizan en los programas de televisión, donde, por ejemplo, se pregunta qué equipo va a ganar un partido de fútbol y todos los que quieran participar deben llamar por teléfono para realizar sus apuestas. Esto, porque al final entramos en la misma dinámica.
Creo que todo ello debe ser regulado.
Asimismo, pienso que hay que hacer alguna mención a una política pública de salud respecto de la ludopatía, como dijo la Senadora Rincón, en fin.
En definitiva, considero que estamos frente a una gran oportunidad.
Pero todo ello pasa por volver a situar lo tocante a los juegos de azar donde Chile históricamente lo hizo: en una ley específica, que no pueda admitir forados como el que tuvimos y que ha significado estos cientos de miles de máquinas en todo nuestro país.
Es urgente corregir eso.
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- No quedan más inscritos.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor GUZMÁN (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor DE URRESTI (Vicepresidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto (30 votos a favor, uno en contra y una abstención),dejándose constancia de que se reunió el quorum constitucional exigido.
Votaron por la afirmativa las señoras Aravena, Ebensperger, Goic, Órdenes, Rincón y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Bianchi, Castro, Chahuán, Coloma, De Urresti, Durana, Elizalde, Galilea, García, García-Huidobro, Guillier, Harboe, Huenchumilla, Kast, Letelier, Moreira, Navarro, Ossandón, Pérez Varela, Prohens, Pugh y Sandoval.
Votó por la negativa el señor Lagos.
Se abstuvo el señor Latorre.